1. r 4411-JABNEH
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Excavaciones que
muestran las ruinas de los
muros de la antigua Jericó.
pertenecía a Amenhotep ni (1413-1376). La destrucción de
la ciudad por Tiglat-pileser en el año 733 A.C. se vio ilustrada
claramente en las capas de cenizas y fragmentos carbonizados
que se encontraron en la ciudadela y en otros lugares que
datan de ese período. Las numerosas vasijas estaban en sus
lugares respectivos, lo que parecía indicar que la destrucción
fue repentina.
Aunque hay mucho todavía que el doctor Yadin no ha
descubierto, el arqueólogo comenta: "Esgrimir la Biblia en
una mano y una pala en la otra, pareció ser el método más
eficaz para descubrir las reliquias de esa ciudad bíblica."
44l1-JABNEH, Jamnia, o Jabneel (Jos 15:11; 19:33),
está situada a seis kilómetros del mar Mediterráneo y a cator-
ce kilómetros al nordeste de Asdod. Uzías (783-742 A.e.)
recapturó Jabneh de manos de los filisteos abriendo una
brecha en el muro (2 Cr 26:6).
Esta fue utilizada por los sirios griegos como una base de
operaciones contra los hasmoneos (1 Mac 5:58), pero fue
conquistada por Simón Macabeo en el año 147 A.e., y duran-
te mucho tiempo formó parte del reino judío. Con el ascenso
de Herodes a! trono, se convirtió en parte de su reino, y él
se la ofreció como regalo a su hermana Siloé. Más tarde
Antonio se la dio a Cleopatra, reina de Egipto, como regalo
de bodas. Con la derrota de Antonio, ésta pasó nuevamente
a manos de Herodes. Jabneh desempeñó un papel de mucha
importancia en los acontecimientos que condujeron a la pri-
mera revuelta judía, y después de la destrucción de Jerusalén
en el año 70 D.C., Tito dio permiso para la fundación de una
colonia judía en ese lugar. A esa ciudad trajeron los judíos
SUPLEMENTO ARQUEOLOGICO
sus rollos sagrados, convirtiéndose Jabneh en el "centro del
exilio" para el Sanedrín y en un floreciente centro de estudio
de la ley. Aquí se reunió el Sínodo de Jamnia en el año 100
D.C. y canonizó las escrituras hebreas con los treinta y nueve
libros que componen nuestro Antiguo Testamento.
A principios de la segunda rebelión encabezada por Bar
Kochba en el año 132, Jabneh fue gradualmente abandonada
y el foco del judaísmo palestino se trasladó hacia el norte, a
Galilea, centrándose en ciudades tales como Safed, Tiberias,
Meiron y Bet-Searim.
A Jabne se le identifica con el prominente montículo de
Yabneh. No se ha llevado a cabo excavación alguna en el
lugar, pero sí se han encontradq.en la superficie residuos de
cerámica de la Edad de Hierro 9'.del período persa, y eXIsten
restos de edificaciones y tumbas' de los períodos romano y
bizantino.
4412-JERICO, la primera ciudad conquistada por los is-
raelitas que venían bajo el mando de Josué, es ahora un
montículo de tres hectáreas llamado Tell es-Sultán, que está
ubicado aliado del abundante manantial conocido como la
Fuente de Eliseo.
El montículo fue excavado por Charles Warren (1868),
Ernst Sellin (1907-11), John Garstang (1929-36) y la señori-
ta Kathleen Kenyon (1952-58).
El primer excavador dirigió su atención sólo hacia el mon-
tículo, mientras que el segundo llevó a cabo suficientes des-
cubrimientos como para despertar un gran interés genera!.
Más tarde Garstang desenterró partes de cuatro ciudades que
habían existido sucesivamente en el lugar desde el año 3000
SUPLEMENTO ARQUEOLOGICO
A.C. Al excavar hasta la base del montículo, halló vestigios
de civilizaciones de una antigüedad extraordinaria, las más
antiguas que se han encontrado en Palestina hasta hoy.
