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Capítulo 1 (Perspectiva de Erick)
Patrullar en los Páramos Perdidos nunca ha sido tarea fácil; a decir verdad, es una
de las responsabilidades que más detesto, pero el haberme ofrecido como voluntario para
ello era la única manera de asegurarme que contaría con el apoyo de Lucian, cuando le pedí
que me permitiera vigilar las apariciones de Nessa…
El simple hecho de pensar en ella atrae a mis labios la sonrisa más estúpida
imaginable, incluso encontrándome en este lugar, en uno de los sitios más corruptos de los
Dominios, en este claustrofóbico bosque que es capaz de asfixiar a cualquiera, a causa de la
energía tan negativa y oscura que lo controla. Pero aún así, sonrío cuando la imagen de la
chica aparece en mi mente, en cada ocasión, en cada momento; Matheo no se cansa de
burlarse de mí cada vez que la desconocida sale a colación en nuestras charlas, pero no lo
puedo evitar, me tiene cautivado de forma tan entera que tal pareciera que soy un niñito
inmaduro, sin experiencia y sin entrenamiento, sin que mis años de vida y mi cargo de
Paladín me ayuden a parecer menos idiota.
Tal vez fue mi culpa, tal vez el simple hecho de estar pensando en ella mientras me
encontraba en los Páramos Perdidos fue suficiente para invocarla hasta este horrible lugar;
no lo sé con certeza, tan sólo puedo decir que un momento estaba caminando por entre los
árboles muertos y el suelo musgoso, y al siguiente pude darme cuenta del instante exacto en
el que Vanessa ingresó a este sitio.
¡Maldición! ¿Qué demonios estaba haciendo aquí?
Tenía que encontrarla, rescatarla, devolverla a su realidad antes de que Arématis
fuera capaz de sentir su energía espiritual, misma que yo percibía crecer a cada segundo,
dándome a entender que lentamente ella iba acercándose a mí.
Sin contacto, Erick. No te involucres aún. Vigila sin hacer notar tu presencia. Las
palabras de Lucian hacían eco en mi mente, pero la verdad es que no fui capaz de obedecer;
mi rango y mis órdenes en este momento importaban poco. Que Nessa estuviera a salvo era
lo único que me preocupaba, lo único que logró que el miedo no me paralizara, lo único
que me mantenía en movimiento y con una meta fija: sacarla de aquí.
Fue ese el segundo en el que sentí que alguien se aproximaba a mí por la espalda,
apenas si alcancé a girarme, alzando mi espada en alto, cuando el par de ojos color
chocolate más hermosos que he visto en mi vida entraron a mi campo de visión.
¿Qué estás haciendo, idiota? Me gritó la voz de mi consciencia: la mujer más bella
de todos los Dominios se encontraba frente a mí y mi primera reacción era la de amenazarla
de muerte, con el filo de mi espada a milímetros de su yugular.
Este definitivamente no era el encuentro que yo tenía en mente.
- ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – exclamé cuando logré encontrar mi voz…
¿En qué estaba pensando? ¿Podría sonar más hostil? ¡Estúpido! ¡Estúpido! Y no me detuve
con eso - ¡Te hice una pregunta! ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Bien hecho, imbécil ¡Bonita manera de ganarte su confianza!
Pero entonces ella hizo algo que jamás me hubiera imaginado; después de tantos y
tantos años como Paladín, creí que ya nada podría sorprenderme. Claro que estaba
equivocado, porque toda ella era sorprendente… ¿Qué hizo? Comenzó a reír, y sus
carcajadas sonaban tan deliciosas y naturales que puedo jurar que estuve a punto de
sonreírle de vuelta.
- ¿Qué te parece tan gracioso? – insistí, observándola como si deseara memorizar
cada milímetro de su ser.
Me gustaba su atuendo, como si una chica buena intentara disfrazarse de rebelde, su
cabello era un adorable desastre de rizos largos y oscuros que le acariciaban el rostro y su
risa era capaz enajenar mis sentidos hasta hacerme perder la cordura; aquel era el sonido
más perfecto que jamás había escuchado en toda mi existencia.
Tenía que controlar mis propias reacciones, y tenía que hacerlo ya.
Bajé el arma cuando por fin encontré el dominio sobre mis propios músculos - ¡Por
todo lo que es sagrado, esto no es divertido! – le grité con impaciencia – Te lo preguntaré
una última vez: ¿qué estás haciendo aquí? Tú no deberías de estar en este Dominio, aún no
es tiempo.
Las carcajadas le habían provocado lágrimas, que prontamente limpió de sus suaves
mejillas, atrayendo mi atención hasta la suavidad de su rostro.
- Perdón… ¿Qué? – dijo al fin; la había escuchado hablar antes –no sé si era
consciente de que cada vez que ingresaba a los Dominios, solía sostener charlas consigo
misma-, pero aquella era la primera vez que sus palabras iban dirigidas a mí.
Tragué saliva tratando de deshacerme del temblor que atravesó mi cuerpo cuando
sus ojos se posaron en los míos.
- Tú no deberías estar aquí. Estás en peligro ¿no lo entiendes?
Alzó una ceja, transformando sus facciones a una máscara de cinismo que se
mezclaba con la inocencia de su mirada.
- Vaya, éste es sin lugar a dudas el sueño más extraño que he tenido en mi vida.
Perdí el aliento durante unos instantes. ¡Esto no podía ser posible! ¿Ella creía que
estaba soñando?
- ¿Sueño? ¿Crees que esto es un sueño? Estás en peligro… ¡En grave peligro! Este
sitio está rodeado de energía negativa ¿no puedes sentirlo? A pesar de que se sienta como
un sueño, si algo te daña aquí, te dañará en donde sea que te encuentres. Tenemos que
encontrar la manera de sacarte de este sitio ¿me entiendes? ¡No estás soñando! Esta es
simplemente una realidad más.
- ¿Qué dijiste? – murmuró unos segundos más tarde. ¿Qué acaso no había
escuchado nada de lo que le dije?
- ¿Qué si aún sigues creyendo que éste eso sólo un sueño? – articulé ahora siendo yo
quien sonó despectivo; no quería hacerla sentir mal, pero mi paciencia se estaba agotando.
Necesitaba hacerla comprender que no se encontraba a salvo, mientras que ella me
observaba como si yo estuviera completamente loco.
Me sonrió – Si – fue su respuesta – Y bastante original, si me permites agregar.
¡Increíble!
- ¿Original? ¡Esto no es original, es extremadamente peligroso! Vételo grabando en
tu dura y bella cabecita - ¿bella? ¡Maldición! ¡Tenía que aprender a filtrar las palabras que
se me escapaban de la boca - ¡No deberías estar aquí!
- ¿Peligroso? – murmuró sonriendo de nuevo - ¿Peligroso? ¡Todo esto es producto
de mi mente! ¿Cómo va a ser peligroso?
- ¡Lo es! ¡Maldición! Tiene que haber una manera de sacarte de aquí sin usar el
Portal de la Roca – comencé a observar a mi alrededor, intentando idear alguna forma de
mandarla de regreso al Dominio Exterior sin dar a conocer el lugar exacto del portal;
Arématis aún no lo descubría y por ahora era nuestra única ventaja – Si utilizamos un portal
fijo él podría enterarse de su localización y eso nos perjudicaría bastante… Si tan sólo
hubieras entrenado ya – agregué sintiendo rencor hacia Lucian; de haberme permitido
acercarme antes a ella, tal vez no nos encontraríamos en esta condenada situación – te
podrías a obligar a ti misma a regresar a casa pero…
- ¡Hey, guapo! – me gritó, chasqueando sus delgados y femeninos dedos frente a
mis ojos… ¿Me había dicho guapo? ¿De verdad? ¿O mi imaginación estaba jugando
bromas con mi cordura? – Estás balbuceando demasiado y comienzas a marearme. Ahora,
si me disculpas, voy a continuar explorando.
Tardé unos segundos en reaccionar, aún distraído por sus palabras, pero cuando lo
hice me di cuenta de que comenzaba a alejarse, por lo que de inmediato me interpuse en su
camino.
- Tú no vas a ningún lado más que fuera de aquí – agregué con la mayor convicción
que pude.
- Qué increíble. A pesar de que eres una creación de mi mente, no eres muy amable
que digamos ¿sabes?
¡Oh! ¿Así que de ser guapo ahora había pasado a calidad de grosero? ¡Esta chica no
tenía sentido común!
- ¿Ah, sí? Pues tú tampoco estás siendo la dulzura personificada.
- Creo que durante un sueño importa poco cómo me comporte. Ahora déjame ir.
- ¡Santo cielo, Nessa! ¡Ni siquiera sabes en lo que te estás metiendo! – le grité
finalmente perdiendo la paciencia, y por un momento no supe qué fue lo que lo ocasionó,
pero la vi palidecer mientras que el miedo invadía su rostro.
