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Violencia
Intrafamiliar
• ¿Qué es?
• Formas de Violencia
• Causas de La Violencia
• Causas de la violencia II parte
• Consecuencias
• Consecuencias II parte
• Factores de Riesgo
• Factores de riesgo II parte
• Categorías de Violencia
• Categorías de violencia II parte
INDICE
• Clasificación de Violencias
• Clasificación de violencia II parte
• Efectos
• Indicadores de Violencia
• Indicadores de violencia II parte
• La Victima
• La victima II parte
• El Agresor
• El agresor II parte
• El agresor III parte
• La Rehabilitación
• Medidas de Protección
• Medidas de protección II parte
• Medidas de protección III parte
• Gracias por su atención
• Imágenes sobre la Violencia Intrafamiliar
I
¿Qué es?
• Por violencia intrafamiliar nos referimos a todas las situaciones o formas de
abuso de poder o maltrato (físico o psicológico) de un miembro de la familia sobre
otro o que se desarrollan en el contexto de las relaciones familiares y que
ocasionan diversos niveles de daño a las víctimas de esos abusos.
• Puede manifestarse a través de golpes, insultos, manejo económico, amenazas,
chantajes, control, abuso sexual, aislamiento de familiares y amistades,
prohibiciones, abandono afectivo, humillaciones o al no respetar las opiniones, son
estas las formas en que se expresa la violencia intrafamiliar, comúnmente en las
relaciones de abuso suelen encontrarse combinadas, generándose daño como
consecuencia de una o varios tipos de maltrato.
• Quienes la sufren se encuentran principalmente en los grupos definidos
culturalmente como los sectores con menor poder dentro de la estructura
jerárquica de la familia, donde las variables de género y generación (edad) han
sido decisivas para establecer la distribución del poder en el contexto de la
cultura patriarcal. De esta manera las mujeres, los menores de edad (niños y
niñas) y a los ancianos se identifican como los miembros de estos grupos en riesgo
o víctimas más frecuentes, a quienes se agregan los discapacitados (físicos y
mentales) por su particular condición de vulnerabilidad. Los actos de violencia
dirigidos hacia cada uno de ellos constituyen las diferentes categorías de la
violencia intrafamiliar.
• Si bien muchas acciones de violencia intrafamiliar son evidentes, otras pueden
pasar desapercibidas, lo fundamental para identificarla es determinar si la pareja
o familia usa la violencia como mecanismo para enfrentar y resolver las
diferencias de opinión. Un ejemplo frecuente es una familia donde cada vez que
dos de sus integrantes tienen diferencias de opinión, uno le grita o golpea al otro
para lograr que "le haga caso" (sea niño, adulto o anciano el que resulte agredido).
I
Formas de Violencia
• Algunas acciones de maltrato entre los miembros de la familia son
evidentes, generalmente las de que tienen implicancia física, otras pueden
pasar desapercibidas, sin embargo todas dejan profundas secuelas. la
violencia intrafamiliar puede adoptar una o varias de las siguientes formas:
violencia física, violencia psicológica, abandono, abuso sexual y abuso
económico.
Violencia física
• La violencia, maltrato o abuso físico es la forma más obvia de violencia, de
manera general se puede definir como toda acción de agresión no accidental
en la que se utiliza la fuerza física, alguna parte del cuerpo (puños, pies,
etc.), objeto, arma o sustancia con la que se causa daño físico o enfermedad
a un miembro de la familia. La intensidad puede variar desde lesiones como
hematomas, quemaduras y fracturas, causadas por empujones, bofetadas,
puñetazos, patadas o golpes con objetos, hasta lesiones internas e incluso la
muerte.
Violencia psicológica
• La violencia psicológica o emocional, de manera general, se puede definir
como un conjunto de comportamientos que produce daño o trastorno
psicológico o emocional a un miembro de la familia. La violencia psicológica no
produce un traumatismo de manera inmediata sino que es un daño que se va
acentuando, creciendo y consolidando en el tiempo. Tienen por objeto
intimidar y/o controlar a la víctima la que, sometida a este clima emocional,
sufre una progresiva debilitación psicológica y presenta cuadros depresivos
que en su grado máximo pueden desembocar en el suicidio.
• Algunas de estas acciones son obvias, otras muy sutiles y difíciles de
detectar, sin embargo todas dejan secuelas. Un caso particular de este tipo
de abuso son los niños testigos de la violencia entre sus padres, los que
sufren similares consecuencias y trastornos a los sometidos a abusos de
I
Causas de La Violencia
• La causa de la aparición y mantención de la violencia intrafamiliar es compleja y
multifactorial, se relacionan con ella actitudes socioculturales como la
desigualdad de género, las condiciones sociales, conflictos familiares, conyugales
y los aspectos biográficos como la personalidad e historia de abusos en la familia
de origen.
• La historia nos muestra que las formas de maltrato familiar existieron desde la
antigüedad en diversas culturas donde los hijos eran considerados propiedad
privada de los padres, estos tenían derecho sobre su vida y muerte, pudiendo
decretar además su estado de libertad o esclavitud.
• Derechos similares poseían los hombres sobre las mujeres, las que se
encontraban ancladas en relaciones de sumisión y dependencia con un limitado rol
a nivel social y donde la violencia masculina era aceptada y tolerada por la
sociedad e incluso por la mujer.
• La violencia ha sido y es utilizada como un instrumento de poder y dominio del
fuerte frente al débil, del adulto frente al niño, del hombre frente a la mujer, su
meta es ejercer control sobre la conducta del otro, lo cual se evidencia en los
objetivos como "disciplinar", "educar", "hacer entrar en razón", "poner límites",
"proteger", "tranquilizar", etc., con que quienes ejercen violencia y también
muchas víctimas intentan justificarla.
• La estructuración de jerarquías que avalan el uso de la fuerza como forma de
ejercicio del poder es uno de los ejes conceptuales del proceso de naturalización
de la violencia el cual históricamente ha dificultado su comprensión y
reconocimiento al instaurar pautas culturales que permiten una percepción social
de la violencia como natural y legítima favoreciendo su mantención.
I
• La naturalización de la violencia suele materializarse en expresiones
populares o mitos que recogen la pauta cultural. La fuerza del mito
radica en que es invulnerable a las pruebas racionales que lo desmienten,
de ese modo las víctimas suelen quedar atrapadas en medio de un
consenso social que las culpabiliza y les impide ser concientes de sus
derechos y del modo en que están siendo vulnerados.
• Las instituciones no son ajenas a la construcción de significados que
estructuran nuestro modo de percibir la realidad y contribuyen a
naturalizar la violencia, pasaron siglos antes de que existieran leyes de
protección a las víctimas; las instituciones educativas durante gran
parte de la historia utilizaron métodos disciplinarios que incluían el
castigo físico; en variadas organizaciones se resisten aún a reconocer el
efecto de la violencia sobre la salud física y psicológica de las personas;
los medios de comunicación continúan exhibiendo violencia
cotidianamente.
• Todo ello, junto a la transmisión de los estereotipos de género a lo cual
también contribuye la familia, forma un conjunto de acciones y
omisiones que tiene como resultado la percepción de la violencia como un
modo natural de resolver conflictos interpersonales y sienta las bases
para el desequilibrio de poder que se plantea en la constitución de
sociedades privadas como el noviazgo, el matrimonio y la convivencia.
• De igual forma, el proceso de invisibilización del problema de la
violencia, relacionado con variados obstáculos epistemológicos
(fundamentos y métodos del conocimiento científico) ha estructurado
las dificultades para identificarla y ha permitido perpetuarla.
• El proceso de invisibilización considera que para que un fenómeno
resulte visible deben existir inscripciones materiales que lo hagan
perceptible, a su vez el observador (en este caso el campo social) debe
disponer de las herramientas o instrumentos necesarios para percibirlo.
I
Consecuencias
• La gravedad de sus consecuencias físicas y psicológicas, tanto para la víctima como para la familia, hacen de la violencia
intrafamiliar un importante problema de salud con intensa repercusión social.
• Para la víctima, las principales consecuencias a nivel físico son cefaleas, dolores de espalda, trastornos
gastrointestinales, disfunciones respiratorias, palpitaciones, hiperventilación y lesiones de todo tipo como
traumatismos, heridas, quemaduras, enfermedades de transmisión sexual y/o embarazos no deseados debido a
relaciones sexuales forzadas, embarazos de riesgo y abortos. Las mujeres maltratadas durante el embarazo tienen
mas complicaciones (hemorragias, infecciones y otras) durante el parto y post-parto y, generalmente, los bebés
nacidos bajo esta situación tienden a ser de bajo peso o con trastornos que ponen en riesgo su supervivencia y con
secuelas que influyen en su crecimiento y desarrollo posterior. Por lo demás la violencia puede acarrear para la víctima
incluso consecuencias letales mediante el homicidio o el suicidio.
• A nivel psicológico se generan efectos profundos tanto a corto como a largo plazo. La reacción inmediata suele ser de
conmoción, paralización temporal y negación de lo sucedido, seguidas de aturdimiento, desorientación y sentimientos de
soledad, depresión, vulnerabilidad e impotencia. Luego los sentimientos de la víctima pueden pasar del miedo a la rabia,
de la tristeza a la euforia, de la compasión de sí misma al sentimiento de culpa. A mediano plazo, pueden presentar
ideas obsesivas, incapacidad para concentrarse, insomnio, pesadillas, llanto incontrolado, mayor consumo de fármacos y
adicciones.
• También puede presentarse una reacción tardía descripta como Síndrome de Estrés Post-traumático, consiste en una
serie de trastornos emocionales, que no necesariamente aparecen temporalmente asociados con la situación que los
originó, pero que constituyen una secuela de situaciones traumáticas vividas, tales como haber estado sometida a
situaciones de maltrato físico o psicológico. Algunos de sus síntomas son: trastornos del sueño (pesadillas e insomnio),
trastornos amnésicos, depresión, ansiedad, sentimientos de culpa, trastornos por somatización, fobias y miedos
diversos, disfunciones sexuales y el uso de la violencia hacia otros como con los propios hijos.
• A nivel social puede ocurrir un deterioro de las relaciones personales, aislamiento social y la pérdida del empleo debido
al incremento del ausentismo y a la disminución del rendimiento laboral.
• Cuando la víctima sea un menor de edad, se generarán además trastornos del desarrollo físico y psicológico que pueden
desembocar en fugas del hogar, embarazo adolescente y prostitución. En el ámbito de la educación aumentará el
ausentismo y la deserción escolar, los trastornos de conducta y de aprendizaje y la violencia en el ámbito escolar.
• Los hijos o menores que sin haber sido víctimas directas de la violencia la han presenciado como testigos sufrirán de
igual forma riesgos de alteración de su desarrollo integral, sentimientos de amenaza (su equilibrio emocional y su salud
física están en peligro ante la vivencia de escenas de violencia y tensión), dificultades de aprendizaje, dificultades en
la socialización, adopción de comportamientos violentos con los compañeros, mayor frecuencia de enfermedades
psicosomáticas y otros trastornos psicopatológicos secundarios.
• A largo plazo estos menores presentarán una alta tolerancia a situaciones de violencia y probablemente serán adultos
maltratadores en el hogar y/o violentos en el medio social ya que es el comportamiento que han interiorizado como
natural en su proceso de socialización primaria, lo que llamamos violencia transgeneracional, En otros ámbitos de la
realidad social los modelos violentos en el contexto privado generan un problema de seguridad ciudadana, al aumentar
la violencia social y juvenil, las conductas antisociales, los homicidios, lesiones y los delitos sexuales. La economía se ve
afectada al incrementarse el gasto en los sectores salud, educación, seguridad y justicia y al disminuir la producción.
• Para el agresor las principales consecuencias serán la incapacidad para vivir una intimidad gratificante con su pareja, el
riesgo de perder a su familia, principalmente esposa e hijos, el rechazo familiar y social, aislamiento y pérdida de
reconocimiento social, riesgo de detención y condena, sentimientos de fracaso, frustración o resentimiento y
dificultad para pedir ayuda psicológica y psiquiátrica.
I
Los efectos de la violencia pueden ubicarse en 6 (seis) niveles de acuerdo a la combinación de dos variables: el
nivel de amenaza percibido por la persona agredida y el grado de habitualidad de la conducta violenta (Sluzki, C.,
Violencia Familiar y Violencia Política, Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad. Paidós, Buenos Aires, 1995.),
estos son:
Disonancia cognitiva
Ataque o fuga
Inundación o Parálisis
Socialización cotidiana
Lavado de cerebro
Embotamiento o Sumisión
Disonancia cognitiva: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de baja intensidad en un contexto o
en un momento inesperado (como la luna de miel). La reacción es de sorpresa, de imposibilidad de integrar el
nuevo dato a la experiencia propia.
Ataque o fuga: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de alta intensidad de un modo abrupto e
inesperado. En estos casos se desencadena una reacción psicofisiológica de alerta, pudiendo reaccionar con una
posición defensiva, escapándose del lugar; u ofensiva, enfrentando la amenaza. La sorpresa obra a modo de
disparador de conductas.
Inundación o Parálisis: Ocurre cuando se produce una situación de violencia extrema, que implica un alto riesgo
percibido para la integridad o la vida. La reacción puede incluir alteraciones del estado de conciencia,
desorientación y ser el antecedente para la posterior aparición del Síndrome de Estrés Post-traumático.
Frecuentemente las víctimas relatan esta experiencia de paralización frente a situaciones tales como amenazas
con armas, intentos de estrangulamiento o violación marital.
Socialización cotidiana: Ocurre cuando las situaciones de maltrato de baja intensidad se transforman en
habituales, se produce el fenómeno de la naturalización. Las víctimas, principalmente mujeres, se acostumbran a
que no se tengan en cuenta sus opiniones, que las decisiones importantes las tome el hombre, a ser humillada
mediante bromas descalificadoras, etc., pasando todas estas experiencias a formar parte de una especie de
telón de fondo cotidiano que tiene efecto anestesiante ante la violencia.
Lavado de cerebro: Cuando las amenazas, coerciones y mensajes humillantes son intensos y persistentes, la
víctima suele incorporar esos mismos argumentos y sistemas de creencias como un modo defensivo frente a la
amenaza potencial que implicaría defenderse o refutarlos, cree que la obediencia automática la salvará del
sufrimiento. Llegado a este punto, asume y puede repetir ante quien intente ayudarla, que ella tiene toda la
culpa, que se merece el trato que recibe, etc.
Embotamiento o Sumisión: Cuando las experiencias aterrorizantes son extremas y reiteradas, el efecto es un
"entumecimiento psíquico" en el que las víctimas se desconectan de sus propios sentimientos y se vuelven
I
Factores de Riesgo
• Existen factores de riesgo y situaciones de especial vulnerabilidad que explicarían por qué en
contextos similares, en ocasiones se producen situaciones de violencia y en otras no. La
identificación de estos factores, asociados con las distintas formas que adopta la violencia
intrafamiliar resulta decisiva a la hora de elaborar propuestas o realizar alguna intervención,
tanto en lo que respecta a la atención del problema como a su prevención. Los factores riesgo
no son los causantes de la violencia pero inciden en su aparición y mantención.
• Si bien cualquier persona puede verse afectada por la violencia intrafamiliar, ya que esta se
da en todas las culturas, sin distinción de sexo, edad, raza, religión o clase social, el ser
mujer, menor de edad, discapacitado o adulto mayor y encontrarse en una relación de pareja
con desequilibrio de poder o al interior de una familia de estructura rígida, con un alto grado
de control entre sus miembros y con valores culturales que favorezcan una división jerárquica
vertical y autocrática; supone un mayor riesgo de sufrirla pues se es más vulnerable mientras
menor poder se tiene dentro de la estructura jerárquica familiar o al ser física y/o
psicológicamente dependiente.
