1. ECLIPSE IMPERIAL
CAPITULO 01 - EL DESPERTAR DEL JAGUAR
Tláloc arremetía con fuerza aquella noche, ocultando con sus lluvias la
visibilidad para cualquier valiente que se atreviera a salir, su tormenta era
voraz, como un animal carroñero que no hubiese probado bocado en días.
Pero aunque tenebrosa era la lluvia que esa noche golpeaba el valle del Lago
de Texcoco, era bendecida por la gente, ya que llegaba después de una
temporada de sequia que amenazaba con matar las cosechas que se
alimentaban del lago.
Desde el cielo, Tláloc sonría al ver la gratitud de sus fieles en la tierra,
bendiciendo en su nombre un modesto sacrificio en respuesta a los dóndes del
Dios de las aguas. Pero Tláloc también era consiente de que había un
jovencito, moreno y de cabello alborotado que ignorando a su madre, había
salido de su humilde hogar, escondiéndose de ella en la espesa oscuridad de la
noche.
-¡Ocelotl! ¡Ocelotl! –Gritaba acongojada la mujer –Hijo, vuelve a casa, no es
seguro estar afuera en este momento ¡Vuelve Ocelotl!
Pero Ocelotl no pensaba regresar pronto, él era probablemente el joven más
valiente de su generación y era también uno de los fieles aspirantes a ingresar
al Calmecac. Su padre, su abuelo y el padre de su abuelo habían pertenecido a
la honorable casa de los Guerreros Jaguar y ahora debía ser su turno, sin
embargo, Ocelotl temía fracasar a pesar de sus virtudes de campo, de su
legado y de la pequeña leyenda que lo rodeaba, ya que tenia que probar ante
Codex, que era digno de entrar.
Sin duda alguna, Codex era un hombre severo y audaz, padre de una
descendencia de hijos, cuyos logros lo enaltecían más a él que a sus hijos;
alrededor de Codex se contaban mitos tan extraordinarios, que Codex parecía
no ser humano, si no alguna clase de Semi-Dios. El abuelo de Ocelotl había
luchado contra él y junto a él en varias de las Guerras Floridas en que habían
participado, y su abuelo contaba de él, cosas increíbles pero también cosas
terribles, y el año anterior había rechazado a la mitad de los aspirantes al
Calmecac.
Aquello era lo que realmente le preocupaba, buenos aspirantes habían fallado
a la tremenda prueba que Codex imponía y algunos de los que lograban por
2. casualidad aprobar, perecían en el primer mes de su adiestramiento religioso-
político-militar. Era por ello que aquella peligrosa noche, desafiando los
temores de una madre, la gracia de un Dios y el reto del Calmecac en puerta,
Ocelotl se internó en la jungla para entrenar como solo él sabía.
Tláloc sonrió y arremetió de nuevo con mas fuerza divina, la lluvia era tal que
el joven aspirante no podía abrir los ojos con normalidad, el golpeteo de las
gotas de lluvia dolía en su semidesnudo cuerpo, mientras que él, parado y de
frente a un gran tronco en donde ya se habían quedado marcado sus puños
por los repetidos golpes que ya le había proporcionado, Ocelotl pensaba en
una sola cosa, aprobar y hacer de su juvenil fuerza, su carta de presentación,
tal y como su abuelo a quien llamaban “La Bestia” por su fuerza descomunal.
Ocelotl se colocó en posición, intentando ponerse firme en el resbaloso suelo
cubierto de lodo.
Sus pies removieron un poco la tierra viscosa al correr hacia el tronco
-¡Golpe de Ocelotl! –Grito en forma de juego – ¡Este es mi puño y esta mi
fuerza!
Pero el piso era tan resbaladizo, que Ocelotl no pudo detenerse a tiempo,
patinando sin frenos, estrellándose contra el tronco, derribando el grueso
poste de madera.
-Eso duele…
Ocelotl permaneció en el fango unos minutos, recostado sobre su espalda, sin
embargo permaneció sonriendo durante unos instantes, pero pronto se
reincorporó, sacudiéndose un poco todo el barro, levanto el tronco e
intentaba ponerlo en su lugar. Fue entonces cuando miro acercarse la silueta
de un hombre joven que superaba los veinte años de edad, venia cubierto con
una capa larga y de color verde esmeralda, una gran obra de arte textil con
algunos grabados propios de la moda local.
-Brrr… que frio ¿no es así?
-¿Qué haces aquí Balam?
-Pasaba por tu casa, cuando escuche a tu madre llamarte ¿Qué haces tú?
-Entreno… para mañana…
-Ven Ocelotl – Balam se dio vuelta y camino hacia la casa de Ocelotl –Mañana
no tendremos el típico examen de Codex
Balam hizo un ademan invitando a Ocelotl a seguirle, sin embargo, Ocelotl no
avanzaba, él quería seguir luchando para mañana poder demostrar su valía.
Balam suspiro hondo al momento que la lluvia comenzaba a perder intensidad,
mirando fijamente a Ocelotl se acercó a él, inclinándose un poco le puso una
mano sobre su cabeza y dijo:
3. -Desde el día en que te conocí, note algo en ti que no he visto en la mayoría de
los individuos. Posees una fuerza que pocas veces es vista
-Es por que me entreno mucho
-La fuerza de la que hablo no esta en tus músculos, es una virtud que puede
mover montañas y salvar vidas, esa fuerza es como el rugido del jaguar que
impone cuando es escuchado. Si mañana logras que vean esa fuerza, estarías
dentro del Calmecac.
-¿Y como hago eso?
-Sabrás hacerlo. Descansa y solo déjate llevar por la situación… Ahora sígueme,
es hora de ir a casa.
Con esas palabras Balam miro a travez de sus castaños ojos a Ocelotl, quien
esta vez acepto en seguirlo. No tenían mucho tiempo de conocerse, pero
Ocelotl había aprendido a respetar mucho a Balam, después de todo, él era un
Guerrero Jaguar. Durante el camino de regreso a casa del chico, ninguno
pronuncio palabra alguna ya que ambos pensaban en el futuro, aunque desde
puntos diferentes, uno con la ambición de entrar al instituto, otro lo hacia con
ambiciones desconocidas…