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Título de la obra:
Llamado de un copetón
Autor:
David Londoño Mesa
Técnica:
Grafito y pastel blanco
Año:
2020
63
ENSEÑANZA SOCIAL
DE LA IGLESIA Y SU APLICACIÓN
EN TIEMPOS DE POSPANDEMIA
*
	Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Magíster en Historia de
la Universidad Nacional, Licenciado y Magíster en Ciencias Sociales de la Gregoriana
de Roma, y Teólogo de la UPB; director del grupo de investigación Teología, Religión y
Cultura de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades y docente de la Facultad de
Teología de la UPB-Medellín.
*
PBRO. DR. CARLOS
ARBOLEDA MORA
carlos.arboleda@upb.edu.co
64
Resumen
La pandemia del Covid19 es un acontecimiento entendido
en la forma fenomenológica de su llegada y de su permanencia,
pues irrumpe, cambia, afecta a la humanidad en su totalidad. No
es un acontecimiento personal o territorial que se convierte en ob-
jeto de alguna disciplina en especial o responsabilidad de ciertos
actores sociales. Más allá de la búsqueda de su origen o de las
causas de su aparición, hay en ella una característica revelatoria
que convoca, llama y pide una respuesta. Escuchar la llamada y
dar el responsorio es tarea obligada de la humanidad actual por
encima de visiones sesgadas, parciales, culpabilizantes o escapis-
tas. La enseñanza social de la Iglesia aporta, en este momento,
una visión integral para afrontar el momento difícil mediante la
acción y agencia de todos los seres humanos. La propuesta es una
ética ecológica integral que reconozca la interconexión entre toda
la realidad y proponga una acción de cuidado integral de la crea-
ción. Ella parte del hecho de que se ha de abandonar la cultura
del Yo fuerte heredado de la modernidad y buscar el yo pasible
que recibe la llamada y responde con su acción ética que abarca
al mismo sujeto, a la naturaleza, a la sociedad y al sentido trascen-
dente. Para ello, nos servimos de los aportes, en primer lugar, de
la fenomenología del acontecimiento, luego se mira dicho acon-
tecimiento desde el pensamiento social de la Iglesia y proponer
pistas de acción en la línea de la ética ecológica integral.
Palabras clave:
Pandemia, acontecimiento, fenomenología, Iglesia, libertad, ética
y humanidad.
65
Introduccion
La pandemia del Covid 19 es un aconteci-
miento en sentido fenomenológico que llega
abruptamente, involucra todo ser humano, lo
maravilla por su imposibilidad de ser totalmen-
te comprendido, y se convierte en una llamada
que exige una respuesta del que es acontecido.
Lo que se propone en esta reflexión es que la
pandemia como acontecimiento involucra to-
das las esferas de la realidad y convoca a una
respuesta que no es individual, ni disciplinar, ni
parcializada, sino total, en la que todos estamos
comprometidos. Es algo que nos arriba intem-
pestivamente para exigir, por su manifestación,
una respuesta desde la libertad. No es un hecho
histórico pasado sino una historia construida
hacia el futuro porque es vivenciada. Desde la
visión religiosa se convierte en una manifesta-
ción de Dios que exige una respuesta ética con
características globales. Partiendo de la noción
de acontecimiento en la fenomenología, se pre-
senta la propuesta de la enseñanza social de
la Iglesia católica como una ayuda para lograr
una reconstrucción de la humanidad que sea
completamente humanizante.
La pandemia como
acontecimiento: la llamada
Quizás en la seguridad que da el pensamien-
to moderno, hemos olvidado la irrupción de los
acontecimientos. Enseñados a los protocolos,
las normas y la capacidad infinita del yo po-
tente, se ha olvidado la novedad y el darse de
lo imprevisto que puede cambiar la vida, pues
todo está bajo control según esos cánones de la
tecnología actual y de la creencia en el señorío
absoluto del hombre sobre la naturaleza. Cuan-
do llega lo imprevisto, el sujeto queda desar-
mado y de ahí provienen la apatía existencial,
el estupor melancólico y la impersonalidad de
la responsabilidad (Romano, 2012). Se cierra
el camino para que el sujeto asuma sus respon-
sabilidades y se convierte en simple crítico sin
razones, buscando en el alejamiento y la nega-
ción un consuelo a su inacción. O, simplemen-
te, culpa a los actores externos o a las leyes de
la historia de lo sucedido. La cotidianidad de la
sensación de control impide que se piense en
una realidad convocante que está más allá de
los actos comunes y corrientes. Se buscan así
causas comunes como decir que todo es castigo
de Dios, un complot de las grandes potencias,
un mal manejo de la situación o cosas del des-
tino. Se ha perdido la capacidad de estar a la
escucha de lo que se da como acontecimiento
que marca la existencia pues se está sumergido
en la cotidianidad de la técnica, la costumbre y
la norma.
Claude Romano nos presenta una buena des-
cripción de lo que es un acontecimiento, pues
en cualquier instante puede llegar lo que nos
cambia totalmente que es lo que ha ocurrido
con la pandemia. Allí es donde se da la mani-
festación de la realidad que cambia la existen-
cia del que él llama el adveniente, el humano
que sufre el acontecimiento. (Romano, 2018).
Las cuatro características del evento o aconte-
cimiento son:
1. Arriba y singulariza al sujeto, pues llega al
llamado “adveniente” que se constituye por
la llegada del acontecimiento y esa ipseidad
constituida es la capacidad de mantenerse
66
pasible para recibir lo que llega. Es la dis-
ponibilidad a la apertura y la posibilidad de
responder a la llamada.
2. El arribo establece una ipseidad nueva y un
mundo nuevo, irrumpe y cambia, trastoca
todo con la novedad de lo que llega sin nin-
guna previsión ni aviso.
3. Su llegada es anárquica, pero da sentido a
la vida humana.
4. No requiere ni tiene ninguna intencionalidad
de parte del sujeto, ni es un hecho común en
la vida del hombre, no fue calculado, pero
sí cambia la existencia de manera radical, es
una sorpresa que induce al cambio de ruta.
(Romano 2012, p.80).
Así, la pandemia es un verdadero evento: lle-
ga abruptamente, crea nuevas ipseidades, no
era esperada ni calculada, pero ha cambiado
el mundo.
Lo acontecido, no es un mero hecho ni dato
humano. El acontecimiento es referido a lo hu-
mano porque el ser humano da sentido a los
diversos rostros o dimensiones que componen
el sentido. Lo íntimo del acontecimiento es que
da sentido al hecho. “El acontecimiento es, por
consiguiente, ese sentido irreductible que surge
en la aventura humana como su propio origen
y puede ser comprendido en su tenor aconte-
cedero propio, pero no explicado” (Romano
2012, p.93). El exceso de interpretación ba-
nal (es castigo de Dios, es una epidemia como
otras, todo eso pasará, es un complot de ciertos
países…), puede alejarnos del significante y de
lo significado de lo acontecido.
Todo acontecimiento está relacionado con
la experiencia sensible y la desborda pues él se
manifiesta en sí mismo al rostro que acontece.
