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CRÓNICAS DE GARAGE 
Juanez Evaristo García Cardona
Crónicas de garage 
Juanez Evaristo García Cardona 
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A quien se sienta identificado con el contenido del libro, a quien tenga el desacato de desentenderse conmigo a diario, a quien la vida le ha dado tantas vidas que parece encerrado en un garage. 
A todo aquel que quiera volar un rato con lo que mi ser quiere decir, con las ocurrencias que mi intelecto logra meter en una cajita de cartón para luego ponerla, es decir, plasmarla en un pedazo de papel. Cierta vez yendo a una tienda me encontré de frente con un letrero que dictaba: “Tú tienes el poder de hacer feliz a alguien”, y eso fue una motivación para recopilar los viejos tiempos y crear una antología poética de estos casi nueve años de escrituras. Algunos poemas no están terminados, algunos fueron reclamados por personas que se sintieron llamadas, algunos dicen verdades relativas, pero todos los transcribí como lo sentí en el momento de escribirlo. Y muchas de las
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ellas, gracias Salo; y el título, gracias Tavo; y la portada, gracias Clau; y la pelea, gracias Víctor; y el amor, gracias Yhoma; y los regaños, gracias Luiza. Gracias, infinitas, mejor loco que mal acompañado, ¿no?. 
Solo me queda dejarlos volar con esto, y citar a uno de mis poetas favoritos: 
“Nada ansío de nada, mientras dura el instante de eternidad que es todo, cuando no quiero nada.” Oliverio Girondo. 
Con mucha rabia. Juanez
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El paseo de los dioses 
Es bien sabido que los dioses salen a caminar por las calles de las ciudades distantes, y que su vida depende de fuerzas divinas. Cierto día, un muchacho iba manejando su vehículo y atropelló a uno que no veía a ambos lados.
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Muro pintado 
Es un mundo sin tecnicolor, todo gris, o negro si se mira de esa forma. Dibujos a piedra en las paredes de la vieja casa, que también era de piedra, adornaban el aposento y una vela despedazaba la oscuridad del recinto. La señora de la casa, que no se acostumbraba al incesante frío, limpiaba los cuadros de gelatina que bordeaban los feroces dibujos. La señora, de aspecto delgado y finas definiciones, se encontraba en el cuarto de las nubes, un cuarto sin techo que dejaba ver los cuatro cinturones de su planeta hogar, y Tritón que alumbraba cada vez más por esos días, y Proteus que nunca se dejaba ver, y ella que yacía quieta observando tal majestuosidad. Mientras realizaba su limpieza matutina, una de las largas noches del año, encontró en la pared un escrito de su esposo que decía:
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"Para el amor 
existen dos opciones 
amar o no amar, 
el que ama deja de ser 
el que no ama… 
No existe"
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Encarcelado 
De esta cárcel no puedo salir 
consciencia al filo del abismo 
sueños de amor inalcanzables 
¿cuál es tu nombre? 
diosa del oscuro lado del cielo 
corazón de los días de vida. 
oh, bajo la mesa de cartón 
ah, miro asustado su delgada existencia 
al latir del viento 
y con olas de cebada. 
De esta cárcel no puedo salir 
no está aquí… 
Nunca está.
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¿Qué quiero hacerle? 
Verla, sentirla, acariciarla, tocarla, palparla, escucharla, oírla, escribirla, penetrarla, inmortalizarla, publicarla, musicalizarla, poetizarla, fumarla, tomarla, airearla, abrazarla, besarla, matarla, asesinarla, encerrarla en palabras y volver a empezar.
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Esperando terminar 
Con el sentimiento al flote 
los dos amantes 
como incautas babosas 
se encierran en interminable abrazo 
por su humedecido beso empiezan 
con sus delgadas manos 
acarician sus dulces cuerpos, 
inocentes de sus actos 
continúan con su ropa en el suelo 
se ven volar las blusas 
los pantalones ondean el aire 
…
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Cansancios hondos 
Dentados fondos del hondo otro corto 
invento y tento con terco viento 
cansancio intenso de letras pueblas 
tanto tanto incauto tacto de lo inmaculado 
a lado y lado 
pienso peso tenso del nocturno incubo 
neto 
observo lentos perros cárnicos invitando 
posos toscos 
cantando andando orando pero cansado de 
tercas tetas en secas becas 
organizadas 
oscuridad absoluta de noches torpes 
camino indicio de indeciso remeditativo 
cariño obtuso por semicircundantes partes 
tomo sorbos cortos de tintito 
y me inspiro.
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Tríptico 
Siempre llega mi mano 
más tarde que otra mano 
que se mezcla a la mía 
y forman una mano. 
Siempre llega mi boca 
más tarde que otra boca 
que se mezcla a la mía 
y forman una boca. 
Cuando voy a besarte 
advierto que mis labios besan 
otros labios 
que acaban de besarte mientras yo te beso. 
Y en el preciso instante de tocarte 
la mano 
descubro que ya estaba 
antes de haberla tocado.
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Por eso es muy posible que no te ame 
y que mientras dejes de amarme 
ya me encuentre amándote 
vestido de blanco 
con rosas en la mano 
suplicando por tu amor.
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¿Qué diablos pensás? 
Borracho de la vida y de existir, recorro con tambaleados pasos mi camino, a veces errado no lo puedo negar, quizá por malas acciones o pésimas decisiones; avivado por la sensación del alcohol recorriendo mi interior, como vos, que al final sos una ella. 
Vos por tu lado, me mirás con tus obscuros ojos de amor, ausentes de toda calidez, parece que me amás y no sabés ocultarlo, que puta sos, venís y me hablás cada noche; acaso ¿no sabés que te sueño?, gran señora, majestuosa, implacable, ineludible. 
¿Qué diablos pensás de la vida, absurda muerte?...
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Perfecta poesía 
Perdoname preciosa poesía por proponerte pensamientos precarios, pero persigo precautelarme principalmente para pensamientos perversos. Pretendo pedirte palabras pensadas para purificar personajes, pero papeles plantean portentosa práctica. Precipito párrafos perfectamente planeados, pero padezco polémica para poner palabras, pasan pocas por pensamientos puntuales. Poderosos puntapié pulverizan penosas pronunciaciones producidas por pequeñas plumas para proyectar por pupilas preciosas palabras poco pegadas. 
Perdoname, poesía, por pedirte payasadas, por ponerte pesadas pasiones. Pero parecés peleando por penetrar puertas prohibidas, por parecer pelaito pidiendo pendejadas. 
Pero pararé, poesía, procuraré poner palabras pensadas para personificar
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preciosas propuestas, porque perdurarás por pentasiglos para posicionarte, perfectamente, prodigiosa.
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A la cosa pútrida 
De cabellera blanca y revoloteantes ojos 
como olvidar tu dulce pero mortal voz 
sentado aquella vez 
yo con mi cigarro 
vos con tu almohada 
te hice cuatrocientas preguntas 
ninguna tuvo respuesta. 
Tus ojos clavados en mi 
como en alguna ocasión 
clavaste tus colmillos, 
nos miramos 
unas ochenta horas 
ese día. 
Diez años ya conmigo, 
caminando de mi mano, 
durmiendo mi sueño 
ensuciando toda la casa. 
Y ahí seguís, puto perro. 
Puto Pelushine.
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El afiche publicitario 
“Aquí somos todo OIDOS! 
Cuentanos en que podemos mejorar y en que somos buenos. 
Te escuchamos! 
