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“Dentro de un círculo de amarillentos rosales”

De Daniel Dagna


ESPACIO ESCÉNICO:
La acción transcurre en una antigua y opulenta casona en el casco de una
estancia situada en la pampa argentina. La estancia queda muy cerca de un
pequeño pueblo que está alejado de las grandes urbes.
El estar de la casona es amplio, luminoso y tiene pocos muebles y objetos. Pero
todos ellos son bellos, de estilo y gran calidad. Dos sillones de un cuerpo y otro de
dos, un revistero, un reloj cucú de pared y dos mesitas ratonas. Una de las mesas
ratonas se encuentra entre los sillones y la otra, que tiene un pequeño cajón y que
sobre sí contiene varios portarretratos, está casi en un rincón. En el rincón opuesto
a ella, un hermoso cristalero con puertas con vidrios biselados y con dos cajones
en la parte inferior.
Haciendo foro encontramos un enorme ventanal que permite ver gran parte del
verde y cuidado jardín. El ventanal está vestido con un pesado cortinado de color
bordó, corrido a los laterales y plegado por cordones dorados con borlas del
mismo color.
En el centro del jardín, dos columnas de hierro sostienen dos farolas del mismo
material, entre ellas, un banco de madera de color blanco. El final del jardín esta
bordeado por un vallado de rosales. Muchas de las hojas de los rosales se ven
ligeramente amarillentas.
En la parte superior del ventanal, en forma apaisada y cerrando semicircularmente
en el borde superior, se puede apreciar un colorido vitral que representa una
bacanal de la época del imperio romano.
Tres puertas dan al estar: a la izquierda, una doble de madera lustrada y herrajes
dorados que conduce a la calle; a la derecha, una puerta simple que siempre se
encuentra abierta y que da al interior de la casa; y al foro, una puerta de madera
con cristales biselados que da al jardín.


PERSONAJES:

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Josefa       Una mujer de alrededor de setenta años. Delgada, digna, fría y que
viste muy pulcramente. Su carácter es fuerte, arrogante, avasallador.
Mechi Su nieta. Una jovencita de veintidós años. Con mucho carácter, impulsiva,
rebelde y muy ávida de libertad.
Gloria Tiene alrededor de cuarenta y cinco años. Hija mayor de Josefa y tía de
Mechi. Es amable, conformista y contemporizadora. Casi una solterona.
María Hija menor de Josefa y madre de Mechi. Su carácter y humor son algo
frágiles. Su estado nervioso es vigilado por píldoras que ingiere casi
descontroladamente.


“Dentro de un círculo de amarillentos rosales”

Un drama familiar


             Primer domingo de Junio.
             La luz de la mañana entra por el enorme ventanal y los destellos de
             luz de diversos colores se esparcen por el estar.


             Josefa, sentada plácidamente y con mucha parsimonia, bebe un té.
             En otro sillón, casi sin poder ocultar su crisis nerviosa, Mercedes,
             trata de sostener una conversación amistosa con su abuela.
JOSEFA:- (Luego de una breve pausa.)Y sale el sol, que no es poco, y cada quien
a cargar con su propia cruz. (Breve pausa.)Yo con mi nombre. Sólo a mi difunta
madre se le podría haber ocurrido que todo el mundo me llamara Josefa. Por
supuesto que Amadeo no opinó al respecto. El nunca opinaba sobre las cosas
familiares. Le daba igual cualquier cosa. Todo le daba igual. Lo único importante
para él era su tambo. Cuantos litros de leche diarios daba su bendito tambo.
Distinto era si se trataba de Pedro. Él si le importaba a Amadeo. Las vacas y los
cereales pasaban rápidamente a segundo plano. Primero Pedro, después las
vacas y sus cientos de litros de leche diarios; después los quintales de trigo, de
maíz y la alfalfa para sus vacas; después los peones y sus familias…
             El cucú del reloj de pared da las ocho de la mañana.

                                          2
MECHI:- (Con branca contenida y tal vez un dejo desolado): Pasaron los años
pero la escala de valores para los hombres parecen ser las mismas…
JOSEFA:- Siempre te dije que ése muchacho no era para vos. No conocemos a
su familia. Cuando una busca un hombre que no es de su propio rebaño no
conoce nunca su verdadero pedigrí. Con todos los buenos muchachos que hay en
éste “hermoso pueblo”.
MECHI:- (Conteniendo su enojo): Me estás cargando abuela.
JOSEFA:- ¿Cargando? ¡Estoy para andar “cargando”!, demasiado tengo con mi
propia cruz. A propósito de cruz, podrías acompañarme a misa, debe hacer desde
tu bautismo que no vas a la iglesia.
MECHI:- Desde mi primera comunión.
JOSEFA:- Los jóvenes ya no van a la iglesia. La religión parece cosa de viejas.
Sólo nosotras continuamos los caminos del señor. ¡Así va el mundo! Alejándose
de la caridad. No hace muchos años, los domingos, había misa a las siete y luego
a las once de la mañana. Ahora una sola misa a las nueve. El cura parece un
cantante bailantero, da misa en tres pueblos diferentes. (Luego de una breve
pausa.) No te escuché llegar…
MECHI:- Vine caminando…
JOSEFA:- ¿Desde el pueblo? ¿Y el auto?
MECHI:- (Duda): Se quedó sin batería.
JOSEFA:- Lo volviste a dejar con las luces encendidas toda la noche.
MECHI:- ¡No sé, abuela! (Intenta contener su ira.) Cuando le quise dar arranque
estaba muerto. Con la noche de mierda que había pasado, el broche ideal era
volver a casa caminando...
JOSEFA:- El pueblo no queda lejos y no es tan grande, nunca se camina
demasiado, salvo que se camine en círculo.
MECHI:- ¡Caía una lloviznita fría de cagarse!
JOSEFA:- ¡Qué manera de expresarse! (Brevísima pausa.)Tenés razón.
(Menospreciando la lluvia): “Estaba lloviznando”. (Observando la ropa que lleva
puesta.) Encima nunca estás lo suficientemente abrigada.
MECHI:- Otra se va a tener que encargar de ir a buscar a Néstor.


                                         3
JOSEFA:- ¿Por qué? Mañana mismo llevás el auto para que le cambien la batería
y listo.
MECHI:- (Inventando una excusa): Me gustaría dejar el auto en el mecánico…
JOSEFA:- ¿Por?
MECHI:- (Sin saber bien que decir): Para que le hagan… (Sin poder ocultar su
enojo): ¡No sé, qué sé yo!, no es normal que se quede sin batería tan seguido…
JOSEFA:- Decime una cosa…
           Mechi contiene su respiración.
JOSEFA:- ¿Estás contenta con la llegada de tu primo?
MECHI:- (Aliviada): ¡Sí! ¡Cómo no! (tratando de demostrar alegría): ¡Me pone muy
feliz! ¡Por fin un hombre en la casa!
JOSEFA:- (Cambiando radicalmente de tema): ¿Sabés algo de tu mamá?
MECHI:- No, ¿y vos?
JOSEFA:-Supuestamente iba a venir temprano. No le gusta manejar de noche.
¡No debería manejar! ¡Ni de noche ni de día! ¿No te llamó por celular?
MECHI:- No sé. Mi celular no anda bien. Te dije un montón de veces que
necesitaba uno nuevo. Mi celular ya no sirve. ¡Casi nunca tiene señal!
JOSEFA:- Tu celular se parece a tu mamá.
MECHI:- (Sin ocultar su estado de nervios):¡Mi celular, mi auto, mi mamá… mi
“ex”… nada anda bien…!
                 Mechi se pone de pie y se dispone a salir.
JOSEFA:- No me dijiste si me acompañabas…
MECHI:- ¿A dónde?
JOSEFA:- A misa.
MECHI:- Otro día, abuela, otro día, hoy no estoy de ánimo. (Sale)
JOSEFA:- (Levantando el tono de voz): Si venís te compro… (Para sí): Igual se lo
voy a comprar. (Breve pausa. Mirando por el ventanal, con un cierto aire de
nostalgia): ¡Ay Emilio!, con vos ya no puedo contar, tu vista ya no te ayuda, ¿y
ahora, quién me lleva a la iglesia?
                 Josefa bebe un sorbo de té y es sorprendida por el apagón.



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Mismo espacio, horas después…
             Gloría mira hacia el jardín y bebe whisky.
GLORIA:- (Risueña, alegre): ¡Pobre Emilio! No lo deja descansar ni el día
domingo. ¡Pobre Emilio!
             María va impaciente de una puerta a la otra, expectante a todos los
             movimientos de la casa. Está nerviosa, alterada.
MARÍA:- Son tal para cual. Él le tiene tanta paciencia.
GLORIA:- Por eso mismo debe ser el único hombre que anda cerca de la casa.
MARÍA:- Emilio nunca le podrá decir que no.
GLORIA:- (Sentenciando): ¡Quien podrá! (Mirando por el ventanal.) Los rosales
podrían haber esperado hasta mañana.
             María va hacia la puerta que conecta con el interior de la casa y al
             cerciorarse de que nadie viene por ella, encamina sus pasos
             nerviosos hacia la otra puerta.
MARÍA:- Los que no pueden esperar hasta mañana son mamá y Emilio. No sé
quién es más ansioso.
GLORIA:- De quien no habla es de Néstor. Desde que nos leyó la carta no volvió
a hablar del tema. Debe creer que el día nunca va a llegar, pero, cada vez falta
menos.
MARÍA:- (Sin ocultar su enojo hacia su madre.)El no hablar del tema, para ella,
hace que el tema no exista.
GLORIA:- Pero el martes viene después del lunes, y aunque ella quiera, después
del lunes nunca vendrá el miércoles.
MARÍA:- (Llena de dudas y de nerviosismo intenta cambiar de tema.) Gloria, yo…
quería decirte que… que…
GLORIA:- (Sirviéndose su segundo vaso de whisky.) ¿Qué cosa?
MARÍA:- (Cambia de tema al ver el rostro inquisidor de su hermana.) ¿Vos creés
que ella no quiere que venga?
GLORIA:- No sé. Con mamá nunca se sabe.
             María vuelve a encaminar sus nerviosos pasos, primero a la puerta
             que da al interior de la casa y luego, a la puerta que da al jardín.


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MARÍA:- (Su estado nervioso cada vez se hace más visible.) Yo ya estuve
ordenando el cuarto de huéspedes. ¡Hay que ir acomodando, si no, él va a llegar y
no va a tener donde dormir! Habría que comprar sábanas nuevas. Las que hay no
son muy varoniles.
GLORIA:- Todavía deben estar puestas las rosas con florcitas.
MARÍA:- (Con desmesura): ¡Esas mismas!
GLORIA:- ¡No creo que el nieto del tío Pedro sea de esos! El tío lo hubiera
desheredado. (Sonríe.)
MARÍA:- (Sentenciando desmesuradamente): ¡Mamá no estaría dispuesta a
recibirlo!
             María revisa la puerta que da al interior de la casa por enésima vez y
             luego va decidida hacia su hermana.
MARÍA:- (Intenta cambiar de tema.) Gloria, yo quería pedirte…
GLORIA:-(Amable y haciéndose cargo de la tarea.) Yo me encargo de las
sábanas azules.
             Luego de decir esto, Gloria mira a María, y es sorprendida por la
             mirada insidiosa de ella.
MARÍA:- (Vuelve a intentar cambiar de tema.) Gloria, yo necesito que…
GLORIA:- (Intentando tranquilizar a su hermana.) Yo me voy a ocupar de todo,
vos, quedate tranquila. Es una muy buena noticia que Néstor venga.Se recibió de
Ingeniero Agrónomo. Para poder trabajar necesita campos, animales, cereales… y
si aquí hay algo que sobra… son esas cosas…
MARÍA:- (Intenta cambiar de tema; ahora con algo más de iniciativa y en un
avanzado estado de nervios): ¡Gloria, no sé si es buena o mala noticia! ¡Yo ahora
no puedo pensar en eso! Yo…
GLORIA:- (Con alegría y convicción): ¡Por supuesto que es una buena noticia!
Aquí va a tener un montón de trabajo. ¡Necesitamos sangre nueva! Con
conocimientos. El campo se tecnificó mucho en la última década. Un Ingeniero
puede hacer rendir mucho más el nuestro. Y aunque mamá no lo diga, ella sabe
que Emilio ya está viejo para controlar y llevar adelante la estancia. Ella ve que



                                          6
esto ya es tierra de nadie, cada peón hace lo que quiere… Mamá es capaz de
olvidar lo que con el olvido le puede traer algún beneficio.
MARÍA:- (Sin ocultar el odio que siente hacia su madre.) ¡No siempre!
GLORIA:- Sí, siempre que le traiga beneficios. Ojalá venga a quedarse.
             María se ha cerciorado de que nadie está por entrar por ninguna de
             las puertas y va con decisión a enfrentar a su hermana.
MARÍA:- (Muy nerviosa): Gloria, yo quería hablar de…
GLORIA:- (Amablemente): No la veo muy bien a Mechi…
MARÍA:- (Con fastidio desmesurado): ¿Qué pasa ahora con Mechi?
             María busca en el cajón un frasco con píldoras. Saca un par, deja el
             frasco en el cajón y lo cierra con violencia. Se toma la píldora en
             seco.
GLORIA:- (Buscando la forma de decírselo sin molestarla, sin enojarla): No sé
bien que pasa. Pero si una se guía por lo que escucha…
MARÍA:- (De repente estalla, grita): ¡¡Se puede saber que escuchaste
ahora!!(Remarcando violentamente cada palabra.) ¡¡Qué… escuchaste…
ahora…!!
GLORIA:- (Con firmeza): María, si me atrevo a hablar con vos es por el bien de
Mechi. Nada más. Sólo por eso. No se necesita estar averiguando mucho para
saber que Mechi no está haciendo bien las cosas. Mechi no está bien. Algo le
pasa. Anoche estrelló su auto contra un árbol.
MARÍA:- (Perdiendo el control): ¡¡Ya lo sé!! (Intentando controlarse): Ni bien llegué
tuve que pasar por la comisaría.
GLORIA:- ¡Algo le está pasando! No es normal lo que acaba de hacer. Debe
haber estado bastante borracha como para que su auto se suba a la vereda y se
estrelle contra un árbol. Para después, como si nada, salir caminando hacia acá y
dejar el auto abandonado a la buena de Dios.
MARÍA:- ¡Yo tengo otra versión de los hechos!
GLORIA:- ¡Por supuesto! La versión Mechi: “Yo no fui mamá, le presté el auto a
un amigo…”



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MARÍA:- ¡No es así! Nunca me dijo eso. ¡Estaba deprimida! Muy deprimida y…
(Buscando una razón valedera y sin lograr controlar su estado de nervios):
Después de cuatro años rompió con Julio. ¡Chau noviazgo! ¡Después de cuatro
años! Ella estaba muy ilusionada, enamorada, con un montón de proyectos, y de
buenas a primeras… ¡Chau, noviazgo! ¡Chau, proyectos!Creo que encontró a Julio
con otra. Eso es muy fuerte. Muy doloroso. ¡Muy doloroso! ¡Angustiante! Estaba
tan ilusionada con todos los preparativos, estaban pensando… ¡Es muy doloroso
que tus proyectos se vayan al carajo en una noche! ¡Perder todo en una noche!
¡Esa es una razón muy valedera cómo para perder la cabeza y estrellar un auto de
mierda contra un árbol de mierda!
GLORIA:- No habría más árboles en el mundo si todos “los desahuciados en el
amor” estrelláramos nuestros autos en ellos. Perdoname que te diga, pero no me
parece una conducta del todo normal. Por un novio una no intenta matarse.
MARÍA:- (A punto de volver a estallar): ¡No digo que sea normal, digo que pudo
ser motivo suficiente! Además lo que cada mujer haría por un hombre… no todas
reaccionamos igual. (Casi no pudiendo controlarse): ¿¡Qué es normal para vos!?
¿¡Lo que haces vos es normal!?
GLORIA:- (Cortante): ¡Estamos hablando de Mechi!
MARÍA:- (Estalla, grita fuera de control): ¡Acostarte con un “tendero” que tiene
quince años menos que vos! ¡Eso es normal! ¡Esa es una conducta ejemplar! ¡Eso
es una vergüenza!
GLORIA:- ¡Basta, María! ¡Basta! Nunca se puede hablar con vos. Sólo lo dije por
el bien de Mechi. Ella necesita ayuda y vos sos su mamá. Sos quién debería
ayudarla. Estar a su lado. ¡Ayudarla!
JOSEFA:- (Entrando): ¡¡Suficiente!! (Mira lentamente a sus hijas.) ¿Qué pasó con
Mechi? ¿Qué pasó con su auto?
             Se produce un breve silencio.
MARÍA:- (Controlándose): Lo estrelló contra un árbol.
JOSEFA:- Me dijo que se había quedado sin batería.
GLORIA:- (Sabiendo la gravedad de la situación de su sobrina.) Tenemos que
ayudarla.


