2. Vieja, estoy consciente que vos no vas a ver esto, estás más
allá de lo mundano, pero quiero que los que lean esto sepan
algo de tu vida.
Las palabras solas no pueden transmitir tu derrotero…las
palabras solas no pueden asegurar que muchos entiendan de
los que te sucedió, la vida que llevaste. Más allá de las
palabras, está la experiencia y más allá de tu experiencia está
la verdad. Esta es tu verdad.
Naciste el domino 9 de agosto de 1926 en Charata, Campo del
Cielo, Chaco. Pero has crecido en Santa Sylvina, te has casado
muy joven, con tan sólo 17 años.
3. Viniste a Catamarca a esa edad, ya con hijo en brazos, a vivir en un
ambiente totalmente desconocido y diferente de lo que conocías, un
ambiente más agreste, más duro, más solitario y con más carencias.
Tu esposo, mi papá, era maestro rural y los maestros en esa época
cobraban muy poco.
Esa experiencia te convirtió en una eximia administradora, porque
administrar en la abundancia es fácil, no así en la pobreza y eso te
hizo una verdadera experta.
En poco tiempo debiste aprender a ser esposa, madre, ama de casa
y también te ingeniaste para aportar dinero, convirtiéndote en
costurera.
Todo eso sin las comodidades de hoy. Sin agua corriente, ni
electricidad, ni heladera, ni lavarropa, ni gas, ni estufa, sin una larga
lista de cosas que sería interminable de enumerar.
4. Todo esto se podría resumir en tres palabras: carecías de todo.
Por lo problemas políticos de esa época, el papi se quedó sin su
trabajo de docente y por ello tuviste que emigrar acompañándolo
por muchos lugares, demasiados creería yo, donde fuera que él
consiguiera trabajo… desde El Bolsón a Huaycama (en El Ambato,
Catamarca), hasta Aguilares (Tucumán), luego a Altos de las Juntas
(Aconquija, Catamarca), de allí a Singuil (Ambato, nuevamente), en
donde el papi retornó a su sacerdocio: la docencia.
Eso hasta el año 65´cuando ocurrió otro traslado… esta vez a la
Ciudad Capital de Catamarca, para cuidar de nosotros que
estábamos en la secundaria (4 de tus cinco hijos), en la Capital hubo
dos traslados más, el último de ellos lo hiciste sola, porque habías
enviudado, tu esposo, mi papá falleció el 05 de enero de 1966.
5. Quedaste viuda con tan sólo 39 años. Me es imposible comprender
cómo has podido superar tanto, con cinco hijos…
En ese momento, yo tenía 15 años, mis hermanos 20, 17, 14 y 5
años. A pesar de todo, nunca bajaste los brazos, seguiste luchando
sin descanso, sin un sueldo porque luego de varios años recién
pudiste acceder a la pensión del viejo.
Nos terminaste de criar en esas condiciones, alimentándonos,
cuidando de nuestra salud, velando por nosotros, con lo que
ganabas como costurera más el aporte de mi hermano mayor, quien
dejó sus estudios universitarios para poder trabajar.
6. En tu condición de excelente administradora, con el dinero de la
pensión, te compraste una casa… aún no entiendo como lo hiciste.
Pasó el tiempo y los más grandes fuimos emigrando de tu lado para
forjar nuestros propios destinos, en mi caso a los 18 años… antes
madurábamos más temprano…
Pero tu lucha continuó, hacías mejoras en tu casa, nunca te
quedaste sentada, sin hacer algo… desde cosas pequeñas a las más
grandes… acorde a tu precaria condición económica.
Recuerdo que antes de que finalizara la secundaria, te enfermaste
feo y fuiste trasladada a la Ciudad de Córdoba porque tu vida corría
peligro. También superaste eso…
7. Pasaron los años entre bordados, tejidos , dulces y nietos… hasta
que llegó ese triste 18 de mayo del 2006, día en el que tuve que
decirte: “vieja, tengo una mala noticia”; por tus instintos de madre
en tu condición de madraza me dijiste “No! El gringo…”; Sólo pude
asentir con la cabeza, no habían palabras, tu hijo preferido (como te
decía yo siempre en broma), se había ido…
Creo que en ese momento, se acabó tu lucha, en ese momento has
bajado las persianas y la vida te ganó la batalla… Desde ese
momento tu mente se fue cerrando y el Azheimer empezó a invadir
y destruir tus recuerdos. Pero a pesar de todo y posiblemente por
inercia seguiste peleando, ya en desventaja hasta el último de tus
días.