Envianos tus comentarios 
info@playpoint.com.co” 
Buenos días... Quería hacer saber mi inconformidad con el letrero publicitario instalado esta semana en el parque Playpoint West. A mi parecer, y no lo digo por jactancia aunque parezca, el letrero debería tener una buena ortografía, ya que es un anuncio publicitario y es la imagen de la compañía. La falta de tildes, me parece a mí, que es como escribir “asucar”, o “cabayo”, aparte de feo da muy mala imagen. Y tal vez los clientes no lo noten, porque puede que
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sea así, pero considero que las cosas se hacen bien o no se hacen. 
¿Alguien me podría decir qué significa la palabra "oidos"?, ¿por qué, si se está escribiendo un texto en español, castellano o paisa, el signo de admiración solo está puesto al final de la frase cuando debería poseer los dos?, ¿"cuentanos"? falta grave, motivo de extradición, y ¿si fuera francés?, cuantas tildes se dejarían huérfanas y sin hogar. Los "que" utilizados allí no son "que" son "qué" ya que son preguntas indirectas que hace el afiche. 
Cuando se habla con un cliente, se debe ser directo, claro, especifico y respetuoso, al decirle "envianos" tus comentarios, se está tomando un cierto grado de confianza que no se debería tener. Y no es porque odie que como cliente me traten de tú, o de envianos
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o de cualquier trato donde se pueda llegar a buscar confianza de un desconocido, considero que es mal vista, mal escrita, mal utilizada esta palabra. 
Gracias por la atención que creo me fue prestada a ésta, mi opinión. 
Hola Juan, Tu comentario es muy válido y produce cierto sonrojo ya que es cierto, tenemos descuidado el idioma, pero esta validez pierde fuerza cuando se hace de una manera inapropiada y, utilizando tus propias palabras, sí da cierta imagen de jactancia. Agradezco tu comentario ya que demuestra tu atención a los detalles y tu aprecio por las letras, cosa demasiado importante y muy olvidada. Te invito a encontrar la manera de
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hacer tus críticas de una manera más constructiva ya que tus palabras tienen mucha fuerza y esa fuerza, considero, debe ser bien empleada. De nuevo mil gracias.
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Verde a su lado, 
colección de conocimientos, 
pérdida del tiempo, 
tranquila muerte, 
vanaglorioso amor.
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Historia baladí 
Entró en su habitación, sola, acompañado por una leve tristeza que lo obligaba a entrar en cavilaciones del intelecto que solo los sentimientos logran evocar, sobre la mesa de noche (un metro cuadrado de baldosa fría, delimitada perfectamente por un color blanco mugre) se encontraba su libro favorito en medio de la oscuridad que meditaba entre el azar y la noche. «Que día» pensaba mientras avanzaba entre las oscuridades contiguas buscando el interruptor. 
Él era un joven, árbol como pocos. Árbol, que utopía, tal necesidad de sentirse árbol o mar en la sociedad donde todos se quieren humanos, sentirse árbol puede caber perfectamente en la revolucionaria mentalidad de él, sentirse árbol en medio de
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la oscuridad de su deshabitada cavidad de cuatro paredes erguidas sobre el comúnmente llamado suelo o piso, deshabitada por solo unos segundos ya que él había entrado con la venturosa pasividad que su tristeza le otorgaba. 
«Estaba cogido del día, la mañana avanzaba presurosa, como todo el tiempo, el tiempo no espera, nunca lo hace, como lo voy a querer si ni siquiera lo conozco, si nunca se detiene a esperar que yo me lave el pelo o me cepille los dientes, como lo voy a querer si en medio de su afán ni se fija que existo y sigue volando en sus pensamientos del no- pares como una gaviota a las seis de la tarde, corre y corre, y de correr nunca se cansa; avanzaba y yo seguía durmiendo, aún con un poquito de ese dulce sueño que me había acompañado toda la noche, y a sabiendas de tener que despertarme agarré la primera
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máscara que encontré y me la puse, todavía dormido, ni siquiera noté cual era, no vi su color, no la sentí, solo la puse sobre mi rostro y me paré de la cama volando, no esperaba que fuera ésta, la máscara que odio, la de mi tristeza» 
Se encontró perdido en sus pensamientos que a esa altura hablaban de su despertar, del motivo de su tristeza, de sus máscaras, de su juego de máscaras que yacía en el borde de su delimitada mesa de noche, ocho máscaras diferentes (no podían ser menos), «de todas mis máscaras y por el afán de despertarme escogí la verde, y solo ésta, ¡que hastío!; debí organizarlas anoche a modo de no olvidar cual debía ponerme. Olvidar ¿qué palabra es esa?.». 
En la sala de lecturas estaba ella, que lo observaba detenidamente mientras él
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caminaba quieto y sin moverse, manoteando al viento, como peleando con un ser imaginario que lo obligaba a hacer algo que ciertamente no quería, como un león que ruge para si mismo, como un perro que duerme y ladra sin darse cuenta de lo que hace; por un largo instante de tiempo lo pensó hasta que por fin se decidió a hablarle. 
-Y, ¿cómo te fue hoy? - dijo ella. 
-No quiero hablar de mi día, – dijo él encontrando por fin el interruptor - estuvo verde, sabés que no me gusta cuando el día es verde, tal vez me di cuenta un poco tarde, cuando no había más por hacer, cual de las máscaras había escogido para este día. Es hermoso saber que aún te preocupa mi día. 
- Solo me extrañé al verte jugando tenis sin raqueta y con el viento. 
- ¿Lo hice otra vez? - preguntó envuelto en carcajadas.
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- Sí, y no sé por qué te extrañas cuando te pregunto por tu día – decía ella mientras cerraba el gran libro de unicornios que había sacado de la biblioteca - sabes que aún me gustan tus historias. 
Sacando un libro de su maleta comprendió la absoluta verdad, aun sabiendo que las verdades no son nunca absolutas, que no sé qué noes y que yoes, que a sabiendas de verdades siempre relativas pensamos en la absolutez como parte del circo psicodélico que supone el tener éstos y no otros ojos, el tener ésta y no otra mente solitaria hablando de quien sabe que silencios mundanos con uno mismo, percatarse de la sarcástica verdad que tiene una mujer desnuda en el último rincón de la memoria caminando de la sala a la cocina, volando desde el comedor hasta el trabajo, cocinando los sueños que luego serán pesadillas por no
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poder cumplirlos sabiamente. Que verdad nos acercaría al amor, sabíamos de los recovecos y remeditaciones y reputaciones y restricciones, pero aun sabiendo cuanto nos queda por saber, saber que o como nacen los patos. 
Nos encontrábamos cada noche, desnudos en muchas ocasiones, sin tocarnos ni un pelo ni una pieza recubierta por la piel, yo la conocía desde sus cabellos riachuelos hasta sus dedos no menos besables, pasando por sus montañosos pechos y navegando por sus labios que se entreabrían para abarcarme en un abrazo dulce y húmedo; no hacíamos el amor, hacer el amor era más complicado, solo teníamos sexo que es algo que se da mucho más fácil, de igual manera nos entregábamos sin discutir en los detalles, sin pensar en las heridas de los crueles pasados, amándonos (eso creo) con fervorosa pasión,
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sacábamos todas las armas, los dientes, las ideas, y las plantábamos en una hoja de papel imaginaria para no olvidar ningún detalle. En aquella ocasión, me recuerdo sacándole uno a uno los botones de su blusa algo acabada y de profundo azul, con mis dedos, un poco tímidos, seguía el río que lentamente conduce a su espalda y besando cada una de sus casas interplanetarias me adentré en su bosque. 
