2. DIRECTORIO
JUNTA DIRECTIVA
Maria Georgina
Daniel Moreno
Javier Cuellar
CONSEJO EDITORIAL
Isaac Martinez
Ricardo Vázquez
ILUSTRACIONES
Cristian Fernandez
Guillermina Baena
CONSEJO EDITORIAL DE CAPITULOS
Enlace cultural Ciudad de México
Enlace cultural Guerrero
Enlace cultural Sonora
3. SUMARIO
POESÍA MARÍA ENRIQUETA CAMARILLO
NARRATIVA MARTÍN LUIS GUZMÁN
BIBLIOTECA DE BABEL: RESEÑAS
FOTOGRAFÍA VISIÓN
ARTÍSTICA
JORGE LUIS BORGES
OCTAVIO PAZ EN SU SIGLO
EVIDENTE CONFLICTO DE INTERÉS
ESE DESASTRE LLAMADO SINALOA
VISIÓN DE ANÁHUAC: ENSAYO
WWW.ATENEO.COM
03
10
11
12
14
15
CRÍTICA MUSICAL, MANUEL M. PONCE
LA POLÍTICA, JOSÉ VASCONCELOS
AGOSTO 2020
MIRADAS CREATIVAS
TE SEGUIRÉ CALLADA
Ilustración Eduardo Jimenez
ilustración: Maria Ramirez
CONTINUIDAD DE LOS PARQUES
04
05
EL ROMANTICISMO EN LA MUSICA DE
MANUEL M. PONCE
19
OPINION TRES
ARGUMENTUM ORNITHOLOGICUM
LA MURALLA Y LOS LIBROS16 FOTOGRAFÍA VISIÓN
ARTÍSTICA
4. POESÍA
MARÍA
ENRIQUETA
CAMARILLO
Te seguiré por siempre, callada y fugitiva,por
entre oscuras calles molidas de nostalgia,o
sobre las estrellas sonreídas de ritmosdonde
mecen su historia tus más hondas miradas.
Mis pasos desatados de rumbos y fronterasno
encuentran las orillas que a tu vida se enlazan.
Busca lo ilimitado mi amor, y mis
cancionesde espalda a los estático, irrumpen
en tu alma.
Apacible de anhelos, cuando el mundo te
lleve,me doblaré el instinto y amaré tus
pisadas;y serán hojas simples las que iré
deshilandoentre quietos recuerdos, con tu
forma lejana.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 03
TE SEGUI RÉ CALLADA,
JULI A DE BURGOS
Atenta a lo infinito que en mi vida ya
asoma,con la emoción en alto y la ambición
sellada,te seguiré por siempre, callada y
fugitiva,por entre oscuras calles, o sobre
estrellas blancas.
5. M I R A D A S
C R E A T I V A S
Esta fotografia se tomó en el mercado de
Coyoacán
Autor: Nombre del autor
Duke | 102
6. BIBLIOTECA DE BABEL:
RESEÑAS
Jorge Luis Borges solía afirmar que su origen
lector se hallaba en la Encyclopædia
Britannica, cuyos volúmenes juzgó como una
Biblia moderna por orden alfabético. Esto, sin
agotarla, explica la estética de Borges: sus
laberintos simbólicos y literales, que hoy
llamamos hipervínculos, son “senderos que se
bifurcan” para congregarse en una sola
dirección total: el universo. Como en “El
Aleph”, todos los hechos, tiempos y espacios
“ocupan el mismo punto, sin superposición”, y
su centro es ubicuo. “Cada cosa –según el
narrador del famoso cuento– era infinitas
cosas, porque yo claramente la veía desde
todos los puntos del universo.” Leer a Borges
exige, también, hacerlo “desde todos los
puntos” y comas de su cosmos personal.Así lo
entendió José Emilio Pacheco, quien dictó
estas conferencias en 1999 para celebrar el
centenario del natalicio de Borges. Con
gozosa precisión, Pacheco recorre la vida y los
milagros de un apellido, una obra y una
posteridad.
De la cronología íntima y la historia familiar a
la disección de sus principales obras; de la
literatura comparada a la hipótesis sobre los
tantos Borges que en el mundo han sido, “esta
declaración de la maestría” de Pacheco es,
asimismo, una celebración de dos colegas y
autores capitales de la lengua española.