• Aunque dado el bajo índice de detección, probablemente muchas víctimas de maltrato no
respondan a un perfil determinado, en la persona, principalmente mujer, con mayor riesgo de
convertirse en víctima se pueden encontrar características como: un bajo nivel cultural y
educacional, baja autoestima, actitudes de sumisión y dependencia debido a una concepción
rígida y estereotipada del papel del hombre y la mujer, nivel socioeconómico de pobreza (de
gran relevancia en cuanto a medios y posibilidades para poder escapar o no de una situación
de violencia) y un aislamiento social que impide acceder a fuentes de apoyo externas ya sean
familiares o comunitarias; además podrían presentarse situaciones de consumo o dependencia
de alcohol o drogas.
• El embarazo también suele representar una mayor proporción de riesgo, en muchas ocasiones
el primer episodio de agresión física ocurre en ese período pues el agresor lo percibe como
una amenaza para su dominio, esto genera un mayor número de abortos, complicaciones en el
embarazo, partos prematuros y retrasos en la asistencia.
• El factor que más se relaciona con las mujeres maltratadas y a la vez uno de los más
claramente vinculados con la aparición de conductas agresivas en el hombre hace referencia
a la historia, vivencias de violencia o exposición a la misma que hayan tenido en la niñez o
adolescencia, en sus respectivas familias de origen, ya sea como víctimas directas de
maltrato o como testigos de actos violentos. La violencia puede transmitirse de una
generación a otra al repetir modelos basados en pautas culturales que mantienen la
desigualdad entre los géneros y la legitiman, tanto en la crianza de los hijos, como en las
I
• Otros factores que incrementan el riesgo y están asociados al agresor, principalmente
hombre son: el consumo y la dependencia de sustancias psicoactivas como las drogas y el
alcohol que pueden extremar la personalidad, la tensión o el stress que genera el desempleo,
la inestabilidad laboral y las crisis económicas o afectivas, estados depresivos profundos,
baja autoestima, un bajo nivel cultural, educacional y socioeconómico, ya que aunque la
violencia no hace distinción de clases sociales, la pobreza acarrea un stress social al que
contribuyen situaciones como el hacinamiento y las dificultades económicas.
• Si bien el agresor es generalmente un individuo sin trastornos psicopatológicos evidentes la
violencia puede emerger de cualquier estructura de personalidad psicótica (no tiene
verdadera conciencia de sus actos), psicopática o perversa (autoritarios, narcisistas y
manipuladores, no sienten culpa) o neurótica (pueden actuar impulsivamente como una manera
de compensar frustraciones y luego arrepentirse), siendo por lo general mas grave cuando
mayor sea el trastorno.
• Existen otras situaciones como el embarazo precoz o no deseado, las depresiones post parto,
la ignorancia o incomprensión de las necesidades (fundamentalmente de ancianos,
discapacitados u otros miembros de la familia dependientes o semidependientes) y el
cansancio o agobio por el exceso de tareas a atender, que son claros factores de riesgo para
la aparición de abusos y negligencias.
• Algunos factores como la inadecuada respuesta institucional y/o comunitaria a los casos de
violencia intrafamiliar debido a la naturalización de la violencia o a la falta de capacitación o
formación, la ausencia de legislación adecuada o dificultades en la aplicación de la existente y
la ausencia de redes comunitarias de apoyo generan también un riesgo importante al actuar
como elementos perpetuadores de la violencia.
I
Categorías de Violencia
CATEGORÍAS DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
• Las categorías de la violencia intrafamiliar se definen según el contexto en que ocurren los actos y
fundamentalmente de acuerdo a la identidad de la víctima, la que generalmente se encuentra dentro de los
grupos definidos culturalmente como los de menor poder en la estructura jerárquica de la familia.
• Dado que en el marco de una cultura patriarcal las variables decisivas para establecer la distribución del
poder son género y edad, los miembros de la familia en mayor riesgo y quienes son las víctimas más
frecuentes determinan las distintas categorías de la violencia intrafamiliar, estas son: La violencia hacia la
mujer (y en la pareja), el maltrato infantil, el maltrato al adulto mayor y la violencia hacia los discapacitados
(físicos y mentales), estos últimos se consideran como una categoría individual dada su particular condición
de vulnerabilidad.
Violencia hacia la mujer y en la pareja
• La violencia en la pareja constituye una de las modalidades más frecuentes y relevantes entre las categorías
de la violencia intrafamiliar. Es una forma de relación de abuso entre quienes sostienen o han sostenido un
vínculo afectivo relativamente estable, incluyendo relaciones de matrimonio, noviazgo, pareja (con o sin
convivencia) o los vínculos con ex parejas o ex cónyuges. Se enmarca en un contexto de desequilibrio de
poder e implica un conjunto de acciones, conductas y actitudes que se mantienen como estilo relacional y de
interacción imperante en la pareja donde una de las partes, por acción u omisión, ocasiona daño físico y/o
psicológico a la otra.
• La violencia en la pareja es ejercida mayoritariamente hacia la mujer, realidad que es constatable y cruda, a
nivel de estudios e investigaciones en casi la totalidad de los países que registran algún dato al respecto, se
señala que en al menos el 75% de los casos esta se presenta como una acción unidireccional del hombre hacia
la mujer y salvo un 2% (razón por la cual no es considerado un problema social) representativo de los casos
en que son los varones los agredidos física y en su mayoría psicológicamente, el porcentaje restante hace
referencia a la violencia bidireccional (también denominada recíproca o cruzada) que es aquella donde ambos
miembros de la pareja se agreden mutuamente. Se debe resaltar que para utilizar esta última clasificación,
es necesario que exista simetría en los ataques y paridad de fuerzas físicas y psicológicas entre los
involucrados.
• Las cifras explican y justifican los esfuerzos e iniciativas que apuntan a la mujer como víctima principal y
dado que el espacio de mayor riesgo de una mujer para sufrir violencia es su propio hogar, contrario al de los
hombres para quienes el espacio de mayor riesgo es la calle, en la variada literatura existente al referirse a
la violencia hacia la mujer en el contexto doméstico o al interior de la pareja se suelen utilizar los conceptos
de violencia doméstica, violencia conyugal e incluso violencia intrafamiliar.
• La violencia sobre la mujer puede tomar muchas formas, desde las más sutiles y difíciles de diferenciar
hasta las más brutales. Puede ocurrir en cualquier etapa de su vida, incluyendo el embarazo y afectar tanto
su nivel físico como mental.
I
• La violencia hacia el varón al interior de la pareja, dada la excepcionalidad de los casos, no se consideran un
problema social y menos una categoría específica de la violencia intrafamiliar. Todo lo anterior a los ojos de
un hombre que sufre maltratos puede resultar irrelevante, además se debe considerar que gran parte de los
resultados expuestos se basan en la cantidad y tipo de denuncias recibidas y es un hecho establecido que el
hombre agredido en general no denuncia las situaciones de maltrato.
• En que no se produzcan estas denuncias influyen la ignorancia de la ley, la escasez de instituciones
relacionadas dirigidas a los varones, su prejuicio hacia la imparcialidad de los, y principalmente, las
profesionales (asistentes sociales, psicólogas, etc.), pero son determinantes los aspectos socioculturales
como el machismo y la vergüenza, consecuencia de una ideología patriarcal de estereotipos rígidos con
respecto a lo que se espera del varón dentro de la relación de pareja. Otras razones, y que también limitan a
la mujer, son el amor a la pareja, a los hijos o el temor a las consecuencias económicas y judiciales que puede
implicar una separación.
Maltrato infantil
• El maltrato infantil, de manera general, puede definirse como todo acto no accidental, único o repetido, que
por acción u omisión (falta de la respuesta o acción apropiada) provoca daño físico o psicológico a una persona
menor de edad, ya sea por parte de sus padres, otros miembros de la familia o cuidadores que, aunque
externos a la familia, deben ser supervisados por esta.
• El maltrato infantil incluye el abandono completo o parcial y todo comportamiento o discurso adulto que
infrinja o interfiera con los Derechos del Niño (Declaración Universal de la ONU, 1959). La violencia, ya sea
física, sexual o emocional es una de las más graves infracciones a estos derechos, por las consecuencias
inmediatas, a mediano y largo plazo que generan en el desarrollo del menor.
• Dentro de esta categoría podemos clasificar también el abuso fetal que ocurre cuando la futura madre
ingiere, deliberadamente, alcohol o drogas, estando el feto en su vientre. Producto de lo cual el niño(a) puede
nacer con adicciones, malformaciones o retraso severo, entre otros problemas.
Violencia hacia el adulto mayor
• La violencia o el maltrato al adulto mayor, de manera general, puede definirse como todo acto no accidental,
único o repetido, que por acción u omisión (falta de la respuesta o acción apropiada) provoca daño físico o
psicológico a una persona anciana, ya sea por parte de sus hijos, otros miembros de la familia o de
cuidadores que, aunque externos a la familia, deben ser supervisados por esta. Estas situaciones de maltrato
son una causa importante de lesiones, enfermedades, pérdida de productividad, aislamiento y desesperación.
• El maltrato hacia los ancianos es producto de una deformación en nuestra cultura, que siente que lo viejo es
inservible e inútil. Los ancianos son sentidos como estorbos o como una carga que se debe llevar a cuestas
además de la familia a sostener, por eso no es de extrañar que el tipo más frecuente de maltrato sea el
abandono y la falta de cuidados.
• Por otra parte la ausencia de registros o estimaciones reales de la dimensión de este problema, así como la
escasez de denuncias, debido al miedo, la depresión, la incapacidad de moverse por si mismos y la poca
credibilidad, ha permitido que este fenómeno sea casi invisible.
Violencia hacia los discapacitados
• La violencia o el maltrato a los discapacitados, de manera general, puede definirse como todo acto que por
acción u omisión provoca daño físico o psicológico a personas que padecen temporal o permanentemente una
disminución en sus facultades físicas, mentales o sensoriales, ya sea por parte de miembros de la familia o
de cuidadores que, aunque externos a la familia, deben ser supervisados por esta. Este tipo de violencia
I
Clasificación de Violencias
Físicas y Psicológicas
La violencia psicológica presenta características que permiten clasificarla en tres
categorías:
Maltrato: puede ser pasivo (definido como abandono) o activo que consiste en un
trato degradante continuado que ataca la dignidad de la persona. Generalmente
se presenta bajo la forma de hostilidad verbal, como gritos, insultos,
descalificaciones, desprecios, burlas, ironías, críticas permanentes y amenazas.
También se aprecia en actitudes como portazos, abusos de silencio, engaños,
celotipia (celos patológicos), control de los actos cotidianos, bloqueo de las
iniciativas, prohibiciones, condicionamientos e imposiciones.
Acoso: se ejerce con una estrategia, una metodología y un objetivo, la víctima es
perseguida con críticas, amenazas, injurias, calumnias y acciones para socavar su
seguridad y autoestima y
• lograr que caiga en un estado de desesperación, malestar y depresión que la haga
abandonar el ejercicio de un derecho o someterse a la voluntad del agresor.
• Para poder calificar una situación como acoso tiene que existir un asedio
continuo, una estrategia de violencia (como cuando el agresor se propone
convencer a la víctima que es ella la culpable de la situación) y el consentimiento
del resto del grupo familiar (auque también de amigos o vecinos) que colaboran o
son testigos silenciosos del maltrato, ya sea por temor a represalias, por
satisfacción personal o simplemente por egoísmo al no ser ellos los afectados.
• El acoso afectivo, que forma parte del acoso psicológico, es una situación donde el
acosador depende emocionalmente de su víctima, le roba la intimidad, la
tranquilidad y el tiempo para realizar sus tareas y actividades, interrumpiéndola
constantemente con sus demandas de cariño o manifestaciones continuas,
exageradas e inoportunas de afecto. Si la víctima rechaza someterse a esta
forma de acoso, el agresor se queja, llora, se desespera, implora y acude al
chantaje emocional como estrategia, amenazando a la víctima con retirarle su
afecto o con agredirse a si mismo, puede llegar a perpetrar intentos de suicidio u
I
Manipulación: es una forma de maltrato psicológico donde el agresor desprecia el valor de la
víctima como ser humano negándole la libertad, autonomía y derecho a tomar decisiones
acerca de su propia vida y sus propios valores. La manipulación hace uso del chantaje
afectivo, amenazas y críticas para generar miedo, desesperación, culpa o vergüenza. Estas
actitudes tienen por objeto controlar u obligar a la víctima según los deseos del manipulador.
Abandono
• El abandono se manifiesta principalmente hacia los niños, adultos mayores y discapacitados,
de manera general, se puede definir como el maltrato pasivo que ocurre cuando sus
necesidades físicas como la alimentación, abrigo, higiene, protección y cuidados médicos,
entre otras, no son atendidas en forma temporaria o permanente. El abandono también puede
ser emocional, este ocurre cuando son desatendidas las necesidades de contacto afectivo o
ante la indiferencia a los estados anímicos.
Abuso sexual
• El abuso sexual dentro de una relación de pareja, de manera general se puede definir como la
imposición de actos o preferencias de carácter sexual, la manipulación o el chantaje a través
de la sexualidad, y la violación, donde se fuerza a la mujer a tener relaciones sexuales en
contra de su voluntad, esta última acción puede ocurrir aún dentro del matrimonio pues este
no da derecho a ninguno de los cónyuges a forzar estas relaciones y puede desencadenar la
maternidad forzada a través de un embarazo producto de coerción sexual.
• El abuso sexual afecta también a niños y adolescentes cuando un familiar adulto o un
cuidador los utiliza para obtener algún grado de satisfacción sexual. Estas conductas
abusivas pueden implicar o no el contacto físico, su intensidad puede variar desde el
exhibicionismo, el pedido de realizar actividades sexuales o de participar en material
pornográfico, hasta la violación. Discapacitados y adultos mayores pueden verse afectados de
igual forma, al ser violentados sexualmente por familiares o cuidadores sirviéndose de su
incapacidad física o mental.
Abuso económico
• El abuso económico ocurre al no cubrir las necesidades básicas de los miembros de la familia
en caso de que esto corresponda, como con los hijos menores de edad y estudiantes, la mujer
que no posee trabajo remunerado, los adultos mayores u otros miembros dependientes.
También sucede cuando se ejerce control, manipulación o chantaje a través de recursos
económicos, se utiliza el dinero, propiedades y otras pertenencias de forma inapropiada o
ilegal o al apropiarse indebidamente de los bienes de otros miembros de la familia sin su
consentimiento o aprovechándose de su incapacidad. I
Efectos
Los efectos de la violencia pueden ubicarse en 6 (seis) niveles de acuerdo a la combinación de dos variables: el
nivel de amenaza percibido por la persona agredida y el grado de habitualidad de la conducta violenta
(Sluzki, C., Violencia Familiar y Violencia Política, Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad. Paidós, Buenos
Aires, 1995.), estos son:
Disonancia cognitiva
Ataque o fuga
Inundación o Parálisis
Socialización cotidiana
Lavado de cerebro
Embotamiento o Sumisión
Disonancia cognitiva: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de baja intensidad en un contexto o en
un momento inesperado (como la luna de miel). La reacción es de sorpresa, de imposibilidad de integrar el
nuevo dato a la experiencia propia.
Ataque o fuga: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de alta intensidad de un modo abrupto e
inesperado. En estos casos se desencadena una reacción psicofisiológica de alerta, pudiendo reaccionar con
una posición defensiva, escapándose del lugar; u ofensiva, enfrentando la amenaza. La sorpresa obra a modo
de disparador de conductas.
