En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él; entonces se sentó y les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio le dijeron;
- “Maestro, esta mujer, ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúltera; tú, ¿qué dices?”.
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
2. En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los
Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el
templo, y todo el pueblo acudía a él; entonces se
sentó y les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer
sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio le
dijeron;
- “Maestro, esta mujer, ha sido sorprendida en
flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda
apedrear a las adúltera; tú, ¿qué dices?”.
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder
acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el
suelo.
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6. En la fiesta de los Campamentos, la genta pasaba una
semana en las chozas construidas en las azoteas de las
viviendas o en los alrededores de la ciudad, con la
finalidad de recordar los 40 años que el pueblo de Israel
vivió en el desierto. La manera de vivir en estos días
festivos, podía dar lugar a ciertas licencias y libertinaje.
La gente estaba contenta porque acaban de recoger la
cosecha y a veces se sobrepasaban. Pero también los
campamentos estaban llenos de fariseos que
observaban atentamente cualquier desliz de la gente, en
especial de las mujeres. Y en este caso han descubierto a
una mujer que ha sido infiel en una de esas chozas. Y he
aquí que se les presenta la ocasión, para tender a Jesús
una trampa mortal, según ellos.
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8. Los escribas y fariseos están tramando tentar a Jesús
con preguntas comprometedoras, para tener la
oportunidad de acusarlo por sus respuestas. Por esta
razón le traen a la mujer sorprendida en adulterio. Esta
escena sucedió probablemente en el día octavo de la
Fiesta.
Según la Ley de Moisés ella tenía que ser lapidada, es
decir apedreada hasta morir. Sí Jesús decía que se
cumpliera con la Ley, el pueblo entero, que le estaba
escuchando, quedaría defraudado ante la dureza de la
sentencia de Cristo; pero si decía que no, podía ser
acusado ante el Sanedrín o Senado de la Nación de
quebrantar la Ley. Cualquier respuesta que diese iba
en contra suya.
9. Lo que no sabían era a que inteligencia se
enfrentaba, ignoraban que a quien estaban
tentando era a la sabiduría divina, en la persona de
Jesucristo.
Así, los letrados y fariseos le traen a la mujer
sorprendida en adulterio y colocándola en medio del
gentío que escuchaba a Jesús, le dijeron:
10. -Esta mujer ha sido sorprendida en adulterio.
La Ley de Moisés nos manda apedrear a las
adúlteras. ¿Tú qué dices?- Como ya se
mencionó, le preguntaba esto para
comprometerlo y tener de que acusarlo.
11. Para clarificar veamos, se ha formado un tumulto.
Unos hombres han traído ha empujones a una
pobre mujer.
Los oyentes de Jesús abren un círculo y allí llegan
los acusadores. “Esta mujer ha engañado a su
marido, y en la Ley de Moisés está mandado
apedrear a las adúlteras.
Actualmente nos preguntaríamos si la mujer peco
sola.? ¿Dónde está el adúltero con el que peco?.
Por qué se castiga sólo a la mujer, si el pecado es
igual para el hombre y la mujer. Podríamos asegurar
que la multitud la miraban a la mujer con desprecio
y en forma acusadora.
12. No podemos condenar a los demás, si
nosotros también somos pecadores.
Seamos misericordiosos como Jesús,
que es la MISERICORDICA DEL PADRE
16. Ante la pregunta insidiosa
de los escribas y fariseos,
Jesús muestra indiferencia
y no responde por el
momento e inclinándose,
escribía en el suelo con el
dedo.
¿Qué escribía Jesús? Un antiquísimo manuscrito
armenio dice que escribía los pecados de los
acusadores.
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18. Los primeros en alejarse
fueron los más viejos,
porque eran más
maliciosos que los
jóvenes y compren-
dieron el peligro de
enfrentar a Jesús.
Pero, también, luego los
más jóvenes porque ellos
también eran corrom-
pidos.
19. Jesús convierte a los acusadores en acusados:
“Aquel de vosotros que esté libre de pecado que tire
la primera piedra.”
Han sido remitidos cada uno a su propia conciencia;
sí es que se sienten tan inocentes, tan sin pecados en
sus almas, que le lancen la primera piedra. Es como
decirle al propio acusador: “tus propias debilidades
deben hacerte comprensivo con los demás.”
Los escribas y fariseos quedaron humillados delante
de la multitud que rodeaba a Jesús. Jamás esperaron
tal respuesta que los ponía al descubierto delante de
todos. Su perversa intención se transformó para ellos
en causa de desprecio por parte de la gente.
20. Y quedó solo Jesús y la mujer en medio. Jesús le
pregunta: -Mujer: ¿dónde están tus acusadores?
Nadie te ha condenado?- Ella contestó: -Ninguno
Señor-
Jesús le dijo: TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y
EN ADELANTE NO PEQUES MÁS.
San Agustín dice: “Que se da un encuentro entre la
misericordia y la miseria.”
Jesucristo condenará el pecado, odia todo pecado;
pero ama al pecador. Esa mujer estaría arrepentida
de lo que había hecho y el Señor con infinita
misericordia le otorga el perdón total y lleno de
generosidad que inundaría de paz y consuelo el
corazón de aquella pobre pecadora.
24. A los ojos de Dios la
misma gravedad tiene el
pecado de adulterio en la
mujer que en el hombre.
Verdad que es poco
reconocida el día de hoy
en nuestra sociedad
actual.
Jesús con su actitud les está diciendo: que sería una
contradicción que ellos, llenos de pecado, condenasen
a esta mujer a morir lapidada.
25. En algunos países todavía se sigue violando los
derechos y la dignidad de la mujer.
Todos somos iguales ante Dios y él nos juzgará
por igual. Roguemos al Señor porque un día
todos seamos hijos de un mismo Padre y con
igual valor.