“La idea de laberinto –escribe Pacheco– queda
asociada desde muy temprano en Borges a la
noción del vuelo hacia la libertad, vuelo que
también acaba en fracaso. No importa. Así sea
por un instante, se ha mirado la tierra desde
donde antes sólo la habían visto los dioses y
los pájaros. Hay una salida del laberinto y es el
vuelo, imagen por excelencia de la
imaginación y la lectura.” José Emilio Pacheco
nos hace imaginar y leer mejor –es decir, con
exigente libertad– no sólo a Borges, sino esa
práctica de vuelo que llamamos literatura.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 04
JORGE LUI S BORGES,
DE JOSÉ EMI LI O PACHECO
7. Octavio Paz en su siglo ocupa sin duda un lugar señalado en la bibliografía de Christopher
Domínguez Michael. Menos exhaustiva y menos acabada que su formidable Vida de Fray
Servando, esta segunda biografía –inevitable work in progress– es en cambio más
apasionada y más comprometida. Lo dice desde las primeras páginas: “Este libro, lo acepto,
bien puede ser considerado una apología: defiendo la virtud de un poeta y de su poética
que, también, fue una política del espíritu y una política a secas.” La afirmación es
problemática. Primero, porque no dice de qué defiende el libro la virtud del poeta, es decir,
contra qué está escrito. Segundo, porque da a entender que la poética de ese poeta es una,
cuando fue cambiante.
No es difícil resolver la primera cuestión: Domínguez Michael escribe contra las
tergiversaciones que la ignorancia y la mala fe o la mera estupidez han tejido sobre la
intervención de Octavio Paz en la vida pública mexicana. En buena parte, su libro es una
crítica de la crítica; es, como toda apología, un ejercicio polémico, y está escrito con
generosidad, con enjundia, con informada inteligencia. Cualquiera que conozca la
evolución política del propio Christopher Domínguez Michael (y él no deja de referirla
oportunamente) entenderá la importancia personal de esa polémica. Con todo, tengo la
impresión de que en el momento presente no es tanto la integridad política de Octavio Paz
como la vigencia de su idea de la poesía lo que está a discusión en el medio literario
mexicano, y es un tema que el libro no toca.
Octavio Paz en su siglo es naturalmente una empresa crítica, pero también un ejercicio de
admiración, para usar la fórmula de Cioran, y un repaso autobiográfico que algo tiene de
examen de conciencia. No es solo que el autor haya tratado a su biografiado durante un
breve tramo decisivo y, como muchos de nosotros, haya frecuentado largamente su obra en
un periodo de formación, sino que el biógrafo encuentra en su personaje un espejo que
está ausente del Fray Servando.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 05
OCTAVI O PAZ EN SU SI GLO: OBRA
EN MARCHA,
RESEÑA DE AURELI O ASI AI N
8. Esa identificación está reconocida en el título, que alude a un libro misceláneo de Octavio
Paz, Hombres en su siglo, para acotar su acercamiento. La alusión es doble: ya Enrique Krauze
había colocado su largo ensayo biográfico sobre Octavio Paz, en su galería de Redentores, en
un capítulo titulado, precisamente, “Hombre en su siglo”. Y en efecto, esta biografía sigue una
cuerda íntima ya trenzada por Krauze: el tránsito de la fe en la revolución como aurora de la
historia al descubrimiento y la denuncia de los crímenes del régimen soviético, y de ahí a una
especie de socialismo libertario, al paulatino convencimiento de que el totalitarismo no es
una perversión sino un rasgo constitutivo del proyecto comunista y, finalmente, al
acercamiento renuente –más renuente, en mi opinión, de lo que dicen sus biógrafos– a la
tradición liberal. Pero aunque las deudas de Domínguez Michael con Krauze son muchas, y el
libro las paga cumplidamente, su acercamiento es distinto. El telón de fondo es más amplio,
la perspectiva tiene otro ángulo (en buena parte porque la cercanía de Domínguez Michael a
la tradición francesa en la que se formó Paz, y a la que siempre fue fiel, es notoriamente
mayor) y la interpretación es divergente. Un solo ejemplo, pero ilustrativo: mientras que para
Krauze la afirmación, en Posdata, de que “el mexicano no es una esencia sino una historia”
representa un sorpresivo cambio de punto de vista en Paz, a Domínguez Michael –como a mí–
le parece que esa “es una idea que puede desprenderse de una lectura cuidadosa de El
laberinto de la soledad”.
El de Enrique Krauze no es el único antecedente. Christopher Domínguez Michael,
naturalmente, no parte de cero y aprovecha lo mismo el breviario de Alberto Ruy Sánchez y el
retrato de Poeta con paisaje de Guillermo Sheridan, claramente ejercicios biográficos, que los
ensayos de Armando González Torres, el excesivo y desaliñado pero valioso Octavio Paz y su
círculo intelectual de Jaime Perales Contreras, el relato autobiográfico armado por Julio
Hubard con citas del propio Paz, y una copiosa bibliografía y hemerografía. La fuente
principal, sin embargo, está en Poeta con paisaje y páginas posteriores de Guillermo Sheridan.
