1. EL DÍA DESPUÉS: REFLEXIONES SOBRE EL SISMO Y LO QUE VENDRÁ.
Nuevamente una catástrofe sísmica ha remecido a Chile. Aunque los expertos habían
señalado su alta probabilidad , área aproximada y posible magnitud, tampoco ellos
sabían con precisión y seguridad cuando, donde ni cuan grave sería. La ciencia está
lejos aún de ese nivel de logros y lo único seguro es que en el futuro tendremos nuevos
eventos sísmicos y algunos de ellos serán de similar magnitud. En consecuencia, sólo
cabe estar siempre preparados y hacer las cosas de manera que sus costos humanos y
materiales sean los menores posibles. Respecto a los tsunamis se cuenta con un buen
sistema de aviso cuando ellos tienen un origen lejano, como los debidos a sismos
producidos en los arcos de islas del Asia. Para aquellos debidos a sismos de magnitud
Richter superior a 7.5, cuyo foco se sitúa entre nuestra fosa oceánica y la costa, el
tiempo de respuesta es muy corto, normalmente pocas decenas de minutos, debido a que
la velocidad de propagación alcanza varios cientos de km por hora . En consecuencia, la
confirmación oficial puede llegar demasiado tarde y en el caso de fuertes sismos las
personas deben procurar refugiarse en algún sitio elevado factible de alcanzar (que
también puede ser el 5º o 6º piso de un edificio de altura no afectado por el
movimiento). Desde luego la situación es diferente para el caso del archipiélago de Juan
Fernández o la Isla de Pascua, que sí deberían recibir un aviso oportuno. Por otra parte,
el desarrollo de un tsunami puede ser muy complejo, y éste sin duda lo fue, debido a la
cercanía del foco sísmico al Continente y a la sinuosidad del litoral, en particular del
Golfo de Arauco. De manera que después de la primera ola que alcanzó a Constitución
unos 15 minutos después del sismo principal, se generaron varias olas secundarias por
reflexión en el borde costero, las que afectaron a varias localidades algunas horas
después. En consecuencia, tanto por esta razón como por el riesgo de réplicas de
energía similar a la del sismo principal, es conveniente mantenerse alejado de la costa
durante un tiempo prudente.
En cambio, se sabe bastante bien qué se puede hacer para disminuir el efecto destructivo
de sismos y tsunamis, aunque ello no siempre se practica y puede ser olvidado en las
etapas de reconstrucción, cuando se supone que pasará mucho tiempo antes de una
nueva catástrofe. A modo de ejemplos, se conoce el riesgo que implica construir
edificios en lugares con pobre contención lateral, como cerca de los bordes de terrazas
fluviales o marinas. En general, en muchos casos no basta con conocer el
comportamiento mecánico del suelo, sino que también es necesario apreciar el contexto
geológico e hidrogeológico del sitio. También se sabe que conviene privilegiar el diseño
de estructuras sencillas y sólidas, pero con frecuencia se opta por formas complejas, de
mayor lucimiento pero de menor solidez. Igualmente es importante prestar suficiente
atención a la seguridad de las terminaciones, como los sistemas de iluminación o los
dispositivos para “bajar el techo” utilizados con fines estéticos. Lo ocurrido en el
aeropuerto internacional de Santiago, donde el piso quedó cubierto de planchas
metálicas desprendidas de los techos, que podrían haber tenido efectos letales de haber
ocurrido el sismo a otra hora del día, ilustran esta falta de previsión.
Respecto a la reconstrucción de caletas y poblados costeros, ¿se considerará la
posibilidad de situar las casas a suficiente altura y distancia de la costa?. Desde luego
ello puede ser menos confortable y pintoresco pero podría otorgar más seguridad y
tranquilidad a sus habitantes, aunque los obligue a caminar diariamente a sus sitios de
trabajo. La reconstrucción de poblaciones, edificios y obras civiles, ¿ privilegiará su
efectiva seguridad y duración, o bien los factores de costo y velocidad de entrega?. Al
2. respecto, hay un gran riesgo de que las “soluciones provisorias” se conviertan en
permanentes. Es verdad que hay muchos que “no pueden esperar” pero no se debe
perder la oportunidad de , esta vez, hacer bien las cosas (como se construyó el Metro de
Santiago). En el pasado, nuestro país no contaba con sistemas ISO 9000 que aseguraran
la calidad de las obras…pero esa calidad estaba en la formación y en los valores de los
ingenieros responsables, y las obras que han resistido son su mejor testimonio.
El sismo nos mostró la diferencia entre “ser y parecer” así como las limitaciones de las
impresionantes tecnologías de vanguardia. El caso de la incomunicación que afectó a
buena parte del país, pese a ser Chile uno de los países más comunicados del mundo
(demasiado comunicado a veces…) es un buen ejemplo que ojalá se aproveche. Es
imprescindible contar con un centro de comunicación que entregue informaciones
confiables en onda media, que puedan recibir las radios a pilas cuando se interrumpe el
sistema eléctrico interconectado. Ello permitiría lograr conductas más oportunas y
tranquilas de la población frente a todo tipo de emergencias. Desde luego la labor de los
comunicadores privados en extremadamente importante, pero también se requiere que el
Estado tenga una voz alerta y directa en esas ocasiones.
El sismo ha mostrado una vez más la tradicional solidaridad de los chilenos y la
entereza de muchos para volver a construir su vida a partir de cero. Sin embargo exhibió
igualmente lacras sociales ya conocidas, manifestadas en saqueos, incendios, robo de
señales de alerta de caminos cortados etc. Ellas ya han aflorado con frecuencia desde
hace décadas con ocasión de conmemoraciones políticas, manifestaciones estudiantiles
o eventos deportivos. El ambiente que las nutre tiene varias causa-raíces, que es
necesario enfrentar con energía y convencimiento. Entre ellas están las de orden socio
económico, el negocio de las drogas (y no dejemos alcohol afuera), la delincuencia
como “modo de vida” y cierto aprovechamiento político extremista. Por otro lado, los
llamados “valores” han ido desapareciendo del discurso político-social e incluso son
considerados “políticamente incorrectos”, excepto en ocasiones excepcionales, cuando
se revela su importancia para la cohesión social. La educación tiene al respecto una
formidable y muy difícil tarea, que no se logrará si no va acompañada de ejemplos de
conducta a todos los niveles de la sociedad.
Finalmente, procuremos que el respeto por nuestra normativa ambiental no sufra las
consecuencias de esta emergencia. Los impactos ambientales generan daños menos
perceptibles que los sismos y tsunamis . Sin embargo producen un daño acumulativo a
nuestro patrimonio natural, así como a la propia salud humana y a la esperanza y
calidad de vida de la población más vulnerable. En el fondo, la conclusión puede ser
muy sencilla pero exigente: esforzarnos en hacer muy bien las cosas, sin perder el
tiempo y aprovechando los conocimientos disponibles y las experiencias dolorosamente
adquiridas.
Jorge Oyarzún M. (Geol. Dr Sc)
Prof. Depto. Ing. Minas U.L.S.