2. Guardaos de la avaricia,
que no depende la vida
del hombre de la
abundancia de bienes
que posee.
Y les propuso una
parábola: Un hombre
rico tuvo una gran
cosecha y empezó a
echar cálculos…
Lucas 11, 13-21.
3. Vaciedad
Vaciedad de vaciedades, dice el Eclesiastés, todo es
vaciedad. También en nuestro mundo, tan abundante y
saturado de bienes, de palabras y de tecnología, existe
esta vaciedad. Podemos percibirla en la desorientación y
la falta de valores que sufren tantas personas…
4. Planificar el futuro
El hombre rico de la parábola parece muy razonable:
todos consideramos que es un derecho vivir con dignidad
y disfrutar de nuestros bienes. Pero Jesús nos recuerda
que no podemos centrar nuestra vida exclusivamente en
el placer o los bienes materiales…
5. Los ídolos:
Dinero Sexo Poder
Cuánto tiempo dedicamos a conseguirlos.
¡Y nunca tendremos bastante!
Al final, nuestra vida quedará llena de vacío.
Estas riquezas jamás podrán llenarnos.
6. Mercadear con Dios
La filosofía mercantilista ha contaminado incluso nuestra
fe: creemos que haciendo muchas cosas, acumulando
méritos, ganaremos el cielo, como si la vida eterna fuera
una paga a nuestro esfuerzo.
Hemos de trabajar por el Reino de Dios, pero
desinteresadamente.
7. Vivir bien
Vivir bien significa vivir amando. Nos aferramos a las
cosas efímeras del mundo, queremos poseerlas y, en
cambio, no nos dejamos poseer por Dios.
Y él nos ama. Somos su tesoro.
Él es quien hace eterna nuestra vida.
8. Una gran pobreza
Muchas personas viven
centradas en sí mismas.
Su tesoro son ellas
mismas: giran alrededor
de su narcisismo. Esto es
una enorme pobreza.
Nuestro ego hinchado y
nuestras posesiones nos
acaban generando
problemas y
separándonos de los
demás.
9. Nuestra riqueza
Hay una riqueza inagotable que viene de Dios. Nos llega
a través de la Iglesia y nos hace sentirnos bien con
nosotros mismos y con los demás.
Todo cuanto poseemos viene de Dios, desde nuestros
logros hasta el aire que respiramos y el sol que nos
ilumina…
10. El mayor tesoro
Dios nos da la existencia, y nos da a los padres, los hijos,
los amigos, las fuerzas y los medios para hacer fructificar
nuestro trabajo. Cada día nos regala cosas inmerecidas.
Pero el mayor tesoro es el mismo Dios.
11. Dar nos enriquece
¿Cómo corresponder a un regalo tan grande? Haciendo
cosas por los demás. Demos amor, demos tiempo,
participemos en la eucaristía, ayudemos a los demás.
Dar nuestra vida es el don más espléndido que podemos
ofrecer. Esta será la riqueza que se acumulará en el cielo.