1) El documento describe el crecimiento lento de la educación superior en México entre 1910 y 1960, periodo caracterizado por baja matrícula y acceso elitista. 2) En las décadas de 1960 y 1970 la matrícula creció rápidamente pero de forma desordenada, lo que generó precariedad educativa y protestas estudiantiles. 3) A partir de 1982 la educación superior entró en un periodo de desaceleración debido a las políticas neoliberales, aunque entre 1995 y 2010 se recuperó parcialmente el crecimiento.
1. La educación superior en el régimen de la Revolución Mexicana I: el crecimiento a cuentagotas (1910-
1960)
Después del largo ciclo de inestabilidad y debilitamiento de la educación superior, a raíz de la Revolución de
1910-1917 (Robles, 1979: 82-86), las IES del país ingresan a una etapa de lenta recuperación y crecimiento
(1917-1929). Durante estos primeros años se inicia la constitución de las universidades públicas en diversos
estados de la república, al acordarse la reconversión de distintas IES en universidades estatales, y se crean
nuevas escuelas técnicas públicas; el sector privado era minoritario en esa época. Específicamente, la
matrícula del nivel superior se redujo en más del 50% durante el cruento proceso revolucionario, al pasar de
alrededor de diez mil alumnos en 1910 a 4 635 en 1912, para posteriormente llegar a 11 071 en 1924 y a 15
044 en 1929 (Solana et al., 1981, p. 595; Robles, 1979, p. 83 y 147), incrementándose la matrícula 51% en el
período 1910-1929 (en 1921 se había ya creada la Secretaría de Educación Pública como instancia
reguladora del sistema educativo) (ver Tabla 2).
TABLA 2
2. A pesar del crecimiento incipiente, el sistema de educación superior (SES) continuó manteniendo su carácter
elitista, si tomamos en cuenta que en 1920 la matrícula (cifra estimada de 7 853 estudiantes) representaba
sólo el 0.05% de la población total del país –cifra inferior a la de 1900, en un período de inestabilidad y de
reconstrucción nacional–, lo cual se tradujo en un acceso a la educación superior de apenas el 0.59% de la
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población de 20-24 años en edad de estudiar en ese nivel educativo en aquel año y, como contrapartida, ello
implicó la exclusión del 99.4% del grupo poblacional de 20-24 años (ver Tabla 1), al inicio de la gestión
presidencial de Álvaro Obregón (ver Tabla 2) y a tres años de haberse establecido la Constitución de 1917, en
la que formalmente se instituye el derecho a la educación como uno de los derechos fundamentales de la
sociedad mexicana del siglo XX (Solana et al., 1981. pp. 138-149).
En el periodo 1929-1945 se crean nuevas IES públicas y privadas; asimismo, la Universidad Nacional de
México, nacida en 1910, se transforma en la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1945, mediante la
3. promulgación de su ley orgánica (Marsiske, 1989). Paralelamente, crece el sector de IES públicas
tecnológicas (con el Instituto Politécnico Nacional, los Institutos Tecnológicos Regionales, etc.). Entre tanto, la
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matrícula nacional en el periodo se habría mantenido prácticamente estancada, ya que entre 1930 (23 713
alumnos en 147 escuelas) y 1949 –el año más cercano del que se disponen datos– (22 906 alumnos en 71
escuelas) decreció 3.40% (-0.18% de caída anual) (ver Tabla 2), lo que muestra dos décadas prácticamente
perdidas para el nivel superior (considérese que al final de la década de los 40s, en 1950, la Tasa Bruta de
Escolaridad <TBE> es menor que la de 1930 y 1940), lo que conserva su carácter elitista, considerando que
en 1930 accedía a la educación superior el 1.51% de la población de 20-24 años y en 1940 accedía el 1.64%
(lo que representaba el 0.14% y el 0.13%, respectivamente, de la población total), es decir que ingresaban a
una IES 15 jóvenes en 1930 y 16 jóvenes en 1940 por cada mil habitantes en el rango de edad de 20 a 24
años, superando por primera vez en la historia educativa del país el 1% de la Tasa Específica de Escolaridad
de 20-24 años (TEE 20-24), después de más de 400 años de haberse inaugurado las primeras IES coloniales.
Sin embargo, la exclusión se mantiene indemne, al quedar fuera del derecho formal a la educación
universitaria 984 jóvenes por cada mil mexicanos-as en edad de estudiar en ese ciclo educativo, en el año de
1940 (ver Tablas 1 y 2).