Aunque la configuración de la realidad “puli-
da”, ha trastocado la vulnerabilidad como fe-
nómeno natural a lo humano, Byung Chul Han
(2015) llama la atención sobre lo pulido, lo liso,
lo impecable, marcas de la sociedad contem-
poránea. Lo bello natural se ha convertido en lo
bello satinado y digital, controlable y trazable;
todo tiene su protocolo e indica la invulnerabili-
dad del suceso. La belleza de lo pulido evade el
dolor, la muerte, la imprevisibilidad, la enferme-
dad y hace que la vulnerabilidad no sea propia
de los tiempos modernos. Lo vulnerable son los
daños colaterales, lo imprevisto, lo que no te-
nía que suceder. Es la belleza de lo pulido, la
belleza que no provoca conmoción ni reacción,
la que se impone y lanza por la borda la con-
templación, el acontecimiento, lo vulnerable, el
cansancio, la pobreza…
El mundo de lo pulido es un mundo de hedonis-
mo, un mundo de pura positividad en el que
no hay ningún dolor, ninguna herida, ningu-
na culpa¨… Pero ella no da a luz a ningún
redentor, a ningún homo doloris cubierto de
heridas y con una corona de espinas, sino a
un champán, a una botella de Dom Pérignon
Rosé cosecha de 2003, que se encuentra en su
vientre… escenifica una religión de lo pulido,
de lo banal; es más, una religión del consumo,
al precio de que toda negatividad debe quedar
eliminada. (Han, 2015, p.16).
La negatividad-vulnerabilidad es la que pue-
de hacer sentir la salvación de lo bello. Hay una
estética de la vulnerabilidad, pues el dolor del
otro, la vulneración de la realidad total, permite
67
experimentar la propia vulnerabilidad. Cuando
se vive y experimenta la vulneración del sentido,
del grupo, de la naturaleza y del propio sí mis-
mo, es cuando se reconoce a partir del dolor, la
realidad del ser humano. Este solo puede asu-
mir su dolor cuando siente que hay otro que lo
mira y le asegure la posibilidad de ser amado.
La hipersensibilidad humana y los avances de la
Cuarta revolución industrial, desestiman que lo
humano sea correlativo a las vulnerabilidades.
La enunciada cultura líquida y las hiper-realida-
des trastornan la tensión histórica de la cultura
humana. Es importante reconocer que, desde
esta perspectiva, el interpelado crea un signifi-
cado y es afectado. Esta afectación fenomeno-
lógica no está reducida solo a una comprensión
o interpretación del hecho. El acontecimiento
transforma el mundo. En esto puede radicar
el cambio de paradigma epistemológico para
responder a los desafíos de la cultura humana.
Se parte de la experiencia, una experiencia sen-
sible que vivencia lo acontecido. Es en la carne
donde se experimenta el acontecimiento, pero
hoy se busca la excarnación, salir del cuerpo
(cirugía estética, prótesis, cambio de rostro, co-
municación únicamente virtual…) y al hacerlo se
cae en la no-comunicación carnal, en la apatía
e indiferencia frente a la vulnerabilidad, pues el
dolor se reduce a una noticia en la televisión.
El acontecimiento posee la gratuidad del
rostro. Esta fenomenología del acontecimiento
provoca ir más allá de la otredad ética levina-
siana, para interpelar una otredad encarnada
en el rostro. La experiencia de la fragilidad de
lo humano, que se encarna en el acontecimien-
to de un rostro, supera lo racional, es exceden-
te, pero refiere, desde la cuaternidad, que las
dimensiones que componen el sentido humano
todas son un rostro (rostro de Dios, rostro del
otro, rostro de la comunidad, rostro de la na-
turaleza). El acontecimiento es una experiencia
sensible, mística y su reflejo debe manifestarse
en una alteridad encarnada, con rostros. Dios,
la persona, la comunidad y el hábitat tienen
rostro, están encarnados. Sienten, están vivos,
expresan dolor, sufrimiento, felicidad y alegría.
El acontecimiento está encarnado-donado en la
cuaternidad y allí se descubre su llamado, su
apelación.
Será Heidegger quien ayude a entender la
armonía de la cuaternidad. Hay en él una con-
sideración de la armonía de todas las cosas que
puede servir para entender el lugar del hom-
bre, los hombres, la naturaleza y el sentido. La
conferencia “Construir, habitar, pensar” (Heide-
gger, 1997, p.199) indica precisamente los ca-
68
minos de esa armonía. Podría
pensarse que allí está él dando
una tematización de lo que es
el hombre en sí, con los otros y
con la naturaleza: el Ser se re-
vela en el entrecruzarse de los
cuatro (cielo, tierra, mortales y
divinos).
En el salvar la tierra, en el aco-
ger el Cielo, en el esperar a los
Divinos, en el guiar de los mor-
tales, se acontece el habitar en
cuanto cuádruple proteger de lo
cuadrante. Proteger quiere de-
cir: custodiar lo cuadrante en
su esencia. Lo que es tomado en
custodia tiene que ser alberga-
do. (Heidegger, 2016, p.154).
La modernidad, en su afán de
distinguir, cortar, separar y es-
pecializar, ha desvinculado los
cuatro y ha provocado la crisis
de hoy (especificación funcional
y diferenciación estructural en
la sociedad y en las ciencias).
El cuidado y el proteger se han
retirado para dejar campo al transformar, produ-
cir y rentar. La ética originaria del cuidar cedió
el paso a la producción en masa destructiva del
hábitat y de las relaciones. Esto ha de provocar
volver a la armonía de la cuaternidad: sentido,
sujeto, naturaleza y sociedad.
Cuando sobreviene el acontecimiento y se
maravilla ante él, se siente la llamada de algo
más allá de lo habitual y se comprende la re-
velación que trae. Él no aporta conocimientos
teóricos sino existenciales, una nueva compren-
sión del mundo y de sí mismo que se convierte
en una enseñanza. Es el apren-
der algo que está fuera de los
conocimientos y prácticas coti-
dianas, pues es novedad, es el
novum de un nuevo aprendizaje.
En el caso del Covid es volver a
aprender que somos vulnerables,
que somos alteridad, que somos
relación y que estamos en medio
de la naturaleza. Es un recons-
truirnos a partir de lo que somos:
seres vulnerables, débiles, ne-
cesitados del cuidado. El acon-
tecimiento pandémico nos baja
de la prepotencia del hombre
poderoso para ubicarnos frente
al hombre humus de la tierra.
Es como un viaje a los orígenes
para recuperar la humildad de la
humanidad después de la eufo-
ria de las épocas de la razón, el
progreso y el desarrollo sin fin.
La pandemia nos llega e
inunda y sobrepasa las cate-
gorías habituales de control y
conocimiento: no lo podemos
medir en su cantidad ni en su
relación pues todas las ciencias tienen que in-
tervenir para tratar de configurarlo, una sola no
basta. Afecta a todos los hombres en su carne de
manera indefinible y no cabe en la univocidad
de un concepto. Es un fenómeno que maravilla,
inunda, deja perplejidad y escapa a una sola
definición. Es algo tan enorme que violenta los
límites de los fenómenos habituales y escapa al
ideal moderno de la representación objetivante.
Sólo queda recibirlo como tal y atender a su
llamado que nos dice simplemente que somos
seres vulnerables y necesitados del cuidado.
La ética
originaria
del cuidar
cedió el paso
a la producción
en masa
destructiva
del hábitat
y de las
relaciones.
