vamos a hablar sobre discapacidad, pero realizando un breve análisis teniendo en cuenta qué concepción de persona y de alteridad atraviesa el/los discurso/s analizado/s y desde qué modelo de discapacidad se aborda la temática (prescindencia, médico/rehabilitador y/o social).
1. Vamos a hablar sobre discapacidad, pero realizando un breve análisis teniendo en
cuenta qué concepción de persona y de alteridad atraviesa el/los discurso/s analizado/s y
desde qué modelo de discapacidad se aborda la temática (prescindencia,
médico/rehabilitador y/o social).
El video comienza con la introducción de un prólogo donde explica como era el
pensamiento hegemónico de la sociedad a mitad del siglo XX. A pesar de la declaración
de los Derechos Humanos en 1948, donde indicaba que “la libertad, la justicia y la paz
en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” (DDHH,
prólogo), la exclusión, segregación y discriminación racial seguían intensificándose en
el mundo. Luego de una intensa lucha por parte de los afroamericanos, obtuvieron el
reconocimiento que los consideraba como sujetos de derecho. Pero el trabajo más difícil
fue que la sociedad reconozca sus derechos y se produzca una verdadera inclusión, un
cambio de paradigma, que afiance “sus bases en los derechos humanos, la igualdad de
2. oportunidades y la no discriminación” (INADI, 2012; 3).
Avanzando con nuestro análisis, a continuación sigue el capítulo 1 denominado “Los
malditos”, a nuestra consideración, creemos que esta parte del video relata y contiene
imágenes muy fuertes que reflejan las aberraciones que sufrieron las personas con
discapacidad, solo por no poseer “un cuerpo que reúne y represente aquellos valores
morales y políticos fundamentales para la reproducción social” (Ferrante, 2014; 13). Es
decir, que el modelo de discapacidad en esa época, establecía que las personas
‘discapacitadas’ debían ser excluidas de la sociedad o que ella podía prescindir de
dichas personas. Este enfoque denominado como modelo de prescindencia, “opta por la
exclusión del ‘discapacitado’, subestimándolo, rechazándolo por no ser considerado un
agente social útil” (Pérez y Gallardo, 2013; 3), ya sea por creer que la génesis de la
discapacidad se debía a un fundamento religioso, una especie de castigo divino o porque
el ‘discapacitado’ era una carga social, para la familia y la comunidad. Estas personas
con ‘predominantes’ diferencias, fueron excluidas a asilos, los cuales “mantenían a estas
personas ‘indeseables’ y físicamente no atractivas fuera de la vista y, por lo tanto, de la
conciencia pública” (Lus, 1995; 17). Como explica el video, las personas con
3. diferencias físicas fueron categorizadas de acuerdo a sus ‘faltas’ como discapacitados
físicos, sensoriales, intelectuales o cognitivos, con el propósito de ser ‘curados’ bajo
atención medica y poder reintegrarse a la sociedad una vez rehabilitados de sus
‘enfermedades’.
En este punto, observamos que se produjo un cambio de perspectiva, ahora la sociedad
legitima el modelo de rehabilitación, “este entiende que la discapacidad obedece a
causas individuales y médicas y que por ello toda persona con discapacidad debe ser
rehabilitada de modo que pueda ejercer normalmente su función en la sociedad”
(INADI; 2). En este punto, entra en eje la medicalización, que si bien esta relacionada
con la medicina, ésta a penetrado en varias disciplinas, y en términos de Skliar “existe,
es claro, una práctica de medicalización directamente orientada hacia el cuerpo (del)
deficiente, pero existe, sobre todo una medicalización de su vida cotidiana, de la
pedagogía, de su escolarización, de su sexualidad” (Skliar, 2000; 36). Es así como el
discurso medico mediante evaluaciones certificaba quienes eran considerados
‘normales’ y ‘anormales’ plasmando una separación social “respecto de quién es
discapacitado y en qué grado” (Kipen y Vallejos, 2009; 157). Sin embargo,
encontramos que bajo la idea de discriminación hacia los ‘discapacitados’, refiere a las
relaciones de poder que se dan dentro de cualquier sociedad. Esta oposición binaria
entre ‘normales’ y ‘anormales’ nos lleva a pensar en la ideología de la normalidad en
términos de “dominación social de un modo no transparente” (Zizek en Kipen y
Vallejos; 156), es decir, que esta dominación social tiene que estar enmascarada para
que cumpla su real objetivo.
Lo que intentamos explicar aquí es que la dominación no solamente es social, sino que
también existe una real violación simbólica y cultural hacia aquellos denominados como
‘discapacitados’, y ésta se refleja en las desigualdades materiales por las que tienen que
atravesar estas personas. Cuando nos referimos a desigualdades materiales estamos
hablando del no acceso al campo laboral, sanitario, en el área educativa y tecnológica y
falta de accesibilidad entre otras cosas. La exclusión por la que transitan los
‘discapacitados’ es tan evidente que puede reflejarse en las prácticas sociales e
institucionales, “prácticas para las que estos sujetos, denominados personas con
discapacidad o discapacitados, están inhabilitados” (Kipen y Vallejos; 165) por ser
categorizados como personas que carecen de algo, ya sea en su cuerpo o la ‘falta de
inteligencia’.
4. A pesar de que el modelo médico o de rehabilitación toca la cima en la década del ´60, y
que hoy en día sigue siendo el modelo hegemónico, surge un cambio de perspectiva
llamado modelo social. El capítulo 2, “La integración”, muestra el pasaje de un modelo
a otro, no obstante, no se produce una verdadera inclusión social sino más bien una
integración social, es decir, que “las bases del Principio de Integración, basado en la
Normalización, implica que el peso central está puesto en la persona que es la que tiene
que adecuarse, con los apoyos necesarios, al medio”. (INADI; 4) En otras palabras, es el
‘discapacitado’ quien se tiene que adecuar a las normas impuestas por la sociedad
dominante, de lo contrario, debe sufrir la exclusión. Estas relaciones de poderes
representadas bajo las oposiciones binarias de normal/anormal, nos lleva a pensar en las
palabras de Skliar, que “la alteridad deficiente es un ejemplo de la voracidad con que el
pequeño mundo, sin soluciones, inventa y excluye a esos otros.” (Skliar, 2000; 34)
El proceso de integración funcionó como entrada para la inclusión, para la llegada de
una nueva concepción y la transformación del sentido común, de la ideología de
normalidad, un cambio de políticas sociales, culturales, económicas, etc. Como vemos
en el capítulo final ‘El movimiento’, estos grupos marginados decidieron tomar partido
por sus derechos, hacerlos respetar y cambiar los paradigmas vigentes de ese entonces.
Es en este momento donde surge un nuevo modelo, el modelo social, “que considera
que el origen de la discapacidad obedece a causas preponderantemente sociales”
(INADI; 2), es decir, que la ‘discapacidad’ ya no es atribuida al individuo sino que es
una construcción social. En este punto, desde una mirada crítica, es donde nos situamos,
en comprender que las personas con discapacidad no son diferentes o especiales, sino
que todos lo somos, dentro de la diversidad que existe en el mundo, no se deben
considerar a las personas como limitadas para realizar ciertas actividades, porque de lo
contrario estaríamos reproduciendo el modelo hegemónico excluyente. Este modelo
propone la inclusión social, donde las barreras de la exclusión son impuestas por el
contexto, y “se espera lo máximo de cada unx, y se le dan todos los medios y apoyos
para que transiten sus caminos”. (INADI; 5) En síntesis, las personas no son quienes
poseen la discapacidad sino que es su entorno quien las impone, al no brindar la
oportunidad de igualdades con el otro.