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                   “EL ÁRBOL QUE NO DA SOMBRA
                   SOBRE LOS SURCOS ABIERTOS”
                        Comedia satírica (o no.)

Personajes:
MUJER VIEJA Andrajosa.
JUBILADO Anciano de saco jaspeado y gastado.
JOVEN Pelilargo de 25 años.
HOMBRE (de traje gris) Ebrio y prolijo.
MUJER FINA (y elegante) Bonita y muy delgada.
AMIGA (fina y elegante) Idéntica a su amiga.
PROSTITUTA Exuberante y excitante mujer.
JOVENCITA Veinte años llenos de belleza.

Escenografía:

La tarde es gris, ventosa y fría.
Una tormenta de otoño amenaza con romper la aparente tranquilidad.
En el centro del espacio escénico un banco de plaza. Es de madera y está
pintado de color verde musgo. Las raspaduras y las inscripciones que tiene
dejan entrever que alguna vez fue blanco.
A un costado y hacia atrás, un pequeño árbol cuya copa está seca. Sólo
algunas hojas secas quedan débilmente sujetas a sus ramas secas.
El piso esta casi cubierto de papeles, hojas secas y excrementos de perros.
Sólo hay dos sectores que se encuentran limpios: uno es el pequeño círculo
que rodea el árbol seco que no da sombra y el otro es una larga franja que
va de lateral a lateral y que se encuentra en el proscenio.
Una vetusta y destartalada escoba descansa apoyada contra el tronco del
árbol que no da sombra.



VARIOS SURCOS:

La MUJER VIEJA traslada sus trastos, lenta y parsimoniosamente, desde el
banco hacia las proximidades del árbol. Los acomoda debajo de él y luego
se acuesta en la improvisada cama. Se dispone a dormir.
Se tapa hasta la cintura con las viejas y raídas mantas. Su rostro mira hacia
el público. Por unos instantes sus ojos cansados parecen decirnos algo,
luego, los párpados se cierran.

El JUBILADO dificultosamente avanza hacia al banco, esquivando
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papeles, excrementos de perros y hojas secas que descansan en el piso.
Antes de tomar asiento, se detiene frente al banco; extrae un pañuelo de
algún bolsillo y lo limpia, luego, observa el pañuelo todo sucio y no sabe
bien que hacer con él. Sacude el pañuelo, lo dobla prolijamente y luego lo
coloca en el bolsillo superior del gastado saco espigado. Sólo un pequeño
ángulo del pañuelo sobresale del pequeño bolsillo. Su color verde contrasta
ridículamente con el tono del saco. Está sentado en silencio, mirando sin
mirar, pensando en pretérito, mascullando frases ininteligibles.

Un JOVEN, cuya apariencia demuestra que aun no sabe ni quien es ni
quien puede llegar a ser en el futuro, se ubica en el otro extremo del banco.
Antes de tomar asiento, extrae un pañuelo descartable de su mochila,
limpia el banco y luego no sabe que hacer con él. Toma asiento, observa el
pañuelo y lo arroja por cualquier lado. El pañuelo descartable se confunde
entre los demás papeles tirados en el piso.

El JUBILADO mira largamente al JOVEN y masculla alguna frase
ininteligible. El JOVEN le devuelve la mirada y masculla alguna frase
ininteligible.

Se quedan mirándose a los ojos largamente, como extasiados.

El JUBILADO tal vez se encuentra detrás de los ojos del JOVEN.
Retrocede en el tiempo. La nostalgia de la juventud abofetea su presente.

El JOVEN descubre, probablemente, la fragilidad de lo fugaz, la pequeñez
de una vida en el tránsito.

Luego del descubrimiento, en los dos, se produce el miedo a lo irreversible.

La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol que no da sombra
masculla algo.
Nadie la observa, nadie presta atención en ella; tal vez su silueta se
confunda entre los papeles, las hojas secas y los excrementos de perros
esparcidos por el parque.
Intenta conciliar su sueño, gira hacia un lado y vuelve a girar y vuelve a
girar y vuelve a girar, quedando en la misma posición original.
Su mente cabalga entre imágenes que se le aparecen casi inconexas, casi
espasmódicas; como una paleta de un pintor, dónde los colores saltan de los
fríos a los cálidos abruptamente.
Imágenes que la obligan a transitar dolor o alegría sin transición. Su
cansado rostro refleja a cada momento las emociones que son impulsadas
por las imágenes y los párpados cerrados cabalgan al ritmo de ellas.
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Por un lateral ingresa el HOMBRE de traje gris.
Lleva camisa y corbata al tono y zapatos lustrosos de color negro.
Acarrea consigo una borrachera amarga. Su cuerpo titubeante se acerca al
banco y luego se ubica en el centro de él. De espalda al público extrae un
pañuelo de uno de los bolsillos traseros del pantalón.
Limpia minuciosamente el banco.
Se sienta en medio del JUBILADO y el JOVEN.
Sin prestar atención a los compañeros ocasionales, se queda observando el
pañuelo sucio y sin saber que hacer con él, luego de dudar entre guardarlo y
tirarlo, lo deja entre sus manos.

El JUBILADO y el JOVEN que se estaban mirando como extasiados,
sumidos en los sentimientos que le estimulan los ojos del otro, ahora y sin
ningún tipo de movimiento, se quedan mirando al HOMBRE de traje gris,
que se ha interpuesto en sus campos visuales.

El HOMBRE, luego de un largo silencio, se siente observado y girando su
cabeza, hacia izquierda y derecha repetida y rítmicamente, mira a los ojos a
sus compañeros circunstanciales.

Un largo y potente trueno obliga a que los tres hombres alcen sus
miradas hacia el cielo.

HOMBRE:-           (Al unísono) ¡Va a llover!

JUBILADO:-         (Al unísono) ¡Va a llover!

JOVEN:-            (Al unísono) ¡Va a llover!

La MUJER VIEJA, sin abandonar su estadio, al oír el trueno se sobresalta y
tapa casi todo su cuerpo casi con vehemencia. Solo logramos ver su rostro
resquebrajado y hendido por el largo tránsito
El fuerte sonido del trueno, acompañó sonoramente una imagen oscura de
su pasado. Inmediatamente, al cesar el sonido, una imagen absolutamente
opuesta, estimula sentimientos opuestos que se reflejan, no sólo en su
rostro, sino, en todo su cuerpo.

Los tres ocupantes del banco, vuelven a sus silencios y se quedan con sus
miradas fijas hacia el frente.

El HOMBRE de traje gris se sume en sus imágenes.
La puerta de su casa, la pesada e hinchada por la humedad, puerta de
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madera que abriera repetidamente y casi en los mismos horarios durante
tantos años. Los rasguños que a través de tantos años produjeron las llaves
alrededor de la cerradura. Los vidrios opacos enmarcados por los dos
postigos de madera, que no fueron abiertos después de aquella noche. Los
arabescos de las rejas verdes que protegen los dos vidrios que solamente
permiten que se trasluzcan las luces y las sombras del interior de la casa. La
mano temblorosa que introduce la llave. Temblor inevitable al no percibir
la luz encendida en ese horario.

JOVEN:-             (Se dirige al Hombre del traje gris, mostrándole un
cigarrillo sin encender) Tiene...

HOMBRE:-           (Le quita velozmente el cigarrillo) Gracias.

JOVEN:-            ... fuego?

JUBILADO:-         (Mirando hacia el frente) No quiero creerlo...

HOMBRE:-           (Mirando al joven) ¿Tiene un fósforo?

JOVEN:-            (Buscando algo en su mochila) No, ¿y usted?

HOMBRE:-           No, no fumo. (Arroja el cigarrillo por cualquier lado)

JOVEN:-          (Observa donde cae y muy pausadamente se levanta a
buscarlo. Cómo para sí) Está de la nuca.

El JOVEN se vuelve a sentar. Observa hacia todos lados en clara actitud de
pedir fuego al primero que aparezca.

JUBILADO:-         Estoy cansado...

HOMBRE:-           Y, a su edad...

JOVEN:-            Estoy cansado.

HOMBRE:-           (Suavemente gira su cabeza y mirando al joven) Y, a su
edad... (Larga pausa) Estoy cansado.

             La luminosidad del espacio escénico se modifica
             sustantivamente. Se suman a la luz reinante los tintes azules.
             Una MUJER FINA y elegantemente vestida, pasa caminando
             de un lateral al otro. Lo hace sobre la franja limpia que se
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            encuentra en el proscenio. Su andar es el de una modelo
            desfilando moda sobre una pasarela.
            La mujer fina y elegante hace su salida de la pasarela e
            inmediatamente desaparecen los tintes azulinos en la
            iluminación.

JOVEN:-            (Tardíamente la registra y le solicita fuego) ¿Fuego?

HOMBRE:-          (La pesada puerta se abre y la oscuridad reinante lo
sobresaltan.) Me quedé solo...

JUBILADO:-         (Una cama prolijamente hecha. Un cubrecama color
borra vino, con guardas superpuestas, del mismo color. Observa al
HOMBRE. ) Soy viudo y jubilado...

JOVEN:-           (Observando al Jubilado por detrás del Hombre)
¿Jubilado? ¡Qué suerte!

HOMBRE:-           (Mirando al Jubilado) Qué suerte.

JUBILADO:-        (Sin lograr disimular su desconfianza y su miedo.) No
alcanza para remedios.

JOVEN:-            No me enfermo nunca.

HOMBRE:-           No hay remedio que cure.

JUBILADO:-         (Con decisión) No hay jubilación que alcance.

JOVEN:-            Le pagan por no tener obligaciones.

HOMBRE:-           Estoy harto de las obligaciones.

JUBILADO:-         Tuve obligaciones y trabajé duro.

HOMBRE:-           Trabajo duro y en mi sueldo tengo más deducciones
que ingresos.

JOVEN:-            No tengo trabajo y tengo algunos egresos.