Ella, un poco más desnuda que él, dejaba su ser al viento, el de él, que andaba frío por esos años, como bailando sobre las cumbres montañosas de la selva; eterna majestuosidad natural de plantas y colores vivos, él preparaba su arsenal de sentimientos para ahondar, es decir, adentrarse en la inmensidad de su selva, la de ella, que adolorida por tantos soles y desnuda espalda gemía dulce y azul mientras
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él ni siquiera se percataba, o mejor expresado, no notaba su papel sobre ese sortilegio. Giro de posibilidades, nimias momias espeluznantes y críos de tántalo y azares cotidianos, azar que no mucho antes habían usado para encontrarse en el mundo después de largos caminares por oscuros senderos, aunque no caminaban solos, caminaban acompañados por sus dudas y sus miedos, por sus pensamientos y sus tristezas, por sus alegrías y sus pesares, con sus colibríes y sus perros, caminaban sin buscarse, caminaban queriendo encontrarse, caminaban en un mundo lleno de soles, y de soledades, hasta que el destino, o bien sea dios, logró hacer verde la esperanza, a vos te hace falta un poco de mi soledad le dijo en medio del tropezón que los unió, cuando de pronto sobrevino un silencio, como se sabe en estos casos es difícil decir algo que realmente no sobre, silencio que las
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golondrinas y los ángeles llaman asombro, silencio que en la canción que sonaba era necesario. 
- ¿Por qué estás tan callado? - preguntó ella como esperando que él le contentara con una de sus historias del día. 
- No es nada querida, solo que los zapatos me están presionando mucho el ojo. ¿Quieres una copa? - preguntó mientras se dirigía a la cocina donde guardaba un poco de vino para ocasiones importantes, aunque ésta no era una de esas. 
Un encuentro con la muerte, tan cercano y solo eso. Sirvió una copa de un Merlot exquisito, de esos que saben a ciruelas, encendió un cigarrillo, puso un disco de su colección de Jazz y se sentó a disfrutar. 
El silencio de la canción que suena, que es tan necesario en el ritmo. Ese silencio de
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almas que supone las frases pronunciadas por él al momento en que se dio la simple oportunidad, ella aún asombrada y contemplaba al árbol, que era él, y lo miraba dulce, con una calma apacible como con deseo ineludible de ser mutua a tal proposición; le sonaba mucho la idea que seguía rondando por su cabeza, la de ella, dos soledades unirse en un eterno abrazo que sobrepase las fronteras internubilares y cósmicas con su nave dorada de propulsores subatómicos y sus intrincados circuitos reforzados imaginariamente, dos soledades que no son más que una soledad mayor acompañando un camino indivisible, parecido a la luz o tal vez a un camión o al caer de la lluvia que no toma las prevenciones necesarias para no mojar al momento de continuar su trayecto vertical, dos hermosisimas soledades tomadas de las manos (solas) y plantadas, es decir, unidas
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por palabras, por placeres, que caminan, que toman el té a las seis de la tarde, que se sientan a mirar las viejas fotografías de su álbum de recuerdos, dos soledades que comen juntas y aun así se consienten solas, que toman un baño al iniciar el día, que se visten y se van al trabajo por distintos rumbos pero sabiendo que una soledad los espera al caer la tarde, que se maquillan las verdades (y con razón) para no herir la soledad ajena, circunstancia de encontrarse solo o sin compañía. Pero él, que caminaba por la calle de Pethit-Chene antes de cruzarse con ella, no hablaba solamente de unir soledades, soledades que se unen y se entregan, es decir, se funden, se acompañan, se franquean, se besan, se miran durante horas y segundos sin siquiera mencionar sus más oscuras mentiras y sonríen al son de un café en el restaurante, que se descuidan y se preguntan por qué la ausencia de la
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camiseta, que se dan de comer una hamburguesa deliciosísima, que se centran en el balcón de la casa y se fuman un habano sin prevenciones, que se desnudan... Así comenzó todo, luego de sacarle la blusa por completo y quitar uno a uno cada uno de los que parecieron cuatro mil ochocientos sesenta y siete botones, se aparecía un nuevo silencio, esta vez de movimientos y él, queriendo besar su espalda, saltó desde el borde de la cama cuan hormiga con alas o rinocerontaguila hasta llegar a la divina espalda desnuda que patrocinaba ella, descendiendo a besos y versos por sus montañosas nalgas y dejándose fluir por su caudaloso río de deseo, el que conducía siempre a sus omóplatos.
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No lo niego 
No lo niego, 
en algún momento creí que podría existir 
un dios que me acercara a vos 
un dios alto, magnífico, veloz, experto 
en temas de amor y creyente 
de una unión de dos; 
uno que me regalara el placer de mantener 
tu aroma en mi olfato 
como consecuencia de nuestro 
encuentro semanal; 
de hacer que tu rostro 
no estuviera solamente en 
mi corteza cerebral; 
de tocar tus labios, 
enfriados por la noche serena, 
con los míos; 
de acariciar tus manos, 
tan tuyas como mías; 
de hablarte con mis ojos cuando
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los tuyos buscan respuestas; 
de observar tus cabellos después 
de sucumbir a tu cálido abrazo. 
Pero estoy igual, 
tu aroma, en mi memoria; 
tu rostro, en mi recuerdo; 
tus labios, en mi frío; 
tus manos, solo tuyas; 
tus ojos, sin preguntas; 
tus cabellos, 
en tu abrazo, 
sin mis brazos.
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Se vive… 
Poema doce 
Se nace, se aprende, se escucha, se habla, se lee, se escribe, se palpa, se siente, se relee, se edita, se embarca, se explora, se conoce, se aturde, se acude, se obsesiona, se complementa, se juega, en enjuaga, se aliviana, se come, se bebe, se suelda, se acuchilla, se desviste, se cepilla, se peina, se atortola, se acurruca, se llora, se disculpa, se ametralla, se termina, se exclama, se ama, se seca, se fuma, se acribilla, se aminora, se explota, se duerme, se vive, se vuela, se atraganta, se ahorca, se humedece, se revive, se quema, se ampolla, se chuza, se sucumbe, se proclama, se declama, se siembra, se enamora, se recuerda, se acobarda, se emborracha, se llueve, se confiesa, se mira, huele, se aparca, se olvida, se estremece, se agranda, se deja, se sale, se sexa, se extrae,
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se apaga, se bota, se cierra, se limpia, se barre... Se muere.
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Amanochecer 
Rabiando rememorables replanteos tísicos 
cansado de obnubiluxaciones repentinas 
y repetidas 
en las noches que en coche 
y descorche repensé 
o no noto tantos tontos orcos y no cojos 
de esgualamidumias acciones 
y opciones, nociones que envilecen, 
recrecen y reverberecen el ser 
ensorsimismado en pensamientos miento 
y en mi entro. 
Y de lo par ido, y lo reparido, 
y de lo imparido, y lo impar ido 
y de las angustosesiones recesionadas 
y no reflexionadas 
y de las recontratristadas pedradas pasadas. 
Paso a paso paso y pasa y pienso
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paro reprofundísimos, y reconfundidísimos, 
y redificilícimos repensamientísimos 
y reconculcórneas córneas corneas 
repensando repasadas pensadas y no pesadas 
mientras la no noche no me nota, ni anota, 
sin mente, sin memoria, sin mendigas 
muchedumbres 
nimiedad edad mental y astral adquiero 
encandorbienungido por buenos 
repensamientos y remeditaciones 
mentales inmentables mentalizaciones 
metalingüísticas 
pensando ando dando tanto hago 
de noche, 
que es tan noche como no día 
y piensa.
