El documento presenta la historia de cuatro amigos - Sebastián, Samara, Logan y Kiera - que se reúnen en Chicago. Logan les muestra una página web sobre una expedición voluntaria para explorar el río Mekong y reducir la contaminación. Cada uno de los amigos tiene un interés en el medio ambiente debido a sus experiencias personales. Logan propone que se unan a la expedición para ayudar y aprender más sobre los problemas ambientales.

1. LOS CUATRO Y EL MEDIOAMBIENTE
~EL RÍO MEKONG~
Escrito por: Amani Boulaich Marso
INSTITUTO SEVERO OCHOA TÁNGER
Del curso: 3 ESO

2. Para concienciar a algunos,
para despertar a los dormidos,
para intentar cambiar el ahora y mejorar el después,
para ayudar a los afectados por los daños,
para comprender lo valioso que es lo que tenemos en manos.

3. La noche era brevemente cálida en las calles chicagüenses. El
sonido de los cláxones y motores de los coches eran enervantes y
agotadores. Las voces y los pasos de las personas eran rítmicos e
incesantes.
Sebastián, un joven que presentaba un semblante hosco, observaba
el paraje con detenimiento. Con su mano izquierda no dejaba de
darle vueltas y hacer girar una moneda de un dólar que había
encontrado en el suelo mientras se dirigía a River North, lugar en el
que se reuniría con sus amigos.
Levantó la vista al cielo ébano, no pudo divisar ninguna estrella,
excepto algunas que brillaban levemente combatiendo con la
excesiva contaminación lumínica que poseía la ciudad. Maldijo
rascándose su frondosa y revuelta barba con agobio con su mano
libre. Amaba las constelaciones y sus estratégicas posiciones en el
cielo construyendo diferentes formas. Era adicto a los documentales
sobre la astronomía y la astrología, tanto que se vio todos los
documentales disponibles en la biblioteca de su pueblo. Aquel gran
amor por las estrellas y observarlas por infinitas horas comenzó
gracias a su abuelo, un señor que presentaba una imagen diferente
a la de los típicos abuelos que se quedan tumbados en el sofá a
pata suelta viendo constantemente partidos de béisbol con una lata
de cerveza en la mano, mientras que su mujer más que su esposa
parecía una sirvienta. Él, era un hombre curioso e inquieto, adoraba
descubrir nuevas cosas, informarse más de lo que había aprendido
en la escuela. Adoraba llevar a su nieto a campos alejados de la luz
del pueblo para observar el cielo atezado cubierto de puntos blancos
situados caóticamente en él. En estas escapadas, llevaba con él su
querido telescopio que obtuvo en unos grandes almacenes, para ver
lo que nuestro ojo no podía captar. Cuando Sebastián tan solo tenía
tres años de edad, le leía libros sobre el significado de las
constelaciones más importantes, cuya información seguía grabada
en su memoria después de diecisiete años. Los domingos eran los
días del documental, pasaban todo el día junto al viejo televisor,
hasta que el niño debía de regresar a su hogar para preparase para
el siguiente día. Con su esposa, el romance que se tenían era

