2. Quiero mejorarme, ya no deseo volver a probar una y otra vez
esos pequeños sinsabores que nos depara el destino como
siempre lo hice, quiero gozar el presente, que el pasado sea
pasado.
Las penas del ser humano serían mucho menores si los hombres
no se dedicaran con tanto afán – sólo Dios sabe por qué – a
empeñarse con la imaginación en volver a recordar los dolores
del pasado, en vez de soportar aceptablemente el presente.
No sé qué de ofensivo he de tener para la gente. Son muchos los
que me estiman y se acercan a mí, pero me duele que el camino
que compartimos se separe después de un trayecto.
3. Que los niños no saben lo que quieren, en eso coinciden tantos
pedagogos como maestros, pero que los mayores deambulan por
esta tierra igual que los niños, sin saber de dónde vienen ni a donde
van, son saber los verdaderos motivos de su hacer, regidos por
dulces y azotes, eso no lo quiere reconocer nadie, y a mi, sin
embargo, se me hace tan evidente.
Desde entonces el sol, la luna y las estrellas pueden salir y
ocultarse cuando y como quieran, yo no sé ya cuándo es de día ni
cuándo es de noche, cuándo hace sol o cuándo hace luna; para mí
ha desaparecido el universo en su totalidad.
4. Pobres de aquellos que sirven del poder que tienen sobre otro
corazón para privarlo de las alegrías más elementales que crea de sí
mismo. No hay regalos, no hay atenciones en este mundo que
puedan suplir un solo instante de verdadera alegría, envenenado
por la celosa envidia de nuestro tirano.
¡Qué sería para nuestro corazón un mundo sin amor! Lo que una
linterna mágica sin luz
En eso las mujeres son muy listas y cuidadosas: Si pueden
mantener en armonía a sus dos pretendientes, las ventajas serán
para ellas, a pesar de que el caso se de muy rara vez.
5. Aprieto los dientes y me río de mi desgracia y me burlo el doble
y el triple de aquellos que dicen que debo resignarme y que no
podía ser de otra manera. ¡Sáqueme de encima a esos idiotas!
En esta vida son pocos los momentos que se resuelven con un sí o
con un no.
Podría llevar la vida más alegre y feliz si no fuera un necio.
¿Puedes exigirle al desgraciado cuya vida se va consumiendo lenta
pero inexorablemente por culpa de un mal incurable, puedes
pedirle que ponga fin a su tormento dándose una puñalada? ¿Y
acaso no es el mismo mal que le roba las últimas fuerzas el que al
mismo tiempo le quita la voluntad de librarse de él?
6. Por qué solo si somos capaces de compartir lo afectivo tenemos
derecho a hablar sobre ello. La naturaleza humana no tiene sus
limites: puede soportar la felicidad, el sufrimiento, el dolor, solo
si sucumbe en cuanto lo ha sobrepasado.
En este mundo, está claro, para el ser humano no hay nada más
imprescindible que el amor.
¿Por qué será que lo que colma de felicidad al hombre es al
mismo tiempo la fuente de sus desgracias?
Tantas veces sentimos que nos falta algo, y justamente eso que
creemos no poseer nos parece que lo tienen los otros, a los que
además les atribuimos nuestras cualidades y encima cierta placidez
ideal.
7. No hay satisfacción grande ni más cálida en el mundo que la de notar
que alguien abre su espíritu a uno.
¡Ah, qué vacío! Este espantoso vacío que siento en mi pecho. A veces
pienso que, si pudiera una vez, una sola vez, estrecharla contra mi
corazón, todo ese gran vacío volvería a estar pleno.
Todo en todo, tus amigos te respetan, a veces les produces alegrías, y
tu corazón tiene la sensación de que, si no fuera así, ¿Qué pasaría si
llegaras a irte, si abandonaras este circulo? ¿Sentirían acaso…? , ¿Y
hasta cuando sentirían el vacío que les produciría tu partida? ¿Cuánto
tiempo? Oh, qué pasajero es el hombre, incluso en aquellos lugares en
los que cree tener la certeza de ocupar un espacio, allí donde es
consciente de que su presencia tiene un significado, en el recuerdo, en
el alma de sus amados, saber que se extinguirá, desaparecerá, y ¡en tan
poco tiempo!
8. Quisiera abrirme el pecho tantas veces y hundirme los sesos
cuando me doy cuenta de qué poco significamos el uno para el
otro. El amor, la felicidad, el calor y la ternura que soy incapaz de
entregar, el otro tampoco me los dará, y no podré alegrar al
prójimo con un corazón lleno de dicha si él mantiene su frialdad y
su desgano.
Tengo tanto para dar y mis sentimientos hacia lo consumen todo,
tengo tanto, tanto, y sin ella todo se convierte en nada.
¡Cuántas veces me habré acostado a dormir con el deseo, si, a
veces hasta con la esperanza, de no volver a despertar jamás! A la
mañana abro los ojos, veo los rayos del sol y me siento
desgraciado.
9. A veces me digo: Tu destino es único. Los otros sí pueden
llamarse felices porque ninguno ha sido atormentado como yo.
Después me pongo a leer un poeta antiguo y es como si estuviera
viendo mi propio corazón. Tengo tanto que soportar ¿Es que ya
hubo hombres que han sufrido tanto como yo?
¡Cuánto habría dado por dejar mi condición humana y poder ser
como el viento y partir a las nubes, para poder asir las olas! ¿Acaso
no se le podrá conceder semejante dicha a un prisionero?
Ése ha sido mi destino, el de ser motivo de preocupación a los que
en realidad debía darles felicidad.