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EL PADRE Y EL HIJO DE PRINCIPIO A FIN
En el principio Dios, en la creación de los seres celestiales:
Patriarcas y Profetas 11-13
Cap. El origen del mal
La historia del gran conflicto entre el bien y el mal, desde que principió en el cielo hasta
el final abatimiento de la rebelión y la total extirpación del pecado, es también una
demostración del inmutable amor de Dios.
El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un
compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía
compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. "En el principio era el
Verbo, y el 12 Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con
Dios." (Juan 1: 1, 2.) Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el
Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único
ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios. "Y
llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz"
"sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo." (Isa. 9: 6; Miq. 5: 2.) Y el
Hijo de Dios, hablando de sí mismo, declara: "Jehová me poseía en el principio de su
camino, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado. . . .
Cuando establecía los fundamentos de la tierra; con él estaba yo ordenándolo todo;
y fui su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo." (Prov.
8: 22-30) El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los
seres celestiales. "Porque por él fueron criadas todas las cosas, . . . sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él." (Col. 1:
16.) Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que constantemente
dimana de la presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas, se apresuran a ejecutar la
voluntad de Dios. Pero el Hijo, el Ungido de Dios, "la misma imagen de su
sustancia," "el resplandor de su gloria" y sostenedor de" todas las cosas con la palabra
de su potencia," tiene la supremacía sobre todos ellos. Un "trono de gloria, excelso
desde el principio," era el lugar de su santuario; una "vara de equidad," el cetro de su
reino. "Alabanza y magnificencia delante de él: fortaleza y gloria en su santuario."
"Misericordia y verdad van delante de tu rostro." (Heb. 1: 3, 8; Jer. 17: 12; Sal. 96: 6;
89: 14)
Favor leer todo el capitulo
Dios en la creación de la tierra:
La Historia de la Redención Pág. 20-21
2. LA CREACIÓN
El Padre y el Hijo emprendieron la grandiosa y admirable obra
que habían proyectado: la creación del mundo. La tierra que salió de
las manos del Creador era sumamente hermosa. Había montañas, colinas y llanuras, y
entre medio había ríos, lagos y lagunas. La tierra no era una vasta llanura; la monotonía
del paisaje estaba interrumpida por colinas y montañas, no altas y abruptas como las de
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ahora, sino de formas hermosas y regulares. No se veían las rocas escarpadas y
desnudas, porque yacían bajo la superficie, como si fueran los huesos de la tierra. Las
aguas se distribuían con regularidad. Las colinas, montañas y bellísimas llanuras
estaban adornadas con plantas y flores, y altos y majestuosos árboles de toda clase,
muchísimo más grandes y hermosos que los de ahora. El aire era puro y saludable, y la
tierra parecía un noble palacio. Los ángeles se regocijaban al contemplar las admirables
y hermosas obras de Dios,
Dios en la creación del hombre:
Historia de la redención pág. 20-21
el Padre y el Hijo
Después de crear la tierra y los animales que la habitaban,
llevaron adelante su propósito, ya concebido antes de la caída
de Satanás, de crear al hombre a su propia imagen. Habían actuado juntos en
ocasión de la creación de la tierra y de todos los seres vivientes que había en ella.
Entonces Dios dijo a su Hijo: "Hagamos al hombre a nuestra
imagen". 21 Cuando Adán salió de las manos de su Creador era de noble talla y
hermosamente simétrico. Era bien proporcionado y su estatura era un poco más del
doble de la de los hombres que hoy habitan la tierra. Sus facciones eran perfectas y
hermosas. Su tez no era blanca ni pálida, sino sonrosado, y resplandecía con el
exquisito matiz de la salud. Eva no era tan alta como Adán. Su cabeza se alzaba algo
más arriba de los hombros de él. También era de noble aspecto, perfecta en simetría y
muy hermosa.
Favor leer el primer capitulo Historia de la redención
Dios descanso luego de la creación en el septimo día:
El Deseado de todas las gentes pág. 714
Cap. 80 En la tumba de José
Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra
de creación. Cuando "fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento,"* el
Creador y todos los seres celestiales se regocijaron en la contemplación de la gloriosa
escena. "Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios."
¡Maranata: El Señor viene!
El juicio final y la tierra nueva
EL SÁBADO EN EL MÁS ALLÁ
Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de
mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en
mes, y de día de reposo en día de reposo [sábado], vendrán todos a adorar delante de mí,
dijo Jehová. (Isa. 66: 22, 23).
Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su
obra de creación. Cuando "fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento"
(Gén. 2: 1), el Creador y todos los seres celestiales se regocijaron en la contemplación
de la gloriosa escena. "Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los
hijos de Dios" (Job 38: 7). . . Cuando se produzca "la restauración de todas las cosas, de
la cual habló Dios por boca de sus santos profetas, que ha habido desde la antigüedad",
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el sábado de la creación, el día en que Cristo descansó en la tumba de José, será todavía
un día de reposo y regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras que "de
día de reposo en día de reposo [sábado]", las naciones de los salvos adorarán con gozo a
Dios y al Cordero.*
El origen del pecado:
La fe por la cual vivo, pág. 68
"El mal se insinuó con Lucifer, el cual se rebeló contra el gobierno de Dios. Antes de
su caída, era el querubín cubridor, notable por su excelencia. Dios lo hizo bueno y
hermoso y muy semejante a la Deidad misma."-4 BC 1163.
Patriarcas y profetas, pág. 13
El pecado se originó en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado por
Dios y que era el más exaltado en poder y en gloria entre los habitantes del cielo.
Lucifer, el "hijo de la mañana," era el principal de los querubines cubridores, santo e
inmaculado. Estaba en la presencia del gran Creador, y los incesantes rayos de gloria
que envolvían al Dios eterno, caían sobre él.
Conflicto de los siglos, pág. 547
El pecado nació en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado por Dios y
el más exaltado en honor y en gloria entre los habitantes del cielo. Antes de su caída,
Lucifer era el primero de los querubines que cubrían el propiciatorio santo y sin
mácula.
Conflicto de los siglos, pág. 549
El orgullo de su propia gloria le hizo desear la supremacía. Lucifer no apreció
como don de su Creador los altos honores que Dios le había conferido, y no sintió
gratitud alguna. Se glorificaba de su belleza y elevación, y aspiraba a ser igual a Dios.
Era amado y reverenciado por la hueste celestial. Los ángeles se deleitaban en
ejecutar sus órdenes, y estaba revestido de sabiduría y gloria sobre todos ellos.
Sin embargo, el Hijo de Dios era el Soberano reconocido del cielo, y gozaba de la
misma autoridad y poder que el Padre. Cristo tomaba parte en todos los
consejos de Dios, mientras que a Lucifer no le era permitido entrar así en los
designios divinos. Y este ángel poderoso se preguntaba por qué había de tener Cristo
la supremacía y recibir más honra que él mismo.
Patriarcas y profetas, pág. 18
Estaban listos para respaldar la demanda de Lucifer de que él tuviese igual autoridad
que el Hijo de Dios. Pero los ángeles que permanecieron leales y fieles apoyaron la
sabiduría y la justicia del decreto divino, y así trataron de reconciliar al descontento
Lucifer con la voluntad de Dios. Cristo era el Hijo de Dios. Había sido uno con
el Padre antes que los ángeles fuesen creados. Siempre estuvo a la diestra del
Padre; su supremacía, tan llena de bendiciones para todos aquellos que estaban bajo su
benigno dominio, no había sido hasta entonces disputada.
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Exaltad a Jesús, pág. 12
En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor
seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era
apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa
inteligencia. Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial
resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura
que en los demás ángeles. Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía
la preeminencia sobre todas las huestes angélicas. Era uno con el Padre
antes que los ángeles fueran creados. Lucifer tuvo envidia de él y gradualmente
asumió la autoridad que le correspondía sólo a Cristo.
El gran Creador convocó a las huestes celestiales para conferir honra especial a su
Hijo en presencia de todos los ángeles. Este estaba sentado en el trono con el Padre,
con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor. Entonces el Padre
hizo saber que había ordenado que Cristo, su Hijo, fuera igual a él; de modo que
doquiera estuviese su Hijo, estaría él mismo también. La palabra del Hijo debería
obedecerse tan prontamente como la del Padre. Este había sido investido de la
autoridad de comandar las huestes angélicas. Debía obrar especialmente en unión con
él en el proyecto de creación de la tierra y de todo ser viviente que habría de existir en
ella. Ejecutaría su voluntad. No haría nada por sí mismo. La voluntad del Padre se
cumpliría en él.
Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los
ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de
gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio...