No podría ser de otro modo: Sheridan se ha empeñado más y mejor que nadie en seguir el
rastro e interpretar el rostro de Paz y habría sido inconcebible ignorarlo. Pero compulsar las
fuentes del propio Sheridan habría evitado algunos errores. Una visita al archivo diplomático
de la Secretaría de Relaciones Exteriores habría aclarado, por ejemplo, que la estancia en
Japón no fue de “poco más de seis meses”, como dice Poeta con paisaje y repite Froylán
Enciso, ni de siete, como recordaba Elena Garro, sino de menos de cinco.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 06
9. También habría mostrado que la descripción de las Memorias de Helena Paz Garro como “la
verdad interior de una poeta” es demasiado benévola pues esa “verdad interior” es pródiga en
mentiras. El error de fechar en 1952 la visita de Paz a la choza de Bashô en el Konpukuji de
Kioto se habría evitado con una lectura más atenta de la correspondencia con Pere Gimferrer
(y de Árbol adentro, que recoge el poema relativo).Otros errores se deben sin duda a la
premura con que se redactó la versión final del libro.
El pasaje que da cuenta de la Anthologie de la poésie mexicaine preparada por Paz para la
unesco en 1952 repite que “las traducciones al inglés las hizo [...] Samuel Beckett”, pero
Deirdre Bair, en la misma Beckett: A Biography citada en el párrafo siguiente, aclara que
Beckett subcontrató a otro traductor. Más adelante, al narrar la llegada a Bombay en 1952,
parece atribuírsele a Paz la observación de que el hotel Taj Mahal fue “edificado, por mala
interpretación de los ingenieros indios, de espaldas al mar”. Pero la observación no es de Paz
sino de un compañero de borda, el geólogo John Auden.
La cita de la carta de renuncia de Paz a la embajada en 1968 está trunca. En más de una
ocasión, en las citas de los poemas, los cortes de verso no corresponden al original...Peccata
minuta, pero estorban en una narración absorbente y distraen de una discusión apasionante.
Porque la originalidad de Octavio Paz en su siglo está menos en la novedad de los datos
aportados o los documentos examinados por el biógrafo (apenas hay algo que un lector
enterado no conozca, y en cambio fuentes extrañamente no consultadas, como el archivo
diplomático) que en la relectura de la obra de Paz que el crítico literario emprende para
interpretar a su autor. Una de las gracias mayores del libro está en las observaciones al paso
de ese crítico. A veces son iluminadoras, como cuando observa que “a Paz le contaban
argumentos filosóficos como si fuesen los argumentos de Las mil y una noches, las Historias
de Heródoto o las aventuras de su abuelo Ireneo en la guerra contra los franceses. Esa
disposición, quizá, lo volvió un gran ensayista: contaba ideas”. Abundan también las
descripciones y los retratos afortunados de un solo trazo (Corriente alterna como un libro
“paradójicamente convencional”; Carlos Monsiváis como “falso outsider convertido en
predicador peripatético”). Pero otras veces sus juicios desconciertan: ¿tiene mucho sentido
describir “Semillas para un himno” como “primera idealización plena del jardín de la infancia”?
Otras más se queda uno con ganas de más explicaciones: ¿por qué Salamandra es el libro de
poemas que prefiere de Paz y en cambio piensa que Árbol adentro tal vez sea el mejor?
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 07
10. Se trata, claro, de una biografía, no de un ensayo de crítica literaria, pero en más de un pasaje
lamenta uno que el crítico, sencillamente, pase de largo. Me habría gustado, por ejemplo, que
al citar in extenso la carta de Laura Helena Paz en 1968 se hubiera detenido a comentar la
forma curiosa en que la sintaxis de la hija remeda la del padre. O que se detuviera más en el
narrador de ¿Águila o sol?Eso vuelve particularmente interesante el capítulo sobre El laberinto
de la soledad, en el que el biógrafo cede la pluma al historiador de las ideas para trazar la
génesis intelectual del libro y situarlo en una constelación intelectual que va de Freud,
Unamuno y Ortega a Fanon y Martínez Estrada.
La comparación con el Facundo de Sarmiento, curiosamente novedosa, es especialmente
afortunada. El argumento de que en el ensayo de Paz el mito no se opone a la historia está
bien planteado, pero en cambio la propuesta, incitante y fructífera, de ver el libro como una
novela no es muy convincente. Tendría más sentido leer El laberinto de la soledad como lo
que es: el relato de un mito –y recordar que todo relato de un mito, como decía Lévi-Strauss,
se constituye a su vez en un mito–. Por esa vía, me parece, habría sido fácil advertir la
solidaridad entre El laberinto de la soledad y otros relatos míticos más o menos
contemporáneos: los de ¿Águila o sol?