Durante el transcurso de la escena siguiente:
El HOMBRE es sorprendido por la imagen de su mano temblorosa
manoteando a tientas el interruptor de la luz. La luz del pequeño pasillo se
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enciende. Los viejos azulejos que adornan las paredes tornan sus tonos
vivos por tonos mortecinos. El efecto es producido por una lamparita de
escasa luminosidad que cuelga de un cable negro, cubierto de polvo y de
telas de arañas. Sobres las baldosas, que entremezclan en sus arabescos los
colores bordó, rojos y marfiles, algunos papeles tirados.
El fortísimo sonido de los latidos de su corazón parece hacer vibrar los
papeles en el piso. Sus lustrosos zapatos negros se quedan detenidos cerca
de una hoja sin escribir, una pequeña hoja sin escribir que fuera arrancada
de una agenda personal.
Los pasos temblorosos, los fuertes latidos, la mano temblorosa que busca el
interruptor de la luz del ahora oscuro living, el dedo tembloroso que por fin
baja la negra llave del interruptor. La tétrica imagen de la intromisión
despiadada. Los estantes vacíos de una vieja biblioteca de madera lustrosa.
Los libros tirados, destruidos, ultrajados, pisoteados… Los porta retratos
rotos, los marcos por aquí, los vidrios por allá, las fotos pisoteadas…

El JUBILADO viaja por su soledad. Su mano gastada aprieta la perilla
antes blanca ahora marfil del pequeño velador de pie dorado. El dormitorio
sólo queda iluminado por la suave luz matinal que se cuela entre las flores
del gastado y desteñido cortinado. Los lentos pasos salen del dormitorio y
la imagen de la vieja mesa oval de madera oscura rodeada de cuatro sillas
de madera oscura tapizadas con cuero bordó, le inundan la mirada. Las
sillas se ocupan y se desocupan y se vuelven a ocupar, algunas veces se
llenan de voces y otras de llantos, algunas de risas, algunas de gritos… En
la silla de una cabecera la ve a ella. Sus rubios cabellos, las ondas fijas por
el spray, si hasta logra percibir el olor que los cabellos emanan, esa
fragancia tan particular del fijador. Sus ojos color miel, con sus pequeñas
tonalidades verdes y azulinas que se entremezclan con la miel. Sus
pómulos sonrojados y su risa ancha, amplia, pura, sin tapujos. Esa riza que
inundaba y llenaba de color toda la casa, toda la vida…

Debajo del árbol que no da sombra la MUJER VIEJA galopa de imagen en
imagen, del placer al sufrimiento, de la alegría al dolor, en su mente solo
hay blancos y negros…

Sólo el JOVEN ve el desfile o la tanda o lo que fuere, que estas dos
mujeres, finas, elegantes y de una delgadez llamativa, hacen transcurrir
dentro de los tintes azulinos de la iluminación.

             Se modifica la luz, aparecen los tintes azules y se escucha,
             proveniente desde el off, la voz de la MUJER FINA.

             MUJER FINA:- (Desde Off) Y Yoni se la come toda, se la
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devora...

Por el lateral que había salido aparece la MUJER FINA y
elegante. Viene acompañada por una AMIGA. Ella también es
fina y está elegantemente vestida.
Se mueven como si estuvieran siendo filmadas. Modelan hacia
el otro lateral por la franja limpia del proscenio.

AMIGA:-          (Como si fuera una tanda televisiva) Ayer
preparé pescado.

MUJER FINA:- ¿Y?

AMIGA:-           Lo salpimenté a gusto, lo coloqué en una
bandeja para horno, lo cubrí con algunas rodajas de tomates y
luego vertí 200cm. cúbicos de crema de leche: “La vaca tonta”

MUJER FINA:- (Absurdamente publicitaria) “La crema de
la buena leche”

AMIGA:-            Catorce minutos de horno a 180 grados y:
¡A chuparse hasta las espinas!

MUJER FINA:- ¿Nunca preparaste “Matambre de ternera a
la mostaza de Dijon”?

AMIGA:-           (Absurdamente publicitaria) “¡Mostacé! La
única y verdadera mostaza de Dijon”

MUJER FINA:- Desgrasamos el matambre y lo
salpimentamos a gusto y lo untamos con mostaza y luego lo
cubrimos con crema de leche...

AMIGA:-             (Saliendo de escena. Absurdamente
publicitaria) ¡“La vaca tonta”!

MUJER FINA:- (Saliendo de escena. Desde off y muy
absurdamente publicitaria) “La crema de la buena leche”

En la iluminación del espacio escénico desaparecen los tintes
azules.
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El JOVEN al verlas salir y tomando conciencia de su cigarrillo apagado,
sale en busca de las señoras. Llega al lateral en el preciso instante en que
ellas desaparecen.

JOVEN:-      (Grito con bronca, como queriendo eliminarlas) ¡¡FUEGO!!

El JUBILADO y el HOMBRE de traje gris, sorprendidos y aterrorizados,
automáticamente y al unísono, se ponen de pie.

JUBILADO:-         (Cubriéndose los genitales y arrojándose al piso) ¡NO!

HOMBRE:-           (Cubriéndose los genitales y arrojándose al piso) ¡NO!

MUJER VIEJA: (Sin abrir sus ojos y cubriéndose los senos masculla un:)
- No...

El JOVEN los observa y sin entender nada los imita y también se tira al
piso.

Luego de un breve silencio, el JOVEN reincorpora su cabeza y mira al
HOMBRE de traje gris.

JOVEN:-            ¿Qué perdió?

HOMBRE:-           (Con hondo pesar) Todo.

JUBILADO:-         (Reincorporándose a duras penas) Debajo del banco no
hay nada.

HOMBRE:-           (Reincorporándose y sacudiendo su traje) Era lo único
que tenía...

JOVEN:-            (Reincorporándose) Que suerte perder algo.

Los tres a un mismo tiempo vuelven a ocupar sus lugares. Debajo del árbol
que no da sombra la MUJER VIEJA intenta escapar a sus imágenes.

JUBILADO:-        Yo siempre miro al piso, por la columna cansada, y
nunca encuentro nada...

JOVEN:-            Nunca tuve nada.

HOMBRE:-           Hace cien meses que busco y nadie dice saber nada...
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JUBILADO:-         Yo sé mucho... la voz de la experiencia que le dicen...

JOVEN:-            Si es por saber... yo resto y divido, sé leer y escribir,
Sinónimosantónimosparónimossintaxsissintesisargumentoraízcuadrada
potenciainversaalfabetagamaárboltroncoramsacarextraerhacerdesaparecer.

HOMBRE:-           (Abatido y harto) Estoy cansado.

JOVEN:-            Y, a su edad...

JUBILADO:-         Y, a su edad...

Desde el lateral izquierdo, aparece una PROSTITUTA.
Su cuerpo exuberante se encuentra casi desnudo. La poca vestimenta que
lleva es muy colorida. Una muy frondosa peluca de colores le enmarca el
rostro maquillado con exageración.

Los tres ocupantes del banco giran, automáticamente y al unísono, sus
cabezas hacia ella.
La mujer se detiene al costado del banco y muy próxima al joven.
Los observa y luego, meneando sus contornos, pasa delante de ellos.
Se coloca al lado del JUBILADO y le toca el hombro de manera
insinuante.

PROSTITUTA:- (Al Jubilado) Por dos dólares una noche de éxtasis.

Los tres hombres la miran extasiados.

El HOMBRE hace esfuerzos por verla, quiere ver el rostro de esta mujer
provocativa y desprejuiciada, pero sus ojos se inundan con las imágenes del
living ultrajado e inmediatamente de la cama revuelta, de las sábanas
blancas revueltas y violentadas.

El JUBILADO intenta ver los labios color carmesí que se entreabren y
dejan percibir la humedad del aliento próximo; su lucha por ver es en vano,
no puede, no lo logra; la imagen de aquellos ojos color miel con destellos
verdes y azulados se llenan de lágrimas e inundan la mente y el corazón de
éste gastado hombre.

El JOVEN no logra ver la ropa que lleva puesta la provocativa y sensual
mujer.
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JUBILADO:-         (A la prostituta) Soy jubilado.

PROSTITUTA:- El 70% más el 20% sobre saldo, de descuento.

Breve pausa.

El HOMBRE del traje gris y el JOVEN miran al JUBILADO.
El JUBILADO con mucha vergüenza mira su pene.
La PROSTITUTA, el HOMBRE y el JOVEN, automáticamente y al
unísono, miran la entrepierna del JUBILADO.

JUBILADO:-         (Con mucha vergüenza y sin levantar la mirada de su
aparato genital) Está jubilado...

Un fuerte trueno lleva, automáticamente y al unísono, las cabezas de
los personajes hacia el cielo.

La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol que no da sombra, sin
abrir sus ojos y modificar ostensiblemente la postura corporal, se tapa hasta
la cabeza.

Una fuerte ráfaga de viento hace tiritar al JUBILADO, al HOMBRE
y al JOVEN.

Las cabezas de los cuatro personajes dejan de mirar el cielo al unísono.

La PROSTITUTA mira fijamente a los tres ocupantes del banco.

La mirada de los tres ocupantes queda fija en el frente.

La PROSTITUTA va por detrás del banco.
Se coloca desafiante detrás del HOMBRE de traje gris. Coloca insinuante
sus manos sobre los hombros de él.
El cuerpo del HOMBRE no registra las caricias y su rostro expresa una
inmensa amargura.
Las mancilladas sábanas blancas, la ropa desgarrada y desalojada
despiadadamente del viejo ropero de madera, el fuerte olor a adrenalina y
los gritos congelados en el aire denso de la habitación violada, lo
sumergen, lo alejan, lo habitan…

Ella descarta al HOMBRE de traje gris y se dirige al JOVEN.
Se para detrás de él. Su sola presencia excita al JOVEN. Ella extiende sus
manos y sin tocarlo hace el ademán de acariciarle los hombros y el cuello.
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Su rostro refleja excitación, el JOVEN baja su mirada hacia su miembro
erecto.

JOVEN:-            (Muy excitado) Soy desocupado.

PROSTITUTA:- (Aun detrás de él) No hay descuentos por Fondo de
Desempleo.

La PROSTITUTA abatida abandona el espacio escénico.

JOVEN:-             (Sin levantar la mirada de su miembro) No te inquietes
chiquito, el recuerdo hecho imágenes todo lo puede...

HOMBRE:-           Yo perdí el apetito.

Los tres personajes, automáticamente y al unísono, vuelven a mirar hacia el
frente.

Una fuerte ráfaga de viento cruza el espacio escénico y se lleva
consigo algunas hojas secas.

La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol, sin destaparse, gira su
cuerpo como arrastrada por el viento. Su rostro nos queda nuevamente al
descubierto, sus ojos cerrados, sus párpados que nunca dejan de moverse.
Las disparidades de imágenes fuertes pero breves, no permite que los
párpados logren tranquilizarse, ellos cabalgan acompasadamente con las
imágenes.

Las pocas hojas secas, que quedaban fijas sobre las ramas secas del
árbol seco, son llevadas por la fuerte ráfaga.

Los tres ocupantes del banco tiritan y se cubren auto-abrazándose.

El viento cesa.

Los tres miran fijamente al frente y cada uno está concentrado en sus cosas.