4. eterno. Bailaban por las noches al son de su canción: ‘Chains of
Gold’, antes de cenar las deliciosas croquetas que él preparaba con
continuidad. Después del día de su fallecimiento, decidió seguir
realizar las mismas actividades que hacía con él y le contaba a su
mejor amiga de la infancia todo lo que sabía de las constelaciones y
las maravillas del universo.
Fatigado, se apoyó contra la primera pared que encontró seguido de
un perdurable suspiro. Acomodó su reloj de pulsera con
desesperación y vio la hora, eran las ocho y media de la noche.
<< ¿Dónde estáis?>> pensó. Poco tiempo después y con ambas
manos en los bolsillos, escuchó una voz que no dejaba de gritar su
nombre, una voz aguda y suave, que cada vez se escuchaba más
de cerca. Aquello lo alarmó y con sus magnéticos ojos marrón nuez,
examinó la procedencia de aquellos gritos. Al descubrirlo no pudo
reprimir una sonrisa, el enfado y la exasperación desaparecieron en
cuestión de segundos.
Samara no dejaba de esquivar a las personas que se topaban en su
camino, la rapidez y la agilidad de sus movimientos dejó a sus dos
compañeros mucho atrás. Al llegar a su destino se abalanzó a los
brazos de Sebastián con una gran sonrisa.
-Estaba a punto de irme.- espetó Sebastián con aspereza-.
-Mil disculpas por esto, el tráfico es insoportable y con nuestra
sorpresa nos topamos con un embotellamiento de pesadillas cuando
íbamos por la mitad del trayecto.- se excusó Samara con el corazón
bombeando aprisa por la carrera que había recorrido-.
Sebastián contempló a su mejor amiga de la infancia, la chica con la
que había crecido y había bombardeado con sus datos curiosos
sobre los agujeros negros y galaxias. Le había contado que su
sueño era ser astronauta, quería ver que es lo que hay detrás de la
exósfera, sentir lo que es no estar bajo la presión de la gravedad,
flotar y ver la Tierra desde lejos y comprobar si era justo lo que se
veían en las fotos de ésta. La joven poseía una melena rizada
albaricoque que descendía por sus hombros con elegancia y que
siempre olía a melocotón. Sus ojos azul celeste daban la impresión

5. de que brillaban constantemente y aquello se asemejaba al zafiro
iluminado por la luz del sol. Su baja estatura le otorgaba un aspecto
inocente y adorable. Samara, aquel nombre tan poco común y raro
de escuchar, aquel nombre que su madre le concedió con un gran
significado por detrás.
Samara, niebla en árabe, niebla que aparece en el alba en la
silenciosa playa de Santa Mónica Pier, antes de empezar una nueva
jornada de su trabajo. Esa niebla que humedecía las hojas de las
plantas de su jardín y generaba un peculiar frío agradable.
Provenía de una familia marinera. Su infancia y gran parte de su
adolescencia la pasaba en el buque pesquero de sus padres en el
que navegaban desde el amanecer hasta el ocaso. Por ello,
desarrolló un gran amor por el mar y las otras aguas y las vidas que
habitan en ellas. Así pues, su gran odio por la contaminación que el
ser humano genera a diario. La rabia la inundaba cuando se
encontraba plásticos tirados en las orillas de las playas o flotando en
el agua. Se preguntaba si las personas no se daban cuenta del daño
que una simple bolsa de plástico podía causar, que si preferían
ignorar el grave problema en el que vivimos, de que el mar no tiene
fronteras y puede acabar con decenas de pobres vidas, que por qué
el ser humano es tan egoísta y solo piensa en su propio beneficio
mientras que otros tienen que pagar por su egoísmo.
Tan pronto como sus ojos se encontrar, los demás se habían
incorporado jadeando e intentando recuperarse de aquella corrida.
-¿Podemos movernos de una vez? Suficiente he tenido que esperar
y encima este ruido me está perforando los tímpanos, ¿cómo podéis
soportar este fragor?- manifestó Sebastián refunfuñando-.
-Está bien, pero hay un cambio de planes, necesito mostraros algo
que quería deciros desde hace tiempo. –comunicó Logan con
alteración-.
Aquella declaración ganó la confusión en los rostros de los jóvenes,
¿Por qué aquel cambio de planes tan radical? ¿Qué planeaba
ahora? ¿Será una de sus múltiples bromas?