¿Yo había causado su temor? ¡Maldición! ¡No!
- ¿Cómo sabes mi nombre?
¡Ah! ¡Eso fue! Cuidado con tu lengua, idiota.
Y a pesar de que deseaba decírselo, sabía que no teníamos tiempo para
explicaciones. Lograba sentir como la maldad se acercaba.
- Eso no es importante en este momento. Ahora lo urgente es encontrar la manera de
sacarte de aquí antes de que él te encuentre – le dije tomándola por el codo, haciendo hasta
lo imposible porque no lograra percibir el temblor de mis manos.
Aún no lograba entender cómo era que ella tenía forma tangible, pero su calor
corporal era capaz de traspasar las barreras de la ropa y acariciar sutilmente la piel de mis
dedos. ¿Cómo era posible que un ser hecho de espíritu provocara en mí una reacción tan
física?
Meneé la cabeza mientras la forzaba a avanzar a mi lado.
- ¿De qué demonios estás hablando? – me gritó entre desconcertada y molesta; era
obvio que comenzaba a impacientarse, pero yo necesitaba que se mantuviera callada: la
energía negativa iba en aumento y eso sólo podía significar una cosa: Arématis ya había
percibido su presencia y ahora se dirigía hacia acá.
¡Maldición! Tendría que usar el Portal de la Roca. No quedaba otra opción, pero tal
vez si nos dábamos prisa, evitaría que nuestro enemigo se diera cuenta de su existencia.
- Guarda silencio – le ordené en voz baja – Ya atrajimos bastante la atención.
Creí que tal vez me escucharía, que por un milagro dejaría de ser tan testaruda, pero
fue en ese instante en el que de un jalón se soltó de mi mano y detuvo su caminar mientras
cruzaba los brazos al pecho.
¿Sería consciente de lo adorable que lucía al estar tan enojada?
¡Por todo lo que es sagrado, Varzzen! ¡Concéntrate!
- Lo lamento, guapo – ahí estaba otra vez, no había sido mi imaginación – pero
comienzas a sacarme de mis casillas. O me dices quién eres y qué quieres de mí o no me
muevo de este lugar.
Mi cuerpo actuó por cuenta propia, mi mente se desconectó de mi boca y en lo
único que podía pensar era en lo hermosa que era y en que haría cualquier cosa… cualquier
cosa, con tal de mantenerla a salvo.
Encerré su cara entre mis manos, sorprendiéndome otra vez ante la calidez de
aquella piel tersa y pálida; bajé el rostro hasta que mis ojos estuvieron a la par de los suyos,
acercándome tanto que era capaz de sentir su cálido aliento sobre mis labios, era capaz de
oler la intoxicante esencia que escapaba de su cuerpo espiritual.
- Soy el hombre que está intentando salvarte la vida – Y te lo suplico, Nessa,
agregué en silencio, déjame ayudarte, déjame sacarte de aquí, déjame protegerte, porque
no sé qué demonios sea capaz de hacer si algo llega a sucederte….

Capítulo 6/7 (Perspectiva de Erick)
La sentí llegar incluso antes de que descendiera del auto, por lo que mi cuerpo
entero se tensó con anticipación, perdiendo el hilo de la charla que llevaba a cabo con los
adolescentes frente a mí. Algo me decían acerca de su equipo de futbol, pero si antes me
había resultado difícil contribuir a la plática –ya que no sabía casi nada acerca de ese
deporte practicado en el Dominio Exterior-, ahora me fue completamente imposible poner
atención a lo que me estaban diciendo.
Ella estaba aquí. En cuerpo y alma. Aquí.
Y llevaba el medallón consigo, aunque me sorprendió el hecho de que no era sólo la
energía del amuleto la que lograba sentir, sino también la de ella, con entera claridad.
Nessa… la simple mención de su nombre en mi cabeza creaba contradicciones en mis
reacciones físicas, inmovilizándome al mismo tiempo en que la respiración y los latidos se
me aceleraban de manera incontrolable.
¡Por todo lo que es sagrado! ¿Qué demonios me estaba sucediendo? Yo estaba
actuando más como un adolescente lujurioso que ni los adolescentes reales que se
encontraban presentes aquel día en la propiedad del Picacho. Me ordené a mí mismo que
me controlara, y había estado a punto de lograrlo cuando Nessa entró en mi campo de
visión, arrancándome la habilidad de pensar, de moverme, de respirar. Lo único que parecía
funcionarme en el cuerpo eran los ojos, que sin perderse de uno solo de sus movimientos, la
observaban avanzar hasta la mesa bajo el área techada.
Y entonces noté al sujeto a su lado… ¿Quién diablos era aquel tipo? ¿Y cómo era
que lograba hacerla reír cuando conmigo todo era angustias y situaciones de vida o muerte?
¡Mierda! Ahora sí que estaba pensando como todo un crío, encelándome ante la menor
estupidez.
- ¡Mendozita! – le gritaron entonces un par de amigos de su hermano, comiéndosela
con los ojos mientras ella les sonreía amablemente, ignorando por completo lo atractiva que
lucía y el efecto que causaba en muchos de los hombres presentes; ni siquiera se dio cuenta
de la mirada de molestia que le dedicaban las novias de los chicos cuando la abrazaron y la
levantaron en vilo, que era probablemente la misma mirada que yo les dedicaba a ellos,
mientras que Nessa tan sólo se comportaba cortés y divertida al contestarles.
- ¡Chicos, chicos! Yo sé que soy irresistible, pero traten de controlarse.
Ellos se rieron como si hubiera dicho la más graciosa frase jamás pronunciada,
cuando en realidad tan sólo lo hacían porque ella decía la verdad: era irresistible y debían
aprender a controlarse.
¿Los niños o tú? murmuró mi consciencia al instante en que Andrés la salvaba de la
jauría de lobos hambrientos, jalándola del brazo y atrayéndola hacia mí.
¡Mierda, mierda! ¿Qué jodidos iba a hacer ahora? ¿Y desde cuándo yo me
paralizaba? ¡Por todo lo que es sagrado! ¡Peleaba contra Vandenécums y desalmados y una
niña del Dominio Exterior era capaz de desintegrar mi cerebro! Aparte de que no tenía ni
idea de cómo iba a reaccionar ante mi presencia. ¿Creería que se estaba volviendo loca?
¿Me abofetearía e insultaría por casi besarla durante su ingreso a mi hogar? ¿O se reiría en
mi cara y me mandaría al infierno para luego regresar al lado del imbécil del rubio que no
le quitaba los ojos de encima?
Traía algo en la mano que se le cayó durante un tropiezo, haciéndome sonreír de
manera involuntaria ante su falta de coordinación y ante la manera en que hacía que la
torpeza luciera sexy… ¿Cómo era posible que no se diera cuenta de lo hermosa que era?
Con ese largo cabello castaño, rebelde y ondulado, con esos profundísimos ojos cafés que
parecían ser capaces de atravesarte el alma, con su cuerpo alto y esbelto con las curvas
perfectas en los lugares exactos, y con esa boca… esa maldita boca, pequeña y carnosa, e
indescriptiblemente tentadora, que parecía haberse adueñado de cada uno de mis
pensamientos, que se colaba cada noche en todos mis sueños.
- Mira, esta es la latosa de mi hermana de la que te había hablado, Vanessa - decía
Andrés en ese momento, mientras que a mí me carcomía la expectación.
¡Maldición! ¡Tenía que aprender a dominar a mis estúpidos sentimientos antes de
que todo esto se saliera de control!… Pero entonces ella se alzó después de haber levantado
la bolsita que se le había caído, y cuando sus ojos se toparon con los míos, el mundo entero
dejó de existir.
- Y él… – continuó su hermano - es el dueño de la casa. Erick.
Le dediqué una media sonrisa, entre alegre y titubeante, pero estoy segura de que no
fue capaz de verla, pues fue en ese momento en el que se desmayó.
Nunca en mis más de cien años de vida había estado tan feliz ante mis rápidos
reflejos, pues fue gracias a ellos que alcancé a sostenerla antes de que golpeara el suelo,
levantándola entre mis brazos para de inmediato llevarla al interior de la casa.
Muchos de los presentes me siguieron al darse cuenta de lo sucedido, comenzando
por Andrés y el insípido rubio que venía con ellos, pero no permití que nadie se le acercara,
ni siquiera su propio hermano, ni que me la arrebataran de los brazos, sintiendo como un
inexplicable instinto de protección se encendía en todo mi cuerpo; habría sido capaz de
golpear a quien intentara tocarla, pero afortunadamente a Lucian se le ocurrió llegar justo
en ese momento, encargándose de tranquilizar a todos y de deshacerse de Andrés y del
rubio, aún fingiéndose médico –aunque en realidad aquella no era una mentira completa,
puesto que se trataba de uno de los mejores sanadores dentro del Círculo de Paladines-, y
mandando a los dos muchachos a comprar no sé qué idioteces a la farmacia, la cual se
encontraba bastante alejada de la casa y nos otorgaría el tiempo suficiente para que Nessa
reaccionara y yo le pudiera explicar la situación.
