2. “Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
ni han subido en corazón de
hombre, son las que Dios ha
preparado para los que le aman”.
(1 Corintios 2:9)
3. No siempre ser rico es
igual a ser feliz, la
verdadera felicidad está
en la fidelidad, y no
importa si se es rico o
pobre.
7. La historia de Job, José,
Abraham, Mateo, Pablo y el
mismo Jesús que dejó las
riquezas celestiales para
estar en este mundo, son
ejemplos que anulan la
teología de la prosperidad.
8. “Se le ofrece el disfrute de los dones del Señor, se
le pide que los use para su propia comodidad, con
propósitos caritativos y en las buenas obras que
hacen que la obra de Jesús progrese; así se forjará
un tesoro en el cielo”
(Testimonios para la Iglesia,
t. 4, p. 144).
12. “[…] Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria
de la vida, no proviene del Padre,
sino del mundo”
(1 Juan 2:15, 16).
13. 3º La beneficencia (dádivas u ofrendas) deben
mantenerse de manera proporcional con la
prosperidad o bendición recibida.
14. “Yo era ojos al ciego, y pies al cojo.
A los menesterosos era padre,
y de la causa que no entendía, me
informaba con diligencia”
(Job 29:15, 16).
15.
16. Jesús lo probó, y los bienes
materiales fueron la piedra de
tropiezo en su profesión de fe
“Oyendo el joven esta palabra,
se fue triste, porque tenía
muchas posesiones”
(Mateo 19:22).
17. Si un hombre es
ambicioso y codicioso
con relación a los
bienes materiales,
nunca se le podrán
confiar las cosas
imperecederas del
Cielo Nuevo y la Tierra
Nueva.
18.
19. “No hay otro como él
en la tierra, varón
perfecto y recto,
temeroso de Dios y
apartado del mal”.
20. Job en todo fue fiel. Su
carácter fue de una
firmeza
inquebrantable.
21.
22. “Y quitó Jehová la aflicción de Job,
cuando él hubo orado por sus
amigos; y aumentó al doble todas
las cosas que habían sido de Job.
Después de esto vivió Job ciento
cuarenta años [...]” (Job 42:10, 16).
23. “Bienaventurado el hombre que
teme a Jehová, […] Bienes y
riquezas hay en su casa,
y su justicia permanece para
siempre”. (Salmo 112:1, 3).