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JOSEFA:- Todos cuando fuimos jóvenes cometimos alguna locura. Yo un día…
¡Bueno!, no viene al caso… ¿Dónde está ahora?
MARÍA:- Duerme.
JOSEFA:- Ni bien se despierte voy a hablar con ella.
GLORIA:- (Amablemente): Mamá, me parece que es María quien debería hablar
larga y claramente con Mechi. Ellas lo necesitan.
             María, ya no puede casi controlar sus nervios y sus temores, mira
             suplicante a su madre. Intenta con la mirada pedirle autorización,
             permiso, para cumplir el rol que nunca debió haber perdido.
MARÍA:- (Dubitativa): Yo… necesito hablar… quiero… hacerlo…
GLORIA:- Tenés que hacerlo.
MARÍA:- (Muy dubitativa, a Josefa): Necesito hablar con ella y… con vos… y con
ella… (Por Gloria.)
JOSEFA:- (Esquivando la mirada de María): Ni bien se despierte voy a hablar con
mí nieta.
MARÍA:- (Titubeante, insegura): Mamá… me gustaría… resolverlo a mí.
JOSEFA:- ¡Ay María! Lo tuyo siempre fue: “una buena expresión de deseos”
MARÍA:- Es mi hija.
JOSEFA:- Sobre vos es de lo único que no tengo dudas. También es mí única
nieta y la conozco muy bien. ¡Mucho más de lo que ustedes la conocen! De modo
que las cosas se van a seguir haciendo como hasta hoy.
MARÍA:- (En un estado crítico, sin controlar sus nervios, estalla): ¡No, mamá! ¡No,
mamá! ¡Dejame hacerlo a mi! Yo necesito hablar con mi hija y con vos… ¡Mamá,
por favor, dejame intentarlo!
GLORIA:- (Amablemente, tratando de darle ánimo): María, me parece muy bien
que te ocupés de…
MARÍA:- (Sin registrar la intención de su hermana, estalla): ¡No te quiero
escuchar! ¡No puedo escuchar! ¡No quiero escuchar a nadie! ¡Alguna vez quisiera
que me escuchen a mí! ¡Quiero que me escuchen! ¡Necesito hablar y necesito que
me escuchen! (Tambaleante se encamina hacia la puerta)



                                         9
JOSEFA:- (Soberbia, altanera; poniendo las cosas en su lugar): ¡Suficiente!
¡Basta de histeria! ¡Aquí no se discute más! ¡Ésta es mi casa y aquí se hacen las
cosas como yo dispongo! (María queda paralizada, detenida ante la puerta,
apenas sus piernas logran mantenerla de pie) Yo voy a hablar con mi nieta, cómo
siempre se ha hecho y cómo debe ser. (Mira por el ventanal, gritando con mucha
furia): ¡Emilio! ¡Emilio! ¡Solamente los rosales! ¡Será posible que nadie haga nada
bien en esta casa! (Sale. Desde off se escuchan sus gritos): ¡Emilio, te dije que
podaras sólo los rosales de aquel lateral!
              Las hermanas se quedan mirándose. María regresa sobre sus
              inseguros pasos, abre el cajón del cristalero, extrae el frasco con
              píldoras y lo esconde cerrando fuertemente su mano; luego sale
              tambaleante.
              Lentamente se produce el apagón.


              La noche se deja ver a través del ventanal.
              Las farolas encendidos permiten ver el jardín.
              Mechi está sentada en el banco de madera y habla por celular. Se la
              ve nerviosa y hablando enérgicamente.
MECHI:- ¡No! De ninguna manera. Lo habíamos planeado. La idea fue de los dos.
¡No, mentira! La idea fue de los dos. Los dos queríamos. ¡Sí! ¡No! ¡No! ¡Bueno,
pero, no! ¡No fue así! Nunca me dijiste eso. Somos grandecitos ya. Sabíamos lo
que estábamos haciendo. ¡Mentira! ¡Estás inventando! Diciendo cualquier cosa.
Cualquier estupidez. Si en tu casa jamás hubo un libro. ¡Justo ahora se te ocurre
ponerte a estudiar!
              María aparece y busca casi con desesperación sus píldoras. Al cabo
              de unos instantes se percata de la conversación telefónica que
              mantiene Mechi, llena de curiosidad intenta escuchar, tratando de no
              ser descubierta por ella.
MECHI:- ¡Te estás escapando! ¡Eso pasa! ¡Te estás escapando! ¿Dónde quedó
ése espíritu aventurero? ¿La vida al aire libre? ¿El sol, el viento, la lluvia? ¡Todo
verso, mierda, basura! ¡Sos igual a todos! ¡Siiii! ¡Igualito! Pero, no te preocupés, yo


                                          10
sigo solita. ¡No! ¡De ninguna manera! ¡Puedo sola! ¡Sí que voy a poder! ¡No te
necesito para nada!
             Mechi encamina sus pasos hacia el estar. Sin dejar de hablar entra.
MECHI:- ¡Sos igual a todos! Ya soy grandecita y me voy a poder arreglar. (Corta y
arroja el celular sobre el sillón más próximo) ¡¡Basura!! ¡¡Mierda!!
             Va hacia el cristalero y extrae una botella de whisky. Busca un vaso y
             comienza a servirse. En ése preciso instante descubre a su madre.
MECHI:- (Sorprendida y sin saber lo que su madre escucho): ¡Mamá…! ¿Qué
haces acá?...
MARÍA:- Nada, venía…
MECHI:- ¿Querés un trago?
MARÍA:- Mal no me vendría, pero…
             Pausa incómoda. Es evidente que Mechi no quiere hablar con su
             madre y que a María le cuesta mucho hablar con su hija. El estado
             nervioso de María irá creciendo hasta tornársele incontrolable.
MECHI:- ¿Cómo te fue en la ciudad?
MARÍA:- Bien, bien… ¿hablaste con tu abuela?
MECHI:- Hoy a la madrugada…
MARÍA:- (Con ansiedad desmesurada): ¿¡Sobre qué hablaron!?
MECHI:- Sobre misas y curas que parecen cantantes bailanteros andando de gira
de pueblo en pueblo.
             Breve pausa incómoda.
MARÍA:- (Ansiosa): Mechi, ¿qué pasó anoche?
MECHI:- Lo que te dijo la policía. Choqué el auto contra un árbol.
MARÍA:- (Excesivamente dramática): Podrías haberte dado un golpe en la… o te
podrías haber… No quiero ni imaginarlo.
MECHI:- (Tajante, casi de mala manera): ¡Pero no pasó!
MARÍA:- (No controlando su ansiedad): ¿Por qué lo hiciste? (Pausa) ¿¡Por qué!?
MECHI:- (No queriendo hablar del tema): ¡Qué sé yo, mamá! No tengo ganas de
hablar.
MARÍA:- (Insegura): Necesito que hablemos…


                                          11
MECHI:- (Cortante): ¡Fue un arrebato!¡Un momento de locura!
MARÍA:- (Temerosa): Pero, ¿por qué?
MECHI:- Tal vez porque nada me sale bien o porque estoy harta. Cansada. ¡Por
qué estoy harta de vivir aquí, en el medio de la nada! ¡Por qué estoy hasta el
moño de este pueblo de mierda!
MARÍA:- Por un hombre no vale la pena.
MECHI:- ¿Y vos qué sabés? Justo vos me lo venís a decir, ¿vos que todavía…?
MARÍA:- (Tratando de controlarse.)Estamos hablando de vos, mi amor. De mí ya
hablamos muchas veces. (Pausa.) ¿Te dejó?
MECHI:- (Se vuelve a servir.) Sí…
MARÍA:- ¿Embarazada…?
MECHI:- ¿¡Qué!?... ¡No! ¿Cómo se te ocurre? ¿¡Crees que soy tonta!?
MARÍA:- Te escuché hablar…
             En ése preciso instante suena el celular.
MARÍA:- (Excesivamente sorprendida): Atendelo, seguro que es él…
             Mechi recoge el celular y al observar el número decide no atenderlo.
             Apaga el celular y lo vuelve a tirar en el sillón en el preciso instante
             en que aparece Josefa.
MECHI:- ¡Qué se vaya al carajo!
MARÍA:- ¿Era él? A lo mejor está arrepentido…
MECHI:- ¡Es un cagón!
MARÍA:- ¿Qué pensás hacer?
MECHI:- No sé, mamá, no sé.
JOSEFA:- (Sentenciando): Lo que Dios manda.
             María al descubrir a Josefa pierde el poco equilibrio que estaba
             tratando de sostener con mucho esfuerzo. Se marea, parece ebria.
MARÍA:- (Casi sin ocultar el odio que siente hacia su madre): ¡Mamá! ¡Lo mismo
me dijiste a mí!
JOSEFA:- El fruto nunca cae lejos del árbol.
MARÍA:- (Tratando de tranquilizarse, a Mechi): No, mi amor, vos tenés edad para
decidir y hacer lo que vos creas mejor.


                                          12
MECHI:- ¿De qué estás hablando?
MARÍA:- (Agitada, sosteniéndose con el sillón, excesivamente expresiva):Pensalo
mi amor, Pensalo tranquila, libre; yo te voy a apoyar en tu decisión. Decidas lo que
decidas ahí voy a estar, acompañándote, ayudándote…
JOSEFA:- (Mira atentamente a su hija con una sonrisa socarrona, denigrante; y
luego se dirige a ambas mujeres con absoluta calma y autoridad): En esta casa las
decisiones se toman bajo los preceptos “católicos apostólicos y romanos”. ¿Te
gustó tener sexo? Muy bien, eso ya no se puede volver atrás. Ahora te tiene que
gustar criar el fruto de ése placer. Esos son los preceptos. (Sentenciando): ¡Ése es
el único camino!
MECHI:- (Asombradísima): ¿Qué les pasa? ¿Por qué no escuchan? Dejen de
presumir cosas, de inventar. (A María): ¿Por qué carajo creés que a mí me va a
pasar igual que a vos? (A Josefa): ¡¿O a vos?! ¡No pueden mirar más allá de sus
narices! ¡No! Y lamentablemente las tienen muy chiquitas. Cuando van a entender
que con un hombre se puede tener algo más que hijos.
             Mechi sale presurosa hacia su habitación.
MARÍA:- (Suplicante, excesivamente suplicante): ¡Mechi necesito hablar con
vos…!
             Josefa de un trago se bebe el vaso de whisky que había quedado en
             una mesita. María abandona el respaldo del sillón y tambaleando
             intenta ir detrás de su hija.
JOSEFA:- (Con violencia contenida): ¡Te lo advertí, María! ¡Te dije que me
dejaras hablar a mí!
MARÍA:-(Sin lograr recuperar el ritmo respiratorio normal): Mi gran error fue
quedarme en esta casa.
JOSEFA:- (Altanera): Ahora me vas a venir con que la culpa es mía.
MARÍA:- (Agobiada): ¡No, mamá!¡No lo sé!¡Creo que la única culpable soy
yo!JOSEFA:-(En un tono de voz tal que ésta no salga de las cuatro paredes,
burlona, irónica): No tengas la menor duda. Vos te acostabas con aquél
energúmeno. Con aquél musiquito bueno para nada. Vos dejaste escapar tus
mejores candidatos por “tu amorcito”. Vos quedaste preñada a los dieciocho años.


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(Aumenta su ironía al punto de lo insoportable): ¡A vos te abandonó ése bueno
para nada!¡¡Idiota!!
             Josefa sale presurosa en busca de su nieta.
             María a duras penas logra mantenerse en pie. No encuentra de que
             sujetarse. Daría la sensación de que ya ni ve. Abre los cajones del
             cristalero, los revuelve, descontroladamente, casi con violencia; no
             encuentra sus píldoras, deja todo tirado, desordenado…
MARÍA:- (Sin ocultar su odio, con hastío profundo): ¡Basta, mamá! ¡¡Basta de
herirme!! ¡¡Suficiente!! ¡Por favor, no me hieran más! ¡No me hieran más! ¡Por
favor! ¡No puedo más!
             Sin dejar de hablar, desbordada, comienza a deambula
             histéricamente por el lugar. No sabe si llorar o gritar… Toma la
             botella de whisky, reniega para abrirla, la abre y la deja sobre la
             mesa ratona. Busca un vaso y comienza a servirse,
             desmesuradamente, temblorosamente… El vaso desborda, como
             sus emociones, como sus palabras…
MARÍA:- ¡Suficiente, mamá! ¡Basta, mamá! ¡Yo no la quiero escuchar más! ¡No
quiero escuchar a nadie más! ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca
me van a encontrar! ¡Voy a desaparecer! ¡Me voy a desintegrar! ¡Una mañana
temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar! ¡Estoy harta!
¡Desbordada! No sé que hacer, ni que decir, ni adonde ir, ¡¡ni dónde esconderme!!
             Observa el líquido desbordar el vaso y sin atinar a dejar de sacudir la
             botella para no verter más whisky sobre la mesa o el piso…
MARÍA:- ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar!
¡Nadie me va a encontrar! ¡¡Nadie!! ¡Suficiente, mamá! ¡Basta, mamá! ¡Ya no la
voy a escuchar más!
             Se deja caer al lado de la mesa y deja caer la botella en el piso. El
             whisky se derrama por los costados de la mesa ratona y comienza a
             mojar el piso de la sala.
MARÍA:- (En un hilo de voz, casi suplicante): No puedo más… no puedo más…
(Con un grito casi gutural): ¡Suficiente, mamá! ¡Bastaaa!


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Se abraza con ambas manos y acunándose a sí misma, casi como
             una niña abandonada…
MARÍA:- ¡No puedo más…! (Casi susurrando, casi como una pequeña niña
consolándose): Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a
encontrar!Nadie… nadie… nunca nadie me va a encontrar…
             El apagón la sorprende acunándose….


             Una hora después.
             Los faroles del jardín nos permiten ver la noche a través del ventanal.
             Una lámpara de pie ilumina el estar y muestra el desorden que dejó
             María. Josefa, sentada entre el caos reinante, mira la noche.
             Gloria vestida elegantemente se aproxima a ella.
GLORIA:- ¿Necesita algo, mamá?
JOSEFA:- Un cuerpo nuevo.
             Gloria ordena un poco el lugar.
GLORIA:- ¿No se siente bien? ¿Quiere tomar una aspirina?
JOSEFA:- Lo que siento no lo puede curar una aspirina. Tengo la sensación de
que ya no conozco ni a mis propias hijas, ni a mi nieta, ni siquiera a Emilio me
parece conocer. Todos tienen reacciones extrañas, inesperadas, insólitas.
(Recién ahora observa a su hija): ¿Vas a salir?
             Gloria continúa ordenando el espacio.
GLORIA:- (Dudando): Si…
JOSEFA:- Si te pregunto me vas a dar por respuesta la mentira de siempre, de
modo que no pienso preguntarte. (Luego de mirarla de arriba hacia abajo.) ¿Tú
hermana?
GLORIA:- Duerme.
MARÍA:- Estoy muy intranquila…
GLORIA:- ¿Qué la tiene tan intranquila?, ¿la llegada de su sobrino?
JOSEFA:- (La mira casi desafiante): ¡No!, qué va, ¡pobre!, en qué buen momento
elige venir… Mi nieta y María me preocupan. No hablan, ¡ladran! Ya ni me
escuchan. María está cada día peor. Hace un tiempo creía que el tratamiento que


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estaba haciendo la ayudaba, pero últimamente, está peor que antes de empezarlo.
Desde hace unos días toma pastillas desaforadamente, llora por los rincones, mirá
lo que hizo aquí por una simple discusión, ¡está más trastornada que nunca! ¡Y la
nena! ¡Ay Mechi! ¿¡Qué te está pasando!?… Las cosas se están saliendo de
cauce.
GLORIA:- Sólo se sale de cauce lo que alguna vez estuvo en su cauce. Y aquí…
MARÍA:- (Hiriente): ¡Filosofía barata de una estudiante fracasada de psicología!
GLORIA:- (Levanta la vista y mira el reloj de pared. Burlonamente):Se me está
haciendo tarde, mañana por la mañana caminamos por el jardín y lo charlamos…
JOSEFA:- (Sentenciando): Que aprenda a esperar.
GLORIA:- ¿Qué cosa?
JOSEFA:- A los hombres hay que hacerlos esperar.
GLORIA:- Mamá, no quiero hablar de hombres con usted.
JOSEFA:- Sobre todo si son jóvenes. Se los debe poner ansiosos, ése es el mejor
estado en el varón: la ansiedad, la sed; el hombre joven tiene que tener el pulso
acelerado mientras espera a una mujer madura.
GLORIA:- Mamá, cuanto conocimiento…
JOSEFA:- En cambio la mujer debe aprender a manejar su ansiedad. Caso
contrario el varón sabe que domina la situación y eso hace que rápidamente
pierda su interés. Se aburra. Y entonces, salga a buscar una nueva presa, una
nueva conquista, un nuevo desafío.
GLORIA:- Con tanto conocimiento sobre las relaciones humanas no creo que le
sea difícil “encausar” a Mechi y a María…
JOSEFA:- Las tres deberían “encausarse”.
GLORIA:- Hasta mañana, mamá. (Intenta salir.)
JOSEFA:- Tu hermana y tu sobrina “atropellan” contra la dificultad, y vos,
“escapás”.
             Gloria gira sobre sus pasos y enfrenta con decisión a Josefa.
GLORIA:- (Desafiante): Nunca es sencillo luchar contra las dificultades. Por eso
algunas prefieren maquillar con mentiras una historia mal cerrada.