Claro, eso siempre y cuando mi cerebro se dignara a cooperar, porque en cuanto la
acomodé sobre uno de los sillones de la sala, en lo único que podía pensar era en la
urgencia que sentía por besarla, en la exigencia de mis labios por probar los suyos. Agaché
el rostro a punto de sucumbir ante la tentación, pero entonces vi como sus párpados
comenzaban a vibrar logrando que algo de sentido común se colara a mi mente, por lo que
le quité el sobrero de paja y seguí descendiendo hasta posar mi boca sobre su oreja.
- Te dije que ya estaba cerca – le murmuré al oído, percibiendo como de inmediato
se tensaba, abriendo los ojos con lentitud hasta encontrarlos con los míos.
¡Por todo lo que es sagrado! ¡Cualquiera podría perderse en aquellas profundidades
color chocolate! ¿Y sería ella consciente de los pequeños rayos dorados que le adornaban el
iris? Me parecía que no, que Nessa jamás se había dado cuenta de cómo su mirada brillaba
incluso en la penumbra.
Sonreí como un completo idiota, acariciando su frente y su sedoso cabello oscuro,
fascinado ante la suavidad de los mechones que se escurrían entre mis dedos.
- ¿Estoy soñando? – fue lo primero que escapó de sus labios, con aquella voz suave
y acariciante, adornada de ese tono ligeramente ronco que la hacía sonar como una perfecta
fantasía sexual.
¿Qué jodidos te está sucediendo, idiota? ¡Contrólate de una buena vez! me dije a
mí mismo sin poder evitar la risa que se me escapó ante el verdadero sonido de su voz, ante
su presencia completa, ante la inexplicable alegría que sentía de tenerla tan cerca: - Nop –
le contesté divertido.
- ¿Entonces qué haces aquí?
Te acaricio, te respiro, te siento, quise responderle, pero simplemente le sonreí y me
encogí de hombros: - Alguien tenía que quedarse contigo mientras Lucian se encargaba de
controlar la crisis.
- ¿Controlar la crisis?
- Así es – agregué sin poder dejar de tocarla; es que toda ella era tan tersa, tan
cálida, tan completamente real; su alma me había cautivado desde el primer momento, pero
debía aceptar que su cuerpo era el que estaba arrancándome la cordura – Todos
enloquecieron cuando te desmayaste… - se me escapó una carcajada ante la última palabra,
sin ser capaz de evitar la tentación de provocarla un poco – Créeme que he causado un par
de conmociones con algunas de las mujeres con que me he topado en mi vida, pero nunca
había ocasionado que alguien se desmayara… No sé si tomármelo como cumplido o como
ofensa – meneé la cabeza al ver que había logrado mi cometido; se veía increíblemente
tierna al arrugar la nariz cuando se molestaba – Pero el asunto es que todos perdieron el
juicio al ver cómo te desfallecías, comenzando por tu hermano y el tipo rubio que venía con
ustedes. Se pusieron a gritar como locos al momento en que te sostuve…
- ¿Qué? – me interrumpió con el rostro lleno de desconcierto.
Oh-oh, pensé tratando de mantener la calma. Al parecer su mente aún no acababa de
procesar el hecho de que estuviéramos juntos en una misma realidad; aunque la verdad
aquello no me sorprendía: Nessa había creído estar soñando durante todo este tiempo, y a
pesar de que había intentado explicarle lo que le estaba sucediendo, aquellas charlas se
habían desarrollado en lo que suponía que eran sueños, así que estando en su lugar, a mí
también me hubiera resultado difícil creerle a quien pensaba era un producto de mi
imaginación.
- Así fue – continué tratando de resumir lo acontecido, puesto que no sabía cuánto
se tardarían en regresar Andrés y el rubio al que ya odiaba – En el instante en que te alcé en
vilo creí que me golpearían para arrancarte de mis brazos… Pero estaba demasiado
asustado como para permitir que te alejaran de mí, así que es obvio que eso era algo que no
iba a permitir que hicieran – le sonreí en un intento por tranquilizarla, pues lograba sentir
como iba alterándose de forma gradual – Te traje hasta la sala sin darme cuenta de que
todos me seguían sin dejar de hablar, preguntando qué te sucedía e intentando ayudar, pero
Lucian llegó a casa y corrió hasta aquí al escuchar la agitación, y fue entonces cuando
comenzó a dar órdenes a diestra y siniestra.
- ¿Lucian? – repitió el nombre de mi tío como si se tratara de algún animal exótico
del que jamás había oído hablar.
- Si. Se encargó de sacar a todos de vuelta al jardín trasero, mientras que mandaba a
Andrés y a tu – casi me atraganto con la palabra – amigo… a la farmacia a comprar no sé
qué idioteces… Sea lo que fuera, lo hizo tan sólo para darnos unos minutos a solas, de eso
estoy seguro… - agregué para exteriorizarle mis suposiciones - Sabíamos que una vez que
me vieras aquí tu reacción sería extrema y requerirías alguna explicación, por lo que intentó
otorgarnos algo de tiempo – no pude evitar una nueva carcajada al recordar lo sucedido –
Lo que nunca nos esperamos fue que terminaras por perder el conocimiento.
- No es gracioso – espetó sin dejar de observarme, sin darse cuenta de lo que su
mirada y su voz provocaban en mí.
- Lo sé, lo lamento – me disculpé acariciando su mejilla, tratando de convencerme a
mí mismo que ella por fin estaba aquí, entera, entre mis brazos, sin distancia alguna que me
separara de su cuerpo y su alma, que lograba sentir en su interior - Es que no puedo dejar de
sonreír… Te extrañaba ¿sabes? – le confesé antes de darme cuenta de lo que decía - y el
verte finalmente despierta… El saber que te tengo aquí conmigo, completa, como deseaba
haberte tenido desde la primera vez que te vi, sin que tú ni siquiera lo supieras… - ¡mierda!
¡Estaba revelando demasiado muy pronto! ¡La asustaría todavía más! Pero mi boca parecía
tener vida propia, hablando sin consultarle a mi cerebro las palabras que iba a pronunciar …tocándote de verdad, sintiéndote de verdad, a ti, en cuerpo y alma - por fin logré detener
las frases, pero sólo porque sus ojos me atraparon otra vez, sin que mis manos fueran
capaces de dejar de acariciarla.
- ¿Estoy soñando? Tengo que estar soñando – insistió con esa voz baja y envolvente
que me agitaba la respiración, mientras que en mis labios se formaba una nueva sonrisa,
una que le decía que era imposible que esto fuera un sueño; por primera vez en mucho
tiempo, la realidad era demasiado buena como para querer estar dormido.
- No, no estás soñando, Nessa – le aclaré entonces - Esto es muy, muy real. Tan real
como algo puede llegar a ser.
- ¿Dónde estoy?
Arrugué la frente ante su pregunta ¿Se habría golpeado la cabeza sin que me diera
cuenta?: - ¿No lo recuerdas?
- ¡No es que no lo recuerde, es que no lo sé! – me gritó desesperada.
- Estás en mi casa de campo – le contesté tratando de calmarla, pero logrando
exactamente lo opuesto, ya que me aventó de golpe y se sentó con un rápido movimiento.
- ¿Qué dijiste?
- Que estás en…
- ¡Te escuché perfectamente! – me interrumpió aventándome nuevamente para
levantarse en un segundo, y la verdad es que no supe cómo reaccionar, ignorando qué era lo
que esperaba que le dijera.
- Está bien – murmuré con calma, incorporándome hasta quedar de pie frente a ella.
- ¿Qué es esto? – articuló con miedo en su voz - ¿Acaso estoy loca? ¿Estoy
alucinando? ¿Mezclando los sueños con la realidad?
Reí levemente sin poder evitarlo; un sueño jamás podría compararse con lo perfecta
que era en realidad; entrecerré los ojos en un pobre intento de que su visión dejara de
distraerme tanto: - No, Nessa. Ni estás loca ni estás alucinando. Esto es completamente
real, nada de sueños.
- ¿Entonces cómo demonios es posible que tú estés aquí?
Si, tal y como lo había supuesto, ella seguía sin creerme; suspiré al responder: - Te
avisé que ya estaba cerca, yo…
- ¡Ya sé lo que me dijiste! – me interrumpió otra vez - ¡Puedo estar perdiendo la
razón, pero no la memoria! Pero esos eran sueños… ¡Sueños!... Nuestros encuentros,
nuestras charlas…
- También recuerdo haberte aclarado más de una vez que no estabas soñando –
ahora fue mi turno de cortar sus palabras; odiaba ser tan brusco, pero necesitaba que lo
comprendiera, pues su hermano y el otro tipo no tardaban en volver.