El HOMBRE es sorprendido por su propia imagen reflejada en el espejo
interior del viejo ropero de madera.
La puerta entreabierta no sólo refleja la imagen de él, también deja ver muy
pocas prendas en los cajones violentados, algunos entreabiertos otros
tirados por alguna parte.
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El JUBILADO mira la silla vacía de madera oscura, que está detrás de la
mesa oval de madera oscura. Ahora, se encuentra con los ojos color miel
con destellos verdes y azulinos y luego con la silla vacía y luego los ojos y
luego, casi eternamente, la silla vacía de madera oscura tapizada con cuero
bordó…

El JOVEN comenzará a cantar suavemente. Su canto servirá de marco a la
pequeña situación que transcurre entre el JUBILADO y el HOMBRE.
Los textos dichos por ellos son expresados con hondura dramática y sólo
con muy pequeñas pausas. Dando la sensación de ser un solo discurso
dicho a una sola voz.
La voz del JOVEN tendrá el volumen necesario para no tapar los textos de
ellos. Cantará el tema como un tema más, sin interpretarlo, solamente lo
acompaña en éste momento, como matando el tiempo.

JOVEN:-            (Cantando.) “Durante largos días no supe amanecer,
                               no pude amanecer no tuve luz,
                               durante largos días todo oscureció,
                               las sombras enturbiaron la luz y oscurecí.

HOMBRE:-           Ellos saben dónde está...

JUBILADO:-         ... siempre intuí y ahora...

JOVEN:-            (Cantando.)…El día mutó en noche, sin transición

HOMBRE:-           ... no me lo quieren decir...

JUBILADO:-         ... me doy cuenta de que no puedo seguir esperando...

JOVEN:-            (Cantando.)…El rumor cambió en secreto, sin transición

HOMBRE:-           ... ya no tengo más paciencia...

JUBILADO:-         ... cuando pude no supe...

JOVEN:-            (Cantando.)…El amor mudó en recelo, sin transición

HOMBRE:-           ... no alcanza la esperanza...

JUBILADO:-         ... y ahora que lo sé...

JOVEN:-            (Cantando.)…La noche no era noche, de fascinación
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HOMBRE:-          ... ya no me quedan fuerzas...

JUBILADO:-        ... ya no me queda tiempo...

JOVEN:-           (Cantando.)… El silencio no era elipsis, de inspiración

HOMBRE:-          ... ya no me quedan fuerzas...

JUBILADO:-        ... ya no me queda tiempo...

JOVEN:-           (Cantando.)…Durante largos días no supe amanecer,

HOMBRE:-          ... no puedo entregarme...

JUBILADO:-        ... no debo entregarme…

JOVEN:-           (Cantando.)…No pude amanecer no tuve luz…

JUBILADO:-        ... y vengo a la plaza.

HOMBRE:-          Y vengo a la plaza.

JOVEN:-           (Cantando.)… “Durante largos días todo oscureció,
                             las sombras enturbiaron la luz y oscurecí”

Por el lateral por dónde había salido vuelve a aparecer la PROSTITUTA.
Sobre su ropa ahora lleva un saco verde que le queda grande. El saco está
desprendido y dejar ver el atuendo que llevaba antes.

Al verla entrar el JOVEN deja de cantar.

Ella lleva una pancarta que dice:
“SI O NO = EL SILENCIO ES SALUD”

JOVEN:-           (Se pone de pie y le extiende el cigarrillo apagado)
¿Señorita?

PROSTITUTA:- (Sin detener su marcha) Ahora vendo otra cosa.

JUBILADO:-        (Sin mirarla) Soy jubilado, no compro.

HOMBRE:-          (Sin mirarla) Ya no me venden nada.
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El JOVEN se vuelve a sentar.

El HOMBRE y el JUBILIDADO quedan absorbidos por sus propias
imágenes:
El JUBILADO observa sus manos temblorosas apoyadas sobre la mesa
oval de madera oscura.
Entre sus manos que reposan, una vieja taza de porcelana desprende
un hilo de humo que entrelaza caprichosamente el aire y esparce el aroma a
té por el lugar. Esa fragancia satura el olfato del hombre. De ése hombre
que ahora se queda observando hacia su costado derecho, hacia la silla
vacía de madera oscura y tapizada con cuero bordó, ahora siempre vacía,
eternamente vacía…
El HOMBRE de traje gris mira absorto las sábanas blancas que ahora no
son tan blancas.
Se deja caer atónito en una pequeña poltrona y su mirada se posa en dos
pequeñas gotas de sangre que cortan el blanco ahora no tan blanco de las
sábanas blancas.
Sábanas revueltas, ultrajadas, ya no tan blancas, que al pestañar se coloran
totalmente de rojo y que al volver a pestañar son nuevamente casi blancas
con dos pequeñas manchas rojas

            Se modifica la luz sumándose los tintes azulinos y aparecen en
            escena la MUJER FINA y su AMIGA.
            Ambas pasaran desfilando por una pasarela y actuando una
            tanda televisiva. Lo hacen por la franja limpia del proscenio.

El JOVEN, casi sin comprender, mira la escena. Rodeado por las miradas
absortas del HOMBRE y del JUBILADO, miradas cautivas por sus propias
imágenes.

            MUJER FINA:- Ahora somos bien vistos...

            AMIGA:-            ... todo el mundo nos quiere imitar...

            MUJER FINA:- ... todos nos quieren visitar...

            AMIGA:-            ... y con todos debemos ser serviciales...

            MUJER FINA:- ... amables y humanos...

            AMIGA:-            (Absurdamente publicitaria) “Amigos de
            los amigos”
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             MUJER FINA:- (Olvidándose de la publicidad y del desfile,
             cómo si fuera una acotación de la actriz dicha a la otra actriz)
             ¿Y con los hostiles, qué hacemos?

             AMIGA:-             (A punto de salir.) Los cocemos a fuego
             lento... (Sale)

             MUJER FINA:- (A punto de salir... rociados con crema de
             leche... (Sale)

             AMIGA:-           (Desde off.) ...“La vaca tonta” (Ambas ríen
             muy actoralmente)

             La iluminación pierde los tintes azulados.

Los tres ocupantes del banco están muy abatidos.

HOMBRE:-            ¿Qué día es?

JUBILADO:-          Nublado.

JOVEN:-             (Dudando) ¿Jueves?

HOMBRE:-            (Se pone de pie. Le cuesta mantenerse erguido) Me
tengo que ir.

JUBILADO:-          (Al hombre) ¿Hoy pagan?

HOMBRE:-            (Sin dudarlo) ¡NO!

Un fuerte trueno acompaña el: ¡NO!

Los tres miran hacia el cielo.

La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol que no da sombra abre sus
ojos, muy sobresaltada. Nadie la registra.

El HOMBRE de traje gris sale tambaleándose.

JUBILADO:-          (Se pone de pie dificultosamente) Por las dudas... (Sale
lentamente)
16


El JOVEN permanece sentado solo en el banco. Mira su cigarrillo sin
encender.

La MUJER VIEJA ya se encuentra sentada.
La MUJER VIEJA observa al JOVEN.
Luego mira hacia el cielo y una gota le cae sobre el rostro.

Comienza a llover en forma torrencial.

El JOVEN toma su mochila, arroja el cigarrillo debajo del banco y sale
corriendo por un lateral.

La MUJER VIEJA toma sus pocos bártulos y arrastrándose va y se cobija
debajo del banco verde.

La lluvia arrecia.

Toma el cigarrillo que había arrojado el JOVEN, extrae una caja de
fósforos de entre sus harapos y con dificultad, ya que la lluvia le apaga
algunos fósforos, enciende el cigarrillo. Le da una larga pitada.

MUJER VIEJA:-            (Mirando hacia el frente y luego de dar una larga
pitada.) Si miráramos con los ojos del corazón los veríamos apareciendo
detrás de una mancha de humedad.

La lluvia cesa bruscamente.

APAGON



VARIOS SURCOS MÁS:

La MUJER VIEJA y andrajosa barre cerca del árbol que no da sombra con
la vetusta y destartalada escoba.

MUJER VIEJA:- (A un perro imaginario) ¡¡Qué sea la última vez que
hace sus necesidades aquí adentro!! (Junta los supuestos excrementos en
una bolsa de nylon.) ¡Yo no tengo la culpa de que ande comiendo cualquier
cosa por ahí! Todo el santo día por la calle, de aquí para allá, una ya ni sabe
si va a volver y cómo va a volver. Todo el santo día esperándolo. ¡Todo el
santo día con el corazón en la boca! ¡Sin saber si vuelve o no! Un día lo
atropella un auto y... (Deja la bolsa de nylon sobre el banco de la plaza y
17


vuelve debajo del árbol. Acomoda sus trastos y los va llevando hacia el
banco de plaza.) No le digo que me ayude con algo porque no está para eso
en la vida, perdón, ¡sí que está para eso! ¡Está para hacer compañía! ¡Para
dar afecto! ¡Para eso está! ¿Pero que hace el señorito? Hace renegar...

Una JOVENCITA con libros y cuadernos en las manos mira extasiada a la
MUJER VIEJA.

MUJER VIEJA:- (Sigue llevando sus trastos hacia el banco, sin ver a la
Jovencita.) ¡Son todos iguales! ¡Bien que cuando hace frío se acurruca al
lado mío y ni se le ocurre asomar la trompa por la puerta! Mejora un
poquito el tiempo y no se le ve la trompa en todo el santo día... (Descubre a
la JOVENCITA.)¡Está son horas de llegar! ¡Usted también, mejora un poco
el clima y no asoma la trompa en todo el santo día! (La JOVENCITA la
mira sin saber que hacer ni que decir.) ¡No se quede ahí parada! Usted sí
que podría ayudar, sin embargo, todo el día de aquí para allá, ¡con los
libritos abajo del brazo y dale con la política! ¡Cómo si eso le diera de
comer! Hablar y hablar de política y de los burgueses y de los gorilas y de
los chanchos y no sé de que otros animales más. ¡Cómo si se pudieran
comer todos esos bichos! (La JOVENCITA intenta irse.) ¡¿Adónde va esa
mocosita?! ¡Vamos, dejé esos libritos por algún lado y ayúdeme a cocinar
algo! (Le quita los libros de la mano y tomándola de un brazo la acerca al
banco.)

JOVENCITA:-        (Intenta defenderse.) Pero que hace...

MUJER VIEJA:- ¿Cómo que hago? ¡Poniendo las cosas en su sitio!
¡Poniendo un poco de orden! Alguien tiene que hacerlo y cómo su padre
está tan ocupado haciendo no sé que estupideces me toca a mí. (Le da la
bolsa de nylon donde había guardado los excrementos imaginarios del
imaginario perro.) ¡A pelar papas!

JOVENCITA:-        Por favor señora...

MUJER VIEJA:- (Burlonamente.) Conque señora, ahora me dice señora,
bien que cuando la despierto a la mañana temprano piensa: ¡vieja de
mierda! ¡Vamos pele! ¡Pele papa!

JOVENCITA:- (Con la bolsa de nylon vacía en una mano y no pudiendo
entender.) ¿Qué papa?