69
La respuesta, por tanto, se sitúa en una ética
integral del cuidado. Allí es cuando el aconte-
cimiento pandemial ilumina sus propias causas
y suscita su propio pasado germinal, que con-
voca a la reflexión sobre el proyecto vital que
está siguiendo la humanidad y a proponer una
reestructuración del mundo.
Multicausalidad
e interconexión
El acontecimiento del Covid ha afectado toda
la vida. Lo que podía parecer en un inicio una
simple situación sanitaria se ha convertido en
una polipandemia global y sistémica pues afec-
ta a la economía, la ecología, las finanzas, el
empleo, la cultura, la política, la vida cotidiana,
las comunicaciones, las religiones, el consumo,
el empleo… No fue solamente un evento en el
campo de la salud sino un acontecimiento ina-
barcable que hace pensar, aunque parece estar
más allá de la razón. Es algo inédito, insólito
y sorpresivo que convoca a nuevas respuestas
activas. Las acostumbradas lecturas tradiciona-
les de la pandemia sólo producen depresión,
angustia, impotencia y llevan a ideas conspira-
torias y complotísticas.
Todo sugiere que se necesita una lectura
amplia, compleja, global, que permita elabo-
rar una narrativa o descripción de algo que
es incomprensible a primera impresión por su
carácter de acontecimiento. Por tanto, hay que
tener en cuenta todos los elementos científicos,
sociales y culturales que allí se ven implicados.
Edgar Morin lo explica así:
Vivimos en un gran mercado planetario que no
ha sabido suscitar sentimientos de fraternidad
entre los países. Ha creado, de hecho, un mie-
do generalizado al futuro. Y la pandemia del
coronavirus ha iluminado esta contradicción
haciéndola aún más evidente… El desarrollo
económico-capitalístico, entonces, ha desata-
do los grandes problemas que afectan nuestro
planeta: el deterioro de la biosfera, la crisis ge-
neral de la democracia, el aumento de las des-
igualdades y de las injusticias, la proliferación
de los armamentos, los nuevos autoritarismos
demagógicos (con Estados Unidos y Brasil a la
cabeza). Por eso, hoy es necesario favorecer la
construcción de una conciencia planetaria bajo
su base humanitaria: incentivar la cooperación
entre los países con el objetivo principal de hacer
crecer los sentimientos de solidaridad y frater-
nidad entre los pueblos. (Morin, 2020, p.XX)
70
La pandemia tiene causas que van más allá
del análisis sanitario: biológicas (mezcla del vi-
rus del pangolín con la cepa de murciélago);
sociales (la pobreza en el mundo); económicas
(la razón económica es más importante que el
humanitarismo); ecológicas (trastorno de la vida
animal y humana); personales (estilo de vida
consumista y destructor además de falta de sen-
tido).Todo esto hace pensar que el Covid 19,
más que un simple virus, es un fenómeno que
implicará reflexionar sobre los modos de vida, la
organización económica y social, los efectos de
la misma globalización y proponer otro modelo
de desarrollo más equitativo, justo y humano.
Los humanos somos víctimas del mismo sis-
tema que hemos puesto en marcha basado en
la ceguera ante los límites de la naturaleza y las
consecuencias de traspasarlos porque interesa
más la ganancia, el lucro, la cantidad de bie-
nes, el lujo y olvida la vulnerabilidad del suje-
to, la naturaleza y la misma sociedad. Se creó
un hombre potente o, al menos, eso cree él,
que puede controlar, dominar y gozar. Si somos
vulnerables somos dependientes y sólo cuando
aceptamos esta realidad, se puede construir un
nuevo modo de vivir, pensar y actuar. Con-
frontados con la debilidad, se puede re-
pensar la convivencia humana en el
mundo, pues la esperanza en la
construcción de un futuro no
ha muerto todavía en la es-
pecie humana.
Habremos aprendido algo en
estos tiempos de pandemia
si sabemos redescubrir y
cultivar los auténticos va-
lores de la vida: el amor, la
amistad, la fraternidad, la so-
lidaridad. Valores esenciales que conocemos
desde siempre y que, desde siempre, desafortu-
nadamente, terminamos por olvidar. (Morin,
2020, p. XX).
Este esfuerzo de repensamiento y reconstruc-
ción de la realidad encuentra en la moral social
de la Iglesia una guía importante y aportante.
La enseñanza de la Iglesia
y la pospandemia
En el momento actual, la enseñanza social
aparece en forma sintetizante y novedosa en las
Encíclicas de Francisco denominadas Laudato
Si´(2015) y Fratelli Tutti (2020). Hay en ellas
una recopilación creativa de la reflexión cris-
tiana sobre la realidad y del aporte de lo que
en general se denomina la ética ecológica in-
tegral de muchos autores como Leonardo Boff,
Thomas Berry, Ken Wilber, Teilhard de Chardin,
Félix Guattari, Sean Esbjorn-Hargens, Michael
Zimmerman y otros, todo ello cernido a través
de una mirada evangélica. Sobre el soporte de
lo que Heidegger llamaba el cuarteto o desplie-
gue unitario de mortales, Divinos, cielo y tie-
rra (Heidegger, 2016), se establece la
armonía de la cuaternidad, para
plantear esta relación de com-
plementariedad (Dios, hom-
bre, naturaleza y sociedad)
que hace necesaria una
ecología integral que con-
lleve una ética del cuidado.
La enseñanza social cris-
tiana va superando la teología
moral casuística y normativa ini-
71
ciada en el siglo XVI y va atendiendo
a los llamados de la realidad con
una mentalidad más evangéli-
ca y atenta a los signos de
los tiempos, que da énfasis
al amor y la compasión se-
gún la parábola del Buen
Samaritano y el ejemplo
de Jesús. En este campo se
sitúan las Encíclicas Laudato
Si´ y Fratelli Tutti e indica que
el cuidado es una forma de ser
en el mundo, una actitud básica,
que hace que la persona salga de su yo
individualista y se centre en el otro con solicitud,
ternura y compasión. Todo este cuidado no se
queda en la poética del amor, sino que implica
un trabajo duro en el que intervienen las cien-
cias, la filosofía, el derecho, el arte, es decir,
es una ética dura y no simplemente una llama-
da inútil al amor. Se propone un trabajo de re-
construcción global de los cuatro polos de la
cuaternidad pero realizado con el criterio de la
completa humanización a ejemplo de Jesucristo
revelador de lo que es el hombre perfecto.
Precisamente en la búsqueda de causas y
soluciones han de intervenir todos los cam-
pos científicos investigando los orígenes de
las dificultades y aportando soluciones que,
en una forma integral contribuyan a crear un
mundo mejor.
El ethos que ama se completa con el ethos que
cuida. El cuidado constituye la categoría cen-
tral del nuevo paradigma de la civilización
que trata de emerger en todo el mundo. La
falta de cuidado en el trato dado a la natu-
raleza y a los recursos escasos; la ausencia
de cuidado en referencia al poder de la tec-
nociencia que construyó armas de
destrucción en masa, de devas-
tación de la biosfera y de la
propia supervivencia de la
especie humana, nos están
llevando a un impase sin
precedentes. O cuidamos
o perecemos. (Boff, 2003,
p.1).