- ¿Entonces fue real?
- Todo.
- ¿Todo fue real?
- Todo es real.
- ¿Tú eres real?
- Bastante real.
- ¿Un humano real?
Se me escapó otra sonrisa; si ella supiera los pensamientos que me cruzaban por la
mente cada vez que la miraba, se daría cuenta de qué tan humano era yo… y probablemente
saldría corriendo despavorida: - Muy, muy humano.
Vi como sus manos temblaban y su respiración se aceleró a grados peligrosos: - Si
no es inconveniente para ti, creo que voy a desmayarme otra vez – murmuró sin aliento
dando un paso hacia atrás, por lo que me deshice del espacio que nos separaba y le pasé un
brazo por los hombros para ayudarla a tomar asiento.
- Tranquilízate, tranquilízate – murmuré preocupado, acomodándome a su lado y
tratando de recordar qué debía hacerse en casos de ataques de pánico – Agáchate un poco –
indiqué colocando mi mano sobre su cuello - Pon tu cabeza entre las rodillas… Respira
profundo, pausado – Nessa obedeció mis instrucciones de inmediato, por lo que acaricié su
espalda intentando ayudarla a mantener la calma. Si algo le sucedía por mi culpa no sé qué
demonios iba a hacer.
- Ya regresaron – la voz de Lucian cortó de tajo nuestra quietud, ingresando a la sala
al tiempo en que Nessa volvía a enderezarse.
- ¿Tú? – articuló viéndolo con la sorpresa inundando sus facciones.
- Nessa, este es mi tío Lucian – sentí la necesidad de una presentación, pues
verdaderamente temía que ella volviera a colapsarse ante tantas impresiones.
Lucian le sonrió aparentando una calma que claramente no sentía; vaya que era
buen actor: - Mucho gusto, Vanessa. Erick me ha hablado mucho de ti… De verdad
lamento las condiciones en que nos conocimos la primera vez, pero te prometo que soy un
hombre que causa una mejor segunda impresión.
La sonrisa que ella exteriorizó fue forzada, y me pregunté cómo era posible que yo
lograra darme cuenta de aquellos detalles, si apenas si nos conocíamos… Pero es que había
algo en su alma, en su energía espiritual, que parecía llamarme, atraerme como un imán,
reconociendo mi propio espíritu con el suyo sin necesidad de hablar.
- ¿Pero qué decías? – le pregunté a Lucian tratando de escapar de mis propios
pensamientos.
- Que su hermano y su amigo ya volvieron de la farmacia.
Los aludidos ingresaron a la sala justo entonces, y Andrés corrió hacia nosotros
cargando dos botellas que de inmediato le extendió a Lucian: - Aquí está el alcohol y la
bebida energética.
- Te pedí una bebida hidratante, Andrés – le dijo mi tío tratando de ocultar una
sonrisa.
- Perdón, estaba muy nervioso… - contestó él con obvia ansiedad; era un buen chico
y un buen hermano; por un momento me hizo añorar a Belyan con desesperación, pero
bloqueé tales sentimientos para concentrarme en lo que estaba sucediendo - ¿Cómo te
encuentras? – le preguntó Andrés a Nessa acercándose hacia nosotros; podría actuar rudo y
petulante algunas veces, pero el amor que sentía por su hermana era obvio en sus ojos.
- Mejor, fue sólo el calor – le contestó ella.
Si, claro, pensé ahora siendo yo el petulante: - Y mi arrebatadora presencia – dije
sin poder evitar provocarla una vez más, viendo como el rubio se tensaba.
Al menos Andrés encontró gracioso mi comentario: - Muy buena, amigo.
- ¿Pero ya te sientes bien? – le preguntó el tipo a Nessa, caminando hasta nosotros
para tomar asiento en el costado opuesto al mío; lo único que le faltó fue marcar su
territorio alrededor de ella, y debo confesar que a mí me costó mucho trabajo contenerme
para no partirle la cara en cuanto se sentó, dándome cuenta de que observaba de reojo como
mi mano continuaba acariciando la espalda de Nessa.
¡Vamos, hijo de perra! pensé lleno de furia, ¡Dame una razón… sólo una!
- Si, de verdad, mucho mejor – contestó ella poniéndose de pie de un salto, y de
inmediato detecté en nerviosismo en su voz… ¿Le molestaba que ese imbécil me viera
tocándola? Los celos se dispararon otra vez en mi sistema, recorriéndome el cuerpo como si
suplieran a la sangre… ¡Por todo lo que es sagrado! ¡Yo jamás había sido celoso! Aunque
aceptémoslo, jamás había conocido a nadie como ella.
- Vanessa, tal vez sería recomendable que no hicieras movimientos tan bruscos, de
menos durante un par de horas – articuló Lucian detectando la tensión en el ambiente.
- Deberías de hacerle caso, Ness. Lucian es doctor – le aclaró su hermano señalando
a mi tío; yo oculté una sonrisa al ver como Nessa alzaba una ceja con incredulidad y
sarcasmo.
- No, está bien – dijo torciendo el gesto - Ya no me siento mal. Lamento que hayan
tenido que ir hasta la farmacia por el alcohol, pero creo que ya no lo necesitaré. Y gracias,
esto me servirá – finalizó tomando la bebida y volviéndose hacia el rubio – ¿Vamos al
jardín?
El tipo me dedicó una mirada de triunfo, y juro que estuve a punto de ponerme de
pie y cerrarle los ojos a golpes… y entonces la siguió y le pasó una mano por los hombros.
Lucian carraspeó para atraer mi atención, puesto que se había dado cuenta de que en
cualquier momento yo explotaría; negó con la cabeza dándome una orden muda que me vi
forzado a obedecer… Podría ser mi familia –mi única familia, si no contábamos a Matheo-,
pero también era mi superior.
Sólo que entonces noté como Nessa giraba el rostro para mirarme otra vez, de forma
instintiva, automática, anhelante. No pude evitar la sonrisa que se formó en mi boca.
Tráela de regreso ¡Tráela de regreso! gritaba mi cerebro con desesperación…
¿Pero cómo? Y entonces vi la bolsita sobre el sillón.
- ¡Aguarda! – grité con más intensidad de la que hubiera deseado, ocultando
después mi vergüenza con una sonrisa – Tus dulces – le dije alzando la mano que sostenía
la bolsa de plástico con paletas, caramelos y mazapanes, viéndola apretar la quijada para
deshacerse del contacto del rubio al tener que volver por el paquete.
- Gracias – espetó molesta y caminó otra vez hacia el odioso tipo.
¡De nuevo! ¡De nuevo! Exigió mi mente, ¿pero ahora con qué pretexto? ¡El
sombrero!
- ¡Y tu sombrero! – articulé un segundo antes de que saliera de la sala, viendo como
se tensaba de inmediato.
Se giró lentamente hacia mí, entrecerrando los ojos al ver que yo alzaba otra vez el
brazo sosteniendo su sombrero frente a mí; con pasos que rayaban en la furia avanzó de
regreso hasta donde yo me encontraba… ¡Dios! ¡Se veía tan sexy cuando estaba enojada! Y
debo confesar que la sonrisa que le dediqué no fue involuntaria, sino muy bien planeada,
ignorando los dos la carcajada que soltaba Andrés al darse cuenta de nuestro juego de
estira y afloja.
- Gracias – me dijo entre dientes, arrebatándome el sombrero para que no me
quedara duda alguna de lo molesta que se sentía - ¿Alguna otra cosa que esté olvidando?
- Yo – contesté antes de darme cuenta, pero afortunadamente lo hice en voz tan baja
que sólo ella alcanzó a escucharme; la vi tragar saliva con fuerza pero no recibí respuesta,
aunque su rostro era tan fácil de leer que me di cuenta del momento exacto en que en su
mente se iba formando una astuta venganza.
Tuve razón.
Comenzó a avanzar de espaldas sin dejar de mirarme, primero poniéndome nervioso
ante la idea de que se fuera a golpear o a tropezar y hacerse daño, pero entonces una
pecaminosa sonrisa fue tomando forma en esos seductores labios; llegó hasta el lado del
estúpido rubio y ahora fue a él a quien le regaló aquella hermosa sonrisa. Como afirmé
antes: una astuta venganza… una astuta y cruel venganza, puesto que lo único que yo
deseaba en aquel momento era que ese gesto fuera sólo para mí.
- Listo – le dijo al tipo – Ahora vayamos a divertirnos un rato.
- De eso me encargo yo – contestó él abrazándola de nuevo.