En los concilios de la Deidad se hizo el pacto eterno para
redimir al hombre en caso de que fuese vencido por Satanas:
En lugares celestiales pág. 12
Sábado 6 de enero. Amor nacido de la misericordia
El plan de redención fue preparado en las deliberaciones entre el Padre y el
Hijo. Entonces Cristo se comprometió a responder por el hombre si éste resultaba
desleal. Se comprometió a efectuar una expiación que uniera a toda alma creyente con
Dios. El que coloca sus pecados sobre el sustituto y garantía. . . puede unirse con el
apóstol al decir: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo". "Para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para
con nosotros en Cristo Jesús" (Efe. 1: 3; 2: 7).
El ministerio de curación pág. 336-337
Ni aun los ángeles pudieron participar en los consejos habidos entre el Padre
y el Hijo al trazarse el plan de la salvación. Y los seres humanos no deben
inmiscuirse en los secretos del Altísimo. Somos respecto de Dios tan ignorantes como
niños; 337 pero, como niños también, podemos amarle y obedecerle.
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Patriarcas y Profetas
Cap. 4 El plan de la redención, pág. 48-49
LA CAIDA del hombre llenó todo el cielo de tristeza. El mundo que Dios había hecho
quedaba mancillado por la maldición del pecado, y habitado por seres condenados a la
miseria y a la muerte. Parecía no existir escapatoria para aquellos que habían
quebrantado la ley. Los ángeles suspendieron sus himnos de alabanza. Por todos los
ámbitos de los atrios celestiales, había lamentos por la ruina que el pecado había
causado.
El Hijo de Dios, el glorioso Soberano del cielo, se conmovió de compasión por la raza
caída. Una infinita misericordia conmovió su corazón al evocar las desgracias de un
mundo perdido. Pero el amor divino había concebido un plan mediante el cual el
hombre podría ser redimido. La quebrantada ley de Dios exigía la vida del pecador.
En todo el universo sólo existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del
hombre. Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, sólo uno
igual a Dios podría expiar su transgresión. Ninguno sino Cristo podía salvar al
hombre de la maldición de la ley, y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo. Cristo
cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era algo tan abominable a los
ojos de Dios que iba a separar al Padre y su Hijo . Cristo descendería a la
profundidad de la desgracia para rescatar la raza caída.
Cristo intercedió ante el Padre en favor del pecador, mientras la hueste celestial
esperaba los resultados con tan intenso interés que la palabra no puede expresarlo.
Mucho tiempo duró aquella misteriosa conversación, el "consejo de paz" (Zac. 6: 13.)
en favor del hombre caído. El plan de la salvación había sido concebido antes de la
creación del 49 mundo; pues Cristo es "el Cordero, el cual fue muerto desde el principio
del mundo." (Apoc. 13: 8.) Sin embargo, fue una lucha, aun para el mismo
Rey del universo, entregar a su Hijo a la muerte por la raza culpable.
Pero, "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3: 16.)
¡Oh, el misterio de la redención! ¡El amor de Dios hacia un mundo que no le amaba!
¿Quién puede comprender la profundidad de ese amor "que excede a todo
conocimiento"? Al través de los siglos sin fin, las mentes inmortales, tratando de
entender el misterio de ese incomprensible amor, se maravillarán y adorarán a Dios.
Dios nos cuida pág. 74
Marzo la fe por la cual vivo
Marzo 6 Un Salvador desde la eternidad
Mientras el divino Doliente pendía de la cruz, los ángeles lo rodeaban, y mientras lo
contemplaban y oían su clamor se preguntaban con intensa emoción: "¿No lo salvará el
Señor Jehová... ?" Entonces se pronunciaron las palabras: "El Señor ha jurado y no se
arrepentirá". El Padre y el Hijo han jurado cumplir los términos
del pacto eterno. "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
Cristo no estaba solo al consumar el gran sacrificio. Este era el cumplimiento del
pacto convenido entre él y su Padre desde antes de la fundación del mundo. Se
habían estrechado la mano al pronunciar la solemne promesa de que Cristo llegaría a
ser el fiador de la raza humana si ésta era vencida por las sofisterías de Satanás.
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El Deseado de todas las gentes pág. 773-774
Cap. 87 “A mi Padre y ha vuestro Padre”
Pero con un ademán, él los detiene. Todavía no; no puede ahora recibir la corona de
gloria y el manto real. Entra a la presencia de su Padre. Señala su cabeza herida, su
costado traspasado, sus pies lacerados; alza sus manos que llevan la señal de los clavos.