Laudato Si´ está proponien-
do una “Reforma ecológica inte-
gral” que no es exclusiva del cris-
tianismo, sino que involucra a todos los
humanos, pues la crisis es evidente y es nece-
sario superar el antropocentrismo y la búsque-
da únicamente de lucro y desarrollo sin con-
trol. Urge concientizar sobre la interconexión
de todo y de la complejidad de la realidad. El
rescate de virtudes olvidadas como el cuidado
de toda criatura, la reducción del consumo lu-
jurioso, la preservación de la naturaleza y, sobre
todo, volver a la humildad del ser humano y a la
contemplación asombrada de lo creado.
Temas fundamentales en la reforma ecológi-
ca integral que proponen las Encíclicas son:
1. Leer y meditar la Escritura que nos habla de
una creación hecha para el hombre, la na-
turaleza como esa atmósfera de amor donde
Dios nos creó, y que Él sostiene y redime; el
hombre siente a Dios actuando en la crea-
ción como quien transmite la vida (dignidad
de todas las creaturas), renueva la totalidad
(acción transformante del Espíritu) y dona su
amor que riega toda relación. Textos como
los Salmos que celebran la naturaleza y unen
creación con redención, el Apocalipsis que
habla de la nueva Jerusalén (21: 6; 22: 17),
72
el Génesis y su liturgia de la creación (1) y su
énfasis en la concepción del hombre como
criatura de la tierra compartiendo el soplo de
Dios. (Job 38: 7; Sab. 19: 17; I Cor. 23: 1).
2. De ahí, resulta la conversión ecológica que
se comprende como un cambio radical y
drástico en actitudes y comportamientos. No
se puede reducir a acciones parciales y loca-
lizadas, sino un cambio profundo en los sis-
temas de producción y consumo, en la edu-
cación, en la forma de concebir la política,
en los estilos de vida, en el sistema financie-
ro y en la crítica profunda de un paradigma
sólo tecnocrático. (Francisco, 2015, n.111).
3. Hay un profundo vínculo entre cosmología,
contemplación espiritual y comportamiento
moral, pues la creación es revelatoria y no
únicamente una cantera para explotar en
forma inmisericorde. A partir del Evangelio
se ha de hacer el juicio sobre las ideologías
que comprenden el desarrollo como un im-
perio que conquista el mundo de manera ra-
cional y utilitarista y que somete los pueblos.
En esto ayudan los descubrimientos del pa-
radigma relacional en la física y la biología
contemporáneas y relacionándolos con una
teología relacional trinitaria.
4. Una nueva forma de pensar que supere el
racionalismo contemporáneo en la ciencia y
la técnica. No todo puede ser simplemente
explotación para lograr mayor beneficio sino
manejo prudente del mundo para lograr una
vida buena y humana para todos. Una cien-
cia con profundo sentido ético. Esto requiere
el paso del antropocentrismo a una visión to-
talizante y relacional de la creación y la hu-
manidad. Conviene recordar que el mismo
cristianismo no es antropocéntrico sino teo-
céntrico pues el hombre es llamado por Dios
y delegado para custodiar no para destruir.
(Francisco, 2015, n.69). Las interpretaciones
imperialistas del texto del libro del Génesis
(1: 26-28) no son tan exactas y eso lo critica,
por ejemplo, Lynn White, cuando dice que la
tradición judeo cristiana hizo posible explotar
la naturaleza con un sentido de indiferencia
ante los sentimientos de los objetos naturales.
(White, 1967). La idea cristiana es que:
Ninguna criatura es una pura función para otra
criatura. Cada criatura tiene también, en el
marco de la totalidad, una finalidad propia.
El hombre no puede usar la creación para su
bienestar como si fuera una materia prima.
Más bien, las cosas no humanas y los seres
vivos no personales son reconocidos y acogidos
por el hombre como posibilidades para cola-
borar creativamente con su razón en el plan
creador. (Muller, 2015, p.9).
5. Un diálogo amplio, social, que permita llegar
a acuerdos, consensos y que evite el enfren-
tamiento creando encuentro, reconocimiento
del otro y amabilidad. La polarización actual
de las sociedades lleva al conflicto, las gue-
rras y a la imposibilidad de vivir en paz. Se
busca el relativismo como una forma fácil
de evitar la confrontación. Todo el capítulo
VI de Fratelli Tutti hace la propuesta de un
diálogo social para alcanzar una nueva cul-
tura, una construcción comunitaria del bien
común y el logro de consensos racionales:
Hablamos de un diálogo que necesita ser enrique-
cido e iluminado por razones, por argumentos
racionales, por variedad de perspectivas, por
aportes de diversos saberes y puntos de vista,
73
y que no excluye la convicción de que es posi-
ble llegar a algunas verdades elementales que
deben y deberán ser siempre sostenidas. (Fran-
cisco, 2020, n.211).
6. Una nueva teología que evite el conceptua-
lismo clausurante invita a una reflexión re-
lacional, ecuménica, intercultural, dialógica,
colaborativa, policéntrica y contextual. La
finalidad es la completa humanización al es-
tilo de Jesucristo, revelación plena de Dios y
del hombre. Estas encíclicas no son encíclicas
“verdes”, sino que son integrales: personales,
sociales, ecológicas y trascendentes, pues la
finalidad es ayudar a recomponer el mundo
en sus múltiples relaciones de una manera
humana y plural. De ahí que se excluyan los
fundamentalismos en dichos elementos: el
ecológico, el totalitario, el teocrático y el in-
dividualista. Hoy se es consciente del daño
provocado por ellos en todos los campos. En
lugar de esas posiciones fundamentalistas se
propone una visión de fraternidad pues so-
mos habitantes de una misma casa y vamos
en la misma barca. La fraternidad es el ele-
mento olvidado de la Ilustración pues bus-
camos libertad y justicia, pero olvidamos la
fraternidad entre los hombres.
7. Urge reconstruir el mundo desde una profun-
da y sabia comprensión de lo que es el ser
humano: una existencia, donada por Dios
gratuitamente, que responde al llamado con
una ética ecológica integral que sea cuidado
de sí, cuidado del otro y los otros, cuidado
de la naturaleza y cuidado del mismo Dios.
Haciendo lo anterior, el hombre se construye
y realiza su proyecto de vida de manera res-
ponsable y comunitaria.
La propuesta de la enseñanza social de la
Iglesia es diseñar un mundo posible para el fu-
turo sobre la base de una buena antropología
trascendente, una construcción social en la que
todos participen, unos valores éticos ampliamen-
te compartidos, una comprensión inclusiva de la
economía y de la política, una fraternidad real en
las sociedades y un profundo sentido de la vida.
74
Referencias
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www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.
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casa común. En Chica, F. & Granados, C.,
Loado seas, mi Señor. Comentario a la encí-
clica Laudato si’ del papa Francisco. Madrid:
BAC.
• 	
Heidegger, M. (2016). Construir, habitar,
pensar. Teoría, (5-6), 150-162. Recuperado
de https://revistas.uchile.cl/index.php/TRA/
article/view/41564/43080
• 	
Romano, C. (2012). El acontecimiento y el
mundo. Madrid: Sígueme.
• 	
Romano, C. (2018). Acontecimiento y mun-
do. Persona y Sociedad, 21(1), 111-137.