6. Observaron aquellos ojos verdosos que escondían una historia que
suscita la pena en la faz de quién la escucha. Emana de una familia
con bajos recursos y completamente desestructurada. Su única luz
es su hermano mayor, Norman, su gran fuente apoyo y su guía en la
vida. En los huecos que conseguía conseguir su hermano de su
trabajo, le llevaba a Hiden Springs, un magnífico bosque situado en
las afueras de Chicago, allí despejaba su mente y olvidaba de todos
los problemas que aguantaba. Se dejaba llevar por el sonido del
canto de los pájaros, de las hojas moverse por la suave brisa, de las
hojas crujir cuando caminaba. Notaba que cada vez desaparecían
más árboles del paradisiaco lugar en ciertas zonas para
remplazarlos por espacios turísticos. Esto causaba más suciedad y
cantidad de basura. Decidió en recoger aquella basura ( la que
podía encontrar) en unas enormes bolsas para tirarlas a su lugar
correspondiente.
La paz que le transmitían los bosques impelió un gran
encariñamiento por ellos.
Sin esperar respuesta o algún quejido de ellos, comenzó a caminar
cargando una bolsa de papel mientras canturreaba una canción.
Conocía a sus amigos perfectamente, por lo que sin la necesidad de
girarse sabía que le estaban siguiendo por detrás, excepto Kiera,
que iba a su lado cabizbaja. De reojo miró a su compañera, que
acomodaba sus gafas mientras cargaba un libro. Su cabellera
dorada resplandecía bajo la potente luz de las farolas. Caminaba
con paso acelerado y observaba a las personas con curiosidad.
Vivía con su padre, un geólogo divorciado que impartía clases de
geografía a los que necesitaban un refuerzo en aquella asignatura.
Él al igual que su única hija eran unos amantes de la lectura y dela
pintura. Al ser hija de un padre que aspiraba aquella profesión,
aprendió lo peligrosa que es la contaminación el suelo, esta afecta a
la cantidad de materia orgánica del suelo, altera su biodiversidad y
afecta gravemente a las aguas subterráneas. El abuso del uso de
pesticidas en las tierras y la acumulación de productos industriales,
aumenta excesivamente el riesgo de quedarnos sin nutrientes en el
suelo y la agricultura podrá estar en peligro.

7. Los cuatro procedían de diferentes familias y lugares, sus
personalidades y maneras de actuar eran completamente disímiles.
Mientras que Sebastián presentaba un semblante áspero, Logan, no
borraba su sonrisa de su rostro, a la vez que Samara era más
sensata y prudente, Kiera, se llevaba más por los sentimientos y era
especialmente sensible.
Logan los condujo hacia un callejón sin salida. Cuando vieron que
había dejado de andar, miraron su alrededor en busca de una
respuesta o de algún tipo de información servible para saber dónde
se situaban y por qué estaban en ese lugar. Logan encendió unas
luces que se encontraban colgando en las paredes, miró a sus
compañeros con expresión burlona y señaló con la cabeza una
pequeña tienda de campaña anaranjada. Siguiendo sus órdenes
Samara y Sebastián se metieron en su interior. Kiera seguía
mirando su alrededor, visualizó un cartel de cartón hecho a mano y
lo agarró entre sus manos y leyó: << Una vuelta por el Río
Mekong>>. Alzó la mirada hacia su compañero que éste dejaba la
bolsa en el suelo y sacó su ordenador portátil. La miró con una
deslumbrante sonrisa y sin dejar que ella preguntara le murmuró.
-Si entras podrás descubrir de qué se trata.
Cuando ya todos estaban formando una especie de círculo en el
interior de la angosta tienda combatiendo en buscar su comodidad,
la voz de Sebastián hizo desaparecer aquel profundo silencio.
-Pero, ¿qué se supone que estamos haciendo aquí? ¿No se supone
que íbamos a River Roast esta noche?
Las dos chicas se miraron entre sí sin saber que decir al respecto,
ellas tampoco tenían ni la menor idea de qué iba todo esto. Logan
ignorándolo, terminó de teclear en su portátil y satisfecho lo giró
hacia sus amigos.
-Vale, con lo del cambio de planes podéis deducir de que lo que os
propuse de ir a comer a River Roast ha sido una mentira.-confesó
rascándose la nuca con nerviosismo- Oh venga no pongáis esa
cara… Sí lo sé ha sido una mentira piadosa y que por ello hayáis
tenido que arreglaros para esta ocasión. Pero admitámoslo, ¿cómo