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JOSEFA:- (Redobla el desafío): No pierdas el tiempo con filosofía barata. No
corras el riesgo de hacer esperar demasiado a tu príncipe azul, tal vez, repasando
su álbum de pueblerinas deseosas, encuentre más interesante a su empleada de
confianza.
             Gloria gira como para responderle, duda un instante, luego decide
             “escapar” y no presentar batalla contra su madre.
GLORIA:- Hasta mañana… (Sale)
JOSEFA:- (Levantando el tono de su voz): ¡No vuelvas tarde! (Cómo para sí):
Mañana tenemos que organizar todo para la llegada de… Néstor…
             Josefa apaga la luz de la lámpara de pie.
             Los faroles en el jardín nos dejan con la noche, hasta que sobreviene
             el apagón.


             Día lunes.
             La tenue luz de la madrugada se cuela por el ventanal. Las figuras de
             dos mujeres se dibujan entrando por la puerta de calle.
MECHI:- (Siguiendo la conversación): Basta tía, no insistas, no tengo ganas de
hablar, no quiero…
             Gloria, que lleva estoicamente una tremenda borrachera, enciende la
             lámpara de pie. Deja su cartera y una bolsa de tienda sobre un sillón.
             La bolsa de tienda es de papel blanco y en letras negras se puede
             leer: “Tienda Miguel Ángel”.
             Mechi, con pasos tambaleantes, producto de su gran borrachera,
             intenta seguir sus pasos rumbo a su habitación.
GLORIA:- (Interponiéndose): ¡Mechi! Tenemos que hablar…
MECHI:- (Casi gritándole): ¡Vos no, tía! ¡Dejame en paz!
GLORIA:- (Tratando de calmarla): No levantés la voz, ¿qué pretendés?, ¡qué
aparezca tu abuela por esa puerta! (Conduce a su sobrina hasta un sillón y la
sienta en él) Ya debe estar despierta. Si es que durmió. Está realmente
preocupada por vos. (Amable, comprensiva): Yo sé que te tenemos que dejar
resolver a vos, pero, no podés pedirnos que no estemos preocupadas.


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MECHI:- ¡Lo único que pido es que me dejen en paz!
GLORIA:- Habla bajo.
MECHI:- (Habla bajo y burlonamente): Lo único que pido es que me dejen en paz.
              Mechi se pone de pie, como puede, intentando ir hacia su habitación.
GLORIA:- (La vuelve a sentar.) Antes vamos a hablar. (Luego de una breve
pausa.) Yo no soy la más indicada para aconsejarte pero…
MECHI:- ¡Entonces no lo hagas!
GLORIA:- Habla bajo… o mejor grito yo también así aparecen por esa puerta tú
abuela y después, mucho después, tú mamá, empastillada hasta las orejas y en
pleno delirio mañanero.
              Mechi bosteza y se acurruca en el sillón.
GLORIA:- (Toma la botella de whisky y se sirve.) No te invito porque vos ya tenés
demasiado alcohol en tus venas. Pero yo lo voy a necesitar. Te voy a contar una
pequeña historia. Una historia que sólo yo sé. Y que no me la contaron los
protagonistas. Una historia de la que me enteré casualmente y que viene a cuento.
(Luego de una breve pausa.) Tu abuelo no es mi papá. Él se casó con tu abuela
cuando ella estaba embarazada.
MECHI:- Sí, ya sé, ¿y eso a qué viene?
GLORIA:- Viene a que dos de las mujeres de ésta casa cometieron el mismo error
y vos estás a tiempo de evitarlo.
MECHI:- ¿De evitar, qué? ¿Vos también venís con lo mismo? Tía, existen los
preservativos, existen las píldoras anticonceptivas, las píldoras abortivas, tengo
veintidós años y no quiero ser madre, no me interesa, no tengo el deseo, ni
siquiera sé si quiero ser madre alguna vez.
GLORIA:- ¿Entonces?, ¿a qué se debe tanta locura?, ¿qué es eso de querer
suicidarse?
MECHI:- No pensé en suicidarme. No pensé en nada. Puse en marcha el auto y
me vino una espantosa imagen. ¡Una espantosa imagen! Después gire el volante
y aceleré y aceleré hasta estrellarme…
              Gloria toma una silla y se aproxima a su sobrina.
GLORIA:- ¿Qué imagen? ¿Cuál es ésa espantosa imagen?


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MECHI:- Ahora no importa la imagen. (Levantando un poco la voz): ¡Lo que
importa es que no pensé en suicidarme!
GLORIA:- Baja el tono de voz. ¡Sí que importa la imagen! Seguramente te
persigue. Seguramente esa imagen te puede llevar a…
MECHI:- (Descubriendo el rol que está cumpliendo su tía, socarronamente): ¡Tía,
no pretendas hacerte la psicóloga conmigo!
GLORIA:- Es importante que hables con alguien y nosotras siempre pudimos…
MECHI:- (Tratando de desviar la conversación): Me vi vieja, grande, convertida en
ustedes. Vestida como ustedes. Haciendo lo que hacen ustedes. Ocultándome,
escondiéndome, toda mi vida. Sin poder compartir mi vida con un…
GLORIA:- (Abraza a su sobrina.) Vos no sos como nosotras. ¡No, vos, no! Vos
tenés sangre de él y él tenía alas… por eso no se dejó atrapar… No es cierto que
él se fue por vos… o por tu mamá…
MECHI:- (Cínicamente): Tenía alas tan grandes que lo llevaron tan lejos, tan lejos,
que se estrelló contra un árbol…
GLORIA:- ¿De dónde sacaste eso?
MECHI:- No importa. Hace varios años que me quiero ir. ¡Qué quiero volar!, cómo
vos decís… Y sigo acá, atrapada, cómodamente atrapada…
GLORIA:- ¡Todavía estás a tiempo! Andate a estudiar algo.
MECHI:- No entendés, tía, no entendés…
GLORIA:- ¡Sí que entiendo! La comodidad es creer ser alguien en un pequeño
pueblo y la incomodidad es creer no ser nadie en una gran ciudad.
MECHI:- Estoy cómodamente atrapada en mi propia angustia.
GLORIA:- ¿Qué es lo que te angustia tanto?
MECHI:- Todo, no sé, siento algo que me aprieta el pecho y me llena los ojos de
lágrimas que no quieren salir. Me levanto al mediodía, miro a la abuela mezclada
entre los amarillentos rosales, impartiendo instrucciones inútiles, estúpidas,
superficiales; miro al pobre Emilio deambulando por un jardín que más que un
jardín parece su cementerio privado; te miro a vos, recién levantándote con el
cuerpo magullado por el alcohol y la culpa; miro a mi mamá consumida, aterrada,
cada día más frágil, llena de miedo y de angustia; y me miro a mi misma, y la


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angustia me oprime el pecho y los ojos se me nublan de lágrimas que no pueden
salir. (Breve pausa, luego mira intensamente y a los ojos a su tía): ¡No puedo
creer que mi papá nunca haya deseado verme!
GLORIA:- (Muy conmovida): Él ni sabe de tu existencia.
MECHI:- Se escapó cuando se enteró.
GLORIA:- ¡Mentira! (Mira hacia todos lados para no ser sorprendida por nadie.)Tu
“abuelita” lo echó y le prohibió a tu mamá hablar del embarazo con él.
MECHI:- No, tía, no fue así…
GLORIA:- Sí, Mechi, fue así. Yo estaba presente. Ya te lo dije hace varios años.
Tu papá nunca te hubiera abandonado si hubiera sabido de tu existencia. Ya lo
hablamos claramente aquella noche. ¿Por qué elegís creerles a ellas?
MECHI:- ¡Aquella noche! Tía, aquella noche fue hace casi diez años, ¡cerca de
diez años…!
GLORIA:- (Tratando de justificarse y de tapar su culpa): Yo no estuve viviendo
acá.Y desde que volví nunca salió el tema.Nunca más salió…
MECHI:- ¡Mentira! El verano pasado, la abuela volvió a hacer referencia, volvió a
hablar del tema: escuchábamos la radio, de casualidad, nunca estaba prendida
cuando tomábamos mate al atardecer, pero ese día sí, y pusieron un vals muy
antiguo donde se escuchaban acordeones y ella se burlo…
GLORIA:- (Justificándose): ¡Y yo apagué la radio!
MECHI:- Pero no dijiste nada, No le dijiste a la abuela que dejara de mentir, no le
dijiste nada.
GLORIA:- Mechi, Mechi… Conocés bien a tu abuela. De qué hubiera servido
contradecirla, tirar por tierra todas sus mentiras ¿de qué hubiera servido?…
MECHI:- ¡A mí me hubiera servido!
GLORIA:- A vos sólo te sirve la historia que querés creer. Y la historia que querés
creer no te hace bien. Tú papá no era alcohólico, tú papá no era violento, no era
mujeriego, no era un vago… Tú papá se tuvo que ir porque en el pueblo lo
echaron sin causas del trabajo que le permitía “comer”. ¡También lo echaron de la
orquesta que le permitía “vivir”! ¿A qué no sabés quien hizo uso de sus influencias
para lograr todo eso?


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MECHI:- Nunca me hablaste con tanta claridad.
GLORIA:- ¡Sí, te lo había contado claramente! ¡Hasta me ofrecí a ayudarte a
buscarlo! ¡Sin tener la menor idea de por donde empezar la búsqueda! ¿Te lo
ofrecí o no te lo ofrecí? (La gestualidad de Mechi no necesita palabras.)
¿Entonces? No elijas creer la historia que te hace daño. ¡Yo siempre te hablé de
él! Sólo yo te hablé de él. Tu mamá, pobre, su falta de agallas no le permite hacer
otra cosa con su triste vida. Mi amor, esta no es tu primera y única crisis. Pero
nunca antes, habías jugado “con tu vida” con tanta claridad.
             Mechi quiere llorar, hace esfuerzos sobrehumanos para hacerlo.
             Todo su cuerpo se contorsiona, se convulsiona, pero las lágrimas
             son tan amargas y pesadas que no quieren salir. El profundo dolor le
             parte el cuerpo, le estrangula la garganta. Gloria abraza tiernamente
             a su sobrina, intenta que su abrazo y sus caricias sean facilitadoras,
             pero el llanto no brota, se atraviesa en la garganta de Mechi al punto
             de cortarle la respiración.
GLORIA:- (Tiernamente): Mechi, mí querida Mechi. Hace bien llorar. Las lágrimas
son como ríos caudalosos que arrastran el dolor. Llorá, por favor, llorá… (Con
curiosidad y tratando de alejar a Mechi de la angustia): ¿Cómo supiste lo mío?
MECHI:- (Casi sin aliento): ¿Qué cosa?
GLORIA:- Bueno, eso de que no soy la hija de… (La gestualidad de Mechi lo dice
todo.) A mí nunca me lo dijo, nunca fue capaz de contarme la verdad… Pero, ¿por
qué a vos?
             Se escuchan ruidos en el interior de la casa. Las dos mujeres se
             sobresaltan. Gloria levanta a su sobrina y casi protegiéndola la
             conducirá hacia la puerta que da al interior de la casa, sin perder
             nunca de vista los ruidos y los movimientos que provienen desde el
             interior de la casa.
GLORIA:- Es ella. Es mejor que te vayas a tu habitación. Me parece que es
tiempo de que la verdad atraviese el cerco de amarillentos rosales. Hoy puede ser
ése día. Andá a acostarte. Descansá. Yo después voy para tu pieza. (Le da la
bolsa de la tienda.) Tomá, guardá esto y después me la das.


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MECHI:- (Sin tomar la bolsa.) ¿Qué es?
GLORIA:- Sábanas azules, para Néstor.
MECHI:- (Cómplice, hasta con una sonrisa pícara, muy a pesar de la angustia):
¿Dónde las compraste? Un domingo está todo cerrado…
GLORIA:- (Con sonrisa cómplice): Llevala y después me la das. No quiero que
tu…
MECHI:- ¿Por qué no venís conmigo? No quiero estar sola.
GLORIA:- Date una ducha. Cuando terminés de bañarte, ni bien te acuestes, yo
ya voy a estar en tu pieza. Si querés dormimos juntas. Ahora necesito tomarme
otro whisky, antes de que ella llegue. Andá, esperame, y dormimos juntitas, como
cuando eras una “nenita”, ¿dale?, andá...
MECHI:- ¿Vas a cumplir tu promesa?
GLORIA:- Sí, mi amor, sí…
MECHI:- Te espero, tía.
             Mechi sale sin dudarlo y llevando la bolsa en su mano.
GLORIA:- Esperame, mi amor…
             Los ruidos del interior de la casa se escuchan con mayor nitidez.
             Gloria se sirve un buen vaso de whisky y se lo bebe casi de un trago.
             Los pasos de Josefa se escuchan cada vez más cerca.
             Seguidamente el reloj cucú da las ocho. La luz del día ilumina el
             estar. Los gritos de Josefa provenientes desde el corredor irrumpen
             el momento:
JOSEFA:- (Desde el off): ¡Vamos, María, vamos! Tenemos mucho por hacer.
Mañana llega Néstor y todavía no organizamos nada.
             Josefa aparece en el estar vestida como para ir al pueblo y por un
             instante se queda mirando a Gloria.
JOSEFA:- (Sorprendida): ¿Y vos? ¿Todavía no te acostaste?
GLORIA:- No, mamá, necesito hablar con usted.
JOSEFA:- Después, después, ahora con María nos vamos hasta el mercado.
(Comienza a buscar algo por el lugar.) Hay que surtir la despensa. Está



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prácticamente vacía. Mañana tendremos un hombre en ésta casa y todas
sabemos lo que devora un hombre.
GLORIA:- Lo mío es muy breve, habremos terminado de hablar antes de que
María encuentre sus píldoras…
JOSEFA:- ¿No viste mi paraguas? No está anunciada lluvia, pero, en esta época
del año nunca se sabe. El viernes fui a la peluquería y no quiero que se me arruine
el pelo. (Va hacia la puerta y grita hacia el pasillo): ¡María, vamos, apurate! (A
Gloria): ¿Éste es el celular de Mechi? (Gloria asiente con su cabeza.) Me lo llevo y
le traigo uno nuevo. Parece que éste ya no funciona. Me lo llevo por lo del chip y
eso… (Grita nuevamente hacia el corredor): ¡María, vamos!
GLORIA:- Mamá, ¿no cree que ya es tiempo de quitarle el maquillaje a su
historia?
JOSEFA:- (Olfateando el vaso que Gloria dejó sobre la mesita, sarcásticamente):
¿El whisky te hace filosofar?
GLORIA:- Puede ser…
JOSEFA:- (Cortante): Entonces búscate otro interlocutor que yo no tengo tiempo
para perder. (Va hacia el corredor y gritando): ¡María! ¡Apurate que tenemos
mucho para hacer!
GLORIA:- No se da cuenta que sus mentiras están haciendo cada día más daño.
JOSEFA:- ¿No viste mi paraguas? (Va hacia el corredor y gritando): ¡María dónde
pusiste mi paraguas!
GLORIA:- Mamá, ¡puede dejar de dar vueltas!
JOSEFA:- (Subestimándola y restándole importancia a su hija): Gloria, ¡a vos,
todo te da vueltas! (La toma de un brazo y luego la empuja hacia el interior de la
casa.) Mejor andá a dormir tu borrachera y después a la tarde: “caminando por el
jardín filosofamos”.
             Aparece María.
JOSEFA:- ¡Por fin! Vamos, nena, que tenemos mucho que hacer.
             María está aturdida, cómo despertada antes de tiempo.
MARÍA:- (Mira a Gloria):Hasta luego, ¡buen día!, hasta luego.
              María sale detrás de su madre.


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JOSEFA:- (Desde off): Al final me voy sin el paraguas, espero que no se le de por
llover…
             Gloria atontada, aturdida, intenta sostenerse sobre sus endebles
             piernas y su acción es seguida por el apagón.