• 	White, L. (1967). The Historical Roots of Our
Ecological Crisis. Science, (155), 1203-
1207.

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Enseñanza social de la iglesia y su aplicacion en tiempos de pandemia

  • 1.
  • 2. Título de la obra: Llamado de un copetón Autor: David Londoño Mesa Técnica: Grafito y pastel blanco Año: 2020
  • 3. 63 ENSEÑANZA SOCIAL DE LA IGLESIA Y SU APLICACIÓN EN TIEMPOS DE POSPANDEMIA * Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Magíster en Historia de la Universidad Nacional, Licenciado y Magíster en Ciencias Sociales de la Gregoriana de Roma, y Teólogo de la UPB; director del grupo de investigación Teología, Religión y Cultura de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades y docente de la Facultad de Teología de la UPB-Medellín. * PBRO. DR. CARLOS ARBOLEDA MORA carlos.arboleda@upb.edu.co
  • 4. 64 Resumen La pandemia del Covid19 es un acontecimiento entendido en la forma fenomenológica de su llegada y de su permanencia, pues irrumpe, cambia, afecta a la humanidad en su totalidad. No es un acontecimiento personal o territorial que se convierte en ob- jeto de alguna disciplina en especial o responsabilidad de ciertos actores sociales. Más allá de la búsqueda de su origen o de las causas de su aparición, hay en ella una característica revelatoria que convoca, llama y pide una respuesta. Escuchar la llamada y dar el responsorio es tarea obligada de la humanidad actual por encima de visiones sesgadas, parciales, culpabilizantes o escapis- tas. La enseñanza social de la Iglesia aporta, en este momento, una visión integral para afrontar el momento difícil mediante la acción y agencia de todos los seres humanos. La propuesta es una ética ecológica integral que reconozca la interconexión entre toda la realidad y proponga una acción de cuidado integral de la crea- ción. Ella parte del hecho de que se ha de abandonar la cultura del Yo fuerte heredado de la modernidad y buscar el yo pasible que recibe la llamada y responde con su acción ética que abarca al mismo sujeto, a la naturaleza, a la sociedad y al sentido trascen- dente. Para ello, nos servimos de los aportes, en primer lugar, de la fenomenología del acontecimiento, luego se mira dicho acon- tecimiento desde el pensamiento social de la Iglesia y proponer pistas de acción en la línea de la ética ecológica integral. Palabras clave: Pandemia, acontecimiento, fenomenología, Iglesia, libertad, ética y humanidad.
  • 5. 65 Introduccion La pandemia del Covid 19 es un aconteci- miento en sentido fenomenológico que llega abruptamente, involucra todo ser humano, lo maravilla por su imposibilidad de ser totalmen- te comprendido, y se convierte en una llamada que exige una respuesta del que es acontecido. Lo que se propone en esta reflexión es que la pandemia como acontecimiento involucra to- das las esferas de la realidad y convoca a una respuesta que no es individual, ni disciplinar, ni parcializada, sino total, en la que todos estamos comprometidos. Es algo que nos arriba intem- pestivamente para exigir, por su manifestación, una respuesta desde la libertad. No es un hecho histórico pasado sino una historia construida hacia el futuro porque es vivenciada. Desde la visión religiosa se convierte en una manifesta- ción de Dios que exige una respuesta ética con características globales. Partiendo de la noción de acontecimiento en la fenomenología, se pre- senta la propuesta de la enseñanza social de la Iglesia católica como una ayuda para lograr una reconstrucción de la humanidad que sea completamente humanizante. La pandemia como acontecimiento: la llamada Quizás en la seguridad que da el pensamien- to moderno, hemos olvidado la irrupción de los acontecimientos. Enseñados a los protocolos, las normas y la capacidad infinita del yo po- tente, se ha olvidado la novedad y el darse de lo imprevisto que puede cambiar la vida, pues todo está bajo control según esos cánones de la tecnología actual y de la creencia en el señorío absoluto del hombre sobre la naturaleza. Cuan- do llega lo imprevisto, el sujeto queda desar- mado y de ahí provienen la apatía existencial, el estupor melancólico y la impersonalidad de la responsabilidad (Romano, 2012). Se cierra el camino para que el sujeto asuma sus respon- sabilidades y se convierte en simple crítico sin razones, buscando en el alejamiento y la nega- ción un consuelo a su inacción. O, simplemen- te, culpa a los actores externos o a las leyes de la historia de lo sucedido. La cotidianidad de la sensación de control impide que se piense en una realidad convocante que está más allá de los actos comunes y corrientes. Se buscan así causas comunes como decir que todo es castigo de Dios, un complot de las grandes potencias, un mal manejo de la situación o cosas del des- tino. Se ha perdido la capacidad de estar a la escucha de lo que se da como acontecimiento que marca la existencia pues se está sumergido en la cotidianidad de la técnica, la costumbre y la norma. Claude Romano nos presenta una buena des- cripción de lo que es un acontecimiento, pues en cualquier instante puede llegar lo que nos cambia totalmente que es lo que ha ocurrido con la pandemia. Allí es donde se da la mani- festación de la realidad que cambia la existen- cia del que él llama el adveniente, el humano que sufre el acontecimiento. (Romano, 2018). Las cuatro características del evento o aconte- cimiento son: 1. Arriba y singulariza al sujeto, pues llega al llamado “adveniente” que se constituye por la llegada del acontecimiento y esa ipseidad constituida es la capacidad de mantenerse
  • 6. 66 pasible para recibir lo que llega. Es la dis- ponibilidad a la apertura y la posibilidad de responder a la llamada. 2. El arribo establece una ipseidad nueva y un mundo nuevo, irrumpe y cambia, trastoca todo con la novedad de lo que llega sin nin- guna previsión ni aviso. 3. Su llegada es anárquica, pero da sentido a la vida humana. 4. No requiere ni tiene ninguna intencionalidad de parte del sujeto, ni es un hecho común en la vida del hombre, no fue calculado, pero sí cambia la existencia de manera radical, es una sorpresa que induce al cambio de ruta. (Romano 2012, p.80). Así, la pandemia es un verdadero evento: lle- ga abruptamente, crea nuevas ipseidades, no era esperada ni calculada, pero ha cambiado el mundo. Lo acontecido, no es un mero hecho ni dato humano. El acontecimiento es referido a lo hu- mano porque el ser humano da sentido a los diversos rostros o dimensiones que componen el sentido. Lo íntimo del acontecimiento es que da sentido al hecho. “El acontecimiento es, por consiguiente, ese sentido irreductible que surge en la aventura humana como su propio origen y puede ser comprendido en su tenor aconte- cedero propio, pero no explicado” (Romano 2012, p.93). El exceso de interpretación ba- nal (es castigo de Dios, es una epidemia como otras, todo eso pasará, es un complot de ciertos países…), puede alejarnos del significante y de lo significado de lo acontecido. Todo acontecimiento está relacionado con la experiencia sensible y la desborda pues él se