Inundación o Parálisis: Ocurre cuando se produce una situación de violencia extrema, que implica un alto riesgo
percibido para la integridad o la vida. La reacción puede incluir alteraciones del estado de conciencia,
desorientación y ser el antecedente para la posterior aparición del Síndrome de Estrés Post-traumático.
Frecuentemente las víctimas relatan esta experiencia de paralización frente a situaciones tales como
amenazas con armas, intentos de estrangulamiento o violación marital.
Socialización cotidiana: Ocurre cuando las situaciones de maltrato de baja intensidad se transforman en
habituales, se produce el fenómeno de la naturalización. Las víctimas, principalmente mujeres, se
acostumbran a que no se tengan en cuenta sus opiniones, que las decisiones importantes las tome el hombre,
a ser humillada mediante bromas descalificadoras, etc., pasando todas estas experiencias a formar parte de
una especie de telón de fondo cotidiano que tiene efecto anestesiante ante la violencia.
Lavado de cerebro: Cuando las amenazas, coerciones y mensajes humillantes son intensos y persistentes, la
víctima suele incorporar esos mismos argumentos y sistemas de creencias como un modo defensivo frente a
la amenaza potencial que implicaría defenderse o refutarlos, cree que la obediencia automática la salvará del
sufrimiento. Llegado a este punto, asume y puede repetir ante quien intente ayudarla, que ella tiene toda la
culpa, que se merece el trato que recibe, etc.
Embotamiento o Sumisión: Cuando las experiencias aterrorizantes son extremas y reiteradas, el efecto es un
"entumecimiento psíquico" en el que las víctimas se desconectan de sus propios sentimientos y se vuelven
sumisas al extremo. En estos casos, la justificación de la conducta del agresor y la autoinmolación alcanzan
niveles máximos. I
Indicadores de Violencia
INDICADORES DE MALTRATO
• La violencia intrafamiliar es un problema social que todos debemos conocer y enfrentar,
afecta a un alto porcentaje de familias, sin distinción de niveles sociales, económicos o
culturales. A las víctimas les cuesta mucho relatar lo que les sucede pues tienen miedo,
vergüenza y por lo general, tienden a culparse de la situación.
• Desde la posición de víctima suele ser fácil detectar las acciones de maltrato físico o sexual
pues producen dolor y daños evidentes. Detectar la violencia psicológica o emocional puede
ser mas complejo porque a menudo desarrollamos mecanismos psicológicos que ocultan la
realidad cuando esta nos resulta excesivamente desagradable, sin embargo el sorprenderse
realizando determinados actos o en ciertas situaciones puede evidenciar el hecho.
• Si sufres en silencio una situación dolorosa, esperas que las cosas se solucionen por sí mismas
o que el agresor deponga espontáneamente su actitud; si deseas que alguien acuda en tu
ayuda; si te sorprendes haciendo algo que no quieres hacer, que va contra tus principios o que
te desagrada y te sientes incapaz de negarte o; si has llegado a la conclusión de que la
situación dolorosa que sufres no tiene solución y que lo mereces porque te lo has buscado;
podrías considerar que estás siendo víctima de abuso, manipulación y/o acoso psicológico.
• Detectar la violencia, física y/o emocional, que sufre otra persona es generalmente más fácil
si nos preocupamos de observar y escuchar. Todos los seres humanos expresamos los
sufrimientos, temores o problemas de algún modo. Muchas víctimas no delatarán a su agresor
abiertamente por temor a represalias o a empeorar la situación, es el caso de mujeres y niños
que además dependen de él. Otras, como los ancianos o los discapacitados, pueden no contar
con la capacidad de expresión para denunciar lo que les sucede, sin embargo existen varios
indicadores o señales que permiten detectar una posible situación de violencia intrafamiliar.
Indicadores físicos: Los indicadores físicos son frecuentemente más visibles, aparecen en forma
de lesiones físicas, generalmente múltiples, hematomas, arañazos, mordeduras, quemaduras e
irritaciones en la piel, marcas y cicatrices en el cuerpo, fracturas, dislocaciones, torceduras,
movilidad y/o pérdida de los dientes. Si la víctima ha sido abusada sexualmente pueden
presentar además enfermedades de transmisión sexual, irritaciones o hemorragias en la zona
genital o anal y dificultad para caminar o sentarse, situación que es aún más evidente cuando
el afectado es un niño(a).
• Cuando el maltrato consiste en el abandono o la falta de atención a las necesidades físicas
suelen haber síntomas de desnutrición, deshidratación, falta de higiene corporal y dental y
enfermedades, generalmente de tipo respiratorio o dermatológico de frecuente aparición en
ancianos, discapacitados y niños que carecen de cuidados. I
Indicadores emocionales y conductuales: Estos indicadores se presentan en forma
de llanto, sentimientos de culpa o vergüenza, temor, tristeza, angustia, depresión,
ansiedad, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, olvidos o falta de
concentración, confusión, desorientación y aislamiento, enfermedades como la
anorexia y la bulimia, baja autoestima, ideas o conductas suicidas.
• Cuando la víctima es un niño(a) pueden presentarse además problemas en el
lenguaje, cambios bruscos e inesperados de conducta, temor al contacto con
adultos o rechazo a determinadas personas o situaciones, resistencia al contacto
físico, alteraciones del sueño, del apetito o de la evacuación, agresividad,
retraimiento, aislamiento, erotización de la conducta y de las relaciones, baja
inesperada del rendimiento escolar, lenguaje y comportamientos que denotan el
conocimiento de actos sexuales inapropiados a su edad y fugas del hogar. Se debe
estar atento además a expresiones como: "Estuve solo todo el fin de semana", "mi
hermano no me dejó dormir anoche", "la niñera me estuvo molestando", "El Sr. X
usa calzoncillos divertidos" que puedan dar señales indirectas de abuso.
• Una víctima de maltrato físico o emocional, convencida de que su caso no tiene
solución, puede desarrollar mecanismos de defensa, inconscientes y mecánicos,
para adaptarse a la situación y lograr su supervivencia, existen varios indicadores
en su forma comportarse:
• Mantiene una relación con su agresor al que agradece intensamente sus pequeñas
amabilidades; suele negar que haya violencia contra ella y si la admite la justifica;
niega que sienta ira o malestar hacia el agresor; está siempre dispuesta a
mantenerlo contento; intenta averiguar lo que piensa y lo que desea, llegándose a
identificar con él. Cree que las personas que desean ayudarla están equivocadas y
que su agresor tiene la razón y la protege. Le resulta difícil abandonarlo y tiene
miedo de que regrese por ella aún cuando este se encuentre en la cárcel o incluso
muerto.
• El reconocimiento de estos síntomas puede permitir la identificación, el
tratamiento precoz y la prevención de problemas futuros, por lo que ante la
menor aparición o sospecha de maltrato es imprescindible una seria investigación,
si bien esta corresponde a las autoridades, todos podemos y debemos tomar
ciertas medidas de reacción. I
La Victima
• De acuerdo al concepto de violencia intrafamiliar, quienes la sufren se
encuentran principalmente en los grupos definidos culturalmente como los
sectores con menor poder dentro de la estructura jerárquica de la familia como
las mujeres, los menores de edad (niños y niñas), los ancianos y los
discapacitados.
• Un factor común en quienes han sufrido situaciones de violencia en la infancia,
sean hombres o mujeres es la baja autoestima. Esta, por efecto de la
socialización de género se manifiesta de manera distinta según el sexo: en las
mujeres incrementa los sentimientos de indefensión, originados tras los intentos
fallidos de salida de la situación de maltrato, y la culpabilidad; en los hombres,
activa mecanismos de sobrecompensación que lo llevan a estructurar una imagen
externa dura.
• En un nivel emocional la víctima posee sentimientos de desesperanza, se percibe a
sí misma sin posibilidades de salir de la situación en la que se encuentra. Tiene
una idea hipertrofiada acerca del poder del agresor, el mundo se le presenta
como hostil y cree que nunca podrá valerse por sí misma.
• En general la víctima suele sentir vergüenza por los actos de violencia de su
pareja, actitud denominada "delegaciones emocionales" (Ravazzola M.C., Historias
Infames: Los Maltratos en las Relaciones. Paidós, Buenos Aires, 1998) y definida
como aquella circunstancia en las que un miembro de la familia siente el malestar
que debiera sentir otro. De igual forma suelen sentirse culpables del fracaso de
su relación, atribuyéndose muchas veces la responsabilidad de ser maltratadas
mediante las mismas justificaciones que utiliza el agresor, reforzando así sus
conductas.
• Cuando el maltrato es muy grave y prolongado la víctima puede tener ideas de
suicidio o de homicidio, se refuerzan los sentimientos de desvalorización y
comienza a verse a sí misma como inútil, tonta o loca, tal como se le repite
constantemente. Muchas veces puede llegar a dudar de sus propias ideas o
percepciones, esta pérdida de confianza le dificulta excesivamente tomar
decisiones aún aquellas del ámbito más cotidiano y doméstico.
I
• En la dimensión conductual, la víctima tiende al aislamiento y a ocultar al entorno,
lo que vive en su relación de pareja y/o familiar. Suele tener conductas
temerosas y expresar dependencia y sumisión, experimenta un verdadero
conflicto entre su necesidad de expresar sus sentimientos y el temor que le
provoca la posible reacción de su agresor. Al mismo tiempo, mantiene diversas
conductas de apoyo, cuidado y protección hacia su agresor. Su comportamiento
puede aparecer contradictorio y expresa ambivalencias (por ejemplo, denunciar el
maltrato y luego retirar la denuncia).
• La víctima tiende a ubicarse en un lugar secundario o postergado en sus
relaciones, en este sentido se orienta a los otros, percibiéndose poco central o
protagónica en los sistemas en que vive, por el contrario, atribuye a su agresor un
gran poder, lo asume como dueño de la verdad, le atribuye autoridad y
frecuentemente justifica los abusos, ya sea por sentirse responsable de ellos o
porque asume que al haber sido su agresor víctima de otros abusos, queda
liberado de su responsabilidad.
• Otras características, al no ser generales, son identificadas como factores de
riego, entre ellas el bajo nivel cultural y educacional, nivel socioeconómico de
pobreza, de gran relevancia en cuanto a medios y posibilidades para poder
escapar o no de una situación de violencia y un aislamiento social que le impide
acceder a fuentes de apoyo externas ya sean familiares o comunitarias.
• La represión de las necesidades emocionales lleva a menudo a canalizar la
expresión de lo reprimido a través de síntomas psicosomáticos. A nivel
sintomático lo más frecuente es encontrar depresión (abierta o larvada), las
personas que viven violencia se sienten prisioneras entre la agresión y la
impotencia. Por otra parte es frecuente el aumento del consumo de alcohol y
drogas como parte de las conductas autodestructivas o de las anestesiadoras.
• También se encuentra presente la sintomatología de stress post-traumático,
cuyos componentes principales son la tendencia a volver a experimentar el
trauma, expresado en pensamientos recurrentes, sueños e imágenes y
sentimientos que aparecen en forma súbita, pérdida de interés por el mundo
externo, por las actividades, sentir a las personas como extraños, inexpresividad
afectiva, estado de hipervigilancia, trastornos del sueño, dificultad deI
El Agresor
• Los agresores presentan ciertas características que contribuyen a describir cómo se
va organizando su comportamiento y los mecanismos que le permiten mantener su
posición. Frecuentemente quienes están involucrados en relaciones violentas muestran
un alto porcentaje de contextos violentos en sus familias de origen. Los agresores
suelen haber sido maltratados o abandonados en su infancia o, al menos, testigos de
actos de violencia intrafamiliar. La violencia en la familia de origen ha servido de
modelo de resolución de conflictos interpersonales y ha ejercido el efecto de
normalización de la violencia. La recurrencia de tales conductas, percibidas a lo largo
de la vida, las ha convertido en algo corriente, a tal punto que muchos agresores no
comprenden cuando se les señala que sus conductas ocasionan daño.
• El agresor, tanto el que maltrata a su pareja como a sus hijos u otros familiares, suele
ser una persona de baja autoestima, pobre control de impulsos y sin trastornos
psiquiátricos evidentes (aunque suele tener una fuerte tendencia a confundir sus
suposiciones imaginarias, como los celos, con la realidad), por tanto su objetivo no es
satisfacer algún tipo de necesidad sádica o psicopática que proporcione placer a través
del sometimiento del otro, sino emplear un recurso definitivo que le permita instaurar
o mantener el poder y control en la relación de pareja o familiar.
• El agresor tiende a eludir su responsabilidad a través de medios como la
externalización, mediante la cual justifica su actuar con extensas listas de razones o
culpando a fuerzas externas; y la negación, que le permite identificar a otros como los
causantes del problema y desligarse de las acciones necesarias para superar sus
dificultades. En el caso del abuso sexual el agresor tiene plena conciencia de su actuar
por lo que niega o encubre su conducta para poder mantenerla. Todo lo anterior como
una manera de proyección de la responsabilidad y la culpa.
• El aislamiento social tiende a ser una imposición a sí mismo pues percibe el entorno más
próximo como una amenaza a su necesidad de ejercer control, a pesar de esto suele
proyectar una imagen de excelente cónyuge, pareja, padre o hijo, al adoptar
modalidades conductuales disociadas: en el ámbito público se muestra como una
persona equilibrada, en la mayoría de los casos no trasunta en su conducta nada que
haga pensar en actitudes violentas, haciendo menos creíble una eventual denuncia. En
el ámbito privado, en cambio, se comporta de modo amenazante, utiliza agresiones
verbales y físicas, como si se tratase de otra persona. Su conducta es posesiva y se
I
• Existen otras características que aunque principalmente se orientan a las víctimas, algunas
son asociadas al agresor, sin embargo al no ser generales, son identificadas como factores de
riego.
Abusador infantil
• Las características generales, si bien no son suficientes para elaborar un perfil, suelen ser
comunes a los agresores. En cuanto a quien ejerce violencia hacia un menor de edad, además
de ellas, se puede agregar que este suele ser el padre o la madre del niño(a), en ocasiones
pueden ejercerla ambos, en todo caso generalmente será un conocido o familiar, sin que
exista otro rasgo específico de su personalidad. Puede que ni siquiera desearan ser padres,
en otras oportunidades serán padres muy permisivos que se ven sobrepasados por los
niños(as) al no fijar normas claras y mantenerlas en el tiempo, luego al no poder validar su
autoridad recurren a gritos, descalificaciones e incluso golpes.
• En cuanto a su comportamiento, además de lo expresado en las características generales,
rutinariamente emplean una disciplina inapropiada para la edad y condición del niño(a), tienen
expectativas irreales en cuanto él y demuestran falta de preparación o inexperiencia en el
ejercicio de la paternidad responsable.
Hombre que agrede a la mujer
• Generalmente en una situación de violencia al interior de la pareja se identifica al hombre
como el miembro de la familia que la ejerce, estos se caracterizan por su inexpresividad
emocional y la escasa habilidad para la comunicación verbal de sus sentimientos. Tienen miedo
de perder a su pareja (miedos de dependencia), el cual generalmente reprimen y la perciben a
ella como la
• causante del hecho de sentirse amenazados. Esta expresión inadecuada de emociones, que
enmascara como rabia o enfado la mayor parte de los miedos, ansiedades e inseguridades
responde a lo difícil que le resulta observarse y cuestionarse a sí mismo (resistencia al
autoconocimiento) debido a la internalización de un modelo masculino tradicional donde se
posiciona al hombre en una situación de privilegio sobre la mujer, en los ámbitos político,
jurídico, económico, psicológico, cultural y social y se validan los mitos de superioridad del
hombre en los aspectos biológico, intelectual, sexual y emocional. Estas ideas suelen ser
cerradas, con pocas posibilidades reales de ser revisadas debido a una percepción rígida y
estructurada de la realidad.