En ese sentido, quizá sea más justo Enrique Krauze al ver, en El poeta y la Revolución, el
ensayo de Paz como un poema en prosa.Pero no se trata de un ensayo literario sino de una
biografía, la primera biografía íntegra de uno de los escritores hispanoamericanos con mayor
conciencia del dibujo de su destino, que el biógrafo traza con puntualidad de principio a fin –
desde la formación del carácter en la casa familiar hasta el funeral en el Palacio de Bellas
Artes– en la tela de la sociedad mexicana e hispanoamericana contemporánea. No se trata,
entonces, de una biografía íntima –al autor no le interesa hurgar en las notas de lavandería,
aunque no deja de lavar alguna ropa sucia y tampoco oculta el polvo bajo la alfombra– ni de
una biografía espiritual –ya la ha escrito con minucia Enrique Krauze– ni de una biografía
poética –en esa se demora Guillermo Sheridan– ni de una biografía intelectual –la han
esbozado muchos y está por escribirse–, aunque sea parcialmente y con diversa fortuna todo
lo anterior, sino de una biografía política, en el sentido amplio del término.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 08
11. Es la vida de un hombre que entendió siempre su destino en el horizonte de su
conciencia histórica y que, como apuntó Gabriel Zaid –en un ensayo disfrazado de ficha
biográfica enciclopédica que es otro antecedente familiar de este libro–, “tuvo siempre el
sentido de la polis. Se sintió responsable, no solo de su casa, sino de esa casa común que
es la calle y la casa pública”.
Octavio Paz en su siglo es Octavio Paz como sujeto histórico pero también Octavio Paz
entre los otros. Es la vida de un poeta que fue además ensayista, periodista, polemista,
editor de revistas y, para usar la expresión que Christopher Domínguez Michael toma del
historiador argentino Francisco Romero, y que ya había empleado en sus Tiros en el
concierto para describir a José Vasconcelos, jefe espiritual (no en el sentido, hay que
entenderlo, de cabeza de una banda o una secta, sino en el de conciencia moral de sus
contemporáneos).
El retrato no se limita por supuesto al hombre público y naturalmente explora los
dramas familiares, las pasiones amorosas, el infierno conyugal y el dichoso ejercicio de la
amistad. Solo echo de menos, en ese retrato, un recuento no de los puestos sino de las
tareas diplomáticas de Paz y, sobre todo, un análisis de su labor como embajador de
México en la India (quizá el periodo más ayuno de noticia en el libro). Sus informes
diplomáticos en esa época no carecen de interés y ayudan a entender la metamorfosis
de su pensamiento político. Pero con sus seiscientas y tantas apretadas páginas, que se
leen de un tirón, Octavio Paz en su siglo es la biografía más completa de Octavio Paz
hasta la fecha y una inevitable work in progress. ~
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 09
13. Había empezado a leer la novela unos días
antes. La abandonó por negocios urgentes,
volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la
finca; se dejaba interesar lentamente por la
trama, por el dibujo de los personajes. Esa
tarde, después de escribir una carta a su
apoderado y discutir con el mayordomo una
cuestion de aparcerías volvió al libro en la
tranquilidad del estudio que miraba hacia el
parque de los robles. Arrellanado en su sillón
favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera
molestado como una irritante posibilidad de
intrusiones, dejó que su mano izquierda
acariciara una y otra vez el terciopelo verde y
se puso a leer los últimos capítulos. Su
memoria retenía sin esfuerzo los nombres y
las imágenes de los protagonistas; la ilusión
novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del
placer casi perverso de irse desgajando línea a
línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez
que su cabeza descansaba cómodamente en
el terciopelo del alto respaldo, que los
cigarrillos seguían al alcance de la mano, que
más allá de los ventanales danzaba el aire del
atardecer bajo los robles.
NARRATIVA
MARTÍN LUIS GUZMÁN
Palabra a palabra, absorbido por la sórdida
disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las
imágenes que se concertaban y adquirian
color y movimiento, fue testigo del último
encuentro en la cabaña del monte. Primero
entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el
amante, lastimada la cara por el chicotazo de
una rama. Admirablemente restallaba ella la
sangre con sus besos, pero él rechazaba las
caricias, no había venido para repetir las
ceremonias de una pasión secreta, protegida
por un mundo de hojas secas y senderos
furtivos. El puñal se entibiaba contra su
pecho, y debajo latía la libertad agazapada.
Un diálogo anhelante corría por las páginas
como un arroyo de serpientes, y se sentía que
todo estaba decidido desde siempre. Hasta
esas caricias que enredaban el cuerpo del
amante como queriendo retenerlo y
disuadirlo, dibujaban abominablemente la
figura de otro cuerpo que era necesario
destruir. Nada había sido olvidado: coartadas,
azares, posibles errores.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 0
CONTI NUI DAD DE LOS PARQUES
JULI O CORTAZAR
14. A partir de esa hora cada instante tenía su
empleo minuciosamente atribuido. El doble
repaso despiadado se interrumpía apenas
para que una mano acariciara una mejilla.
Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea
que los esperaba, se separaron en la puerta de
la cabaña. Ella debía seguir por la senda que
iba al norte. Desde la senda opuesta él se
volvió un instante para verla correr con el pelo
suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los
árboles y los setos, hasta distinguir en la
bruma malva del crepúsculo la alameda que
llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y
no ladraron. El mayordomo no estaría a esa
hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del
porche y entró. Desde la sangre galopando en
sus oídos le llegaban las palabras de la mujer:
primero una sala azul, después una galería,
una escalera alfombrada. En lo alto, dos
puertas. Nadie en la primera habitación, nadie
en la segunda. La puerta del salón, y entonces
el puñal en la mano. la luz de los ventanales,
el alto respaldo de un sillón de terciopelo
verde, la cabeza del hombre en el sillón
leyendo una novela.
Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros.
La visión dura un segundo o acaso menos; no
sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o
indefinido su número? El problema involucra
el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el
número es definido, porque Dios sabe
cuántos pájaros vi. Si Dios no existe, el número
es indefinido, porque nadie pudo llevar la
cuenta. En tal caso, vi menos de diez pájaros
(digamos) y más de uno, pero no vi nueve,
ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos
pájaros. Vi un número entre diez y uno, que
no es nueve, ocho, siete, seis, cinco, etcétera.
Ese número entero es inconcebible; ergo, Dios
existe
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 1
Argumentum ornithologicum
JORGE LUIS BORGES
16. LA POLÍTICA,
JOSÉ VASCONCELOS
El conflicto de interés es una forma de
corrupción, al igual que el tráfico de
influencias o el abuso de autoridad. El hecho
de que hoy hablemos con más frecuencia de
los conflictos de interés no significa que los
identifiquemos bien cuando ocurren y, sobre
todo, que comprendamos por qué dañan la
integridad de la acción pública.El conflicto de
interés se produce cuando un individuo con
un cargo o representación pública
contraviene su compromiso con la institución
y los objetivos que persigue para beneficiar un
interés particular. Al subordinar a un interés
privado el de naturaleza pública, se captura el
interés público, trastocando y
comprometiendo la legitimidad misma del
Estado. El conflicto de interés es doblemente
nocivo cuando no sólo cae en él un
funcionario público en lo individual, sino que
compete al propio grupo en el poder; es decir,
al gobierno en turno. Por ello resulta
inquietante que el gobierno de López
Obrador ignore el conflicto de interés en el
que incurre al otorgar a Banco Azteca la
administración de los multimillonarios
recursos de programas sociales, como el de
Jóvenes Construyendo el Futuro.
El primer problema es que tal asignación fue
directa, sin que mediara licitación pública ni
contrato específico alguno, con el argumento
de que, a pesar del volumen enorme de
recursos involucrados, es una operación
financiera que no está sujeta a la Ley de
Adquisiciones. Pero hay que recordar que
Ricardo Salinas Pliego, dueño de Banco
Azteca, es también uno de los integrantes del
Consejo Asesor Empresarial, convocado por
López Obrador para apoyar al gobierno en
asuntos que involucran al sector privado. Se
trata de un empresario al que el gobierno le
ha dispensado una especial confianza, y que
por ello seguramente tendrá acceso a
información privilegiada sobre proyectos o
estrategias del gobierno federal en ese sector.
El flagrante conflicto de interés cristaliza en
este caso, porque una empresa privada con
abierto compromiso con el gobierno se
beneficiará de la gestión de un programa
social que tiene un fin público..
El gobierno ha argumentado que no habrá
ganancia para Banco Azteca, porque no
cobrará comisión por manejar los 44 mil
millones de pesos del Programa y que sólo se
encargará del mismo, en tanto Bansefi se
reestructura para transformarse en Banco de
Bienestar.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 2
JORGE LUI S BORGES,
DE JOSÉ EMI LI O PACHECO
17. Ni la temporalidad ni la falta de cobro
adicional son argumentos válidos para
favorecer a una empresa privada con la que el
gobierno tiene una relación directa de
asesoría.Tal parece que se ignora que las
“tarjetas de bienestar” que se entregarán a los
jóvenes becarios para depositarles su
mensualidad de 3 mil 600 pesos traerán el
distintivo de Banco Azteca, y ello no es ni
trivial ni intrascendente porque servirá para
promocionar tanto a la organización
financiera de Salinas Pliego, como a sus
negocios comerciales asociados, como las
tiendas Electra. Banco Azteca tendrá a la
mano la base de datos personales de los 2
millones 600 mil jóvenes que se convertirán
en potenciales clientes de sus mercancías. La
designación de Banco Azteca no fue
producto de un concurso en el que
compitieran instituciones bancarias para que
el gobierno seleccionara a la que ofreciera las
mejores condiciones; fue una decisión vertical
para favorecer a un aliado empresarial.
Es lamentable que con el afán de beneficiar a
un grupo empresarial vinculado al gobierno
se pase por encima de las reglas básicas de
contratación y de transparencia de uno de los
programas sociales estelares.
Jóvenes Construyendo el Futuro no es un
programa meramente asistencial, sino que
apuesta a dotar de competencias y
habilidades para el trabajo a un sector muy
importante de la sociedad, como son los
jóvenes. El cálculo político del gobierno es
afianzar su alianza con un grupo que maneja
una de las dos grandes empresas de televisión
abierta del país, pero ¿era necesario pervertir y
ensuciar el programa con una asignación que
esconde un evidente conflicto de interés?
¿Qué tanto más podrá seguir explotándose la
legitimidad derivada de los 30 millones de
votos con decisiones arbitrarias como esta?
