Este documento presenta tres casos de acoso y abuso cibernético. El primer caso describe el acoso escolar y suicidio de Phoebe Prince en Irlanda. El segundo caso detalla el acoso escolar y suicidio de Carla Díaz en España, incluido el acoso en las redes sociales. El tercer caso trata sobre Angie Varona, quien fue víctima de sextorsión a los 14 años y aún sufre las consecuencias cuatro años después. En general, el documento enfatiza los peligros del acoso cibernético y la neces
Institucion educativa la esperanza sede la magdalena
Peligros ciberacoso adolescentes
1. Peligros del internet
CASO DE CIBERBULLYNG
Nueve adolescentes (siete de ellos, chicas) fueron juzgados en 2010 por acosar y
maltratar física, psicológicamente y a través de móviles y de Internet a una
compañera de escuela, inmigrante irlandesa. Phoebe Prince, de 15 años, fue
acosada, humillada y agredida durante tres meses por algunos compañeros del
instituto hasta que no pudo aguantarlo más y se suicidó ahorcándose. El acoso, de
hecho siguió online tras su muerte.
El grupo de adolescentes que se sentará en el banquillo la insultaba a voces enlos
pasillos del colegio, en la biblioteca, en la cafetería o en el camino de vuelta a casa.
La llamaban día tras día puta irlandesa y zorra, la empujaban, le tiraban cosas, le
quitaban los libros de la mano y le mandaban mensajes de SMS con amenazas.
2. CASO DE SEXTORSION
Carla Díaz, de 14 años, se suicidó tirándose de un acantilado en
Gijón el 11 de abril de 2013. Sufría acoso escolar. Dos de sus
compañeras del colegio Santo Ángel de la Guarda han sido ahora
condenadas por un delito contra la integridad moral por acosar a la
menor. Las dos chicas han reconocido los hechos y deben cumplir
una pena de cuatro meses de tareas socioeducativas "orientadas a
mejorar la empatía, mejora del control de impulsos y asunción de
las consecuencias de sus actos", según ha informado la Fiscalía de
Oviedo.
Tras la muerte de Carla hubo una primera investigación y su madre,
Montserrat Magnien, descubrió entonces que los insultos eran
diarios y no se producían solo en el colegio, sino que se sucedían
en redes sociales como Facebook, Tuenti y Ask.fm. También
descubrió́ que "las de siempre" le habían tirado a Carla agua de los
servicios y que la habían agredido fuera del colegio. A la cara, le
decían cosas como “topacio, un ojo para aquí́ y otro para el
espacio". En las redes, compartían imágenes de un POU (especie de
Tamagochi) bizco al que llamaban Carla.
Las dos niñas expedientadas por la Fiscalía han reconocido ahora
que vejaron a Carla continuadamente durante 2012 y especialmente
durante el principio de 2013. Un acoso en el que participaban más
niñas pero que ellas encabezaban. “Han admitido todo”, explican
los abogados de la madre. "Los insultos y que estas vejaciones
ocurrían dentro del colegio”. También, aseguran los letrados, Leticia
de la Hoz y Luis Manuel Fernández, "ha quedado claro que el centro
no tomó medidas contra ellas ni le comunicó la situación a sus
padres". “El siguiente paso, por tanto, es actuar por la vía civil
contra el colegio”, concluyen.
3. “Esta sentencia calla la boca a mucha gente que me ha dado por
chiflada, por incoherente", dice Montserrat Magnien con un nudo en
la voz. "Ahora ya todo esto son hechos probados. De todas formas,
esto es solo el principio de un camino”. La tenacidad de la madre ya
consiguió –con la ayuda de sus abogados– que el fiscal de menores
reabriese el caso que había sido archivado en enero. Lo consiguió
buscando nuevas pruebas de las vejaciones sufridas por Carla en
las redes sociales y eliminando la inducción al suicidio de la
denuncia.
