PIAR v 015. 2024 Plan Individual de ajustes razonables
Cuando se seca el arroyo
1. Cuando se seca el arroyo
Y vino a él Palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí… escóndete en el
arroyo de Querit... Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den
allí de comer. Y él fue… y vivió junto al arroyo... Pasados algunos días, se secó el
arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.” 1 Reyes 17:1-7.
El ambiente en el cual Dios sometió al profeta Elías, era un ambiente de mucha presión, un
ambiente hostil, uno muy difícil. Pero Dios, que conoce el futuro y el presente de cada
persona, sabía que era necesario que pase por estas etapas. Dios utiliza cualquier circunstancia dentro de sus planes en la formación de un hombre, utiliza las personas, utiliza la familia,
los amigos, etc.
“Entonces Elías… dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no
habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi Palabra” (v. 1). Dios le da un mensaje para que
lo lleve al rey Acab, un mensaje muy comprometedor porque no le está anunciando victorias,
ni mensajes que los exalten, que levanten su ánimo y su ego. Este mensaje despertó furia e
ira en Acab y se sentía impotente para atacar al profeta, pero después mandó a buscar al
profeta por todos los lugares.
“Y vino a él Palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete
en el arroyo de Querit... Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de
comer” (vv. 2-4). Dios ordena a Elías a esconderse en el arroyo de Querit, primero para ser
librado de la persecución de Acab y segundo para enseñarle a depender de Dios en sus
necesidades diarias.
“Y él fue e hizo conforme a la Palabra de Jehová” (v. 5). Elías era un hombre obediente,
sumiso, respetuoso; entendido de lo que es la voz y la Palabra de Dios, que no debe
contradecirse, posponerse, sino que debe obedecerse. Obedeció, “fue e hizo conforme a la
Palabra de Jehová”.
Si hay algo difícil es hacer las cosas conforme se nos ordena. Se puede obedecer, pero hacerlo a la manera de uno y no a la manera de Dios.
Los hombres de Dios no se deben maravillar por lo que en un momento dado Dios pueda
hacer con ellos en un lugar, esto no es lo que hace admirable al hombre de Dios. Lo que hace
admirable a una persona es su conducta, es su sencillez, es su madurez, es su sensatez para
actuar en los momentos difíciles, en los momentos adversos, es su actitud para obedecer,
para atender la voz de Dios. Es ahí donde se sabe quién es quién; es ahí donde como oyentes
y como personas tenemos que medir su trayectoria, y cómo se ha desarrollado a través de los
tiempos, cómo ha actuado cuando hay gloria, admiración o cuando hay desprecios, críticas o
cuando está atravesando por un desierto; es ahí donde se sabe la calidad de cada profeta, de
2. cada predicador, de cada hombre de Dios. Porque en los momentos de euforia cuando todo
está bien, todos respondemos bien. Pero no respondemos bien “CUANDO SE SECA EL
ARROYO”.
Piense lo que pudo significar para Elías el que Dios le dijera que se escondiera (dejar de ser
reconocido para agradar a Dios). En medio de las pruebas Elías tuvo la misma disposición que
cuando llevó el mensaje a Acab al palacio, no se le ve que se haya restado su ánimo ni
amargado, vemos un hombre sereno y tranquilo, capaz de dominar las circunstancias, sirviendo a Dios de la misma manera. Dios decide ver cómo reaccionará Elías “CUANDO SE SECA
EL ARROYO”.
Job, era un hombre que conocía en verdad a Dios. ¿Cuál fue la actitud de este hombre ante
tanta adversidad? Job adoró a Dios y retuvo su integridad. Siempre hablaba de la bondad de
Dios y no pecó. Después de salir del crisol le dice a Dios que siente Su gloria. Dijo Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).
Conocemos la prueba que enfrentó Job, la diferencia era que conocía a Dios. Job dijo:
“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” (Job 1:21). Pero su mujer, que
carecía de una experiencia con Dios y era menos espiritual, dijo: “Maldice a Dios, y muérete”
(Job 2:9). Un hombre de Dios no anda hablando despropósitos, no anda sembrando cizaña,
criticando, ni anda quejándose. Dios tiene derecho a bendecirnos como decidir no bendecirnos, hay que aceptar la soberanía de Dios, así como Job la aceptó.
Dios en ocasiones nos mete en el crisol para que seamos oro puro, para que seamos
verdaderos hombres y mujeres de Dios. Dios permite la adversidad en nuestras vidas, no para
destruirnos sino para que tengamos un conocimiento más amplio, un carácter fuerte y
diferente. Dios quiere hombres y mujeres que hagan las cosas según las ha ordenado. Dios
solamente quiere verdaderos cristianos que sobrevivan “CUANDO SE SECA EL ARROYO”.
Amén