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 3
18. La entidad que enfrenta un problema de
violencia endémica desde hace décadas,
debe existir casi sin policías. Y los que tiene
están desbordados, bajo asedio constante, en
riesgo permanenteVilla Unión es una
población de apenas 14 mil habitantes,
ubicada 20 km al sur de Mazatlán, Sinaloa.
Habitualmente, no pasa mucho por esos
rumbos. Pero cuando pasa, pasa en serio. El
viernes pasado, al menos 17 civiles murieron
en un enfrentamiento con la Policía
municipal. Además, cinco integrantes de esa
corporación salieron heridos de la refriega.A
los muertos de Villa Unión se añadieron 13
víctimas más en otras regiones de Sinaloa. La
suma tétrica fue de 30 asesinados. En un solo
día. El mes de junio totalizó 182 víctimas de
homicidio doloso, apenas menos que en
mayo en términos absolutos y algo más en
promedio diario. Casi el doble que en el
mismo mes del año pasado.¿Qué está
pasando? En parte, una guerra de la que ya se
ha hablado y escrito mucho. Hay, según se
dice, una disputa sucesoria al interior del
cártel que comparte nombre con el Estado.
Los hijos de Joaquín Guzmán Loera, alias ‘El
Chapo’, están enfrentados con el hijo de
Dámaso López, alias ‘El Licenciado’. ‘Chapitos’
contra ‘Mini Lic’.
Añádase una pelea contra lo que quede de la
banda de los Beltrán Leyva, apoyados (según
se dice) por el Cártel de Jalisco Nueva
Generación, y el asunto da para mucha bala y
mucho muerto.Pero a eso hay que añadirle
una debilidad institucional de antología. La
Policía Estatal de Sinaloa tiene exactamente
808 elementos, según datos del Inegi. Es la
quinta corporación estatal más pequeña del
país. Puesto de otra manera, Sinaloa tiene
más homicidios que policías estatales.El
estado cuenta también con cuatro mil 400
policías municipales, pero esos no son muy
útiles tampoco. Del total de policías y
custodios de Sinaloa, 47% fue declarado no
apto en las pruebas de control de confianza.
Ningún otro estado se aproxima siquiera a ese
dato.Lo anterior significa que hay en Sinaloa
unos tres mil elementos de corporaciones de
seguridad, tanto estatales como municipales,
que tendrían que ser dados de baja en los
términos de la legislación vigente. Pero allí
siguen en las policías, cobrando y trabajando
y sin baja en el horizonte.¿Por qué? Por dos
razones. En primer lugar, no hay dinero para
pagar las liquidaciones de esos tres mil
elementos.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 4
EL DESASTRE LLAMADO
SI NALOA,
ALEJANDRO HOPE
19. Según me dijo un colega de Sinaloa, correr a
todos los elementos declarados no aptos
costaría aproximadamente 150 millones de
pesos y no hay partida ni recurso ni forma
evidente de fondear ese gasto.Pero, además
del problema financiero, hay un asunto más
complicado: no hay con quién sustituir a los
policías que deben ser dados de baja. El
Instituto Estatal de Ciencias Penales y
Seguridad Pública, como se denomina a la
academia policial del estado, produce a
algunos cientos de cadetes al año, un número
que apenas alcanza para cubrir la merma
natural de las corporaciones. Ni de broma
podría hacer frente a la baja súbita de casi la
mitad de los policías del estado.Entonces
Sinaloa, la entidad que le dio nombre a la
organización criminal más grande y
sofisticada de la historia y que enfrenta un
problema de violencia endémica desde hace
décadas, debe existir casi sin policías. Y los
que tiene están desbordados, bajo asedio
constante, en riesgo permanente, con
enemigos dentro y fuera, listos a tirar tanta
bala como se pueda cuando el miedo lo
mande.
Y los que tiene están desbordados, bajo
asedio constante, en riesgo permanente, con
enemigos dentro y fuera, listos a tirar tanta
bala como se pueda cuando el miedo lo
mande. Y el resultado son incidentes como
los de Villa Unión.Sinaloa sufre más de poco
Estado que de mucho narco. Su problema es
de complicidad, sin duda, pero también de
negligencia. Pinche y pura negligencia de
todos los gobiernos del último medio siglo
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 5
20. C R E A T I V A S
M I R A D A S
7 0
2 7
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21. VISIÓN DE ANÁHUAC:
ENSAYO
Leí, días pasados, que el hombre que ordenó
la edificación de la casi infinita muralla china
fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti,
que asimismo dispuso que se quemaran
todos los libros anteriores a él. Que las dos
vastas operaciones -las quinientas a
seiscientas leguas de piedra opuestas a los
bárbaros, la rigurosa abolición de la historia, es
decir del pasado- procedieran de una persona
y fueran de algún modo sus atributos,
inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me
inquietó. Indagar las razones de esa emoción
es el fin de esta nota.
