1. Leyenda
En Busca de Un tesoro Colonial
En la Villa Carrión de Velasco dos muchachos traviesos Pablo y Gerardo eran hijos de
Publio, herrero de Huara cuya casa taller colindaba con el templo de San Francisco, joya
colonial en el estado de abandono.
En él se tejían leyendas como túneles y tesoros escondidos; Pedro contó que cierta vez
un desconocido merodeaba por los alrededores del templo en forma sospechosa. Una
noche lo vieron ingresar en forma fortuita .Los germanos treparon a lo alto de la bóveda
y de allí observaron al que había entrado. El hombre sacando de un derrotero empozo
a marcar el piso, tomando como al punto de partida al Altar mayor. Midió unos pasos al
norte y luego al este haciendo sonar la losa con una baqueta.
Esto intrigo a los muchachos, quienes tomaron piedrecillas del techo y cada vez que el
hombre daba un golpe comenzaron a lanzarlas por detrás del altar mayor. Al rodear
chirriando por entre la reseca madera, las piedrecillas producían unos ruidos lúgubres.
La soledad del templo las velas encendidas oscilando al viento, que apenas alumbraban,
llenaron al terror al buscador de tesoro. El hombre miró a todas direcciones y al estar
nuevamente todos en silencio volvió a medir. Disponiéndose a dar un certero golpe con
la baqueta cuando sonó otra vez el chirrido lúgubre; paralizado trato de ubicarse de
donde venía el golpe, miro por todas partes hasta que el sonido ceso nuevamente
levantando la baqueta y lanzo un fuerte golpe un fuerte golpe en el piso. Al
instante sintió un quejido que venia del altar mayor. Despavorido abandono el lugar.
Tiempo después, al comprobar que el desconocido que buscaba el tesoro no regreso,
decidieron explorar el templo por su cuenta. Empezaron a cavar donde el desconocido
lo había marcado. Al comprobar que sonaba a hueco levantaron cuidadosamente los
losetas encontraron un segundo piso. A un metro de profundidad dieron con una capilla
de ladrillo, aquí esta el tesoro pensaron los muchachos, dentro había un cofre con un
fuerte candado y ya caía lanoche. Suspendieron todo hastael día siguiente,no pudieron
dormir con solo pensar que había adentro del cofre. Preguntaron a un viejo como era
para sacar el tesoro y les dijo que el alma de la persona que había enterrado el tesoro lo
custodiaba, si llevaban ambición él lo cambia de lugar o lo transforma en lo contrario de
lo que deseas, busquen la legaña del perro negro y pónganselo en los ojos, lleven una
cajetilla de cigarro y unas botellas de ron, déjenlo a un lado del paso y el ánima vera que
son buena gente y les dejara llevárselo. Para prevenir del antimonio lleven un cuchillo
de plata, un pañuelo de seda y un animal para que absorba el gas, también maten al
animal pero si es chico no hay necesidad que morirá con el gas.
2. Al día siguiente sin conseguir el cuchillo de plata, ni el pañuelo de seda llevaron un gato
que maullaba lastimosamente con un pañuelo empapado de vinagre. Ingresaron a la
iglesia pusieron el candil encima del baúl de calicanto. A distancia con las pinzas y a la
fuerza de palancas, comenzaron a forzar el candado. La emoción conforme avanza el
trabajo, iba en aumento siendo mayor que cuando salto el viejo candado. Transpirando
se secaban con toallas y una vieja frazada, dejando al descubierto el ansiado cofre, con
un largo gancho lo jalaron, mientras Pedro levantaba la tapa a distancia,Genaro había la
boca del costal para que escapara el gato, al caer esta con fuerza hacia atrás levanto una
nube de polvo amarillo, aturdiendo a los muchachos. El gato al salir disparado se do con
el polvo que lo aturdió y freno encontrándose cara a cara con una calavera.
Volteando para escapar para otro lado confundió a los muchachos arropados como
fantasmas, haciendo arabesco en el aire, se habré caminando maullando de terror. Al
suspenso se agregó la oscuridad al apagarse el candil y los traviesos muchachos salieron
disparados del templo detrás del gato. El baúl de Cari canto era una tumba, el
cofre una pequeña casa con escudo de la condesa Monte Blanco, con una criatura
vestida de color celeste.
Iglesia de San Francisco