8. iba a pagar la comida de ese restaurante de pijos? Si casi para el
alquiler no me da.-bromeó con cierta desolación en su voz. Y lo que
había dicho era cierto, su trabajo en el taller del señor Stone le
llegaba al límite respecto a sus gastos y para enviarle el dinero que
sus padres le exigían. Recuperó su sonrisa quitando los
pensamientos negativos que rondaban en su mente. Miró a sus
amigos que lo contemplaban con afección.- Bueno, como podéis ver
esta es la página web de The Climate Group, no sé si sabéis
quiénes son pero en resumen es una organización que hace
expediciones con voluntarios para explorar zonas contaminadas, las
consecuencias de esa contaminación e intentar ayudar para reducir
la cantidad de contaminación que hay en ese lugar.
Las caras de confusión y de pena se habían transformado en unas
llenas de curiosidad y con ganas de saber a dónde iba todo esto. Se
fijaron en la página web y el título ya empezó a llamarles la atención,
<<EXPEDICIÓN DE UNIVERSITARIOS VOLUNTARIOS PARA
VISITAR EL RÍO MEKONG>>.
Kiera levantó la vista de la pantalla y lo observó, miraba sus piernas
cruzadas mientras jugaba con sus pulgares.
-Lo que ponía en ese cartel era esto, ¿verdad?- preguntó llamando
su atención. Como respuesta asintió repetidamente.- ¿Cuándo es la
expedición? ¿Y su coste?
-Sí, todo esto lo supe gracias a la señora Renard que entró a
nuestra clase para informarnos de esto y de que si habían algunos
voluntarios podrían apuntarse en el tablón, será en dos semanas y
su coste es de… dos mil dólares aproximadamente. Dudo de que
vayan muchos por las caras que han puesto al escucharla. Pensé
en decíroslo a vosotros porque, aparte de ser mis amigos más
cercanos, a los cuatro nos preocupa mucho el medioambiente y
ayudar en esta actividad sé que significará mucho para nosotros.
Por otra parte, con tan solo mirar nuestro alrededor podemos ver
factores que empeoran la situación en la que vivimos. Por ejemplo,
tu sudadera Sebastián, ha pasado por tantas etapas que perjudican
radicalmente a nuestro planeta. Solo con el transporte del lugar de
fabricación hasta la tienda de la que la has comprado ya es mucho.

9. Así que, podremos aportar nuestros granitos de arena.-relató Logan
acomodando su posición.-
-¿Estás proponiéndonos de apuntarnos a esta expedición al Río
Mekong?-preguntó Samara y volvió a asentir.-
-Pero, ¿cómo vamos a pagar un viaje tan caro como ese? Son dos
mil dólares, es excesivo. No creo que podamos permitirnos pagar
esa cantidad de dinero.-se cuestionó Sebastián-.
-Ah sí, creo que tenemos suerte esta vez. Como las inversiones a
los clubs de la Universidad son casi nulos ya que casi nadie se va a
apuntar a ninguno, nos van a ayudar con un gran porcentaje del
precio del vuelo. Al parecer casi todos prefieren salir de fiesta y
pegarse una borrachera en vez de aportar algo cultural, o puede que
algunos no estén simplemente interesados.-concluyó deseando
saber la respuesta que darían sus amigos ante su proposición.-
-Para mí es una idea fabulosa, esto de colaborar y ver el problema
que tiene uno de los ríos más importantes y contaminados del
mundo suena como un privilegio, además van a apoyarnos
financieramente es increíble. Por mí, me apuntaré mañana en la
tabla de voluntarios.- dijo Kiera con una sonrisa de oreja a oreja.
Aquello había causado una gran satisfacción interna a Logan que le
devolvió la sonrisa con una caricia en el hombro.-
Samara y Sebastián se miraron para proceder a aceptar ir también
con ellos. Logan se sintió muy agradecido de tener la compañía de
sus amigos y de compartir esa experiencia única con ellos.
Salieron del diminuto espacio y se dieron un gran abrazo grupal.
Logan recibió varias palmadas cariñosas en la espalda por parte de
Sebastián. Cuando terminó de recoger sus pertenencias y apagar
las luces que había encendido anteriormente, se encontró con sus
amigos esperándole en la calle principal.
-¿Una ronda de películas con nachos y queso para celebrar como
en los viejos tiempos?- preguntó Kiera sonriente.- ¿o nos llevamos
algo de comer en Flaco’s Tacos?