En el marco de la consolidación paulatina y la estabilización del régimen de la revolución mexicana, que
incluye la configuración de un sistema educativo de tipo burocrático y corporativo, caracterizado por una
relación de subordinación de las instituciones educativas respecto a los designios de las burocracias
estatales, y luego de un período de estancamiento (en los años 30s-40s), la educación superior comienza un
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proceso gradual de expansión en los años cincuentas (ver Gráficas 1 y 2), tomando en cuenta que el
promedio anual de la matrícula durante las dos décadas previas era de 21 466 alumnos, en tanto que en los
50s era de 33 746 (Solana et. al., 1981; Pescador, 1989: 160; Ornelas, 1995: 252). Así, si en 1950 la
matrícula, con 29 892 inscritos, representaba el 0.12% de la población nacional y el 1.3% de la población en
edad de estudiar (20-24 años) tenía acceso al nivel, en 1960 la cobertura de la educación terciaria alcanza
prácticamente al 2% de la población de 20-24 años (Tabla 1) (Gil et al., 1994: 24), al llegar la matrícula a 58
042 estudiantes, con lo que se logra una proporción de dos estudiantes por cada mil habitantes y 20
estudiantes por cada mil jóvenes en edad de estudiar, excluyéndose a 980 jóvenes por cada mil habitantes de
20-24 años (Tablas 1 y 2, Gráfica 1), quedando aun muy lejos la posibilidad de hacer realidad el derecho
ciudadano a la educación superior.
La educación superior en el régimen de la Revolución Mexicana II: La expansión autoritaria no
regulada (1960-1982)
En el transcurso de la década de los sesentas, después de diez lustros de gobiernos posrevolucionarios, la
educación superior nacional atraviesa por dos procesos sociopolíticos simultáneos, el primero relativo a la
expansión desordenada de la matrícula promovida por la burocracia estatal –para atender parcialmente la
creciente demanda ciudadana de educación– y el segundo constituido por un amplio movimiento estudiantil a
nivel nacional, en favor del derecho a participar en la toma de decisiones universitarias y en la vida pública
nacional, así como por mejores condiciones educativas en las instituciones públicas, dada su precariedad;
movimiento que reivindica su derecho a contar con una educación de calidad brindada por el „Estado
educador‟. La agitación estudiantil, con antecedentes en las dos décadas pasadas (Semo, 1989), surge en
respuesta al autoritarismo heredado del pasado por el régimen político posrevolucionario, e imperante en
prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional. En otras palabras, durante esta época de movilización
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estudiantil y social, se enfrentan dos proyectos de sociedad y de educación: uno burocrático-autoritario y
otro democrático-ciudadano, el primero defensor del „Estado de derecho‟ y del orden establecido por el
4. régimen de la Revolución Mexicana, el segundo en defensa del derecho a la educación y a su
democratización.
GRÁFICA 1
Fuentes: Tabla 1 y 2.
La expansión acelerada de la matrícula en este periodo, es impuesta por el gobierno mexicano (Semo, 1989:
120) (Pérez Tamayo, 1992) y se da de forma poco planeada (Gil et al., 1994), lo que se traduce en cierta
improvisación y precarización educativas: en el periodo 1960-1970 la matrícula se incrementa 367.4% (213
233 nuevos lugares, es decir 21 323 plazas escolares por año) (Tablas 1 y 2; Gráficas 1 y 2). Las demandas
ciudadanas de los grupos estudiantiles adquieren una gran legitimidad entre la sociedad mexicana y la
respuesta represiva del gobierno lleva al movimiento a niveles de participación sin precedentes en todo el país
(Semo, 1989, p. 121 ss.), el cual desemboca en el movimiento de 1968 y en la instauración descarnada de un
régimen gubernamental represivo-militar, el que responde a las demandas ciudadanas con la masacre del 68-
71 y la „guerra sucia‟ contra todos sus opositores (estudiantes, maestros, etc.), así como con la aceleración
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del crecimiento de la matrícula y la aceptación de la autonomía de varias universidades estatales (Solana et.
al., 1981, pp. 628-636). En forma paralela, el sector privado de la educación superior se expande lentamente
(el segmento privado representaba ya el 16.2% <37 862 alumnos> de la matrícula del sector público <233 413
alumnos > en 1970), sumando ambos sectores 271 275 estudiantes en total.
GRÁFICA 2
5. Fuentes: tablas 1 y 2.
El saldo del decenio 60-70 fue el siguiente: La matrícula de 1970 representaba el 0.56% de la población
general (es decir 6 habitantes por cada mil), asimismo, la TEE en el mismo año llega a 6.73%, de manera que
67 jóvenes (con 20-24 años) por cada mil estaban inscritos en alguna IES y 933 quedaban excluidos (Tabla
1), así, a pesar de la expansión, la educación superior sigue siendo bastante elitista, a 53 años de haber
triunfado la Revolución Mexicana.