El cuarto nivel de ocupación, al cual Garstang denominó
"ciudad D", resultó ser de una importancia primordial para
los estudiosos e historiadores de la Biblia, así como para los
arqueólogos, los cuales habían discutido a menudo la fecha
exacta del éxodo israelita de Egipto y su subsiguiente entrada
en Palestina. Los eruditos discrepaban por dos siglos o más
en sus cálculps al fechar este acontecimiento. Jericó era el
lugar donde ei interrogante se podía estudiar más a fondo.
Este cuarto nivel de ocupación parecía ser la misma ciudad
que Josué había tomado, y los excavadores procedieron con
mucho cuidado.
Dos muros de nueve metros de altura, que corrían casi
paralelos, rodeaban la cima del montículo. Estos muros están
construidos de ladrillos secos al sol, de unos diez centímetros
de espesor y de una longitud de 60 a 90 centímetros. El muro
interior tiene un espesor de 3,4 a 3,7 metros y fue construido
sobre los cimientos de un muro anterior. El últímo muro
exterior, tiene como 1,82 metros de espesor y está en el borde
del montículo. El espacio entre los dos muros varía entre 4
y 8 metros, y se encuentran unidos a intervalos periódicos
por paredes de ladrillo.
En las inmediaciones del montículo antiguo de la ciudad,
Garstang descubrió un cementerio. Abrió un gran número de
tumbas de las que se extrajeron grandes cantidades de vasijas
de cerámica, una considerable cantidad de joyas y unos 170
escarabajos sagrados. En estas tumbas Garstang halló piezas
de alfarería de los períodos temprano, medio y tardío de la
Edad de Bronce, pero sólo se encontraron unos pocos frag-
mentos de vajillas micénicas, que comenzaron a ser importa-
das alrededor del año 1400 A.C. Los escarabajos sagrados
egipcios pueden fecharse con certeza, ya que éstos mencio-
nan a varios faraones por su nombre y representan a cada uno
de ellos desde Tutrnosis III (1490-1436). Un escarabajo sa-
grado lleva el nombre de la reina Hat-shep-sut y de Tutrnosis
In, otro menciona el nombre de Amenhotep n, que está
representado como un arquero, lo cual coincide con los regis-
tros de su tumba en Egipto. La serie de escarabajos sagrados
fechados finaliza con los dos sellos reales de Amenhotep ni,
que reinó desde 1413 hasta 1376 A.e. Ninguna otra cosa en
las tumbas indica fechas posteriores.
Al regresar al montículo de la ciudad, Garstang comparó
detenidamente los fragmentos de cerámica con aquéllos des-
cubierto.s en las tumbas, y descubrió que algunos de ellos
correspondían a la Edad de Bronce tardía. Después de exa-
minar aproximadamente 100.000 trozos de cerámica, 1.500
vasijas intactas, así como 80 escarabajos sagrados, los muros
caídos y otro tipo de evidencia, Garstang no titubeó en fechar
la caída de la ciudad hacia el año 1400 A.C., identificándola
como la ciudad cananea de Jericó, que cayó en manos de los
israelitas dirigidos por Josué. Los restos carbonizados que se
encontraban en todas partes eran para Garstang una confir-
mación del recuento bíblico de que los israelitas "consumie-
ron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había" (Jos
6:24), y los muros caídos fueron una confirmación de cómo
entraron los israelitas "derecho hacia adelante" (Jos 6:20).
Deseando ser lo más cuidadoso posible, y en el espíritu de
un verdadero científico, Garstang consultó con tres de los
principales arqueólogos y expertos en alfarería de toda Pales-
tina: Pere Vincent, Clarence S. Fisher y Alan Rowe. Cuando
estas autoridades hubieron examinado con detenimiento y
por separado, la cerámica, las ruinas carbonizadas y los mu-
ros caídos, firmaron declaraciones junto con Garstang confir-
mando la fecha de 1400 A.C., con una posible fecha alternati-
va no posterior al año 1377 A.e. Esta fecha concuerda con
la cronología que aparece en 1 Reyes 6: 1.