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Parto del hecho… 
Parto del hecho 
de que no me creés 
sos el verso que me da vida 
cada día al despertar 
y solo me amás, 
cuando nos vemos, 
es cierto, 
como amar un cuerpo que no ves, 
que no tocás, que no olés. 
Yo te amo, 
en mi recuerdo, 
en tu presencia, 
en tu voz por mi teléfono, 
y esa pasión que inspira 
y delira y suspira, 
esa pasión que inserto 
en cada texto, 
para que lo leas
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o lo escuches 
y luego cantes 
o bailes 
o vueles. 
Apareciste un día de agosto 
y mi vida volteaste, 
y mi canto afinaste 
y mi poema puntuaste, 
y fui un idiota y me aguantaste 
y fui un perdido y me guiaste 
y fui un cobarde y me dejaste. 
Luego volviste 
con mi cambio al hombro 
hoy te siento, 
hoy te aclamo, 
hoy te abrazo, 
hoy te agradezco esa comprensión. 
Gracias por habitar
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en mi memoria 
y mi cama. 
Gracias por dormir conmigo 
en nuestra casa gris. 
Gracias por cuidar de mí. 
Y te agradezco porque en mi mundo, 
la luna sale a caminar 
siguiendo tus pupilas, 
y el sol apresura a ocultarse 
detrás de una nube 
porque tu pintas el paisaje 
mejor que él, 
y los lobos aúllan, 
cuan ángeles tocando trompetas, 
al sentir tu presencia. 
Y te agradezco por la felicidad 
que me haces sentir.
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Y te agradezco por el amor 
que me haces entregar 
sin intentar sacarlo a la fuerza 
Parto del hecho 
de que te amo.
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Intelecto 
(Léase con un dedo en la nariz) 
Son los codos otros del cómodo orco y el ozono tosco fofo y coco; 
el ahonde, la palpitada en pecho hecho sentimiento estrecho trecho sin techo; 
la acertada y no cercada de mi sin voz, sin vos, sin tos; 
y de mi recoveco intelecto.
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A la hora de comer 
Cantar comiendo, 
dormir comiendo, 
caminar comiendo, 
beber comiendo, 
abrir la boca 
del estómago, ° 
y dejar comiendo ° ° ° 
los dientes de los ojos, ° 
hablar comiendo, 
amar comiendo, 
vivir comiendo, 
pero sobre todo… 
Comer comiendo.
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Semana 
Soy yo, aquí sentado, escribiendo lo que de mi interior emerge. Anhelando desde el domingo, un sábado eterno, que, como el lunes sea principio, hermoso sea como un viernes; intrínseco, como éste y todos los jueves; sofisticado como el martes, y que de miércoles, posea esa paciencia, tan propia como ajena, tan oscura como clara, tan sutil como brusca, tan abundante en mí, como la hermosura en vos. 
Anhelando un sábado, tan sagrado como hoy, tan fiestero como ayer, tan alegre como antier, tan trabajador como mañana, un sábado a tu lado. 
Preparando mis futuros pasos, en el presente, con experiencias pasadas; por ahora cerraré mis ojos, dejaré fluir la locura
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que, únicamente, abarca mi corazón, que advierte un hermoso principio, en un sábado, al final de la semana.
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Cada vez sos más noche que tarde; convertite en noche, tarde.
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Al cangrejo 
A ese ser perfecto, 
a dios hecho mujer, 
a la encarnación del amor, 
a la música de la vida, 
a la excelencia del amanecer, 
a ese despertar con un café, 
al cantar de su escoba, 
a la bendición de su almuerzo. 
Mujer sensata y mujer dispuesta, 
mujer calmada y mujer canela, 
mujer sola y mujer pujante, 
mujer ansiosa y de siestas, 
mujer antigua y modernizada; 
caminante, adolorida, amada, 
mujer sonriente y mujer tranquila. 
De marcados rasgos 
y majestuoso semblante
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de mente abierta y voz en mi, 
de las mejores, la mejor; 
de las comidas, la chef; 
de los chistes, la carcajada; 
de la lluvia, el agua. 
¡Oh, sublime mujer! 
¡Oh, astro brillante y azul! 
¡Oh, calma de los impacientes!. 
Mujer irreductible, mujer rebosante, 
mujer descolorida, mujer de luz, 
mujer profunda, mujer actriz, 
mujer televisora, mujer recoloreada, 
mujer adentro, mujer madre. 
Madre roja con tintes de color vida, 
madre verde con sazón a esperanza, 
madre azul con conocimiento de océano, 
madre negra, y madre monte.
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El café 
A veces, no tengo una idea clara de lo que quiero escribir, miento, nunca tengo idea. Me subo en un barco de madera con grandes velas y dejo fluir todo lo que el sentir deja escapar. Una cuchara, una servilleta, el tinto, un pitillo, una mujer. Instrucciones para hacer un café instantáneo: Ella (la mujer) mezcla los ingredientes en un pocillo de agua caliente y con la cuchara revuelve. 
No entiendo por qué pero jamás me queda igual, debe ser el dulce y armónico movimiento de sus dedos al agarrar (y no coger) la cuchara, ese tin tin musical que emite sonidos apagados mientras se va mezclando las partículas de café con las del agua, el microcosmos de sus delicados dedos que con pulgar e índice hacen ir y venir el elemento que, no logro comprender cómo, emite un reflejo inverso de mí; deben
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ser sus ojos que me miran, las burbujas de colores en el límite del líquido, la servilleta, el pitillo, el café, un sorbo, ¡ah! Delicioso.
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Emerges 
Desde palabras épicas con tinte azul, 
con la cribada mitoforma del abducido 
pensamiento hambriento, 
y la sesgada arqueada mellada hada 
hasta las recónditas métricas cavidades 
míticas 
y de los cansancios nimios del tú 
tan tú 
y con la espera a cuesta que llevarla 
cuesta 
desde el sueño insomne y la hermosa 
musa que acusa 
con la no muda pluma cruda y el sentido 
tacto tanto o menos cauto 
y del resentimiento con sentimiento 
y del consentimiento sin sentimiento 
hasta el sintagma semántico y 
sin o con sentido 
y los marcados inusados y críticamente
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concentrados 
con toda la mente demente y de mente 
en mente y el gesto hundido 
como ido y traído 
y la calcinada forma armada de la nada 
y aclamada 
y mejorada 
pero calmada. 
Desde el desdén mismo de 
inicuos escritos 
y plasmados caracteres en crueles papeles 
con el entero esfero en dedos 
y el mero empeño 
hasta el cantado movimiento de tibias 
ideas frescas 
con plenas imágenes 
plenamente imaginables 
y sos vos 
emergente.
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El esfero del joven poeta 
La guitarra del joven soldado. 
El esfero del joven poeta 
solo escribe pasadas las diez, 
es algo tímido, 
en ocasiones: 
duerme por días, 
en otras: 
muere exhausto 
por sus noches 
de sueño insomne.
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A propósito del octavo aniversario de Evaristo. 
Cómo has podido sobrevivir a los cambiantes tiempos que te acompañan; cómo, a las injustas palabras que te propina tu mente; cómo, a las verdes melancolías de corazones atados; cómo, a las dulces caricias de tu néctar favorito. Si yo tuviera de ser yo, quizá no estaría en tu lugar, quizá la vida en tus azules jardines tiznaría de violeta o naranja; yo que soy tan vos sin dejar de serte. 