• De una manera más específica, los hombres que ejercen violencia hacia su pareja han sido
clasificados en dos categorías: Cobras o Pit Bulls (concepto muy resistido por quienes gustan
de esta raza de perros). I
• "La cobra es una serpiente, tranquila y concentrada antes de atacar a sus víctimas con poco o
ningún aviso. La furia del Pit bull arde lentamente y crece, una vez que sus dientes se hunden
en su víctima, no la sueltan" (Jacobson, N.; Gottman J., When Men Batter Women: New
insights into ending abusive relationships. Simon & Schuster, New York, 1998).
• A los hombres Pit bull sus miedos de dependencia los llevan a monitorear cada movimiento de
su pareja, sus celos los hacen ver traición en cada uno de ellos y esto los enfurece, cuando su
rabia se torna violenta parecen perder el control y atacan, incluso públicamente.
• Los hombres Cobra son fríos y calculadores, suelen presentar rasgos criminales y
antisociales, su violencia nace de una necesidad patológica de cumplir su objetivo de ser el
jefe y estar seguro de que todos, especialmente sus esposas o parejas, lo sepan y actúen de
acuerdo a ello, cuando piensan que su autoridad ha sido retada luchan rápidamente y con
furia llegando a amenazar con cuchillos o armas de fuego. Aunque tienen mayor control que
los Pit Bulls, suelen ser más violentos y dirigen su agresividad no solo hacia quienes aman,
como los Pit bulls, sino que también a extraños, animales, amigos o compañeros de trabajo,
calmándose internamente mientras su violencia aumenta.
• Las historias de vida de los Cobras y los Pit Bulls también tienden a ser diferentes, los
primeros casi siempre tuvieron infancias traumáticas y violentas, con participación en actos
delictuales y experiencias personales de abuso de alcohol y drogas. Los Pit Bulls son menos
propensos a tener historial criminal y presentan mayor probabilidad de provenir de hogares
violentos, en general suelen presentar mejor potencial de rehabilitación que los Cobras.
• De acuerdo a su personalidad, los agresores también han sido divididos en (Dutton, D.;
Golant, S., El golpeador: Un perfil psicológico. Paidos, Barcelona, 1997):
Básicos o perfil básico del maltratador
Psicopáticos
Hipercontroladores
• Básicos: Cíclicos, emocionales con episodios esporádicos y remordimientos, estados de ánimo
variables y de cambios intensos, inseguros, impulsivos, con pobres relaciones interpersonales.
• Psicopáticos: Con personalidad antisocial, generalmente con antecedentes penales y violencia
en otros contextos, agresión indiferenciada, ausencia de respuestas emocionales,
manipulación interesa de los demás, adicciones, agresividad en general, irresponsabilidad
persistente.
• Hipercontroladores: Con personalidad paranoide, necesidad de control sobre su pareja,
desconfianza y sospecha generalizada, celos, percepciones de persecución o complot, control
del entorno preventivo, acciones violentas planificadas
I
La Rehabilitación
• La rehabilitación es un proceso que debe comprender tanto a agresores como a víctimas, las personas que
han experimentado un evento de violencia intrafamiliar, sufren en un primer momento un estado emocional
de crisis, el cual debe ser tratado psicológicamente por personal especializado que le permita recuperar su
estabilidad emocional, de igual forma se debe realizar la atención de seguimiento psicológico a los eventos de
crisis, a través de lo cual se logra una comprensión amplia del problema por parte de las personas que lo
sufren, y es un preámbulo para la incorporación a las sesiones de terapia grupal.
• Las personas que han sufrido una o varias experiencias de violencia intrafamiliar, así como aquellas que
generan la violencia, necesitan dentro de su tratamiento emocional, incorporase a grupos terapéuticos y de
auto ayuda, en los cuales se desarrollan técnicas conjuntas entre personas que han experimentado el mismo
problema (víctima-víctima o agresor-agresor, la terapia víctima-agresor suele estar contraindicada),
logrando conocer la experiencia de otras, y aprender mas sobre su situación. Es en estos grupos
terapéuticos donde se desarrollan los espacios necesarios para terminar de sanar las huellas emocionales de
la violencia, y poder recuperar la autoestima de cada persona, lo cual es indispensable para continuar nuevos
proyectos de vida.
• Respecto a la rehabilitación de los agresores se ha reconocido que la atención de los mismos es fundamental
para romper el ciclo de la violencia y evitar su reincidencia, pues aunque en muchos casos la víctima se
separará del agresor (la mujer se separará del marido violento, los hijos de los padres, etc.) un alto
porcentaje continuará viviendo con él. Además, en los casos de separación, el agresor podrá formar una
nueva pareja o tener nuevos hijos y existirá una alta probabilidad de que se repita la situación anterior.
• Sin embargo existe controversia respecto a los programas de rehabilitación pues muchos sostienen que los
escasos medios y los esfuerzos públicos deben destinarse preferentemente a asistir a las víctimas. Esto,
sumado al gran escepticismo respecto de las posibilidades rehabilitadoras de los hombres maltratadores
(experiencias conocidas, en Europa y los Estados Unidos, presentan altos índices de abandonos de la terapia
aunque se ha de tener en cuenta que muchas de estas intervenciones se hacen generalmente dentro de
programas carcelarios, con hombres convictos por delitos graves y obligados por orden judicial) hacen que en
la actualidad la vía más concreta para comenzar una rehabilitación voluntaria sea la solicitud particular, por
parte del agresor, de atención psiquiátrica y/o psicológica en los sistemas de salud público o privado.
• Por otra parte, tanto partidarios de los programas como detractores coinciden en que los tratamientos de
rehabilitación pueden ser complementarios pero nunca sustitutivos de las medidas penales.
• La rehabilitación se refiere a un complejo proceso de modificación de conductas concientes, esta solamente
puede enmarcarse en el contexto de un tratamiento ejercido por profesionales con un adecuado enfoque
teórico y metodológico que guíe su actuación con el agresor.
• Fuera de esto es posible modificar los actos de violencia psicológica que podamos ejercer inconcientemente,
si aplicamos los indicadores o señales de maltrato a nuestras propias acciones podremos detectar la
existencia de personas en nuestro entorno a las que, sin darnos cuenta, estemos manipulando o maltratando.
La mejor forma de dilucidar si nos estamos comportando con alguien como agresor es utilizar toda nuestra
capacidad de empatía y nuestra humildad para ponernos en el lugar de las personas y familiares que nos
rodean y analizar nuestra conducta frente a ellos.
• A veces somos conscientes de la hostilidad que sentimos hacia una persona, pero no del maltrato que le
estamos infligiendo, sentir rabia, envidia o rencor contra otros es casi siempre irremediable porque las
I
Medidas de Protección
• La mejor y primera medida que debería tomar cualquier persona para protegerse y evitar un nuevo incidente
de violencia intrafamiliar es denunciar el hecho. La ley está para ayudarle, generalmente el juez podrá
ordenarle al agresor que abandone la casa, el pago de pensión alimenticia temporal para sus hijo(as) y otras
medidas que evitarán que el agresor se le acerque.
• Sin embargo, si no se siente preparada o existe alguna otra razón que siente le impiden abandonar a su
agresor, hay ciertas acciones factibles de realizar para poner a su familia y a usted a salvo. Para minimizar
las consecuencias debe preparar algunas condiciones de seguridad y actuar de acuerdo a un plan de acción
ante un incidente violento, así usted solo deberá cumplirlo evitando que el temor domine o nuble sus
decisiones.
Condiciones de seguridad
• Las siguientes son las condicones de seguridad que debe adoptar:
Tratamiento de armas: Primeramente de manera muy cuidadosa y evitando manipularla, preferentemente cuando
esté sola en casa, saque cualquier arma que allí se encuentre, entréguela a la policía argumentando el temor a
su seguridad o, como último recurso, escóndala o entiérrela asegurándose que no sea encontrada por
terceros o por el agresor, evite entregarla a otra persona o familiar pues lo involucraría en un acto ilegal al
no poseer los permisos correspondientes para la posesión. Nunca se quede con el arma para su propia
defensa ya que el agresor podría arrebatársela y usarla en su contra o, de acuerdo a sus consideraciones
morales, quizás usted no sea capaz de utilizarla y si lo hace puede tener consecuencias psicológicas aún más
graves que la misma violencia, además legalmente no sería considerado como legítima defensa sino como un
acto premeditado.
Números telefónicos: Memorice los números de teléfonos de emergencia y de familiares, no es conveniente que
los grabe o escriba en los teléfonos de la casa pues su agresor podría detectarlos, sospechar y desencadenar
una agresión.
Aspectos de seguridad: Instale, en al menos una habitación, una cerradura o chapa que pueda cerrarse por
dentro, utilice un sistema de seguro con perilla o botón, evitando las llaves pues podría llevarle demasiado
tiempo asegurar la puerta. Asegúrese de que esta habitación tenga teléfono o, preferentemente, obtenga un
teléfono móvil (celular) y preocúpese de mantenerlo siempre con usted. Instale las nuevas cerraduras cuando
el agresor no se encuentre en el hogar y trate de que sean semejantes, por ejemplo en el color, a las que ya
posee, de esta manera quizás él no se percate del cambio y usted tendrá un factor sorpresa a su favor, de lo
contrario si le reclama, sospecha o pregunta al respecto, dé explicaciones argumentando la privacidad de la
pareja u ofertas comerciales.
Equipaje de emergencia: Prepare un bolso o maleta con al menos una tenida o muda de ropa y zapatos, incluya
copias de documentos importantes como los de identidad de usted y sus hijos, certificados de nacimiento y
cuenta bancaria, si posee algún vehículo guarde también una copia de la llave, no olvide incluir dinero en
efectivo, las direcciones y teléfonos de familiares y amigos, ni cualquier otra cosa que pueda ser de utilidad
o importancia en caso de tener que salir rápidamente (como medicamentos de los que pueda depender).
Guarde el bolso en un lugar seguro fuera de su casa, de preferencia en el mismo que seleccionará como
refugio temporal.
I
Refugio: Identifique un lugar a donde ir en caso de que tenga que escapar. La casa de un familiar o
amigo(a) de extrema confianza puede servirle para este propósito, evite seleccionar los hogares de
amigos o conocidos que tengan en común con su agresor. Una vez identificado el lugar converse y
acuerde con el anfitrión de su refugio temporal (mientras obtiene usted obtiene refugio y atención
legal) métodos de comunicación, horarios y otros para evitar descoordinaciones.
Ruta de escape: Identifique las ventanas y puertas por las que sea factible salir de su casa, luego
planifique más de una ruta de escape, así evitará improvisar en caso de que su agresor bloquee
alguna salida.
Coordinación vecinal: Si confía en algún o algunos vecinos, tanto como para estar segura de que no le
contarán a su agresor, coordine con ellos señales o claves que le indiquen cuando llamar a la policía
como determinada posición de las cortinas, luces encendidas o pídales directamente que llamen a la
policía si escuchan gritos o peleas.
Enséñele a sus hijos e hijas: Preocúpese de enseñarle a sus hijos e hijas, e incluso a familiares
dependientes o semidependientes que vivan con usted, a no interferir en una pelea, ponerse a salvo,
llamar a la policía y dar su dirección y número telefónico.
• Todas las anteriores son las condiciones de seguridad que usted debe procurar cumplir para que el
siguiente plan de acción sea efectivo.
Plan de acción
• Cuando comience a ser amenazada, atacada o cuando la agresión sea inminente debe comenzar a
poner en práctica las siguientes acciones:
Aléjese de la cocina: Como primera acción aléjese de la cocina y/o muebles donde se guardan cuchillos
pues estos pueden ser utilizados como armas.
Aléjese de los espacios cerrados: De igual forma debe alejarse de baños, armarios, áreas con
superficies peligrosas y poco espacio o habitaciones pequeñas donde le puedan atrapar.
Corra y escape: Corra sin dirigirse hacia donde están los niños ni otros familiares dependientes o
semidependientes que vivan con usted, ya que pueden terminar siendo agredidos también. Gríteles
para alertarlos y utilice inmediatamente la ruta de escape previamente planificada, si no puede
porque esta ha sido bloqueada, rápidamente diríjase a la habitación donde haya colocado cerraduras
o chapas y enciérrese, si la habitación tiene una ventana, escape o grite para pedir ayuda. Si puede
evite huir sin los niños, ya que pueden usarse para el chantaje emocional.
Llame a la policía: Tome el teléfono o su teléfono móvil (celular), si el agresor ha cortado la línea
telefónica, y llame a la policía, pida y anote o memorice el nombre de la persona que le ha atendido.
Cuando acuda la policía cuente lo sucedido y tome el nombre y número de la insignia o placa del
agente.
• Si todo ha fallado, usted está siendo golpeada y no puede escapar, póngase en una esquina contra la
pared y agáchese, acerque la cabeza lo más posible a las rodillas y protéjase la cara y cabeza con las
manos y brazos, utilice los codos para cubrir las costillas, al estar contra la pared podrá proteger su
espalda, parte trasera de las costillas y órganos como los riñones, ante la menor oportunidad corra y
ejecute el plan de acción.
I
• Si ha sido víctima de maltrato físico, busque ayuda médica y denuncie el hecho en cuanto reciba
atención, tómese fotos de las heridas o lesiones que tenga. Es muy importante, de cara a futuras
actuaciones, que queden formalmente denunciados los hechos. No utilice estas medidas para
enfrentar reiteradas agresiones, en general solo podrá ponerlas en práctica una vez, en la próxima
ocasión el agresor conocerá su modo de operar y se adelantará a sus acciones.
• Si se ha separado de su agresor aún debe mantenerse alerta, cambie las cerraduras de las puertas y
ventanas de su casa, de ser posible instale rejas. Cancele cualquier cuenta bancaria o tarjeta de
crédito que tenga en conjunto con él. Cambie su número de teléfono, asegúrese de que permanezca
como privado y no sea publicado en las guías telefónicas, utilice un identificador de llamadas (caller-
id) y una máquina contestadora para grabar los mensajes, revise las llamadas antes de contestar. No
olvide preparar las condiciones seguridad y su plan de acción pues podría necesitarlo si el agresor
irrumpe en su hogar. Aunque nunca es recomendable enfrentarse a una persona violenta podría
tomar un curso de defensa personal, que además le ayudará a mejorar o conservar su estado físico,
mejorar su autoestima y confianza en si mismo y liberar el stress.
• Si tiene hijos asegúrese de entregar en la escuela una foto del agresor e instrucciones para que el
personal no entregue a nadie su dirección o numero de teléfono, deje por escrito los nombres de las
personas autorizadas para recoger a sus hijos(as) y asegúrese de que sepan a quien informar si ven
al agresor en la escuela.
• Cuando se encuentre fuera de casa cambie regularmente su rutina de viaje, haga compras, pagos y
transacciones bancarias en distintos lugares. En su lugar de trabajo converse previamente con su
empleador y entregue al personal de seguridad y compañeros más cercanos una foto del agresor,
cuando salga ya sea a almorzar, a su auto o al transporte pública vaya siempre acompañada. Si el
abusador le llama al trabajo guarde los mensajes y cualquier correo electrónico.
• Cuando acuda al tribunal vaya en compañía de un familiar o amigo cercano, no lleve a sus hijos. Tome
asiento lo más lejos posible del agresor, no converse con él ni con familiares o amigos que pudieran
estar acompañándolo. Asegúrese de mostrar al juez y/o al fiscal, directamente o a través de su
abogado, las fotos de sus heridas o lesiones, certificados médicos y lista de testigos. Tenga
presente que no necesariamente se privará al agresor de visitar a sus hijos, exija por su seguridad
que las visitas sean supervisadas y que le notifiquen antes de que lo dejen en libertad. Al retirarse
hágalo por una puerta distinta o espere para no hacerlo de manera simultánea.