             Cerca del mediodía.
             Josefa tratando de organizar todo le da órdenes a María; quien va y
             viene, sale y entra desde el jardín, siguiendo las disposiciones de su
             madre. María obedece, pero no de buena gana; se la ve pensativa,
             inquieta, ensimismada en algún pensamiento.
JOSEFA:- (A María): ¿Llevaste las toallas?
MARÍA:- (Entrando): No, mamá. ¿Cuáles llevo?
JOSEFA:- Las blancas. Lleva una de mano y un toallón. ¿Tú hermana?
MARÍA:- Debe estar durmiendo.
JOSEFA:- Podría ayudar un poco. Aunque no sé. Creo que hacemos todo más
rápido y ordenado si lo hacemos nosotras dos. Fijate si todavía duerme.
             María sale hacia el interior de la casa. Josefa mira por el ventanal.
JOSEFA:- (Amorosa, tierna): ¡Hay Emilio, que viejo te estás poniendo! Todo lo
haces con tanta lentitud. Tan perezosamente. A veces tengo la sensación de que
no vas a llegar a donde te proponés ir. Parece como si tus piernas no quisieran
llevarte.
             Reaparece María trayendo una almohada y las toallas.
MARÍA:- ¿Me hablaba, mamá?
JOSEFA:- (Recomponiéndose): ¿¡Eh!? No, no. ¿Tú hermana?
MARÍA:- En su pieza no está. ¿Sábanas?
JOSEFA:- (Tratándola mal): ¿¡Qué pasa con las sábanas!?
JOSEFA:- ¿Qué sábanas llevo?
MARÍA:- ¡Qué sé yo! Pedile unas a Emilio.
             María sale hacia el jardín y se la ve cruzar a través del ventanal.
JOSEFA:- Qué raro. Dónde se habrá metido esa mujer. Se la veía bastante ebria.
Estaba absolutamente segura que estaría durmiendo la mona. Qué habrá pasado


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anoche mientras yo dormía. ¡Es increíble! Ya no voy a poder ni dormir. (Mirando
por el ventanal. Tiernamente): ¿No te podés convencer Emilio? Sin embargo, yo
tengo razón. ¡Ay Emilio! ¡Mirá que sos un cabeza dura!
             A través del ventanal se la ve regresar a María.
MARÍA:- (Entrando.) Mamá, ¿le pediste a Emilio que barnizara la mesita de luz?
JOSEFA:- Y el cabezal de la cama.
MARÍA:- No sé si hice bien, le sugerí que los llevara al taller. Se van a secar más
rápido y no van a dejar tanto olor dentro de la pieza.
JOSEFA:- Lo mismo le había dicho yo. (Tiernamente): ¡Éste Emilio! No sólo las
piernas ya no lo llevan. Los oídos tampoco le funcionan bien.
MARÍA:- (Dubitativa, insegura): ¿Puedo hacerte una pregunta?
JOSEFA:- Que querés preguntar…
MARÍA:- ¿Por qué Néstor va a dormir en la casita de Emilio?
JOSEFA:- (Muy segura): Porque aquí no hay lugar.
MARÍA:- (Con temor): Está la habitación de huéspedes.
JOSEFA:- Hace años que no se ocupa. Tiene humedad.
MARÍA:- Yo ya se la había preparado. Sólo faltaba comprar unas sábanas… La
pieza que le está dejando Emilio es bastante más precaria y tiene…
JOSEFA:- (Cortante): Es mejor que estén entre hombres. Néstor la va a pasar
mejor con Emilio que con nosotras. Creo que es mejor así.
MARÍA:- Es tu sobrino nieto, hay que hacerlo sentir cómodo…
JOSEFA:- Eso depende de todas nosotras y más aún de Mechi. Ya que él sólo
tiene tres años más que ella. En su carta decía que estaba recién recibido de
Agrónomo o algo así.
MARÍA:- ¿Se quedará por mucho tiempo?
JOSEFA:- No lo sé. Veremos. Necesita trabajar y aquí trabajo es lo que sobra. Tal
vez se pueda ocupar del campo. Emilio necesita ayuda… Veremos…
             María se queda de pie, sin hacer nada, quiere decirle algo a su
             madre pero no se atreve.




                                         25
JOSEFA:- ¡Qué te quedás ahí parada como una estatua! ¿Ya ordenaste la pieza?
¿Llevaste todo? Si terminaste con la pieza andá a ordenar la despensa que
quedaron cosas tiradas por cualquier parte.
MARÍA:- (Toma aire profundamente y luego mira nerviosamente a su madre. Muy
titubeante): Me voy mamá.
JOSEFA:- Está bien. Andá a ordenar la despensa.
             María transpira producto de su estado de inquietud, de su ansiedad,
             las palabras casi no le salen, todo su cuerpo tiembla como una hoja
             de papel al viento.
MARÍA:- (Apoyándose en el respaldo de un sillón) Me voy a vivir a la ciudad.
JOSEFA:- (Subestimando la idea de su hija): ¡Qué estupidez estás diciendo!
MARÍA:- (Las palabras salen a borbotones, incontrolables): Hace tiempo que
debería haberlo hecho. Recién hable con Hugo y él quiere que vivamos juntos.
JOSEFA:- ¿Con quién? ¿¡Con quién!?
MARÍA:- (Sin detenerse y sin mirar a su madre):Con Hugo, mamá. Hace unos
meses, mejor dicho, unos años, dos años… en la misma época en que comencé
con el tratamiento… nos reencontramos… Todas las veces que voy…
             Josefa no puede contener un frenético ataque de risa. El estado
             emocional de María se resquebraja aún más producto de las risas de
             su madre.
JOSEFA:- (Entre carcajadas): ¡Ah, no! ¡Ahora le ponemos música a la tragedia!
¡Lo único que faltaba! Esto sí que es una verdadera locura. (Sin ocultar su
desmedido odio): ¡Después de lo que te hizo!
MARÍA:- (Defendiéndolo): ¡Él no me hizo nada! Si yo le hubiera dicho…
JOSEFA:- Vos sí que estás totalmente loca. Sos una pobre desgraciada. ¡Una
estúpida!
MARÍA:- (Para no desmoronarse se aferra al respaldo del sillón. Su voz se
resquebraja, su vista se nubla, su respiración es entrecortada, pero está decidida
a enfrentarla): ¡Hugo no me hizo nada, fuiste vos que…!
JOSEFA:- (Entre carcajadas y cada vez más burlonamente): ¡Ahora la culpa es
mía!


                                        26
MARÍA:- (Con decisión): No solamente tuya, mía también; por ser tan cobarde,
por no haber tenido agallas y haberme escapado con él: La culpa también es mía
por ser… tan cómodamente cobarde.
JOSEFA:- (Violenta, seca, hiriente): La culpa es sólo tuya. Por haberte acostado
con un don nadie. ¡Será posible que ninguna sea capaz de asumir sus
responsabilidades en esta casa! ¡Será posible!
MARÍA:- (Las palabras le salen a borbotones, entre lágrimas y temblores): ¡Me
voy, mamá! Hace un tiempo que quiero hablar con vos y con Mechi y con Gloria.
¡Pero a mí nadie me escucha! ¡Nunca se me escucha! Se me trata como a una
tarada y no soy ninguna tarada. ¡Me voy con el hombre que amo!
             En el marco de la puerta que conduce al interior de la casa aparece
             Mechi. Ella no es vista ni por su abuela ni por su mamá. Está recién
             levantada, toda despeinada, y lleva puesto un pijama.
MARÍA:- Él está desesperado por conocer a Mechi. Por estar con ella…
JOSEFA:- ¿¡Le contaste!?
MARÍA:- Al principio no, pero, después, la terapeuta… y él quiere
conocerla…estuvo a punto de venirse…
MECHI:- ¡No lo puedo creer! ¡Son dos aberraciones! ¡La tía tiene razón! ¡No lo
puedo creer! ¡Mamá, sos un monstruo!
             Mechi va hacia el sillón donde supuestamente había dejado su
             celular. No lo encuentra. Busca por todas partes, con desesperación
             y desordenándolo todo. Josefa y María la miran sin saber ni qué
             hacer ni qué decir.
MARÍA:- (Suplicante): Perdón, mi amor…
MECHI:- (Sigue buscando): ¿Cuánto hace que le dijiste a mi papá que yo existía?
MARÍA:- Hace unos días…
MECHI:- ¡A él también le mentiste!
MARÍA:- Tenía miedo.
MECHI:- ¿Dónde carajo está mi celular? ¿Dónde mierda lo dejé? ¡Metieron una
imagen falsa en mi cabeza! ¡Monstruos!



                                         27
Josefa, sin palabras, estirando su mano le da el celular nuevo, el que
             compró para Mechi. María, tal vez por no saber qué hacer, ordena lo
             que Mechi desordenó. Gloria, desalineada, aparece y se queda
             observando desde el marco de la puerta.
MECHI:- ¿Y esto? ¿Qué mierda me das?
JOSEFA:- (Por primera vez, titubeante, insegura): Lo compré para vos…
MECHI:- ¿¡Quién te pidió que lo hicieras!?
JOSEFA:- (Muy insegura): Vos, mi amor…
MECHI:- (Enciende el celular y chequea mensajes.) ¿Mi amor? ¿Cómo te atrevés
a poner una palabra tan noble, tan pura, en tu sucia boca? ¡Me mentiste durante
veintidós años! ¿¡A eso le llamás amor!? Abuela: ¿¡eso es amor!? Mamá: ¿¡eso es
amor!? Me robaron a mi papá. Y me hablan de amor. (Burlonamente): ¡Perdón, mi
amor! ¡Te lo compré para vos mi amor! (Seca, áspera): Usan la palabra amor sin
conocer lo que hay adentro de la palabra: amor.
             Se produce una breve y cargada pausa. Mechi mira a su abuela
             fijamente. Josefa no puede sostenerle la mirada y baja
             ostensiblemente su cabeza. Mechi busca los ojos de su madre.
             María, sosteniendo su mirada, con los ojos llenos de lágrimas y el
             corazón tapado por la culpa, mira suplicante a su hija.
MECHI:- (Con profundo dolor): ¡Son dos verdaderos monstruos! ¡Qué pena! Todo
podría haber sido tan diferente… ¡Qué pena, qué lástima, no pueden amar! No
pueden hacerlo, están bloqueadas, tienen hielo en el corazón, ¡témpanos en las
venas!
             María a duras penas logra mantenerse en pie. Josefa está
             paralizada, como nunca, no sabe qué hacer. Mechi, descubre a
             Gloria, se queda por un segundo mirando a su tía, y luego, se
             dispone a salir en el preciso instante en que suena el celular.
MECHI:- (Se detiene y atiende, sin darse cuenta, casi automáticamente): ¡Hola!
¿Qué Néstor? ¡Ah, sí! ¡Bien, bien! ¿Vos, cómo estás? Bueno… Chau.




                                         28
Mechi camina hacia la puerta del corredor. Se detiene por un
             segundo, mira a su tía. En el preciso instante en que le acaricia un
             brazo a Gloria comienza a llorar de forma incontenible.
MECHI:- (Sin contener sus lágrimas): ¡Néstor no viene! (Sale)
             Se produce una tensa y agobiante pausa. Luego de unos segundos,
             Gloria, va lentamente hacia María y la toma de los hombros.
MARÍA:- (Con el corazón en la mano): ¿Qué hice? ¿Cómo pude? ¿Cómo pude
hacer tanto daño?
             María, con lágrimas en sus ojos, mira a su hermana. Tambaleante e
             insegura, dejándose llevar por Gloria, sale detrás de su hija.
JOSEFA:- ¿Cómo que no viene? Después de todos los preparativos…
             Josefa queda sola, paralizada, mirando el jardín y sobreviene el
             apagón.


             Mediados de Junio.
             La luz de la tarde se cuela por el ventanal y arroja diversos colores
             en el estar.
             Josefa toma el té.
             Perdió su solidez, su seguridad; ahora su carácter y su estado
             anímico se parecen en mucho al de María en escenas anteriores.
             Mira hacia todos lados, disimuladamente abre el cajón de la mesa
             ratona que contiene los portarretratos, lo revuelve frenéticamente
             buscando algo y luego, saca un frasco con píldoras. Excitada extrae
             dos, mira hacia todos lados y al ver que no es vista por nadie, se las
             toma. Esconde nuevamente el frasco y cierra el cajón con violencia.
             Aparece Gloria, viste elegantemente y trae consigo un bolso de viaje.
             Extrae de su cartera un sobre, intenta dárselo a Josefa en mano.
GLORIA:- Una carta de Néstor… Explicando los motivos…
             Gloría insiste en querer darle la carta a Josefa. Josefa mira hacia el
             ventanal, haciendo caso omiso a su hija.
GLORIA:- Encontró trabajo, eso le impidió venir. Tal vez para el verano…


                                         29
Gloria deja la carta sobre la mesa ratona en dónde está servido el té.
JOSEFA:- (Sin dejar de mirar hacia el jardín y con los ojos llenos de lágrimas.)
Hace cómo una semana que le vengo diciendo que no son pulgones.
GLORIA:- ¿Qué cosa?
JOSEFA:- (Ahora nerviosa, fría, distante): A Emilio, hace días que le vengo
diciendo que no son pulgones y el dale y dale, como si yo no existiera, como si
nunca le hubiera hablado, sigue fumigando para matar pulgones. (Llorando.) Los
reveses de las hojas están amarillentos. ¡No es pulgón! No hay pintitas. Es un
parásito: la araña roja, puede ser. Y él insiste, insiste. Cada día más cabeza dura.
¡No cambia más!
GLORIA:- Está viejo. A esa edad ya es difícil cambiar…
JOSEFA:- (Saboreando su té. Cambiando radicalmente de tema): Sería bueno
conseguir té en hebras. (Exageradamente enojada): ¡En éste maldito pueblo ni
eso se consigue! Estoy segura de que tiene otro aroma, otro sabor. ¡Estoy harta
del té en saquitos! El otro día en una revista, una que tengo por ahí, leía que
mezclan las mejores hebras de té con ingredientes naturales. ¿Sabés lo que son
ingredientes naturales? (Sin esperar ninguna respuesta de su hija, comienza a
explicarle como una maestra a una pequeña alumna): Mezclan las hebras con
especias y frutos de la Patagonia y del Litoral y así logran aromas y sabores
delicados. ¡Eso debe ser tomar un buen té! ¡No esto! (Enojada): ¡Estoy harta de
los saquitos!
GLORIA:- Voy para la ciudad. Si quiere, compro.
JOSEFA:- (Distante, seca): Te vas a olvidar. Seguro que te olvidás. Si querés te lo
doy todo anotado. ¡Eso, eso! Mejor te lo doy anotado, te hago una listita…
                Josefa abre el cajón de la mesita ratona, lo revuelve nerviosamente y
                extrae papel y lápiz. Cierra el cajón con violencia.
JOSEFA:- (Escribiendo): Hebras de té saborizadas. ¡Fijate bien, comprá la mejor
marca, no escatimes en gastos! Si conseguís el de la de la revista…
                Josefa va hacia el revistero, revuelve frenéticamente todas las
                revistas elige una y las demás quedan tiradas, desordenadas.



                                            30
JOSEFA:- (Dándole la revista): ¡Ahí vas a encontrar la publicidad! ¡Exigí que sea
ésa marca! ¡Revolvé toda la ciudad hasta encontrarla! También sería bueno
conseguir azúcar en terrones. (Llora desconsoladamente): ¡Qué rica qué es el
azúcar en terrones! ¡Comprá varias cajas! Creo que viene en cajas. (Deja de
llorar.) Pasá por un vivero y consigue un insecticida para fumigar los rosales.
Acordate que no son pulgones. Los reveses están amarillentos. Explicale bien al
del vivero. ¡Mejor, esperá!, esperá un segundo…
             Josefa se pone de pie y rápidamente sale hacia el jardín se la ve
             desaparecer y aparecer velozmente, casi corriendo.
             Gloria la miró irse, miró la revista que tiene en su mano, y ve regresar
             a su madre en un estado emocional irreconocible.
             Josefa trae consigo hojas del rosal y las tijeras de podar.
JOSEFA:- (Le muestra las hojas.) ¡Mirá, fijate bien! ¡Están amarillentas! ¡Estoy
segura, absolutamente segura, que son arañas rojas! Insecticida para combatir
ácaros. ¡Eso! ¡Eso es lo que necesitamos! Eso es lo que tenés que conseguir.
Insecticida para combatir parásitos. ¡Son parásitos! ¡Hay que eliminar a los
parásitos!
GLORIA:- ¿Por qué no viene conmigo y usted misma elije todo?
             Josefa por un segundo duda. Gloria la mira fijamente a los ojos.
             Ambas se miran fijamente a los ojos.
GLORIA:- María y Mechi se van a poner muy contentas.
             Josefa le da las hojas a Gloria. Con pasos inseguros va hacia la
             mesa ratona, toma la lista y se la extiende a Gloria. Luego se deja
             caer en la silla con las tijeras de podar entre sus manos.
             Gloria guarda la lista, las hojas y la revista. Por unos segundos se
             queda observando a su madre. Duda. Tal vez, “queriendo” verla más
             tranquila, sale.
             Josefa mira a su alrededor se ve sola. Su estado nervioso está muy
             alterado. Su excitación es casi incontrolable. Mira hacia el jardín y se
             queda extasiada por unos instantes.