MUJER VIEJA:- ¡Pío doce! ¡Las que están adentro de esa bolsa que tiene
en su mano derecha! No se haga la estúpida y comience a pelar que
18


después vienen su hermano y el trabajador de su padre y quieren cenar a
horario.

La MUJER VIEJA va hacia el árbol que no da sombra y se lleva consigo
los libros y cuadernos de la JOVENCITA.

La JOVENCITA mira la bolsa vacía y no sabe que hacer.

La MUJER VIEJA, advierte la pasividad de la JOVENCITA, vuelve sobre
    sus pasos y casi con violencia se acerca a ella, le quita la bolsa de la
    mano, la habré y se la vuelve a entregar.
MUJER VIEJA:- ¡A PELAR! (Aprovechando el viaje se lleva, junto con
los libros, algunos de sus trastos)

La JOVENCITA, primero intenta recuperar sus libros, al no lograrlo y sin
saber bien que hacer, saca una supuesta papa de la bolsa de nylon.

JOVENCITA:-        (Mirándose la mano vacía.) ¿Con qué la pelo?

MUJER VIEJA:- (Pateando al supuesto perro.) ¡¿Qué hace adentro del
dormitorio?! ¡Fuera de aquí! ¡Me llena la pieza de pulgas! (A la
Jovencita.)Ya le decía yo al inútil de tu padre, ¡para que carajo quiere un
perro en casa!

La JOVENCITA, al verse sorprendida por la mirada de la MUJER VIEJA,
comienza a pelar una papa imaginaria. Mueve el imaginario pela papas
rítmica y tediosamente.

MUJER VIEJA:- (La observa desde el árbol.) ¿Dónde tiene pensado tirar
las cáscaras?

JOVENCITA:-        (Si saber que decir.) En el cesto de la basura...

MUJER VIEJA:- (Meneando la cabeza.) ¡Por fin! ¡Por fin!
El HOMBRE de traje gris se queda absorto mirando la situación.
La JOVENCITA lo observa detenidamente como pidiéndole auxilio.

MUJER VIEJA:- (Observando al HOMBRE.) ¿Qué haces tan temprano?

JOVENCITA:- (Observando al HOMBRE y pelando siempre la misma
papa.) Ayúdeme señor...
19


HOMBRE:-           Si alguien necesita ayuda ése soy yo.

MUJER VIEJA:- Sos la única persona que necesita ayuda para no hacer
nada. Anda al almacén a comprar café y azúcar que yo no tuve un minuto
para nada. Podés volver en una hora, total tu querida hijita no terminó de
hacer la comida, mejor dicho, ni empezó a hacerla.

HOMBRE:-           Nunca le interesaron las cosas de la casa...

MUJER VIEJA:- ¡Igualita a vos! Siempre dedicada a las estupideces que
no dan de comer...

JOVENCITA:- (Sin dejar de observar al HOMBRE y pelando la misma
papa, implorándole.) No entiendo que está pasando, yo pasaba por aquí y
ahora estoy pelando papas…

HOMBRE:-           Ojalá entendiéramos lo que está pasando...

MUJER VIEJA:- Si se dedicaran a cosas más terrenales entenderían lo
   que está pasando; a la intelectual y militante la mandó a pelar papas y
   no entiende lo que está pasando; al inútil del padre lo mando a hacer
   algo productivo y no entiende lo que está pasando y el otro bueno para
   nada llega para los postres... (Pateando al supuesto perro.) ¡Fuera de
   aquí! ¡Cuantas veces le dije que no lo quiero ver aquí adentro! ¡Fuera
   perro sarnoso! (Increpándolo al HOMBRE.)¡Cuántas veces te dije que
   no necesitábamos un perro! ¡Y menos uno tan inútil!

Se escuchan lejanos sonidos de bombos.

MUJER VIEJA:- (Agudizando sus oídos.) ¿Qué día es hoy?
JOVENCITA:- (Sin dejar de observar al HOMBRE, cada vez más
suplicante, y pelando la misma papa.) ¿Qué día es hoy?

HOMBRE:-           (A la MUJER VIEJA.) ¿Qué día es hoy?

MUJER VIEJA:- ¡Mira a quienes les voy a preguntar! (Va hacia la
JOVENCITA y le quita la papa imaginaria y el pela papas imaginario.)
Para que me ayudés de ésta manera prefiero que no lo hagas. Tomá tus
libritos de porquería, anda a juntarte con tus amiguitos y seguí arreglando
un mundo al que todavía no entraste.

La JOVENCITA sin perder un segundo junta sus cosas y sale corriendo.
20




MUJER VIEJA:- (Como para sí.) Volvé cuando quieras... (Va llevando la
bolsa de nylon vacía hacia dónde tiene todos sus bártulos.) Si podés… Si te
dejan… Ya me decía mi madre: “las épocas han cambiado, hoy por hoy, un
joven debe vivir bajo la atenta mirada de sus padres”... Y yo me decía: “así
me fue a mí ante su atenta mirada”... Así me fue a mí...

El HOMBRE de traje gris de espalda al público extrae un pañuelo de uno
de los bolsillos traseros del pantalón. Limpia minuciosamente el banco y
luego se sienta en el centro de él. Se queda observando el pañuelo sucio y
sin saber que hacer con él, luego de dudar entre guardarlo y tirarlo, lo deja
entre sus manos.

La MUJER VIEJA acomoda sus bártulos bien cerca del árbol que no da
sombra. Prepara todo como para acostarse en el piso. Se siguen escuchando
los sonidos de bombos, ahora más cercanos.

MUJER VIEJA:- Y vos, seguí ahí sin hacer nada útil. (Canta en ritmo de
tarantela.) “Lo inútil es muy pesado, lo valioso no pesa nada, pesadas son
las cadenas, liviana es la libertad.” (Deja de cantar.) Si tuviera que esperar
algo de vos seguramente que terminaría tirada debajo de un árbol. (Se
acuesta y se tapa con algunas mantas. Este último texto lo dice mientras se
va durmiendo.) Durmiendo a la intemperie, si es que queda intemperie,
porque como van las cosas ni intemperie nos van a dejar…

             Se escuchan muy fuerte el sonido de los bombos, tal como si
             estuvieran ahí mismo.

El HOMBRE de traje gris se tapa los oídos y mira hacia el frente, está
aturdido y no es sólo por el sonido de los bombos. Sonido éste que se
confunde y se funde con los fortísimos latidos del corazón del HOMBRE.
La conjunción de los sonidos hace vibrar los papeles, las hojas secas, los
excrementos que se encuentran en el piso.
El HOMBRE es sorprendido por la imagen de su mano temblorosa
manoteando a tientas el interruptor de la luz. La luz del pequeño pasillo se
enciende. Sobre las baldosas algunos papeles tirados. Éstos se entremezclan
y se funden con los papeles, las hojas secas y los excrementos de perros
tirados por el parque.
Los pasos temblorosos, los fuertes latidos, la mano temblorosa que baja la
negra llave del interruptor. La tétrica imagen de la intromisión despiadada.
Los estantes vacíos de una vieja biblioteca de madera lustrosa. Los libros
tirados, destruidos, ultrajados, pisoteados… Los porta retratos rotos, los
21


marcos por aquí, los vidrios por allá, las fotos pisoteadas… Se funden con
los papeles y las hojas secas y los excrementos…
El HOMBRE de traje gris mira absorto las sábanas blancas que ahora no
son tan blancas.
Se deja caer atónito en una pequeña poltrona y su mirada se posa en dos
pequeñas gotas de sangre que cortan el blanco ahora no tan blanco de las
sábanas blancas.
Sábanas revueltas, ultrajadas, ya no tan blancas, que al pestañar se coloran
totalmente de rojo y que al volver a pestañar son los papeles, las hojas
secas y los excrementos de los perros y que al volver a pestañar se vuelven
nuevamente sábanas casi blancas con dos pequeñas manchas rojas.


Por un lateral aparece el JUBILADO, se queda de pie, busca
denodadamente en sus bolsillos.

Ni el HOMBRE ni el JUBILADO observarán la escena que viene, ambos
estarán absortos en sus cosas. El JUBILADO en su búsqueda lenta y
persistente y el HOMBRE en sus pensamientos.

            Se modifica la luz, aparecen los tintes azules y se escucha,
            proveniente desde el off, la voz de la PROSTITUTA. Detrás
            de ella vienen la MUJER FINA y su AMIGA.
            La PROSTITUTA ahora viste como las otras dos mujeres,
            pero sus labios color carmesí dejan ver su profesión.

            PROSTITUTA:- (En off.) ¡Es muy divertido caminar así!
            (Camina como si estuviera sobre una pasarela. Casi gritando.)
            ¡Es muy divertido caminar así!

            MUJER FINA: (Camina como si estuviera sobre una
            pasarela. Casi gritando.) ¿Por qué? ¿Acaso existe otra forma
            de hacerlo?

            AMIGA:-             (Camina como si estuviera sobre una
            pasarela. Casi gritando.) Que yo sepa, no. Yo siempre caminé
            así.

            PROSTITUTA:- ¡Este personaje me sienta mucho mejor!

            El sonido de los bombos y los latidos del corazón del
            HOMBRE son ensordecedores.
            Las tres mujeres ya no hablan, gritan.
22




            PROSTITUTA: (Al unísono.) ¡Qué divertido el ritmo afro!

            MUJER FINA:- (Al unísono.) ¡Qué divertido el ritmo afro!

            AMIGA:-            (Al unísono.) ¿Qué divertido el ritmo afro!

            Las tres mujeres salen de escena en el preciso momento en que
            el JUBILADO encuentra su pañuelo.
            El sonido de los bombos se va alejando. Como si se fuera
            detrás de las tres mujeres. Las tres mujeres desde el off siguen
            gritando al unísono frases como estas: ¡Por fin un poco de
            música! ¡La vida es un carnaval! ¡El aturdimiento es salud!
            Los tintes azulinos de la iluminación desaparecen.

El HOMBRE de traje gris se destapa los oídos y se queda mirando
fijamente hacia el frente.

El JUBILADO va hacia el banco y antes de tomar asiento, se detiene frente
a él; lo limpia, luego, observa el pañuelo todo sucio y no sabe bien que
hacer con él. Sacude el pañuelo, lo dobla prolijamente y luego lo coloca en
el bolsillo superior del gastado saco espigado. Sólo un pequeño ángulo del
pañuelo sobresale del pequeño bolsillo. Su color verde contrasta
ridículamente con el tono del saco. Se sienta en el banco verde con su
mirada fija al frente. No registra la presencia del HOMBRE.

