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La mitad de las mujeres en edad de trabajar no tienen empleo
1. 7 de Junio de 2015 – Número 603
LA MITAD DE LAS MUJERES EN EDAD DE
TRABAJAR NO TIENEN EMPLEO
La sociedad se manifestó con contundencia a través de la campaña
“#NiUnaMenos”. Aunque el énfasis estuvo puesto en mejorar los sistemas de
represión y de asistencia a las víctimas, para prevenir la violencia de género es
fundamental el rediseño de las políticas educativa, laboral y asistencial.
Promoviendo que las mujeres tengan la oportunidad de conseguir un empleo de
calidad se aumenta su independencia, su poder de decisión y su autoestima y, por
esa vía, la capacidad efectiva de rechazo a los actos de violencia.
Una multitudinaria convocatoria tuvo la campaña “#NiUnaMenos” en las redes sociales y las
calles. Las demandas estuvieron centradas en reclamar la implementación de un plan
nacional de erradicación de la violencia contra las mujeres, un registro especial para estos
delitos, el monitoreo electrónico de los victimarios, la revisión de procedimientos en
comisarías, fiscalías y fueros civil y penal, y educación sexual integral para una vida libre de
discriminación de género y violencia machista.
La represión legal de este tipo de delitos, la asistencia a las víctimas y la educación son
acciones imprescindibles y urgentes. Pero tan necesarias como ellas son las acciones que
permitan mejorar la situación de las mujeres y, por esa vía, actuar preventivamente frente a
los riesgos de sufrir actos de violencia.
En este aspecto resulta pertinente considerar la situación laboral de las mujeres. Según
información publicada por la OECD y el INDEC referida a población entre 15 y 64 años de
edad, o sea, edades de participar en el mercado de trabajo, se observa que:
• En los países desarrollados, la tasa de participación laboral de los varones en este
tramo etario es de 80% y la de las mujeres es de 71%.
• En la Argentina, la tasa de participación laboral de los varones es 79% mientras que
la de las mujeres es de 56%.
• Es decir que, mientras los varones tienen similares tasas de participación, entre las
mujeres se observa una marcada diferencia de 15 puntos porcentuales.
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2. Estos datos muestran que la inactividad laboral entre las mujeres es mayor que entre los
hombres pero la brecha de género en el acceso al mercado de trabajo es mucho más
grande en Argentina que en los países desarrollados. Si sólo el 56% de las mujeres participa
del mercado laboral y además un 8% de ellas no consigue empleo (es decir, son
desempleadas), sólo la mitad de las mujeres en edad activa tienen una ocupación. Esta
situación genera roles familiares y sociales muy desiguales entre el varón y la mujer en
muchos hogares. La dependencia económica contribuye a favorecer la tolerancia a los
comportamientos violentos.
La inactividad laboral generalmente se origina en la deserción educativa temprana, antes de
terminar la secundaria. Se consolida cuando no se trabaja durante la juventud y
tempranamente se tiene hijos. Se solidifica pasado los 30 años de edad cuando, con bajos
niveles de educación y sin experiencia laboral, las probabilidades de conseguir un empleo de
calidad son muy remotas. La mujer queda así condenada a depender económicamente de
un tercero. Con esto se produce el deterioro de la autoestima y de la dignidad lo que genera
el campo fértil para la resignación ante posibles actos de sometimiento y violencia.
Muchas de las políticas de la última década, avaladas con amplios consensos,
fomentan la inactividad laboral femenina y, por esa vía, debilitan las barreras contra la
violencia de género. Por ejemplo, en materia educativa la prioridad fue aumentar al 6% del
PBI la inversión en educación y elevar el salario docente. Pero hubo retrocesos en términos
de reducir la deserción escolar y mejorar los aprendizajes. La política laboral desalienta el
empleo en general, pero especialmente el de las mujeres pobres al elevar imposiciones
sobre los salarios, complejidad administrativa, conflictividad y judicialidad. En materia de
política asistencial, el diseño adoptado para los principales programas, como la Asignación
Universal por Hijo y el Progresar, inducen al desaliento en la búsqueda de un empleo.
La represión, la asistencia a las víctimas y la promoción de cambios culturales son
importantes. Pero pierden efectividad si no se previenen los delitos generando condiciones
para que las mujeres, especialmente las que integran los hogares pobres, tengan la
oportunidad de construir un proyecto de vida propio que les dé independencia, poder
de decisión y autoestima. Con cambios en las instituciones educativas, laborales y de
asistencia social se pueden tender, como ocurre en los países desarrollados, puentes para
que todas las mujeres accedan a un empleo de calidad, dándoles la oportunidad para que no
toleren la menor insinuación de actos de violencia.
Tasa de participación laboral
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Fuente: IDESA en
base a OECD e
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