Presenta los trofeos de su triunfo; ofrece a Dios la gavilla de las primicias, aquellos que
resucitaron con él como representantes de la gran multitud que saldrá de la 774 tumba
en ocasión de su segunda venida. Se acerca al Padre ante quien hay regocijo por un solo
pecador que se arrepiente. Desde antes que fueran echados los cimientos de la
tierra, el Padre y el Hijo se habían unido en un pacto para redimir
al hombre en caso de que fuese vencido por Satanás. Habían unido sus
manos en un solemne compromiso de que Cristo sería fiador de la
especie humana. Cristo había cumplido este compromiso. Cuando sobre la cruz
exclamó: "Consumado es," se dirigió al Padre. El pacto había sido llevado plenamente a
cabo. Ahora declara: Padre, consumado es. He hecho tu voluntad, oh Dios mío. He
completado la obra de la redención. Si tu justicia está satisfecha, "aquellos que me has
dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo."*
Se oye entonces la voz de Dios proclamando que la justicia está satisfecha. Satanás
está vencido. Los hijos de Cristo, que trabajan y luchan en la tierra, son "aceptos en el
Amado."* Delante de los ángeles celestiales y los representantes de los mundos que
no cayeron, son declarados justificados. Donde él esté, allí estará su iglesia. "La
misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron."* Los
brazos del Padre rodean a su Hijo, y se da la orden: "Adórenlo todos los
ángeles de Dios."*
Quién inspiro a los profetas:
A través de todas las páginas de la historia sagrada, donde está registrada la relación
de Dios con su pueblo escogido, hay huellas vivas del gran YO SOY... En todas estas
revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó por medio de
Cristo. No sólo cuando vino el Salvador, sino a través de todos los siglos después de
la caída del hombre y de la promesa de la redención, "Dios estaba en Cristo
reconciliando al mundo a sí" (2 Cor. 5: 19). Cristo era el fundamento y el centro del
sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía. Desde que pecaron
nuestros primeros padres, no ha habido comunicación directa entre Dios y el hombre.
El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su obra mediadora
redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santidad de la ley divina. Toda
comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. Fue el
Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue él
quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob y Moisés
comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del Sustituto y Garante
del ser humano...
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Deseado de todas las gentes, pág. 707
Satanás indujo a los hombres a pecar, y el plan de la redención fue puesto en práctica.
Durante cuatro mil años Cristo estuvo obrando para elevar al hombre, y
Satanás para arruinarlo y degradarlo. Y el universo celestial lo contempló todo.
A fin de conocerle, pag. 40
Jesus había impartido un conocimiento de Dios a los patriarcas, profetas y apóstoles.
Las revelaciones del Antiguo Testamento eran enfáticamente los despliegues del
Evangelio, la revelación del propósito y voluntad del Padre infinito...
Deseado de todas las gentes, pág. 254
El Salvador no había venido para poner a un lado lo que los patriarcas y profetas
habían dicho; porque él mismo había hablado mediante esos
hombres representativos. Todas las verdades de la Palabra de Dios
provenían de él. Estas gemas inestimables habían sido puestas en engastes
falsos. Su preciosa luz había sido empleada para servir al error. Dios deseaba
que fuesen sacadas de su marco de error, y puestas en el de la verdad. Esta
obra podía ser hecha únicamente por una mano divina. Por su relación
con el error, la verdad había estado sirviendo la causa del enemigo de Dios y del
hombre. Cristo había venido para colocarla donde glorificase a Dios y
obrase la salvación de la humanidad.
Deseado de todas las gentes, pág. 201
El Salvador había hablado por medio de todos los profetas. "El espíritu de Cristo que
estaba en ellos" "prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las
glorias después de ellas.'*
Patriarcas y profetas, pág. 381-384
En todas estas revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó por
medio de Cristo. No sólo cuando vino el Salvador, sino a través de todos los siglos
después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, "Dios estaba en
Cristo reconciliando el mundo a sí." (2 Cor. 5: 19.) Cristo era el fundamento y el
centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía. Desde que
pecaron nuestros primeros padres, no ha habido comunicación directa entre Dios y el
hombre. El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su
obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santidad de la ley
divina.
Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. Fue
el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue él
quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, y Moisés
comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del Substituto y Garante
del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron con el Salvador que iba
a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos hablaron cara a cara con Cristo
y con ángeles celestiales.
Cristo no sólo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto --el Ángel en quien estaba
el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante de la hueste--
sino que también fue él quien dio la ley a Israel. (Véase el Apéndice, nota 10.) En medio
de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo los diez
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mandamientos de la ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en tablas
de piedra.
Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol
Pedro, escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que "profetizaron de la gracia que
había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando cuándo
y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el
cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de
ellas." (1 Ped. 1: 10, 11.) Es la voz de Cristo la que nos habla por medio del Antiguo
Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía." (Apoc. 19:
10.)
…
Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la
tierra en forma humana. El primer rayo de luz que penetró la lobreguez en que el
pecado había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de
resplandor celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la
redención, Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Último.
El deseados de todas las gentes pag. 257
Fue bajo los árboles del Edén donde los primeros moradores de la tierra eligieron su
santuario. Allí Cristo se había comunicado con el padre de la humanidad. Cuando
fueron desterrados del Paraíso, nuestros primeros padres siguieron adorando en los
campos y vergeles, y allí Cristo se encontraba con ellos y les comunicaba el Evangelio
de su gracia. Fue Cristo quien habló a Abrahán bajo los robles de Mamre; con Isaac
cuando salió a orar en los campos a la hora del crepúsculo; con Jacob en la colina de
Betel; con Moisés entre las montañas de Madián; y con el zagal David mientras cuidaba
sus rebaños. Era por indicación de Cristo por lo que durante quince siglos el pueblo
hebreo había dejado sus hogares durante una semana cada año, y había morado en
cabañas formadas con ramas verdes, "gajos con fruto de árbol hermoso, ramos de
palmas, y ramas de árboles espesos, y sauces de los arroyos.'*
La educación, pág. 134
"Porque las cosas de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles. . . por
medio de las cosas hechas".* Pero su testimonio sólo puede ser entendido con la ayuda
del divino Maestro. "¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu
del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios".*
"Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad".* Sólo
mediante la ayuda de ese Espíritu que en el principio "se movía sobre la
faz de las aguas"; de aquel Verbo por quien "todas las cosas. . . fueron
hechas"; de aquella "Luz verdadera que alumbra a todo hombre", puede
interpretarse correctamente el testimonio de la ciencia. Sólo mediante su dirección
pueden descubrirse sus verdades más profundas.
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Consejos para los maestros, padres y alumnos, pág. 516
Únicamente por la ayuda del Espíritu que en el principio "se movía
sobre la faz de las aguas"; de aquella Palabra por la cual "todas las
cosas... fueron hechas"; de aquella "luz verdadera, que alumbra a todo
hombre" (Gén. 1: 2; Juan 1: 3, 9), se puede interpretar correctamente el testimonio
de la ciencia. Y únicamente por su dirección, pueden discernirse las verdades más
profundas. Sólo bajo la dirección del Omnisapiente podemos nosotros, en el estudio de
sus obras, ser capacitados para pensar sus pensamientos en la manera como él lo hace.
La fe por la cual vivo, pág. 56
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a
dónde vaya; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3: 8.
"La grandeza de Dios nos es incomprensible. 'Jehová tiene en el cielo su
trono;' sin embargo, es omnipresente mediante su Espíritu. Tiene
un íntimo conocimiento de todas las obras de su mano y un interés personal en ellas. . . .
"La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla,
porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres de conceptos fantásticos pueden
reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de
esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado
profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro."-HA 39.
Deseado de todas las gentes, pág. 143-144
Nicodemo estaba todavía perplejo, y Jesús empleó el viento para ilustrar lo que quería
decir: "El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni adónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
"Se oye el viento entre las ramas de los árboles, por el susurro que produce en las hojas
y las flores; sin embargo es invisible, y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así
sucede con la obra del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los
movimientos del viento. Puede ser que una persona no pueda decir exactamente la
ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su
conversión; pero esto no significa que no se haya convertido. Mediante un agente
tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón.
Cada día con Dios, pág. 142
Todos los que amen a Cristo serán amados por el Padre, y él se les manifestará. En
todas sus emergencias y perplejidades tendrán el auxilio de Jesucristo.
Que Cristo se les manifestara y que al mismo tiempo fuera invisible para el
mundo, era un misterio para los discípulos. No podían entender las palabras de
Cristo en su sentido espiritual. Estaban pensando en una manifestación externa y
visible. No podían entender el hecho de que podían gozar de la presencia de Cristo
mientras éste fuera invisible para el mundo. No podían entender el significado de
una manifestación espiritual.
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La fe por la cual vivo, pág. 64
SU CONSTANTE PRESENCIA DIVINA.
¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? Si subiere a los
cielos, allí estás tú: y si en abismo hiciere mi estado, he aquí allí tú estás. Salmo
139: 7, 8.