Cómo has podido recordar que no tenés recuerdos; cómo, en tu día, rosado por cierto, has logrado extraer de tu memoria palabras olvidadas; cómo dejaste este esfero; cómo caíste en vanos pensamientos; cómo hieres sin pensarte un poco; y lo dijo hacia
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las doce, porque no lo hago yo, lo haces tú, yo. 
Como has cambiado mi mundo. 
Como has cambiado. 
Como haz. 
Cómo? 
Respondeme, por favor, sos vos y no tú, porque yo quiero ser usted y dejar de serme. Pero como has cambiado la forma de mirarnos, como la hemos modificado, somos uno, uno loco, uno y solo uno. 
¿Qué te pasa? Contame tus penas, nuestras penas, sabés que nos pertenecen y aun así seguís ahí sin decirme nada. Soy tuyo y soy mío, soy de todos los que quieran tomarme, nadie nos toma, ¿será por vos? O ¿quizá por mí?. Cuéntame de ella que es tuya y también mía, cuéntame de sus besos y sus caricias…
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Ahora no me digás nada, sé que escribo solo, y no sabemos cómo hemos sobrevivido a esto… 
Ayer éramos niños, ayer y que importa, ¿cómo sobrevivimos sin esas golosinas? 
Sí, lo sé, ocho años no se cumplen todos los días, es por eso que aún se recuerdan cosas como balas punteando una J o como coger un lapicero y no escribir, eso se recuerda, pero cuéntame de tus olvidos… 
A veces te queda el sentimiento de que una sola vida es poco, mil vidas cada una con su respectiva muerte. 
Tal vez es coincidencia, 8031, 192721, 11563203, 693792003, 21, 09, todos impares, pero vos, vos no estás solo, me tenés a mí y la tenemos a ella con su universo morado de azul.
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Y tu tos y tu rodilla y tu adicción a comer uña, y tu desvio cambiante, y tu batería de frases, y tu color pálido centelleante… 
¿Qué sería de tu vida sin mí?. 
Con mucha rabia. 
Juanez y yo. 
Sábado, 21 de septiembre de 2013, 23:31:57 
Medellín – Colombia.
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Tanto 
De tanta lectura leída por ojos lelos 
de tanto escrito escrito por rebelde mano 
de tanta vista vista 
de tanto tacto tactado y palpado 
de tanto tonto pensamiento tocado 
de tanto beso besado 
de tanto abrazo abrazado por brazos 
de tanto canto cantado por voces cautas 
de tanto sexo sexado 
de tanto vos y yo poetizado 
y de repente apareces y no sé qué decir.
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A mi fiel compañera 
Ayerteveíashermosa,contuvestidorojo,tucabellosueltoytussombras,alvertemedijiste“tengohambre”,sinpensarlosaquédemibolsillounpedazorasgadodepapelqueconservabaparavos.Loleísteyloguardaste.Lanocheestabaoscura,¿lorecordás?,habíacomotrecenubes,yunatrasunalesbuscamosformas,unoso,unacasa,unanube, esatieneformadenube,tereíste.Fuelaprimeravezquetevisonreirdeverdad.Teofrecíuncafé,sinazúcardijiste;sietenubesmástardenosentramos,vistemidesordenquenoeramásqueunordenestocástico,unrompecabezasaunsinterminar,unapiladelibros,laropa(mal)acomodadasobrelasilla.Agarrasteunlibrodemibiblioteca(siesquepuedellamarseasí)ymeleísteeltítulo,recuerdoquenoteprestémuchaatenciónpuesestabarecordando,esdecir,repitiendotudelicadocaminarporelcorredor,tumovimientodecintura,espaldarecta,tuvestidorojoeneseiryvenirdelosvient
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oscruzados.Meincorporé,abríellibroenunapáginaalazar,teleíelcapítuloyvosestabasdibujandounacasa,construyéndola,ladrilloaladrillo,uniendolaconlascenizasdelaspalabrasquesalíandemiboca.Luegotebesé,besétutiempo,besétuslabiosdecerezaconsaboracafé,besétudulceytranquilocaminarporelcorredor.Afueraempezabaallover,igualqueadentro,laúnicadiferenciaeralatemperatura.Tomélapalabra,yunsorbodesaliva. 
Lalluviaesgrisymojalospocossentidosqueaunsonconservados,elcielodenimionegroanaranjadoseagolpadenubesescarlataylecrecenramas,dosniñosaprovechanparavercaertalespectáculobajolaproteccióndelcristalquenoesmásqueseisdíassindormirouncigarroalasclarasaguasdeunmarapenasabierto.Entróunélynisiquieranotóunodelosarreglosrepartidossobrelaalfombraverde,queaesaalturanoestabatanverde;unbuhodecristaltraslúcidodeunaodoslibras,engalanadoconunaplumadeavestruzycolocadosobre
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unrecortefínamentepulidodemaderadepinocanadiense,queyacíasobreuntapeteverde,colocadofírmementesobreelsuelo,gris.Acadaladouncenicero,unolleno,otrorelucientedelimpiezaypolvoqueseacumulabaycreabacapasqueenocasionesyousabaparaescribiralgúnrecuerdoolvidado.Yrecorremoslanadaenesetododeaniquilarpensamientosenlasbohardillas,esdecir,lasacerasdeloscafetinesconsussalsasysusgranosperfectamentecortadosyesosdiminutosfrutoscrudosysecos.Taleslanecesidaddeencontrarnosciegosytiradossobreloscolchonesdelascamas, borrachosydesgualamidosaciertascientascosas,saberseignoradoporcienes,omiles,ounos;alfineltiemponosagrupa,nosreune,ynosdejavisualizarloinvisible,quenoesmásqueelnoquererver,nonotarlonotadoporotros,loquevos,graciasaldestino,notaste. 
“Estoytriste”dije“aunnosécomoestarsoloenmicabeza,nomehepodido,esdecir,nohelogradoacostumbrarmeaestarsoloaquímetido,encerrad
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o,enmicabeza”,Metoquélacaracomosimepicara,“haceratoquieroverte,contarteloquemepasa”,yempecé…Peroporrazoneslejanasamirealidadnolasescribiréhoy.
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Corazón dulce 
Si la vida te arrancó 
el dulce y cauto placer de la vida 
fue por tu deseo compartido 
verdes y eternos jardines. 
No lo niego 
la falta a veces golpea, 
extrañar no es fácil, 
llorar tampoco lo es 
y menos para mi. 
Cinco años ya han pasado, 
tantos recuerdos 
tantas calmas postergadas 
tantas risas rotas. 
Hoy te escribo 
porque sé que lees 
mi llanto alegre 
y tristeza de tu partida audaz. 
Diez dioses que planean. 
Nueve charcos que te aclaman.
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Ocho dudas de miradas. 
Siete días a la semana. 
Seis recuerdos que me atan. 
Cinco dardos que me matan. 
Cuatro amores compartidos. 
Tres dioses te reclaman. 
Dos, tu pieza no está sola. 
Uno, recordame en la mañana.
