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UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
ASIGNATURA: ECOLOGÍA
PROFESORA: EMMA SALAZAR
NRC: 28596
CONSIDERACIONES GENERALES DE ECOLOGÍA
Estudiante:
Daniela Ávila Ungaro
Caracas, 14 de marzo de 2016
2
ÍNDICE GENERAL
p.
Introducción 3
Ecología 4
Ramas de la ecología 5
Principios 6
Fundamentos 8
Visión sistémica de la naturaleza 9
Visión ecológica 10
Ecosistema 12
El ciclo de la materia: Ventana al nuevo paradigma ecológico 13
Conclusiones 14
GLOSARIO 15
BIBLIOGRAFÍA 16
3
INTRODUCCIÓN
El último siglo ha sido el más devastador para el ambiente global, debido al desarrollo
descontrolado de la sociedad humana. Diferentes informes anuales de las más
importantes organizaciones, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), enumeran los principales problemas ambientales que aquejan a
nuestro planeta. Uno de los más relevantes es el crecimiento de la población mundial,
que en 2011 superó los 7 mil millones de habitantes, subida demográfica que se ha
reflejado en el crecimiento abrupto de las concentraciones urbanas, que en 1992
aumentaron en más de 42% (PNUMA, 2011).
Al respecto, en 1992 el planeta tenía 10 “megaciudades” de más de 10 millones de
habitantes y para 2010, ese número había llegado a 21. En los últimos 50 años, los
seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en
ningún otro período de tiempo comparable de la historia de la humanidad, en gran parte
para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimento, agua dulce, madera,
fibra y combustible (Díaz-Martín, 2011).
Tal tendencia ha generado una pérdida considerable de recursos naturales, y en gran
medida irreversible. El cambio climático se acentúa por el uso creciente de
combustibles fósiles, como el petróleo, lo que aumenta las emisiones globales de CO2,
con 80% de las emisiones procedentes de tan sólo 19 países. Casi todos los glaciares
de montaña en el mundo se están retirando o son cada vez más delgados. Esta
disminución de los glaciares no solo influye en el curso del nivel del mar, sino que
también amenaza el bienestar de aproximadamente una sexta parte de la población
mundial. Los niveles del mar han estado aumentando a una tasa promedio de alrededor
de 2,5 mm por año desde 1992 (PNUMA, 2011).
En este contexto, las energías renovables, incluyendo la biomasa, han aumentado su
presencia en el suministro energético global en un 16% desde 1992 hasta 2012. La
energía solar y eólica solo representan un 0.3% del total, pero la inversión en fuentes
de energía con bajas emisiones de carbono ha aumentado un 540% entre 2004 y 2012
(PNUMA, 2011). La energía verde, también conocida como "energía renovable", se
utiliza para generar calor y electricidad. Atendiendo a tales consideraciones, la energía
verde es energía generada a partir de recursos comúnmente aceptados como de
impacto relativamente bajo sobre la salud de los seres humanos, animales, y el
ecosistema (Putt, 2006).
Pese a ello, la superficie forestal mundial se ha reducido en 300 millones de hectáreas
desde 1990, a pesar de los esfuerzos de reforestación hechos en Europa, Norteamérica
y Asia-Pacífica (PNUMA, 2011). Asimismo, más de 20 millones de hectáreas de
bosques se pierden en el mundo anualmente, ello sin contar las grandes extensiones
que son degradadas por prácticas forestales destructivas, sobre – aprovechamiento
forestal, contaminación, sequías y minería, entre otros (VITALIS, 2010). La producción
de alimentos a nivel mundial ha aumentado 45% desde 1992. Este rendimiento
depende en gran medida del uso de fertilizantes, que, además de enriquecer los suelos,
pueden tener un impacto negativo generando floraciones de algas en aguas
continentales y marinas (PNUMA, 2011).
4
Adicionalmente, 90% de nuestra alimentación procede de 15 especies de plantas y 8
especies de animales, y el arroz, de acuerdo con la Organización Internacional para la
Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en Inglés), aporta 26% de las
calorías, el trigo, 23% y el maíz, 7% (VITALIS, 2010). Otros datos recopilados por el
PNUMA indican que la biodiversidad se ha reducido en 12% a nivel mundial y en 30%
en los trópicos. Actualmente 13% de la superficie terrestre del mundo está protegida,
así como 7% de las aguas costeras y 1,4% de los océanos (PNUMA, 2011). El pH de
los océanos se redujo de 8,11 en 1992 a 8,06 en 2007.
Actualmente, las grandes potencias mundiales tienen una inmensa deuda de
biocapacidad debido que explotan los recursos naturales de sus regiones en una
medida mucho mayor a su capacidad regenerativa. Según los informes de la Global
Footprint Network (GFN, 2008), 80% de la población mundial vive en países que utilizan
más recursos de lo que son capaces de regenerar dentro de sus propias fronteras.
Para satisfacer sus necesidades, estos países cuentan con los excedentes de recursos
concentrados en los países ecológicamente acreedores, los cuales utilizan menos
biocapacidad de la que tienen. Al aumentar las presiones sobre la disponibilidad de los
recursos primarios, la riqueza ecológica se convertirá en una fuerza geopolítica más
influyente a nivel mundial. Los países con mayor biodiversidad disponible se convertirán
en los más competitivos y regularán la oferta, mientras los países consumidores
definirán la demanda (GFN, 2008).
ECOLOGÍA
Durante la cumbre de Río de Janeiro realizada en 1992, se origina por primera vez la
idea de cambiar la percepción de la industria como enemigo del medio ambiente, en ser
compatibles mutuamente, como una importante solución al desarrollo global. Por ende,
la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló su enorme relevancia en la
cumbre de Río de Janeiro
de 1992. Dicha discusión se constituyó debido a la necesidad urgente del
mundo para buscar nuevas formas de desarrollo que no arriesgaran el
sustento de las generaciones futuras. Es decir, que fue sólo hasta comienzo de los
noventa, cuando se tomaron en serio por parte de la Comunidad internacional, los
criterios propuestos un siglo antes por Ernst Haeckel, padre fundador de la ecología.
En esta cumbre un grupo de 150 empresarios y Jefes de Estado de diversas regiones
del mundo se propusieron la tarea de encontrar la mejor forma de expresar el principio
fundamental que logra ligar el cuidado ambiental con la actividad empresarial, donde la
generación de riqueza no sólo no está reñida con el cuidado ambiental, sino que por el
contrario, está en perfecta armonía con éste cuando las políticas económicas definen
un marco regulatorio adecuado y el empresario logra entender su propio interés en el
mediano y largo plazo. “Ecología fue la palabra escogida por ser la que mejor reflejaba
ese concepto: eco por económico, pero también por ecológico…” (Vicente y Clariond,
1999, p. 142).
Claramente, esta propuesta lograba articular la racionalidad empresarial de producir
más con menos, fundamentalmente como una estrategia de costos, pero con
sorprendentes consecuencias ambientales. Después de sólo una década, la ecología
5
ha logrado posicionarse en el mundo de los negocios; internet ofrece más de 6.149
sitios web que hablen de ello, las universidades lo enseñan, las compañías consultoras
cobran para asesorar sobre el tema, organizaciones a nivel mundial, regional y nacional
dictan conferencias sobre este concepto.
Al efecto, el informe desarrollado por el World Business Council for Sustainable
Development (WBCSD) sobre ecología muestra cómo lo que empezó como un
concepto, se ha transformado en una herramienta esencial para el desarrollo de la
nueva manera de hacer negocios, donde se ha explorado para establecer definiciones
más amplias, principios que rigen la ecología e indicadores que la miden. “Las
empresas no pueden darse el lujo de no adoptarlo, el desafío no está cambiando el
curso, porque sigue siendo el negocio como de costumbre” (Eco-efficiency, Agosto
2000). Lo cual demuestra que el mundo necesita mucho de esta estrategia empresarial
viable y factible en términos ecológicos.
RAMAS DE LA ECOLOGÍA
En líneas generales, la ecología es una filosofía que promueve a la empresa a buscar
mejoras en el entorno ambiental paralelamente con mejoras en el
rendimiento económico. La ecología se enfoca en las oportunidades
comerciales que permitan a las compañías volverse más medio – ambientalmente
responsables y que obtengan el mayor provecho económico a ello; promueve la
innovación y por consiguiente el crecimiento y
competitividad.
En la misma medida, una rama de la ecología es la economía ambiental sirve para
reconocer las opciones de ordenación eficiente de los recursos naturales que facilitan el
desarrollo sustentable. Es un puente esencial entre las técnicas tradicionales de toma
de decisiones y el análisis ambiental moderno. La economía ambiental es entonces útil
para incorporar aspectos ecológicos en el marco de la sociedad humana. Si bien la
teoría económica ambiental prosperó y la aplicación de la ecología se extendió en todo
el mundo desarrollado en los años setenta, y en los países en desarrollo a mediados de
los ochenta; la incorporación de los aspectos ambientales en la planificación del
desarrollo, es un fenómeno relativamente nuevo (Dasgrupta y Miller, 1990). De modo
similar, se reconoce al desarrollo sustentable como otra rama de la ecología, tanto para
determinar los costos de la degradación ambiental en los países en desarrollo, como
para crear incentivos adecuados para limitar tal degradación.
Finalmente, otra rama es la gestión del medio ambiente; que cuando es deficiente se ha
convertido en una barrera importante para el desarrollo. Dado que el desarrollo
sustentable incluye otros objetivos de larga data y gran prioridad como el crecimiento
económico y la erradicación de la pobreza, los escasos recursos (naturales y
artificiales) deben utilizarse con la mayor eficiencia. Por esto el análisis ambiental se ha
elevado al mismo nivel de importancia que los tres aspectos existentes de la evaluación
de proyectos: análisis financiero, económico y técnico. La valoración del impacto
ambiental permite incorporar efectivamente las consideraciones ambientales en las
decisiones de proyectos.