Históricamente, no hay misterio en las dos
medidas. Contemporáneo de las guerras de
Aníbal, Shih Huang Ti, rey de Tsin, redujo a su
poder los Seis Reinos y borró el sistema
feudal: erigió la muralla, porque las murallas
eran defensas; quemó los libros, porque la
oposición los invocaba para alabar a los
antiguos emperadores.
Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea
común de los príncipes; lo único singular en
Shih Huang Ti fue la escala en que obró. Así lo
dejan entender algunos sinólogos, pero yo
siento que los hechos que he referido son
algo más que una exageración o una
hipérbole de disposiciones triviales. Cercar un
huerto o un jardín es común; no cercar un
imperio. Tampoco es baladí pretender que la
más tradicional de las razas renuncie a la
memoria de su pasado, mítico o verdadero.
Tres mil años de cronología tenían los chinos
(y en esos años, el Emperador Amarillo y
Chuang Tzu y Confucio y Lao Tzu), cuando
Shih Huang Ti ordenó que la historia
comenzara con él.
Shih Huang Ti había desterrado a su madre
por libertina; en su dura justicia, los ortodoxos
no vieron otra cosa que una impiedad; Shih
Huang Ti, tal vez, quiso borrar los libros
canónigos porque éstos lo acusaban; Shih
Huang Ti, tal vez, quiso abolir todo el pasado
para abolir un solo recuerdo; la infamia de su
madre. (No de otra suerte un rey, en Judea,
hizo matar a todos los niños para matar a
uno.)
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 6
LA MURALLA Y LOS LI BROS
JORGE LUI S BORGES
22. Esta conjetura es atendible, pero nada nos
dice de la muralla, de la segunda cara del
mito. Shih Huang Ti, según los historiadores,
prohibió que se mencionara la muerte y
buscó el elixir de la inmortalidad y se recluyó
en un palacio figurativo, que constaba de
tantas habitaciones como hay días en el año;
estos datos sugieren que la muralla en el
espacio y el incendio en el tiempo fueron
barreras mágicas destinadas a detener la
muerte. Todas las cosas quieren persistir en su
ser, ha escrito Baruch Spinoza; quizá el
Emperador y sus magos creyeron que la
inmortalidad es intrínseca y que la corrupción
no puede entrar en un orbe cerrado. Quizá el
Emperador quiso recrear el principio del
tiempo y se llamó Primero, para ser realmente
primero, y se llamó Huang Ti, para ser de
algún modo Huang Ti, el legendario
emperador que inventó la escritura y la
brújula. Este, según el Libro de los ritos, dio su
nombre verdadero a las cosas; parejamente
Shih Huang Ti se jactó, en inscripciones que
perduran, de que todas las cosas, bajo su
imperio, tuvieran el nombre que les conviene.
Soñó fundar una dinastía inmortal; ordenó
que sus herederos se llamaran Segundo
Emperador, Tercer Emperador, Cuarto
Emperador, y así hasta lo infinito... He hablado
de un propósito mágico; también cabría
suponer que erigir la muralla y quemar los
libros no fueron actos simultáneos.
Esto (según el orden que eligiéramos) nos
daría la imagen de un rey que empezó por
destruir y luego se resignó a conservar, o la de
un rey desengañado que destruyó lo que
antes defendía. Ambas conjeturas son
dramáticas, pero carecen, que yo sepa, de
base histórica. Herbert Allen Giles cuenta que
quienes ocultaron libros fueron marcados con
un hierro candente y condenados a construir,
hasta el día de su muerte, la desaforada
muralla. Esta noticia favorece o tolera otra
interpretación. Acaso la muralla fue una
metáfora, acaso Shih Huang Ti condenó a
quienes adoraban el pasado a una obra tan
vasta como el pasado, tan torpe y tan inútil.
Acaso la muralla fue un desafío y Shih Huang
Ti pensó: "Los hombres aman el pasado y
contra ese amor nada puedo, ni pueden mis
verdugos, pero alguna vez habrá un hombre
que sienta como yo, y ése destruirá mi
muralla, como yo he destruido los libros, y ése
borrará mi memoria y será mi sombra y mi
espejo y no lo sabrá". Acaso Shih Huang Ti
amuralló el imperio porque sabía que éste era
deleznable y destruyó los libros por entender
que eran libros sagrados, o sea libros que
enseñan lo que enseña el universo entero o la
conciencia de cada hombre. Acaso el
incendio de las bibliotecas y la edificación de
la muralla son operaciones que de un modo
secreto se anulan.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 7
23. La muralla tenaz que en este momento, y en
todos, proyecta sobre tierras que no veré su
sistema de sombras es la sombra de un César
que ordenó que la más reverente de las
naciones quemara su pasado; es verosímil que
la idea nos toque de por sí, fuera de las
conjeturas que permite. (Su virtud puede
estar en la oposición de construir y destruir, en
enorme escala.) Generalizando el caso
anterior, podríamos inferir que todas las
formas tienen su virtud en sí mismas y no en
un "contenido" conjetural. Eso concordaría
con la tesis de Benedetto Croce; ya Pater, en
1877, afirmó que todas las artes aspiran a la
condición de la música, que no es otra cosa
que forma. La música, los estados de la
felicidad, la mitología, las caras trabajadas por
el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos
lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron
que no hubiéramos debido perder, o están
por decir algo; esta inminencia de una
revelación, que no se produce, es, quizá, el
hecho estético.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 8
24. CRÍTICA MUSICAL:
MANUEL M. PONCE
"Considero un deber de todo compositor
mexicano ennoblecer la música de su patria
dándole forma artística, revistiéndola con el
ropaje de la polifonía y conservando
amorosamente las músicas populares que
son expresión del alma nacional”Manuel M.