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Leer con precaución 
Solo por si acaso, ellos se encuentran en El joven está sentado en una roca frente al Cada mañana, uno amanecía tan cerca del medio de sus desnudeces y sus curvas de lago que consume hojitas que los árboles le otro que daba cierto miedo. Cada mañana piel y lunares. Él desnudo, ella desnuda, arrojan; durante diez minutos se queda ahí con un nuevo sol, ambos se desperezaban, se ellos mirándose en un gravitar del alma, sentado, gritando silenciosamente sus quitaban las tristezas, se ponían las máscaras eternos y etéreos. Él es el primero en romper recuerdos al filo de lago, hablando con el y se sentaban a discutir su sueño de esa el silencio, que no es más que un estado lago, sin percatarse de que el lago no es noche. Y no es para más, contar tu sueño
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inercial, anida sus manos, es decir las capaz de prestarle la atención que él implica quitarse una que otra tristeza que ahueca, y las dirige a sus pechos, los de ella, requiere, el lago, el joven, la roca, las aprovecha la noche para subir por los dedos que al primer contacto se iluminan, se hojitas, los árboles, esos árboles, altos, de los pies y encontrarse en la mañana estremecen; los acaricia con índice y pulgar joviales, aunque a veces lúgubres, esos acostada a tu lado, abrazándote; por ello es mientras por su mente rondan diferentes árboles que tampoco regalan un poco de su preciso sacarla de la cama de una patada, pensamientos que nacen y se chocan unos tiempo para escuchar al joven con sus envolverla en una bolsa de papel de esas en contra otros y forman supernovas cerebrales historias. Pero el joven ni siquiera se percata las que nos venden los panes en las
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de pensamientos muertos (aunque algunos de su soledad, ni siquiera ha notado que panaderías, asfixiarla por dos o tres minutos sobreviven a tal hecatombe). Se escucha el nadie lo escucha, y sigue contando sus y clavarle una estaca en el corazón para que sonar de una canción que proviene del historias. En realidad, recuerda consigo muera por lo menos en ese instante. 
mismo cuarto de donde proviene el calor y mismo, habla solo, ignorando que el lago o Se consigue armarse de valor para agarrar donde habita el cielo nocturno, y él decía, o el árbol o las hojitas o la roca son de una una máscara de la mesa de noche, que por mejor dicho, se decía, es decir pensaba: “El indiferencia insoportable, son tumbas del esos días estaba fría. Azul, verde, amarillo, paraíso, si existe debe ser éste, este tiempo, son la muerte en el más puro estado. negro, blanco, la violeta no, rojo, tal vez;
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momento es el paraíso. Vaya uno a saber En ese instante el joven se levanta y ve a la hasta que quizá por un azar místico del cómo he sobrevivido tantos días sin subir al muchacha. 
destino se consigue arrancar de la inercia la cielo y sentarme en una nube a observar La lejanía, en términos de la juventud, era máscara café, y colocarla deprisa a modo de desde arriba el mundo girar. Vaya uno a corta. La muchacha caminaba por la orilla no perder ni un segundo para poder hablar saber cómo me las arreglo para vivir sin del mismo lago, de los mismos árboles, tan de sus sueños. “Mi sueño fue algo sombrío” estos momentos de gloria, de extensa cerca y tan lejos todo este tiempo. El joven – decía ella con la cabeza reposada sobre el felicidad, de goce descontrolado, de amor.” 
se queda observándola como si le faltara el pecho de él, que se encontraba recostado
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Con su boca, la de ella, va besando sus aire, una gota de agua o una hojita en el sobre una sábana roja – “París, una estatua, labios, los de él, que aún sabían al café que lago. A modo de saber si ella lo observaba, saliste corriendo por una calle, estabas con habían tomado en la tarde. Besaba el decide hacer una seña, mover la mano menos ropa que ahora, todo París te dulcemente cada rincón de esa boca tan como saludando, para su sorpresa la observaba, incluso yo, no sé por qué estaba varonil y reseca, con la lengua lograba sentir muchacha responde con el mismo gesto y en ese lugar. Yo vestía un traje rojo tenía los cada uno de los pliegues que sus labios, los una sonrisa. Una paloma aprovecha para tacones, esos que te gusta, luego me viste y de él, poseían. Sus manos que estaban libres, asomarse por las rendijas de los tallos de los dejaste de correr, te acercaste y me ofreciste
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acariciaron la espalda masculina, rozándola, árboles, una hojita cae del árbol más alto. El un café, como no tenía sueño acepté. tentándola, estremeciéndola, invadiéndola. joven abre los brazos como si estuviera Entramos en el café Au Chien qui Fume, y A esa altura, su cabeza, la de ella, estaba en exigiendo un abrazo, la muchacha camina y tomamos pedimos algo mientras me una de las lunas de júpiter, sus pies, sobre la se acerca a él, o tal vez es él quien se acerca contabas por qué estabas así por las calles de tierra y sus alas intentaban llevarla por el a ella, o tal vez ambos se acercan esta ciudad. No entendí mucho de lo que aire, convertirla en aire. “No sé por qué” – mutuamente. 
decías porque estaba tratando de recordar pensaba – “pero mi futuro es un futuro que Ya los separaban dos o tres pasos, cuando de cuantos bocadillos me empacaba mi madre
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pende de una diminuta línea de hilo, mi pronto la muchacha advirtió una sonrisa en en la lonchera del colegio”. 
futuro está lleno de ausencias, de compañías, el rostro del joven. ¿Hace mucho estás aquí? Y él siguió: “En cambio el mío fue algo más de amenazas, de calmas, de inseguridades. – preguntó ella mientras su mano se posaba raro. Estaba sentado en la acera de una vieja En cambio, mi instante es algo más perfecto, en su hombro, el hombro que era izquierdo y casa, estaba cayendo la tarde, en mi mano vos te agarrás a este, mi instante, y lográs de él. No – respondió él aun con la sonrisa y había un tornillo y yo lo contemplaba, ganarte un pedacito de mi futuro; mi instante tratando de armarse de valor para poner su centrado en él, olvidaba el mundo solo es un prólogo de otro instante, y a eso es a lo mano derecha sobre el hombro izquierdo de porque había un tornillo en mi mano, parecía
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que llamamos futuro, y por esto, cualquier ella y así corresponderle el saludo – ¿Vienes una especie de dios, dios tornillo, san cosa, sea lo que sea, puede dañar un instante mucho por estos lados?. A esta altura ella tornillo, era un tornillo que podía gobernar y con eso, un pedacito de futuro. Mi futuro notó en el rostro de él un sonrojamiento y el mundo o eso parecía, yo le hablaba al pende de un hilo, pero no es suicida.” 
también se sonrojó – Sí, cuando estoy de tornillo y él no me respondía nada, no Su boca, que es la de él, se acerca y opta por vacaciones por esta ciudad me vengo al lago modulaba palabra alguna; lo miraba y creo detenerse súbitamente, suavemente, sobre la para darle maíz a las palomas. 
que la gente me miraba extrañada, la gente oreja de ella, y susurra: “Tu oreja no Al fin sobrevino un silencio, como se sabe que pasaba al frente del jardín verde me
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siempre está desnuda, tu oreja se ve más en estos casos es bravo, el joven probó: miraba contemplar un tornillo, pero ellos no hermosa cuando está desnuda, y eso solo se “Tengo una casa en aquel árbol, ¿quieres entendían, dios tornillo; cuando anocheció lo da cuando tu cuerpo la acompaña venir?, podemos hacer café”. Ella, ya sin el guardé en una cajita de madera diseñada desnudándose, tu cuerpo se desnuda y tu sonrojo, asintió. Caminaron cogidos de la para el tornillo, no podía esperarse menos, oreja también, me gusta desnudar tu oreja. mano hasta la casa sin pronunciar una un tornillo con ataúd propio debe ser un Beso tu oreja como si nunca hubiera besado palabra. Cruzaron el lago, los árboles, las dios”. 
alguna oreja, sabes que el amor no es palomas, los granos de maíz, hasta que Es increíble, saberse recostado uno tan cerca
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repetido, uno ama diferente cada vez que llegaron casi sin notar la caminata del otro, los cabellos enredados, las cabezas ama. Uno no siempre ama de la misma silenciosa. Ya acomodados en la casa, uno al tocándose, ambos bajo la misma cobija, con manera, el amor es amor y ya.”. En ese frente del otro, con sus miradas perdidas en las piernas entrelazadas, con los labios cerca instante la oreja mojada se estremeció: el otro; ella, habiendo terminado su café le (mucho), compartiendo el mismo sudor, el “Tenés razón, el punto G no se encuentra en preguntaba: “¿Cómo estás?”; “Bien, mi mismo aire, la misma habitación, el mismo donde muchos hombres creen; se encuentra mundo duele menos si te miro” decía él. colchón, tan cercanos, tan unidos. Pero no, aquí, en tu oreja.” 