6
PRINCIPIOS
Para alcanzar el desarrollo sustentable como máximo logro de la ecología y asegurar la
sustentabilidad ambiental, se debe forjar la sustentabilidad general, pues es un hecho
que hoy en día interesa tanto a grandes como pequeñas empresas, ya que cualquier
empresario realiza una inversión con la finalidad de que ésta no solo rinda ganancias a
corto plazo sino también que se mantenga a través del tiempo produciendo ingresos,
este último punto dependerá de la sustentabilidad que dicha empresa mantenga. Esta
es una situación que no solo interesa a grandes inversionistas sino también es una
problemática que aqueja a directores de escuelas e instituciones de educación superior
ya que a medida en que se asegure la sustentabilidad de su institución esta podrá ser
preferida por futuras generaciones manteniéndola vigente y fortaleciéndola a través del
tiempo.
Para Doménech (2007) los principios básicos que rigen el concepto de ecología, se
pueden clasificar de la siguiente forma:
- Principio de sustentabilidad: a raíz del Informe Brundtland, el desarrollo sostenible se
define como el tipo de desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones
actuales sin poner en peligro las posibilidades de desarrollo de las generaciones
futuras.
- Principio de equidad: principio según el cual cada persona tiene derecho, aunque no la
obligación, a hacer uso de la misma cantidad de espacio ambiental (energía, materias
primas no renovables, terreno agrícola, bosques, capacidad de absorción de CO2, etc.).
- Principio de precaución: según el cual se establece la conveniencia de tomar medidas
antes de tener la seguridad de que se van a producir determinados efectos, debido a la
gravedad y alta probabilidad de éstos.
- Principio de responsabilidad diferenciada: principio según el cual las obligaciones que
un país debe asumir se establecerán de acuerdo con su responsabilidad en el problema
y su grado de desarrollo ecológicamente viable.
- Principio de “quien contamina, paga”: principio según el cual los causantes de
perjuicios o de un atentado al ambiente deben responder económicamente en las
medidas para su corrección.
Llegados a este punto, los indicadores de desarrollo sostenible (IDS) pueden
interpretarse como un sistema de señales que facilitan evaluar el progreso de nuestros
países y regiones hacia el desarrollo sustentable, esto lo explica Quiroga (2001) del
mismo modo resalta que: “Los indicadores son herramientas concretas que apoyan el
trabajo de diseño y evaluación de la política pública, fortaleciendo decisiones
informadas, así como la participación ciudadana, para impulsar a nuestros países hacia
el desarrollo sostenible” (p. 92).
Es importante mantener presente que los indicadores tanto ambientales como de
desarrollo sostenible, constituyen un tema que aún se encuentra en proceso de
desarrollo en el mundo, en el cual algunos países han avanzado más que otros, en
7
aspectos diversos. Según Tobasura (2007) se conocen 2 indicadores importantes de
sostenibilidad como lo son la Huella Ecológica (HE) y la Biocapacidad (BC), los cuales
son definidos de la siguiente manera: Por un lado, la Huella Ecológica (HE) es un
indicador biofísico que permite estimar los requerimientos en términos de consumo de
recursos y asimilación de desechos de una determinada población y economía,
expresados en áreas de suelo productivo.
De igual forma, permiten determinar la dependencia que tiene la población de una
ciudad, región o país, de las importaciones de recursos y su capacidad de asimilación
de desechos disponibles. Asimismo, se conoce que Rees y Wackernagel (1995)
presentan la huella ecológica como el área o territorio ecológicamente productivo
(cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesaria para producir los recursos
utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un
nivel de vida específico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área. Luego
de tener dos conceptos teóricos se puede decir en otras palabras, que la Huella
ecológica es un indicador biofísico del impacto de una población determinada, de
acuerdo con su estilo de vida y la productividad de su espacio físico, dados por los
consumos y la tecnología utilizada.
Del mismo modo, refleja el espacio en hectáreas per-cápita requeridas para satisfacer
las necesidades de alimentación, oxígeno, energía, vivienda, agua, espacios para
vertido, etcétera. Por tanto, se puede afirmar que para el cálculo de la biocapacidad se
requiere conocer la extensión de las tierras en producción y las que aún están
desocupadas, con su rendimiento por unidad de área. Por el contrario la metodología
de cálculo de la huella ecológica se basa en la estimación de la superficie necesaria
para satisfacer los consumos asociados con la alimentación, los productos forestales,
gasto energético y ocupación directa del territorio.
FUNDAMENTOS
La problemática ambiental ha despertado en los países y organizaciones mundiales una
gran preocupación, ya que gran parte de los procesos que se utilizan industrialmente
para satisfacer las necesidades de los seres humanos, generan impactos negativos al
medio natural, atentando
contra el futuro de las presentes y próximas generaciones. Incluso, ello ha generado tal
descontento que la política y ecología se han entremezclado local y globalmente a
través de acciones políticas de implicaciones ecológicas en los términos propuestos por
el sociólogo Castells.
En derivación, los Estados se han visto obligados a buscar soluciones para que la
humanidad disminuya el impacto negativo sobre el ambiente. La declaración de
Estocolmo en 1972 (Bejarano, 2004), la cumbre de la tierra celebrada en Río de Janeiro
en 1992 (Castilla, 2004), el protocolo de Kioto en 1997 (ONU, 1998), son sólo algunas
de las reuniones y/o acuerdos que se han llevado a cabo alrededor del mundo con
motivo de buscar soluciones a esta aguda situación.
En este orden de ideas, durante 1983 la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) creó la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo
como organismo independiente. Dicha comisión tenía como objetivos, reexaminar las
8
cuestiones críticas relativas al ambiente y al desarrollo, proponer nuevas formas de
cooperación en esta área y proporcionar a los gobiernos, organizaciones e individuos,
una comprensión mayor con respecto al tema ambiental, incentivándolos a que actúen
de una manera firme (Negrão, 2002).
Luego, en 1987 la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo publicó un
informe llamado “Nuestro Futuro Común”, donde apareció una de
las definiciones más citadas hasta la actualidad sobre desarrollo sustentable:
Satisfacer las necesidades de esta generación sin comprometer la capacidad
de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades (Comisión
Brundtland,1987). Hoy día, la ecología se fundamenta esencialmente sobre el derecho
de las personas a una vida saludable, a aprovechar ordenadamente sus recursos
naturales, la cooperación internacional, a la erradicación de la pobreza, el fomento de la
participación ciudadana, la prevención y la actuación en origen, entre otros, son
principios básicos que contemplan el modelo del desarrollo sustentable.
Según Doménech (2007) la rentabilidad o productividad de los recursos puede definirse
como la eficacia con la que empleamos energía y materiales en toda la economía, es
decir, el valor añadido por unidad de recurso utilizado. Esto significa que la
productividad de los recursos se define de forma análoga a la productividad laboral: el
valor añadido por unidad de recurso humano. Una manera de medir la productividad de
los recursos a escala nacional es dividiendo la actividad económica de un país
(expresada en PIB, Producto Interno Bruto) por el uso total de energía (expresada en
TEP, toneladas equivalentes de petróleo,) o el uso total de materiales (toneladas).
Igualmente, resulta válida la operación inversa: el uso de energía por la actividad
económica (intensidad energética de la economía.
Ahora bien, en el caso aplicado a una institución de educación superior, como nuestra
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB,) la productividad de los recursos se podría
medir, por ejemplo, según litros de agua consumidos en un periodo determinado por los
estudiantes; este mismo ejemplo se puede acoplar a distintos recursos a modo de
evidenciar la relación directa entre el rendimiento de los recursos con la formación de
nuevos profesionales exitosos, demostrando así su adecuada utilización o
subutilización.
VISIÓN SISTÉMICA DE LA NATURALEZA
A partir de la aparición del movimiento medioambiental en la década de los
sesenta, se incrementó la creación de leyes relativas a la protección del
ambiente y los recursos naturales de acuerdo con una visión sistémica de la naturaleza
donde el hombre es parte de ésta y debe procurar preservarla u ocasionará su propia
extinción. El auge del movimiento ambiental y los sistemas empleados durante la
segunda guerra mundial son unas de las principales condiciones que han provocado el
desarrollo de normas o estándares internacionales sistematizados, lo que hace posible
que una compañía de un país comunique sus necesidades a compañías de otros
países sin que esto represente cambios en los procesos involucrados o productos
finales, lo cual representa un avance significativo para el comercio internacional.
9
De igual forma, las Naciones Unidas se ha ocupado sistemáticamente de las cuestiones
ambientales de los distintos países. Por citar un ejemplo, en 1972 se celebró una
conferencia en Estocolmo sobre el medio ambiente humano, lo cual condujo a una serie
de discusiones sobre los efectos internacionales de la contaminación presentando
diversidad de opiniones referentes a la
preservación del medioambiente.