A pesar de estar satisfecha por la condena, Montserrat considera
“ridícula” la pena impuesta a las dos menores (cuatro meses de
trabajos socioeducativos). “Es irrisoria, pero es lo que hay”,
suspira, y explica que seguirá luchando para “que se reforme la Ley
del Menor” y “para ir contra el colegio por la vía civil”. “El colegio es
responsable”, dice la madre. Cuando Montserrat empezó a
sospechar que algo le pasaba a Carla en el colegio se dirigió al
centro. "Son cosas de crías", fue la respuesta entonces, según la
madre. “A mí, Carla no me la va a devolver nadie", dice ahora
Montserrat, "pero si paro ahora esto va a seguir pasando”.
El escrito de conformidad suscrito por todas las partes refleja que
Carla, a finales del año 2012, "comenzó a tener problemas en sus
relaciones con los compañeros de clase, principalmente porque
algunas alumnas se burlaban de ella por un ligero defecto de
estrabismo que padecía o porque se había divulgado en el centro
que había tenido una relación con otra chica". "Los incidentes
fueron en aumento en el primer trimestre de 2013", indica el
comunicado de la Fiscalía de Oviedo, "siendo varias las alumnas
que, ante la indiferencia de la mayoría de los demás alumnos,
aprovechaban los momentos del recreo escolar para mofarse
reiteradamente de Carla Díaz".
4. Entre ellas, las que lo hacían con mayor frecuencia y en ocasiones
incitaban a otras alumnas a secundarlas eran las condenadas.
"Éstas, cuando estaban ociosas o por simple diversión, se dirigían a
Carla Díaz para meterse con ella llamándola bollera o virola y en al
menos dos ocasiones en el mes de febrero de 2013 la siguieron
hasta el baño, obligándola una vez a encerrarse en el retrete para
esconderse de ellas y le arrojaron agua por encima de la puerta". El
comunicado del ministerio público acaba hablando del miedo que
sentía Carla cada vez que se encontraba con sus acosadoras y que
le llevó incluso a pedir a su hermana Andrea, de 25 años, que la
recogiera cada día a la salida del colegio. La denuncia que presentó
la madre de Carla incluía una conversación de Facebook que
mantuvieron sus hijas poco antes de que Carla acabase con su vida.
— Carla: “Acompáñame. Contigo no me va a decir nadie nada, no
tienen cojones”.
— Andrea: “¿Pero qué pasa nena? Cuéntame”.
— C.: “Na, que se meten conmigo...”.
— A.: “¿Quién? ¿Por qué́? ¿Del cole? ¿O de fuera?”.
— C.: “Del cole (...), las de siempre”.
Las mismas que hoy han sido condenadas.
5. CASO DE SEXTING
Angie Varona es una joven estadounidense que hace unos años fue víctima de
sextina, y hoy, cuatro años después, aún sufre las consecuencias.
Todo empezó en el 2007, cuando tenía 14 años y subió algunas fotos de sí misma,
en bikini y ropa interior, a su cuenta privada de PhotoBucket. La idea era que su
novio pudiera verlas fácilmente. Lastimosamente, la situación se le salió de las
manos cuando alguien hacheó su cuenta, y en vez de mantener privadas sus fotos,
las hizo públicas. Las imágenes terminaron siendo vistas por miles de personas y
publicadas en sitios de distinto tipo, incluyendo portales de pornografía y pedofilia.
Por esta situación, Angie sufrió de depresión, intentó usar drogas para disminuir su
dolor, huyó de su casa e intentó suicidarse en más de una ocasión. También, tuvo
que cambiarse de colegio en dos ocasiones, ya que sufría de acoso escolar por
parte de sus compañeros y recibía amenazas de desconocidos tanto en su correo
electrónico como en su propia casa. Las amenazas llegaron a tal punto, que sus
padres se vieron forzados a buscar ayuda en la policía de su ciudad y en el FBI.
Aunque Angie pensó que la situación iba a disminuir con el paso del tiempo, hoy, 4
años después, se lamenta que no sea así y se arrepiente de haber subido las
fotografías. En Google hay más de 89.000 imágenes suyas, que según ella, no son
originales sino montajes que otros han hecho utilizando su cara.
La historia de Angie Varona es una historia cotidiana. Evidencia que cualquiera de
nosotros puede ser víctima de hace, de sextina, o de otro tipo de delito cibernético.
Por eso, es muy importante pensar dos veces antes de compartir información en
Internet, ya que no sabemos a manos de quién pueda llegar y no podemos detener
su publicación y sus consecuencias.