1. PREGÓN VIERNES SANTO
Ana Luz Aguilar. Ana Guijarro. Laura Tallón. Juan Carlos Robles.
Sigilo y devoción son las palabras más escuchadas en este día. El rigor se convierte
en silencio. La oración pasa a ser lamento. Llega el día con mayor recogimiento de la
Semana Santa malagueña. Llega el Viernes Santo. Dolor acompañado de
descendimiento de un hijo que llega por el Monte Calvario. Un traslado lleno de amor y
piedad que venera a un Cristo yacente en el Sepulcro, seguido de una oscuridad de
silencio penetrante.
La calle San Juan se va llenando de un silencio espeso. El incienso anuncia la llegada
de la imagen del crucificado de la Redención, precedido por los sobrios
penitentes. Jesús, fijado con tres clavos de hierro que le taladraban las manos y los
pies, levanta su Cruz en la iglesia de San Juan. La Virgen de los Dolores, con su trono
de plata, nos regala su estampa tras la salida. Tras ello, Atarazanas. Lugar de paso y
espera en que Nuestra Señora de los Dolores es venerada por religiosas de clausura.
Descendimiento, escena que llega hasta el Parque, donde la frondosidad primaveral
contrasta con el rigor del cuerpo de nazarenos y el dramatismo del Sagrado Cristo.
Jesús queda acompañado por una incertidumbre que inicia la Angustia en nuestro
Viernes Santo. María Santísima de las Angustias, que sigue a su Hijo dolorido, viste de
gracia y tristeza a través de un río de lágrimas iniciado en el Hospital Noble.
La tradición se implanta plenamente en la mañana. Veneración al Cristo Yacente de la
Paz y la Unidad en el Misterio de su Sagrada Mortaja en el Monte Calvario. El barrio de
Altozano recupera parte de su orgullo en su recorrido hacia el Centro de la ciudad
malacitana. Desde Constitución hasta Especerías. Un Cristo acompañado de su Madre.
Señora en marfil que pasea bajo un templete de plata. Atrás quedó para María el Monte
Calvario. Ahora solo queda Fe y Consuelo.
De nuevo, Trinidad. Virgen del Mayor Dolor en su Soledad que cubre con su manto
negro a la ciudad, el reguero de dolor, de hambre y desgracias, de un barrio que sufre.
La que hace brillar unos ojos tristes y ora por su Hijo. La que se queda al lado de su
Hijo, que balancea sobre una sábana, la santa.
El gentío victoriano llega a nuestras calles en los barrios más altos de la ciudad. Amor
lleno de la belleza de una Virgen caritativa que muestra sus lágrimas al pueblo
malagueño. Una particular interpretación del martirio en la cruz del Amor. Cristo sereno,
expresión de diálogo. Advocación al amor y a la tradición de una de las tallas más
antiguas del panorama cofrade de nuestra ciudad.
Desde la calle Alderete viene una madre dolorida con su hijo yacente en su regazo.
Estación de penitencia y momento cumbre de la última tarde de la Semana Mayor.
Recogida y sencilla, se acerca nuestra Madre, Nuestra Señora de la Piedad,
deslumbrando allá dónde va con la luz y tristeza de su mirada.
Jesús descansa ya en el Santo Sepulcro, esperando la Gloria de la Resurrección. Se
abren las puertas de la Cofradía Oficial en la Agrupación, acompañado por las grandes
entidades de Málaga. Patrimonio cultural de esta gran Semana Santa. Cristo que emana
tristeza y provoca el mayor silencio escuchado en nuestra ciudad en todo el año.
Siempre acompañado de su madre, sumida en una gran Soledad.
2. El día se oscurece. La noche llega a su fin. Llega una orden al centro de Málaga, en
forma de rezo. Señora pura, sin capirotes ni palio. Los nazarenos recurren Málaga a la
luz de una vela, caracterizados por su escapulario.
Todo se apaga. Llega el silencio. La Semana Santa ya está a punto de acabar.
Un único deslumbrante. La corona de luces que emana de la oscuridad de la noche,
aquello que nos recuerda la belleza de nuestro Viernes Santo.
La Gran Semana ha acabado en espera de la Resurrección de Cristo.