• Recuerde que debe mantenerse siempre alerta, si ha sido víctima de una agresión consulte además
las medidas de actuación que puede adoptar.
• En aquellos casos en que la víctima sea hombre, si bien goza de los mismos derechos y garantías
legales, por ser una situación excepcional es recomendable que además de lo anterior, el agredido:
Guarde siempre un registro con las fechas y las circunstancias de incidentes de violencia, señale
siempre la violencia a su médico y a la policía, asegurándose de que registren sus lesiones y todos los
detalles del acto violento; busque siempre la atención médica en un hospital para constatar lesiones
y, fundamentalmente, evite en todo momento actuar o defenderse de manera violenta ante una
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  • 2. • ¿Qué es? • Formas de Violencia • Causas de La Violencia • Causas de la violencia II parte • Consecuencias • Consecuencias II parte • Factores de Riesgo • Factores de riesgo II parte • Categorías de Violencia • Categorías de violencia II parte INDICE
  • 3. • Clasificación de Violencias • Clasificación de violencia II parte • Efectos • Indicadores de Violencia • Indicadores de violencia II parte • La Victima • La victima II parte • El Agresor • El agresor II parte • El agresor III parte
  • 4. • La Rehabilitación • Medidas de Protección • Medidas de protección II parte • Medidas de protección III parte • Gracias por su atención
  • 5. • Imágenes sobre la Violencia Intrafamiliar I
  • 6. ¿Qué es? • Por violencia intrafamiliar nos referimos a todas las situaciones o formas de abuso de poder o maltrato (físico o psicológico) de un miembro de la familia sobre otro o que se desarrollan en el contexto de las relaciones familiares y que ocasionan diversos niveles de daño a las víctimas de esos abusos. • Puede manifestarse a través de golpes, insultos, manejo económico, amenazas, chantajes, control, abuso sexual, aislamiento de familiares y amistades, prohibiciones, abandono afectivo, humillaciones o al no respetar las opiniones, son estas las formas en que se expresa la violencia intrafamiliar, comúnmente en las relaciones de abuso suelen encontrarse combinadas, generándose daño como consecuencia de una o varios tipos de maltrato. • Quienes la sufren se encuentran principalmente en los grupos definidos culturalmente como los sectores con menor poder dentro de la estructura jerárquica de la familia, donde las variables de género y generación (edad) han sido decisivas para establecer la distribución del poder en el contexto de la cultura patriarcal. De esta manera las mujeres, los menores de edad (niños y niñas) y a los ancianos se identifican como los miembros de estos grupos en riesgo o víctimas más frecuentes, a quienes se agregan los discapacitados (físicos y mentales) por su particular condición de vulnerabilidad. Los actos de violencia dirigidos hacia cada uno de ellos constituyen las diferentes categorías de la violencia intrafamiliar. • Si bien muchas acciones de violencia intrafamiliar son evidentes, otras pueden pasar desapercibidas, lo fundamental para identificarla es determinar si la pareja o familia usa la violencia como mecanismo para enfrentar y resolver las diferencias de opinión. Un ejemplo frecuente es una familia donde cada vez que dos de sus integrantes tienen diferencias de opinión, uno le grita o golpea al otro para lograr que "le haga caso" (sea niño, adulto o anciano el que resulte agredido). I
  • 7. Formas de Violencia • Algunas acciones de maltrato entre los miembros de la familia son evidentes, generalmente las de que tienen implicancia física, otras pueden pasar desapercibidas, sin embargo todas dejan profundas secuelas. la violencia intrafamiliar puede adoptar una o varias de las siguientes formas: violencia física, violencia psicológica, abandono, abuso sexual y abuso económico. Violencia física • La violencia, maltrato o abuso físico es la forma más obvia de violencia, de manera general se puede definir como toda acción de agresión no accidental en la que se utiliza la fuerza física, alguna parte del cuerpo (puños, pies, etc.), objeto, arma o sustancia con la que se causa daño físico o enfermedad a un miembro de la familia. La intensidad puede variar desde lesiones como hematomas, quemaduras y fracturas, causadas por empujones, bofetadas, puñetazos, patadas o golpes con objetos, hasta lesiones internas e incluso la muerte. Violencia psicológica • La violencia psicológica o emocional, de manera general, se puede definir como un conjunto de comportamientos que produce daño o trastorno psicológico o emocional a un miembro de la familia. La violencia psicológica no produce un traumatismo de manera inmediata sino que es un daño que se va acentuando, creciendo y consolidando en el tiempo. Tienen por objeto intimidar y/o controlar a la víctima la que, sometida a este clima emocional, sufre una progresiva debilitación psicológica y presenta cuadros depresivos que en su grado máximo pueden desembocar en el suicidio. • Algunas de estas acciones son obvias, otras muy sutiles y difíciles de detectar, sin embargo todas dejan secuelas. Un caso particular de este tipo de abuso son los niños testigos de la violencia entre sus padres, los que sufren similares consecuencias y trastornos a los sometidos a abusos de I
  • 8. Causas de La Violencia • La causa de la aparición y mantención de la violencia intrafamiliar es compleja y multifactorial, se relacionan con ella actitudes socioculturales como la desigualdad de género, las condiciones sociales, conflictos familiares, conyugales y los aspectos biográficos como la personalidad e historia de abusos en la familia de origen. • La historia nos muestra que las formas de maltrato familiar existieron desde la antigüedad en diversas culturas donde los hijos eran considerados propiedad privada de los padres, estos tenían derecho sobre su vida y muerte, pudiendo decretar además su estado de libertad o esclavitud. • Derechos similares poseían los hombres sobre las mujeres, las que se encontraban ancladas en relaciones de sumisión y dependencia con un limitado rol a nivel social y donde la violencia masculina era aceptada y tolerada por la sociedad e incluso por la mujer. • La violencia ha sido y es utilizada como un instrumento de poder y dominio del fuerte frente al débil, del adulto frente al niño, del hombre frente a la mujer, su meta es ejercer control sobre la conducta del otro, lo cual se evidencia en los objetivos como "disciplinar", "educar", "hacer entrar en razón", "poner límites", "proteger", "tranquilizar", etc., con que quienes ejercen violencia y también muchas víctimas intentan justificarla. • La estructuración de jerarquías que avalan el uso de la fuerza como forma de ejercicio del poder es uno de los ejes conceptuales del proceso de naturalización de la violencia el cual históricamente ha dificultado su comprensión y reconocimiento al instaurar pautas culturales que permiten una percepción social de la violencia como natural y legítima favoreciendo su mantención. I
  • 9. • La naturalización de la violencia suele materializarse en expresiones populares o mitos que recogen la pauta cultural. La fuerza del mito radica en que es invulnerable a las pruebas racionales que lo desmienten, de ese modo las víctimas suelen quedar atrapadas en medio de un consenso social que las culpabiliza y les impide ser concientes de sus derechos y del modo en que están siendo vulnerados. • Las instituciones no son ajenas a la construcción de significados que estructuran nuestro modo de percibir la realidad y contribuyen a naturalizar la violencia, pasaron siglos antes de que existieran leyes de protección a las víctimas; las instituciones educativas durante gran parte de la historia utilizaron métodos disciplinarios que incluían el castigo físico; en variadas organizaciones se resisten aún a reconocer el efecto de la violencia sobre la salud física y psicológica de las personas; los medios de comunicación continúan exhibiendo violencia cotidianamente. • Todo ello, junto a la transmisión de los estereotipos de género a lo cual también contribuye la familia, forma un conjunto de acciones y omisiones que tiene como resultado la percepción de la violencia como un modo natural de resolver conflictos interpersonales y sienta las bases para el desequilibrio de poder que se plantea en la constitución de sociedades privadas como el noviazgo, el matrimonio y la convivencia. • De igual forma, el proceso de invisibilización del problema de la violencia, relacionado con variados obstáculos epistemológicos (fundamentos y métodos del conocimiento científico) ha estructurado las dificultades para identificarla y ha permitido perpetuarla. • El proceso de invisibilización considera que para que un fenómeno resulte visible deben existir inscripciones materiales que lo hagan perceptible, a su vez el observador (en este caso el campo social) debe disponer de las herramientas o instrumentos necesarios para percibirlo. I
  • 10. Consecuencias • La gravedad de sus consecuencias físicas y psicológicas, tanto para la víctima como para la familia, hacen de la violencia intrafamiliar un importante problema de salud con intensa repercusión social. • Para la víctima, las principales consecuencias a nivel físico son cefaleas, dolores de espalda, trastornos gastrointestinales, disfunciones respiratorias, palpitaciones, hiperventilación y lesiones de todo tipo como traumatismos, heridas, quemaduras, enfermedades de transmisión sexual y/o embarazos no deseados debido a relaciones sexuales forzadas, embarazos de riesgo y abortos. Las mujeres maltratadas durante el embarazo tienen mas complicaciones (hemorragias, infecciones y otras) durante el parto y post-parto y, generalmente, los bebés nacidos bajo esta situación tienden a ser de bajo peso o con trastornos que ponen en riesgo su supervivencia y con secuelas que influyen en su crecimiento y desarrollo posterior. Por lo demás la violencia puede acarrear para la víctima incluso consecuencias letales mediante el homicidio o el suicidio. • A nivel psicológico se generan efectos profundos tanto a corto como a largo plazo. La reacción inmediata suele ser de conmoción, paralización temporal y negación de lo sucedido, seguidas de aturdimiento, desorientación y sentimientos de soledad, depresión, vulnerabilidad e impotencia. Luego los sentimientos de la víctima pueden pasar del miedo a la rabia, de la tristeza a la euforia, de la compasión de sí misma al sentimiento de culpa. A mediano plazo, pueden presentar ideas obsesivas, incapacidad para concentrarse, insomnio, pesadillas, llanto incontrolado, mayor consumo de fármacos y adicciones. • También puede presentarse una reacción tardía descripta como Síndrome de Estrés Post-traumático, consiste en una serie de trastornos emocionales, que no necesariamente aparecen temporalmente asociados con la situación que los originó, pero que constituyen una secuela de situaciones traumáticas vividas, tales como haber estado sometida a situaciones de maltrato físico o psicológico. Algunos de sus síntomas son: trastornos del sueño (pesadillas e insomnio), trastornos amnésicos, depresión, ansiedad, sentimientos de culpa, trastornos por somatización, fobias y miedos diversos, disfunciones sexuales y el uso de la violencia hacia otros como con los propios hijos. • A nivel social puede ocurrir un deterioro de las relaciones personales, aislamiento social y la pérdida del empleo debido al incremento del ausentismo y a la disminución del rendimiento laboral. • Cuando la víctima sea un menor de edad, se generarán además trastornos del desarrollo físico y psicológico que pueden desembocar en fugas del hogar, embarazo adolescente y prostitución. En el ámbito de la educación aumentará el ausentismo y la deserción escolar, los trastornos de conducta y de aprendizaje y la violencia en el ámbito escolar. • Los hijos o menores que sin haber sido víctimas directas de la violencia la han presenciado como testigos sufrirán de igual forma riesgos de alteración de su desarrollo integral, sentimientos de amenaza (su equilibrio emocional y su salud física están en peligro ante la vivencia de escenas de violencia y tensión), dificultades de aprendizaje, dificultades en la socialización, adopción de comportamientos violentos con los compañeros, mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas y otros trastornos psicopatológicos secundarios. • A largo plazo estos menores presentarán una alta tolerancia a situaciones de violencia y probablemente serán adultos maltratadores en el hogar y/o violentos en el medio social ya que es el comportamiento que han interiorizado como natural en su proceso de socialización primaria, lo que llamamos violencia transgeneracional, En otros ámbitos de la realidad social los modelos violentos en el contexto privado generan un problema de seguridad ciudadana, al aumentar la violencia social y juvenil, las conductas antisociales, los homicidios, lesiones y los delitos sexuales. La economía se ve afectada al incrementarse el gasto en los sectores salud, educación, seguridad y justicia y al disminuir la producción. • Para el agresor las principales consecuencias serán la incapacidad para vivir una intimidad gratificante con su pareja, el riesgo de perder a su familia, principalmente esposa e hijos, el rechazo familiar y social, aislamiento y pérdida de reconocimiento social, riesgo de detención y condena, sentimientos de fracaso, frustración o resentimiento y dificultad para pedir ayuda psicológica y psiquiátrica. I
  • 11. Los efectos de la violencia pueden ubicarse en 6 (seis) niveles de acuerdo a la combinación de dos variables: el nivel de amenaza percibido por la persona agredida y el grado de habitualidad de la conducta violenta (Sluzki, C., Violencia Familiar y Violencia Política, Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad. Paidós, Buenos Aires, 1995.), estos son: Disonancia cognitiva Ataque o fuga Inundación o Parálisis Socialización cotidiana Lavado de cerebro Embotamiento o Sumisión Disonancia cognitiva: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de baja intensidad en un contexto o en un momento inesperado (como la luna de miel). La reacción es de sorpresa, de imposibilidad de integrar el nuevo dato a la experiencia propia. Ataque o fuga: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de alta intensidad de un modo abrupto e inesperado. En estos casos se desencadena una reacción psicofisiológica de alerta, pudiendo reaccionar con una posición defensiva, escapándose del lugar; u ofensiva, enfrentando la amenaza. La sorpresa obra a modo de disparador de conductas. Inundación o Parálisis: Ocurre cuando se produce una situación de violencia extrema, que implica un alto riesgo percibido para la integridad o la vida. La reacción puede incluir alteraciones del estado de conciencia, desorientación y ser el antecedente para la posterior aparición del Síndrome de Estrés Post-traumático. Frecuentemente las víctimas relatan esta experiencia de paralización frente a situaciones tales como amenazas con armas, intentos de estrangulamiento o violación marital. Socialización cotidiana: Ocurre cuando las situaciones de maltrato de baja intensidad se transforman en habituales, se produce el fenómeno de la naturalización. Las víctimas, principalmente mujeres, se acostumbran a que no se tengan en cuenta sus opiniones, que las decisiones importantes las tome el hombre, a ser humillada mediante bromas descalificadoras, etc., pasando todas estas experiencias a formar parte de una especie de telón de fondo cotidiano que tiene efecto anestesiante ante la violencia. Lavado de cerebro: Cuando las amenazas, coerciones y mensajes humillantes son intensos y persistentes, la víctima suele incorporar esos mismos argumentos y sistemas de creencias como un modo defensivo frente a la amenaza potencial que implicaría defenderse o refutarlos, cree que la obediencia automática la salvará del sufrimiento. Llegado a este punto, asume y puede repetir ante quien intente ayudarla, que ella tiene toda la culpa, que se merece el trato que recibe, etc. Embotamiento o Sumisión: Cuando las experiencias aterrorizantes son extremas y reiteradas, el efecto es un "entumecimiento psíquico" en el que las víctimas se desconectan de sus propios sentimientos y se vuelven I