Por el otro lateral aparece el JOVEN, ahora, absolutamente evadido de la
realidad, se ubica en el otro extremo del banco. Antes de tomar asiento,
extrae un pañuelo descartable de su mochila, limpia el banco y luego no
sabe que hacer con él. Toma asiento, observa el pañuelo y lo arroja por
cualquier lado. Su mirada se fija al frente.

Las miradas abstraídas, encendidas, sin horizonte próximo, de los tres
personajes.

            El sonido casi imperceptible de los corazones.

La MUJER VIEJA, que no ha logrado conciliar su sueño, se reincorpora
casi como un autómata. Mira hacia todos lados, buscando su historia. Por
último mira quedamente al público.

MUJER VIEJA:-            (Sentenciando.) El que mira sin ver sólo ve la
pared.
23




                                                         APAGON

ULTIMO SURCO:

       Al unísono todos los corazones laten con furia incontenible. El
       sonido crecerá al máximo, ensordecedoramente, con mucha
       violencia y hasta el

                                                         FIN

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El árbol que no da sombra sobre los surcos abiertos

  • 1. 1 “EL ÁRBOL QUE NO DA SOMBRA SOBRE LOS SURCOS ABIERTOS” Comedia satírica (o no.) Personajes: MUJER VIEJA Andrajosa. JUBILADO Anciano de saco jaspeado y gastado. JOVEN Pelilargo de 25 años. HOMBRE (de traje gris) Ebrio y prolijo. MUJER FINA (y elegante) Bonita y muy delgada. AMIGA (fina y elegante) Idéntica a su amiga. PROSTITUTA Exuberante y excitante mujer. JOVENCITA Veinte años llenos de belleza. Escenografía: La tarde es gris, ventosa y fría. Una tormenta de otoño amenaza con romper la aparente tranquilidad. En el centro del espacio escénico un banco de plaza. Es de madera y está pintado de color verde musgo. Las raspaduras y las inscripciones que tiene dejan entrever que alguna vez fue blanco. A un costado y hacia atrás, un pequeño árbol cuya copa está seca. Sólo algunas hojas secas quedan débilmente sujetas a sus ramas secas. El piso esta casi cubierto de papeles, hojas secas y excrementos de perros. Sólo hay dos sectores que se encuentran limpios: uno es el pequeño círculo que rodea el árbol seco que no da sombra y el otro es una larga franja que va de lateral a lateral y que se encuentra en el proscenio. Una vetusta y destartalada escoba descansa apoyada contra el tronco del árbol que no da sombra. VARIOS SURCOS: La MUJER VIEJA traslada sus trastos, lenta y parsimoniosamente, desde el banco hacia las proximidades del árbol. Los acomoda debajo de él y luego se acuesta en la improvisada cama. Se dispone a dormir. Se tapa hasta la cintura con las viejas y raídas mantas. Su rostro mira hacia el público. Por unos instantes sus ojos cansados parecen decirnos algo, luego, los párpados se cierran. El JUBILADO dificultosamente avanza hacia al banco, esquivando
  • 2. 2 papeles, excrementos de perros y hojas secas que descansan en el piso. Antes de tomar asiento, se detiene frente al banco; extrae un pañuelo de algún bolsillo y lo limpia, luego, observa el pañuelo todo sucio y no sabe bien que hacer con él. Sacude el pañuelo, lo dobla prolijamente y luego lo coloca en el bolsillo superior del gastado saco espigado. Sólo un pequeño ángulo del pañuelo sobresale del pequeño bolsillo. Su color verde contrasta ridículamente con el tono del saco. Está sentado en silencio, mirando sin mirar, pensando en pretérito, mascullando frases ininteligibles. Un JOVEN, cuya apariencia demuestra que aun no sabe ni quien es ni quien puede llegar a ser en el futuro, se ubica en el otro extremo del banco. Antes de tomar asiento, extrae un pañuelo descartable de su mochila, limpia el banco y luego no sabe que hacer con él. Toma asiento, observa el pañuelo y lo arroja por cualquier lado. El pañuelo descartable se confunde entre los demás papeles tirados en el piso. El JUBILADO mira largamente al JOVEN y masculla alguna frase ininteligible. El JOVEN le devuelve la mirada y masculla alguna frase ininteligible. Se quedan mirándose a los ojos largamente, como extasiados. El JUBILADO tal vez se encuentra detrás de los ojos del JOVEN. Retrocede en el tiempo. La nostalgia de la juventud abofetea su presente. El JOVEN descubre, probablemente, la fragilidad de lo fugaz, la pequeñez de una vida en el tránsito. Luego del descubrimiento, en los dos, se produce el miedo a lo irreversible. La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol que no da sombra masculla algo. Nadie la observa, nadie presta atención en ella; tal vez su silueta se confunda entre los papeles, las hojas secas y los excrementos de perros esparcidos por el parque. Intenta conciliar su sueño, gira hacia un lado y vuelve a girar y vuelve a girar y vuelve a girar, quedando en la misma posición original. Su mente cabalga entre imágenes que se le aparecen casi inconexas, casi espasmódicas; como una paleta de un pintor, dónde los colores saltan de los fríos a los cálidos abruptamente. Imágenes que la obligan a transitar dolor o alegría sin transición. Su cansado rostro refleja a cada momento las emociones que son impulsadas por las imágenes y los párpados cerrados cabalgan al ritmo de ellas.
  • 3. 3 Por un lateral ingresa el HOMBRE de traje gris. Lleva camisa y corbata al tono y zapatos lustrosos de color negro. Acarrea consigo una borrachera amarga. Su cuerpo titubeante se acerca al banco y luego se ubica en el centro de él. De espalda al público extrae un pañuelo de uno de los bolsillos traseros del pantalón. Limpia minuciosamente el banco. Se sienta en medio del JUBILADO y el JOVEN. Sin prestar atención a los compañeros ocasionales, se queda observando el pañuelo sucio y sin saber que hacer con él, luego de dudar entre guardarlo y tirarlo, lo deja entre sus manos. El JUBILADO y el JOVEN que se estaban mirando como extasiados, sumidos en los sentimientos que le estimulan los ojos del otro, ahora y sin ningún tipo de movimiento, se quedan mirando al HOMBRE de traje gris, que se ha interpuesto en sus campos visuales. El HOMBRE, luego de un largo silencio, se siente observado y girando su cabeza, hacia izquierda y derecha repetida y rítmicamente, mira a los ojos a sus compañeros circunstanciales. Un largo y potente trueno obliga a que los tres hombres alcen sus miradas hacia el cielo. HOMBRE:- (Al unísono) ¡Va a llover! JUBILADO:- (Al unísono) ¡Va a llover! JOVEN:- (Al unísono) ¡Va a llover! La MUJER VIEJA, sin abandonar su estadio, al oír el trueno se sobresalta y tapa casi todo su cuerpo casi con vehemencia. Solo logramos ver su rostro resquebrajado y hendido por el largo tránsito El fuerte sonido del trueno, acompañó sonoramente una imagen oscura de su pasado. Inmediatamente, al cesar el sonido, una imagen absolutamente opuesta, estimula sentimientos opuestos que se reflejan, no sólo en su rostro, sino, en todo su cuerpo. Los tres ocupantes del banco, vuelven a sus silencios y se quedan con sus miradas fijas hacia el frente. El HOMBRE de traje gris se sume en sus imágenes. La puerta de su casa, la pesada e hinchada por la humedad, puerta de
  • 4. 4 madera que abriera repetidamente y casi en los mismos horarios durante tantos años. Los rasguños que a través de tantos años produjeron las llaves alrededor de la cerradura. Los vidrios opacos enmarcados por los dos postigos de madera, que no fueron abiertos después de aquella noche. Los arabescos de las rejas verdes que protegen los dos vidrios que solamente permiten que se trasluzcan las luces y las sombras del interior de la casa. La mano temblorosa que introduce la llave. Temblor inevitable al no percibir la luz encendida en ese horario. JOVEN:- (Se dirige al Hombre del traje gris, mostrándole un cigarrillo sin encender) Tiene... HOMBRE:- (Le quita velozmente el cigarrillo) Gracias. JOVEN:- ... fuego? JUBILADO:- (Mirando hacia el frente) No quiero creerlo... HOMBRE:- (Mirando al joven) ¿Tiene un fósforo? JOVEN:- (Buscando algo en su mochila) No, ¿y usted? HOMBRE:- No, no fumo. (Arroja el cigarrillo por cualquier lado) JOVEN:- (Observa donde cae y muy pausadamente se levanta a buscarlo. Cómo para sí) Está de la nuca. El JOVEN se vuelve a sentar. Observa hacia todos lados en clara actitud de pedir fuego al primero que aparezca. JUBILADO:- Estoy cansado... HOMBRE:- Y, a su edad... JOVEN:- Estoy cansado. HOMBRE:- (Suavemente gira su cabeza y mirando al joven) Y, a su edad... (Larga pausa) Estoy cansado. La luminosidad del espacio escénico se modifica sustantivamente. Se suman a la luz reinante los tintes azules. Una MUJER FINA y elegantemente vestida, pasa caminando de un lateral al otro. Lo hace sobre la franja limpia que se
  • 5. 5 encuentra en el proscenio. Su andar es el de una modelo desfilando moda sobre una pasarela. La mujer fina y elegante hace su salida de la pasarela e inmediatamente desaparecen los tintes azulinos en la iluminación. JOVEN:- (Tardíamente la registra y le solicita fuego) ¿Fuego? HOMBRE:- (La pesada puerta se abre y la oscuridad reinante lo sobresaltan.) Me quedé solo... JUBILADO:- (Una cama prolijamente hecha. Un cubrecama color borra vino, con guardas superpuestas, del mismo color. Observa al HOMBRE. ) Soy viudo y jubilado... JOVEN:- (Observando al Jubilado por detrás del Hombre) ¿Jubilado? ¡Qué suerte! HOMBRE:- (Mirando al Jubilado) Qué suerte. JUBILADO:- (Sin lograr disimular su desconfianza y su miedo.) No alcanza para remedios. JOVEN:- No me enfermo nunca. HOMBRE:- No hay remedio que cure. JUBILADO:- (Con decisión) No hay jubilación que alcance. JOVEN:- Le pagan por no tener obligaciones. HOMBRE:- Estoy harto de las obligaciones. JUBILADO:- Tuve obligaciones y trabajé duro. HOMBRE:- Trabajo duro y en mi sueldo tengo más deducciones que ingresos. JOVEN:- No tengo trabajo y tengo algunos egresos. Durante el transcurso de la escena siguiente: El HOMBRE es sorprendido por la imagen de su mano temblorosa manoteando a tientas el interruptor de la luz. La luz del pequeño pasillo se