"El Señor Dios omnipotente que reina en los cielos, declara: 'Yo estoy con vosotros.'
Asegura a su pueblo que los obedientes están en la actitud que les permite ser
bendecidos por él para gloria de su nombre.... Será una ayuda siempre presente a todos
los que le sirven en vez de servirse a sí mismos."-RH, dic. 12 de 1907.
"Cuando Cristo ascendió a los cielos, la sensación de su presencia
permaneció aun con los que le seguían. Era una presencia personal,
llena de amor y luz. . . .
"Y desde aquel día Cristo había de morar continuamente por el Espíritu en el
corazón de sus hijos. Su unión con ellos era más estrecha que cuando él estaba
personalmente con ellos. La luz, el amor y el poder de la presencia de Cristo,
resplandecían en ellos, de tal manera que los hombres, mirándolos 'se maravillaban,' y al
fin los reconocían que eran de los que habían estado con Jesús." (Hech. 4: 13.)
"Todo lo que Cristo fue para sus primeros discípulos, desea serlo para sus hijos hoy."-
CC 55, 56.
"Nunca se os figure que Cristo está lejos. Siempre está cerca. Su amorosa presencia
os envuelve. Buscadle sabiendo que desea dejarse encontrar por vosotros. El quiere,
no tan sólo que toquéis la orla de su manto, sino que andéis con él en continua
comunión."-MC 78.
"La presencia de Cristo en el corazón es un poder vitalizador, que fortalece el ser
entero."-T 7, 71.
Testimonios para los ministros, pág. 325
¡Cuán pocos se dan cuenta de que Jesús, el invisible, camina a
su lado! ¡Cuán avergonzados se sentirían muchos de oír su voz hablándoles, y de
saber que él ha oído toda su conversación insensata y común! ¡Y cuántos
corazones arderían con santo gozo si tan sólo supieran que el
Salvador está a su lado, que la atmósfera santa de su presencia
los rodea, y que están alimentándose del pan de vida! ¡Cuánto le
agradaría al Salvador oír a sus seguidores hablando de las preciosas lecciones de
instrucción que él dio, y saber que ellos tienen apetencia por las cosas santas! Cuando
la verdad mora en el corazón, no hay lugar para criticar a los siervos de Dios, o para
encontrar 86 faltas en el mensaje que él envía.
Testimonios selectos Tomo 5, pág. 263
Los que creen en la verdad, deberían recordar que son hijos de Dios, niñitos que Dios
tiene que criar. Muéstrense agradecidos a Dios por sus numerosas bendiciones y llenos
de amor unos hacia otros. Porque tienen un solo Dios y un solo Salvador, así como un
solo Espíritu -el Espíritu de Cristo- el cual debe crear la unión en sus filas.
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Dios en el monte Sinaí en la proclamación de la ley:
Historia de los Patriarcas y Profetas
Cap. 29 La enemistad de Satanas hacia la Ley
Los terrores del Sinaí debían darle al pueblo una idea de las escenas del juicio. El
sonido de una trompeta llamó a Israel a presentarse ante Dios. La voz del arcángel y la
trompeta de Dios llamarán a la presencia del Juez desde todos los confines de la tierra
tanto a los vivos como a los muertos. El Padre y el Hijo, asistidos por una
multitud de ángeles, estaban presentes en el monte. En el gran día del juicio, Cristo
vendrá "en la gloria de su Padre con sus ángeles." "Entonces se sentará sobre el trono
de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes." (Mat. 16: 27; 25: 31, 32.)
Al fin del conflicto los redimidos tendran comunión directa con
Dios, veran su rostro:
Seguridad y paz en el conflicto de los siglos pág. 729
Cap. 43 El fin del conflicto
El universo entero contempló el gran sacrificio hecho por el Padre y el Hijo
en beneficio del hombre. Ha llegado la hora en que Cristo ocupa el puesto a que tiene
derecho, y es exaltado sobre los principados y potestades, y sobre todo nombre que se
nombra. A fin de alcanzar el gozo que le fuera propuesto -el de llevar muchos hijos a la
gloria- sufrió la cruz y menospreció la vergüenza.
Pág. 735
En la ciudad de Dios "no habrá ya más noche." Nadie necesitará ni deseará descanso.
No habrá quien se canse haciendo la voluntad de Dios ni ofreciendo alabanzas a su
nombre. Sentiremos siempre la frescura de la mañana, que nunca se agostará. "No
necesitan luz de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor Dios los alumbrará."