                                         31
JOSEFA:- (Luego, muy perturbada): ¡No, Emilio! ¡Ya lo discutimos durante todo la
semana! ¡No son pulgones! ¡No son pulgones!
             Josefa, fuera de sí, se pone de pie. Aferra con ambas manos las
             tijeras de podar y mira amenazante a Emilio.
JOSEFA:- (Le grita desaforadamente): ¡Basta Emilio! ¡Basta! ¡No vas a entrar más
al jardín! Cada día vas a estar más lejos de la casa. ¡Basta, Emilio! ¡No son
pulgones! ¡Fuera del jardín! ¡Fuera del jardín!(Con pasos inseguros se encamina
hacia la puerta.) ¡No te quiero cerca de mí casa! ¡Fuera!
             Josefa es sorprendida por el apagón final.




                                         32

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  • 1. “Dentro de un círculo de amarillentos rosales” De Daniel Dagna ESPACIO ESCÉNICO: La acción transcurre en una antigua y opulenta casona en el casco de una estancia situada en la pampa argentina. La estancia queda muy cerca de un pequeño pueblo que está alejado de las grandes urbes. El estar de la casona es amplio, luminoso y tiene pocos muebles y objetos. Pero todos ellos son bellos, de estilo y gran calidad. Dos sillones de un cuerpo y otro de dos, un revistero, un reloj cucú de pared y dos mesitas ratonas. Una de las mesas ratonas se encuentra entre los sillones y la otra, que tiene un pequeño cajón y que sobre sí contiene varios portarretratos, está casi en un rincón. En el rincón opuesto a ella, un hermoso cristalero con puertas con vidrios biselados y con dos cajones en la parte inferior. Haciendo foro encontramos un enorme ventanal que permite ver gran parte del verde y cuidado jardín. El ventanal está vestido con un pesado cortinado de color bordó, corrido a los laterales y plegado por cordones dorados con borlas del mismo color. En el centro del jardín, dos columnas de hierro sostienen dos farolas del mismo material, entre ellas, un banco de madera de color blanco. El final del jardín esta bordeado por un vallado de rosales. Muchas de las hojas de los rosales se ven ligeramente amarillentas. En la parte superior del ventanal, en forma apaisada y cerrando semicircularmente en el borde superior, se puede apreciar un colorido vitral que representa una bacanal de la época del imperio romano. Tres puertas dan al estar: a la izquierda, una doble de madera lustrada y herrajes dorados que conduce a la calle; a la derecha, una puerta simple que siempre se encuentra abierta y que da al interior de la casa; y al foro, una puerta de madera con cristales biselados que da al jardín. PERSONAJES: 1
  • 2. Josefa Una mujer de alrededor de setenta años. Delgada, digna, fría y que viste muy pulcramente. Su carácter es fuerte, arrogante, avasallador. Mechi Su nieta. Una jovencita de veintidós años. Con mucho carácter, impulsiva, rebelde y muy ávida de libertad. Gloria Tiene alrededor de cuarenta y cinco años. Hija mayor de Josefa y tía de Mechi. Es amable, conformista y contemporizadora. Casi una solterona. María Hija menor de Josefa y madre de Mechi. Su carácter y humor son algo frágiles. Su estado nervioso es vigilado por píldoras que ingiere casi descontroladamente. “Dentro de un círculo de amarillentos rosales” Un drama familiar Primer domingo de Junio. La luz de la mañana entra por el enorme ventanal y los destellos de luz de diversos colores se esparcen por el estar. Josefa, sentada plácidamente y con mucha parsimonia, bebe un té. En otro sillón, casi sin poder ocultar su crisis nerviosa, Mercedes, trata de sostener una conversación amistosa con su abuela. JOSEFA:- (Luego de una breve pausa.)Y sale el sol, que no es poco, y cada quien a cargar con su propia cruz. (Breve pausa.)Yo con mi nombre. Sólo a mi difunta madre se le podría haber ocurrido que todo el mundo me llamara Josefa. Por supuesto que Amadeo no opinó al respecto. El nunca opinaba sobre las cosas familiares. Le daba igual cualquier cosa. Todo le daba igual. Lo único importante para él era su tambo. Cuantos litros de leche diarios daba su bendito tambo. Distinto era si se trataba de Pedro. Él si le importaba a Amadeo. Las vacas y los cereales pasaban rápidamente a segundo plano. Primero Pedro, después las vacas y sus cientos de litros de leche diarios; después los quintales de trigo, de maíz y la alfalfa para sus vacas; después los peones y sus familias… El cucú del reloj de pared da las ocho de la mañana. 2
  • 3. MECHI:- (Con branca contenida y tal vez un dejo desolado): Pasaron los años pero la escala de valores para los hombres parecen ser las mismas… JOSEFA:- Siempre te dije que ése muchacho no era para vos. No conocemos a su familia. Cuando una busca un hombre que no es de su propio rebaño no conoce nunca su verdadero pedigrí. Con todos los buenos muchachos que hay en éste “hermoso pueblo”. MECHI:- (Conteniendo su enojo): Me estás cargando abuela. JOSEFA:- ¿Cargando? ¡Estoy para andar “cargando”!, demasiado tengo con mi propia cruz. A propósito de cruz, podrías acompañarme a misa, debe hacer desde tu bautismo que no vas a la iglesia. MECHI:- Desde mi primera comunión. JOSEFA:- Los jóvenes ya no van a la iglesia. La religión parece cosa de viejas. Sólo nosotras continuamos los caminos del señor. ¡Así va el mundo! Alejándose de la caridad. No hace muchos años, los domingos, había misa a las siete y luego a las once de la mañana. Ahora una sola misa a las nueve. El cura parece un cantante bailantero, da misa en tres pueblos diferentes. (Luego de una breve pausa.) No te escuché llegar… MECHI:- Vine caminando… JOSEFA:- ¿Desde el pueblo? ¿Y el auto? MECHI:- (Duda): Se quedó sin batería. JOSEFA:- Lo volviste a dejar con las luces encendidas toda la noche. MECHI:- ¡No sé, abuela! (Intenta contener su ira.) Cuando le quise dar arranque estaba muerto. Con la noche de mierda que había pasado, el broche ideal era volver a casa caminando... JOSEFA:- El pueblo no queda lejos y no es tan grande, nunca se camina demasiado, salvo que se camine en círculo. MECHI:- ¡Caía una lloviznita fría de cagarse! JOSEFA:- ¡Qué manera de expresarse! (Brevísima pausa.)Tenés razón. (Menospreciando la lluvia): “Estaba lloviznando”. (Observando la ropa que lleva puesta.) Encima nunca estás lo suficientemente abrigada. MECHI:- Otra se va a tener que encargar de ir a buscar a Néstor. 3
  • 4. JOSEFA:- ¿Por qué? Mañana mismo llevás el auto para que le cambien la batería y listo. MECHI:- (Inventando una excusa): Me gustaría dejar el auto en el mecánico… JOSEFA:- ¿Por? MECHI:- (Sin saber bien que decir): Para que le hagan… (Sin poder ocultar su enojo): ¡No sé, qué sé yo!, no es normal que se quede sin batería tan seguido… JOSEFA:- Decime una cosa… Mechi contiene su respiración. JOSEFA:- ¿Estás contenta con la llegada de tu primo? MECHI:- (Aliviada): ¡Sí! ¡Cómo no! (tratando de demostrar alegría): ¡Me pone muy feliz! ¡Por fin un hombre en la casa! JOSEFA:- (Cambiando radicalmente de tema): ¿Sabés algo de tu mamá? MECHI:- No, ¿y vos? JOSEFA:-Supuestamente iba a venir temprano. No le gusta manejar de noche. ¡No debería manejar! ¡Ni de noche ni de día! ¿No te llamó por celular? MECHI:- No sé. Mi celular no anda bien. Te dije un montón de veces que necesitaba uno nuevo. Mi celular ya no sirve. ¡Casi nunca tiene señal! JOSEFA:- Tu celular se parece a tu mamá. MECHI:- (Sin ocultar su estado de nervios):¡Mi celular, mi auto, mi mamá… mi “ex”… nada anda bien…! Mechi se pone de pie y se dispone a salir. JOSEFA:- No me dijiste si me acompañabas… MECHI:- ¿A dónde? JOSEFA:- A misa. MECHI:- Otro día, abuela, otro día, hoy no estoy de ánimo. (Sale) JOSEFA:- (Levantando el tono de voz): Si venís te compro… (Para sí): Igual se lo voy a comprar. (Breve pausa. Mirando por el ventanal, con un cierto aire de nostalgia): ¡Ay Emilio!, con vos ya no puedo contar, tu vista ya no te ayuda, ¿y ahora, quién me lleva a la iglesia? Josefa bebe un sorbo de té y es sorprendida por el apagón. 4
  • 5. Mismo espacio, horas después… Gloría mira hacia el jardín y bebe whisky. GLORIA:- (Risueña, alegre): ¡Pobre Emilio! No lo deja descansar ni el día domingo. ¡Pobre Emilio! María va impaciente de una puerta a la otra, expectante a todos los movimientos de la casa. Está nerviosa, alterada. MARÍA:- Son tal para cual. Él le tiene tanta paciencia. GLORIA:- Por eso mismo debe ser el único hombre que anda cerca de la casa. MARÍA:- Emilio nunca le podrá decir que no. GLORIA:- (Sentenciando): ¡Quien podrá! (Mirando por el ventanal.) Los rosales podrían haber esperado hasta mañana. María va hacia la puerta que conecta con el interior de la casa y al cerciorarse de que nadie viene por ella, encamina sus pasos nerviosos hacia la otra puerta. MARÍA:- Los que no pueden esperar hasta mañana son mamá y Emilio. No sé quién es más ansioso. GLORIA:- De quien no habla es de Néstor. Desde que nos leyó la carta no volvió a hablar del tema. Debe creer que el día nunca va a llegar, pero, cada vez falta menos. MARÍA:- (Sin ocultar su enojo hacia su madre.)El no hablar del tema, para ella, hace que el tema no exista. GLORIA:- Pero el martes viene después del lunes, y aunque ella quiera, después del lunes nunca vendrá el miércoles. MARÍA:- (Llena de dudas y de nerviosismo intenta cambiar de tema.) Gloria, yo… quería decirte que… que… GLORIA:- (Sirviéndose su segundo vaso de whisky.) ¿Qué cosa? MARÍA:- (Cambia de tema al ver el rostro inquisidor de su hermana.) ¿Vos creés que ella no quiere que venga? GLORIA:- No sé. Con mamá nunca se sabe. María vuelve a encaminar sus nerviosos pasos, primero a la puerta que da al interior de la casa y luego, a la puerta que da al jardín. 5
  • 6. MARÍA:- (Su estado nervioso cada vez se hace más visible.) Yo ya estuve ordenando el cuarto de huéspedes. ¡Hay que ir acomodando, si no, él va a llegar y no va a tener donde dormir! Habría que comprar sábanas nuevas. Las que hay no son muy varoniles. GLORIA:- Todavía deben estar puestas las rosas con florcitas. MARÍA:- (Con desmesura): ¡Esas mismas! GLORIA:- ¡No creo que el nieto del tío Pedro sea de esos! El tío lo hubiera desheredado. (Sonríe.) MARÍA:- (Sentenciando desmesuradamente): ¡Mamá no estaría dispuesta a recibirlo! María revisa la puerta que da al interior de la casa por enésima vez y luego va decidida hacia su hermana. MARÍA:- (Intenta cambiar de tema.) Gloria, yo quería pedirte… GLORIA:-(Amable y haciéndose cargo de la tarea.) Yo me encargo de las sábanas azules. Luego de decir esto, Gloria mira a María, y es sorprendida por la mirada insidiosa de ella. MARÍA:- (Vuelve a intentar cambiar de tema.) Gloria, yo necesito que… GLORIA:- (Intentando tranquilizar a su hermana.) Yo me voy a ocupar de todo, vos, quedate tranquila. Es una muy buena noticia que Néstor venga.Se recibió de Ingeniero Agrónomo. Para poder trabajar necesita campos, animales, cereales… y si aquí hay algo que sobra… son esas cosas… MARÍA:- (Intenta cambiar de tema; ahora con algo más de iniciativa y en un avanzado estado de nervios): ¡Gloria, no sé si es buena o mala noticia! ¡Yo ahora no puedo pensar en eso! Yo… GLORIA:- (Con alegría y convicción): ¡Por supuesto que es una buena noticia! Aquí va a tener un montón de trabajo. ¡Necesitamos sangre nueva! Con conocimientos. El campo se tecnificó mucho en la última década. Un Ingeniero puede hacer rendir mucho más el nuestro. Y aunque mamá no lo diga, ella sabe que Emilio ya está viejo para controlar y llevar adelante la estancia. Ella ve que 6
  • 7. esto ya es tierra de nadie, cada peón hace lo que quiere… Mamá es capaz de olvidar lo que con el olvido le puede traer algún beneficio. MARÍA:- (Sin ocultar el odio que siente hacia su madre.) ¡No siempre! GLORIA:- Sí, siempre que le traiga beneficios. Ojalá venga a quedarse. María se ha cerciorado de que nadie está por entrar por ninguna de las puertas y va con decisión a enfrentar a su hermana. MARÍA:- (Muy nerviosa): Gloria, yo quería hablar de… GLORIA:- (Amablemente): No la veo muy bien a Mechi… MARÍA:- (Con fastidio desmesurado): ¿Qué pasa ahora con Mechi? María busca en el cajón un frasco con píldoras. Saca un par, deja el frasco en el cajón y lo cierra con violencia. Se toma la píldora en seco. GLORIA:- (Buscando la forma de decírselo sin molestarla, sin enojarla): No sé bien que pasa. Pero si una se guía por lo que escucha… MARÍA:- (De repente estalla, grita): ¡¡Se puede saber que escuchaste ahora!!(Remarcando violentamente cada palabra.) ¡¡Qué… escuchaste… ahora…!! GLORIA:- (Con firmeza): María, si me atrevo a hablar con vos es por el bien de Mechi. Nada más. Sólo por eso. No se necesita estar averiguando mucho para saber que Mechi no está haciendo bien las cosas. Mechi no está bien. Algo le pasa. Anoche estrelló su auto contra un árbol. MARÍA:- (Perdiendo el control): ¡¡Ya lo sé!! (Intentando controlarse): Ni bien llegué tuve que pasar por la comisaría. GLORIA:- ¡Algo le está pasando! No es normal lo que acaba de hacer. Debe haber estado bastante borracha como para que su auto se suba a la vereda y se estrelle contra un árbol. Para después, como si nada, salir caminando hacia acá y dejar el auto abandonado a la buena de Dios. MARÍA:- ¡Yo tengo otra versión de los hechos! GLORIA:- ¡Por supuesto! La versión Mechi: “Yo no fui mamá, le presté el auto a un amigo…” 7
  • 8. MARÍA:- ¡No es así! Nunca me dijo eso. ¡Estaba deprimida! Muy deprimida y… (Buscando una razón valedera y sin lograr controlar su estado de nervios): Después de cuatro años rompió con Julio. ¡Chau noviazgo! ¡Después de cuatro años! Ella estaba muy ilusionada, enamorada, con un montón de proyectos, y de buenas a primeras… ¡Chau, noviazgo! ¡Chau, proyectos!Creo que encontró a Julio con otra. Eso es muy fuerte. Muy doloroso. ¡Muy doloroso! ¡Angustiante! Estaba tan ilusionada con todos los preparativos, estaban pensando… ¡Es muy doloroso que tus proyectos se vayan al carajo en una noche! ¡Perder todo en una noche! ¡Esa es una razón muy valedera cómo para perder la cabeza y estrellar un auto de mierda contra un árbol de mierda! GLORIA:- No habría más árboles en el mundo si todos “los desahuciados en el amor” estrelláramos nuestros autos en ellos. Perdoname que te diga, pero no me parece una conducta del todo normal. Por un novio una no intenta matarse. MARÍA:- (A punto de volver a estallar): ¡No digo que sea normal, digo que pudo ser motivo suficiente! Además lo que cada mujer haría por un hombre… no todas reaccionamos igual. (Casi no pudiendo controlarse): ¿¡Qué es normal para vos!? ¿¡Lo que haces vos es normal!? GLORIA:- (Cortante): ¡Estamos hablando de Mechi! MARÍA:- (Estalla, grita fuera de control): ¡Acostarte con un “tendero” que tiene quince años menos que vos! ¡Eso es normal! ¡Esa es una conducta ejemplar! ¡Eso es una vergüenza! GLORIA:- ¡Basta, María! ¡Basta! Nunca se puede hablar con vos. Sólo lo dije por el bien de Mechi. Ella necesita ayuda y vos sos su mamá. Sos quién debería ayudarla. Estar a su lado. ¡Ayudarla! JOSEFA:- (Entrando): ¡¡Suficiente!! (Mira lentamente a sus hijas.) ¿Qué pasó con Mechi? ¿Qué pasó con su auto? Se produce un breve silencio. MARÍA:- (Controlándose): Lo estrelló contra un árbol. JOSEFA:- Me dijo que se había quedado sin batería. GLORIA:- (Sabiendo la gravedad de la situación de su sobrina.) Tenemos que ayudarla. 8