manifiesta en sí mismo al rostro que acontece. Aunque la configuración de la realidad “puli- da”, ha trastocado la vulnerabilidad como fe- nómeno natural a lo humano, Byung Chul Han (2015) llama la atención sobre lo pulido, lo liso, lo impecable, marcas de la sociedad contem- poránea. Lo bello natural se ha convertido en lo bello satinado y digital, controlable y trazable; todo tiene su protocolo e indica la invulnerabili- dad del suceso. La belleza de lo pulido evade el dolor, la muerte, la imprevisibilidad, la enferme- dad y hace que la vulnerabilidad no sea propia de los tiempos modernos. Lo vulnerable son los daños colaterales, lo imprevisto, lo que no te- nía que suceder. Es la belleza de lo pulido, la belleza que no provoca conmoción ni reacción, la que se impone y lanza por la borda la con- templación, el acontecimiento, lo vulnerable, el cansancio, la pobreza… El mundo de lo pulido es un mundo de hedonis- mo, un mundo de pura positividad en el que no hay ningún dolor, ninguna herida, ningu- na culpa¨… Pero ella no da a luz a ningún redentor, a ningún homo doloris cubierto de heridas y con una corona de espinas, sino a un champán, a una botella de Dom Pérignon Rosé cosecha de 2003, que se encuentra en su vientre… escenifica una religión de lo pulido, de lo banal; es más, una religión del consumo, al precio de que toda negatividad debe quedar eliminada. (Han, 2015, p.16). La negatividad-vulnerabilidad es la que pue- de hacer sentir la salvación de lo bello. Hay una estética de la vulnerabilidad, pues el dolor del otro, la vulneración de la realidad total, permite
  • 7. 67 experimentar la propia vulnerabilidad. Cuando se vive y experimenta la vulneración del sentido, del grupo, de la naturaleza y del propio sí mis- mo, es cuando se reconoce a partir del dolor, la realidad del ser humano. Este solo puede asu- mir su dolor cuando siente que hay otro que lo mira y le asegure la posibilidad de ser amado. La hipersensibilidad humana y los avances de la Cuarta revolución industrial, desestiman que lo humano sea correlativo a las vulnerabilidades. La enunciada cultura líquida y las hiper-realida- des trastornan la tensión histórica de la cultura humana. Es importante reconocer que, desde esta perspectiva, el interpelado crea un signifi- cado y es afectado. Esta afectación fenomeno- lógica no está reducida solo a una comprensión o interpretación del hecho. El acontecimiento transforma el mundo. En esto puede radicar el cambio de paradigma epistemológico para responder a los desafíos de la cultura humana. Se parte de la experiencia, una experiencia sen- sible que vivencia lo acontecido. Es en la carne donde se experimenta el acontecimiento, pero hoy se busca la excarnación, salir del cuerpo (cirugía estética, prótesis, cambio de rostro, co- municación únicamente virtual…) y al hacerlo se cae en la no-comunicación carnal, en la apatía e indiferencia frente a la vulnerabilidad, pues el dolor se reduce a una noticia en la televisión. El acontecimiento posee la gratuidad del rostro. Esta fenomenología del acontecimiento provoca ir más allá de la otredad ética levina- siana, para interpelar una otredad encarnada en el rostro. La experiencia de la fragilidad de lo humano, que se encarna en el acontecimien- to de un rostro, supera lo racional, es exceden- te, pero refiere, desde la cuaternidad, que las dimensiones que componen el sentido humano todas son un rostro (rostro de Dios, rostro del otro, rostro de la comunidad, rostro de la na- turaleza). El acontecimiento es una experiencia sensible, mística y su reflejo debe manifestarse en una alteridad encarnada, con rostros. Dios, la persona, la comunidad y el hábitat tienen rostro, están encarnados. Sienten, están vivos, expresan dolor, sufrimiento, felicidad y alegría. El acontecimiento está encarnado-donado en la cuaternidad y allí se descubre su llamado, su apelación. Será Heidegger quien ayude a entender la armonía de la cuaternidad. Hay en él una con- sideración de la armonía de todas las cosas que puede servir para entender el lugar del hom- bre, los hombres, la naturaleza y el sentido. La conferencia “Construir, habitar, pensar” (Heide- gger, 1997, p.199) indica precisamente los ca-
  • 8. 68 minos de esa armonía. Podría pensarse que allí está él dando una tematización de lo que es el hombre en sí, con los otros y con la naturaleza: el Ser se re- vela en el entrecruzarse de los cuatro (cielo, tierra, mortales y divinos). En el salvar la tierra, en el aco- ger el Cielo, en el esperar a los Divinos, en el guiar de los mor- tales, se acontece el habitar en cuanto cuádruple proteger de lo cuadrante. Proteger quiere de- cir: custodiar lo cuadrante en su esencia. Lo que es tomado en custodia tiene que ser alberga- do. (Heidegger, 2016, p.154). La modernidad, en su afán de distinguir, cortar, separar y es- pecializar, ha desvinculado los cuatro y ha provocado la crisis de hoy (especificación funcional y diferenciación estructural en la sociedad y en las ciencias). El cuidado y el proteger se han retirado para dejar campo al transformar, produ- cir y rentar. La ética originaria del cuidar cedió el paso a la producción en masa destructiva del hábitat y de las relaciones. Esto ha de provocar volver a la armonía de la cuaternidad: sentido, sujeto, naturaleza y sociedad. Cuando sobreviene el acontecimiento y se maravilla ante él, se siente la llamada de algo más allá de lo habitual y se comprende la re- velación que trae. Él no aporta conocimientos teóricos sino existenciales, una nueva compren- sión del mundo y de sí mismo que se convierte en una enseñanza. Es el apren- der algo que está fuera de los conocimientos y prácticas coti- dianas, pues es novedad, es el novum de un nuevo aprendizaje. En el caso del Covid es volver a aprender que somos vulnerables, que somos alteridad, que somos relación y que estamos en medio de la naturaleza. Es un recons- truirnos a partir de lo que somos: seres vulnerables, débiles, ne- cesitados del cuidado. El acon- tecimiento pandémico nos baja de la prepotencia del hombre poderoso para ubicarnos frente al hombre humus de la tierra. Es como un viaje a los orígenes para recuperar la humildad de la humanidad después de la eufo- ria de las épocas de la razón, el progreso y el desarrollo sin fin. La pandemia nos llega e inunda y sobrepasa las cate- gorías habituales de control y conocimiento: no lo podemos medir en su cantidad ni en su relación pues todas las ciencias tienen que in- tervenir para tratar de configurarlo, una sola no basta. Afecta a todos los hombres en su carne de manera indefinible y no cabe en la univocidad de un concepto. Es un fenómeno que maravilla, inunda, deja perplejidad y escapa a una sola definición. Es algo tan enorme que violenta los límites de los fenómenos habituales y escapa al ideal moderno de la representación objetivante. Sólo queda recibirlo como tal y atender a su llamado que nos dice simplemente que somos seres vulnerables y necesitados del cuidado. La ética originaria del cuidar cedió el paso a la producción en masa destructiva del hábitat y de las relaciones.