A saber, la visión sistémica de la naturaleza comprende todos los procesos que
involucran la reducción de los impactos ambientales del ser humano, al controlar los
aspectos de sus actividades que causan o pueden causar impactos sobre el medio
natural. Por su parte, Hewitt y Robinson (2003) explican que el enfoque sistémico –
ambiental no es un método científico que busca que una compañía sea más ecologista,
tampoco se trata de sustituir maquinarias, productos o procesos que causan algún
impacto ambiental. Luego, el enfoque sistémico de la naturaleza está más enfocado en
la búsqueda de la mejora continua e interminable de los procesos de una organización
con la finalidad de perfeccionar la actuación ambiental. Con la finalidad de reducir los
impactos ambientales, las empresas optan por crear un Sistema de Gestión Ambiental
el cual proporcionará un proceso sistemático y cíclico de mejora continua y permitirá
controlar las actividades, los productos y las operaciones que causan o podrían causar
daños al ambiente, mediante un proceso documentado y planificado que puede estar
regido a través de la norma internacional ISO 14001 (ISO, 2004) y la reglamentación de
la unión europea EMAS.
VISIÓN ECOLÓGICA
La visión ecológica es integradora y especulativa (en el sentido cognoscitivo)
más que científica, ya que se trata de armonizar los ecosistemas existentes o
introducidos en el mundo de la ciudad. Es deseable la complicidad urbano –rural, y no
sólo desde el enfoque ecológico, pues conduciría, como hizo en otros tiempos, a una
complementariedad y funcionamiento bien engranado de los dos aspectos, frente al
recelo, el distanciamiento y la concepción de enfrentamiento entre las áreas
urbanizadas y las rurales, las periféricas y las internas de la ciudad.
Las consecuencias que puede traer el deterioro ambiental van a estar motivadas por
valores, entendiéndose estos como estructuras estables que se forman en los procesos
de socialización y que guían la acción de manera que estos serán herramientas para
interpretar la información sobre el ambiente (Amérigo, Aragones, Sevillano y Cortes,
2005). En base a ello se piensa que los valores y las creencias tienen un gran impacto
en las conductas ecológicas ya que serían los determinantes de dichas conductas. Los
valores se refieren entonces a lo que se cree moralmente correcto dependiendo de las
normas personales, mientras que, las creencias ambientales vienen dadas por el
análisis de costos y beneficios que tendrá la realización de la conducta (Aguilar et al,
2005).
En línea general, en la mayoría de las investigaciones (Aguilar et al, 2005), se han
identificado dos tipos de creencias ambientales: las creencias antropocéntricas y las
creencias ecocéntricas. Al efecto, las creencias antropocéntricas hacen referencia a la
opinión de que las personas deben dominar a la naturaleza y los seres humanos tiene
el derecho de degradarla si así lo desean, en contraposición se encuentran las
10
creencias ecocéntricas que consideran al ser humano como un elemento más que
forma parte del ambiente y debe cuidarlo.
Como bien se observa, esta concepción de lo antropocéntrico no guarda relación con el
Darwinismo social, sino que según las ideas de Charles Darwin predominaría la
tendencia ecocéntrica pues sería impensable que los organismos, incluidos los
humanos, carezcan del ecosistema que les permite evolucionar. Esta última noción
(ecosistema), aportada en fecha posterior por el norteamericano Eugene Odum, quien
supo visualizar claramente el entorno natural como un sistema indispensable para la
existencia ecológica de la vida.
Asimismo, en una investigación llevada a cabo por Pato et al (2005) que buscaba
relacionar a los comportamientos ecológicos con las creencias ambientales en
estudiantes brasileños de instituciones públicas de enseñanza media y universitaria, se
obtuvo como uno de los resultados más relevantes que las creencias ecocéntricas
explican el comportamiento de ahorro de agua, energía y limpieza urbana mientras que
las creencias antropocéntricas están relacionadas negativamente con comportamientos
proambientales. En esta misma investigación se encontró que las creencias son los
mejores predictores de comportamientos proambientales ya que la evidencia demostró
que la relación entre estas dos variables es significativa y arrojó resultados consonantes
con el supuesto de que las creencias anteceden de manera directa al comportamiento
ecológico.
De su lado, otra investigación realizada en España por Amérigo et al (2005)
que buscaba analizar las creencias que van a mediar la relación entre el
medio y el hombre en una muestra de estudiantes, tomando como premisa
una organización tripartita de las creencias, es decir, creencias altruistas,
egoístas y biosféricas, arrojó resultados consonantes con los arrojados por la
investigación de Pato et al (2005) en Brasil. De manera que Amérigo y otros
también encuentran en esta muestra una relación directamente proporcional
entre las creencias ecocéntricas y preocupación ambiental, mientras que las
creencias antropocéntricas presentan una relación negativa con la
preocupación ambiental.
En este último estudio, también se puso de manifiesto que los motivos
para proteger el ambiente pueden proceder de ambos tipos de creencias
pero las razones de ejecutar la conducta para cada una son diferentes. Las
creencias antropocéntricas guían la protección del ambiente en base al valor
utilitario que este tiene, mientras que las creencias ecocéntricas guían la
protección del medio por el valor independiente del ser humano que el
ambiente posee. De igual modo, quedó en evidencia que las personas que adoptan
cualquiera de las posturas, es decir, la antropocéntrica o la ecocéntrica; pueden tener
igual preocupación por lo que las consecuencias de la degradación ambiental puede
causar en ellos o en otras personas.
Igualmente se encontró que las correlaciones entre las creencias ecocentristas y las
antropocentristas no presentan una significación estadística, lo que podría apuntar a la
aparente independencia de ambas posturas (Amérigo et al, 2005). La realización de
una conducta ecológica estará determinada entonces por las creencias, los valores y el
11
contexto, de manera que si todos estos elementos se muestran consistentes, la
conducta se realizará; pero si hay algún tipo de inconsistencia en alguno de estos
elementos, la conducta se inhibe; puesto que:
Los valores actúan como un filtro que modula la información que la persona
evaluará, de modo que si la información disponible sobre la situación, el
objeto o la conducta en sí misma es congruente con los valores individuales,
esa persona desarrollará unas creencias más positivas hacia dicha situación,
objeto u acción. Estas creencias, al encontrarse más cercanas a las actitudes
que los propios valores, influirán en que la persona se forme una actitud
positiva y, por lo tanto, facilitará la realización de la conducta (Amérigo et al,
2005, p. 167).
En el extracto citado se observa cómo hay una relación entre valores y creencias que a
su vez influyen en las actitudes lo que facilitará la realización de estas conductas, si la
valoración es positiva; o la inhibirán si la valoración es negativa. (Amerigo et al, 2005).
Por otra parte Pato y Tamayo (2006) llevaron a cabo una investigación que estudió el
papel mediador entre las creencias ambientales tomando a los valores personales en
cuenta y al comportamiento de activismo ecológico en estudiantes brasileños. Los
resultados arrojados plantean que las creencias ecocéntricas median los valores
personales de activismo y universalismo. De manera cónsona, los resultados revelan
que las personas que desean independencia y autonomía se van a ver más
involucradas con conductas proambientales ya que se perciben como menos apartadas
del medio.
En semejante medida, los resultados también revelaron que los valores de autodireción,
universalismo y benevolencia pueden encontrarse relacionados con los
comportamientos de activismo ecológico de manera indirecta a través de los dos tipos
de creencias ecológicas; entonces se plantea que los valores van a activar algún tipo de
creencia ambiental y, esta creencia ambiental va a impulsar a las personas a actuar de
manera proambiental o antiambiental. Asimismo se plantea cómo las motivaciones que
van más allá del egoísmo y buscan el beneficio de la comunidad ejercen influencia en el
individuo de manera que se formen creencias que concienciarán a los individuos hacia
el cuidado del ambiente y los incitarán a la realización de conductas proambientales.
Ahondando en consideraciones, para definir el concepto de objetivos ambientales
habría que especificar previamente el significado de objetivos, según Barajas (1990) un
objetivo:
…es fijarse una meta; cuando lo anterior se aplica a un organismo social se
convierte en la razón de su existencia; así, se manifiestan de modo
correspectivo objetivos económicos, educativos, políticos, ambientales y
sociales, que señalan los resultados esperados para el futuro, como producto
de la acción de los integrantes de la organización y del proceso
administrativo (p. 72).
12
En este sentido, la norma ISO 14.001 define muy específicamente un objetivo ambiental
como: “…una meta general que surge de la política ambiental que una organización
establece para si misma, para alcanzar y que se cuantifica cuando es práctico, (Sec.
3.7). En consecuencia, las metas ambientales serian entonces los: “…requerimientos
de desempeño detallados, cuantificados cuando sea práctico, aplicables a la
organización, o partes de ella, que surgen de los objetivos ambientales y que necesitan
ser establecidos y cumplidos con el fin de alcanzar esos objetivos” (Cascio et al, 1997,
p.110)
Desde tal perspectiva manera el establecimiento de objetivos debe ser consistente con
la política ambiental de la organización y con sus compromisos para impedir la
contaminación. Este concepto es un tanto ambiguo ya que podría ser interpretado,
como que significa que los objetivos y las metas deben impedir la contaminación. De
hecho, la organización debe demostrar que solo ha tomado en cuenta la prevención de
la contaminación en sus actividades, servicios y productos. Los objetivos y metas en si
no tienen que mostrar evidencias de prevención de la contaminación, aun cuando en
muchos casos podría hacerlo.
ECOSISTEMA
Tal como se mencionó, la noción de ecosistema fue acuñada por Eugene Odum para
hacer referencia al ambiente como el entorno donde se producen cambios
geomorfológicos y geodinámicos muy generales que afectan la vida en forma natural,
pero cuyo impacto puede verse incrementado por realización de actividades humanas
degradantes del ambiente que excedan la sustentabilidad del sistema.
Hoy día, la concepción del ecosistema adquiere características preocupantes: El mundo
en el que vivimos enfrenta una serie de problemas ambientales, fenómenos de cambio
climático comprometen los niveles productivos, la capa de ozono ha sufrido un
adelgazamiento alarmante, día a día la biodiversidad mundial disminuye y estamos
conduciendo a las pocas especies que utilizamos a patrones de agotamiento genético.
