4. Al terminar la clase, ese día de
verano, mientras el maestro
organizaba unos documentos
encima de su escritorio, se le
acercó uno de sus alumnos y en
forma desafiante le dijo:
"Profesor, lo que más me alegra
de haber terminado sus clases
es que no tendré que escuchar
más sus tonterías y podré
descansar de verle esa cara
aburrida"
5. El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el
maestro
reaccionara
ofendido
y
descontrolado.
El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le
preguntó:
6. "¿Cuando alguien te ofrece
algo que no quieres, lo
recibes?"
El
alumno
quedó
desconcertado por la calidez
de la sorpresiva pregunta.
"¡Por supuesto que no!",
contestó de nuevo en tono
despectivo
el
muchacho.
"Bueno", prosiguió el profesor.
"Cuando
alguien
intenta
ofenderme o me dice algo
desagradable,
me
está
ofreciendo algo, en este caso
una emoción de rabia y rencor,
que puedo decidir no aceptar."
7. "No entiendo a qué se refiere",
dijo el alumno confundido.
"Muy sencillo", replicó el
profesor. "Tú me estás
ofreciendo rabia y desprecio, y,
si yo me siento ofendido o me
pongo
furioso,
estaré
aceptando tu regalo. Y yo, mi
amigo, en verdad prefiero
obsequiarme
mi
propia
serenidad."
"Muchacho",
concluyó
el
profesor en tono gentil, "tu
rabia pasará, pero no trates de
dejarla conmigo, porque no me
interesa. Yo no puedo
controlar lo que tú llevas en tu
corazón, pero de mí sí depende
lo que yo cargo en el mío."
10. Una noche un hombre tenía un sueño.
Él soñaba que recorría la playa con el
SEÑOR.
A través del cielo pasaban las escenas de
su
vida.
Para cada escena, él notó que se
marcaban
Dos pares de huellas en la arena;
Un par le pertenecían a el, y el otro par
pertenecían al SEÑOR.
11. A medida que las escenas pasadas
de
su
vida
Desfilaban
ante
él,
Volteaba la mirada hacia las
huellas
en
la
arena,
Y noto que muchas veces,
A lo largo del recorrido por la
playa,
En la arena solo veía un par de
huellas,
También notó que esto ocurría en
los
momentos
Más amargos y tristes de su vida.
12. Esto realmente lo desconcertó y
pregunto al SEÑOR:
“SEÑOR, Tú dijiste una vez, cuando
decidí seguirte,
que recorrerías a mi lado el camino de
la vida,
Pero he notado que durante las
épocas más amargas de mi vida,
Hay solamente un par de huellas.
¡No entiendo?! …
¿Por qué cuando más te necesité,… me
dejaste solo?
13. El SEÑOR contestó…
“hijo mío, te amo y nunca te
deje solo
Durante las épocas de
amargura y sufrimiento que
viviste,
Cuando ves solamente un par
de huellas,…
No caminabas solo,…
Era yo que te llevaba en mis
brazos.
17. "Papá, ¿cuánto dinero ganas por hora?" "¿Por qué lo preguntas?, dijo un tanto
molesto. "Sólo quiero saberlo. Por favor dime cuánto ganas por hora", suplicó el
pequeño. "Si quieres saberlo, gano 20 dólares por hora".
18. "Oh", repuso el pequeño
inclinando la cabeza. Luego
dijo: "Papá, ¿me puedes
prestar 10 dólares, por
favor?". El padre estaba
furioso. "Si la razón por la
que querías saber cuánto
gano es sólo para pedirme
que te compre un juguete o
cualquier otra tontería,
entonces vete ahora mismo a
tu habitación y acuéstate.
Piensa por qué estás siendo
tan egoísta. Trabajo mucho,
muchas horas cada día y no
tengo tiempo para estos
juegos
infantiles".
19. El pequeño se fue en silencio a su habitación y cerró la puerta. El
hombre se sentó y empezó a darle vueltas al interrogatorio del
niño. "¡Cómo puede preguntar eso sólo para conseguir algo de
dinero!". Después de un rato, el hombre se calmó y empezó a
pensar que había sido un poco duro con su hijo. Quizás había algo
que realmente necesitaba comprar con esos 10 dólares y, de hecho,
no le pedía dinero a menudo. Fue a la puerta de la habitación del
niño
y
la
abrió.
20. "¿Estás
dormido,
hijo?",
preguntó. "No, papá. Estoy
despierto" respondió el niño.
"He estado pensando, y quizá
he sido demasiado duro
contigo antes. Ha sido un día
muy largo y lo he pagado
contigo. Aquí tienes los 10
dólares que me has pedido".
21. El niño se sentó sonriente: "¡Oh, gracias, papá!", exclamó. Entonces,
rebuscando bajo su almohada, sacó algunos billetes arrugados más. El pequeño
contó despacio su dinero y entonces miró al hombre, el cual, viendo que el
niño ya tenía dinero, empezaba a enfadarse de nuevo. "¿Por qué necesitabas
dinero y ya tenías?", refunfuñó el padre.
22. "Porque todavía no tenía
bastante, pero ahora sí tengo.
Papá, ahora tengo 20
dólares..., ¿puedo comprar
una hora de tu tiempo?".