  • 9. 69 La respuesta, por tanto, se sitúa en una ética integral del cuidado. Allí es cuando el aconte- cimiento pandemial ilumina sus propias causas y suscita su propio pasado germinal, que con- voca a la reflexión sobre el proyecto vital que está siguiendo la humanidad y a proponer una reestructuración del mundo. Multicausalidad e interconexión El acontecimiento del Covid ha afectado toda la vida. Lo que podía parecer en un inicio una simple situación sanitaria se ha convertido en una polipandemia global y sistémica pues afec- ta a la economía, la ecología, las finanzas, el empleo, la cultura, la política, la vida cotidiana, las comunicaciones, las religiones, el consumo, el empleo… No fue solamente un evento en el campo de la salud sino un acontecimiento ina- barcable que hace pensar, aunque parece estar más allá de la razón. Es algo inédito, insólito y sorpresivo que convoca a nuevas respuestas activas. Las acostumbradas lecturas tradiciona- les de la pandemia sólo producen depresión, angustia, impotencia y llevan a ideas conspira- torias y complotísticas. Todo sugiere que se necesita una lectura amplia, compleja, global, que permita elabo- rar una narrativa o descripción de algo que es incomprensible a primera impresión por su carácter de acontecimiento. Por tanto, hay que tener en cuenta todos los elementos científicos, sociales y culturales que allí se ven implicados. Edgar Morin lo explica así: Vivimos en un gran mercado planetario que no ha sabido suscitar sentimientos de fraternidad entre los países. Ha creado, de hecho, un mie- do generalizado al futuro. Y la pandemia del coronavirus ha iluminado esta contradicción haciéndola aún más evidente… El desarrollo económico-capitalístico, entonces, ha desata- do los grandes problemas que afectan nuestro planeta: el deterioro de la biosfera, la crisis ge- neral de la democracia, el aumento de las des- igualdades y de las injusticias, la proliferación de los armamentos, los nuevos autoritarismos demagógicos (con Estados Unidos y Brasil a la cabeza). Por eso, hoy es necesario favorecer la construcción de una conciencia planetaria bajo su base humanitaria: incentivar la cooperación entre los países con el objetivo principal de hacer crecer los sentimientos de solidaridad y frater- nidad entre los pueblos. (Morin, 2020, p.XX)
  • 10. 70 La pandemia tiene causas que van más allá del análisis sanitario: biológicas (mezcla del vi- rus del pangolín con la cepa de murciélago); sociales (la pobreza en el mundo); económicas (la razón económica es más importante que el humanitarismo); ecológicas (trastorno de la vida animal y humana); personales (estilo de vida consumista y destructor además de falta de sen- tido).Todo esto hace pensar que el Covid 19, más que un simple virus, es un fenómeno que implicará reflexionar sobre los modos de vida, la organización económica y social, los efectos de la misma globalización y proponer otro modelo de desarrollo más equitativo, justo y humano. Los humanos somos víctimas del mismo sis- tema que hemos puesto en marcha basado en la ceguera ante los límites de la naturaleza y las consecuencias de traspasarlos porque interesa más la ganancia, el lucro, la cantidad de bie- nes, el lujo y olvida la vulnerabilidad del suje- to, la naturaleza y la misma sociedad. Se creó un hombre potente o, al menos, eso cree él, que puede controlar, dominar y gozar. Si somos vulnerables somos dependientes y sólo cuando aceptamos esta realidad, se puede construir un nuevo modo de vivir, pensar y actuar. Con- frontados con la debilidad, se puede re- pensar la convivencia humana en el mundo, pues la esperanza en la construcción de un futuro no ha muerto todavía en la es- pecie humana. Habremos aprendido algo en estos tiempos de pandemia si sabemos redescubrir y cultivar los auténticos va- lores de la vida: el amor, la amistad, la fraternidad, la so- lidaridad. Valores esenciales que conocemos desde siempre y que, desde siempre, desafortu- nadamente, terminamos por olvidar. (Morin, 2020, p. XX). Este esfuerzo de repensamiento y reconstruc- ción de la realidad encuentra en la moral social de la Iglesia una guía importante y aportante. La enseñanza de la Iglesia y la pospandemia En el momento actual, la enseñanza social aparece en forma sintetizante y novedosa en las Encíclicas de Francisco denominadas Laudato Si´(2015) y Fratelli Tutti (2020). Hay en ellas una recopilación creativa de la reflexión cris- tiana sobre la realidad y del aporte de lo que en general se denomina la ética ecológica in- tegral de muchos autores como Leonardo Boff, Thomas Berry, Ken Wilber, Teilhard de Chardin, Félix Guattari, Sean Esbjorn-Hargens, Michael Zimmerman y otros, todo ello cernido a través de una mirada evangélica. Sobre el soporte de lo que Heidegger llamaba el cuarteto o desplie- gue unitario de mortales, Divinos, cielo y tie- rra (Heidegger, 2016), se establece la armonía de la cuaternidad, para plantear esta relación de com- plementariedad (Dios, hom- bre, naturaleza y sociedad) que hace necesaria una ecología integral que con- lleve una ética del cuidado. La enseñanza social cris- tiana va superando la teología moral casuística y normativa ini-
  • 11. 71 ciada en el siglo XVI y va atendiendo a los llamados de la realidad con una mentalidad más evangéli- ca y atenta a los signos de los tiempos, que da énfasis al amor y la compasión se- gún la parábola del Buen Samaritano y el ejemplo de Jesús. En este campo se sitúan las Encíclicas Laudato Si´ y Fratelli Tutti e indica que el cuidado es una forma de ser en el mundo, una actitud básica, que hace que la persona salga de su yo individualista y se centre en el otro con solicitud, ternura y compasión. Todo este cuidado no se queda en la poética del amor, sino que implica un trabajo duro en el que intervienen las cien- cias, la filosofía, el derecho, el arte, es decir, es una ética dura y no simplemente una llama- da inútil al amor. Se propone un trabajo de re- construcción global de los cuatro polos de la cuaternidad pero realizado con el criterio de la completa humanización a ejemplo de Jesucristo revelador de lo que es el hombre perfecto. Precisamente en la búsqueda de causas y soluciones han de intervenir todos los cam- pos científicos investigando los orígenes de las dificultades y aportando soluciones que, en una forma integral contribuyan a crear un mundo mejor. El ethos que ama se completa con el ethos que cuida. El cuidado constituye la categoría cen- tral del nuevo paradigma de la civilización que trata de emerger en todo el mundo. La falta de cuidado en el trato dado a la natu- raleza y a los recursos escasos; la ausencia de cuidado en referencia al poder de la tec- nociencia que construyó armas de destrucción en masa, de devas- tación de la biosfera y de la propia supervivencia de la especie humana, nos están llevando a un impase sin precedentes. O cuidamos o perecemos. (Boff, 2003, p.1). Laudato Si´ está proponien- do una “Reforma ecológica inte- gral” que no es exclusiva del cris- tianismo, sino que involucra a todos los humanos, pues la crisis es evidente y es nece- sario superar el antropocentrismo y la búsque- da únicamente de lucro y desarrollo sin con- trol. Urge concientizar sobre la interconexión de todo y de la complejidad de la realidad. El rescate de virtudes olvidadas como el cuidado de toda criatura, la reducción del consumo lu- jurioso, la preservación de la naturaleza y, sobre todo, volver a la humildad del ser humano y a la contemplación asombrada de lo creado. Temas fundamentales en la reforma ecológi- ca integral que proponen las Encíclicas son: 1. Leer y meditar la Escritura que nos habla de una creación hecha para el hombre, la na- turaleza como esa atmósfera de amor donde Dios nos creó, y que Él sostiene y redime; el hombre siente a Dios actuando en la crea- ción como quien transmite la vida (dignidad de todas las creaturas), renueva la totalidad (acción transformante del Espíritu) y dona su amor que riega toda relación. Textos como los Salmos que celebran la naturaleza y unen creación con redención, el Apocalipsis que habla de la nueva Jerusalén (21: 6; 22: 17),