10. Dos semanas después…
El Aeropuerto de O’ Hare estaba sorpresivamente repleto a esas
tempranas horas de la mañana, eran las cinco y diez de la
madrugada concretamente. Centenares de personas caminaban de
un lado a otro como un patrón en bucle. Algunos alterados
ocupando las largas filas de los embarques, otros se encontraban
sentados aburridos esperando sus vuelos, otras personas se
dirigían hacia cafeterías que proporcionaba el lugar, comprando
desde pequeños vasos de café negro a enormes sándwiches de
queso y atún.
Samara bostezó soñolienta, acomodó su equipaje frente a ella
mientras se sentaba en el suelo. Llevaba lo esencial, o eso decía,
pero aquella enorme maleta contradecía lo que declaraba.
Logan miraba distraídamente el lugar, solo había ido dos veces a un
aeropuerto en su vida y ninguna en avión, aquellas veces fueron su
hermano volvía de su trabajo en el extranjero e iba a recibirlo.
Observaba cómo trabajaban el personal del paraje, ofreciendo sus
mejores sonrisas a los viajeros. Los envidiaba, envidiaba a aquellas
personas que disponían de diferentes tipos de maletas, unas
grandes sonrisas en sus rostros y presentaban un aspecto
despreocupado mientras que a él le temblaban las manos debajo de
los bolsillos. Envidiaba lo notario que era de su experiencia en el
aire dentro de esos monstruos voladores, no como él.
Kiera se encontraba sentada en el frío suelo en frente de Samara,
acomodaba torpemente sus gafas mientras encendía a Walter, su
mejor e indispensable acompañante, era un libro electrónico un
tanto viejo que pronto cumpliría los cinco años de edad, pero
funcionaba como si estuviera nuevo. Buscó su última lectura y
releyó la última página mordiéndose el labio inferior. Adoraba hacer
aquello, la teletransportaba a la noche que había leído justo esa
página por primera vez envuelta por sus enormes mantas. Dejó a
Walter en su regazo y miró de reojo a Sebastián y a Samara, ambos
charlaban animadamente y de vez en cuando soltaban unas risas.
Siempre se habían llevado bien, desde que ella se había mudado a
su pueblo, habían conectado como dos imanes.