Durante la década de los años setentas, la matrícula en educación terciaria también crece de manera
sostenida, hasta llegar a la crisis de 1982, año en el que comienza un largo proceso de desaceleración. Así, el
SES mexicano crece precipitadamente (233%), incorporándose 736 685 nuevos alumnos durante el periodo
(con un crecimiento anual de 66 971 nuevos estudiantes), con lo que llega la matrícula a 1 052 762 alumnos
en 1982 (Tabla y Gráfica 2), de tal forma que la TEE llega a 16.7% en 1980 (167 estudiantes por cada mil
jóvenes de 20-24 años) y su contraparte, la TEEx (Tasa Específica de Exclusión) a 83.3% (833 estudiantes
por cada mil jóvenes) (Tabla 1), expansión inducida por la burocracia estatal que, sin valorar las
consecuencias, presiona a las IES a expandir su matrícula a toda costa, sin contar con las condiciones
mínimas para ello (Pérez Tamayo, 1992).
La desaceleración neoliberal de la educación superior (1982/1983-2010)
A partir de 1982-1983, al comenzar la implantación de la economía del „libre mercado‟ y del Estado neoliberal,
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e iniciar también la gradual instauración del modelo de mercado en el ámbito educativo, el SES empieza un
nuevo ciclo, caracterizado por la desaceleración de su crecimiento, el cual se subdivide en dos subperíodos,
el primero caracterizado por la crisis económica, la desaceleración y retracción del sector (1983-1994), y el
segundo, por la recuperación parcial del sector y su expansión bajo nuevas condiciones (1995-2010). En el
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primer subperíodo, las políticas neoliberales provocan el deterioro de las IES públicas, de tal manera que la
matrícula crece sólo 27% en el subperíodo 83-94 frente al 233% del período equivalente 1971-1982, por lo
que la cobertura del sector cae entre 1980 y 1990, considerando que en 1980 accedían a la educación
terciaria 167 alumnos por cada mil habitantes de 20-24 años, mientras que en 1990 ingresaban 160 (la TEE
6. cae del 17% al 16% en números redondos entre 1980 y 1990 <ver Tabla 1 y 2; Gráfica 2>), en lugar de
continuar creciendo como era de esperarse.
En el segundo subperíodo (1995-2010), el SES entra a un proceso de recuperación parcial del crecimiento –
después de más de una década de iniciado el experimento social neoliberal–, al aumentar la matrícula a un
mayor ritmo de crecimiento respecto al subperíodo 83-94 aunque lejos de los ritmos de crecimiento del
periodo de la expansión no regulada de 1960-1982 , con nuevas características (ver Tabla 3):
La matrícula total del SES crece 94% en quince años (aunque muy por debajo del 564%
correspondiente al periodo 1965-1980).
Si bien es cierto que la TEE pasa de 16.3% en 1995 a 30% en 2010 (de 163 alumnos por cada mil
jóvenes de 20-24 años se pasa a 300 por cada mil), duplicándose prácticamente en tres lustros (13.7
puntos más), eso significa que aun el 70% de la población de 20-24 años sigue siendo rechazada por
el SES (sin mencionar a los rechazados de otras generaciones que se han ido acumulando
históricamente), lo que en términos de justicia social y equidad se traduce en un fracaso educativo y
en una verdadera tragedia nacional.
Lo anterior revela, en otros términos, que la tasa de exclusión (TEEx 20-24) desciende, al pasar de
837 jóvenes excluidos por cada mil en 1995 a 700 por cada mil en 2010 (ver Tablas 1, 2 y 3), lo que
no es para ser aplaudido, si se toman en cuenta los mayores avances obtenidos por otros países de
América Latina que han reducido de manera sustancial sus tasas de exclusión {13 países
latinoamericanos superan a México en 2010 (UNESCO, 2011)}.
La desaceleración neoliberal del SES nacional se da como resultado de una política diseñada por la
burocracia estatal (Jiménez, 2010), la cual consiste, por un lado, en retraer la matrícula del sector
público y disminuir su ritmo de crecimiento y, por otro, en incentivar la expansión del sector privado
de la educación superior, política dual que ha tenido como resultado la privatización parcial del SES,
al crecer la presencia de las IES particulares respecto a las públicas, en los siguientes términos:
El sector privado se expande aceleradamente, puesto que de haber representado en 1976 el 11% de
la matrícula total de educación superior, llega a representar el 33% en el periodo 2001-2010 (con
951,212 alumnos en 2010), triplicándose en todo este tiempo; del mismo modo, de haber
representado el 21% del sector público en 1982 el sector privado ha llegado a representar ya el 50%
respecto al sector público en los últimos años (ver Tabla 3).