(Apocalipsis 22: 5, V.M.) La luz del sol será sobrepujada por un brillo que sin
deslumbrar la vista excederá sin medida la claridad de nuestro mediodía. La gloria
de Dios y del Cordero inunda la ciudad santa con una luz que nunca se
desvanece. Los redimidos andan en la luz gloriosa de un día eterno que no necesita sol.
"No vi templo en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso, y el
Cordero son el templo de ella." (Apocalipsis 21: 22, V.M.) El pueblo de Dios
tiene el privilegio de tener comunión directa con el Padre y el Hijo. "Ahora
vemos obscuramente, como por medio de un espejo." (1 Corintios 13: 12, V.M.) Vemos
la imagen de Dios reflejada como en un espejo en las obras de la naturaleza y en su
modo de obrar para con los hombres; pero entonces le veremos cara a cara sin velo
que nos lo oculte. Estaremos en su presencia.
Pág. 736-737
Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones
más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el
conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en
aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más 737 admirarán
su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la redención y los hechos
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asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos se
estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus
arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para
engrosar el potente coro de alabanza.
"Y a toda cosa creada que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y
sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, las oí decir: ¡Bendición, y honra y
gloria y dominio al que está sentado sobre el trono, y al Cordero, por los
siglos de los siglos!" (Apocalipsis 5: 13, V.M.)
El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo
está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De
Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del
espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las
cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto,
que Dios es amor.
En lugares celestiales, pág. 15
El amor que existe entre el Padre y el Hijo no puede ser descrito. Es
inconmensurable. En Cristo Dios vio la belleza y la excelencia de la perfección que
mora en sí mismo. . .
Primero escritos, pág. 54
Vi un trono, y sobre él se sentaban el Padre y el Hijo . Me fijé en el rostro de Jesús
y admiré su hermosa persona. No pude contemplar la persona del Padre, pues le cubría
una nube de gloriosa luz. Pregunté a Jesús si su Padre tenía forma como él. Dijo que la
tenía, pero que yo no podía contemplarla, porque dijo: "Si llegases a contemplar la
gloria de su persona, dejarías de existir". . .
A fin de conocerle, pág. 175
"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que
también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, ti
tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13: 34, 35). Satanás comprende el poder
de tal testimonio ante el mundo, y cuánto puede hacer en transformar el carácter. No le
agrada que una luz tal brillante de aquellos que pretenden creer en Jesucristo, y pondrá
en práctica cualquier medio concebible para romper esa cadena áurea que une corazón
con corazón de los que creen la verdad y los une en íntima relación con el Padre y
el Hijo...
Obreros evangélicos, pág. 23
El ministro que haya recibido esta preparación será una potencia para bien en el mundo.
Sus palabras serán palabras rectas, veraces y puras, llenas de simpatía y amor; sus
acciones serán acciones justas de ayuda y bendición para los débiles. Cristo estará
presente en él, rigiendo sus pensamientos, palabra y hechos. El se ha comprometido a
vencer el orgullo, la codicia, el egoísmo. Al tratar de cumplir con promesa, obtiene
fuerza espiritual. Por la comunión diaria con Dios, se vuelve poderoso en el
conocimiento de las Escrituras. Está en comunión con el Padre y el Hijo ; y al
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obedecer constantemente a la voluntad divina, llega a hallarse diariamente mejor
capacitado para decir las palabras que guiarán las almas errantes al aprisco de Cristo. 24
Reflejemos a Jesús, pág. 192
Es la perfecta unidad - una unidad tan estrecha como la unión que existe entre el
Padre y el Hijo- , lo que dará éxito, a los, esfuerzos de los obreros de Dios.-Manuscrito
1, de 1903.
La completa unión con Cristo y unos con otros es absolutamente necesaria para la
perfección de los creyentes. La presencia de Cristo por la fe en los corazones de los
creyentes es su poder, su vida. Produce unión con Cristo. "Tú en mí". La unión con
Dios por medio de Cristo hace perfecta a la iglesia.-Manuscrito 133, sin fecha.