El suelo fértil y la cubierta vegetal pierden terreno, el agua potable es cada vez más
escasa y los desechos peligrosos se depositan en lugares inadecuados ocasionando
problemas de salud.
La misma idea de ecosistema propuesta por Odum, tiene sus orígenes en
preocupaciones conservacionistas que proponían la necesidad de explotar
sosteniblemente los recursos naturales. En ese contexto, la concepción del ecosistema
se percibe como una dimensión que debe integrarse en las propuestas educativas
dirigidas a la sociedad. Así, para preservar el ecosistema es indispensable reconocer
valores, aclarar conceptos y fomentar actitudes y aptitudes, con el fin de comprender y
apreciar las interrelaciones entre el hombre, la cultura y el medio.
En concatenación, surge la alternativa de la educación ambiental como instrumento
para proteger el ecosistema. Más concretamente, en 1971 la OEA propone que una de
las funciones de la Educación Ambiental consista en la enseñanza de juicios de valor y
en la necesidad de razonar problemas complejos. Esta idea es complementada por
Pedro Cañal en 1981, quien sugiere la necesidad de comprender y enjuiciar las
13
relaciones de interdependencia entre las estructuras de poder, los modos de
producción, el medio biofísico y la ideología. Luego, en 1992 una de las conclusiones
del Foro Global es que la Educación Ambiental es un proceso de aprendizaje
permanente en el que se manifiesta un respeto a todas las formas de vida, y que
propone sociedades socialmente justas y ecológicamente equilibradas (Vozmediano y
Guillén, 2005).
Según lo expuesto, se aprecia ya la influencia que la sustentabilidad del desarrollo
ejerce sobre la conservación del ecosistema. Sin embargo, es claro que la educación
ambiental no puede ser concebida como una nueva disciplina que segregue el
conocimiento. Como consecuencia, las diversas variables que juegan un papel en la
aparición de problemas ambientales implican su necesaria integración por medio de la
educación ambiental en una dimensión única: La ecología enfocada hacia la
preservación del ecosistema.
EL CICLO DE LA MATERIA: VENTANA AL NUEVO PARADIGMA ECOLÓGICO
Un modelo alternativo utilizado en el estudio de la conducta ambiental es el
Nuevo Paradigma Ecológico, el cual nace cuando la sociedad toma
conciencia de la ruptura del ciclo natural de la materia; observando que el progreso de
la industria trae consigo problemas ambientales como la escasez de recursos y la
desaparición de especies animales y vegetales, es por esto que las creencias y los
valores han sido reorientadas para vivir en equilibrio con la naturaleza y búsqueda de
soluciones a los problemas ambientales (Vozmediano y Guillén, 2005)
No obstante, originalmente, el objetivo del Nuevo Paradigma Ecológico (NEP)
desarrollado por Dunlap y Van Liere, era medir la conciencia ecológica a partir de las
actitudes. Luego, diversos estudios fueros arrojando la existencia de tres factores, estos
elementos consistían en que: consideraban a las personas como una especie aparte de
la naturaleza; que la capacidad de los ecosistemas es limitada; y que el ser humano, las
ciencias y la tecnología tienen la capacidad de solucionar los problemas ambientales en
la medida que interfieran lo menos posible con los ciclos naturales de generación y
regeneración de la materia a través de una explotación sostenible y racional del
ambiente (González y Amérigox, 1999)
Al respecto, se han realizado algunas investigaciones para demostrar la
confiabilidad y validez del instrumento que mide las actitudes ecológicas de los
individuos a la luz del Nuevo Paradigma Ecológico. En algunos estudios se ha
encontrado que esta escala es válida y confiable, otras arrojan resultados contrarios.
Por ejemplo, en un estudio realizado por Vozmediano y Guillén (2005) se encontró que
las sub – escalas antropocéntricas y ecocéntricas se observan como independientes,
por lo tanto se podrían encontrar sujetos con altas puntuaciones en ambas
dimensiones, por lo que estos autores recomiendan orientar la investigación a
diferentes actitudes específicas de conductas ecológicas en lugar de buscar ubicarlos
en alguna de estas dos dimensiones.
14
CONCLUSIONES
Es importante entender que la ecología no se limita simplemente a realizar mejoras en
los procesos productivos existentes y rutinarios, esto es un punto de vista muy
estrecho, contrariamente, la ecología aplica a diferentes actividades de la empresa y,
estimula la creatividad y la innovación en la búsqueda de las nuevas formas de hacer
negocios. La ecología no es suficiente con integrar a la economía con la ecología,
existe un tercer elemento muy importante para su desarrollo, el cual es el progreso
social.
El papel de las empresas es satisfacer las necesidades humanas esperando obtener
ganancias, pero también es importante señalar que los negocios son responsables para
mejorar la calidad de vida que asegure el desarrollo sustentable. Las empresas
necesitan ser ecológicas porque el desarrollo de la humanidad apunta hacia el
crecimiento económico, social y ambiental, en dónde cada vez más se sentirán las
presiones hacia la empresa por parte de clientes, inversionistas, legisladores, entre
otros, para asegurar el desarrollo sustentable a través del camino de la ecología.
No obstante, los factores productivos no puede lograr la ecología sin la ayuda de los
agentes externos a la empresa. El progreso de este concepto requiere algo más que las
acciones individuales de las personas; requiere la cooperación de toda la sociedad, de
no ser así, el desarrollo del concepto podría no tener permanencia en el tiempo. Los
gobiernos tienen un papel muy importante para crear estas condiciones, deben
establecer políticas que favorezcan la transición hacia una economía ecológica,
estableciendo un crecimiento económico al tiempo que favorezca una reducción en el
uso de recursos y de la contaminación a través de diferentes políticas que giren en
torno a ello.
Por último, los líderes gubernamentales y funcionarios deben establecer políticas de
ecología a nivel macroeconómico y un criterio de la conversión para el desarrollo
sustentable, realizar acciones concretas que apoyen a las
empresas a realizar prácticas ecológicas y desestimular aquellas que
utilicen muchas cantidades de recursos y generen contaminación al ambiente, estimular
a los consumidores para preferir los productos y servicios ecológicas que promuevan el
desarrollo sustentable, incluir
dentro de los planes educativos, la formación para una economía
ecológica, desde las escuelas, hasta las universidades y promover planes
de investigación y desarrollo que giren alrededor de la visión ecológica sobre el entorno.
15
GLOSARIO
Bacterias: Seres de organización simple, unicelulares, con células sueltas o reunidas,
con flagelos o sin. De ellos dependen gran parte de las trasformaciones de la materia
orgánica (p. 164)
Comunidad: Organización social superior en dimensiones a la familia, pero sin la
amplitud suficiente para ser considerada como sociedad en pleno. Así, la comunidad se
halla inserta en la sociedad.
Áreas bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE): Son áreas protegidas
por el Estado venezolano dentro de los límites de su territorio, en las cuales aplica el
paradigma de desarrollo sustentable por medio de un aprovechamiento racional y
autosostenible de sus recursos.
Especie: Cada uno de los grupos en que se dividen los géneros y que se componen de
individuos dotados con idénticos caracteres esenciales.
Naturaleza: Esencia o propiedad característica de los seres vivos así como de la
materia orgánica que conforma la biomasa en que aquéllos se desenvuelven con fines
vitales. .
Organización biológica: Es la clasificación jerárquica de las formas de vida partiendo
desde las más simples hasta las más complejas. Los niveles superiores de la
organización biológica suelen a su vez denominarse organización ecológica.
Organismo: Conjunto de órganos del cuerpo de los seres vivientes y/o ser viviente que
resulta de dicha conformación.
Población: Conjunto de individuos de una determinada especie que se desenvuelven
vitalmente en forma regular o periódica dentro de los límites de un hábitat específico.
Reinos de la Naturaleza: Distintas categorías en que se agrupan y clasifican los seres
vivos; hace alusión por excelencia al reino animal y al reino vegetal. Aunque puede
asimismo emplearse en numerosos supuestos: reino de los mamíferos, de los reptiles,
entre otros.
Virus: Germen de varias enfermedades infecciosas, atribuido al desarrollo de microbios
especiales para cada una de ellas.