  • 12. 72 el Génesis y su liturgia de la creación (1) y su énfasis en la concepción del hombre como criatura de la tierra compartiendo el soplo de Dios. (Job 38: 7; Sab. 19: 17; I Cor. 23: 1). 2. De ahí, resulta la conversión ecológica que se comprende como un cambio radical y drástico en actitudes y comportamientos. No se puede reducir a acciones parciales y loca- lizadas, sino un cambio profundo en los sis- temas de producción y consumo, en la edu- cación, en la forma de concebir la política, en los estilos de vida, en el sistema financie- ro y en la crítica profunda de un paradigma sólo tecnocrático. (Francisco, 2015, n.111). 3. Hay un profundo vínculo entre cosmología, contemplación espiritual y comportamiento moral, pues la creación es revelatoria y no únicamente una cantera para explotar en forma inmisericorde. A partir del Evangelio se ha de hacer el juicio sobre las ideologías que comprenden el desarrollo como un im- perio que conquista el mundo de manera ra- cional y utilitarista y que somete los pueblos. En esto ayudan los descubrimientos del pa- radigma relacional en la física y la biología contemporáneas y relacionándolos con una teología relacional trinitaria. 4. Una nueva forma de pensar que supere el racionalismo contemporáneo en la ciencia y la técnica. No todo puede ser simplemente explotación para lograr mayor beneficio sino manejo prudente del mundo para lograr una vida buena y humana para todos. Una cien- cia con profundo sentido ético. Esto requiere el paso del antropocentrismo a una visión to- talizante y relacional de la creación y la hu- manidad. Conviene recordar que el mismo cristianismo no es antropocéntrico sino teo- céntrico pues el hombre es llamado por Dios y delegado para custodiar no para destruir. (Francisco, 2015, n.69). Las interpretaciones imperialistas del texto del libro del Génesis (1: 26-28) no son tan exactas y eso lo critica, por ejemplo, Lynn White, cuando dice que la tradición judeo cristiana hizo posible explotar la naturaleza con un sentido de indiferencia ante los sentimientos de los objetos naturales. (White, 1967). La idea cristiana es que: Ninguna criatura es una pura función para otra criatura. Cada criatura tiene también, en el marco de la totalidad, una finalidad propia. El hombre no puede usar la creación para su bienestar como si fuera una materia prima. Más bien, las cosas no humanas y los seres vivos no personales son reconocidos y acogidos por el hombre como posibilidades para cola- borar creativamente con su razón en el plan creador. (Muller, 2015, p.9). 5. Un diálogo amplio, social, que permita llegar a acuerdos, consensos y que evite el enfren- tamiento creando encuentro, reconocimiento del otro y amabilidad. La polarización actual de las sociedades lleva al conflicto, las gue- rras y a la imposibilidad de vivir en paz. Se busca el relativismo como una forma fácil de evitar la confrontación. Todo el capítulo VI de Fratelli Tutti hace la propuesta de un diálogo social para alcanzar una nueva cul- tura, una construcción comunitaria del bien común y el logro de consensos racionales: Hablamos de un diálogo que necesita ser enrique- cido e iluminado por razones, por argumentos racionales, por variedad de perspectivas, por aportes de diversos saberes y puntos de vista,
  • 13. 73 y que no excluye la convicción de que es posi- ble llegar a algunas verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas. (Fran- cisco, 2020, n.211). 6. Una nueva teología que evite el conceptua- lismo clausurante invita a una reflexión re- lacional, ecuménica, intercultural, dialógica, colaborativa, policéntrica y contextual. La finalidad es la completa humanización al es- tilo de Jesucristo, revelación plena de Dios y del hombre. Estas encíclicas no son encíclicas “verdes”, sino que son integrales: personales, sociales, ecológicas y trascendentes, pues la finalidad es ayudar a recomponer el mundo en sus múltiples relaciones de una manera humana y plural. De ahí que se excluyan los fundamentalismos en dichos elementos: el ecológico, el totalitario, el teocrático y el in- dividualista. Hoy se es consciente del daño provocado por ellos en todos los campos. En lugar de esas posiciones fundamentalistas se propone una visión de fraternidad pues so- mos habitantes de una misma casa y vamos en la misma barca. La fraternidad es el ele- mento olvidado de la Ilustración pues bus- camos libertad y justicia, pero olvidamos la fraternidad entre los hombres. 7. Urge reconstruir el mundo desde una profun- da y sabia comprensión de lo que es el ser humano: una existencia, donada por Dios gratuitamente, que responde al llamado con una ética ecológica integral que sea cuidado de sí, cuidado del otro y los otros, cuidado de la naturaleza y cuidado del mismo Dios. Haciendo lo anterior, el hombre se construye y realiza su proyecto de vida de manera res- ponsable y comunitaria. La propuesta de la enseñanza social de la Iglesia es diseñar un mundo posible para el fu- turo sobre la base de una buena antropología trascendente, una construcción social en la que todos participen, unos valores éticos ampliamen- te compartidos, una comprensión inclusiva de la economía y de la política, una fraternidad real en las sociedades y un profundo sentido de la vida.
  • 14. 74 Referencias • Boff, L. (2003). El ethos que cuida. Co- lumna semanal. Recuperado de https:// www.servicioskoinonia.org/boff/articulo. php?num=023 • Morin, E. (11 de abril de 2020). Vivimos en un mercado planetario que no ha sabi- do suscitar fraternidad entre los pueblos. El País. Recuperado de https://elpais.com/cul- tura/2020-04-11/edgar-morin-vivimos-en- un-mercado-planetario-que-no-ha-sabido- suscitar-fraternidad-entre-los-pueblos.html • Francisco. (2015). Carta encíclica Laudato si’ del santo padre Francisco sobre el cuida- do de la casa común. Ciudad del Vaticano: Vatican Press. Recuperado de https://www. vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/ documents/papa-francesco_20150524_en- ciclica-laudato-si.html • Francisco. (2020). Carta encíclica Fratelli Tut- ti del santo padre Francisco sobre la fraterni- dad y la amistad social. Ciudad del Vaticano: Vatican Press. Recuperado de https://www. vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/ documents/papa-francesco_20201003_en- ciclica-fratelli-tutti.html • Han, B.C. (2015). La salvación de lo bello. Barcelona: Herder. • Muller, G. L. (2015). La preocupación por la casa común. En Chica, F. & Granados, C., Loado seas, mi Señor. Comentario a la encí- clica Laudato si’ del papa Francisco. Madrid: BAC. • Heidegger, M. (2016). Construir, habitar, pensar. Teoría, (5-6), 150-162. Recuperado de https://revistas.uchile.cl/index.php/TRA/ article/view/41564/43080 • Romano, C. (2012). El acontecimiento y el mundo. Madrid: Sígueme. • Romano, C. (2018). Acontecimiento y mun- do. Persona y Sociedad, 21(1), 111-137. • White, L. (1967). The Historical Roots of Our Ecological Crisis. Science, (155), 1203- 1207.