Tuve que cerrar las manos en puños y forzarme a mí mismo a permanecer inmóvil
en el sillón, puesto que estaba seguro de que si me ponía de pie correría hasta ellos y le
arrancaría los brazos a aquel rubio de mierda que no dejaba de tocarla.
Y entonces Nessa giró el rostro para dedicarme una última mirada, y estuve
completamente seguro de que adivinó con exactitud lo que yo había estado pensando.

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  • 1. Capítulo 1 (Perspectiva de Erick) Patrullar en los Páramos Perdidos nunca ha sido tarea fácil; a decir verdad, es una de las responsabilidades que más detesto, pero el haberme ofrecido como voluntario para ello era la única manera de asegurarme que contaría con el apoyo de Lucian, cuando le pedí que me permitiera vigilar las apariciones de Nessa… El simple hecho de pensar en ella atrae a mis labios la sonrisa más estúpida imaginable, incluso encontrándome en este lugar, en uno de los sitios más corruptos de los Dominios, en este claustrofóbico bosque que es capaz de asfixiar a cualquiera, a causa de la energía tan negativa y oscura que lo controla. Pero aún así, sonrío cuando la imagen de la chica aparece en mi mente, en cada ocasión, en cada momento; Matheo no se cansa de burlarse de mí cada vez que la desconocida sale a colación en nuestras charlas, pero no lo puedo evitar, me tiene cautivado de forma tan entera que tal pareciera que soy un niñito inmaduro, sin experiencia y sin entrenamiento, sin que mis años de vida y mi cargo de Paladín me ayuden a parecer menos idiota. Tal vez fue mi culpa, tal vez el simple hecho de estar pensando en ella mientras me encontraba en los Páramos Perdidos fue suficiente para invocarla hasta este horrible lugar; no lo sé con certeza, tan sólo puedo decir que un momento estaba caminando por entre los árboles muertos y el suelo musgoso, y al siguiente pude darme cuenta del instante exacto en el que Vanessa ingresó a este sitio. ¡Maldición! ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? Tenía que encontrarla, rescatarla, devolverla a su realidad antes de que Arématis fuera capaz de sentir su energía espiritual, misma que yo percibía crecer a cada segundo, dándome a entender que lentamente ella iba acercándose a mí. Sin contacto, Erick. No te involucres aún. Vigila sin hacer notar tu presencia. Las palabras de Lucian hacían eco en mi mente, pero la verdad es que no fui capaz de obedecer; mi rango y mis órdenes en este momento importaban poco. Que Nessa estuviera a salvo era lo único que me preocupaba, lo único que logró que el miedo no me paralizara, lo único que me mantenía en movimiento y con una meta fija: sacarla de aquí.
  • 2. Fue ese el segundo en el que sentí que alguien se aproximaba a mí por la espalda, apenas si alcancé a girarme, alzando mi espada en alto, cuando el par de ojos color chocolate más hermosos que he visto en mi vida entraron a mi campo de visión. ¿Qué estás haciendo, idiota? Me gritó la voz de mi consciencia: la mujer más bella de todos los Dominios se encontraba frente a mí y mi primera reacción era la de amenazarla de muerte, con el filo de mi espada a milímetros de su yugular. Este definitivamente no era el encuentro que yo tenía en mente. - ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – exclamé cuando logré encontrar mi voz… ¿En qué estaba pensando? ¿Podría sonar más hostil? ¡Estúpido! ¡Estúpido! Y no me detuve con eso - ¡Te hice una pregunta! ¿Qué demonios estás haciendo aquí? Bien hecho, imbécil ¡Bonita manera de ganarte su confianza! Pero entonces ella hizo algo que jamás me hubiera imaginado; después de tantos y tantos años como Paladín, creí que ya nada podría sorprenderme. Claro que estaba equivocado, porque toda ella era sorprendente… ¿Qué hizo? Comenzó a reír, y sus carcajadas sonaban tan deliciosas y naturales que puedo jurar que estuve a punto de sonreírle de vuelta. - ¿Qué te parece tan gracioso? – insistí, observándola como si deseara memorizar cada milímetro de su ser. Me gustaba su atuendo, como si una chica buena intentara disfrazarse de rebelde, su cabello era un adorable desastre de rizos largos y oscuros que le acariciaban el rostro y su risa era capaz enajenar mis sentidos hasta hacerme perder la cordura; aquel era el sonido más perfecto que jamás había escuchado en toda mi existencia. Tenía que controlar mis propias reacciones, y tenía que hacerlo ya. Bajé el arma cuando por fin encontré el dominio sobre mis propios músculos - ¡Por todo lo que es sagrado, esto no es divertido! – le grité con impaciencia – Te lo preguntaré una última vez: ¿qué estás haciendo aquí? Tú no deberías de estar en este Dominio, aún no es tiempo. Las carcajadas le habían provocado lágrimas, que prontamente limpió de sus suaves mejillas, atrayendo mi atención hasta la suavidad de su rostro.
  • 3. - Perdón… ¿Qué? – dijo al fin; la había escuchado hablar antes –no sé si era consciente de que cada vez que ingresaba a los Dominios, solía sostener charlas consigo misma-, pero aquella era la primera vez que sus palabras iban dirigidas a mí. Tragué saliva tratando de deshacerme del temblor que atravesó mi cuerpo cuando sus ojos se posaron en los míos. - Tú no deberías estar aquí. Estás en peligro ¿no lo entiendes? Alzó una ceja, transformando sus facciones a una máscara de cinismo que se mezclaba con la inocencia de su mirada. - Vaya, éste es sin lugar a dudas el sueño más extraño que he tenido en mi vida. Perdí el aliento durante unos instantes. ¡Esto no podía ser posible! ¿Ella creía que estaba soñando? - ¿Sueño? ¿Crees que esto es un sueño? Estás en peligro… ¡En grave peligro! Este sitio está rodeado de energía negativa ¿no puedes sentirlo? A pesar de que se sienta como un sueño, si algo te daña aquí, te dañará en donde sea que te encuentres. Tenemos que encontrar la manera de sacarte de este sitio ¿me entiendes? ¡No estás soñando! Esta es simplemente una realidad más. - ¿Qué dijiste? – murmuró unos segundos más tarde. ¿Qué acaso no había escuchado nada de lo que le dije? - ¿Qué si aún sigues creyendo que éste eso sólo un sueño? – articulé ahora siendo yo quien sonó despectivo; no quería hacerla sentir mal, pero mi paciencia se estaba agotando. Necesitaba hacerla comprender que no se encontraba a salvo, mientras que ella me observaba como si yo estuviera completamente loco. Me sonrió – Si – fue su respuesta – Y bastante original, si me permites agregar. ¡Increíble! - ¿Original? ¡Esto no es original, es extremadamente peligroso! Vételo grabando en tu dura y bella cabecita - ¿bella? ¡Maldición! ¡Tenía que aprender a filtrar las palabras que se me escapaban de la boca - ¡No deberías estar aquí! - ¿Peligroso? – murmuró sonriendo de nuevo - ¿Peligroso? ¡Todo esto es producto de mi mente! ¿Cómo va a ser peligroso? - ¡Lo es! ¡Maldición! Tiene que haber una manera de sacarte de aquí sin usar el Portal de la Roca – comencé a observar a mi alrededor, intentando idear alguna forma de
  • 4. mandarla de regreso al Dominio Exterior sin dar a conocer el lugar exacto del portal; Arématis aún no lo descubría y por ahora era nuestra única ventaja – Si utilizamos un portal fijo él podría enterarse de su localización y eso nos perjudicaría bastante… Si tan sólo hubieras entrenado ya – agregué sintiendo rencor hacia Lucian; de haberme permitido acercarme antes a ella, tal vez no nos encontraríamos en esta condenada situación – te podrías a obligar a ti misma a regresar a casa pero… - ¡Hey, guapo! – me gritó, chasqueando sus delgados y femeninos dedos frente a mis ojos… ¿Me había dicho guapo? ¿De verdad? ¿O mi imaginación estaba jugando bromas con mi cordura? – Estás balbuceando demasiado y comienzas a marearme. Ahora, si me disculpas, voy a continuar explorando. Tardé unos segundos en reaccionar, aún distraído por sus palabras, pero cuando lo hice me di cuenta de que comenzaba a alejarse, por lo que de inmediato me interpuse en su camino. - Tú no vas a ningún lado más que fuera de aquí – agregué con la mayor convicción que pude. - Qué increíble. A pesar de que eres una creación de mi mente, no eres muy amable que digamos ¿sabes? ¡Oh! ¿Así que de ser guapo ahora había pasado a calidad de grosero? ¡Esta chica no tenía sentido común! - ¿Ah, sí? Pues tú tampoco estás siendo la dulzura personificada. - Creo que durante un sueño importa poco cómo me comporte. Ahora déjame ir. - ¡Santo cielo, Nessa! ¡Ni siquiera sabes en lo que te estás metiendo! – le grité finalmente perdiendo la paciencia, y por un momento no supe qué fue lo que lo ocasionó, pero la vi palidecer mientras que el miedo invadía su rostro. ¿Yo había causado su temor? ¡Maldición! ¡No! - ¿Cómo sabes mi nombre? ¡Ah! ¡Eso fue! Cuidado con tu lengua, idiota. Y a pesar de que deseaba decírselo, sabía que no teníamos tiempo para explicaciones. Lograba sentir como la maldad se acercaba.