16
BIBLIOGRAFÍA
Aguilar, M., García, J., Monteavila, A. y Salinas, J. (2005) “El modelo del valor, las
normas y las creencias hacia medio ambiente en la predicción de la conducta
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17
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Consideraciones Generales de Ecología

  • 1. UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL ASIGNATURA: ECOLOGÍA PROFESORA: EMMA SALAZAR NRC: 28596 CONSIDERACIONES GENERALES DE ECOLOGÍA Estudiante: Daniela Ávila Ungaro Caracas, 14 de marzo de 2016
  • 2. 2 ÍNDICE GENERAL p. Introducción 3 Ecología 4 Ramas de la ecología 5 Principios 6 Fundamentos 8 Visión sistémica de la naturaleza 9 Visión ecológica 10 Ecosistema 12 El ciclo de la materia: Ventana al nuevo paradigma ecológico 13 Conclusiones 14 GLOSARIO 15 BIBLIOGRAFÍA 16
  • 3. 3 INTRODUCCIÓN El último siglo ha sido el más devastador para el ambiente global, debido al desarrollo descontrolado de la sociedad humana. Diferentes informes anuales de las más importantes organizaciones, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), enumeran los principales problemas ambientales que aquejan a nuestro planeta. Uno de los más relevantes es el crecimiento de la población mundial, que en 2011 superó los 7 mil millones de habitantes, subida demográfica que se ha reflejado en el crecimiento abrupto de las concentraciones urbanas, que en 1992 aumentaron en más de 42% (PNUMA, 2011). Al respecto, en 1992 el planeta tenía 10 “megaciudades” de más de 10 millones de habitantes y para 2010, ese número había llegado a 21. En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo comparable de la historia de la humanidad, en gran parte para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimento, agua dulce, madera, fibra y combustible (Díaz-Martín, 2011). Tal tendencia ha generado una pérdida considerable de recursos naturales, y en gran medida irreversible. El cambio climático se acentúa por el uso creciente de combustibles fósiles, como el petróleo, lo que aumenta las emisiones globales de CO2, con 80% de las emisiones procedentes de tan sólo 19 países. Casi todos los glaciares de montaña en el mundo se están retirando o son cada vez más delgados. Esta disminución de los glaciares no solo influye en el curso del nivel del mar, sino que también amenaza el bienestar de aproximadamente una sexta parte de la población mundial. Los niveles del mar han estado aumentando a una tasa promedio de alrededor de 2,5 mm por año desde 1992 (PNUMA, 2011). En este contexto, las energías renovables, incluyendo la biomasa, han aumentado su presencia en el suministro energético global en un 16% desde 1992 hasta 2012. La energía solar y eólica solo representan un 0.3% del total, pero la inversión en fuentes de energía con bajas emisiones de carbono ha aumentado un 540% entre 2004 y 2012 (PNUMA, 2011). La energía verde, también conocida como "energía renovable", se utiliza para generar calor y electricidad. Atendiendo a tales consideraciones, la energía verde es energía generada a partir de recursos comúnmente aceptados como de impacto relativamente bajo sobre la salud de los seres humanos, animales, y el ecosistema (Putt, 2006). Pese a ello, la superficie forestal mundial se ha reducido en 300 millones de hectáreas desde 1990, a pesar de los esfuerzos de reforestación hechos en Europa, Norteamérica y Asia-Pacífica (PNUMA, 2011). Asimismo, más de 20 millones de hectáreas de bosques se pierden en el mundo anualmente, ello sin contar las grandes extensiones que son degradadas por prácticas forestales destructivas, sobre – aprovechamiento forestal, contaminación, sequías y minería, entre otros (VITALIS, 2010). La producción de alimentos a nivel mundial ha aumentado 45% desde 1992. Este rendimiento depende en gran medida del uso de fertilizantes, que, además de enriquecer los suelos, pueden tener un impacto negativo generando floraciones de algas en aguas continentales y marinas (PNUMA, 2011).
  • 4. 4 Adicionalmente, 90% de nuestra alimentación procede de 15 especies de plantas y 8 especies de animales, y el arroz, de acuerdo con la Organización Internacional para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en Inglés), aporta 26% de las calorías, el trigo, 23% y el maíz, 7% (VITALIS, 2010). Otros datos recopilados por el PNUMA indican que la biodiversidad se ha reducido en 12% a nivel mundial y en 30% en los trópicos. Actualmente 13% de la superficie terrestre del mundo está protegida, así como 7% de las aguas costeras y 1,4% de los océanos (PNUMA, 2011). El pH de los océanos se redujo de 8,11 en 1992 a 8,06 en 2007. Actualmente, las grandes potencias mundiales tienen una inmensa deuda de biocapacidad debido que explotan los recursos naturales de sus regiones en una medida mucho mayor a su capacidad regenerativa. Según los informes de la Global Footprint Network (GFN, 2008), 80% de la población mundial vive en países que utilizan más recursos de lo que son capaces de regenerar dentro de sus propias fronteras. Para satisfacer sus necesidades, estos países cuentan con los excedentes de recursos concentrados en los países ecológicamente acreedores, los cuales utilizan menos biocapacidad de la que tienen. Al aumentar las presiones sobre la disponibilidad de los recursos primarios, la riqueza ecológica se convertirá en una fuerza geopolítica más influyente a nivel mundial. Los países con mayor biodiversidad disponible se convertirán en los más competitivos y regularán la oferta, mientras los países consumidores definirán la demanda (GFN, 2008). ECOLOGÍA Durante la cumbre de Río de Janeiro realizada en 1992, se origina por primera vez la idea de cambiar la percepción de la industria como enemigo del medio ambiente, en ser compatibles mutuamente, como una importante solución al desarrollo global. Por ende, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló su enorme relevancia en la cumbre de Río de Janeiro de 1992. Dicha discusión se constituyó debido a la necesidad urgente del mundo para buscar nuevas formas de desarrollo que no arriesgaran el sustento de las generaciones futuras. Es decir, que fue sólo hasta comienzo de los noventa, cuando se tomaron en serio por parte de la Comunidad internacional, los criterios propuestos un siglo antes por Ernst Haeckel, padre fundador de la ecología. En esta cumbre un grupo de 150 empresarios y Jefes de Estado de diversas regiones del mundo se propusieron la tarea de encontrar la mejor forma de expresar el principio fundamental que logra ligar el cuidado ambiental con la actividad empresarial, donde la generación de riqueza no sólo no está reñida con el cuidado ambiental, sino que por el contrario, está en perfecta armonía con éste cuando las políticas económicas definen un marco regulatorio adecuado y el empresario logra entender su propio interés en el mediano y largo plazo. “Ecología fue la palabra escogida por ser la que mejor reflejaba ese concepto: eco por económico, pero también por ecológico…” (Vicente y Clariond, 1999, p. 142). Claramente, esta propuesta lograba articular la racionalidad empresarial de producir más con menos, fundamentalmente como una estrategia de costos, pero con sorprendentes consecuencias ambientales. Después de sólo una década, la ecología
  • 5. 5 ha logrado posicionarse en el mundo de los negocios; internet ofrece más de 6.149 sitios web que hablen de ello, las universidades lo enseñan, las compañías consultoras cobran para asesorar sobre el tema, organizaciones a nivel mundial, regional y nacional dictan conferencias sobre este concepto. Al efecto, el informe desarrollado por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) sobre ecología muestra cómo lo que empezó como un concepto, se ha transformado en una herramienta esencial para el desarrollo de la nueva manera de hacer negocios, donde se ha explorado para establecer definiciones más amplias, principios que rigen la ecología e indicadores que la miden. “Las empresas no pueden darse el lujo de no adoptarlo, el desafío no está cambiando el curso, porque sigue siendo el negocio como de costumbre” (Eco-efficiency, Agosto 2000). Lo cual demuestra que el mundo necesita mucho de esta estrategia empresarial viable y factible en términos ecológicos. RAMAS DE LA ECOLOGÍA En líneas generales, la ecología es una filosofía que promueve a la empresa a buscar mejoras en el entorno ambiental paralelamente con mejoras en el rendimiento económico. La ecología se enfoca en las oportunidades comerciales que permitan a las compañías volverse más medio – ambientalmente responsables y que obtengan el mayor provecho económico a ello; promueve la innovación y por consiguiente el crecimiento y competitividad. En la misma medida, una rama de la ecología es la economía ambiental sirve para reconocer las opciones de ordenación eficiente de los recursos naturales que facilitan el desarrollo sustentable. Es un puente esencial entre las técnicas tradicionales de toma de decisiones y el análisis ambiental moderno. La economía ambiental es entonces útil para incorporar aspectos ecológicos en el marco de la sociedad humana. Si bien la teoría económica ambiental prosperó y la aplicación de la ecología se extendió en todo el mundo desarrollado en los años setenta, y en los países en desarrollo a mediados de los ochenta; la incorporación de los aspectos ambientales en la planificación del desarrollo, es un fenómeno relativamente nuevo (Dasgrupta y Miller, 1990). De modo similar, se reconoce al desarrollo sustentable como otra rama de la ecología, tanto para determinar los costos de la degradación ambiental en los países en desarrollo, como para crear incentivos adecuados para limitar tal degradación. Finalmente, otra rama es la gestión del medio ambiente; que cuando es deficiente se ha convertido en una barrera importante para el desarrollo. Dado que el desarrollo sustentable incluye otros objetivos de larga data y gran prioridad como el crecimiento económico y la erradicación de la pobreza, los escasos recursos (naturales y artificiales) deben utilizarse con la mayor eficiencia. Por esto el análisis ambiental se ha elevado al mismo nivel de importancia que los tres aspectos existentes de la evaluación de proyectos: análisis financiero, económico y técnico. La valoración del impacto ambiental permite incorporar efectivamente las consideraciones ambientales en las decisiones de proyectos.