Ponce.
Sin adentrarnos en los acontecimientos
menores de su vida y, aspirando a identificar
el perfil de la personalidad moral e intelectual
del llamado “padre del nacionalismo musical
mexicano” y “representante del
impresionismo musical en México”: Manuel
María Ponce Cuellar, compositor y pianista
mexicano, nació el 8 de diciembre de 1882 en
el estado de Zacatecas, pero creció en
Aguascalientes desde temprana edad.
Historiadores de la música mexicana dicen
que su primera composición fue la danza del
sarampión después de curarse de esa
enfermedad cuando tenía ocho años.
Estudió en el Conservatorio Nacional de
Música, no obstante, es a partir de 1905
cuando Ponce -después de vender su piano
de cola- se embarca en el arte del sonido de
occidente. En el viejo mundo conoció y
estudió con importantes músicos de la época,
entre ellos Enrico Bossi, Luigi Torchi, Cesare
Dall ́Olio y Martin Krause -renombrado
alumno de Franz Liszt-.
Al regresar a México y, tras el error de aceptar
una beca para subsistir de Victoriano Huerta,
es exiliado en Cuba y regresa tiempo después
bajo la protección de Venustiano Carranza.
Manuel M. Ponce fundó revistas que
actualmente son parte del acervo musical
nacional: Revista Musical de México, Gaceta
Musical y Cultura Musical. En 1925 gracias a
una beca otorgada por la reciente SEP
estudió en la École Normale de Musique de
París bajo la enseñanza de Paul Dukas.
Autor de canciones mexicanas que de tan
populares se han vuelvo convencionales, por
ejemplo, “las mañanitas” y “Estrellita”, Ponce
también compuso obras para piano de
excelente finura, música para guitarra, óperas
y conciertos, música de cámara y orquesta.
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 1 9
MANUEL M. PONCE: EL PADRE
DEL ROMANTI CI SMO MUSI CAL EN
MÉXI CO
DALI A VÁZQUEZ
25. "Dos cosas se pueden observar en su música:
1) el romanticismo de corte europeo y
nacionalista con influencia de los
matices chopinianos y lisztianos y 2) la génesis
del nacionalismo musical mexicano en su
tarea por la recuperación y rescate de los
olvidados “aires nacionales” del pueblo. De ahí
que los jarabes rebautizados por Ponce
como rapsodias fuesen bien acogidos por el
pueblo -y hasta por el extranjero-.
Algunas de sus obras más destacadas son:
– Obras para piano: Intermezzo, Balada
Mexicana, Rapsodia mexicana 1 y 2, Concierto
romántico, Scherzino a Debussy, Scherzino
mexicano, Scherzino Maya.
– Composiciones para orquesta: Instantáneas
mexicanas, Poema elegíaco, Concierto
romántico para piano y orquesta,
Chapultepec.
– Música de cámara: Trío para violín, viola y
cello; Canción de otoño, para violín y piano;
Sonata breve, para violín y piano.– Canciones:
Estrellita, Las mañanitas, Yo mismo no
comprendo, Isaura de mi amor, Lejos de ti, Si
alguna vez, Si algún ser, Por ti mi corazón.
Cabe destacar que dentro del repertorio
general del compositor, se encuentra la
música para guitarra, la cual, tuvo relevancia
en la introducción de la guitarra a la música
de concierto: Sonata mexicana, Postludio,
Giga Melancólica, Vespertina, Matinal,
etcétera.Por último, y terminando con el
recorrido de su trayectoria, Manuel María
Ponce murió el 24 de abril de 1948 en su
domicilio de la Ciudad de México.
Aquí les presento un fragmento de la
afamada canción “Estrellita”, obra escrita para
concierto, que a paso Andante es muestra de
que la música de Ponce llevaba el
romanticismo a sus últimas consecuencias:
“Estrellita del lejano cielo,que miras mi
dolor,que sabes mi sufrir,baja y dime si me
quiere un pocoporque yo no puedo sin su
amor vivir.Tú eres estrella, mi faro de amor,tú
sabes que pronto he de morir.Baja y dime si
me quiere un pocoporque yo no puedo sin su
amor vivir.”
ENTRE LI NEAS | PAGI NA 20
26. E V E N T O S
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