  • 5. - Eso no es importante en este momento. Ahora lo urgente es encontrar la manera de sacarte de aquí antes de que él te encuentre – le dije tomándola por el codo, haciendo hasta lo imposible porque no lograra percibir el temblor de mis manos. Aún no lograba entender cómo era que ella tenía forma tangible, pero su calor corporal era capaz de traspasar las barreras de la ropa y acariciar sutilmente la piel de mis dedos. ¿Cómo era posible que un ser hecho de espíritu provocara en mí una reacción tan física? Meneé la cabeza mientras la forzaba a avanzar a mi lado. - ¿De qué demonios estás hablando? – me gritó entre desconcertada y molesta; era obvio que comenzaba a impacientarse, pero yo necesitaba que se mantuviera callada: la energía negativa iba en aumento y eso sólo podía significar una cosa: Arématis ya había percibido su presencia y ahora se dirigía hacia acá. ¡Maldición! Tendría que usar el Portal de la Roca. No quedaba otra opción, pero tal vez si nos dábamos prisa, evitaría que nuestro enemigo se diera cuenta de su existencia. - Guarda silencio – le ordené en voz baja – Ya atrajimos bastante la atención. Creí que tal vez me escucharía, que por un milagro dejaría de ser tan testaruda, pero fue en ese instante en el que de un jalón se soltó de mi mano y detuvo su caminar mientras cruzaba los brazos al pecho. ¿Sería consciente de lo adorable que lucía al estar tan enojada? ¡Por todo lo que es sagrado, Varzzen! ¡Concéntrate! - Lo lamento, guapo – ahí estaba otra vez, no había sido mi imaginación – pero comienzas a sacarme de mis casillas. O me dices quién eres y qué quieres de mí o no me muevo de este lugar. Mi cuerpo actuó por cuenta propia, mi mente se desconectó de mi boca y en lo único que podía pensar era en lo hermosa que era y en que haría cualquier cosa… cualquier cosa, con tal de mantenerla a salvo. Encerré su cara entre mis manos, sorprendiéndome otra vez ante la calidez de aquella piel tersa y pálida; bajé el rostro hasta que mis ojos estuvieron a la par de los suyos, acercándome tanto que era capaz de sentir su cálido aliento sobre mis labios, era capaz de oler la intoxicante esencia que escapaba de su cuerpo espiritual.
  • 6. - Soy el hombre que está intentando salvarte la vida – Y te lo suplico, Nessa, agregué en silencio, déjame ayudarte, déjame sacarte de aquí, déjame protegerte, porque no sé qué demonios sea capaz de hacer si algo llega a sucederte…. Capítulo 6/7 (Perspectiva de Erick) La sentí llegar incluso antes de que descendiera del auto, por lo que mi cuerpo entero se tensó con anticipación, perdiendo el hilo de la charla que llevaba a cabo con los adolescentes frente a mí. Algo me decían acerca de su equipo de futbol, pero si antes me había resultado difícil contribuir a la plática –ya que no sabía casi nada acerca de ese deporte practicado en el Dominio Exterior-, ahora me fue completamente imposible poner atención a lo que me estaban diciendo. Ella estaba aquí. En cuerpo y alma. Aquí. Y llevaba el medallón consigo, aunque me sorprendió el hecho de que no era sólo la energía del amuleto la que lograba sentir, sino también la de ella, con entera claridad. Nessa… la simple mención de su nombre en mi cabeza creaba contradicciones en mis reacciones físicas, inmovilizándome al mismo tiempo en que la respiración y los latidos se me aceleraban de manera incontrolable. ¡Por todo lo que es sagrado! ¿Qué demonios me estaba sucediendo? Yo estaba actuando más como un adolescente lujurioso que ni los adolescentes reales que se encontraban presentes aquel día en la propiedad del Picacho. Me ordené a mí mismo que me controlara, y había estado a punto de lograrlo cuando Nessa entró en mi campo de visión, arrancándome la habilidad de pensar, de moverme, de respirar. Lo único que parecía funcionarme en el cuerpo eran los ojos, que sin perderse de uno solo de sus movimientos, la observaban avanzar hasta la mesa bajo el área techada. Y entonces noté al sujeto a su lado… ¿Quién diablos era aquel tipo? ¿Y cómo era que lograba hacerla reír cuando conmigo todo era angustias y situaciones de vida o muerte? ¡Mierda! Ahora sí que estaba pensando como todo un crío, encelándome ante la menor estupidez.
  • 7. - ¡Mendozita! – le gritaron entonces un par de amigos de su hermano, comiéndosela con los ojos mientras ella les sonreía amablemente, ignorando por completo lo atractiva que lucía y el efecto que causaba en muchos de los hombres presentes; ni siquiera se dio cuenta de la mirada de molestia que le dedicaban las novias de los chicos cuando la abrazaron y la levantaron en vilo, que era probablemente la misma mirada que yo les dedicaba a ellos, mientras que Nessa tan sólo se comportaba cortés y divertida al contestarles. - ¡Chicos, chicos! Yo sé que soy irresistible, pero traten de controlarse. Ellos se rieron como si hubiera dicho la más graciosa frase jamás pronunciada, cuando en realidad tan sólo lo hacían porque ella decía la verdad: era irresistible y debían aprender a controlarse. ¿Los niños o tú? murmuró mi consciencia al instante en que Andrés la salvaba de la jauría de lobos hambrientos, jalándola del brazo y atrayéndola hacia mí. ¡Mierda, mierda! ¿Qué jodidos iba a hacer ahora? ¿Y desde cuándo yo me paralizaba? ¡Por todo lo que es sagrado! ¡Peleaba contra Vandenécums y desalmados y una niña del Dominio Exterior era capaz de desintegrar mi cerebro! Aparte de que no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar ante mi presencia. ¿Creería que se estaba volviendo loca? ¿Me abofetearía e insultaría por casi besarla durante su ingreso a mi hogar? ¿O se reiría en mi cara y me mandaría al infierno para luego regresar al lado del imbécil del rubio que no le quitaba los ojos de encima? Traía algo en la mano que se le cayó durante un tropiezo, haciéndome sonreír de manera involuntaria ante su falta de coordinación y ante la manera en que hacía que la torpeza luciera sexy… ¿Cómo era posible que no se diera cuenta de lo hermosa que era? Con ese largo cabello castaño, rebelde y ondulado, con esos profundísimos ojos cafés que parecían ser capaces de atravesarte el alma, con su cuerpo alto y esbelto con las curvas perfectas en los lugares exactos, y con esa boca… esa maldita boca, pequeña y carnosa, e indescriptiblemente tentadora, que parecía haberse adueñado de cada uno de mis pensamientos, que se colaba cada noche en todos mis sueños. - Mira, esta es la latosa de mi hermana de la que te había hablado, Vanessa - decía Andrés en ese momento, mientras que a mí me carcomía la expectación. ¡Maldición! ¡Tenía que aprender a dominar a mis estúpidos sentimientos antes de que todo esto se saliera de control!… Pero entonces ella se alzó después de haber levantado
  • 8. la bolsita que se le había caído, y cuando sus ojos se toparon con los míos, el mundo entero dejó de existir. - Y él… – continuó su hermano - es el dueño de la casa. Erick. Le dediqué una media sonrisa, entre alegre y titubeante, pero estoy segura de que no fue capaz de verla, pues fue en ese momento en el que se desmayó. Nunca en mis más de cien años de vida había estado tan feliz ante mis rápidos reflejos, pues fue gracias a ellos que alcancé a sostenerla antes de que golpeara el suelo, levantándola entre mis brazos para de inmediato llevarla al interior de la casa. Muchos de los presentes me siguieron al darse cuenta de lo sucedido, comenzando por Andrés y el insípido rubio que venía con ellos, pero no permití que nadie se le acercara, ni siquiera su propio hermano, ni que me la arrebataran de los brazos, sintiendo como un inexplicable instinto de protección se encendía en todo mi cuerpo; habría sido capaz de golpear a quien intentara tocarla, pero afortunadamente a Lucian se le ocurrió llegar justo en ese momento, encargándose de tranquilizar a todos y de deshacerse de Andrés y del rubio, aún fingiéndose médico –aunque en realidad aquella no era una mentira completa, puesto que se trataba de uno de los mejores sanadores dentro del Círculo de Paladines-, y mandando a los dos muchachos a comprar no sé qué idioteces a la farmacia, la cual se encontraba bastante alejada de la casa y nos otorgaría el tiempo suficiente para que Nessa reaccionara y yo le pudiera explicar la situación. Claro, eso siempre y cuando mi cerebro se dignara a cooperar, porque en cuanto la acomodé sobre uno de los sillones de la sala, en lo único que podía pensar era en la urgencia que sentía por besarla, en la exigencia de mis labios por probar los suyos. Agaché el rostro a punto de sucumbir ante la tentación, pero entonces vi como sus párpados comenzaban a vibrar logrando que algo de sentido común se colara a mi mente, por lo que le quité el sobrero de paja y seguí descendiendo hasta posar mi boca sobre su oreja. - Te dije que ya estaba cerca – le murmuré al oído, percibiendo como de inmediato se tensaba, abriendo los ojos con lentitud hasta encontrarlos con los míos. ¡Por todo lo que es sagrado! ¡Cualquiera podría perderse en aquellas profundidades color chocolate! ¿Y sería ella consciente de los pequeños rayos dorados que le adornaban el iris? Me parecía que no, que Nessa jamás se había dado cuenta de cómo su mirada brillaba incluso en la penumbra.