  • 9. JOSEFA:- Todos cuando fuimos jóvenes cometimos alguna locura. Yo un día… ¡Bueno!, no viene al caso… ¿Dónde está ahora? MARÍA:- Duerme. JOSEFA:- Ni bien se despierte voy a hablar con ella. GLORIA:- (Amablemente): Mamá, me parece que es María quien debería hablar larga y claramente con Mechi. Ellas lo necesitan. María, ya no puede casi controlar sus nervios y sus temores, mira suplicante a su madre. Intenta con la mirada pedirle autorización, permiso, para cumplir el rol que nunca debió haber perdido. MARÍA:- (Dubitativa): Yo… necesito hablar… quiero… hacerlo… GLORIA:- Tenés que hacerlo. MARÍA:- (Muy dubitativa, a Josefa): Necesito hablar con ella y… con vos… y con ella… (Por Gloria.) JOSEFA:- (Esquivando la mirada de María): Ni bien se despierte voy a hablar con mí nieta. MARÍA:- (Titubeante, insegura): Mamá… me gustaría… resolverlo a mí. JOSEFA:- ¡Ay María! Lo tuyo siempre fue: “una buena expresión de deseos” MARÍA:- Es mi hija. JOSEFA:- Sobre vos es de lo único que no tengo dudas. También es mí única nieta y la conozco muy bien. ¡Mucho más de lo que ustedes la conocen! De modo que las cosas se van a seguir haciendo como hasta hoy. MARÍA:- (En un estado crítico, sin controlar sus nervios, estalla): ¡No, mamá! ¡No, mamá! ¡Dejame hacerlo a mi! Yo necesito hablar con mi hija y con vos… ¡Mamá, por favor, dejame intentarlo! GLORIA:- (Amablemente, tratando de darle ánimo): María, me parece muy bien que te ocupés de… MARÍA:- (Sin registrar la intención de su hermana, estalla): ¡No te quiero escuchar! ¡No puedo escuchar! ¡No quiero escuchar a nadie! ¡Alguna vez quisiera que me escuchen a mí! ¡Quiero que me escuchen! ¡Necesito hablar y necesito que me escuchen! (Tambaleante se encamina hacia la puerta) 9
  • 10. JOSEFA:- (Soberbia, altanera; poniendo las cosas en su lugar): ¡Suficiente! ¡Basta de histeria! ¡Aquí no se discute más! ¡Ésta es mi casa y aquí se hacen las cosas como yo dispongo! (María queda paralizada, detenida ante la puerta, apenas sus piernas logran mantenerla de pie) Yo voy a hablar con mi nieta, cómo siempre se ha hecho y cómo debe ser. (Mira por el ventanal, gritando con mucha furia): ¡Emilio! ¡Emilio! ¡Solamente los rosales! ¡Será posible que nadie haga nada bien en esta casa! (Sale. Desde off se escuchan sus gritos): ¡Emilio, te dije que podaras sólo los rosales de aquel lateral! Las hermanas se quedan mirándose. María regresa sobre sus inseguros pasos, abre el cajón del cristalero, extrae el frasco con píldoras y lo esconde cerrando fuertemente su mano; luego sale tambaleante. Lentamente se produce el apagón. La noche se deja ver a través del ventanal. Las farolas encendidos permiten ver el jardín. Mechi está sentada en el banco de madera y habla por celular. Se la ve nerviosa y hablando enérgicamente. MECHI:- ¡No! De ninguna manera. Lo habíamos planeado. La idea fue de los dos. ¡No, mentira! La idea fue de los dos. Los dos queríamos. ¡Sí! ¡No! ¡No! ¡Bueno, pero, no! ¡No fue así! Nunca me dijiste eso. Somos grandecitos ya. Sabíamos lo que estábamos haciendo. ¡Mentira! ¡Estás inventando! Diciendo cualquier cosa. Cualquier estupidez. Si en tu casa jamás hubo un libro. ¡Justo ahora se te ocurre ponerte a estudiar! María aparece y busca casi con desesperación sus píldoras. Al cabo de unos instantes se percata de la conversación telefónica que mantiene Mechi, llena de curiosidad intenta escuchar, tratando de no ser descubierta por ella. MECHI:- ¡Te estás escapando! ¡Eso pasa! ¡Te estás escapando! ¿Dónde quedó ése espíritu aventurero? ¿La vida al aire libre? ¿El sol, el viento, la lluvia? ¡Todo verso, mierda, basura! ¡Sos igual a todos! ¡Siiii! ¡Igualito! Pero, no te preocupés, yo 10
  • 11. sigo solita. ¡No! ¡De ninguna manera! ¡Puedo sola! ¡Sí que voy a poder! ¡No te necesito para nada! Mechi encamina sus pasos hacia el estar. Sin dejar de hablar entra. MECHI:- ¡Sos igual a todos! Ya soy grandecita y me voy a poder arreglar. (Corta y arroja el celular sobre el sillón más próximo) ¡¡Basura!! ¡¡Mierda!! Va hacia el cristalero y extrae una botella de whisky. Busca un vaso y comienza a servirse. En ése preciso instante descubre a su madre. MECHI:- (Sorprendida y sin saber lo que su madre escucho): ¡Mamá…! ¿Qué haces acá?... MARÍA:- Nada, venía… MECHI:- ¿Querés un trago? MARÍA:- Mal no me vendría, pero… Pausa incómoda. Es evidente que Mechi no quiere hablar con su madre y que a María le cuesta mucho hablar con su hija. El estado nervioso de María irá creciendo hasta tornársele incontrolable. MECHI:- ¿Cómo te fue en la ciudad? MARÍA:- Bien, bien… ¿hablaste con tu abuela? MECHI:- Hoy a la madrugada… MARÍA:- (Con ansiedad desmesurada): ¿¡Sobre qué hablaron!? MECHI:- Sobre misas y curas que parecen cantantes bailanteros andando de gira de pueblo en pueblo. Breve pausa incómoda. MARÍA:- (Ansiosa): Mechi, ¿qué pasó anoche? MECHI:- Lo que te dijo la policía. Choqué el auto contra un árbol. MARÍA:- (Excesivamente dramática): Podrías haberte dado un golpe en la… o te podrías haber… No quiero ni imaginarlo. MECHI:- (Tajante, casi de mala manera): ¡Pero no pasó! MARÍA:- (No controlando su ansiedad): ¿Por qué lo hiciste? (Pausa) ¿¡Por qué!? MECHI:- (No queriendo hablar del tema): ¡Qué sé yo, mamá! No tengo ganas de hablar. MARÍA:- (Insegura): Necesito que hablemos… 11
  • 12. MECHI:- (Cortante): ¡Fue un arrebato!¡Un momento de locura! MARÍA:- (Temerosa): Pero, ¿por qué? MECHI:- Tal vez porque nada me sale bien o porque estoy harta. Cansada. ¡Por qué estoy harta de vivir aquí, en el medio de la nada! ¡Por qué estoy hasta el moño de este pueblo de mierda! MARÍA:- Por un hombre no vale la pena. MECHI:- ¿Y vos qué sabés? Justo vos me lo venís a decir, ¿vos que todavía…? MARÍA:- (Tratando de controlarse.)Estamos hablando de vos, mi amor. De mí ya hablamos muchas veces. (Pausa.) ¿Te dejó? MECHI:- (Se vuelve a servir.) Sí… MARÍA:- ¿Embarazada…? MECHI:- ¿¡Qué!?... ¡No! ¿Cómo se te ocurre? ¿¡Crees que soy tonta!? MARÍA:- Te escuché hablar… En ése preciso instante suena el celular. MARÍA:- (Excesivamente sorprendida): Atendelo, seguro que es él… Mechi recoge el celular y al observar el número decide no atenderlo. Apaga el celular y lo vuelve a tirar en el sillón en el preciso instante en que aparece Josefa. MECHI:- ¡Qué se vaya al carajo! MARÍA:- ¿Era él? A lo mejor está arrepentido… MECHI:- ¡Es un cagón! MARÍA:- ¿Qué pensás hacer? MECHI:- No sé, mamá, no sé. JOSEFA:- (Sentenciando): Lo que Dios manda. María al descubrir a Josefa pierde el poco equilibrio que estaba tratando de sostener con mucho esfuerzo. Se marea, parece ebria. MARÍA:- (Casi sin ocultar el odio que siente hacia su madre): ¡Mamá! ¡Lo mismo me dijiste a mí! JOSEFA:- El fruto nunca cae lejos del árbol. MARÍA:- (Tratando de tranquilizarse, a Mechi): No, mi amor, vos tenés edad para decidir y hacer lo que vos creas mejor. 12
  • 13. MECHI:- ¿De qué estás hablando? MARÍA:- (Agitada, sosteniéndose con el sillón, excesivamente expresiva):Pensalo mi amor, Pensalo tranquila, libre; yo te voy a apoyar en tu decisión. Decidas lo que decidas ahí voy a estar, acompañándote, ayudándote… JOSEFA:- (Mira atentamente a su hija con una sonrisa socarrona, denigrante; y luego se dirige a ambas mujeres con absoluta calma y autoridad): En esta casa las decisiones se toman bajo los preceptos “católicos apostólicos y romanos”. ¿Te gustó tener sexo? Muy bien, eso ya no se puede volver atrás. Ahora te tiene que gustar criar el fruto de ése placer. Esos son los preceptos. (Sentenciando): ¡Ése es el único camino! MECHI:- (Asombradísima): ¿Qué les pasa? ¿Por qué no escuchan? Dejen de presumir cosas, de inventar. (A María): ¿Por qué carajo creés que a mí me va a pasar igual que a vos? (A Josefa): ¡¿O a vos?! ¡No pueden mirar más allá de sus narices! ¡No! Y lamentablemente las tienen muy chiquitas. Cuando van a entender que con un hombre se puede tener algo más que hijos. Mechi sale presurosa hacia su habitación. MARÍA:- (Suplicante, excesivamente suplicante): ¡Mechi necesito hablar con vos…! Josefa de un trago se bebe el vaso de whisky que había quedado en una mesita. María abandona el respaldo del sillón y tambaleando intenta ir detrás de su hija. JOSEFA:- (Con violencia contenida): ¡Te lo advertí, María! ¡Te dije que me dejaras hablar a mí! MARÍA:-(Sin lograr recuperar el ritmo respiratorio normal): Mi gran error fue quedarme en esta casa. JOSEFA:- (Altanera): Ahora me vas a venir con que la culpa es mía. MARÍA:- (Agobiada): ¡No, mamá!¡No lo sé!¡Creo que la única culpable soy yo!JOSEFA:-(En un tono de voz tal que ésta no salga de las cuatro paredes, burlona, irónica): No tengas la menor duda. Vos te acostabas con aquél energúmeno. Con aquél musiquito bueno para nada. Vos dejaste escapar tus mejores candidatos por “tu amorcito”. Vos quedaste preñada a los dieciocho años. 13
  • 14. (Aumenta su ironía al punto de lo insoportable): ¡A vos te abandonó ése bueno para nada!¡¡Idiota!! Josefa sale presurosa en busca de su nieta. María a duras penas logra mantenerse en pie. No encuentra de que sujetarse. Daría la sensación de que ya ni ve. Abre los cajones del cristalero, los revuelve, descontroladamente, casi con violencia; no encuentra sus píldoras, deja todo tirado, desordenado… MARÍA:- (Sin ocultar su odio, con hastío profundo): ¡Basta, mamá! ¡¡Basta de herirme!! ¡¡Suficiente!! ¡Por favor, no me hieran más! ¡No me hieran más! ¡Por favor! ¡No puedo más! Sin dejar de hablar, desbordada, comienza a deambula histéricamente por el lugar. No sabe si llorar o gritar… Toma la botella de whisky, reniega para abrirla, la abre y la deja sobre la mesa ratona. Busca un vaso y comienza a servirse, desmesuradamente, temblorosamente… El vaso desborda, como sus emociones, como sus palabras… MARÍA:- ¡Suficiente, mamá! ¡Basta, mamá! ¡Yo no la quiero escuchar más! ¡No quiero escuchar a nadie más! ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar! ¡Voy a desaparecer! ¡Me voy a desintegrar! ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar! ¡Estoy harta! ¡Desbordada! No sé que hacer, ni que decir, ni adonde ir, ¡¡ni dónde esconderme!! Observa el líquido desbordar el vaso y sin atinar a dejar de sacudir la botella para no verter más whisky sobre la mesa o el piso… MARÍA:- ¡Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar! ¡Nadie me va a encontrar! ¡¡Nadie!! ¡Suficiente, mamá! ¡Basta, mamá! ¡Ya no la voy a escuchar más! Se deja caer al lado de la mesa y deja caer la botella en el piso. El whisky se derrama por los costados de la mesa ratona y comienza a mojar el piso de la sala. MARÍA:- (En un hilo de voz, casi suplicante): No puedo más… no puedo más… (Con un grito casi gutural): ¡Suficiente, mamá! ¡Bastaaa! 14
  • 15. Se abraza con ambas manos y acunándose a sí misma, casi como una niña abandonada… MARÍA:- ¡No puedo más…! (Casi susurrando, casi como una pequeña niña consolándose): Una mañana temprano me voy a escapar y nunca me van a encontrar!Nadie… nadie… nunca nadie me va a encontrar… El apagón la sorprende acunándose…. Una hora después. Los faroles del jardín nos permiten ver la noche a través del ventanal. Una lámpara de pie ilumina el estar y muestra el desorden que dejó María. Josefa, sentada entre el caos reinante, mira la noche. Gloria vestida elegantemente se aproxima a ella. GLORIA:- ¿Necesita algo, mamá? JOSEFA:- Un cuerpo nuevo. Gloria ordena un poco el lugar. GLORIA:- ¿No se siente bien? ¿Quiere tomar una aspirina? JOSEFA:- Lo que siento no lo puede curar una aspirina. Tengo la sensación de que ya no conozco ni a mis propias hijas, ni a mi nieta, ni siquiera a Emilio me parece conocer. Todos tienen reacciones extrañas, inesperadas, insólitas. (Recién ahora observa a su hija): ¿Vas a salir? Gloria continúa ordenando el espacio. GLORIA:- (Dudando): Si… JOSEFA:- Si te pregunto me vas a dar por respuesta la mentira de siempre, de modo que no pienso preguntarte. (Luego de mirarla de arriba hacia abajo.) ¿Tú hermana? GLORIA:- Duerme. MARÍA:- Estoy muy intranquila… GLORIA:- ¿Qué la tiene tan intranquila?, ¿la llegada de su sobrino? JOSEFA:- (La mira casi desafiante): ¡No!, qué va, ¡pobre!, en qué buen momento elige venir… Mi nieta y María me preocupan. No hablan, ¡ladran! Ya ni me escuchan. María está cada día peor. Hace un tiempo creía que el tratamiento que 15
  • 16. estaba haciendo la ayudaba, pero últimamente, está peor que antes de empezarlo. Desde hace unos días toma pastillas desaforadamente, llora por los rincones, mirá lo que hizo aquí por una simple discusión, ¡está más trastornada que nunca! ¡Y la nena! ¡Ay Mechi! ¿¡Qué te está pasando!?… Las cosas se están saliendo de cauce. GLORIA:- Sólo se sale de cauce lo que alguna vez estuvo en su cauce. Y aquí… MARÍA:- (Hiriente): ¡Filosofía barata de una estudiante fracasada de psicología! GLORIA:- (Levanta la vista y mira el reloj de pared. Burlonamente):Se me está haciendo tarde, mañana por la mañana caminamos por el jardín y lo charlamos… JOSEFA:- (Sentenciando): Que aprenda a esperar. GLORIA:- ¿Qué cosa? JOSEFA:- A los hombres hay que hacerlos esperar. GLORIA:- Mamá, no quiero hablar de hombres con usted. JOSEFA:- Sobre todo si son jóvenes. Se los debe poner ansiosos, ése es el mejor estado en el varón: la ansiedad, la sed; el hombre joven tiene que tener el pulso acelerado mientras espera a una mujer madura. GLORIA:- Mamá, cuanto conocimiento… JOSEFA:- En cambio la mujer debe aprender a manejar su ansiedad. Caso contrario el varón sabe que domina la situación y eso hace que rápidamente pierda su interés. Se aburra. Y entonces, salga a buscar una nueva presa, una nueva conquista, un nuevo desafío. GLORIA:- Con tanto conocimiento sobre las relaciones humanas no creo que le sea difícil “encausar” a Mechi y a María… JOSEFA:- Las tres deberían “encausarse”. GLORIA:- Hasta mañana, mamá. (Intenta salir.) JOSEFA:- Tu hermana y tu sobrina “atropellan” contra la dificultad, y vos, “escapás”. Gloria gira sobre sus pasos y enfrenta con decisión a Josefa. GLORIA:- (Desafiante): Nunca es sencillo luchar contra las dificultades. Por eso algunas prefieren maquillar con mentiras una historia mal cerrada. 16