El sector público, aunque crece, lo hace en menor grado que en 1960-1982 y en menor proporción
que el sector privado, reduciendo su participación de un 89% en 1976 a un 67% de la matricula total
en el periodo 2000-2010 (con 2, 024,934 alumnos en 2010), de modo que, por ej., la matrícula
pública crece un 100% de 1990 a 2010 mientras que la matrícula privada crece 300% en el mismo
periodo (Tabla 3).
De esta forma, si bien es cierto que el SES recupera parcialmente su ritmo de expansión en el subperíodo
1995-2010, después de la caída de los ochentas, en realidad el nuevo modelo se ha mostrado menos eficaz
que el de la expansión no regulada para atender la demanda potencial de educación, considerando que a
pesar de que en 24 años de periodo neoliberal (1982-2006) se crearon 1.4 millones de nuevos puestos
educativos, cifra superior a los 1.02 millones de puestos creados en 24 años del periodo anterior (1958-1982),
el crecimiento de la era neoliberal ha sido proporcionalmente menor, puesto que el crecimiento del subperíodo
1958-1982 (24 años) fue del 174%, mientras que el correspondiente a 1982-2006 (24 años) fue de 139%. En
el mismo sentido, la TEE creció 13.2 puntos porcentuales en dos décadas, entre 1960 y 1980, en cambio en la
era neoliberal solamente creció 7.4 puntos (1980 a 2000). En resumen, mientras la TEE creció 672% en 20
7. años, de 1960 a 1980, tan sólo creció 48.5% de 1980 a 2000, con lo que se demuestra nuevamente que las
libres fuerzas del mercado han resultado poco eficaces para ampliar las oportunidades educativas para la
población, al haber frenado en términos reales la expansión de la educación superior en México, al establecer
como prioridad la privatización del SES, escamoteándole a millones de jóvenes su derecho a la educación
superior.
TABLA 3
Consideraciones finales
En este breve recuento de casi 500 años de historia de la cobertura en materia de educación superior, como
una forma de valorar objetivamente los distintos estadios por los que ésta ha pasado hasta el presente y como
una forma de evaluar en su justo término los avances en el acceso a dicho nivel, y, consecuentemente, como
una manera de justipreciar objetivamente el nivel de atención y reconocimiento al derecho a la educación
terciaria en la historia de México, podemos concluir, desde una perspectiva sociológica, que el SES nacional
ha ido alcanzando paulatinamente distintos grados de desarrollo en el transcurso del tiempo, como resultado
de las acciones específicas de sus principales agentes interventores: el Estado en primerísimo lugar –dada su
concentración de poder e influencia–, las mismas IES (con sus distintos sectores: burocracias, académicos,
estudiantes y administrativos operarios) y las fuerzas económicas y políticas nacionales –e incluso
internacionales– con alguna injerencia en el sector; agentes-fuerzas que, en función de la época, han
reproducido el elitismo en el SES, o su expansión, o su desaceleración y retracción o su relativa recuperación,
su estatización-ciudadanización o su privatización-elitización, su fortalecimiento o su debilitamiento,
8. circunstancias que han redundado en mayores o menores niveles de atención a la demanda y, por ende, en
un mayor o menor grado de atención a la demanda de la población mexicana a recibir educación de tipo
superior.
Específicamente, se puede decir, con base en los datos presentados, que la educación superior en México
siempre ha sido elitista, a lo largo de prácticamente cinco siglos, aunque ese elitismo ha variado
enormemente, al haber pasado de un alto elitismo prolongado prevaleciente durante los siglos XVI al XIX y las
primeras décadas del siglo XX, a un mediano elitismo entre 1930 y la década de los setentas y, finalmente, a
un bajo elitismo a partir de los mismos años setentas del siglo XX y hasta la actualidad, a juzgar por las tasas
de acceso a dicho nivel, en la medida en que la verdadera masificación siempre ha estado del lado de los
excluidos de la educación universitaria y superior, que han pasado del 99% a principios del siglo XX al 70% a
principios del siglo XXI, lo que permite llegar a la conclusión de que, en los hechos, el derecho a la educación
superior aun no se le reconoce a la mayoría de los ciudadanos, por lo que la “masificación” es un mito, en
tanto que la deuda histórica nacional en materia de acceso a la educación terciaria sigue siendo enorme y su
universalización se ve muy lejana, si se mantiene el mismo modelo de desarrollo educativo predominante en
los últimos años…
Cibergrafía:
http://educa.upn.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=394%3Abreve-historia-
de-la-educacion-superior-mexicana-cinco-siglos-de-exclusion-social-&Itemid=26