Fue entonces que la vida me dio la posibilidad de cuidarte…
8. Por cuatro años, muy poco para todo lo que hiciste por mí, pero
pude cocinar para vos, lavarte la ropa, limpiar tu casa (por supuesto,
no con la pulcritud con la que vos lo hacías), también tuve la dicha
de llevarte el desayuno a la cama, pelearte para que tomes los
remedios.
En un principio me hacías trampas, te hacías de tomar los remedios
pero las escondías en la mesa de luz, debajo de la almohada o entre
la ropa… hasta que te descubrí, aún así estoy convencido que yo te
hice renegar muchas más veces que vos a mí.
Siempre estabas a medio metro delante de mí. Perdías tus
recuerdos pero no tu inteligencia. En eso nunca podré estar a tu
nivel, tu caligrafía, ortografía y redacción eran perfectas, a pesar de
que sólo habías hecho la primaria.
9. A pesar del avance de tu enfermedad, seguías trabajando,
limpiando, cocinando y cortando los yuyos, era imposible hacer que
te quedaras quiera, “Eso es de vagos”, decías.
Esta situación llevó a que en los primeros días de abril del 2014, te
cayeras y se quebrara tu cadera, también superaste ese problema,
seguías invencible. Pero a partir de allí ya no pude cuidarte.
No salí tan fuerte como vos… tuve que atravesar una operación del
corazón, con varias internaciones por esa causa.
10. Vieja querida, luego que te recuperaste de la operación por la
prótesis en tu cadera, debí tomar la decisión más difícil de mi vida:
llevarte al mejor Hogar que hay en Catamarca, eso ocurrió
exactamente el 15 de julio del 2.014.
Me dolió y me sigue doliendo el alma, pero no tenía otra opción,
esa fecha la llevaré con gran peso en mi alma y no se borrará con el
tiempo. Mientras estabas en el hogar, soportaste tu última
operación, en la cual te colocaron una sonda biliar, por un tumor
cancerígeno que obstruía el paso normal de la bilis.
Una pelea más de la que saliste triunfante con 90 años.
11. Gringa guerrera, batalladora, casi invencible… siempre me contaste
historias de tu niñez y juventud pero la que más se me grabó, quizás
por la cantidad de veces que la contaste fue en la que tu “papá llegó
un día del trabajo, porque él era mecánico, repetías, me tajo un
gatito porque sabía que a mí me gustaban los animales, siempre
fueron mejores que la gente…”, esos genes se transmitieron a varios
de tus nietos, entre ellos mis tres hijos, uno de los cuales por esas
cosas de la vida, nació un 29 de abril. Los tres aman los animales
hasta el extremo de la irracionalidad, así eras vos.
12. Me gustaría escribir poéticamente que cuando empezaste a perder
la memoria me hubieras prometido “hijo, lo último que olvidaré
será tu rostro y tu nombre”. No lo dijiste, pero sin embargo lo has
cumplido. Gracias vieja, muchas gracias. Lo que fui, soy y seré te lo
debo a vos y al viejo. Que aunque se fue temprano, nos dejó “su don
de gente”, de buena persona, muchas gracias a los dos.
Entonces es que llegó tu fin…
13. Partiste en tu último traslado, el martes 07 de abril del 2020 a las
02.50 de esa madrugada. Ese día, a las 02.55 recibí el fatídico
llamado: “Martín, lamento informarle que Olguita falleció”.
Me reconforta haber estado al lado de tu cuerpo tibio aún, todavía
no te había alcanzado el frío de la muerte, lo que pasó después ya
no importa.
Sólo me queda decirte que te llevamos al lado de tu esposo.
Descansa en Paz vieja, te lo has ganado y con creces.