  • 17. JOSEFA:- (Redobla el desafío): No pierdas el tiempo con filosofía barata. No corras el riesgo de hacer esperar demasiado a tu príncipe azul, tal vez, repasando su álbum de pueblerinas deseosas, encuentre más interesante a su empleada de confianza. Gloria gira como para responderle, duda un instante, luego decide “escapar” y no presentar batalla contra su madre. GLORIA:- Hasta mañana… (Sale) JOSEFA:- (Levantando el tono de su voz): ¡No vuelvas tarde! (Cómo para sí): Mañana tenemos que organizar todo para la llegada de… Néstor… Josefa apaga la luz de la lámpara de pie. Los faroles en el jardín nos dejan con la noche, hasta que sobreviene el apagón. Día lunes. La tenue luz de la madrugada se cuela por el ventanal. Las figuras de dos mujeres se dibujan entrando por la puerta de calle. MECHI:- (Siguiendo la conversación): Basta tía, no insistas, no tengo ganas de hablar, no quiero… Gloria, que lleva estoicamente una tremenda borrachera, enciende la lámpara de pie. Deja su cartera y una bolsa de tienda sobre un sillón. La bolsa de tienda es de papel blanco y en letras negras se puede leer: “Tienda Miguel Ángel”. Mechi, con pasos tambaleantes, producto de su gran borrachera, intenta seguir sus pasos rumbo a su habitación. GLORIA:- (Interponiéndose): ¡Mechi! Tenemos que hablar… MECHI:- (Casi gritándole): ¡Vos no, tía! ¡Dejame en paz! GLORIA:- (Tratando de calmarla): No levantés la voz, ¿qué pretendés?, ¡qué aparezca tu abuela por esa puerta! (Conduce a su sobrina hasta un sillón y la sienta en él) Ya debe estar despierta. Si es que durmió. Está realmente preocupada por vos. (Amable, comprensiva): Yo sé que te tenemos que dejar resolver a vos, pero, no podés pedirnos que no estemos preocupadas. 17
  • 18. MECHI:- ¡Lo único que pido es que me dejen en paz! GLORIA:- Habla bajo. MECHI:- (Habla bajo y burlonamente): Lo único que pido es que me dejen en paz. Mechi se pone de pie, como puede, intentando ir hacia su habitación. GLORIA:- (La vuelve a sentar.) Antes vamos a hablar. (Luego de una breve pausa.) Yo no soy la más indicada para aconsejarte pero… MECHI:- ¡Entonces no lo hagas! GLORIA:- Habla bajo… o mejor grito yo también así aparecen por esa puerta tú abuela y después, mucho después, tú mamá, empastillada hasta las orejas y en pleno delirio mañanero. Mechi bosteza y se acurruca en el sillón. GLORIA:- (Toma la botella de whisky y se sirve.) No te invito porque vos ya tenés demasiado alcohol en tus venas. Pero yo lo voy a necesitar. Te voy a contar una pequeña historia. Una historia que sólo yo sé. Y que no me la contaron los protagonistas. Una historia de la que me enteré casualmente y que viene a cuento. (Luego de una breve pausa.) Tu abuelo no es mi papá. Él se casó con tu abuela cuando ella estaba embarazada. MECHI:- Sí, ya sé, ¿y eso a qué viene? GLORIA:- Viene a que dos de las mujeres de ésta casa cometieron el mismo error y vos estás a tiempo de evitarlo. MECHI:- ¿De evitar, qué? ¿Vos también venís con lo mismo? Tía, existen los preservativos, existen las píldoras anticonceptivas, las píldoras abortivas, tengo veintidós años y no quiero ser madre, no me interesa, no tengo el deseo, ni siquiera sé si quiero ser madre alguna vez. GLORIA:- ¿Entonces?, ¿a qué se debe tanta locura?, ¿qué es eso de querer suicidarse? MECHI:- No pensé en suicidarme. No pensé en nada. Puse en marcha el auto y me vino una espantosa imagen. ¡Una espantosa imagen! Después gire el volante y aceleré y aceleré hasta estrellarme… Gloria toma una silla y se aproxima a su sobrina. GLORIA:- ¿Qué imagen? ¿Cuál es ésa espantosa imagen? 18
  • 19. MECHI:- Ahora no importa la imagen. (Levantando un poco la voz): ¡Lo que importa es que no pensé en suicidarme! GLORIA:- Baja el tono de voz. ¡Sí que importa la imagen! Seguramente te persigue. Seguramente esa imagen te puede llevar a… MECHI:- (Descubriendo el rol que está cumpliendo su tía, socarronamente): ¡Tía, no pretendas hacerte la psicóloga conmigo! GLORIA:- Es importante que hables con alguien y nosotras siempre pudimos… MECHI:- (Tratando de desviar la conversación): Me vi vieja, grande, convertida en ustedes. Vestida como ustedes. Haciendo lo que hacen ustedes. Ocultándome, escondiéndome, toda mi vida. Sin poder compartir mi vida con un… GLORIA:- (Abraza a su sobrina.) Vos no sos como nosotras. ¡No, vos, no! Vos tenés sangre de él y él tenía alas… por eso no se dejó atrapar… No es cierto que él se fue por vos… o por tu mamá… MECHI:- (Cínicamente): Tenía alas tan grandes que lo llevaron tan lejos, tan lejos, que se estrelló contra un árbol… GLORIA:- ¿De dónde sacaste eso? MECHI:- No importa. Hace varios años que me quiero ir. ¡Qué quiero volar!, cómo vos decís… Y sigo acá, atrapada, cómodamente atrapada… GLORIA:- ¡Todavía estás a tiempo! Andate a estudiar algo. MECHI:- No entendés, tía, no entendés… GLORIA:- ¡Sí que entiendo! La comodidad es creer ser alguien en un pequeño pueblo y la incomodidad es creer no ser nadie en una gran ciudad. MECHI:- Estoy cómodamente atrapada en mi propia angustia. GLORIA:- ¿Qué es lo que te angustia tanto? MECHI:- Todo, no sé, siento algo que me aprieta el pecho y me llena los ojos de lágrimas que no quieren salir. Me levanto al mediodía, miro a la abuela mezclada entre los amarillentos rosales, impartiendo instrucciones inútiles, estúpidas, superficiales; miro al pobre Emilio deambulando por un jardín que más que un jardín parece su cementerio privado; te miro a vos, recién levantándote con el cuerpo magullado por el alcohol y la culpa; miro a mi mamá consumida, aterrada, cada día más frágil, llena de miedo y de angustia; y me miro a mi misma, y la 19
  • 20. angustia me oprime el pecho y los ojos se me nublan de lágrimas que no pueden salir. (Breve pausa, luego mira intensamente y a los ojos a su tía): ¡No puedo creer que mi papá nunca haya deseado verme! GLORIA:- (Muy conmovida): Él ni sabe de tu existencia. MECHI:- Se escapó cuando se enteró. GLORIA:- ¡Mentira! (Mira hacia todos lados para no ser sorprendida por nadie.)Tu “abuelita” lo echó y le prohibió a tu mamá hablar del embarazo con él. MECHI:- No, tía, no fue así… GLORIA:- Sí, Mechi, fue así. Yo estaba presente. Ya te lo dije hace varios años. Tu papá nunca te hubiera abandonado si hubiera sabido de tu existencia. Ya lo hablamos claramente aquella noche. ¿Por qué elegís creerles a ellas? MECHI:- ¡Aquella noche! Tía, aquella noche fue hace casi diez años, ¡cerca de diez años…! GLORIA:- (Tratando de justificarse y de tapar su culpa): Yo no estuve viviendo acá.Y desde que volví nunca salió el tema.Nunca más salió… MECHI:- ¡Mentira! El verano pasado, la abuela volvió a hacer referencia, volvió a hablar del tema: escuchábamos la radio, de casualidad, nunca estaba prendida cuando tomábamos mate al atardecer, pero ese día sí, y pusieron un vals muy antiguo donde se escuchaban acordeones y ella se burlo… GLORIA:- (Justificándose): ¡Y yo apagué la radio! MECHI:- Pero no dijiste nada, No le dijiste a la abuela que dejara de mentir, no le dijiste nada. GLORIA:- Mechi, Mechi… Conocés bien a tu abuela. De qué hubiera servido contradecirla, tirar por tierra todas sus mentiras ¿de qué hubiera servido?… MECHI:- ¡A mí me hubiera servido! GLORIA:- A vos sólo te sirve la historia que querés creer. Y la historia que querés creer no te hace bien. Tú papá no era alcohólico, tú papá no era violento, no era mujeriego, no era un vago… Tú papá se tuvo que ir porque en el pueblo lo echaron sin causas del trabajo que le permitía “comer”. ¡También lo echaron de la orquesta que le permitía “vivir”! ¿A qué no sabés quien hizo uso de sus influencias para lograr todo eso? 20
  • 21. MECHI:- Nunca me hablaste con tanta claridad. GLORIA:- ¡Sí, te lo había contado claramente! ¡Hasta me ofrecí a ayudarte a buscarlo! ¡Sin tener la menor idea de por donde empezar la búsqueda! ¿Te lo ofrecí o no te lo ofrecí? (La gestualidad de Mechi no necesita palabras.) ¿Entonces? No elijas creer la historia que te hace daño. ¡Yo siempre te hablé de él! Sólo yo te hablé de él. Tu mamá, pobre, su falta de agallas no le permite hacer otra cosa con su triste vida. Mi amor, esta no es tu primera y única crisis. Pero nunca antes, habías jugado “con tu vida” con tanta claridad. Mechi quiere llorar, hace esfuerzos sobrehumanos para hacerlo. Todo su cuerpo se contorsiona, se convulsiona, pero las lágrimas son tan amargas y pesadas que no quieren salir. El profundo dolor le parte el cuerpo, le estrangula la garganta. Gloria abraza tiernamente a su sobrina, intenta que su abrazo y sus caricias sean facilitadoras, pero el llanto no brota, se atraviesa en la garganta de Mechi al punto de cortarle la respiración. GLORIA:- (Tiernamente): Mechi, mí querida Mechi. Hace bien llorar. Las lágrimas son como ríos caudalosos que arrastran el dolor. Llorá, por favor, llorá… (Con curiosidad y tratando de alejar a Mechi de la angustia): ¿Cómo supiste lo mío? MECHI:- (Casi sin aliento): ¿Qué cosa? GLORIA:- Bueno, eso de que no soy la hija de… (La gestualidad de Mechi lo dice todo.) A mí nunca me lo dijo, nunca fue capaz de contarme la verdad… Pero, ¿por qué a vos? Se escuchan ruidos en el interior de la casa. Las dos mujeres se sobresaltan. Gloria levanta a su sobrina y casi protegiéndola la conducirá hacia la puerta que da al interior de la casa, sin perder nunca de vista los ruidos y los movimientos que provienen desde el interior de la casa. GLORIA:- Es ella. Es mejor que te vayas a tu habitación. Me parece que es tiempo de que la verdad atraviese el cerco de amarillentos rosales. Hoy puede ser ése día. Andá a acostarte. Descansá. Yo después voy para tu pieza. (Le da la bolsa de la tienda.) Tomá, guardá esto y después me la das. 21
  • 22. MECHI:- (Sin tomar la bolsa.) ¿Qué es? GLORIA:- Sábanas azules, para Néstor. MECHI:- (Cómplice, hasta con una sonrisa pícara, muy a pesar de la angustia): ¿Dónde las compraste? Un domingo está todo cerrado… GLORIA:- (Con sonrisa cómplice): Llevala y después me la das. No quiero que tu… MECHI:- ¿Por qué no venís conmigo? No quiero estar sola. GLORIA:- Date una ducha. Cuando terminés de bañarte, ni bien te acuestes, yo ya voy a estar en tu pieza. Si querés dormimos juntas. Ahora necesito tomarme otro whisky, antes de que ella llegue. Andá, esperame, y dormimos juntitas, como cuando eras una “nenita”, ¿dale?, andá... MECHI:- ¿Vas a cumplir tu promesa? GLORIA:- Sí, mi amor, sí… MECHI:- Te espero, tía. Mechi sale sin dudarlo y llevando la bolsa en su mano. GLORIA:- Esperame, mi amor… Los ruidos del interior de la casa se escuchan con mayor nitidez. Gloria se sirve un buen vaso de whisky y se lo bebe casi de un trago. Los pasos de Josefa se escuchan cada vez más cerca. Seguidamente el reloj cucú da las ocho. La luz del día ilumina el estar. Los gritos de Josefa provenientes desde el corredor irrumpen el momento: JOSEFA:- (Desde el off): ¡Vamos, María, vamos! Tenemos mucho por hacer. Mañana llega Néstor y todavía no organizamos nada. Josefa aparece en el estar vestida como para ir al pueblo y por un instante se queda mirando a Gloria. JOSEFA:- (Sorprendida): ¿Y vos? ¿Todavía no te acostaste? GLORIA:- No, mamá, necesito hablar con usted. JOSEFA:- Después, después, ahora con María nos vamos hasta el mercado. (Comienza a buscar algo por el lugar.) Hay que surtir la despensa. Está 22
  • 23. prácticamente vacía. Mañana tendremos un hombre en ésta casa y todas sabemos lo que devora un hombre. GLORIA:- Lo mío es muy breve, habremos terminado de hablar antes de que María encuentre sus píldoras… JOSEFA:- ¿No viste mi paraguas? No está anunciada lluvia, pero, en esta época del año nunca se sabe. El viernes fui a la peluquería y no quiero que se me arruine el pelo. (Va hacia la puerta y grita hacia el pasillo): ¡María, vamos, apurate! (A Gloria): ¿Éste es el celular de Mechi? (Gloria asiente con su cabeza.) Me lo llevo y le traigo uno nuevo. Parece que éste ya no funciona. Me lo llevo por lo del chip y eso… (Grita nuevamente hacia el corredor): ¡María, vamos! GLORIA:- Mamá, ¿no cree que ya es tiempo de quitarle el maquillaje a su historia? JOSEFA:- (Olfateando el vaso que Gloria dejó sobre la mesita, sarcásticamente): ¿El whisky te hace filosofar? GLORIA:- Puede ser… JOSEFA:- (Cortante): Entonces búscate otro interlocutor que yo no tengo tiempo para perder. (Va hacia el corredor y gritando): ¡María! ¡Apurate que tenemos mucho para hacer! GLORIA:- No se da cuenta que sus mentiras están haciendo cada día más daño. JOSEFA:- ¿No viste mi paraguas? (Va hacia el corredor y gritando): ¡María dónde pusiste mi paraguas! GLORIA:- Mamá, ¡puede dejar de dar vueltas! JOSEFA:- (Subestimándola y restándole importancia a su hija): Gloria, ¡a vos, todo te da vueltas! (La toma de un brazo y luego la empuja hacia el interior de la casa.) Mejor andá a dormir tu borrachera y después a la tarde: “caminando por el jardín filosofamos”. Aparece María. JOSEFA:- ¡Por fin! Vamos, nena, que tenemos mucho que hacer. María está aturdida, cómo despertada antes de tiempo. MARÍA:- (Mira a Gloria):Hasta luego, ¡buen día!, hasta luego. María sale detrás de su madre. 23