  • 6. 6 PRINCIPIOS Para alcanzar el desarrollo sustentable como máximo logro de la ecología y asegurar la sustentabilidad ambiental, se debe forjar la sustentabilidad general, pues es un hecho que hoy en día interesa tanto a grandes como pequeñas empresas, ya que cualquier empresario realiza una inversión con la finalidad de que ésta no solo rinda ganancias a corto plazo sino también que se mantenga a través del tiempo produciendo ingresos, este último punto dependerá de la sustentabilidad que dicha empresa mantenga. Esta es una situación que no solo interesa a grandes inversionistas sino también es una problemática que aqueja a directores de escuelas e instituciones de educación superior ya que a medida en que se asegure la sustentabilidad de su institución esta podrá ser preferida por futuras generaciones manteniéndola vigente y fortaleciéndola a través del tiempo. Para Doménech (2007) los principios básicos que rigen el concepto de ecología, se pueden clasificar de la siguiente forma: - Principio de sustentabilidad: a raíz del Informe Brundtland, el desarrollo sostenible se define como el tipo de desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones actuales sin poner en peligro las posibilidades de desarrollo de las generaciones futuras. - Principio de equidad: principio según el cual cada persona tiene derecho, aunque no la obligación, a hacer uso de la misma cantidad de espacio ambiental (energía, materias primas no renovables, terreno agrícola, bosques, capacidad de absorción de CO2, etc.). - Principio de precaución: según el cual se establece la conveniencia de tomar medidas antes de tener la seguridad de que se van a producir determinados efectos, debido a la gravedad y alta probabilidad de éstos. - Principio de responsabilidad diferenciada: principio según el cual las obligaciones que un país debe asumir se establecerán de acuerdo con su responsabilidad en el problema y su grado de desarrollo ecológicamente viable. - Principio de “quien contamina, paga”: principio según el cual los causantes de perjuicios o de un atentado al ambiente deben responder económicamente en las medidas para su corrección. Llegados a este punto, los indicadores de desarrollo sostenible (IDS) pueden interpretarse como un sistema de señales que facilitan evaluar el progreso de nuestros países y regiones hacia el desarrollo sustentable, esto lo explica Quiroga (2001) del mismo modo resalta que: “Los indicadores son herramientas concretas que apoyan el trabajo de diseño y evaluación de la política pública, fortaleciendo decisiones informadas, así como la participación ciudadana, para impulsar a nuestros países hacia el desarrollo sostenible” (p. 92). Es importante mantener presente que los indicadores tanto ambientales como de desarrollo sostenible, constituyen un tema que aún se encuentra en proceso de desarrollo en el mundo, en el cual algunos países han avanzado más que otros, en
  • 7. 7 aspectos diversos. Según Tobasura (2007) se conocen 2 indicadores importantes de sostenibilidad como lo son la Huella Ecológica (HE) y la Biocapacidad (BC), los cuales son definidos de la siguiente manera: Por un lado, la Huella Ecológica (HE) es un indicador biofísico que permite estimar los requerimientos en términos de consumo de recursos y asimilación de desechos de una determinada población y economía, expresados en áreas de suelo productivo. De igual forma, permiten determinar la dependencia que tiene la población de una ciudad, región o país, de las importaciones de recursos y su capacidad de asimilación de desechos disponibles. Asimismo, se conoce que Rees y Wackernagel (1995) presentan la huella ecológica como el área o territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área. Luego de tener dos conceptos teóricos se puede decir en otras palabras, que la Huella ecológica es un indicador biofísico del impacto de una población determinada, de acuerdo con su estilo de vida y la productividad de su espacio físico, dados por los consumos y la tecnología utilizada. Del mismo modo, refleja el espacio en hectáreas per-cápita requeridas para satisfacer las necesidades de alimentación, oxígeno, energía, vivienda, agua, espacios para vertido, etcétera. Por tanto, se puede afirmar que para el cálculo de la biocapacidad se requiere conocer la extensión de las tierras en producción y las que aún están desocupadas, con su rendimiento por unidad de área. Por el contrario la metodología de cálculo de la huella ecológica se basa en la estimación de la superficie necesaria para satisfacer los consumos asociados con la alimentación, los productos forestales, gasto energético y ocupación directa del territorio. FUNDAMENTOS La problemática ambiental ha despertado en los países y organizaciones mundiales una gran preocupación, ya que gran parte de los procesos que se utilizan industrialmente para satisfacer las necesidades de los seres humanos, generan impactos negativos al medio natural, atentando contra el futuro de las presentes y próximas generaciones. Incluso, ello ha generado tal descontento que la política y ecología se han entremezclado local y globalmente a través de acciones políticas de implicaciones ecológicas en los términos propuestos por el sociólogo Castells. En derivación, los Estados se han visto obligados a buscar soluciones para que la humanidad disminuya el impacto negativo sobre el ambiente. La declaración de Estocolmo en 1972 (Bejarano, 2004), la cumbre de la tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 (Castilla, 2004), el protocolo de Kioto en 1997 (ONU, 1998), son sólo algunas de las reuniones y/o acuerdos que se han llevado a cabo alrededor del mundo con motivo de buscar soluciones a esta aguda situación. En este orden de ideas, durante 1983 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo como organismo independiente. Dicha comisión tenía como objetivos, reexaminar las
  • 8. 8 cuestiones críticas relativas al ambiente y al desarrollo, proponer nuevas formas de cooperación en esta área y proporcionar a los gobiernos, organizaciones e individuos, una comprensión mayor con respecto al tema ambiental, incentivándolos a que actúen de una manera firme (Negrão, 2002). Luego, en 1987 la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo publicó un informe llamado “Nuestro Futuro Común”, donde apareció una de las definiciones más citadas hasta la actualidad sobre desarrollo sustentable: Satisfacer las necesidades de esta generación sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades (Comisión Brundtland,1987). Hoy día, la ecología se fundamenta esencialmente sobre el derecho de las personas a una vida saludable, a aprovechar ordenadamente sus recursos naturales, la cooperación internacional, a la erradicación de la pobreza, el fomento de la participación ciudadana, la prevención y la actuación en origen, entre otros, son principios básicos que contemplan el modelo del desarrollo sustentable. Según Doménech (2007) la rentabilidad o productividad de los recursos puede definirse como la eficacia con la que empleamos energía y materiales en toda la economía, es decir, el valor añadido por unidad de recurso utilizado. Esto significa que la productividad de los recursos se define de forma análoga a la productividad laboral: el valor añadido por unidad de recurso humano. Una manera de medir la productividad de los recursos a escala nacional es dividiendo la actividad económica de un país (expresada en PIB, Producto Interno Bruto) por el uso total de energía (expresada en TEP, toneladas equivalentes de petróleo,) o el uso total de materiales (toneladas). Igualmente, resulta válida la operación inversa: el uso de energía por la actividad económica (intensidad energética de la economía. Ahora bien, en el caso aplicado a una institución de educación superior, como nuestra Universidad Católica Andrés Bello (UCAB,) la productividad de los recursos se podría medir, por ejemplo, según litros de agua consumidos en un periodo determinado por los estudiantes; este mismo ejemplo se puede acoplar a distintos recursos a modo de evidenciar la relación directa entre el rendimiento de los recursos con la formación de nuevos profesionales exitosos, demostrando así su adecuada utilización o subutilización. VISIÓN SISTÉMICA DE LA NATURALEZA A partir de la aparición del movimiento medioambiental en la década de los sesenta, se incrementó la creación de leyes relativas a la protección del ambiente y los recursos naturales de acuerdo con una visión sistémica de la naturaleza donde el hombre es parte de ésta y debe procurar preservarla u ocasionará su propia extinción. El auge del movimiento ambiental y los sistemas empleados durante la segunda guerra mundial son unas de las principales condiciones que han provocado el desarrollo de normas o estándares internacionales sistematizados, lo que hace posible que una compañía de un país comunique sus necesidades a compañías de otros países sin que esto represente cambios en los procesos involucrados o productos finales, lo cual representa un avance significativo para el comercio internacional.