  • 12. Factores de Riesgo • Existen factores de riesgo y situaciones de especial vulnerabilidad que explicarían por qué en contextos similares, en ocasiones se producen situaciones de violencia y en otras no. La identificación de estos factores, asociados con las distintas formas que adopta la violencia intrafamiliar resulta decisiva a la hora de elaborar propuestas o realizar alguna intervención, tanto en lo que respecta a la atención del problema como a su prevención. Los factores riesgo no son los causantes de la violencia pero inciden en su aparición y mantención. • Si bien cualquier persona puede verse afectada por la violencia intrafamiliar, ya que esta se da en todas las culturas, sin distinción de sexo, edad, raza, religión o clase social, el ser mujer, menor de edad, discapacitado o adulto mayor y encontrarse en una relación de pareja con desequilibrio de poder o al interior de una familia de estructura rígida, con un alto grado de control entre sus miembros y con valores culturales que favorezcan una división jerárquica vertical y autocrática; supone un mayor riesgo de sufrirla pues se es más vulnerable mientras menor poder se tiene dentro de la estructura jerárquica familiar o al ser física y/o psicológicamente dependiente. • Aunque dado el bajo índice de detección, probablemente muchas víctimas de maltrato no respondan a un perfil determinado, en la persona, principalmente mujer, con mayor riesgo de convertirse en víctima se pueden encontrar características como: un bajo nivel cultural y educacional, baja autoestima, actitudes de sumisión y dependencia debido a una concepción rígida y estereotipada del papel del hombre y la mujer, nivel socioeconómico de pobreza (de gran relevancia en cuanto a medios y posibilidades para poder escapar o no de una situación de violencia) y un aislamiento social que impide acceder a fuentes de apoyo externas ya sean familiares o comunitarias; además podrían presentarse situaciones de consumo o dependencia de alcohol o drogas. • El embarazo también suele representar una mayor proporción de riesgo, en muchas ocasiones el primer episodio de agresión física ocurre en ese período pues el agresor lo percibe como una amenaza para su dominio, esto genera un mayor número de abortos, complicaciones en el embarazo, partos prematuros y retrasos en la asistencia. • El factor que más se relaciona con las mujeres maltratadas y a la vez uno de los más claramente vinculados con la aparición de conductas agresivas en el hombre hace referencia a la historia, vivencias de violencia o exposición a la misma que hayan tenido en la niñez o adolescencia, en sus respectivas familias de origen, ya sea como víctimas directas de maltrato o como testigos de actos violentos. La violencia puede transmitirse de una generación a otra al repetir modelos basados en pautas culturales que mantienen la desigualdad entre los géneros y la legitiman, tanto en la crianza de los hijos, como en las I
  • 13. • Otros factores que incrementan el riesgo y están asociados al agresor, principalmente hombre son: el consumo y la dependencia de sustancias psicoactivas como las drogas y el alcohol que pueden extremar la personalidad, la tensión o el stress que genera el desempleo, la inestabilidad laboral y las crisis económicas o afectivas, estados depresivos profundos, baja autoestima, un bajo nivel cultural, educacional y socioeconómico, ya que aunque la violencia no hace distinción de clases sociales, la pobreza acarrea un stress social al que contribuyen situaciones como el hacinamiento y las dificultades económicas. • Si bien el agresor es generalmente un individuo sin trastornos psicopatológicos evidentes la violencia puede emerger de cualquier estructura de personalidad psicótica (no tiene verdadera conciencia de sus actos), psicopática o perversa (autoritarios, narcisistas y manipuladores, no sienten culpa) o neurótica (pueden actuar impulsivamente como una manera de compensar frustraciones y luego arrepentirse), siendo por lo general mas grave cuando mayor sea el trastorno. • Existen otras situaciones como el embarazo precoz o no deseado, las depresiones post parto, la ignorancia o incomprensión de las necesidades (fundamentalmente de ancianos, discapacitados u otros miembros de la familia dependientes o semidependientes) y el cansancio o agobio por el exceso de tareas a atender, que son claros factores de riesgo para la aparición de abusos y negligencias. • Algunos factores como la inadecuada respuesta institucional y/o comunitaria a los casos de violencia intrafamiliar debido a la naturalización de la violencia o a la falta de capacitación o formación, la ausencia de legislación adecuada o dificultades en la aplicación de la existente y la ausencia de redes comunitarias de apoyo generan también un riesgo importante al actuar como elementos perpetuadores de la violencia. I
  • 14. Categorías de Violencia CATEGORÍAS DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR • Las categorías de la violencia intrafamiliar se definen según el contexto en que ocurren los actos y fundamentalmente de acuerdo a la identidad de la víctima, la que generalmente se encuentra dentro de los grupos definidos culturalmente como los de menor poder en la estructura jerárquica de la familia. • Dado que en el marco de una cultura patriarcal las variables decisivas para establecer la distribución del poder son género y edad, los miembros de la familia en mayor riesgo y quienes son las víctimas más frecuentes determinan las distintas categorías de la violencia intrafamiliar, estas son: La violencia hacia la mujer (y en la pareja), el maltrato infantil, el maltrato al adulto mayor y la violencia hacia los discapacitados (físicos y mentales), estos últimos se consideran como una categoría individual dada su particular condición de vulnerabilidad. Violencia hacia la mujer y en la pareja • La violencia en la pareja constituye una de las modalidades más frecuentes y relevantes entre las categorías de la violencia intrafamiliar. Es una forma de relación de abuso entre quienes sostienen o han sostenido un vínculo afectivo relativamente estable, incluyendo relaciones de matrimonio, noviazgo, pareja (con o sin convivencia) o los vínculos con ex parejas o ex cónyuges. Se enmarca en un contexto de desequilibrio de poder e implica un conjunto de acciones, conductas y actitudes que se mantienen como estilo relacional y de interacción imperante en la pareja donde una de las partes, por acción u omisión, ocasiona daño físico y/o psicológico a la otra. • La violencia en la pareja es ejercida mayoritariamente hacia la mujer, realidad que es constatable y cruda, a nivel de estudios e investigaciones en casi la totalidad de los países que registran algún dato al respecto, se señala que en al menos el 75% de los casos esta se presenta como una acción unidireccional del hombre hacia la mujer y salvo un 2% (razón por la cual no es considerado un problema social) representativo de los casos en que son los varones los agredidos física y en su mayoría psicológicamente, el porcentaje restante hace referencia a la violencia bidireccional (también denominada recíproca o cruzada) que es aquella donde ambos miembros de la pareja se agreden mutuamente. Se debe resaltar que para utilizar esta última clasificación, es necesario que exista simetría en los ataques y paridad de fuerzas físicas y psicológicas entre los involucrados. • Las cifras explican y justifican los esfuerzos e iniciativas que apuntan a la mujer como víctima principal y dado que el espacio de mayor riesgo de una mujer para sufrir violencia es su propio hogar, contrario al de los hombres para quienes el espacio de mayor riesgo es la calle, en la variada literatura existente al referirse a la violencia hacia la mujer en el contexto doméstico o al interior de la pareja se suelen utilizar los conceptos de violencia doméstica, violencia conyugal e incluso violencia intrafamiliar. • La violencia sobre la mujer puede tomar muchas formas, desde las más sutiles y difíciles de diferenciar hasta las más brutales. Puede ocurrir en cualquier etapa de su vida, incluyendo el embarazo y afectar tanto su nivel físico como mental. I
  • 15. • La violencia hacia el varón al interior de la pareja, dada la excepcionalidad de los casos, no se consideran un problema social y menos una categoría específica de la violencia intrafamiliar. Todo lo anterior a los ojos de un hombre que sufre maltratos puede resultar irrelevante, además se debe considerar que gran parte de los resultados expuestos se basan en la cantidad y tipo de denuncias recibidas y es un hecho establecido que el hombre agredido en general no denuncia las situaciones de maltrato. • En que no se produzcan estas denuncias influyen la ignorancia de la ley, la escasez de instituciones relacionadas dirigidas a los varones, su prejuicio hacia la imparcialidad de los, y principalmente, las profesionales (asistentes sociales, psicólogas, etc.), pero son determinantes los aspectos socioculturales como el machismo y la vergüenza, consecuencia de una ideología patriarcal de estereotipos rígidos con respecto a lo que se espera del varón dentro de la relación de pareja. Otras razones, y que también limitan a la mujer, son el amor a la pareja, a los hijos o el temor a las consecuencias económicas y judiciales que puede implicar una separación. Maltrato infantil • El maltrato infantil, de manera general, puede definirse como todo acto no accidental, único o repetido, que por acción u omisión (falta de la respuesta o acción apropiada) provoca daño físico o psicológico a una persona menor de edad, ya sea por parte de sus padres, otros miembros de la familia o cuidadores que, aunque externos a la familia, deben ser supervisados por esta. • El maltrato infantil incluye el abandono completo o parcial y todo comportamiento o discurso adulto que infrinja o interfiera con los Derechos del Niño (Declaración Universal de la ONU, 1959). La violencia, ya sea física, sexual o emocional es una de las más graves infracciones a estos derechos, por las consecuencias inmediatas, a mediano y largo plazo que generan en el desarrollo del menor. • Dentro de esta categoría podemos clasificar también el abuso fetal que ocurre cuando la futura madre ingiere, deliberadamente, alcohol o drogas, estando el feto en su vientre. Producto de lo cual el niño(a) puede nacer con adicciones, malformaciones o retraso severo, entre otros problemas. Violencia hacia el adulto mayor • La violencia o el maltrato al adulto mayor, de manera general, puede definirse como todo acto no accidental, único o repetido, que por acción u omisión (falta de la respuesta o acción apropiada) provoca daño físico o psicológico a una persona anciana, ya sea por parte de sus hijos, otros miembros de la familia o de cuidadores que, aunque externos a la familia, deben ser supervisados por esta. Estas situaciones de maltrato son una causa importante de lesiones, enfermedades, pérdida de productividad, aislamiento y desesperación. • El maltrato hacia los ancianos es producto de una deformación en nuestra cultura, que siente que lo viejo es inservible e inútil. Los ancianos son sentidos como estorbos o como una carga que se debe llevar a cuestas además de la familia a sostener, por eso no es de extrañar que el tipo más frecuente de maltrato sea el abandono y la falta de cuidados. • Por otra parte la ausencia de registros o estimaciones reales de la dimensión de este problema, así como la escasez de denuncias, debido al miedo, la depresión, la incapacidad de moverse por si mismos y la poca credibilidad, ha permitido que este fenómeno sea casi invisible. Violencia hacia los discapacitados • La violencia o el maltrato a los discapacitados, de manera general, puede definirse como todo acto que por acción u omisión provoca daño físico o psicológico a personas que padecen temporal o permanentemente una disminución en sus facultades físicas, mentales o sensoriales, ya sea por parte de miembros de la familia o de cuidadores que, aunque externos a la familia, deben ser supervisados por esta. Este tipo de violencia I
  • 16. Clasificación de Violencias Físicas y Psicológicas La violencia psicológica presenta características que permiten clasificarla en tres categorías: Maltrato: puede ser pasivo (definido como abandono) o activo que consiste en un trato degradante continuado que ataca la dignidad de la persona. Generalmente se presenta bajo la forma de hostilidad verbal, como gritos, insultos, descalificaciones, desprecios, burlas, ironías, críticas permanentes y amenazas. También se aprecia en actitudes como portazos, abusos de silencio, engaños, celotipia (celos patológicos), control de los actos cotidianos, bloqueo de las iniciativas, prohibiciones, condicionamientos e imposiciones. Acoso: se ejerce con una estrategia, una metodología y un objetivo, la víctima es perseguida con críticas, amenazas, injurias, calumnias y acciones para socavar su seguridad y autoestima y • lograr que caiga en un estado de desesperación, malestar y depresión que la haga abandonar el ejercicio de un derecho o someterse a la voluntad del agresor. • Para poder calificar una situación como acoso tiene que existir un asedio continuo, una estrategia de violencia (como cuando el agresor se propone convencer a la víctima que es ella la culpable de la situación) y el consentimiento del resto del grupo familiar (auque también de amigos o vecinos) que colaboran o son testigos silenciosos del maltrato, ya sea por temor a represalias, por satisfacción personal o simplemente por egoísmo al no ser ellos los afectados. • El acoso afectivo, que forma parte del acoso psicológico, es una situación donde el acosador depende emocionalmente de su víctima, le roba la intimidad, la tranquilidad y el tiempo para realizar sus tareas y actividades, interrumpiéndola constantemente con sus demandas de cariño o manifestaciones continuas, exageradas e inoportunas de afecto. Si la víctima rechaza someterse a esta forma de acoso, el agresor se queja, llora, se desespera, implora y acude al chantaje emocional como estrategia, amenazando a la víctima con retirarle su afecto o con agredirse a si mismo, puede llegar a perpetrar intentos de suicidio u I
  • 17. Manipulación: es una forma de maltrato psicológico donde el agresor desprecia el valor de la víctima como ser humano negándole la libertad, autonomía y derecho a tomar decisiones acerca de su propia vida y sus propios valores. La manipulación hace uso del chantaje afectivo, amenazas y críticas para generar miedo, desesperación, culpa o vergüenza. Estas actitudes tienen por objeto controlar u obligar a la víctima según los deseos del manipulador. Abandono • El abandono se manifiesta principalmente hacia los niños, adultos mayores y discapacitados, de manera general, se puede definir como el maltrato pasivo que ocurre cuando sus necesidades físicas como la alimentación, abrigo, higiene, protección y cuidados médicos, entre otras, no son atendidas en forma temporaria o permanente. El abandono también puede ser emocional, este ocurre cuando son desatendidas las necesidades de contacto afectivo o ante la indiferencia a los estados anímicos. Abuso sexual • El abuso sexual dentro de una relación de pareja, de manera general se puede definir como la imposición de actos o preferencias de carácter sexual, la manipulación o el chantaje a través de la sexualidad, y la violación, donde se fuerza a la mujer a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad, esta última acción puede ocurrir aún dentro del matrimonio pues este no da derecho a ninguno de los cónyuges a forzar estas relaciones y puede desencadenar la maternidad forzada a través de un embarazo producto de coerción sexual. • El abuso sexual afecta también a niños y adolescentes cuando un familiar adulto o un cuidador los utiliza para obtener algún grado de satisfacción sexual. Estas conductas abusivas pueden implicar o no el contacto físico, su intensidad puede variar desde el exhibicionismo, el pedido de realizar actividades sexuales o de participar en material pornográfico, hasta la violación. Discapacitados y adultos mayores pueden verse afectados de igual forma, al ser violentados sexualmente por familiares o cuidadores sirviéndose de su incapacidad física o mental. Abuso económico • El abuso económico ocurre al no cubrir las necesidades básicas de los miembros de la familia en caso de que esto corresponda, como con los hijos menores de edad y estudiantes, la mujer que no posee trabajo remunerado, los adultos mayores u otros miembros dependientes. También sucede cuando se ejerce control, manipulación o chantaje a través de recursos económicos, se utiliza el dinero, propiedades y otras pertenencias de forma inapropiada o ilegal o al apropiarse indebidamente de los bienes de otros miembros de la familia sin su consentimiento o aprovechándose de su incapacidad. I