11. Sebastián daba la impresión de darse cuenta que estaban en pleno
julio, su enorme sudadera negra asfixiaba con tan solo verla. Del
bolsillo de su pantalón, sacó su teléfono móvil, le susurro a Samara
y ella le respondió asintiendo. Se deslizó de su asiento y se colocó
al lado de Kiera mientras que él activaba la cámara frontal de su
teléfono e hizo varias fotos. Todos salían radiantes, sus sonrisas
eran reales, eran fotografías naturales y que ninguno tuviera
aspecto de estar forzado a estar haciéndoselas. Aquellas imágenes
eran muy significativas para todos ellos por ese día tan icónico.
Logan se subiría a un avión por primera vez en su vida, Kiera podrá
conocer las tierras asiáticas que tanto le había enseñado su padre.
Samara podrá volver a sentir la adrenalina de volar y dejar un lado
los barcos. Y para Sebastián, podrá ver las constelaciones desde
otra parte del mundo. Pero todos tenían un objetivo principal y la
causa por la que aceptaron realizar la expedición hacia la región
tibetana.
Ya cada uno en su respectivo asiento, Sebastián agradeció su
posición al lado de la ventana, será un largo viaje de veintiocho
horas, por lo que podía distraerse viendo las vistas o las luces de las
ciudades en la penumbra. Depositó su mochila en el suelo y colocó
su riñonera en el asiento libre de al lado, de ella sacó su mp3 y unos
audífonos para escuchar su lista de reproducción favorita,
incrementada con todo tipo de música para hacer de este trayecto
más entretenido. Mientras se colocaba sus audífonos observó a su
amigo agarrarse con fuerza al brazo de Kiera, quién intentaba sacar
de su bolso a Walter y unos cascos para acompañar su lectura, pero
su agarre no le permitía hacerlo. Ese miedo le causó cierta ternura
mezclada con pena, por lo que dejó de intentar sacer sus cosas y lo
abrazó intentando calmarle.
Samara se encontraba con su cámara de fotos entre sus manos,
miraba las imágenes que había tomado hasta entonces. Se detuvo
en una fotografía, estaba con sus padres en la orilla de North
Avenue Beach, allí no tendría más de doce años. Los tres salían con
una deslumbrante sonrisa de oreja a oreja y detrás de ellos estaba
su familiar buque de pesca. Soltó un largo suspiro y la apagó, a

12. continuación la colgó en su cuello y se acomodó en su asiento
cerrando sus ojos con lentitud.
Sebastián encendió su teléfono en la penumbra, el reloj digital del
dispositivo marcaba las ocho y cinco de la noche, entrecerró los ojos
y calculó el tiempo que habían pasado allí dentro, dieciséis horas
aproximadamente. Aún quedaban unas otras largas doce horas. Por
lo que decidió volver a sumergirse en su profundo sueño y dejar que
el tiempo pase lo más rápido posible.
El reloj que colgaba de la colosal pared del edificio marcaba las
siete y veinte. Por fin aquel interminable viaje había llegado a su fin.
Aunque era cierto que habían parado en Los Ángeles para poder
coger el camino directo a Xining.
Los pasillos estaban repletos de carteles con letras chinas, cada una
más compleja que la anterior, con formas refinadas y agraciadas.
Todos los que habían volado con ellos caminaban en su misma
dirección, algunos ni miraban las increíbles decoraciones que
proporcionaba el lugar.
Las cintas comenzaron a girar y las maletas empezaron a aparecer.
A su alrededor habían familias reencontrándose después de quién
sabe cuánto tiempo sin verse. ¿Algún día podrá sentirse bienvenido
en su familia? Pensaba Logan distraído mirando como abrazaban a
una chica había tirado sus maletas para corresponderles el abrazo.
Atravesaron las enormes puertas de la salida del inmenso
aeropuerto. Una fría brisa acarició sus rostros. Se encontraban en el
continente asiático, cerca de Qinghai (lugar más cercano a la
meseta tibetana), lugar de donde nace el Río Mekong y que pasa
por cinco importantes países, China, Laos, Camboya, Tailandia y
Vietnam.
Ya en un vehículo en dirección a su aposento, Samara extrajo de su
mochila una guía con el nombre de la ciudad de Qinghai en la
portada. Rebuscó en las hojas una foto del sitio que visitarían al
recomponer sus energías. La imagen fue tomada desde arriba, por
lo que se puede ver el agua marrón parda y montañas con arbustos