  • 9. Sonreí como un completo idiota, acariciando su frente y su sedoso cabello oscuro, fascinado ante la suavidad de los mechones que se escurrían entre mis dedos. - ¿Estoy soñando? – fue lo primero que escapó de sus labios, con aquella voz suave y acariciante, adornada de ese tono ligeramente ronco que la hacía sonar como una perfecta fantasía sexual. ¿Qué jodidos te está sucediendo, idiota? ¡Contrólate de una buena vez! me dije a mí mismo sin poder evitar la risa que se me escapó ante el verdadero sonido de su voz, ante su presencia completa, ante la inexplicable alegría que sentía de tenerla tan cerca: - Nop – le contesté divertido. - ¿Entonces qué haces aquí? Te acaricio, te respiro, te siento, quise responderle, pero simplemente le sonreí y me encogí de hombros: - Alguien tenía que quedarse contigo mientras Lucian se encargaba de controlar la crisis. - ¿Controlar la crisis? - Así es – agregué sin poder dejar de tocarla; es que toda ella era tan tersa, tan cálida, tan completamente real; su alma me había cautivado desde el primer momento, pero debía aceptar que su cuerpo era el que estaba arrancándome la cordura – Todos enloquecieron cuando te desmayaste… - se me escapó una carcajada ante la última palabra, sin ser capaz de evitar la tentación de provocarla un poco – Créeme que he causado un par de conmociones con algunas de las mujeres con que me he topado en mi vida, pero nunca había ocasionado que alguien se desmayara… No sé si tomármelo como cumplido o como ofensa – meneé la cabeza al ver que había logrado mi cometido; se veía increíblemente tierna al arrugar la nariz cuando se molestaba – Pero el asunto es que todos perdieron el juicio al ver cómo te desfallecías, comenzando por tu hermano y el tipo rubio que venía con ustedes. Se pusieron a gritar como locos al momento en que te sostuve… - ¿Qué? – me interrumpió con el rostro lleno de desconcierto. Oh-oh, pensé tratando de mantener la calma. Al parecer su mente aún no acababa de procesar el hecho de que estuviéramos juntos en una misma realidad; aunque la verdad aquello no me sorprendía: Nessa había creído estar soñando durante todo este tiempo, y a pesar de que había intentado explicarle lo que le estaba sucediendo, aquellas charlas se habían desarrollado en lo que suponía que eran sueños, así que estando en su lugar, a mí
  • 10. también me hubiera resultado difícil creerle a quien pensaba era un producto de mi imaginación. - Así fue – continué tratando de resumir lo acontecido, puesto que no sabía cuánto se tardarían en regresar Andrés y el rubio al que ya odiaba – En el instante en que te alcé en vilo creí que me golpearían para arrancarte de mis brazos… Pero estaba demasiado asustado como para permitir que te alejaran de mí, así que es obvio que eso era algo que no iba a permitir que hicieran – le sonreí en un intento por tranquilizarla, pues lograba sentir como iba alterándose de forma gradual – Te traje hasta la sala sin darme cuenta de que todos me seguían sin dejar de hablar, preguntando qué te sucedía e intentando ayudar, pero Lucian llegó a casa y corrió hasta aquí al escuchar la agitación, y fue entonces cuando comenzó a dar órdenes a diestra y siniestra. - ¿Lucian? – repitió el nombre de mi tío como si se tratara de algún animal exótico del que jamás había oído hablar. - Si. Se encargó de sacar a todos de vuelta al jardín trasero, mientras que mandaba a Andrés y a tu – casi me atraganto con la palabra – amigo… a la farmacia a comprar no sé qué idioteces… Sea lo que fuera, lo hizo tan sólo para darnos unos minutos a solas, de eso estoy seguro… - agregué para exteriorizarle mis suposiciones - Sabíamos que una vez que me vieras aquí tu reacción sería extrema y requerirías alguna explicación, por lo que intentó otorgarnos algo de tiempo – no pude evitar una nueva carcajada al recordar lo sucedido – Lo que nunca nos esperamos fue que terminaras por perder el conocimiento. - No es gracioso – espetó sin dejar de observarme, sin darse cuenta de lo que su mirada y su voz provocaban en mí. - Lo sé, lo lamento – me disculpé acariciando su mejilla, tratando de convencerme a mí mismo que ella por fin estaba aquí, entera, entre mis brazos, sin distancia alguna que me separara de su cuerpo y su alma, que lograba sentir en su interior - Es que no puedo dejar de sonreír… Te extrañaba ¿sabes? – le confesé antes de darme cuenta de lo que decía - y el verte finalmente despierta… El saber que te tengo aquí conmigo, completa, como deseaba haberte tenido desde la primera vez que te vi, sin que tú ni siquiera lo supieras… - ¡mierda! ¡Estaba revelando demasiado muy pronto! ¡La asustaría todavía más! Pero mi boca parecía tener vida propia, hablando sin consultarle a mi cerebro las palabras que iba a pronunciar …tocándote de verdad, sintiéndote de verdad, a ti, en cuerpo y alma - por fin logré detener
  • 11. las frases, pero sólo porque sus ojos me atraparon otra vez, sin que mis manos fueran capaces de dejar de acariciarla. - ¿Estoy soñando? Tengo que estar soñando – insistió con esa voz baja y envolvente que me agitaba la respiración, mientras que en mis labios se formaba una nueva sonrisa, una que le decía que era imposible que esto fuera un sueño; por primera vez en mucho tiempo, la realidad era demasiado buena como para querer estar dormido. - No, no estás soñando, Nessa – le aclaré entonces - Esto es muy, muy real. Tan real como algo puede llegar a ser. - ¿Dónde estoy? Arrugué la frente ante su pregunta ¿Se habría golpeado la cabeza sin que me diera cuenta?: - ¿No lo recuerdas? - ¡No es que no lo recuerde, es que no lo sé! – me gritó desesperada. - Estás en mi casa de campo – le contesté tratando de calmarla, pero logrando exactamente lo opuesto, ya que me aventó de golpe y se sentó con un rápido movimiento. - ¿Qué dijiste? - Que estás en… - ¡Te escuché perfectamente! – me interrumpió aventándome nuevamente para levantarse en un segundo, y la verdad es que no supe cómo reaccionar, ignorando qué era lo que esperaba que le dijera. - Está bien – murmuré con calma, incorporándome hasta quedar de pie frente a ella. - ¿Qué es esto? – articuló con miedo en su voz - ¿Acaso estoy loca? ¿Estoy alucinando? ¿Mezclando los sueños con la realidad? Reí levemente sin poder evitarlo; un sueño jamás podría compararse con lo perfecta que era en realidad; entrecerré los ojos en un pobre intento de que su visión dejara de distraerme tanto: - No, Nessa. Ni estás loca ni estás alucinando. Esto es completamente real, nada de sueños. - ¿Entonces cómo demonios es posible que tú estés aquí? Si, tal y como lo había supuesto, ella seguía sin creerme; suspiré al responder: - Te avisé que ya estaba cerca, yo…
  • 12. - ¡Ya sé lo que me dijiste! – me interrumpió otra vez - ¡Puedo estar perdiendo la razón, pero no la memoria! Pero esos eran sueños… ¡Sueños!... Nuestros encuentros, nuestras charlas… - También recuerdo haberte aclarado más de una vez que no estabas soñando – ahora fue mi turno de cortar sus palabras; odiaba ser tan brusco, pero necesitaba que lo comprendiera, pues su hermano y el otro tipo no tardaban en volver. - ¿Entonces fue real? - Todo. - ¿Todo fue real? - Todo es real. - ¿Tú eres real? - Bastante real. - ¿Un humano real? Se me escapó otra sonrisa; si ella supiera los pensamientos que me cruzaban por la mente cada vez que la miraba, se daría cuenta de qué tan humano era yo… y probablemente saldría corriendo despavorida: - Muy, muy humano. Vi como sus manos temblaban y su respiración se aceleró a grados peligrosos: - Si no es inconveniente para ti, creo que voy a desmayarme otra vez – murmuró sin aliento dando un paso hacia atrás, por lo que me deshice del espacio que nos separaba y le pasé un brazo por los hombros para ayudarla a tomar asiento. - Tranquilízate, tranquilízate – murmuré preocupado, acomodándome a su lado y tratando de recordar qué debía hacerse en casos de ataques de pánico – Agáchate un poco – indiqué colocando mi mano sobre su cuello - Pon tu cabeza entre las rodillas… Respira profundo, pausado – Nessa obedeció mis instrucciones de inmediato, por lo que acaricié su espalda intentando ayudarla a mantener la calma. Si algo le sucedía por mi culpa no sé qué demonios iba a hacer. - Ya regresaron – la voz de Lucian cortó de tajo nuestra quietud, ingresando a la sala al tiempo en que Nessa volvía a enderezarse. - ¿Tú? – articuló viéndolo con la sorpresa inundando sus facciones. - Nessa, este es mi tío Lucian – sentí la necesidad de una presentación, pues verdaderamente temía que ella volviera a colapsarse ante tantas impresiones.