Observaban por la ventana de la casa sin dos seres pueden convivir en la misma
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Ella mueve su cabeza, agita su cabello, muebles el paisaje de la ciudad, las habitación, respirar el mismo aire, tomar del suelto; sus labios rozan los de él y ella, bien montañas que ocultaban el sol con soberana mismo lado del pocillo un sorbo de café, sea como una fábula o un augurio, dice: autoridad; contaban las estrellas, comer con el mismo tenedor el mismo plato “Ves que tengo razón, solo te quiero cuando encontraban figuras a las nubes y se miraban de spaguetti, compartir saliva, fluidos, nos vemos; no me gusta tu recuerdo, aunque fanáticamente a los ojos. Ella mordía su sexos; pueden pensar ambos en la misma me gusta recordar tu piel pero me gusta más labio, él la miraba seguro a los ojos. “¿Por historia, en la misma enredadera, mirar el que tu piel me recuerde tu piel, que tus qué no lo haces? – le preguntó. Ella lo hizo. mismo árbol, seguir el camino de vuelta a
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labios me recuerden tus labios. Y tus labios, Y ambos se perdieron en ese beso eterno y casa, ver el mismo documental acerca de los son esa perfección a la que aspiro, y tu piel, etéreo. 
años nazi; pueden leer el mismo libro, abrir vos mismo te encontrás en el surco curvo de la misma puerta con la misma mano al mis labios, de mis pensamientos, de mí. Me mismo tiempo y tocándose los dedos, gustan tus labios, la forma como me besan, pueden reconocer como víctima la misma las palabras que tocan mi punto G, como lo cascara de plátano que acaban de botar, llamás vos”. Su mano con un movimiento juntos. Pueden ser felices al mismo tiempo, inocente, ya que la mano no lo era, tocó; y pero no, nunca tendrán el mismo sueño, ella preguntó: “¿Qué tienes ahí?. Él nunca se sentarán una mañana a contarse su consiguió cierto sonrojo que ella no notó. Él
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sueño y dirán: “Sabes, eso mismo soñé se enderezó para unirse a ella, es decir, para anoche”, y de pronto advierten similitud, que sus manos, y de vez en cuando sus pero es cierto, similar no es igual. Y así, el labios, pudieran besar y acariciar los esperará paciente cada mañana que ella le caminos, las colinas, los ríos, las llanuras y cuente el sueño que él tuvo la noche rincones. Mientras su boca, la de ella se anterior. 
entreabre, sus ojos, se van cerrando; la piel se eriza o se abandona y comienza el instante.

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  • 1. CRÓNICAS DE GARAGE Juanez Evaristo García Cardona
  • 2. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 2 A quien se sienta identificado con el contenido del libro, a quien tenga el desacato de desentenderse conmigo a diario, a quien la vida le ha dado tantas vidas que parece encerrado en un garage. A todo aquel que quiera volar un rato con lo que mi ser quiere decir, con las ocurrencias que mi intelecto logra meter en una cajita de cartón para luego ponerla, es decir, plasmarla en un pedazo de papel. Cierta vez yendo a una tienda me encontré de frente con un letrero que dictaba: “Tú tienes el poder de hacer feliz a alguien”, y eso fue una motivación para recopilar los viejos tiempos y crear una antología poética de estos casi nueve años de escrituras. Algunos poemas no están terminados, algunos fueron reclamados por personas que se sintieron llamadas, algunos dicen verdades relativas, pero todos los transcribí como lo sentí en el momento de escribirlo. Y muchas de las
  • 3. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 3 ellas, gracias Salo; y el título, gracias Tavo; y la portada, gracias Clau; y la pelea, gracias Víctor; y el amor, gracias Yhoma; y los regaños, gracias Luiza. Gracias, infinitas, mejor loco que mal acompañado, ¿no?. Solo me queda dejarlos volar con esto, y citar a uno de mis poetas favoritos: “Nada ansío de nada, mientras dura el instante de eternidad que es todo, cuando no quiero nada.” Oliverio Girondo. Con mucha rabia. Juanez
  • 4. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 4 El paseo de los dioses Es bien sabido que los dioses salen a caminar por las calles de las ciudades distantes, y que su vida depende de fuerzas divinas. Cierto día, un muchacho iba manejando su vehículo y atropelló a uno que no veía a ambos lados.
  • 5. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 5 Muro pintado Es un mundo sin tecnicolor, todo gris, o negro si se mira de esa forma. Dibujos a piedra en las paredes de la vieja casa, que también era de piedra, adornaban el aposento y una vela despedazaba la oscuridad del recinto. La señora de la casa, que no se acostumbraba al incesante frío, limpiaba los cuadros de gelatina que bordeaban los feroces dibujos. La señora, de aspecto delgado y finas definiciones, se encontraba en el cuarto de las nubes, un cuarto sin techo que dejaba ver los cuatro cinturones de su planeta hogar, y Tritón que alumbraba cada vez más por esos días, y Proteus que nunca se dejaba ver, y ella que yacía quieta observando tal majestuosidad. Mientras realizaba su limpieza matutina, una de las largas noches del año, encontró en la pared un escrito de su esposo que decía:
  • 6. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 6 "Para el amor existen dos opciones amar o no amar, el que ama deja de ser el que no ama… No existe"
  • 7. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 7 Encarcelado De esta cárcel no puedo salir consciencia al filo del abismo sueños de amor inalcanzables ¿cuál es tu nombre? diosa del oscuro lado del cielo corazón de los días de vida. oh, bajo la mesa de cartón ah, miro asustado su delgada existencia al latir del viento y con olas de cebada. De esta cárcel no puedo salir no está aquí… Nunca está.
  • 8. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 8 ¿Qué quiero hacerle? Verla, sentirla, acariciarla, tocarla, palparla, escucharla, oírla, escribirla, penetrarla, inmortalizarla, publicarla, musicalizarla, poetizarla, fumarla, tomarla, airearla, abrazarla, besarla, matarla, asesinarla, encerrarla en palabras y volver a empezar.
  • 9. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 9 Esperando terminar Con el sentimiento al flote los dos amantes como incautas babosas se encierran en interminable abrazo por su humedecido beso empiezan con sus delgadas manos acarician sus dulces cuerpos, inocentes de sus actos continúan con su ropa en el suelo se ven volar las blusas los pantalones ondean el aire …
  • 10. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 10 Cansancios hondos Dentados fondos del hondo otro corto invento y tento con terco viento cansancio intenso de letras pueblas tanto tanto incauto tacto de lo inmaculado a lado y lado pienso peso tenso del nocturno incubo neto observo lentos perros cárnicos invitando posos toscos cantando andando orando pero cansado de tercas tetas en secas becas organizadas oscuridad absoluta de noches torpes camino indicio de indeciso remeditativo cariño obtuso por semicircundantes partes tomo sorbos cortos de tintito y me inspiro.