JERIC0-4412
El reinado de Salomón comenzó probablemente alrededor
del año 961 A.C. Si esta fecha es correcta, el cuarto año de
su reinado sería aproximadamente el 957. Cuando se agregan
480 años, 1437 resulta ser la fecha de la partida israelita de
Egipto. Si se tienen en cuenta los cuarenta años que pasaron
los israelitas errantes en el desierto, llegamos a la fecha de
1397 A.C. para la destrucción de Jericó; lo cual está claramen-
te dentro de los límites de Garstang.
Sin embargo, estos hallazgos y la interpretación que se les
ha dado no han resultado satisfactorios para algunos, porque
no podían encontrar lugar en su razonamiento para un Jericó
que se ajustara tanto al registro bíblico. Durante casi dos
decenios hubo constante oposición a las conclusiones de
Garstang y se ejerció presión para que se reexaminase Jericó.
Este deseo fue satisfecho a principios de 1952, cuando una
expedición conjunta de la Escuela Británica de Arqueología,
el Fondo de Exploración Palestina, las Escuelas Americanas
del Investigación Oriental y el Departamento de Antigüe-
dades del Jordán, comenzaron a excavar nuevamente en Jeri-
có, bajo la dirección de la señorita Kathleen Kenyon. El
trabajo fue llevado a cabo con diligencia por espacio de cinco
temporadas, durante las cuales se excavaron fosos hasta el
lecho de rocas en seis sitios diferentes del montículo. En uno
de estos, un emplazamiento cercano al extremo nororiental,
se encontraron restos de la primera ocupación de Jericó.
Dos períodos neolíticos caracterizaban esta ocupación más
antigua. Durante el primer período, la gente edificaba casas
de pioneros, que a juzgar por sus restos, parecen haber sido
poco más que chozas. Más tarde edificaron casas permanen-
tes de ladrillo, de forma redonda, desarrollaron buenas he-
rramientas de pedernal, y fabricaron platos muy bruñidos de
piedra caliza. El pueblo estaba rodeado de un sólido muro
de piedra de 2 metros de espesor y de 3,7 a 7 metros de altura,
sobre el cual había una sólida torre de observación de piedra
de 9 metros de altura y de 8,5 metros de diámetro. Una
escalinata interior de 22 escalones, cada uno de los cuales era
una losa de piedra de un metro de través, conducía a la parte
superior de la torre. Aun estos habitantes primitivos gozaban
de una civilización bastante cómoda.
Después de la destrucción de esta ciudad, se edificó otra
sobre sus ruinas, la cual también estaba rodeada de un muro
de piedra erigido sobre nuevos cimientos. Esta gente edificó
sólidas casas de gran tamaño, de forma rectangular, hechas
de ladrillos de barro alargados. También cubrieron sus pisos
y paredes con yeso de color rojo o crema, y los pulieron hasta
darles un acabado muy fmo. El hallazgo de cuchillos de
piedra, de hoces de pedernal, de molinillos, de morteros y
manos de almirez, junto con varias clases de granos, eviden-
ciaba la naturaleza predominantemente agrícola de sus mora-
dores.
Los habitantes de esta ciudad sepultaban a muchos de sus
muertos bajo los pisos, y en algunos casos, hacían retratos de
los seres queridos que habían fallecido, envolviendo cuidado-
samente el cráneo con arcilla, después de lo cual, formaban
artisticamente los rasgos del muerto con arcilla de moldear.
Algunas de las calaveras tenían brillantes conchas en lugar de
ojos.