  • 18. Efectos Los efectos de la violencia pueden ubicarse en 6 (seis) niveles de acuerdo a la combinación de dos variables: el nivel de amenaza percibido por la persona agredida y el grado de habitualidad de la conducta violenta (Sluzki, C., Violencia Familiar y Violencia Política, Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad. Paidós, Buenos Aires, 1995.), estos son: Disonancia cognitiva Ataque o fuga Inundación o Parálisis Socialización cotidiana Lavado de cerebro Embotamiento o Sumisión Disonancia cognitiva: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de baja intensidad en un contexto o en un momento inesperado (como la luna de miel). La reacción es de sorpresa, de imposibilidad de integrar el nuevo dato a la experiencia propia. Ataque o fuga: Ocurre cuando se produce una situación de violencia de alta intensidad de un modo abrupto e inesperado. En estos casos se desencadena una reacción psicofisiológica de alerta, pudiendo reaccionar con una posición defensiva, escapándose del lugar; u ofensiva, enfrentando la amenaza. La sorpresa obra a modo de disparador de conductas. Inundación o Parálisis: Ocurre cuando se produce una situación de violencia extrema, que implica un alto riesgo percibido para la integridad o la vida. La reacción puede incluir alteraciones del estado de conciencia, desorientación y ser el antecedente para la posterior aparición del Síndrome de Estrés Post-traumático. Frecuentemente las víctimas relatan esta experiencia de paralización frente a situaciones tales como amenazas con armas, intentos de estrangulamiento o violación marital. Socialización cotidiana: Ocurre cuando las situaciones de maltrato de baja intensidad se transforman en habituales, se produce el fenómeno de la naturalización. Las víctimas, principalmente mujeres, se acostumbran a que no se tengan en cuenta sus opiniones, que las decisiones importantes las tome el hombre, a ser humillada mediante bromas descalificadoras, etc., pasando todas estas experiencias a formar parte de una especie de telón de fondo cotidiano que tiene efecto anestesiante ante la violencia. Lavado de cerebro: Cuando las amenazas, coerciones y mensajes humillantes son intensos y persistentes, la víctima suele incorporar esos mismos argumentos y sistemas de creencias como un modo defensivo frente a la amenaza potencial que implicaría defenderse o refutarlos, cree que la obediencia automática la salvará del sufrimiento. Llegado a este punto, asume y puede repetir ante quien intente ayudarla, que ella tiene toda la culpa, que se merece el trato que recibe, etc. Embotamiento o Sumisión: Cuando las experiencias aterrorizantes son extremas y reiteradas, el efecto es un "entumecimiento psíquico" en el que las víctimas se desconectan de sus propios sentimientos y se vuelven sumisas al extremo. En estos casos, la justificación de la conducta del agresor y la autoinmolación alcanzan niveles máximos. I
  • 19. Indicadores de Violencia INDICADORES DE MALTRATO • La violencia intrafamiliar es un problema social que todos debemos conocer y enfrentar, afecta a un alto porcentaje de familias, sin distinción de niveles sociales, económicos o culturales. A las víctimas les cuesta mucho relatar lo que les sucede pues tienen miedo, vergüenza y por lo general, tienden a culparse de la situación. • Desde la posición de víctima suele ser fácil detectar las acciones de maltrato físico o sexual pues producen dolor y daños evidentes. Detectar la violencia psicológica o emocional puede ser mas complejo porque a menudo desarrollamos mecanismos psicológicos que ocultan la realidad cuando esta nos resulta excesivamente desagradable, sin embargo el sorprenderse realizando determinados actos o en ciertas situaciones puede evidenciar el hecho. • Si sufres en silencio una situación dolorosa, esperas que las cosas se solucionen por sí mismas o que el agresor deponga espontáneamente su actitud; si deseas que alguien acuda en tu ayuda; si te sorprendes haciendo algo que no quieres hacer, que va contra tus principios o que te desagrada y te sientes incapaz de negarte o; si has llegado a la conclusión de que la situación dolorosa que sufres no tiene solución y que lo mereces porque te lo has buscado; podrías considerar que estás siendo víctima de abuso, manipulación y/o acoso psicológico. • Detectar la violencia, física y/o emocional, que sufre otra persona es generalmente más fácil si nos preocupamos de observar y escuchar. Todos los seres humanos expresamos los sufrimientos, temores o problemas de algún modo. Muchas víctimas no delatarán a su agresor abiertamente por temor a represalias o a empeorar la situación, es el caso de mujeres y niños que además dependen de él. Otras, como los ancianos o los discapacitados, pueden no contar con la capacidad de expresión para denunciar lo que les sucede, sin embargo existen varios indicadores o señales que permiten detectar una posible situación de violencia intrafamiliar. Indicadores físicos: Los indicadores físicos son frecuentemente más visibles, aparecen en forma de lesiones físicas, generalmente múltiples, hematomas, arañazos, mordeduras, quemaduras e irritaciones en la piel, marcas y cicatrices en el cuerpo, fracturas, dislocaciones, torceduras, movilidad y/o pérdida de los dientes. Si la víctima ha sido abusada sexualmente pueden presentar además enfermedades de transmisión sexual, irritaciones o hemorragias en la zona genital o anal y dificultad para caminar o sentarse, situación que es aún más evidente cuando el afectado es un niño(a). • Cuando el maltrato consiste en el abandono o la falta de atención a las necesidades físicas suelen haber síntomas de desnutrición, deshidratación, falta de higiene corporal y dental y enfermedades, generalmente de tipo respiratorio o dermatológico de frecuente aparición en ancianos, discapacitados y niños que carecen de cuidados. I
  • 20. Indicadores emocionales y conductuales: Estos indicadores se presentan en forma de llanto, sentimientos de culpa o vergüenza, temor, tristeza, angustia, depresión, ansiedad, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, olvidos o falta de concentración, confusión, desorientación y aislamiento, enfermedades como la anorexia y la bulimia, baja autoestima, ideas o conductas suicidas. • Cuando la víctima es un niño(a) pueden presentarse además problemas en el lenguaje, cambios bruscos e inesperados de conducta, temor al contacto con adultos o rechazo a determinadas personas o situaciones, resistencia al contacto físico, alteraciones del sueño, del apetito o de la evacuación, agresividad, retraimiento, aislamiento, erotización de la conducta y de las relaciones, baja inesperada del rendimiento escolar, lenguaje y comportamientos que denotan el conocimiento de actos sexuales inapropiados a su edad y fugas del hogar. Se debe estar atento además a expresiones como: "Estuve solo todo el fin de semana", "mi hermano no me dejó dormir anoche", "la niñera me estuvo molestando", "El Sr. X usa calzoncillos divertidos" que puedan dar señales indirectas de abuso. • Una víctima de maltrato físico o emocional, convencida de que su caso no tiene solución, puede desarrollar mecanismos de defensa, inconscientes y mecánicos, para adaptarse a la situación y lograr su supervivencia, existen varios indicadores en su forma comportarse: • Mantiene una relación con su agresor al que agradece intensamente sus pequeñas amabilidades; suele negar que haya violencia contra ella y si la admite la justifica; niega que sienta ira o malestar hacia el agresor; está siempre dispuesta a mantenerlo contento; intenta averiguar lo que piensa y lo que desea, llegándose a identificar con él. Cree que las personas que desean ayudarla están equivocadas y que su agresor tiene la razón y la protege. Le resulta difícil abandonarlo y tiene miedo de que regrese por ella aún cuando este se encuentre en la cárcel o incluso muerto. • El reconocimiento de estos síntomas puede permitir la identificación, el tratamiento precoz y la prevención de problemas futuros, por lo que ante la menor aparición o sospecha de maltrato es imprescindible una seria investigación, si bien esta corresponde a las autoridades, todos podemos y debemos tomar ciertas medidas de reacción. I
  • 21. La Victima • De acuerdo al concepto de violencia intrafamiliar, quienes la sufren se encuentran principalmente en los grupos definidos culturalmente como los sectores con menor poder dentro de la estructura jerárquica de la familia como las mujeres, los menores de edad (niños y niñas), los ancianos y los discapacitados. • Un factor común en quienes han sufrido situaciones de violencia en la infancia, sean hombres o mujeres es la baja autoestima. Esta, por efecto de la socialización de género se manifiesta de manera distinta según el sexo: en las mujeres incrementa los sentimientos de indefensión, originados tras los intentos fallidos de salida de la situación de maltrato, y la culpabilidad; en los hombres, activa mecanismos de sobrecompensación que lo llevan a estructurar una imagen externa dura. • En un nivel emocional la víctima posee sentimientos de desesperanza, se percibe a sí misma sin posibilidades de salir de la situación en la que se encuentra. Tiene una idea hipertrofiada acerca del poder del agresor, el mundo se le presenta como hostil y cree que nunca podrá valerse por sí misma. • En general la víctima suele sentir vergüenza por los actos de violencia de su pareja, actitud denominada "delegaciones emocionales" (Ravazzola M.C., Historias Infames: Los Maltratos en las Relaciones. Paidós, Buenos Aires, 1998) y definida como aquella circunstancia en las que un miembro de la familia siente el malestar que debiera sentir otro. De igual forma suelen sentirse culpables del fracaso de su relación, atribuyéndose muchas veces la responsabilidad de ser maltratadas mediante las mismas justificaciones que utiliza el agresor, reforzando así sus conductas. • Cuando el maltrato es muy grave y prolongado la víctima puede tener ideas de suicidio o de homicidio, se refuerzan los sentimientos de desvalorización y comienza a verse a sí misma como inútil, tonta o loca, tal como se le repite constantemente. Muchas veces puede llegar a dudar de sus propias ideas o percepciones, esta pérdida de confianza le dificulta excesivamente tomar decisiones aún aquellas del ámbito más cotidiano y doméstico. I
  • 22. • En la dimensión conductual, la víctima tiende al aislamiento y a ocultar al entorno, lo que vive en su relación de pareja y/o familiar. Suele tener conductas temerosas y expresar dependencia y sumisión, experimenta un verdadero conflicto entre su necesidad de expresar sus sentimientos y el temor que le provoca la posible reacción de su agresor. Al mismo tiempo, mantiene diversas conductas de apoyo, cuidado y protección hacia su agresor. Su comportamiento puede aparecer contradictorio y expresa ambivalencias (por ejemplo, denunciar el maltrato y luego retirar la denuncia). • La víctima tiende a ubicarse en un lugar secundario o postergado en sus relaciones, en este sentido se orienta a los otros, percibiéndose poco central o protagónica en los sistemas en que vive, por el contrario, atribuye a su agresor un gran poder, lo asume como dueño de la verdad, le atribuye autoridad y frecuentemente justifica los abusos, ya sea por sentirse responsable de ellos o porque asume que al haber sido su agresor víctima de otros abusos, queda liberado de su responsabilidad. • Otras características, al no ser generales, son identificadas como factores de riego, entre ellas el bajo nivel cultural y educacional, nivel socioeconómico de pobreza, de gran relevancia en cuanto a medios y posibilidades para poder escapar o no de una situación de violencia y un aislamiento social que le impide acceder a fuentes de apoyo externas ya sean familiares o comunitarias. • La represión de las necesidades emocionales lleva a menudo a canalizar la expresión de lo reprimido a través de síntomas psicosomáticos. A nivel sintomático lo más frecuente es encontrar depresión (abierta o larvada), las personas que viven violencia se sienten prisioneras entre la agresión y la impotencia. Por otra parte es frecuente el aumento del consumo de alcohol y drogas como parte de las conductas autodestructivas o de las anestesiadoras. • También se encuentra presente la sintomatología de stress post-traumático, cuyos componentes principales son la tendencia a volver a experimentar el trauma, expresado en pensamientos recurrentes, sueños e imágenes y sentimientos que aparecen en forma súbita, pérdida de interés por el mundo externo, por las actividades, sentir a las personas como extraños, inexpresividad afectiva, estado de hipervigilancia, trastornos del sueño, dificultad deI
  • 23. El Agresor • Los agresores presentan ciertas características que contribuyen a describir cómo se va organizando su comportamiento y los mecanismos que le permiten mantener su posición. Frecuentemente quienes están involucrados en relaciones violentas muestran un alto porcentaje de contextos violentos en sus familias de origen. Los agresores suelen haber sido maltratados o abandonados en su infancia o, al menos, testigos de actos de violencia intrafamiliar. La violencia en la familia de origen ha servido de modelo de resolución de conflictos interpersonales y ha ejercido el efecto de normalización de la violencia. La recurrencia de tales conductas, percibidas a lo largo de la vida, las ha convertido en algo corriente, a tal punto que muchos agresores no comprenden cuando se les señala que sus conductas ocasionan daño. • El agresor, tanto el que maltrata a su pareja como a sus hijos u otros familiares, suele ser una persona de baja autoestima, pobre control de impulsos y sin trastornos psiquiátricos evidentes (aunque suele tener una fuerte tendencia a confundir sus suposiciones imaginarias, como los celos, con la realidad), por tanto su objetivo no es satisfacer algún tipo de necesidad sádica o psicopática que proporcione placer a través del sometimiento del otro, sino emplear un recurso definitivo que le permita instaurar o mantener el poder y control en la relación de pareja o familiar. • El agresor tiende a eludir su responsabilidad a través de medios como la externalización, mediante la cual justifica su actuar con extensas listas de razones o culpando a fuerzas externas; y la negación, que le permite identificar a otros como los causantes del problema y desligarse de las acciones necesarias para superar sus dificultades. En el caso del abuso sexual el agresor tiene plena conciencia de su actuar por lo que niega o encubre su conducta para poder mantenerla. Todo lo anterior como una manera de proyección de la responsabilidad y la culpa. • El aislamiento social tiende a ser una imposición a sí mismo pues percibe el entorno más próximo como una amenaza a su necesidad de ejercer control, a pesar de esto suele proyectar una imagen de excelente cónyuge, pareja, padre o hijo, al adoptar modalidades conductuales disociadas: en el ámbito público se muestra como una persona equilibrada, en la mayoría de los casos no trasunta en su conducta nada que haga pensar en actitudes violentas, haciendo menos creíble una eventual denuncia. En el ámbito privado, en cambio, se comporta de modo amenazante, utiliza agresiones verbales y físicas, como si se tratase de otra persona. Su conducta es posesiva y se I
  • 24. • Existen otras características que aunque principalmente se orientan a las víctimas, algunas son asociadas al agresor, sin embargo al no ser generales, son identificadas como factores de riego. Abusador infantil • Las características generales, si bien no son suficientes para elaborar un perfil, suelen ser comunes a los agresores. En cuanto a quien ejerce violencia hacia un menor de edad, además de ellas, se puede agregar que este suele ser el padre o la madre del niño(a), en ocasiones pueden ejercerla ambos, en todo caso generalmente será un conocido o familiar, sin que exista otro rasgo específico de su personalidad. Puede que ni siquiera desearan ser padres, en otras oportunidades serán padres muy permisivos que se ven sobrepasados por los niños(as) al no fijar normas claras y mantenerlas en el tiempo, luego al no poder validar su autoridad recurren a gritos, descalificaciones e incluso golpes. • En cuanto a su comportamiento, además de lo expresado en las características generales, rutinariamente emplean una disciplina inapropiada para la edad y condición del niño(a), tienen expectativas irreales en cuanto él y demuestran falta de preparación o inexperiencia en el ejercicio de la paternidad responsable. Hombre que agrede a la mujer • Generalmente en una situación de violencia al interior de la pareja se identifica al hombre como el miembro de la familia que la ejerce, estos se caracterizan por su inexpresividad emocional y la escasa habilidad para la comunicación verbal de sus sentimientos. Tienen miedo de perder a su pareja (miedos de dependencia), el cual generalmente reprimen y la perciben a ella como la • causante del hecho de sentirse amenazados. Esta expresión inadecuada de emociones, que enmascara como rabia o enfado la mayor parte de los miedos, ansiedades e inseguridades responde a lo difícil que le resulta observarse y cuestionarse a sí mismo (resistencia al autoconocimiento) debido a la internalización de un modelo masculino tradicional donde se posiciona al hombre en una situación de privilegio sobre la mujer, en los ámbitos político, jurídico, económico, psicológico, cultural y social y se validan los mitos de superioridad del hombre en los aspectos biológico, intelectual, sexual y emocional. Estas ideas suelen ser cerradas, con pocas posibilidades reales de ser revisadas debido a una percepción rígida y estructurada de la realidad. • De una manera más específica, los hombres que ejercen violencia hacia su pareja han sido clasificados en dos categorías: Cobras o Pit Bulls (concepto muy resistido por quienes gustan de esta raza de perros). I