13. en ellas. Se mordió el labio inferior y contuvo su emoción cerrando
la guía y devolviéndola a su sitio.
Impresionantemente dormir no ha sido un reto para ellos, a pesar
del jet lag, durmieron como nunca lo habían hecho.
Esas veintiocho horas encerrados en sus sitios, había sido una
tortura para los cuatro.
Al levantarse, Logan tenía un mensaje de su nuevo guía y
coordinador de esta expedición, Lee Xiun, que les informaba de que
tenían que dirigirse hacia la estación de autobuses de Qinghai-
Xizang para emprender su ruta.
En la mitad del camino…
El viaje en autobús fue sorprendentemente animado. Había
universitarios de distintas partes del mundo. Ver a tantos
compañeros de su misma edad, hizo que se sintieran más cómodos
en hablar o bromear con ellos.
Conocieron a Carmen y Miguel, una pareja peruana que compartían
datos curiosos sobre su cultura y la comparaban con unos dos
chicos procedentes de Tailandia. Estos decidieron apuntarse a este
viaje, puesto que el Río Mekong atraviesa también sus tierras y
quisieron saber dónde nacía éste. Lee Xiun iba en el asiento del
copiloto y discutía con el conductor diferentes temas políticos o
sociales. A veces agarraba el micrófono que colgaba de una pared,
para comunicar a los pasajeros, el tiempo que faltaba o qué eran los
objetos artesanales que vendían en unas tiendas locales o las
diferencias entre el chino y el tibetano, entre otras cosas.
No había ninguna nube en el cielo, pero hacía un frío que se sentía
hasta en los huesos. Todos se abrigaron hasta no más poder para
no pillar una hipotermia o algo así.
Tras largas horas de camino en carretera y de haber comido en un
puesto pequeño de comida tradicional que encontraron en el
camino, el autobús se detuvo haciendo reaccionar a los tripulantes.
¿Habrían llegado ya a su destino? La respuesta a aquella pregunta

14. no había tardado en ser respondida cuando su animado guía
anunció.
-¡Bienvenidos al Río Mekong! Nuestro viaje ha finalizado. Al fin…
Emocionados todos cogieron sus mochilas con alteración, salieron
de las puertas del vehículo en una irregular fila india y siguieron a su
guía. No caminaron tanto hasta que vieron al río con sus propios
ojos. Los que poseían cámaras de fotos hicieron todas las que
pudieron. Kiera, que adoraba dibujar paisajes, agarró su cuaderno
de dibujo y trazó con su lápiz una especie de boceto del paisaje.
En las marrones aguas, habían unas barcos de madera que se
movían gracias a unas palas de bambú, se veían algunas botellas
de plástico vacías dejándose llevar por las corrientes. Habían niños
corriendo, unos tras otros o gritándose cosas que nuestros
protagonistas no podían entender.
Bajaron cuesta abajo hasta llegar a las orillas del río. Lee Xiun, con
un vaso transparente, agarró una muestra del agua y lo alzó hacia
arriba para que todos pudieran ver.
-Estas aguas cada vez están siendo más contaminadas a lo largo
del tiempo. Los fertilizantes y pesticidas que usan los agricultores en
los campos de arroz, no solo están destruyendo los peces de agua
dulce, sino que están afectando también a la misma población que
se hidrata a base del agua de este río. No es la primera vez que
venimos a concienciar a los agricultores e intentar hacerlos entender
del peligro que están causando a los habitantes. Pero ya que estáis
de visita, tenéis que saber que decenas de personas son enviadas a
urgencias o mueren por la gran contaminación que lleva el agua.
Tras escuchar las declaraciones del guía vieron el vaso con
detenimiento y se lo pasaron unos a otros. Visitaron los alrededores,
recogieron la mayor cantidad de basura que se encontraban en los
suelos. Se subieron a una barca y surcaron el río recogiendo
cualquier tipo de plásticos que flotara en esta. Fue una experiencia
única, trabajaron en equipo, aprendieron más cosas, se conocieron
más y lo mejor es que habían aportado una contribución que
siempre habían querido hacer.