  • 24. JOSEFA:- (Desde off): Al final me voy sin el paraguas, espero que no se le de por llover… Gloria atontada, aturdida, intenta sostenerse sobre sus endebles piernas y su acción es seguida por el apagón. Cerca del mediodía. Josefa tratando de organizar todo le da órdenes a María; quien va y viene, sale y entra desde el jardín, siguiendo las disposiciones de su madre. María obedece, pero no de buena gana; se la ve pensativa, inquieta, ensimismada en algún pensamiento. JOSEFA:- (A María): ¿Llevaste las toallas? MARÍA:- (Entrando): No, mamá. ¿Cuáles llevo? JOSEFA:- Las blancas. Lleva una de mano y un toallón. ¿Tú hermana? MARÍA:- Debe estar durmiendo. JOSEFA:- Podría ayudar un poco. Aunque no sé. Creo que hacemos todo más rápido y ordenado si lo hacemos nosotras dos. Fijate si todavía duerme. María sale hacia el interior de la casa. Josefa mira por el ventanal. JOSEFA:- (Amorosa, tierna): ¡Hay Emilio, que viejo te estás poniendo! Todo lo haces con tanta lentitud. Tan perezosamente. A veces tengo la sensación de que no vas a llegar a donde te proponés ir. Parece como si tus piernas no quisieran llevarte. Reaparece María trayendo una almohada y las toallas. MARÍA:- ¿Me hablaba, mamá? JOSEFA:- (Recomponiéndose): ¿¡Eh!? No, no. ¿Tú hermana? MARÍA:- En su pieza no está. ¿Sábanas? JOSEFA:- (Tratándola mal): ¿¡Qué pasa con las sábanas!? JOSEFA:- ¿Qué sábanas llevo? MARÍA:- ¡Qué sé yo! Pedile unas a Emilio. María sale hacia el jardín y se la ve cruzar a través del ventanal. JOSEFA:- Qué raro. Dónde se habrá metido esa mujer. Se la veía bastante ebria. Estaba absolutamente segura que estaría durmiendo la mona. Qué habrá pasado 24
  • 25. anoche mientras yo dormía. ¡Es increíble! Ya no voy a poder ni dormir. (Mirando por el ventanal. Tiernamente): ¿No te podés convencer Emilio? Sin embargo, yo tengo razón. ¡Ay Emilio! ¡Mirá que sos un cabeza dura! A través del ventanal se la ve regresar a María. MARÍA:- (Entrando.) Mamá, ¿le pediste a Emilio que barnizara la mesita de luz? JOSEFA:- Y el cabezal de la cama. MARÍA:- No sé si hice bien, le sugerí que los llevara al taller. Se van a secar más rápido y no van a dejar tanto olor dentro de la pieza. JOSEFA:- Lo mismo le había dicho yo. (Tiernamente): ¡Éste Emilio! No sólo las piernas ya no lo llevan. Los oídos tampoco le funcionan bien. MARÍA:- (Dubitativa, insegura): ¿Puedo hacerte una pregunta? JOSEFA:- Que querés preguntar… MARÍA:- ¿Por qué Néstor va a dormir en la casita de Emilio? JOSEFA:- (Muy segura): Porque aquí no hay lugar. MARÍA:- (Con temor): Está la habitación de huéspedes. JOSEFA:- Hace años que no se ocupa. Tiene humedad. MARÍA:- Yo ya se la había preparado. Sólo faltaba comprar unas sábanas… La pieza que le está dejando Emilio es bastante más precaria y tiene… JOSEFA:- (Cortante): Es mejor que estén entre hombres. Néstor la va a pasar mejor con Emilio que con nosotras. Creo que es mejor así. MARÍA:- Es tu sobrino nieto, hay que hacerlo sentir cómodo… JOSEFA:- Eso depende de todas nosotras y más aún de Mechi. Ya que él sólo tiene tres años más que ella. En su carta decía que estaba recién recibido de Agrónomo o algo así. MARÍA:- ¿Se quedará por mucho tiempo? JOSEFA:- No lo sé. Veremos. Necesita trabajar y aquí trabajo es lo que sobra. Tal vez se pueda ocupar del campo. Emilio necesita ayuda… Veremos… María se queda de pie, sin hacer nada, quiere decirle algo a su madre pero no se atreve. 25
  • 26. JOSEFA:- ¡Qué te quedás ahí parada como una estatua! ¿Ya ordenaste la pieza? ¿Llevaste todo? Si terminaste con la pieza andá a ordenar la despensa que quedaron cosas tiradas por cualquier parte. MARÍA:- (Toma aire profundamente y luego mira nerviosamente a su madre. Muy titubeante): Me voy mamá. JOSEFA:- Está bien. Andá a ordenar la despensa. María transpira producto de su estado de inquietud, de su ansiedad, las palabras casi no le salen, todo su cuerpo tiembla como una hoja de papel al viento. MARÍA:- (Apoyándose en el respaldo de un sillón) Me voy a vivir a la ciudad. JOSEFA:- (Subestimando la idea de su hija): ¡Qué estupidez estás diciendo! MARÍA:- (Las palabras salen a borbotones, incontrolables): Hace tiempo que debería haberlo hecho. Recién hable con Hugo y él quiere que vivamos juntos. JOSEFA:- ¿Con quién? ¿¡Con quién!? MARÍA:- (Sin detenerse y sin mirar a su madre):Con Hugo, mamá. Hace unos meses, mejor dicho, unos años, dos años… en la misma época en que comencé con el tratamiento… nos reencontramos… Todas las veces que voy… Josefa no puede contener un frenético ataque de risa. El estado emocional de María se resquebraja aún más producto de las risas de su madre. JOSEFA:- (Entre carcajadas): ¡Ah, no! ¡Ahora le ponemos música a la tragedia! ¡Lo único que faltaba! Esto sí que es una verdadera locura. (Sin ocultar su desmedido odio): ¡Después de lo que te hizo! MARÍA:- (Defendiéndolo): ¡Él no me hizo nada! Si yo le hubiera dicho… JOSEFA:- Vos sí que estás totalmente loca. Sos una pobre desgraciada. ¡Una estúpida! MARÍA:- (Para no desmoronarse se aferra al respaldo del sillón. Su voz se resquebraja, su vista se nubla, su respiración es entrecortada, pero está decidida a enfrentarla): ¡Hugo no me hizo nada, fuiste vos que…! JOSEFA:- (Entre carcajadas y cada vez más burlonamente): ¡Ahora la culpa es mía! 26
  • 27. MARÍA:- (Con decisión): No solamente tuya, mía también; por ser tan cobarde, por no haber tenido agallas y haberme escapado con él: La culpa también es mía por ser… tan cómodamente cobarde. JOSEFA:- (Violenta, seca, hiriente): La culpa es sólo tuya. Por haberte acostado con un don nadie. ¡Será posible que ninguna sea capaz de asumir sus responsabilidades en esta casa! ¡Será posible! MARÍA:- (Las palabras le salen a borbotones, entre lágrimas y temblores): ¡Me voy, mamá! Hace un tiempo que quiero hablar con vos y con Mechi y con Gloria. ¡Pero a mí nadie me escucha! ¡Nunca se me escucha! Se me trata como a una tarada y no soy ninguna tarada. ¡Me voy con el hombre que amo! En el marco de la puerta que conduce al interior de la casa aparece Mechi. Ella no es vista ni por su abuela ni por su mamá. Está recién levantada, toda despeinada, y lleva puesto un pijama. MARÍA:- Él está desesperado por conocer a Mechi. Por estar con ella… JOSEFA:- ¿¡Le contaste!? MARÍA:- Al principio no, pero, después, la terapeuta… y él quiere conocerla…estuvo a punto de venirse… MECHI:- ¡No lo puedo creer! ¡Son dos aberraciones! ¡La tía tiene razón! ¡No lo puedo creer! ¡Mamá, sos un monstruo! Mechi va hacia el sillón donde supuestamente había dejado su celular. No lo encuentra. Busca por todas partes, con desesperación y desordenándolo todo. Josefa y María la miran sin saber ni qué hacer ni qué decir. MARÍA:- (Suplicante): Perdón, mi amor… MECHI:- (Sigue buscando): ¿Cuánto hace que le dijiste a mi papá que yo existía? MARÍA:- Hace unos días… MECHI:- ¡A él también le mentiste! MARÍA:- Tenía miedo. MECHI:- ¿Dónde carajo está mi celular? ¿Dónde mierda lo dejé? ¡Metieron una imagen falsa en mi cabeza! ¡Monstruos! 27
  • 28. Josefa, sin palabras, estirando su mano le da el celular nuevo, el que compró para Mechi. María, tal vez por no saber qué hacer, ordena lo que Mechi desordenó. Gloria, desalineada, aparece y se queda observando desde el marco de la puerta. MECHI:- ¿Y esto? ¿Qué mierda me das? JOSEFA:- (Por primera vez, titubeante, insegura): Lo compré para vos… MECHI:- ¿¡Quién te pidió que lo hicieras!? JOSEFA:- (Muy insegura): Vos, mi amor… MECHI:- (Enciende el celular y chequea mensajes.) ¿Mi amor? ¿Cómo te atrevés a poner una palabra tan noble, tan pura, en tu sucia boca? ¡Me mentiste durante veintidós años! ¿¡A eso le llamás amor!? Abuela: ¿¡eso es amor!? Mamá: ¿¡eso es amor!? Me robaron a mi papá. Y me hablan de amor. (Burlonamente): ¡Perdón, mi amor! ¡Te lo compré para vos mi amor! (Seca, áspera): Usan la palabra amor sin conocer lo que hay adentro de la palabra: amor. Se produce una breve y cargada pausa. Mechi mira a su abuela fijamente. Josefa no puede sostenerle la mirada y baja ostensiblemente su cabeza. Mechi busca los ojos de su madre. María, sosteniendo su mirada, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón tapado por la culpa, mira suplicante a su hija. MECHI:- (Con profundo dolor): ¡Son dos verdaderos monstruos! ¡Qué pena! Todo podría haber sido tan diferente… ¡Qué pena, qué lástima, no pueden amar! No pueden hacerlo, están bloqueadas, tienen hielo en el corazón, ¡témpanos en las venas! María a duras penas logra mantenerse en pie. Josefa está paralizada, como nunca, no sabe qué hacer. Mechi, descubre a Gloria, se queda por un segundo mirando a su tía, y luego, se dispone a salir en el preciso instante en que suena el celular. MECHI:- (Se detiene y atiende, sin darse cuenta, casi automáticamente): ¡Hola! ¿Qué Néstor? ¡Ah, sí! ¡Bien, bien! ¿Vos, cómo estás? Bueno… Chau. 28
  • 29. Mechi camina hacia la puerta del corredor. Se detiene por un segundo, mira a su tía. En el preciso instante en que le acaricia un brazo a Gloria comienza a llorar de forma incontenible. MECHI:- (Sin contener sus lágrimas): ¡Néstor no viene! (Sale) Se produce una tensa y agobiante pausa. Luego de unos segundos, Gloria, va lentamente hacia María y la toma de los hombros. MARÍA:- (Con el corazón en la mano): ¿Qué hice? ¿Cómo pude? ¿Cómo pude hacer tanto daño? María, con lágrimas en sus ojos, mira a su hermana. Tambaleante e insegura, dejándose llevar por Gloria, sale detrás de su hija. JOSEFA:- ¿Cómo que no viene? Después de todos los preparativos… Josefa queda sola, paralizada, mirando el jardín y sobreviene el apagón. Mediados de Junio. La luz de la tarde se cuela por el ventanal y arroja diversos colores en el estar. Josefa toma el té. Perdió su solidez, su seguridad; ahora su carácter y su estado anímico se parecen en mucho al de María en escenas anteriores. Mira hacia todos lados, disimuladamente abre el cajón de la mesa ratona que contiene los portarretratos, lo revuelve frenéticamente buscando algo y luego, saca un frasco con píldoras. Excitada extrae dos, mira hacia todos lados y al ver que no es vista por nadie, se las toma. Esconde nuevamente el frasco y cierra el cajón con violencia. Aparece Gloria, viste elegantemente y trae consigo un bolso de viaje. Extrae de su cartera un sobre, intenta dárselo a Josefa en mano. GLORIA:- Una carta de Néstor… Explicando los motivos… Gloría insiste en querer darle la carta a Josefa. Josefa mira hacia el ventanal, haciendo caso omiso a su hija. GLORIA:- Encontró trabajo, eso le impidió venir. Tal vez para el verano… 29
  • 30. Gloria deja la carta sobre la mesa ratona en dónde está servido el té. JOSEFA:- (Sin dejar de mirar hacia el jardín y con los ojos llenos de lágrimas.) Hace cómo una semana que le vengo diciendo que no son pulgones. GLORIA:- ¿Qué cosa? JOSEFA:- (Ahora nerviosa, fría, distante): A Emilio, hace días que le vengo diciendo que no son pulgones y el dale y dale, como si yo no existiera, como si nunca le hubiera hablado, sigue fumigando para matar pulgones. (Llorando.) Los reveses de las hojas están amarillentos. ¡No es pulgón! No hay pintitas. Es un parásito: la araña roja, puede ser. Y él insiste, insiste. Cada día más cabeza dura. ¡No cambia más! GLORIA:- Está viejo. A esa edad ya es difícil cambiar… JOSEFA:- (Saboreando su té. Cambiando radicalmente de tema): Sería bueno conseguir té en hebras. (Exageradamente enojada): ¡En éste maldito pueblo ni eso se consigue! Estoy segura de que tiene otro aroma, otro sabor. ¡Estoy harta del té en saquitos! El otro día en una revista, una que tengo por ahí, leía que mezclan las mejores hebras de té con ingredientes naturales. ¿Sabés lo que son ingredientes naturales? (Sin esperar ninguna respuesta de su hija, comienza a explicarle como una maestra a una pequeña alumna): Mezclan las hebras con especias y frutos de la Patagonia y del Litoral y así logran aromas y sabores delicados. ¡Eso debe ser tomar un buen té! ¡No esto! (Enojada): ¡Estoy harta de los saquitos! GLORIA:- Voy para la ciudad. Si quiere, compro. JOSEFA:- (Distante, seca): Te vas a olvidar. Seguro que te olvidás. Si querés te lo doy todo anotado. ¡Eso, eso! Mejor te lo doy anotado, te hago una listita… Josefa abre el cajón de la mesita ratona, lo revuelve nerviosamente y extrae papel y lápiz. Cierra el cajón con violencia. JOSEFA:- (Escribiendo): Hebras de té saborizadas. ¡Fijate bien, comprá la mejor marca, no escatimes en gastos! Si conseguís el de la de la revista… Josefa va hacia el revistero, revuelve frenéticamente todas las revistas elige una y las demás quedan tiradas, desordenadas. 30
  • 31. JOSEFA:- (Dándole la revista): ¡Ahí vas a encontrar la publicidad! ¡Exigí que sea ésa marca! ¡Revolvé toda la ciudad hasta encontrarla! También sería bueno conseguir azúcar en terrones. (Llora desconsoladamente): ¡Qué rica qué es el azúcar en terrones! ¡Comprá varias cajas! Creo que viene en cajas. (Deja de llorar.) Pasá por un vivero y consigue un insecticida para fumigar los rosales. Acordate que no son pulgones. Los reveses están amarillentos. Explicale bien al del vivero. ¡Mejor, esperá!, esperá un segundo… Josefa se pone de pie y rápidamente sale hacia el jardín se la ve desaparecer y aparecer velozmente, casi corriendo. Gloria la miró irse, miró la revista que tiene en su mano, y ve regresar a su madre en un estado emocional irreconocible. Josefa trae consigo hojas del rosal y las tijeras de podar. JOSEFA:- (Le muestra las hojas.) ¡Mirá, fijate bien! ¡Están amarillentas! ¡Estoy segura, absolutamente segura, que son arañas rojas! Insecticida para combatir ácaros. ¡Eso! ¡Eso es lo que necesitamos! Eso es lo que tenés que conseguir. Insecticida para combatir parásitos. ¡Son parásitos! ¡Hay que eliminar a los parásitos! GLORIA:- ¿Por qué no viene conmigo y usted misma elije todo? Josefa por un segundo duda. Gloria la mira fijamente a los ojos. Ambas se miran fijamente a los ojos. GLORIA:- María y Mechi se van a poner muy contentas. Josefa le da las hojas a Gloria. Con pasos inseguros va hacia la mesa ratona, toma la lista y se la extiende a Gloria. Luego se deja caer en la silla con las tijeras de podar entre sus manos. Gloria guarda la lista, las hojas y la revista. Por unos segundos se queda observando a su madre. Duda. Tal vez, “queriendo” verla más tranquila, sale. Josefa mira a su alrededor se ve sola. Su estado nervioso está muy alterado. Su excitación es casi incontrolable. Mira hacia el jardín y se queda extasiada por unos instantes. 31
  • 32. JOSEFA:- (Luego, muy perturbada): ¡No, Emilio! ¡Ya lo discutimos durante todo la semana! ¡No son pulgones! ¡No son pulgones! Josefa, fuera de sí, se pone de pie. Aferra con ambas manos las tijeras de podar y mira amenazante a Emilio. JOSEFA:- (Le grita desaforadamente): ¡Basta Emilio! ¡Basta! ¡No vas a entrar más al jardín! Cada día vas a estar más lejos de la casa. ¡Basta, Emilio! ¡No son pulgones! ¡Fuera del jardín! ¡Fuera del jardín!(Con pasos inseguros se encamina hacia la puerta.) ¡No te quiero cerca de mí casa! ¡Fuera! Josefa es sorprendida por el apagón final. 32