2. Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé.
En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos:
3. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca;
y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos.
4. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado.
De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
5. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Mateo 24,37-44
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón,
velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
6. Es el camino de la donación de las buenas obras.
El texto de hoy es una invitación a la vigilancia.
La vigilancia cristiana no es más que la vida ante Dios, la vida con Dios.
7. Hoy hemos leído cómo Isaías prometía la venida del Salvador para todos los pueblos,
un Salvador que nos enseñaría la verdad ("nos instruirá en sus caminos")
y nos traería la paz ("no alzará la espada pueblo contra pueblo").
Cristo ya vino, hace dos mil años, después de siglos de espera en que lo fueron anunciando los profetas.
Pero estas profecías no se han cumplido todavía del todo.
8. Precisamente porque ya vino, los cristianos seguimos esperando activamente que la obra que Jesús empezó
llegue a su cumplimiento, que su Buena Noticia alcance a todos los hombres,
que penetre en nuestras vidas, en la de cada uno de nosotros y en toda la sociedad.
Pero la venida de Jesús -que recordaremos en la próxima Navidad- no fue un hecho aislado y completo,
sino la inauguración de un proceso histórico que está en marcha.
9. La gente, como en tiempos de Noé, come, bebe, se casa, trabaja, se divierte, pero está insatisfecha,
vacía y no se da cuenta de nada. Como en tiempo de Noé, los hombres se preocupan poco
de su relación con Dios, enteramente zambullidos en las preocupaciones cotidianas.
Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a lo que sucedió cuando el diluvio Génesis (6,6-12).
10. Por eso los hombres harán su vida como si tal cosa y serán sorprendidos como lo fueron en tiempos
del diluvio. El ladrón tampoco avisa, ni la muerte, cuando nos damos cuenta, están ahí.
Esta alusión se hace para explicarnos cómo la venida del Señor será repentina y sin previo aviso.
Los grandes acontecimientos no suelen anunciarse al son de trompetas.
11. Los hombres, que han crecido juntos, como la cizaña y el trigo, serán separados en aquel día del juicio.
Para los justos será un juicio de salvación (Lc 21. 28); para los impíos, de condenación.
La venida del Hijo del Hombre, la parusía, sorprenderá a los hombres en medio de sus faenas y
diversiones.
No todos serán elegidos y congregados de los cuatro vientos de la tierra por los ángeles.
Uno será tomado y otro dejado.
12. Los vigilantes se arraigan ya en lo eterno,
los rutinarios se quedan en la superficie de las cosas y en cada momento
corren el peligro de verse barridos.
En las mismas tareas, unos duermen y otros viven.
Unos no se preparan para nada y otros están dispuestos.
13. Vigilad porque el Hijo del Hombre viene en cada momento;
porque la verdad y la justicia necesitan ser defendidas en cada instante;
porque la solidaridad, como el amor, no descansa; porque la libertad hay que ejercitarla en cada hora.
La consigna es «vigilad». No es que hayamos de vivir temerosos,
porque el temor es falta de fe; pero tampoco inconscientes o dormidos.
14. Y a revestirnos de Cristo, asumir el espíritu y las actitudes de Cristo, su esfuerzo, su generosidad,
su disponibilidad para con todos, su entrega hasta la muerte.
Vigilar es estar abierto por la esperanza hacia el futuro del Señor que viene, es también estar dispuesto
a reconocerle en los pobres y necesitados y a cumplir en cada caso el mandamiento del amor.
Es también orar.
15. Sólo el que vigila está preparado para el encuentro con Dios en Cristo.