  • 6. 6 enciende. Los viejos azulejos que adornan las paredes tornan sus tonos vivos por tonos mortecinos. El efecto es producido por una lamparita de escasa luminosidad que cuelga de un cable negro, cubierto de polvo y de telas de arañas. Sobres las baldosas, que entremezclan en sus arabescos los colores bordó, rojos y marfiles, algunos papeles tirados. El fortísimo sonido de los latidos de su corazón parece hacer vibrar los papeles en el piso. Sus lustrosos zapatos negros se quedan detenidos cerca de una hoja sin escribir, una pequeña hoja sin escribir que fuera arrancada de una agenda personal. Los pasos temblorosos, los fuertes latidos, la mano temblorosa que busca el interruptor de la luz del ahora oscuro living, el dedo tembloroso que por fin baja la negra llave del interruptor. La tétrica imagen de la intromisión despiadada. Los estantes vacíos de una vieja biblioteca de madera lustrosa. Los libros tirados, destruidos, ultrajados, pisoteados… Los porta retratos rotos, los marcos por aquí, los vidrios por allá, las fotos pisoteadas… El JUBILADO viaja por su soledad. Su mano gastada aprieta la perilla antes blanca ahora marfil del pequeño velador de pie dorado. El dormitorio sólo queda iluminado por la suave luz matinal que se cuela entre las flores del gastado y desteñido cortinado. Los lentos pasos salen del dormitorio y la imagen de la vieja mesa oval de madera oscura rodeada de cuatro sillas de madera oscura tapizadas con cuero bordó, le inundan la mirada. Las sillas se ocupan y se desocupan y se vuelven a ocupar, algunas veces se llenan de voces y otras de llantos, algunas de risas, algunas de gritos… En la silla de una cabecera la ve a ella. Sus rubios cabellos, las ondas fijas por el spray, si hasta logra percibir el olor que los cabellos emanan, esa fragancia tan particular del fijador. Sus ojos color miel, con sus pequeñas tonalidades verdes y azulinas que se entremezclan con la miel. Sus pómulos sonrojados y su risa ancha, amplia, pura, sin tapujos. Esa riza que inundaba y llenaba de color toda la casa, toda la vida… Debajo del árbol que no da sombra la MUJER VIEJA galopa de imagen en imagen, del placer al sufrimiento, de la alegría al dolor, en su mente solo hay blancos y negros… Sólo el JOVEN ve el desfile o la tanda o lo que fuere, que estas dos mujeres, finas, elegantes y de una delgadez llamativa, hacen transcurrir dentro de los tintes azulinos de la iluminación. Se modifica la luz, aparecen los tintes azules y se escucha, proveniente desde el off, la voz de la MUJER FINA. MUJER FINA:- (Desde Off) Y Yoni se la come toda, se la
  • 7. 7 devora... Por el lateral que había salido aparece la MUJER FINA y elegante. Viene acompañada por una AMIGA. Ella también es fina y está elegantemente vestida. Se mueven como si estuvieran siendo filmadas. Modelan hacia el otro lateral por la franja limpia del proscenio. AMIGA:- (Como si fuera una tanda televisiva) Ayer preparé pescado. MUJER FINA:- ¿Y? AMIGA:- Lo salpimenté a gusto, lo coloqué en una bandeja para horno, lo cubrí con algunas rodajas de tomates y luego vertí 200cm. cúbicos de crema de leche: “La vaca tonta” MUJER FINA:- (Absurdamente publicitaria) “La crema de la buena leche” AMIGA:- Catorce minutos de horno a 180 grados y: ¡A chuparse hasta las espinas! MUJER FINA:- ¿Nunca preparaste “Matambre de ternera a la mostaza de Dijon”? AMIGA:- (Absurdamente publicitaria) “¡Mostacé! La única y verdadera mostaza de Dijon” MUJER FINA:- Desgrasamos el matambre y lo salpimentamos a gusto y lo untamos con mostaza y luego lo cubrimos con crema de leche... AMIGA:- (Saliendo de escena. Absurdamente publicitaria) ¡“La vaca tonta”! MUJER FINA:- (Saliendo de escena. Desde off y muy absurdamente publicitaria) “La crema de la buena leche” En la iluminación del espacio escénico desaparecen los tintes azules.
  • 8. 8 El JOVEN al verlas salir y tomando conciencia de su cigarrillo apagado, sale en busca de las señoras. Llega al lateral en el preciso instante en que ellas desaparecen. JOVEN:- (Grito con bronca, como queriendo eliminarlas) ¡¡FUEGO!! El JUBILADO y el HOMBRE de traje gris, sorprendidos y aterrorizados, automáticamente y al unísono, se ponen de pie. JUBILADO:- (Cubriéndose los genitales y arrojándose al piso) ¡NO! HOMBRE:- (Cubriéndose los genitales y arrojándose al piso) ¡NO! MUJER VIEJA: (Sin abrir sus ojos y cubriéndose los senos masculla un:) - No... El JOVEN los observa y sin entender nada los imita y también se tira al piso. Luego de un breve silencio, el JOVEN reincorpora su cabeza y mira al HOMBRE de traje gris. JOVEN:- ¿Qué perdió? HOMBRE:- (Con hondo pesar) Todo. JUBILADO:- (Reincorporándose a duras penas) Debajo del banco no hay nada. HOMBRE:- (Reincorporándose y sacudiendo su traje) Era lo único que tenía... JOVEN:- (Reincorporándose) Que suerte perder algo. Los tres a un mismo tiempo vuelven a ocupar sus lugares. Debajo del árbol que no da sombra la MUJER VIEJA intenta escapar a sus imágenes. JUBILADO:- Yo siempre miro al piso, por la columna cansada, y nunca encuentro nada... JOVEN:- Nunca tuve nada. HOMBRE:- Hace cien meses que busco y nadie dice saber nada...
  • 9. 9 JUBILADO:- Yo sé mucho... la voz de la experiencia que le dicen... JOVEN:- Si es por saber... yo resto y divido, sé leer y escribir, Sinónimosantónimosparónimossintaxsissintesisargumentoraízcuadrada potenciainversaalfabetagamaárboltroncoramsacarextraerhacerdesaparecer. HOMBRE:- (Abatido y harto) Estoy cansado. JOVEN:- Y, a su edad... JUBILADO:- Y, a su edad... Desde el lateral izquierdo, aparece una PROSTITUTA. Su cuerpo exuberante se encuentra casi desnudo. La poca vestimenta que lleva es muy colorida. Una muy frondosa peluca de colores le enmarca el rostro maquillado con exageración. Los tres ocupantes del banco giran, automáticamente y al unísono, sus cabezas hacia ella. La mujer se detiene al costado del banco y muy próxima al joven. Los observa y luego, meneando sus contornos, pasa delante de ellos. Se coloca al lado del JUBILADO y le toca el hombro de manera insinuante. PROSTITUTA:- (Al Jubilado) Por dos dólares una noche de éxtasis. Los tres hombres la miran extasiados. El HOMBRE hace esfuerzos por verla, quiere ver el rostro de esta mujer provocativa y desprejuiciada, pero sus ojos se inundan con las imágenes del living ultrajado e inmediatamente de la cama revuelta, de las sábanas blancas revueltas y violentadas. El JUBILADO intenta ver los labios color carmesí que se entreabren y dejan percibir la humedad del aliento próximo; su lucha por ver es en vano, no puede, no lo logra; la imagen de aquellos ojos color miel con destellos verdes y azulados se llenan de lágrimas e inundan la mente y el corazón de éste gastado hombre. El JOVEN no logra ver la ropa que lleva puesta la provocativa y sensual mujer.
  • 10. 10 JUBILADO:- (A la prostituta) Soy jubilado. PROSTITUTA:- El 70% más el 20% sobre saldo, de descuento. Breve pausa. El HOMBRE del traje gris y el JOVEN miran al JUBILADO. El JUBILADO con mucha vergüenza mira su pene. La PROSTITUTA, el HOMBRE y el JOVEN, automáticamente y al unísono, miran la entrepierna del JUBILADO. JUBILADO:- (Con mucha vergüenza y sin levantar la mirada de su aparato genital) Está jubilado... Un fuerte trueno lleva, automáticamente y al unísono, las cabezas de los personajes hacia el cielo. La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol que no da sombra, sin abrir sus ojos y modificar ostensiblemente la postura corporal, se tapa hasta la cabeza. Una fuerte ráfaga de viento hace tiritar al JUBILADO, al HOMBRE y al JOVEN. Las cabezas de los cuatro personajes dejan de mirar el cielo al unísono. La PROSTITUTA mira fijamente a los tres ocupantes del banco. La mirada de los tres ocupantes queda fija en el frente. La PROSTITUTA va por detrás del banco. Se coloca desafiante detrás del HOMBRE de traje gris. Coloca insinuante sus manos sobre los hombros de él. El cuerpo del HOMBRE no registra las caricias y su rostro expresa una inmensa amargura. Las mancilladas sábanas blancas, la ropa desgarrada y desalojada despiadadamente del viejo ropero de madera, el fuerte olor a adrenalina y los gritos congelados en el aire denso de la habitación violada, lo sumergen, lo alejan, lo habitan… Ella descarta al HOMBRE de traje gris y se dirige al JOVEN. Se para detrás de él. Su sola presencia excita al JOVEN. Ella extiende sus manos y sin tocarlo hace el ademán de acariciarle los hombros y el cuello.
  • 11. 11 Su rostro refleja excitación, el JOVEN baja su mirada hacia su miembro erecto. JOVEN:- (Muy excitado) Soy desocupado. PROSTITUTA:- (Aun detrás de él) No hay descuentos por Fondo de Desempleo. La PROSTITUTA abatida abandona el espacio escénico. JOVEN:- (Sin levantar la mirada de su miembro) No te inquietes chiquito, el recuerdo hecho imágenes todo lo puede... HOMBRE:- Yo perdí el apetito. Los tres personajes, automáticamente y al unísono, vuelven a mirar hacia el frente. Una fuerte ráfaga de viento cruza el espacio escénico y se lleva consigo algunas hojas secas. La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol, sin destaparse, gira su cuerpo como arrastrada por el viento. Su rostro nos queda nuevamente al descubierto, sus ojos cerrados, sus párpados que nunca dejan de moverse. Las disparidades de imágenes fuertes pero breves, no permite que los párpados logren tranquilizarse, ellos cabalgan acompasadamente con las imágenes. Las pocas hojas secas, que quedaban fijas sobre las ramas secas del árbol seco, son llevadas por la fuerte ráfaga. Los tres ocupantes del banco tiritan y se cubren auto-abrazándose. El viento cesa. Los tres miran fijamente al frente y cada uno está concentrado en sus cosas. El HOMBRE es sorprendido por su propia imagen reflejada en el espejo interior del viejo ropero de madera. La puerta entreabierta no sólo refleja la imagen de él, también deja ver muy pocas prendas en los cajones violentados, algunos entreabiertos otros tirados por alguna parte.