E! análisis con carbono-14 de la ciudad más antigua produ-
jo fechas diferentes: ± 5850, 6250 y 6800 A.e. Pruebas subsi-
guientes que se llevaron a cabo dieron como resultado fechas
aun anteriores, como ± 7705,7800, e incluso 8350 A.e. Para
la segunda ciudad, las pruebas de carbono radioactivo dieron
como fechas 5820 y 6880. Otras pruebas produjeron aun
otras fechas diferentes. Las variaciones tan grandes entre los
resultados de estas pruebas provocaron que muchos las con-
sideraran como no confiables. Cuando se desafiaron las fe-
chas de las pruebas como demasiado antiguas, la señorita
Kenyon comentó: "Las etapas entre esta y 3000 A.e. [la
1592 1593
2. Vista panorámica de la ciudad vieja de Jerusalén desde el monte de los Olivos.
4412-]ERICO
próxima ocupación] se extienden hasta un grado inquietan-
te." Por lo demás añadió: "Con nuestro conocimiento actual,
el fechado con carbono-14 se debe emplear con precaución,
ya que su fiabilidad tiene aún que someterse a la pruebi! de
una experiencia más completa. Sin embargo, la ciudad de
Jericó será llamada a menudo 'la ciudad más antigua del
mundo', pero para los eruditos más precavidos la verdadera
edad de! Jericó prehistórico permanecería indeterminada."
Durante la Edad de Bronce primitiva (3000-2100 A.C.),
Jericó estuvo protegida por una serie de muros de ladrillos
de barro, pero esta población pereció violentamente a m~nos
de recién llegados alrededor del año 2300 A.e.. Inmediata-
mente después de esto, se levantó una ciudad próspera de
tamaño mediano dentro de un complicado sistema de defensa
de muros de ladrillos de barro. Entre 1800 y 1750 A.e. estos
pobladores de la Edad de Bronce media añadieron un foso
profundo recubierto de piedras, con glacis (laderas) pendien-
tes y enyesados de seis metros de altura. Con el transcurso
del tiempo, se añadieron dos glacis más, encima de! primero,
el último de los cuales estaba hecho de piedra y el muro
exterior de la ciudad fue construido sobre él .
Los restos de los pobiadores de este período medio de la
Edad de Bronce se hallan bien preservados, tal como lo
revela el cementerio cercano que está situado al pie de las
colinas al oeste de! tell. En e! transcurso de cinco temporadas
de trabajo, la señorita Kenyon y sus asociados excavaron
cincuenta y nueve sepulcros, la mayoría de los cuales conte-
nían tumbas múltiples, aunque también se encontraron algu-
nas bóvedas familiares y tumbas individuales. En una tumba
había siete cuerpos tendidos en fila, sin que nada diera a
entender que uno fuera más importante que el otro. La
mayoría de los muertos yacían sobre esteras de junquillo.
Sólo un individuo yacía sobre un lecho, probablemente era
un hombre de cierta importancia, porque ocupaba el centro
de la tumba y los miembros de su familia estaban dispuestos
a su alrededor. La mayoría de los cuerpos llevaba puesto UI:l
sello de escarabajo sagrado, en un anillo de bronce en el dedo
o en una cadena suspendida alrededor de! cuello. En el caso
de las tumbas que volvían a ser usadas, simplemente se
empujaban hacia atrás las sepulturas más antiguas, para dar
espacio a las nuevas.
Los artículos que habían sido sepultados con e! muerto
tenían e! propósito de servirle al difunto en la otra vida.
Basados en estos hallazgos, los excavadores pudieron obtener
en un alto grado la información adicional proveniente del tell
acerca de los pobladores que vivieron durante los períodos
más primitivos, especialmente durante la época de los pa-
triarcas.
Los objetos recobrados de las tumbas incluían vasijas de
cerámica de toda clase, camas y taburetes de madera, mesas
de tres y cuatro patas, joyeros con incrustaciones en hueso,
canastas y esteras, dagas de metal, alfileres de bronce, peini-
llas, lentejuelas, escarabajos sagrados, pequeños tazones de
madera y de alabastro, granadas, pasas, coyunturas de corde-
ro, e incluso esqueletos completos de ovejas. Uno de los
hallazgos más extraños fue el de un.verdadero .cerebro,hu~a
no dentro de su cráneo, con las circunvolucIOnes aun VISI-
bles.