  • 25. • "La cobra es una serpiente, tranquila y concentrada antes de atacar a sus víctimas con poco o ningún aviso. La furia del Pit bull arde lentamente y crece, una vez que sus dientes se hunden en su víctima, no la sueltan" (Jacobson, N.; Gottman J., When Men Batter Women: New insights into ending abusive relationships. Simon & Schuster, New York, 1998). • A los hombres Pit bull sus miedos de dependencia los llevan a monitorear cada movimiento de su pareja, sus celos los hacen ver traición en cada uno de ellos y esto los enfurece, cuando su rabia se torna violenta parecen perder el control y atacan, incluso públicamente. • Los hombres Cobra son fríos y calculadores, suelen presentar rasgos criminales y antisociales, su violencia nace de una necesidad patológica de cumplir su objetivo de ser el jefe y estar seguro de que todos, especialmente sus esposas o parejas, lo sepan y actúen de acuerdo a ello, cuando piensan que su autoridad ha sido retada luchan rápidamente y con furia llegando a amenazar con cuchillos o armas de fuego. Aunque tienen mayor control que los Pit Bulls, suelen ser más violentos y dirigen su agresividad no solo hacia quienes aman, como los Pit bulls, sino que también a extraños, animales, amigos o compañeros de trabajo, calmándose internamente mientras su violencia aumenta. • Las historias de vida de los Cobras y los Pit Bulls también tienden a ser diferentes, los primeros casi siempre tuvieron infancias traumáticas y violentas, con participación en actos delictuales y experiencias personales de abuso de alcohol y drogas. Los Pit Bulls son menos propensos a tener historial criminal y presentan mayor probabilidad de provenir de hogares violentos, en general suelen presentar mejor potencial de rehabilitación que los Cobras. • De acuerdo a su personalidad, los agresores también han sido divididos en (Dutton, D.; Golant, S., El golpeador: Un perfil psicológico. Paidos, Barcelona, 1997): Básicos o perfil básico del maltratador Psicopáticos Hipercontroladores • Básicos: Cíclicos, emocionales con episodios esporádicos y remordimientos, estados de ánimo variables y de cambios intensos, inseguros, impulsivos, con pobres relaciones interpersonales. • Psicopáticos: Con personalidad antisocial, generalmente con antecedentes penales y violencia en otros contextos, agresión indiferenciada, ausencia de respuestas emocionales, manipulación interesa de los demás, adicciones, agresividad en general, irresponsabilidad persistente. • Hipercontroladores: Con personalidad paranoide, necesidad de control sobre su pareja, desconfianza y sospecha generalizada, celos, percepciones de persecución o complot, control del entorno preventivo, acciones violentas planificadas I
  • 26. La Rehabilitación • La rehabilitación es un proceso que debe comprender tanto a agresores como a víctimas, las personas que han experimentado un evento de violencia intrafamiliar, sufren en un primer momento un estado emocional de crisis, el cual debe ser tratado psicológicamente por personal especializado que le permita recuperar su estabilidad emocional, de igual forma se debe realizar la atención de seguimiento psicológico a los eventos de crisis, a través de lo cual se logra una comprensión amplia del problema por parte de las personas que lo sufren, y es un preámbulo para la incorporación a las sesiones de terapia grupal. • Las personas que han sufrido una o varias experiencias de violencia intrafamiliar, así como aquellas que generan la violencia, necesitan dentro de su tratamiento emocional, incorporase a grupos terapéuticos y de auto ayuda, en los cuales se desarrollan técnicas conjuntas entre personas que han experimentado el mismo problema (víctima-víctima o agresor-agresor, la terapia víctima-agresor suele estar contraindicada), logrando conocer la experiencia de otras, y aprender mas sobre su situación. Es en estos grupos terapéuticos donde se desarrollan los espacios necesarios para terminar de sanar las huellas emocionales de la violencia, y poder recuperar la autoestima de cada persona, lo cual es indispensable para continuar nuevos proyectos de vida. • Respecto a la rehabilitación de los agresores se ha reconocido que la atención de los mismos es fundamental para romper el ciclo de la violencia y evitar su reincidencia, pues aunque en muchos casos la víctima se separará del agresor (la mujer se separará del marido violento, los hijos de los padres, etc.) un alto porcentaje continuará viviendo con él. Además, en los casos de separación, el agresor podrá formar una nueva pareja o tener nuevos hijos y existirá una alta probabilidad de que se repita la situación anterior. • Sin embargo existe controversia respecto a los programas de rehabilitación pues muchos sostienen que los escasos medios y los esfuerzos públicos deben destinarse preferentemente a asistir a las víctimas. Esto, sumado al gran escepticismo respecto de las posibilidades rehabilitadoras de los hombres maltratadores (experiencias conocidas, en Europa y los Estados Unidos, presentan altos índices de abandonos de la terapia aunque se ha de tener en cuenta que muchas de estas intervenciones se hacen generalmente dentro de programas carcelarios, con hombres convictos por delitos graves y obligados por orden judicial) hacen que en la actualidad la vía más concreta para comenzar una rehabilitación voluntaria sea la solicitud particular, por parte del agresor, de atención psiquiátrica y/o psicológica en los sistemas de salud público o privado. • Por otra parte, tanto partidarios de los programas como detractores coinciden en que los tratamientos de rehabilitación pueden ser complementarios pero nunca sustitutivos de las medidas penales. • La rehabilitación se refiere a un complejo proceso de modificación de conductas concientes, esta solamente puede enmarcarse en el contexto de un tratamiento ejercido por profesionales con un adecuado enfoque teórico y metodológico que guíe su actuación con el agresor. • Fuera de esto es posible modificar los actos de violencia psicológica que podamos ejercer inconcientemente, si aplicamos los indicadores o señales de maltrato a nuestras propias acciones podremos detectar la existencia de personas en nuestro entorno a las que, sin darnos cuenta, estemos manipulando o maltratando. La mejor forma de dilucidar si nos estamos comportando con alguien como agresor es utilizar toda nuestra capacidad de empatía y nuestra humildad para ponernos en el lugar de las personas y familiares que nos rodean y analizar nuestra conducta frente a ellos. • A veces somos conscientes de la hostilidad que sentimos hacia una persona, pero no del maltrato que le estamos infligiendo, sentir rabia, envidia o rencor contra otros es casi siempre irremediable porque las I
  • 27. Medidas de Protección • La mejor y primera medida que debería tomar cualquier persona para protegerse y evitar un nuevo incidente de violencia intrafamiliar es denunciar el hecho. La ley está para ayudarle, generalmente el juez podrá ordenarle al agresor que abandone la casa, el pago de pensión alimenticia temporal para sus hijo(as) y otras medidas que evitarán que el agresor se le acerque. • Sin embargo, si no se siente preparada o existe alguna otra razón que siente le impiden abandonar a su agresor, hay ciertas acciones factibles de realizar para poner a su familia y a usted a salvo. Para minimizar las consecuencias debe preparar algunas condiciones de seguridad y actuar de acuerdo a un plan de acción ante un incidente violento, así usted solo deberá cumplirlo evitando que el temor domine o nuble sus decisiones. Condiciones de seguridad • Las siguientes son las condicones de seguridad que debe adoptar: Tratamiento de armas: Primeramente de manera muy cuidadosa y evitando manipularla, preferentemente cuando esté sola en casa, saque cualquier arma que allí se encuentre, entréguela a la policía argumentando el temor a su seguridad o, como último recurso, escóndala o entiérrela asegurándose que no sea encontrada por terceros o por el agresor, evite entregarla a otra persona o familiar pues lo involucraría en un acto ilegal al no poseer los permisos correspondientes para la posesión. Nunca se quede con el arma para su propia defensa ya que el agresor podría arrebatársela y usarla en su contra o, de acuerdo a sus consideraciones morales, quizás usted no sea capaz de utilizarla y si lo hace puede tener consecuencias psicológicas aún más graves que la misma violencia, además legalmente no sería considerado como legítima defensa sino como un acto premeditado. Números telefónicos: Memorice los números de teléfonos de emergencia y de familiares, no es conveniente que los grabe o escriba en los teléfonos de la casa pues su agresor podría detectarlos, sospechar y desencadenar una agresión. Aspectos de seguridad: Instale, en al menos una habitación, una cerradura o chapa que pueda cerrarse por dentro, utilice un sistema de seguro con perilla o botón, evitando las llaves pues podría llevarle demasiado tiempo asegurar la puerta. Asegúrese de que esta habitación tenga teléfono o, preferentemente, obtenga un teléfono móvil (celular) y preocúpese de mantenerlo siempre con usted. Instale las nuevas cerraduras cuando el agresor no se encuentre en el hogar y trate de que sean semejantes, por ejemplo en el color, a las que ya posee, de esta manera quizás él no se percate del cambio y usted tendrá un factor sorpresa a su favor, de lo contrario si le reclama, sospecha o pregunta al respecto, dé explicaciones argumentando la privacidad de la pareja u ofertas comerciales. Equipaje de emergencia: Prepare un bolso o maleta con al menos una tenida o muda de ropa y zapatos, incluya copias de documentos importantes como los de identidad de usted y sus hijos, certificados de nacimiento y cuenta bancaria, si posee algún vehículo guarde también una copia de la llave, no olvide incluir dinero en efectivo, las direcciones y teléfonos de familiares y amigos, ni cualquier otra cosa que pueda ser de utilidad o importancia en caso de tener que salir rápidamente (como medicamentos de los que pueda depender). Guarde el bolso en un lugar seguro fuera de su casa, de preferencia en el mismo que seleccionará como refugio temporal. I
  • 28. Refugio: Identifique un lugar a donde ir en caso de que tenga que escapar. La casa de un familiar o amigo(a) de extrema confianza puede servirle para este propósito, evite seleccionar los hogares de amigos o conocidos que tengan en común con su agresor. Una vez identificado el lugar converse y acuerde con el anfitrión de su refugio temporal (mientras obtiene usted obtiene refugio y atención legal) métodos de comunicación, horarios y otros para evitar descoordinaciones. Ruta de escape: Identifique las ventanas y puertas por las que sea factible salir de su casa, luego planifique más de una ruta de escape, así evitará improvisar en caso de que su agresor bloquee alguna salida. Coordinación vecinal: Si confía en algún o algunos vecinos, tanto como para estar segura de que no le contarán a su agresor, coordine con ellos señales o claves que le indiquen cuando llamar a la policía como determinada posición de las cortinas, luces encendidas o pídales directamente que llamen a la policía si escuchan gritos o peleas. Enséñele a sus hijos e hijas: Preocúpese de enseñarle a sus hijos e hijas, e incluso a familiares dependientes o semidependientes que vivan con usted, a no interferir en una pelea, ponerse a salvo, llamar a la policía y dar su dirección y número telefónico. • Todas las anteriores son las condiciones de seguridad que usted debe procurar cumplir para que el siguiente plan de acción sea efectivo. Plan de acción • Cuando comience a ser amenazada, atacada o cuando la agresión sea inminente debe comenzar a poner en práctica las siguientes acciones: Aléjese de la cocina: Como primera acción aléjese de la cocina y/o muebles donde se guardan cuchillos pues estos pueden ser utilizados como armas. Aléjese de los espacios cerrados: De igual forma debe alejarse de baños, armarios, áreas con superficies peligrosas y poco espacio o habitaciones pequeñas donde le puedan atrapar. Corra y escape: Corra sin dirigirse hacia donde están los niños ni otros familiares dependientes o semidependientes que vivan con usted, ya que pueden terminar siendo agredidos también. Gríteles para alertarlos y utilice inmediatamente la ruta de escape previamente planificada, si no puede porque esta ha sido bloqueada, rápidamente diríjase a la habitación donde haya colocado cerraduras o chapas y enciérrese, si la habitación tiene una ventana, escape o grite para pedir ayuda. Si puede evite huir sin los niños, ya que pueden usarse para el chantaje emocional. Llame a la policía: Tome el teléfono o su teléfono móvil (celular), si el agresor ha cortado la línea telefónica, y llame a la policía, pida y anote o memorice el nombre de la persona que le ha atendido. Cuando acuda la policía cuente lo sucedido y tome el nombre y número de la insignia o placa del agente. • Si todo ha fallado, usted está siendo golpeada y no puede escapar, póngase en una esquina contra la pared y agáchese, acerque la cabeza lo más posible a las rodillas y protéjase la cara y cabeza con las manos y brazos, utilice los codos para cubrir las costillas, al estar contra la pared podrá proteger su espalda, parte trasera de las costillas y órganos como los riñones, ante la menor oportunidad corra y ejecute el plan de acción. I
  • 29. • Si ha sido víctima de maltrato físico, busque ayuda médica y denuncie el hecho en cuanto reciba atención, tómese fotos de las heridas o lesiones que tenga. Es muy importante, de cara a futuras actuaciones, que queden formalmente denunciados los hechos. No utilice estas medidas para enfrentar reiteradas agresiones, en general solo podrá ponerlas en práctica una vez, en la próxima ocasión el agresor conocerá su modo de operar y se adelantará a sus acciones. • Si se ha separado de su agresor aún debe mantenerse alerta, cambie las cerraduras de las puertas y ventanas de su casa, de ser posible instale rejas. Cancele cualquier cuenta bancaria o tarjeta de crédito que tenga en conjunto con él. Cambie su número de teléfono, asegúrese de que permanezca como privado y no sea publicado en las guías telefónicas, utilice un identificador de llamadas (caller- id) y una máquina contestadora para grabar los mensajes, revise las llamadas antes de contestar. No olvide preparar las condiciones seguridad y su plan de acción pues podría necesitarlo si el agresor irrumpe en su hogar. Aunque nunca es recomendable enfrentarse a una persona violenta podría tomar un curso de defensa personal, que además le ayudará a mejorar o conservar su estado físico, mejorar su autoestima y confianza en si mismo y liberar el stress. • Si tiene hijos asegúrese de entregar en la escuela una foto del agresor e instrucciones para que el personal no entregue a nadie su dirección o numero de teléfono, deje por escrito los nombres de las personas autorizadas para recoger a sus hijos(as) y asegúrese de que sepan a quien informar si ven al agresor en la escuela. • Cuando se encuentre fuera de casa cambie regularmente su rutina de viaje, haga compras, pagos y transacciones bancarias en distintos lugares. En su lugar de trabajo converse previamente con su empleador y entregue al personal de seguridad y compañeros más cercanos una foto del agresor, cuando salga ya sea a almorzar, a su auto o al transporte pública vaya siempre acompañada. Si el abusador le llama al trabajo guarde los mensajes y cualquier correo electrónico. • Cuando acuda al tribunal vaya en compañía de un familiar o amigo cercano, no lleve a sus hijos. Tome asiento lo más lejos posible del agresor, no converse con él ni con familiares o amigos que pudieran estar acompañándolo. Asegúrese de mostrar al juez y/o al fiscal, directamente o a través de su abogado, las fotos de sus heridas o lesiones, certificados médicos y lista de testigos. Tenga presente que no necesariamente se privará al agresor de visitar a sus hijos, exija por su seguridad que las visitas sean supervisadas y que le notifiquen antes de que lo dejen en libertad. Al retirarse hágalo por una puerta distinta o espere para no hacerlo de manera simultánea. • Recuerde que debe mantenerse siempre alerta, si ha sido víctima de una agresión consulte además las medidas de actuación que puede adoptar. • En aquellos casos en que la víctima sea hombre, si bien goza de los mismos derechos y garantías legales, por ser una situación excepcional es recomendable que además de lo anterior, el agredido: Guarde siempre un registro con las fechas y las circunstancias de incidentes de violencia, señale siempre la violencia a su médico y a la policía, asegurándose de que registren sus lesiones y todos los detalles del acto violento; busque siempre la atención médica en un hospital para constatar lesiones y, fundamentalmente, evite en todo momento actuar o defenderse de manera violenta ante una agresión. I
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