2. Su padre, don Marcos Montalvo, hijo de un inmigrante andaluz, se dedicaba a los negocios
ambulantes. En Quinchicoto, cerca de Ambato, conoció a doña Isabel Villacreses de Fiallos,
con quien se casó el 20 de enero de 1811.La pareja tras un tiempo se domicilió en Ambato,
ciudad en la que don Marcos llegó a destacarse. Juan se convirtió en el menor de los varones.
Tuvo siete hermanos y cuando tenía once años, su hermano fue arrestado, encarcelado
y desterrado por enfrentarse políticamente a la dictadura de Juan José Flores. Según el
escritor Galo René Pérez, el destierro de su hermano le "dejó una lesión moral de la que no se
recuperó jamás", llevándolo a odiar a las dictaduras.
En 1845, su hermano regresó de su destierro en Perú, y lo llevó consigo a Quito a continuar sus
estudios. Sus dos hermanos mayores, Francisco y Francisco Javier, le orientaban e
influenciaban en su gusto por las letras, aparte de haberle creado, cada uno con su prestigio,
un ambiente favorable en el mundo de sus estudios. Entre 1846 y 1848 empezó a
estudiar gramática latina en el colegio San Fernando. donde recibió el grado de maestro, y
después ingresó a laUniversidad de Quito para estudiar Derecho, no porque quisiera ser
abogado, sino porque entre las profesiones de entonces (medicina, leyes y teología) ésta le era
la menos desagradable.
En Quito se hizo amigo del poeta y político liberal Julio Zaldumbide, con quien se reunía de
continuo.
En 1853 el presidente Urbina decretó la libertad de estudios en colegios y universidades. Por
las nuevas regulaciones, Montalvo se vio privado de su cargo de secretario en el colegio San
Fernando y luego decidió volver a Ambato.
Vivió en un ambiente melancólico de su casa (sus padres y su hermano mayor para entonces
habían fallecido).
3. El 17 de febrero de 1857, durante el gobierno de Francisco Robles, Montalvo fue
nombrado adjunto civil a la legación ecuatoriana en Roma, mientras que Francisco
Javier Salazarfue nombrado secretario de la misma. En buena medida este
nombramiento se dio gracias a las diligencias de su influyente hermano, el doctor
Francisco Javier Montalvo. A mediados de julio llegó a Francia. Aunque el asiento de
sus funciones de adjunto civil era Roma,
Montalvo se quedó seis meses en París, por causas ajenas a su voluntad. Ahí
conoció a don Pedro Moncayo, diplomático ecuatoriano, quien le brindó facilidades
para su estímulo intelectual, y a celebridades francesas tales
como Lamartine y Proudhon.Desde enero hasta agosto de 1858, mantuvo
correspondencia con su hermano Francisco Javier destinada a su publicación en el
semanario quiteño La democracia, que este último dirigía. Estos escritos, que
conformaron una porción muy importante de su futura revista El Cosmopolita, no
fueron bien recibidos en el Ecuador. Durante esta etapa en París, Montalvo se volvió
melancólico, pues extrañaba su provincia. En Los proscritos, ensayo aparecido en El
Cosmopolita, escribió:
La nostalgia consiste en un amor indecible por la patria y un profundo disgusto del
país en que se está..., es un deseo de llorar a gritos al mismo tiempo que eso es
imposible.
También se acentuó su misantropía, inclinación que tuvo desde sus años de infancia,
por hallarse en un medio extraño e indiferente. Su permanencia en París duró tres
años, durante los cuales se dedicó a sus estudios, los contactos con personalidades,
los paseos urbanos de observación provechosa, la elaboración de páginas literarias,
varias aventuras amorosas y breves tareas de oficina. Asimismo, durante este tiempo
se le manifestó un agudo reumatismo, cuyos efectos le acompañaron durante el resto
de su vida.
4. Estaba orgulloso de sus Siete tratados y deseaba publicarlos de la forma
más lujosa posible. Pero no logró reunir el dinero que demandaba el
proyecto, hasta que consiguió el auspicio del empresario José Joaquín de
la ciudad de Besançon. Cuando fueron publicados sus Siete tratados,
Montalvo fue reconocido y elogiado por varios críticos europeos,
aunque sólo en el ámbito de la cultura hispana (mantenida por
emigrantes españoles e hispanoamericanos por medio de publicaciones)
o hispanistas de París. En consecuencia, Montalvo se apresuró a
promocionar sus tratados en España. A finales de mayo, habían recibido
los dos volúmenes de los Siete tratados el director del diario El Globo y
Emilio Castelar. El 23 de octubre de 1882 su esposa María Adelaida
falleció, y el mismo año Montalvo inició una relación sentimental con la
francesa Augustine-Catherine Contoux, que mantuvo hasta sus últimos
días.Con ella tendría un hijo en 1886, fruto de su concubinato.
Ansioso por conquistar la fama en España, Montalvo armó
inmediatamente un viaje a Madrid, y llegó a la ciudad el 2 de junio de
1883. Se instaló en el mejor hotel de aquellos años: el Hotel París,
ubicado en la Puerta del Sol. Muchos hombres de letras fueron a visitarle
o le invitaron a encontrarse con ellos , El mismo año el presidente José
Plácido Caamaño le ofreció una diputación, que rechazó.