  • 12. 12 El JUBILADO mira la silla vacía de madera oscura, que está detrás de la mesa oval de madera oscura. Ahora, se encuentra con los ojos color miel con destellos verdes y azulinos y luego con la silla vacía y luego los ojos y luego, casi eternamente, la silla vacía de madera oscura tapizada con cuero bordó… El JOVEN comenzará a cantar suavemente. Su canto servirá de marco a la pequeña situación que transcurre entre el JUBILADO y el HOMBRE. Los textos dichos por ellos son expresados con hondura dramática y sólo con muy pequeñas pausas. Dando la sensación de ser un solo discurso dicho a una sola voz. La voz del JOVEN tendrá el volumen necesario para no tapar los textos de ellos. Cantará el tema como un tema más, sin interpretarlo, solamente lo acompaña en éste momento, como matando el tiempo. JOVEN:- (Cantando.) “Durante largos días no supe amanecer, no pude amanecer no tuve luz, durante largos días todo oscureció, las sombras enturbiaron la luz y oscurecí. HOMBRE:- Ellos saben dónde está... JUBILADO:- ... siempre intuí y ahora... JOVEN:- (Cantando.)…El día mutó en noche, sin transición HOMBRE:- ... no me lo quieren decir... JUBILADO:- ... me doy cuenta de que no puedo seguir esperando... JOVEN:- (Cantando.)…El rumor cambió en secreto, sin transición HOMBRE:- ... ya no tengo más paciencia... JUBILADO:- ... cuando pude no supe... JOVEN:- (Cantando.)…El amor mudó en recelo, sin transición HOMBRE:- ... no alcanza la esperanza... JUBILADO:- ... y ahora que lo sé... JOVEN:- (Cantando.)…La noche no era noche, de fascinación
  • 13. 13 HOMBRE:- ... ya no me quedan fuerzas... JUBILADO:- ... ya no me queda tiempo... JOVEN:- (Cantando.)… El silencio no era elipsis, de inspiración HOMBRE:- ... ya no me quedan fuerzas... JUBILADO:- ... ya no me queda tiempo... JOVEN:- (Cantando.)…Durante largos días no supe amanecer, HOMBRE:- ... no puedo entregarme... JUBILADO:- ... no debo entregarme… JOVEN:- (Cantando.)…No pude amanecer no tuve luz… JUBILADO:- ... y vengo a la plaza. HOMBRE:- Y vengo a la plaza. JOVEN:- (Cantando.)… “Durante largos días todo oscureció, las sombras enturbiaron la luz y oscurecí” Por el lateral por dónde había salido vuelve a aparecer la PROSTITUTA. Sobre su ropa ahora lleva un saco verde que le queda grande. El saco está desprendido y dejar ver el atuendo que llevaba antes. Al verla entrar el JOVEN deja de cantar. Ella lleva una pancarta que dice: “SI O NO = EL SILENCIO ES SALUD” JOVEN:- (Se pone de pie y le extiende el cigarrillo apagado) ¿Señorita? PROSTITUTA:- (Sin detener su marcha) Ahora vendo otra cosa. JUBILADO:- (Sin mirarla) Soy jubilado, no compro. HOMBRE:- (Sin mirarla) Ya no me venden nada.
  • 14. 14 El JOVEN se vuelve a sentar. El HOMBRE y el JUBILIDADO quedan absorbidos por sus propias imágenes: El JUBILADO observa sus manos temblorosas apoyadas sobre la mesa oval de madera oscura. Entre sus manos que reposan, una vieja taza de porcelana desprende un hilo de humo que entrelaza caprichosamente el aire y esparce el aroma a té por el lugar. Esa fragancia satura el olfato del hombre. De ése hombre que ahora se queda observando hacia su costado derecho, hacia la silla vacía de madera oscura y tapizada con cuero bordó, ahora siempre vacía, eternamente vacía… El HOMBRE de traje gris mira absorto las sábanas blancas que ahora no son tan blancas. Se deja caer atónito en una pequeña poltrona y su mirada se posa en dos pequeñas gotas de sangre que cortan el blanco ahora no tan blanco de las sábanas blancas. Sábanas revueltas, ultrajadas, ya no tan blancas, que al pestañar se coloran totalmente de rojo y que al volver a pestañar son nuevamente casi blancas con dos pequeñas manchas rojas Se modifica la luz sumándose los tintes azulinos y aparecen en escena la MUJER FINA y su AMIGA. Ambas pasaran desfilando por una pasarela y actuando una tanda televisiva. Lo hacen por la franja limpia del proscenio. El JOVEN, casi sin comprender, mira la escena. Rodeado por las miradas absortas del HOMBRE y del JUBILADO, miradas cautivas por sus propias imágenes. MUJER FINA:- Ahora somos bien vistos... AMIGA:- ... todo el mundo nos quiere imitar... MUJER FINA:- ... todos nos quieren visitar... AMIGA:- ... y con todos debemos ser serviciales... MUJER FINA:- ... amables y humanos... AMIGA:- (Absurdamente publicitaria) “Amigos de los amigos”
  • 15. 15 MUJER FINA:- (Olvidándose de la publicidad y del desfile, cómo si fuera una acotación de la actriz dicha a la otra actriz) ¿Y con los hostiles, qué hacemos? AMIGA:- (A punto de salir.) Los cocemos a fuego lento... (Sale) MUJER FINA:- (A punto de salir... rociados con crema de leche... (Sale) AMIGA:- (Desde off.) ...“La vaca tonta” (Ambas ríen muy actoralmente) La iluminación pierde los tintes azulados. Los tres ocupantes del banco están muy abatidos. HOMBRE:- ¿Qué día es? JUBILADO:- Nublado. JOVEN:- (Dudando) ¿Jueves? HOMBRE:- (Se pone de pie. Le cuesta mantenerse erguido) Me tengo que ir. JUBILADO:- (Al hombre) ¿Hoy pagan? HOMBRE:- (Sin dudarlo) ¡NO! Un fuerte trueno acompaña el: ¡NO! Los tres miran hacia el cielo. La MUJER VIEJA que duerme debajo del árbol que no da sombra abre sus ojos, muy sobresaltada. Nadie la registra. El HOMBRE de traje gris sale tambaleándose. JUBILADO:- (Se pone de pie dificultosamente) Por las dudas... (Sale lentamente)
  • 16. 16 El JOVEN permanece sentado solo en el banco. Mira su cigarrillo sin encender. La MUJER VIEJA ya se encuentra sentada. La MUJER VIEJA observa al JOVEN. Luego mira hacia el cielo y una gota le cae sobre el rostro. Comienza a llover en forma torrencial. El JOVEN toma su mochila, arroja el cigarrillo debajo del banco y sale corriendo por un lateral. La MUJER VIEJA toma sus pocos bártulos y arrastrándose va y se cobija debajo del banco verde. La lluvia arrecia. Toma el cigarrillo que había arrojado el JOVEN, extrae una caja de fósforos de entre sus harapos y con dificultad, ya que la lluvia le apaga algunos fósforos, enciende el cigarrillo. Le da una larga pitada. MUJER VIEJA:- (Mirando hacia el frente y luego de dar una larga pitada.) Si miráramos con los ojos del corazón los veríamos apareciendo detrás de una mancha de humedad. La lluvia cesa bruscamente. APAGON VARIOS SURCOS MÁS: La MUJER VIEJA y andrajosa barre cerca del árbol que no da sombra con la vetusta y destartalada escoba. MUJER VIEJA:- (A un perro imaginario) ¡¡Qué sea la última vez que hace sus necesidades aquí adentro!! (Junta los supuestos excrementos en una bolsa de nylon.) ¡Yo no tengo la culpa de que ande comiendo cualquier cosa por ahí! Todo el santo día por la calle, de aquí para allá, una ya ni sabe si va a volver y cómo va a volver. Todo el santo día esperándolo. ¡Todo el santo día con el corazón en la boca! ¡Sin saber si vuelve o no! Un día lo atropella un auto y... (Deja la bolsa de nylon sobre el banco de la plaza y
  • 17. 17 vuelve debajo del árbol. Acomoda sus trastos y los va llevando hacia el banco de plaza.) No le digo que me ayude con algo porque no está para eso en la vida, perdón, ¡sí que está para eso! ¡Está para hacer compañía! ¡Para dar afecto! ¡Para eso está! ¿Pero que hace el señorito? Hace renegar... Una JOVENCITA con libros y cuadernos en las manos mira extasiada a la MUJER VIEJA. MUJER VIEJA:- (Sigue llevando sus trastos hacia el banco, sin ver a la Jovencita.) ¡Son todos iguales! ¡Bien que cuando hace frío se acurruca al lado mío y ni se le ocurre asomar la trompa por la puerta! Mejora un poquito el tiempo y no se le ve la trompa en todo el santo día... (Descubre a la JOVENCITA.)¡Está son horas de llegar! ¡Usted también, mejora un poco el clima y no asoma la trompa en todo el santo día! (La JOVENCITA la mira sin saber que hacer ni que decir.) ¡No se quede ahí parada! Usted sí que podría ayudar, sin embargo, todo el día de aquí para allá, ¡con los libritos abajo del brazo y dale con la política! ¡Cómo si eso le diera de comer! Hablar y hablar de política y de los burgueses y de los gorilas y de los chanchos y no sé de que otros animales más. ¡Cómo si se pudieran comer todos esos bichos! (La JOVENCITA intenta irse.) ¡¿Adónde va esa mocosita?! ¡Vamos, dejé esos libritos por algún lado y ayúdeme a cocinar algo! (Le quita los libros de la mano y tomándola de un brazo la acerca al banco.) JOVENCITA:- (Intenta defenderse.) Pero que hace... MUJER VIEJA:- ¿Cómo que hago? ¡Poniendo las cosas en su sitio! ¡Poniendo un poco de orden! Alguien tiene que hacerlo y cómo su padre está tan ocupado haciendo no sé que estupideces me toca a mí. (Le da la bolsa de nylon donde había guardado los excrementos imaginarios del imaginario perro.) ¡A pelar papas! JOVENCITA:- Por favor señora... MUJER VIEJA:- (Burlonamente.) Conque señora, ahora me dice señora, bien que cuando la despierto a la mañana temprano piensa: ¡vieja de mierda! ¡Vamos pele! ¡Pele papa! JOVENCITA:- (Con la bolsa de nylon vacía en una mano y no pudiendo entender.) ¿Qué papa? MUJER VIEJA:- ¡Pío doce! ¡Las que están adentro de esa bolsa que tiene en su mano derecha! No se haga la estúpida y comience a pelar que