  • 9. 9 De igual forma, las Naciones Unidas se ha ocupado sistemáticamente de las cuestiones ambientales de los distintos países. Por citar un ejemplo, en 1972 se celebró una conferencia en Estocolmo sobre el medio ambiente humano, lo cual condujo a una serie de discusiones sobre los efectos internacionales de la contaminación presentando diversidad de opiniones referentes a la preservación del medioambiente. A saber, la visión sistémica de la naturaleza comprende todos los procesos que involucran la reducción de los impactos ambientales del ser humano, al controlar los aspectos de sus actividades que causan o pueden causar impactos sobre el medio natural. Por su parte, Hewitt y Robinson (2003) explican que el enfoque sistémico – ambiental no es un método científico que busca que una compañía sea más ecologista, tampoco se trata de sustituir maquinarias, productos o procesos que causan algún impacto ambiental. Luego, el enfoque sistémico de la naturaleza está más enfocado en la búsqueda de la mejora continua e interminable de los procesos de una organización con la finalidad de perfeccionar la actuación ambiental. Con la finalidad de reducir los impactos ambientales, las empresas optan por crear un Sistema de Gestión Ambiental el cual proporcionará un proceso sistemático y cíclico de mejora continua y permitirá controlar las actividades, los productos y las operaciones que causan o podrían causar daños al ambiente, mediante un proceso documentado y planificado que puede estar regido a través de la norma internacional ISO 14001 (ISO, 2004) y la reglamentación de la unión europea EMAS. VISIÓN ECOLÓGICA La visión ecológica es integradora y especulativa (en el sentido cognoscitivo) más que científica, ya que se trata de armonizar los ecosistemas existentes o introducidos en el mundo de la ciudad. Es deseable la complicidad urbano –rural, y no sólo desde el enfoque ecológico, pues conduciría, como hizo en otros tiempos, a una complementariedad y funcionamiento bien engranado de los dos aspectos, frente al recelo, el distanciamiento y la concepción de enfrentamiento entre las áreas urbanizadas y las rurales, las periféricas y las internas de la ciudad. Las consecuencias que puede traer el deterioro ambiental van a estar motivadas por valores, entendiéndose estos como estructuras estables que se forman en los procesos de socialización y que guían la acción de manera que estos serán herramientas para interpretar la información sobre el ambiente (Amérigo, Aragones, Sevillano y Cortes, 2005). En base a ello se piensa que los valores y las creencias tienen un gran impacto en las conductas ecológicas ya que serían los determinantes de dichas conductas. Los valores se refieren entonces a lo que se cree moralmente correcto dependiendo de las normas personales, mientras que, las creencias ambientales vienen dadas por el análisis de costos y beneficios que tendrá la realización de la conducta (Aguilar et al, 2005). En línea general, en la mayoría de las investigaciones (Aguilar et al, 2005), se han identificado dos tipos de creencias ambientales: las creencias antropocéntricas y las creencias ecocéntricas. Al efecto, las creencias antropocéntricas hacen referencia a la opinión de que las personas deben dominar a la naturaleza y los seres humanos tiene el derecho de degradarla si así lo desean, en contraposición se encuentran las
  • 10. 10 creencias ecocéntricas que consideran al ser humano como un elemento más que forma parte del ambiente y debe cuidarlo. Como bien se observa, esta concepción de lo antropocéntrico no guarda relación con el Darwinismo social, sino que según las ideas de Charles Darwin predominaría la tendencia ecocéntrica pues sería impensable que los organismos, incluidos los humanos, carezcan del ecosistema que les permite evolucionar. Esta última noción (ecosistema), aportada en fecha posterior por el norteamericano Eugene Odum, quien supo visualizar claramente el entorno natural como un sistema indispensable para la existencia ecológica de la vida. Asimismo, en una investigación llevada a cabo por Pato et al (2005) que buscaba relacionar a los comportamientos ecológicos con las creencias ambientales en estudiantes brasileños de instituciones públicas de enseñanza media y universitaria, se obtuvo como uno de los resultados más relevantes que las creencias ecocéntricas explican el comportamiento de ahorro de agua, energía y limpieza urbana mientras que las creencias antropocéntricas están relacionadas negativamente con comportamientos proambientales. En esta misma investigación se encontró que las creencias son los mejores predictores de comportamientos proambientales ya que la evidencia demostró que la relación entre estas dos variables es significativa y arrojó resultados consonantes con el supuesto de que las creencias anteceden de manera directa al comportamiento ecológico. De su lado, otra investigación realizada en España por Amérigo et al (2005) que buscaba analizar las creencias que van a mediar la relación entre el medio y el hombre en una muestra de estudiantes, tomando como premisa una organización tripartita de las creencias, es decir, creencias altruistas, egoístas y biosféricas, arrojó resultados consonantes con los arrojados por la investigación de Pato et al (2005) en Brasil. De manera que Amérigo y otros también encuentran en esta muestra una relación directamente proporcional entre las creencias ecocéntricas y preocupación ambiental, mientras que las creencias antropocéntricas presentan una relación negativa con la preocupación ambiental. En este último estudio, también se puso de manifiesto que los motivos para proteger el ambiente pueden proceder de ambos tipos de creencias pero las razones de ejecutar la conducta para cada una son diferentes. Las creencias antropocéntricas guían la protección del ambiente en base al valor utilitario que este tiene, mientras que las creencias ecocéntricas guían la protección del medio por el valor independiente del ser humano que el ambiente posee. De igual modo, quedó en evidencia que las personas que adoptan cualquiera de las posturas, es decir, la antropocéntrica o la ecocéntrica; pueden tener igual preocupación por lo que las consecuencias de la degradación ambiental puede causar en ellos o en otras personas. Igualmente se encontró que las correlaciones entre las creencias ecocentristas y las antropocentristas no presentan una significación estadística, lo que podría apuntar a la aparente independencia de ambas posturas (Amérigo et al, 2005). La realización de una conducta ecológica estará determinada entonces por las creencias, los valores y el
  • 11. 11 contexto, de manera que si todos estos elementos se muestran consistentes, la conducta se realizará; pero si hay algún tipo de inconsistencia en alguno de estos elementos, la conducta se inhibe; puesto que: Los valores actúan como un filtro que modula la información que la persona evaluará, de modo que si la información disponible sobre la situación, el objeto o la conducta en sí misma es congruente con los valores individuales, esa persona desarrollará unas creencias más positivas hacia dicha situación, objeto u acción. Estas creencias, al encontrarse más cercanas a las actitudes que los propios valores, influirán en que la persona se forme una actitud positiva y, por lo tanto, facilitará la realización de la conducta (Amérigo et al, 2005, p. 167). En el extracto citado se observa cómo hay una relación entre valores y creencias que a su vez influyen en las actitudes lo que facilitará la realización de estas conductas, si la valoración es positiva; o la inhibirán si la valoración es negativa. (Amerigo et al, 2005). Por otra parte Pato y Tamayo (2006) llevaron a cabo una investigación que estudió el papel mediador entre las creencias ambientales tomando a los valores personales en cuenta y al comportamiento de activismo ecológico en estudiantes brasileños. Los resultados arrojados plantean que las creencias ecocéntricas median los valores personales de activismo y universalismo. De manera cónsona, los resultados revelan que las personas que desean independencia y autonomía se van a ver más involucradas con conductas proambientales ya que se perciben como menos apartadas del medio. En semejante medida, los resultados también revelaron que los valores de autodireción, universalismo y benevolencia pueden encontrarse relacionados con los comportamientos de activismo ecológico de manera indirecta a través de los dos tipos de creencias ecológicas; entonces se plantea que los valores van a activar algún tipo de creencia ambiental y, esta creencia ambiental va a impulsar a las personas a actuar de manera proambiental o antiambiental. Asimismo se plantea cómo las motivaciones que van más allá del egoísmo y buscan el beneficio de la comunidad ejercen influencia en el individuo de manera que se formen creencias que concienciarán a los individuos hacia el cuidado del ambiente y los incitarán a la realización de conductas proambientales. Ahondando en consideraciones, para definir el concepto de objetivos ambientales habría que especificar previamente el significado de objetivos, según Barajas (1990) un objetivo: …es fijarse una meta; cuando lo anterior se aplica a un organismo social se convierte en la razón de su existencia; así, se manifiestan de modo correspectivo objetivos económicos, educativos, políticos, ambientales y sociales, que señalan los resultados esperados para el futuro, como producto de la acción de los integrantes de la organización y del proceso administrativo (p. 72).
  • 12. 12 En este sentido, la norma ISO 14.001 define muy específicamente un objetivo ambiental como: “…una meta general que surge de la política ambiental que una organización establece para si misma, para alcanzar y que se cuantifica cuando es práctico, (Sec. 3.7). En consecuencia, las metas ambientales serian entonces los: “…requerimientos de desempeño detallados, cuantificados cuando sea práctico, aplicables a la organización, o partes de ella, que surgen de los objetivos ambientales y que necesitan ser establecidos y cumplidos con el fin de alcanzar esos objetivos” (Cascio et al, 1997, p.110) Desde tal perspectiva manera el establecimiento de objetivos debe ser consistente con la política ambiental de la organización y con sus compromisos para impedir la contaminación. Este concepto es un tanto ambiguo ya que podría ser interpretado, como que significa que los objetivos y las metas deben impedir la contaminación. De hecho, la organización debe demostrar que solo ha tomado en cuenta la prevención de la contaminación en sus actividades, servicios y productos. Los objetivos y metas en si no tienen que mostrar evidencias de prevención de la contaminación, aun cuando en muchos casos podría hacerlo. ECOSISTEMA Tal como se mencionó, la noción de ecosistema fue acuñada por Eugene Odum para hacer referencia al ambiente como el entorno donde se producen cambios geomorfológicos y geodinámicos muy generales que afectan la vida en forma natural, pero cuyo impacto puede verse incrementado por realización de actividades humanas degradantes del ambiente que excedan la sustentabilidad del sistema. Hoy día, la concepción del ecosistema adquiere características preocupantes: El mundo en el que vivimos enfrenta una serie de problemas ambientales, fenómenos de cambio climático comprometen los niveles productivos, la capa de ozono ha sufrido un adelgazamiento alarmante, día a día la biodiversidad mundial disminuye y estamos conduciendo a las pocas especies que utilizamos a patrones de agotamiento genético. El suelo fértil y la cubierta vegetal pierden terreno, el agua potable es cada vez más escasa y los desechos peligrosos se depositan en lugares inadecuados ocasionando problemas de salud. La misma idea de ecosistema propuesta por Odum, tiene sus orígenes en preocupaciones conservacionistas que proponían la necesidad de explotar sosteniblemente los recursos naturales. En ese contexto, la concepción del ecosistema se percibe como una dimensión que debe integrarse en las propuestas educativas dirigidas a la sociedad. Así, para preservar el ecosistema es indispensable reconocer valores, aclarar conceptos y fomentar actitudes y aptitudes, con el fin de comprender y apreciar las interrelaciones entre el hombre, la cultura y el medio. En concatenación, surge la alternativa de la educación ambiental como instrumento para proteger el ecosistema. Más concretamente, en 1971 la OEA propone que una de las funciones de la Educación Ambiental consista en la enseñanza de juicios de valor y en la necesidad de razonar problemas complejos. Esta idea es complementada por Pedro Cañal en 1981, quien sugiere la necesidad de comprender y enjuiciar las
  • 13. 13 relaciones de interdependencia entre las estructuras de poder, los modos de producción, el medio biofísico y la ideología. Luego, en 1992 una de las conclusiones del Foro Global es que la Educación Ambiental es un proceso de aprendizaje permanente en el que se manifiesta un respeto a todas las formas de vida, y que propone sociedades socialmente justas y ecológicamente equilibradas (Vozmediano y Guillén, 2005). Según lo expuesto, se aprecia ya la influencia que la sustentabilidad del desarrollo ejerce sobre la conservación del ecosistema. Sin embargo, es claro que la educación ambiental no puede ser concebida como una nueva disciplina que segregue el conocimiento. Como consecuencia, las diversas variables que juegan un papel en la aparición de problemas ambientales implican su necesaria integración por medio de la educación ambiental en una dimensión única: La ecología enfocada hacia la preservación del ecosistema. EL CICLO DE LA MATERIA: VENTANA AL NUEVO PARADIGMA ECOLÓGICO Un modelo alternativo utilizado en el estudio de la conducta ambiental es el Nuevo Paradigma Ecológico, el cual nace cuando la sociedad toma conciencia de la ruptura del ciclo natural de la materia; observando que el progreso de la industria trae consigo problemas ambientales como la escasez de recursos y la desaparición de especies animales y vegetales, es por esto que las creencias y los valores han sido reorientadas para vivir en equilibrio con la naturaleza y búsqueda de soluciones a los problemas ambientales (Vozmediano y Guillén, 2005) No obstante, originalmente, el objetivo del Nuevo Paradigma Ecológico (NEP) desarrollado por Dunlap y Van Liere, era medir la conciencia ecológica a partir de las actitudes. Luego, diversos estudios fueros arrojando la existencia de tres factores, estos elementos consistían en que: consideraban a las personas como una especie aparte de la naturaleza; que la capacidad de los ecosistemas es limitada; y que el ser humano, las ciencias y la tecnología tienen la capacidad de solucionar los problemas ambientales en la medida que interfieran lo menos posible con los ciclos naturales de generación y regeneración de la materia a través de una explotación sostenible y racional del ambiente (González y Amérigox, 1999) Al respecto, se han realizado algunas investigaciones para demostrar la confiabilidad y validez del instrumento que mide las actitudes ecológicas de los individuos a la luz del Nuevo Paradigma Ecológico. En algunos estudios se ha encontrado que esta escala es válida y confiable, otras arrojan resultados contrarios. Por ejemplo, en un estudio realizado por Vozmediano y Guillén (2005) se encontró que las sub – escalas antropocéntricas y ecocéntricas se observan como independientes, por lo tanto se podrían encontrar sujetos con altas puntuaciones en ambas dimensiones, por lo que estos autores recomiendan orientar la investigación a diferentes actitudes específicas de conductas ecológicas en lugar de buscar ubicarlos en alguna de estas dos dimensiones.
