3. Hay chicos que enloquecen con el
fútbol. Otros aman los jueguitos de
la computadora. Algunos se
desviven por las películas. Nicolás
hace monstruos.
Todo empezó cuando su mamá trajo
a su casa una bolsa de arcilla para
modelar un juego de té para la clase
de cerámica. Aburrido, Nico
rebotaba la pelota contra el piso y
espiaba de reojo a su madre.
4.
5. Por fin, ella le preguntó: “¿Te gustaría
ayudarme a hacer tacitas?”, y le puso en la
mano un trozo de arcilla. Era fría, húmeda,
pegajosa. “Dale primero unos golpecitos
para sacarle aire”, le indicó.
Nico le dio una palmada y la arcilla se
aplanó como una pizza. La despegó y siguió.
6. amasando, hasta darle forma de chorizo gordo.
Le gustó como obedecía mansita el dictado de
sus dedos. Estrujó su humedad fría de acá para
allá, hasta que, de pronto, una forma rara lo
hizo detenerse.
La miró. La dio vuelta. La volvió a mirar.
7. -Uy, ma… en vez de una taza, me salió un monstruo.
Un monstruo que se tragó una taza.
-¿Y porqué se tragó la taza?
- Es que se dio un atracón de murciélagos y le dolía la panza.
Entonces quiso tomarse un té y se lo tomó con taza y todo.
-Un atracón de murciélagos le cae mal a cualquiera
-dijo su mamá, y siguió haciendo tacitas.
8.
9. Desde ese día, Nicolás se pasó todas
las tardes construyendo monstruos,
tanto que poblaron su cuarto entero.
La repisa de arriba se convirtió en el
país de los pura cabeza. Sobre el
baúl de los juguetes desfilaban los
monstruarios: mitad monstruos,
mitad dinosaurios. Y la mesita de luz
era el territorio de los monstruos
marinos, con su doble cabeza y su
cola llena de tentáculos.
10.
11. Una noche un monstruo desconocido visitó a Nicolás en sueños. No
era ninguno de los suyos, eso lo supo enseguida. Jamás hubiera
podido imaginar un ser tan extraño. Sus formas de barro húmedo
cambiaban sin descanso: su boca se ahuecaba para hablar y se
rellenaba para callarse, sus ojos salían de sus
12. Órbitas para mirar y luego se escondían como
pajaritos de reloj cucú. Su nariz emergía como una
pirámide para olfatear y se replegaba de
inmediato. Sus orejas eran grandes pantallas que
nacían con el menor sonido y se fundían con la
cabeza ante el menor silencio.
13. Nico intentó acercarse, pero el monstruo cruzó
de un salto un arroyo violeta largo y finito, y
desapareció en la espesura de árboles amarillos.
14.
15. A la mañana siguiente, Nicolás se levantó con urgencia de arcilla.
Bajó corriendo al patio, hundió la mano en la bolsa y…
Nada, sólo unas míseras migajas de barro.
-¡Maaaa, necesito que me compres arcilla urgente!
-Nico, hoy es sábado, el taller de alfarería esta cerrado.
¿Qué puede ser tan urgente que no puede esperar hasta el lunes?
-el monstruo de mis sueños, ma, tengo que atrapar al monstruo de mis sueños.
16.
17.
18. La mañana se hizo eterna para Nicolás. A las diez intentó dibujar
al monstruo, y no hubo caso. A las once lo quiso armar con sus ladrillitos
de plásticos, y menos. A las doce lo empezó a modelar con el puré
De papas, hasta que le sacaron el plato por jugar con la comida.
19. Esa noche buscó a su monstruo por todos los rincones
del sueño. Lo encontró sentado al borde del arroyo
violeta. Cuando se acercó, al monstruo le aparecieron
unos ojos tristísimos
20. -¿Qué te pasa, monstruo? ¿Por qué estás triste?
Los ojos se le desdibujaron y le asomó una bocota grande que dijo:
-Estoy cansado de ser tan raro. Quiero ser un monstruo normal,
Quiero hablar y llorar y oler y escuchar todo al mismo tiempo.
Su boca se esfumó y sus ojos reaparecieron con grandes lagrimotas.
21. -¿Pero porque una cosa por vez? –preguntó
Nicolás.
-Porque al chico que me imaginó le pareció muy
Divertido que yo cambiara todo el tiempo como un
dibujo animado… ¿Y quién puede hacerse amigos
de esta manera? Nadie quiere tener de amigo a un
monstruo tan incompleto. Ni siquiera yo.
-¿Y no le pediste que te arregle?
-Me soñó una noche y después se aburrió de mí.
Me dicen que ya no le gustan los monstruos, que
Ahora sueña con superhéroes.
22.
23. El monstruo miró el arroyo violeta con tanta tristeza
que Nicolás no lo soportó.
-No me gusta presumir, pero en el país de donde vengo
tengo, bastante fama como creador de monstruos…
las orejotas del monstruo aparecieron para escuchar
sus palabras. Luego se aplanaron y salió la boca:
-¿Podrías ayudarme?
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25. Nicolás se agachó y empezó a escarbar en el piso anaranjado.
-Pero eso no es arcilla, es polimerato sinfónico, ¿no ves que hace
música cuando lo tocás?
-Si yo digo que es arcilla, es arcilla. ¿De quién es este sueño, después
de todo? A ver, ¿Qué tipo de cara te gustaría? ¿Gordita? ¿Alargada?
¿Con un ojo, dos, tres? Puedo hacer hasta cuatro, más no me entran.
-Quiero dos ojos, una boca, una nariz, dos orejas. Todo al mismo
tiempo –dijo el monstruo, temblando de emoción.
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27. -Dalo por hecho.
Nicolás le fabricó una boca como para comerse
mil murciélagos. Orejas para escuchar el susurro
violeta del arroyo. Una nariz perfecta para oler
la lluvia. Ojos dulces para hacerse amigos.
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29.
30. Cuando terminó, él mismo no podía creer en el resultado de su obra:
El monstruo lo miraba, sonreía, lloraba y olfateaba el aire. Todo al
Mismo tiempo.
-Bendita sea la noche en que me crucé en tus sueños… cuando
Vuelvas por acá, no dejes de visitarme. Me vas a encontrar fácil:
Soy el monstruo más común del mundo, el que no deja de sonreír.
31.
32. Hay chicos que enloquecen con el fútbol. Otros aman la computadora.
Algunos se desviven por las películas. Nicolás hace monstruos. Los hace
Lindos, feos, más o menos monstruosos. Sobre todo, los hace felices.