En una de las tumbas había escarabajos sagrados de ama-
tista montados en oro, cuatro de ellos estaban completos con
sus anillos en perfectas condiciones, el quinto anillo tenía
sólo la banda circundante, y un pequeño brazalete. Con los
muebles y demás objetos que se encontraron en las tumbas
se reconstruyó y se amuebló una habitación.
Se supone que ciertos gases produjeron una atmósfera que
preservó los objetos, de otra manera perecederos, que se
encontraron en esas tumbas. No obstante, numerosas prue-
SUPLEMENTO ARQUEOLOGICO
bas científicas han dejado este interrogante sin respuesta
alguna.
Durante esta parte de las excavaciones de la señorita Ken-
yon, algunos de los que se habían mostrado ~satisfechos con
las interpretaciones del profesor Garstang, mterrogaron a la
señorita Kenyon en cuanto a la interpretación de sus hallaz-
gos. En particular, deseaban conocer su interpretación de los
muros caídos. Ella les declaró que Garstang había identifica-
do erróneamente los muros de Jericó, que el muro interior
correspondía a la Edad de Bronce primitiva, unos 2300-2200
A.e.
De inmediato se esparció la noticia de que Garstang había
identificado erróneamente los muros caídos de Jericó y de
que e! método estratigráfico más preciso de la señorita Ken-
yon había refutado a Garstang, ya que no se había encontrado
ningún resto de la Edad de Bronce tardía y que, por lo tanto,
no existió ninguna ciudad que Josué pudiera capturar. "Los
muros", citaba el informe, "eran por lo menos mil años más
antiguos de lo que Garstang los había fechado", O como
indicaba un informe característico: "Ahora se sabe que los
muros caídos que encontró Garstang son mil años demasiado
antiguos como para poder haberse asociado con el ataque de
Josué." El informe halló fácilmente un lugar prominente en
las noticias, en revistas especializadas y en libros por casi
todas partes.
El informe, sin embargo, contenía sólo una verdad a me-
dias. La señorita Kenyon únicamente había indicado la épo-
ca en la que e! sólido muro interior de 3,7 metros de ancho
de Jericó había sido construido. Las excavaciones de otras
ciudades antiguas revelan que los sólidos muros construidos
durante este período se mantuvieron firmes qurante muchos
siglos. En realidad, la siguiente excavación .:p'e la señorita
Kenyon se llevó a cabo en la ciudad de Jerusalén, donde se
desenterraron los restos de "un muro pesado de gran ta-
maño" que rodeaba la ciudad de los jebuseo capturada por
el rey David en el año 1000 A.e. Después de una cuidadosa
inspección, ella llegó a la conclusión (con la cual otros ar-
queólogos estuvieron de acuerdo), de que éste era un muro
de la Edad de Bronce media que había sido construido alrede-
dor del año 1800 A.C. El muro, por lo tanto, tenía 800 años
de construido cuando David y Joab capturaron la ciudad.
David, Salomón y otros, utilizaron estos muros durante unos
200 años más, casi hasta los tiempos de Nehemías. Estos
muros, con algunas reparaciones y extensiones, se mantuvie-
ron en pie durante casi mil liños.
Los jebuseos estaban sJrtplemente utilizando los sólidos
muros de Jericó, que habí~n ijido edificados muchos siglos
antes. Tenían tanta confianza en la mexpugnablhdad de los
muros, que provocaron a David y,a Joab con la sorprendente
afirmación de que "los ciegos y l~s cojos" podrían ~efender
los muros y la ciudad (2 S 5:6). Los muros eran efectivamen-
te sólidos y al fin se derrumbaron'sólo por e! poder del Dios
todopoderoso (Jos 6: 1-27).