El Espíritu Santo:
Conducción del niño, pág. 497
Cuando Jesús se arrodilló a orillas del Jordán después de su bautismo y ofreció una
oración por la humanidad, se abrieron los cielos y el Espíritu de Dios, como una paloma
de oro bruñido, rodeó la forma del Salvador y una voz del cielo dijo: "Este es mi Hijo
amado, en el cual tengo contentamiento"
La temperancia, pág. 252
Satanás con toda su sinagoga -pues Satanás pretende ser religioso- determinó que Cristo
no llevaría a cabo los consejos del cielo. Después de que Cristo fue bautizado, se
arrodilló en la ribera del Jordán; y nunca antes el cielo había escuchado una oración tal
como la que salió de sus divinos labios. Cristo tomó nuestra naturaleza sobre sí. La
gloria de Dios, en la forma de una paloma de oro bruñido, descansó sobre él, y de la
gloria infinita se oyeron estas palabras: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia". La raza humana está ceñida por el brazo humano de Cristo, mientras
con su brazo divino se aferra del trono del Infinito. La oración de Cristo se abrió paso
por la oscuridad y penetró donde está Dios. Eso significa que el cielo está abierto
delante de cada uno de nosotros. Significa que las puertas están de par en par, que se
imparte la gloria al Hijo de Dios y a todos los que creen en su nombre. Nuestra petición
será oída en el cielo, así como Dios respondió la oración de nuestro Sustituto y
Garantía, el Hijo del Dios infinito.
A fin de conocerle, pág. 33
Nunca antes los ángeles habían escuchado una oración tal como la que ofreció Cristo en
su bautismo, y estuvieron dispuestos a ser los portadores del mensaje del Padre para su
Hijo. ¡Pero, no! Directamente del Padre procedió la luz de su gloria. Se abrieron los
cielos, y rayos de gloria descansaron sobre el Hijo de Dios y tomaron la forma de una
paloma, en apariencia bruñida de oro. La forma semejante a la paloma era un
emblema de la humildad y amabilidad de Cristo. De los cielos abiertos se oyeron las
palabras: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento"... A pesar de que el
hijo de Dios estaba revestido de humanidad, Jehová, con su propia voz, le aseguró
que era Hijo del Eterno (Review and Herald, 21-1-1873).
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A fin de conocerle, pág. 60
Sin el reino de Dios, estamos perdidos... y sin esperanza en el mundo; pero se nos
proporciona la salvación por la fe en Jesucristo. El es el tesoro, y cuando se han barrido
las basuras del mundo, podemos discernir su valor infinito...
La divinidad de Cristo era un tesoro escondido. Mientras estuvo en la tierra, a veces la
divinidad fulguraba a través de la humanidad y se revelaba su verdadero carácter. El
Dios del cielo testificó de su unidad con su Hijo. Los cielos se abrieron en su
bautismo, la gloria de Dios, en forma de una paloma bruñida como el oro, se
manifestó sobre el Salvador y una voz del cielo dijo: "Este es mi Hijo amado, en el cual
tengo contentamiento" (Mat. 3: 17). Pero la nación a la cual vino Cristo, aunque
profesaba ser el pueblo peculiar de Dios, no reconoció al tesoro celestial en la persona
de Jesucristo...
La Majestad del cielo no fue reconocida en su atavío de humanidad. Era el Maestro
divino enviado de Dios, el glorioso tesoro dado a la humanidad. Era más hermoso que
los hijos de los hombres, pero su gloria incomparable estaba oculta bajo una cubierta de
pobreza y sufrimiento. Veló su gloria a fin de que la divinidad pudiera tocar a la
humanidad y el tesoro de inmenso valor no fue discernido por la raza humana...
En lugares celestiales, pág. 39
Después que Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, salió del agua y postrándose en
la orilla del río oró con fervor a su Padre celestial pidiendo fuerza para soportar el
conflicto que estaba por emprender con el príncipe de las tinieblas. El cielo se abrió a
su oración, y la luz de la gloria de Dios, más brillante que el sol al mediodía, vino del
trono del Eterno, y tomando la forma de una paloma con la apariencia del oro
bruñido, circundó al Hijo de Dios, mientras se oía la clara voz que procedía de la gloria
excelsa, que decía con terrible majestad: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia"
Exaltad a Jesús, pág. 72
Los ángeles nunca habían escuchado una oración semejante. Sentían el ferviente deseo
de llevarle un mensaje de seguridad y amor al Redentor que estaba en oración. Pero no;
el mismo Padre atendería a su Hijo. La luz de la gloria de Dios resplandeció
directamente desde el trono. Los cielos se abrieron, y los rayos de luz y gloria
procedentes de él tomaron la forma de una paloma y la apariencia del oro bruñido.
Además, la forma de la paloma era un emblema de la humildad y la mansedumbre de
Cristo.