  • 14. 14 CONCLUSIONES Es importante entender que la ecología no se limita simplemente a realizar mejoras en los procesos productivos existentes y rutinarios, esto es un punto de vista muy estrecho, contrariamente, la ecología aplica a diferentes actividades de la empresa y, estimula la creatividad y la innovación en la búsqueda de las nuevas formas de hacer negocios. La ecología no es suficiente con integrar a la economía con la ecología, existe un tercer elemento muy importante para su desarrollo, el cual es el progreso social. El papel de las empresas es satisfacer las necesidades humanas esperando obtener ganancias, pero también es importante señalar que los negocios son responsables para mejorar la calidad de vida que asegure el desarrollo sustentable. Las empresas necesitan ser ecológicas porque el desarrollo de la humanidad apunta hacia el crecimiento económico, social y ambiental, en dónde cada vez más se sentirán las presiones hacia la empresa por parte de clientes, inversionistas, legisladores, entre otros, para asegurar el desarrollo sustentable a través del camino de la ecología. No obstante, los factores productivos no puede lograr la ecología sin la ayuda de los agentes externos a la empresa. El progreso de este concepto requiere algo más que las acciones individuales de las personas; requiere la cooperación de toda la sociedad, de no ser así, el desarrollo del concepto podría no tener permanencia en el tiempo. Los gobiernos tienen un papel muy importante para crear estas condiciones, deben establecer políticas que favorezcan la transición hacia una economía ecológica, estableciendo un crecimiento económico al tiempo que favorezca una reducción en el uso de recursos y de la contaminación a través de diferentes políticas que giren en torno a ello. Por último, los líderes gubernamentales y funcionarios deben establecer políticas de ecología a nivel macroeconómico y un criterio de la conversión para el desarrollo sustentable, realizar acciones concretas que apoyen a las empresas a realizar prácticas ecológicas y desestimular aquellas que utilicen muchas cantidades de recursos y generen contaminación al ambiente, estimular a los consumidores para preferir los productos y servicios ecológicas que promuevan el desarrollo sustentable, incluir dentro de los planes educativos, la formación para una economía ecológica, desde las escuelas, hasta las universidades y promover planes de investigación y desarrollo que giren alrededor de la visión ecológica sobre el entorno.
  • 15. 15 GLOSARIO Bacterias: Seres de organización simple, unicelulares, con células sueltas o reunidas, con flagelos o sin. De ellos dependen gran parte de las trasformaciones de la materia orgánica (p. 164) Comunidad: Organización social superior en dimensiones a la familia, pero sin la amplitud suficiente para ser considerada como sociedad en pleno. Así, la comunidad se halla inserta en la sociedad. Áreas bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE): Son áreas protegidas por el Estado venezolano dentro de los límites de su territorio, en las cuales aplica el paradigma de desarrollo sustentable por medio de un aprovechamiento racional y autosostenible de sus recursos. Especie: Cada uno de los grupos en que se dividen los géneros y que se componen de individuos dotados con idénticos caracteres esenciales. Naturaleza: Esencia o propiedad característica de los seres vivos así como de la materia orgánica que conforma la biomasa en que aquéllos se desenvuelven con fines vitales. . Organización biológica: Es la clasificación jerárquica de las formas de vida partiendo desde las más simples hasta las más complejas. Los niveles superiores de la organización biológica suelen a su vez denominarse organización ecológica. Organismo: Conjunto de órganos del cuerpo de los seres vivientes y/o ser viviente que resulta de dicha conformación. Población: Conjunto de individuos de una determinada especie que se desenvuelven vitalmente en forma regular o periódica dentro de los límites de un hábitat específico. Reinos de la Naturaleza: Distintas categorías en que se agrupan y clasifican los seres vivos; hace alusión por excelencia al reino animal y al reino vegetal. Aunque puede asimismo emplearse en numerosos supuestos: reino de los mamíferos, de los reptiles, entre otros. Virus: Germen de varias enfermedades infecciosas, atribuido al desarrollo de microbios especiales para cada una de ellas.
  • 16. 16 BIBLIOGRAFÍA Aguilar, M., García, J., Monteavila, A. y Salinas, J. (2005) “El modelo del valor, las normas y las creencias hacia medio ambiente en la predicción de la conducta ecológica” Medio Ambiente y Comportamiento Humano, 7, 21-44 Barajas J. (1990). Curso introductorio a la Administración. México: Editorial Trillas. Banco Mundial, Trabajo Técnico No 154 (enero 1994), Libro de Consulta para Evaluación Ambiental. Volumen III: Lineamentos para la Evaluación Ambiental de los proyectos energéticos e industriales. Washintongton, D.C. Cascio, J. (1997). Guía ISO 14000: Las nuevas normas internacionales para la administración ambiental. México. Mcgraw-Hill. CMMAD (1987) Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo), Our Common Future, Oxford, Oxford University Press. Comisión de Brundtland. (1987). Nuestro Futuro Común. Universidad de Oxford. Díaz-Martín, D. (2011). Avances y desafíos desde Rio 1992 a Rio 2012. En preparación para Río+20: Evolución de la Gestión Ambiental Internacional. Memorias del XIII Congreso Venezolano de Derecho Ambiental, USB, Caracas. Gonzaléz, A., Amérigox, M. (1999) “Actitudes hacia el medio ambiente y conducta ecológica” Psicothema., 11, 13-25 Hewitt, R. y Robinson, G. (2003). ISO 14001 EMS Manual de Sistema de Gestión Medioambiental. Madrid: Editorial Thomson. ISO 14001 (2004). Sistemas de Gestión Ambiental, Requisitos con Orientación para su Uso. Organización Internacional para la Estandarización. ISO 14031 (1999). Sistemas de Gestión Ambiental, Evaluación del Comportamiento Medioambiental. Organización Internacional para la Estandarización. ISO 14040 (2006). Sistemas de Gestión Ambiental, Análisis de Ciclo de Vida. Organización Internacional para la Estandarización. Negrão, R. (2002). II Curso Internacional de Aspectos Geológicos de Protección Ambiental. Montevideo: UNESCO. Pato, C., Ros, M. y Tamayo, A., (2005) “Creencias y comportamiento ecológico: un estudio empírico con estudiantes brasileños” Medio Ambiente y Comportamiento Humano, 6, 5-22. Pato, C. y Tamayo, A. (2006) “Valores, creencias ambientales y comportamiento ecológico de activismo” Medio Ambiente y Comportamiento Humano, 7, 51-65.
  • 17. 17 PNUMA (2003). Resumen del Informe Global sobre el Ambiente. Recuperado el 11 de marzo de 2016, desde http://www.unep.org/hazardoussubstances/ Portals/9/Lead_Cadmium/docs/GC_ mandates/GC_22_4_Spanish.pdf PNUMA (1ro de noviembre de 2011). Unietd Nations Environment Program. Recuperado el 11 de marzo de 2016, desde http://www.unep. org/Documents.Multilingual/Default.asp?DocumentID=2656&ArticleID=89 22&l= en &t=long Romero, B. (2003). El Análisis del Ciclo de Vida y la Gestión Ambiental. México: Instituto de Investigaciones Eléctricas. Tobasura, I. (2007). Huella Ecológica y Biocapacidad: Indicadores Biofísicos para la Gestión Ambiental. Bogotá: Universidad nacional de Colombia Vicente, O, y Clariond, E. (1999) América Latina en el Camino de la Ecoeficiencia. México: CIADS. Vozmediano, L. y Guillén, C. (2005) “Escala nuevo paradigma ecológico: propiedades psicométricas con una muestra española obtenida a través de Internet” Medio Ambiente y Comportamiento Humano, 6, 37- 49.