Durante una excavación posterior, la señorita Kenyon in-
formó que había encontrado "los cimientos y la base de un
muro de aproximadamente un metro cuadrado de piso intac-
to", los restos de un edificio denominado edi~cio medio, un
horno, y un pequeño jarro; todo esto perteneciente a la Edad
de Bronce tardía (1500-1200 A.C.). Al hablar de estos restos,
la señorita Kenyon dice: "Por lo menos demuestran que
existió una población en ese período... data del siglo catorce,
y concuerda bien con los descubrimientos hechos en las
tumbas y fechados con más precisión por el profesor Gars-
tang... Nos parece que la evidencia demuestra que el pe-
queño fragmento de edificio que hemos encontrado es parte
de la cocina de una mujer cananea. Puede que ésta haya
dejado caer el jarro alIado del horno para huir al sonido de
SUPLEMENTO ARQUEOLOGICO
las trompetas de los hombres de Josué."
El Jericó del Nuevo Testamento
EllO de enero de 1950, e! doctor James L. Kelso y sus
asociados comenzaron la excavación de! Jericó del Nuevo
Testamento. Encontraron la capital invernal de Herodes el
Grande, la ciudadela, e! hipódromo, la piscina, las fuentes,
los jardines, las quintas, y las ruinas de otras edificaciones
que habían sido construidas con piedras de cantería caracte-
rísticamente herodiana, con el suave calado marginal en los
cuatro costados. El número de quintas disminuye hacia el
este, y un poco más allá está la Jericó moderna, la que e!
doctor Ke!so pensó que podría estar sobre el emplazamiento
de las secciones más pobres de! Jericó del Nuevo Testamen-
to.
4413-JERUSALEN. Los arqueólogos jamás han puesto
en duda la ubicación de la antigua Jerusalén, sino que se han
concentrado en descubrir e identificar sus muros, sus puertas
y sus lugares sagrados. Sin embargo surgieron algunas difi-
cultades en el proceso, ya que Jerusalén había sido sitiada,
capturada, o destruida, en parte o totalmente, más de cua-
renta veces. Las ruinas se amontonaron unas sobre otras, y
los escombros rodaron hacia los valles, hasta que en algunos
lugares había más de once metros desde el nivel actual d~l
suelo hasta los niveles de las calles sobre las cuales Jesus
caminó, y otros nueve metros o más hasta el nivel sobre el
cual habían caminado los personajes de! Antiguo Testamen-
to. A esto hay que añadir e! hecho de que casi todas las zonas
]ERUSALEN-4413
de la Jerusaién antigua estaban cubiertas de edificios o de
cementerios modernos, de tal forma que la mayor parte de
la ciudad era inaccesible para la excavación. Los investiga-
dores hicieron excavaciones directas siempre que pudieron,
y abrieron túneles subterráneos donde esto fue posible. Mu-
chos hombres capaces han examinado e! subsuelo de Jerusa-
lén: Robinson, Warren, Wilson, Bliss, Guthe, Schick, Cler-
mont-Ganneau, Parker, Weile, Macalister, Duncan, Crow-
foot, Myer, Sukenik y otros. Muchos descubrimientos han
sido el fruto de su labor, así como también otros descubri-
mientos se han hecho por casualidad.
En 1838 el doctor Edward Robinson descubrió un número
de piedras curvas que formaban la curvatura de un arco de
trece metros de ancho que se proyectaba desde el ángulo
sudoeste del área de! templo. Algunas de las piedras que
componían el arco medían hasta ocho metros de longitud.
Esta era la porción oriental de uno de los arcos que sustenta-
ban un puente, el cual se extendía en tiempos de Herodes
sobre el valle del Tiropeón y conectaba el área del templo
sobre el monte Moriah con la colina occidental al otro lado
del valle.
Años más tarde Charles Warren estaba excavando directa-
mente alIado opuesto de! valle, desde esa área, cuando des-
cubrió la base de un pilar que sustentaba el extremo occiden-
tal de ese mismo puente arqueado. Este descansaba sobre un
piso que estaba a nueve metros por debajo de la superficie.
Luego, por debajo de este piso, a una profundidad de siete
metros, halló un antiguo acueducto de alcantarillado que
tenía cuatro metros de profundidad y un metro de ancho, y
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