  • 18. 18 después vienen su hermano y el trabajador de su padre y quieren cenar a horario. La MUJER VIEJA va hacia el árbol que no da sombra y se lleva consigo los libros y cuadernos de la JOVENCITA. La JOVENCITA mira la bolsa vacía y no sabe que hacer. La MUJER VIEJA, advierte la pasividad de la JOVENCITA, vuelve sobre sus pasos y casi con violencia se acerca a ella, le quita la bolsa de la mano, la habré y se la vuelve a entregar. MUJER VIEJA:- ¡A PELAR! (Aprovechando el viaje se lleva, junto con los libros, algunos de sus trastos) La JOVENCITA, primero intenta recuperar sus libros, al no lograrlo y sin saber bien que hacer, saca una supuesta papa de la bolsa de nylon. JOVENCITA:- (Mirándose la mano vacía.) ¿Con qué la pelo? MUJER VIEJA:- (Pateando al supuesto perro.) ¡¿Qué hace adentro del dormitorio?! ¡Fuera de aquí! ¡Me llena la pieza de pulgas! (A la Jovencita.)Ya le decía yo al inútil de tu padre, ¡para que carajo quiere un perro en casa! La JOVENCITA, al verse sorprendida por la mirada de la MUJER VIEJA, comienza a pelar una papa imaginaria. Mueve el imaginario pela papas rítmica y tediosamente. MUJER VIEJA:- (La observa desde el árbol.) ¿Dónde tiene pensado tirar las cáscaras? JOVENCITA:- (Si saber que decir.) En el cesto de la basura... MUJER VIEJA:- (Meneando la cabeza.) ¡Por fin! ¡Por fin! El HOMBRE de traje gris se queda absorto mirando la situación. La JOVENCITA lo observa detenidamente como pidiéndole auxilio. MUJER VIEJA:- (Observando al HOMBRE.) ¿Qué haces tan temprano? JOVENCITA:- (Observando al HOMBRE y pelando siempre la misma papa.) Ayúdeme señor...
  • 19. 19 HOMBRE:- Si alguien necesita ayuda ése soy yo. MUJER VIEJA:- Sos la única persona que necesita ayuda para no hacer nada. Anda al almacén a comprar café y azúcar que yo no tuve un minuto para nada. Podés volver en una hora, total tu querida hijita no terminó de hacer la comida, mejor dicho, ni empezó a hacerla. HOMBRE:- Nunca le interesaron las cosas de la casa... MUJER VIEJA:- ¡Igualita a vos! Siempre dedicada a las estupideces que no dan de comer... JOVENCITA:- (Sin dejar de observar al HOMBRE y pelando la misma papa, implorándole.) No entiendo que está pasando, yo pasaba por aquí y ahora estoy pelando papas… HOMBRE:- Ojalá entendiéramos lo que está pasando... MUJER VIEJA:- Si se dedicaran a cosas más terrenales entenderían lo que está pasando; a la intelectual y militante la mandó a pelar papas y no entiende lo que está pasando; al inútil del padre lo mando a hacer algo productivo y no entiende lo que está pasando y el otro bueno para nada llega para los postres... (Pateando al supuesto perro.) ¡Fuera de aquí! ¡Cuantas veces le dije que no lo quiero ver aquí adentro! ¡Fuera perro sarnoso! (Increpándolo al HOMBRE.)¡Cuántas veces te dije que no necesitábamos un perro! ¡Y menos uno tan inútil! Se escuchan lejanos sonidos de bombos. MUJER VIEJA:- (Agudizando sus oídos.) ¿Qué día es hoy? JOVENCITA:- (Sin dejar de observar al HOMBRE, cada vez más suplicante, y pelando la misma papa.) ¿Qué día es hoy? HOMBRE:- (A la MUJER VIEJA.) ¿Qué día es hoy? MUJER VIEJA:- ¡Mira a quienes les voy a preguntar! (Va hacia la JOVENCITA y le quita la papa imaginaria y el pela papas imaginario.) Para que me ayudés de ésta manera prefiero que no lo hagas. Tomá tus libritos de porquería, anda a juntarte con tus amiguitos y seguí arreglando un mundo al que todavía no entraste. La JOVENCITA sin perder un segundo junta sus cosas y sale corriendo.
  • 20. 20 MUJER VIEJA:- (Como para sí.) Volvé cuando quieras... (Va llevando la bolsa de nylon vacía hacia dónde tiene todos sus bártulos.) Si podés… Si te dejan… Ya me decía mi madre: “las épocas han cambiado, hoy por hoy, un joven debe vivir bajo la atenta mirada de sus padres”... Y yo me decía: “así me fue a mí ante su atenta mirada”... Así me fue a mí... El HOMBRE de traje gris de espalda al público extrae un pañuelo de uno de los bolsillos traseros del pantalón. Limpia minuciosamente el banco y luego se sienta en el centro de él. Se queda observando el pañuelo sucio y sin saber que hacer con él, luego de dudar entre guardarlo y tirarlo, lo deja entre sus manos. La MUJER VIEJA acomoda sus bártulos bien cerca del árbol que no da sombra. Prepara todo como para acostarse en el piso. Se siguen escuchando los sonidos de bombos, ahora más cercanos. MUJER VIEJA:- Y vos, seguí ahí sin hacer nada útil. (Canta en ritmo de tarantela.) “Lo inútil es muy pesado, lo valioso no pesa nada, pesadas son las cadenas, liviana es la libertad.” (Deja de cantar.) Si tuviera que esperar algo de vos seguramente que terminaría tirada debajo de un árbol. (Se acuesta y se tapa con algunas mantas. Este último texto lo dice mientras se va durmiendo.) Durmiendo a la intemperie, si es que queda intemperie, porque como van las cosas ni intemperie nos van a dejar… Se escuchan muy fuerte el sonido de los bombos, tal como si estuvieran ahí mismo. El HOMBRE de traje gris se tapa los oídos y mira hacia el frente, está aturdido y no es sólo por el sonido de los bombos. Sonido éste que se confunde y se funde con los fortísimos latidos del corazón del HOMBRE. La conjunción de los sonidos hace vibrar los papeles, las hojas secas, los excrementos que se encuentran en el piso. El HOMBRE es sorprendido por la imagen de su mano temblorosa manoteando a tientas el interruptor de la luz. La luz del pequeño pasillo se enciende. Sobre las baldosas algunos papeles tirados. Éstos se entremezclan y se funden con los papeles, las hojas secas y los excrementos de perros tirados por el parque. Los pasos temblorosos, los fuertes latidos, la mano temblorosa que baja la negra llave del interruptor. La tétrica imagen de la intromisión despiadada. Los estantes vacíos de una vieja biblioteca de madera lustrosa. Los libros tirados, destruidos, ultrajados, pisoteados… Los porta retratos rotos, los
  • 21. 21 marcos por aquí, los vidrios por allá, las fotos pisoteadas… Se funden con los papeles y las hojas secas y los excrementos… El HOMBRE de traje gris mira absorto las sábanas blancas que ahora no son tan blancas. Se deja caer atónito en una pequeña poltrona y su mirada se posa en dos pequeñas gotas de sangre que cortan el blanco ahora no tan blanco de las sábanas blancas. Sábanas revueltas, ultrajadas, ya no tan blancas, que al pestañar se coloran totalmente de rojo y que al volver a pestañar son los papeles, las hojas secas y los excrementos de los perros y que al volver a pestañar se vuelven nuevamente sábanas casi blancas con dos pequeñas manchas rojas. Por un lateral aparece el JUBILADO, se queda de pie, busca denodadamente en sus bolsillos. Ni el HOMBRE ni el JUBILADO observarán la escena que viene, ambos estarán absortos en sus cosas. El JUBILADO en su búsqueda lenta y persistente y el HOMBRE en sus pensamientos. Se modifica la luz, aparecen los tintes azules y se escucha, proveniente desde el off, la voz de la PROSTITUTA. Detrás de ella vienen la MUJER FINA y su AMIGA. La PROSTITUTA ahora viste como las otras dos mujeres, pero sus labios color carmesí dejan ver su profesión. PROSTITUTA:- (En off.) ¡Es muy divertido caminar así! (Camina como si estuviera sobre una pasarela. Casi gritando.) ¡Es muy divertido caminar así! MUJER FINA: (Camina como si estuviera sobre una pasarela. Casi gritando.) ¿Por qué? ¿Acaso existe otra forma de hacerlo? AMIGA:- (Camina como si estuviera sobre una pasarela. Casi gritando.) Que yo sepa, no. Yo siempre caminé así. PROSTITUTA:- ¡Este personaje me sienta mucho mejor! El sonido de los bombos y los latidos del corazón del HOMBRE son ensordecedores. Las tres mujeres ya no hablan, gritan.
  • 22. 22 PROSTITUTA: (Al unísono.) ¡Qué divertido el ritmo afro! MUJER FINA:- (Al unísono.) ¡Qué divertido el ritmo afro! AMIGA:- (Al unísono.) ¿Qué divertido el ritmo afro! Las tres mujeres salen de escena en el preciso momento en que el JUBILADO encuentra su pañuelo. El sonido de los bombos se va alejando. Como si se fuera detrás de las tres mujeres. Las tres mujeres desde el off siguen gritando al unísono frases como estas: ¡Por fin un poco de música! ¡La vida es un carnaval! ¡El aturdimiento es salud! Los tintes azulinos de la iluminación desaparecen. El HOMBRE de traje gris se destapa los oídos y se queda mirando fijamente hacia el frente. El JUBILADO va hacia el banco y antes de tomar asiento, se detiene frente a él; lo limpia, luego, observa el pañuelo todo sucio y no sabe bien que hacer con él. Sacude el pañuelo, lo dobla prolijamente y luego lo coloca en el bolsillo superior del gastado saco espigado. Sólo un pequeño ángulo del pañuelo sobresale del pequeño bolsillo. Su color verde contrasta ridículamente con el tono del saco. Se sienta en el banco verde con su mirada fija al frente. No registra la presencia del HOMBRE. Por el otro lateral aparece el JOVEN, ahora, absolutamente evadido de la realidad, se ubica en el otro extremo del banco. Antes de tomar asiento, extrae un pañuelo descartable de su mochila, limpia el banco y luego no sabe que hacer con él. Toma asiento, observa el pañuelo y lo arroja por cualquier lado. Su mirada se fija al frente. Las miradas abstraídas, encendidas, sin horizonte próximo, de los tres personajes. El sonido casi imperceptible de los corazones. La MUJER VIEJA, que no ha logrado conciliar su sueño, se reincorpora casi como un autómata. Mira hacia todos lados, buscando su historia. Por último mira quedamente al público. MUJER VIEJA:- (Sentenciando.) El que mira sin ver sólo ve la pared.
  • 23. 23 APAGON ULTIMO SURCO: Al unísono todos los corazones laten con furia incontenible. El sonido crecerá al máximo, ensordecedoramente, con mucha violencia y hasta el FIN