  • 13. Lucian le sonrió aparentando una calma que claramente no sentía; vaya que era buen actor: - Mucho gusto, Vanessa. Erick me ha hablado mucho de ti… De verdad lamento las condiciones en que nos conocimos la primera vez, pero te prometo que soy un hombre que causa una mejor segunda impresión. La sonrisa que ella exteriorizó fue forzada, y me pregunté cómo era posible que yo lograra darme cuenta de aquellos detalles, si apenas si nos conocíamos… Pero es que había algo en su alma, en su energía espiritual, que parecía llamarme, atraerme como un imán, reconociendo mi propio espíritu con el suyo sin necesidad de hablar. - ¿Pero qué decías? – le pregunté a Lucian tratando de escapar de mis propios pensamientos. - Que su hermano y su amigo ya volvieron de la farmacia. Los aludidos ingresaron a la sala justo entonces, y Andrés corrió hacia nosotros cargando dos botellas que de inmediato le extendió a Lucian: - Aquí está el alcohol y la bebida energética. - Te pedí una bebida hidratante, Andrés – le dijo mi tío tratando de ocultar una sonrisa. - Perdón, estaba muy nervioso… - contestó él con obvia ansiedad; era un buen chico y un buen hermano; por un momento me hizo añorar a Belyan con desesperación, pero bloqueé tales sentimientos para concentrarme en lo que estaba sucediendo - ¿Cómo te encuentras? – le preguntó Andrés a Nessa acercándose hacia nosotros; podría actuar rudo y petulante algunas veces, pero el amor que sentía por su hermana era obvio en sus ojos. - Mejor, fue sólo el calor – le contestó ella. Si, claro, pensé ahora siendo yo el petulante: - Y mi arrebatadora presencia – dije sin poder evitar provocarla una vez más, viendo como el rubio se tensaba. Al menos Andrés encontró gracioso mi comentario: - Muy buena, amigo. - ¿Pero ya te sientes bien? – le preguntó el tipo a Nessa, caminando hasta nosotros para tomar asiento en el costado opuesto al mío; lo único que le faltó fue marcar su territorio alrededor de ella, y debo confesar que a mí me costó mucho trabajo contenerme para no partirle la cara en cuanto se sentó, dándome cuenta de que observaba de reojo como mi mano continuaba acariciando la espalda de Nessa. ¡Vamos, hijo de perra! pensé lleno de furia, ¡Dame una razón… sólo una!
  • 14. - Si, de verdad, mucho mejor – contestó ella poniéndose de pie de un salto, y de inmediato detecté en nerviosismo en su voz… ¿Le molestaba que ese imbécil me viera tocándola? Los celos se dispararon otra vez en mi sistema, recorriéndome el cuerpo como si suplieran a la sangre… ¡Por todo lo que es sagrado! ¡Yo jamás había sido celoso! Aunque aceptémoslo, jamás había conocido a nadie como ella. - Vanessa, tal vez sería recomendable que no hicieras movimientos tan bruscos, de menos durante un par de horas – articuló Lucian detectando la tensión en el ambiente. - Deberías de hacerle caso, Ness. Lucian es doctor – le aclaró su hermano señalando a mi tío; yo oculté una sonrisa al ver como Nessa alzaba una ceja con incredulidad y sarcasmo. - No, está bien – dijo torciendo el gesto - Ya no me siento mal. Lamento que hayan tenido que ir hasta la farmacia por el alcohol, pero creo que ya no lo necesitaré. Y gracias, esto me servirá – finalizó tomando la bebida y volviéndose hacia el rubio – ¿Vamos al jardín? El tipo me dedicó una mirada de triunfo, y juro que estuve a punto de ponerme de pie y cerrarle los ojos a golpes… y entonces la siguió y le pasó una mano por los hombros. Lucian carraspeó para atraer mi atención, puesto que se había dado cuenta de que en cualquier momento yo explotaría; negó con la cabeza dándome una orden muda que me vi forzado a obedecer… Podría ser mi familia –mi única familia, si no contábamos a Matheo-, pero también era mi superior. Sólo que entonces noté como Nessa giraba el rostro para mirarme otra vez, de forma instintiva, automática, anhelante. No pude evitar la sonrisa que se formó en mi boca. Tráela de regreso ¡Tráela de regreso! gritaba mi cerebro con desesperación… ¿Pero cómo? Y entonces vi la bolsita sobre el sillón. - ¡Aguarda! – grité con más intensidad de la que hubiera deseado, ocultando después mi vergüenza con una sonrisa – Tus dulces – le dije alzando la mano que sostenía la bolsa de plástico con paletas, caramelos y mazapanes, viéndola apretar la quijada para deshacerse del contacto del rubio al tener que volver por el paquete. - Gracias – espetó molesta y caminó otra vez hacia el odioso tipo. ¡De nuevo! ¡De nuevo! Exigió mi mente, ¿pero ahora con qué pretexto? ¡El sombrero!
  • 15. - ¡Y tu sombrero! – articulé un segundo antes de que saliera de la sala, viendo como se tensaba de inmediato. Se giró lentamente hacia mí, entrecerrando los ojos al ver que yo alzaba otra vez el brazo sosteniendo su sombrero frente a mí; con pasos que rayaban en la furia avanzó de regreso hasta donde yo me encontraba… ¡Dios! ¡Se veía tan sexy cuando estaba enojada! Y debo confesar que la sonrisa que le dediqué no fue involuntaria, sino muy bien planeada, ignorando los dos la carcajada que soltaba Andrés al darse cuenta de nuestro juego de estira y afloja. - Gracias – me dijo entre dientes, arrebatándome el sombrero para que no me quedara duda alguna de lo molesta que se sentía - ¿Alguna otra cosa que esté olvidando? - Yo – contesté antes de darme cuenta, pero afortunadamente lo hice en voz tan baja que sólo ella alcanzó a escucharme; la vi tragar saliva con fuerza pero no recibí respuesta, aunque su rostro era tan fácil de leer que me di cuenta del momento exacto en que en su mente se iba formando una astuta venganza. Tuve razón. Comenzó a avanzar de espaldas sin dejar de mirarme, primero poniéndome nervioso ante la idea de que se fuera a golpear o a tropezar y hacerse daño, pero entonces una pecaminosa sonrisa fue tomando forma en esos seductores labios; llegó hasta el lado del estúpido rubio y ahora fue a él a quien le regaló aquella hermosa sonrisa. Como afirmé antes: una astuta venganza… una astuta y cruel venganza, puesto que lo único que yo deseaba en aquel momento era que ese gesto fuera sólo para mí. - Listo – le dijo al tipo – Ahora vayamos a divertirnos un rato. - De eso me encargo yo – contestó él abrazándola de nuevo. Tuve que cerrar las manos en puños y forzarme a mí mismo a permanecer inmóvil en el sillón, puesto que estaba seguro de que si me ponía de pie correría hasta ellos y le arrancaría los brazos a aquel rubio de mierda que no dejaba de tocarla. Y entonces Nessa giró el rostro para dedicarme una última mirada, y estuve completamente seguro de que adivinó con exactitud lo que yo había estado pensando.