Jesús les advierte a la gente sobre los peligros de la codicia y la avaricia. Les cuenta la parábola de un hombre rico que planea acumular más riquezas para sí mismo aunque va a morir pronto, sin darse cuenta de que no podrá llevarse sus bienes materiales con él después de la muerte. San Pablo también advierte sobre el peligro de adorar el dinero en lugar de a Dios.
2. Hoy Jesús nos
propone algo muy
comprometido para
algunos. Porque
cuando nos propone
algo referente a lo
intelectual o al
corazón, algunos lo
dan poca
importancia; pero
otra cosa es cuando
toca a los bolsillos.
3. En este día el
evangelio, como
en casi todo el
ciclo C,
pertenece a san
Lucas.
Lc 12, 13-21
Dice así:
4. En aquel tiempo,
dijo uno del
público a Jesús:
“Maestro, dile a mi hermano que
reparta conmigo la herencia”.
10. hombre, tienes bienes acumulados
para muchos años; túmbate, come,
bebe y date buena vida”.
Y
entonces
me diré a
mí
mismo:
11. Pero Dios le dijo: “Necio, esta
noche te van a exigir la vida. Lo que
has acumulado, ¿de quién será?
Palabra del Señor
12. La enseñanza de
Jesús provino a
propósito de que
uno le pidió a
Jesús que fuese el
árbitro en el
reparto de una
herencia. Los
maestros de la ley
solían hacerlo,
pues se suponía
que sabían más y
eran personas
juiciosas.
13. Jesús, sea porque
no vio intenciones
muy rectas en
aquel hombre o
porque en general
solían mostrar
mucha avaricia en
el reparto de
herencias,
aprovechó para
darnos una lección
sobre la codicia o
avaricia.
14. A veces se ha acusado al cristianismo de querer ser
demasiado angelical, descarnado de la realidad,
despreocupado de los valores de este mundo, al acentuar
demasiado los valores de lo ultraterreno y eterno.
15. Hay que tener dinero para poder vivir; pero es difícil no
sobrepasarse en la atención al dinero, de modo que en
vez de dominarlo, fácilmente nos domina a nosotros.
Jesús nunca
condena los
bienes
materiales que
necesitamos
verdaderamente
para vivir.
16. Ese crear necesidades y luego conveniencias, y luego
mejoras materiales y comodidades, nos lleva fácilmente
a la codicia o la avaricia.
Cuando se dice
que se
necesita dinero
para las
necesidades,
enseguida
surgen o se
inventan
muchas
necesidades.
17. Hoy Jesús nos enseña, contra los que se afanan
demasiado en acumular riquezas en la tierra, que hay
otras cosas a las que debemos dar mucha mayor
importancia.
18. Nos propone el ejemplo
de un hombre avaro que
va acumulando riquezas
y ya cree que puede
descansar para muchos
años. Pero siente que va
a morir bajo el
impresionante
interrogante: “Todo esto
¿Para quién será?”
19. Jesús aplaude a los que son ricos ante Dios, los que se
preocupan más en conseguir bienes espirituales que
perdurarán eternamente que los que se preocupan en
conseguir bienes terrenos que lo más que duran es el
tiempo nuestro terreno.
20. Por eso debemos mirar dónde ponemos el corazón. Que
es lo mismo que decir en dónde tenemos nuestro tesoro.
Hoy Jesús nos dice:
21. No atesores en la tierra donde la
herrumbre corroe,
Automático
32. Y si en
Dios tú
confías, El
vive en tu
corazón.
Hacer CLICK
33. Por ejemplo, en
novelas de
televisión suele
dominar la
atención hacia el
dinero. El caso es
que todos
buscamos la
felicidad. Lo
diferente es cómo
se busca y cómo
se consigue.
Esta actitud de Jesús choca con todo lo
que normalmente ve la gente.
34. No sólo para la otra vida el dinero no vale, sino que en
esta vida hay otros valores, no tan espirituales, que
tienen más valor, como pueden ser los lazos familiares,
el sentido de la justicia, la fidelidad en la amistad, la
serenidad y el sosiego en la vida, el amor a la naturaleza.
35. Aun todo esto se
termina, quedando
como valores eternos
el agradecimiento a
nuestro Dios Creador
y Redentor y las
obras buenas a favor
del prójimo,
especialmente
cuando se realizan
sin intereses
materialistas.
36. Jesús no va contra el hecho de tener más o menos
bienes, sino contra el afán de tener. Eso es la codicia,
por la cual se llega a matar. Y cuando llega el momento
de las herencias, miembros de la misma familia se odian
y, si no se matan, es por miedo a algo peor.
37. La codicia es algo
muy malo porque va
directamente contra
el mandamiento del
amor al prójimo.
Donde entra la
codicia va
desapareciendo el
amor, porque entra
la envidia y se llega
al odio.
38. El afán del dinero viene a ser para muchos una idolatría.
Jesús dijo que no se pueden servir a dos señores: Dios y
el dinero. Esto es porque el dinero suele hacerse dueño
de muchos corazones. Es hacer del dinero un fin cuando
es un medio. Adorarlo es una idolatría, como el mismo
san Pablo nos lo dice hoy en la 2ª lectura.
Col 3, 1-5. 9-11
39. Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los
bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha
de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo
escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra,
entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en
gloria. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay
en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y
la avaricia, que es una idolatría. No sigáis engañándoos unos
a otros. Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y
revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su
Creador, hasta llegar a conocerlo. En este orden nuevo no hay
distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos,
bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la
síntesis de todo y está en todos.
40. Lo importante para evitar la codicia, como nos dice san
Pablo, es atender a lo positivo: buscando los bienes de
arriba. La avaricia de bienes materiales nos impide ir
hacia Dios.
Jesús nos
enseña la
moderación
económica,
para estar
más libres
para dar y
darse a los
demás.
41. San Pablo nos da el
motivo para buscar más
los bienes de arriba:
Porque hemos
resucitado con Cristo.
Deberíamos vivir como
muertos a esta vida. En
la práctica es imposible,
porque seguimos
teniendo cuerpo y
espíritu. Lo importante
es la tendencia hacia las
cosas de Dios.
42. Vivir plenamente la
religión es muy difícil
porque tenemos que
hacer constantes
equilibrios, ya que la
tendencia hacia lo
material es muy
grande. Por eso es
bueno que muchas
veces pensemos en la
vanidad (vaciedad) de
las cosas materiales.
Así nos lo dice hoy la
1ª lectura:
43. Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad
de vanidades, todo es vanidad! Hay quien
trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene
que dejarle su porción a uno que no ha
trabajado.
También esto es vanidad y grave desgracia.
Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los
trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el
sol?
De día su tarea es sufrir y penar, de noche no
descansa su mente.
También esto es vanidad.
44. No nos llevaremos
las cosas
materiales. Lo
malo es si uno se
encuentra con las
manos vacías de
lo que
verdaderamente
tiene mucho valor.
Hoy el evangelio nos invita también a pensar en la hora de
la muerte, en el paso de esta vida a la otra.
45. Vamos a terminar recordando una parte de una
poesía muy antigua de la literatura castellana
sobre este paso hacia la orilla positiva de Dios.