5. En los días siguientes los síntomas de su enfermedad fueron empeorando y Montalvo cayó
prácticamente en la indigencia. Durante ese largo tiempo de padecimientos frecuentemente le visitaron
Agustín L. Yerovi y Clemente Ballén. Los médicos que habían atendido a Montalvo los primeros días de
su enfermedad no se dieron cuenta que la neumonía inicial que lo aquejaba se había convertido en
underrame pleural, como determinó el médico León Labbeé, quien lo sometió a un tratamiento que,
aunque lo mejoró durante un tiempo, no pudo detener sus cada vez más intensos padecimientos.
Cuando Labbeé se dio cuenta, tras un nuevo examen del líquido pleural, de que se había presentado
un peligroso foco de supuración, indicó la conveniencia de practicar una operación inmediata, harto
difícil, a la que Montalvo aceptó someterse.
Cuando llegó el día de la operación, en el momento de decir si concedía su permiso para la anestesia,
para sorpresa de todos contestó diciendo: "En ninguna ocasión de mi vida he perdido la conciencia de
mis actos. No tema, doctor, que me mueva. Operará usted como si su cuchilla no produjera dolor“.Los
detalles testimoniales del doctor Agustín Yerovi, sobre este hecho, son los que siguen:
La operación que sufrió Montalvo, horroriza. Todo esto duró cosa de una hora; mientras tanto, el
enfermo no había exhalado una queja, ni contraído un músculo. La actitud serena y hasta majestuosa,
interesó a los médicos, practicantes y espectadores. Uno de ellos exclamó: ese hombre es un carácter.
Montalvo también fue sometido a una operación de apostemas en la garganta. Al terminar el largo
proceso operatorio, el cirujano advirtió que había evidencia de que el foco infeccioso había invadido
otros puntos del organismo, y que no había otra opción que dejar abierta la herida para ir drenando
periódicamente el líquido purulento. Esa herida quedó abierta hasta su muerte.Montalvo comprendió
que su fin se aproximaba y pidió ser conducido a su casa de la rue Cardinet. Podría componer hoy una
elegía como no la he hecho en mi juventud“,Leopoldo García Ramón, quien confesó que iba a
acompañarle semanalmente mientras estuvo postrado.
La condición de Montalvo cada vez era peor, y el 15 de enero de 1889 hizo aproximar al doctor Agustín
L. Yerovi para manifestarle sus últimos deseos (entre ellos el ser enterrado en París); el 16 de enero
comenzó a agonizar, el 17 de enero pidió a su ama de llaves que lo vistiera con su traje negro y con frac
y le pidió que tratara de comprar un puñado de claveles para su féretro. Fueron sus últimas palabras.
6. Antigüedad clásica
Montalvo leyó todo cuanto entonces se podía leer acerca de Historia, Filosofía y
Literaturas Elénicas, y citó en sus obras de manera directa o glosada a bastantes
griegos de laantigüedad.Del mismo modo, aunque en menor grado, sentía
admiración por la antigua Roma. El teatro romano
de Terencio, Plauto y Séneca sirvió, si no de inspiración, de modelo, a los cinco
dramas que escribió y que fueron recopilados en su Libro de las pasiones: La
Leprosa, Jara, El descomulgado, Granja y El dictador. En definitiva, lo grecolatino
llegó al escalón más alto de su saber, siendo el cimiento sólido de su formación y el
arma que esgrimió en sus enconadas polémicas. Admiraba de Grecia a Sócrates, y
de Roma a Julio César, como ejemplo del soldado, y a Cicerón, por su oratoria.
7. Literatura española
Conocía buena parte de la literatura española, desde los romances hasta
el romanticismo. En más de una ocasión hizo críticas a varias obras literarias españolas y
dedicó su ensayo El buscapié a exaltarlas. Sentía especial admiración y respeto
por Cervantes y consideraba a su Don Quijote de la Mancha como lo más acabado en el
mundo de las letras, al mismo tiempo que despreciaba la continuación escrita
por Avellaneda. Por otro lado, Montalvo consideraba a las letras españolas
contemporáneas a él (segunda mitad del siglo XIX) como vagas e improductivas,
impugando especialmente las malas traducciones de textos, aunque supo apreciar a los
intelectuales españoles de la época.
Literatura francesa
Las letras francesas, antes y después de las guerras de la Independencia, tuvieron
decisiva influencia sobre los escritores hispanoamericanos. El romanticismo tanto
español como hispanoamericano tuvo sus simientes en Francia, y en América brotó
primero y duró más. Montalvo fue un ideólogo romántico del liberalismo; sus
modelos fueron Chateaubriand, Rousseau y Víctor Hugo, mientras que por
Lamartine sentía un profundo aprecio. Asimismo admiraba
a Montaigne y Montesquieu, quienes junto a Rousseau inspiraron su pensamiento
político. De Montaigne tomó no sólo la exaltación del hombre en su estado natural,
sino varios temas y la técnica literaria que usaba en sus ensayos. Muchas de las ideas
de Montalvo, sin ser necesariamente copiadas, son eco de El espíritu de las leyes de
Montesquieu, y Rousseau tuvo su influencia en el escritor ecuatoriano por sus ideas
sobre educación, gobierno, Estado, ciudadanía etc., expresadas en Emilio y El Contrato
Social.