  • 11. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 11 Tríptico Siempre llega mi mano más tarde que otra mano que se mezcla a la mía y forman una mano. Siempre llega mi boca más tarde que otra boca que se mezcla a la mía y forman una boca. Cuando voy a besarte advierto que mis labios besan otros labios que acaban de besarte mientras yo te beso. Y en el preciso instante de tocarte la mano descubro que ya estaba antes de haberla tocado.
  • 12. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 12 Por eso es muy posible que no te ame y que mientras dejes de amarme ya me encuentre amándote vestido de blanco con rosas en la mano suplicando por tu amor.
  • 13. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 13 ¿Qué diablos pensás? Borracho de la vida y de existir, recorro con tambaleados pasos mi camino, a veces errado no lo puedo negar, quizá por malas acciones o pésimas decisiones; avivado por la sensación del alcohol recorriendo mi interior, como vos, que al final sos una ella. Vos por tu lado, me mirás con tus obscuros ojos de amor, ausentes de toda calidez, parece que me amás y no sabés ocultarlo, que puta sos, venís y me hablás cada noche; acaso ¿no sabés que te sueño?, gran señora, majestuosa, implacable, ineludible. ¿Qué diablos pensás de la vida, absurda muerte?...
  • 14. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 14 Perfecta poesía Perdoname preciosa poesía por proponerte pensamientos precarios, pero persigo precautelarme principalmente para pensamientos perversos. Pretendo pedirte palabras pensadas para purificar personajes, pero papeles plantean portentosa práctica. Precipito párrafos perfectamente planeados, pero padezco polémica para poner palabras, pasan pocas por pensamientos puntuales. Poderosos puntapié pulverizan penosas pronunciaciones producidas por pequeñas plumas para proyectar por pupilas preciosas palabras poco pegadas. Perdoname, poesía, por pedirte payasadas, por ponerte pesadas pasiones. Pero parecés peleando por penetrar puertas prohibidas, por parecer pelaito pidiendo pendejadas. Pero pararé, poesía, procuraré poner palabras pensadas para personificar
  • 15. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 15 preciosas propuestas, porque perdurarás por pentasiglos para posicionarte, perfectamente, prodigiosa.
  • 16. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 16 A la cosa pútrida De cabellera blanca y revoloteantes ojos como olvidar tu dulce pero mortal voz sentado aquella vez yo con mi cigarro vos con tu almohada te hice cuatrocientas preguntas ninguna tuvo respuesta. Tus ojos clavados en mi como en alguna ocasión clavaste tus colmillos, nos miramos unas ochenta horas ese día. Diez años ya conmigo, caminando de mi mano, durmiendo mi sueño ensuciando toda la casa. Y ahí seguís, puto perro. Puto Pelushine.
  • 17. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 17 El afiche publicitario “Aquí somos todo OIDOS! Cuentanos en que podemos mejorar y en que somos buenos. Te escuchamos! Envianos tus comentarios info@playpoint.com.co” Buenos días... Quería hacer saber mi inconformidad con el letrero publicitario instalado esta semana en el parque Playpoint West. A mi parecer, y no lo digo por jactancia aunque parezca, el letrero debería tener una buena ortografía, ya que es un anuncio publicitario y es la imagen de la compañía. La falta de tildes, me parece a mí, que es como escribir “asucar”, o “cabayo”, aparte de feo da muy mala imagen. Y tal vez los clientes no lo noten, porque puede que
  • 18. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 18 sea así, pero considero que las cosas se hacen bien o no se hacen. ¿Alguien me podría decir qué significa la palabra "oidos"?, ¿por qué, si se está escribiendo un texto en español, castellano o paisa, el signo de admiración solo está puesto al final de la frase cuando debería poseer los dos?, ¿"cuentanos"? falta grave, motivo de extradición, y ¿si fuera francés?, cuantas tildes se dejarían huérfanas y sin hogar. Los "que" utilizados allí no son "que" son "qué" ya que son preguntas indirectas que hace el afiche. Cuando se habla con un cliente, se debe ser directo, claro, especifico y respetuoso, al decirle "envianos" tus comentarios, se está tomando un cierto grado de confianza que no se debería tener. Y no es porque odie que como cliente me traten de tú, o de envianos
  • 19. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 19 o de cualquier trato donde se pueda llegar a buscar confianza de un desconocido, considero que es mal vista, mal escrita, mal utilizada esta palabra. Gracias por la atención que creo me fue prestada a ésta, mi opinión. Hola Juan, Tu comentario es muy válido y produce cierto sonrojo ya que es cierto, tenemos descuidado el idioma, pero esta validez pierde fuerza cuando se hace de una manera inapropiada y, utilizando tus propias palabras, sí da cierta imagen de jactancia. Agradezco tu comentario ya que demuestra tu atención a los detalles y tu aprecio por las letras, cosa demasiado importante y muy olvidada. Te invito a encontrar la manera de
  • 20. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 20 hacer tus críticas de una manera más constructiva ya que tus palabras tienen mucha fuerza y esa fuerza, considero, debe ser bien empleada. De nuevo mil gracias.
  • 21. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 21 Verde a su lado, colección de conocimientos, pérdida del tiempo, tranquila muerte, vanaglorioso amor.
  • 22. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 22 Historia baladí Entró en su habitación, sola, acompañado por una leve tristeza que lo obligaba a entrar en cavilaciones del intelecto que solo los sentimientos logran evocar, sobre la mesa de noche (un metro cuadrado de baldosa fría, delimitada perfectamente por un color blanco mugre) se encontraba su libro favorito en medio de la oscuridad que meditaba entre el azar y la noche. «Que día» pensaba mientras avanzaba entre las oscuridades contiguas buscando el interruptor. Él era un joven, árbol como pocos. Árbol, que utopía, tal necesidad de sentirse árbol o mar en la sociedad donde todos se quieren humanos, sentirse árbol puede caber perfectamente en la revolucionaria mentalidad de él, sentirse árbol en medio de
  • 23. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 23 la oscuridad de su deshabitada cavidad de cuatro paredes erguidas sobre el comúnmente llamado suelo o piso, deshabitada por solo unos segundos ya que él había entrado con la venturosa pasividad que su tristeza le otorgaba. «Estaba cogido del día, la mañana avanzaba presurosa, como todo el tiempo, el tiempo no espera, nunca lo hace, como lo voy a querer si ni siquiera lo conozco, si nunca se detiene a esperar que yo me lave el pelo o me cepille los dientes, como lo voy a querer si en medio de su afán ni se fija que existo y sigue volando en sus pensamientos del no- pares como una gaviota a las seis de la tarde, corre y corre, y de correr nunca se cansa; avanzaba y yo seguía durmiendo, aún con un poquito de ese dulce sueño que me había acompañado toda la noche, y a sabiendas de tener que despertarme agarré la primera
  • 24. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 24 máscara que encontré y me la puse, todavía dormido, ni siquiera noté cual era, no vi su color, no la sentí, solo la puse sobre mi rostro y me paré de la cama volando, no esperaba que fuera ésta, la máscara que odio, la de mi tristeza» Se encontró perdido en sus pensamientos que a esa altura hablaban de su despertar, del motivo de su tristeza, de sus máscaras, de su juego de máscaras que yacía en el borde de su delimitada mesa de noche, ocho máscaras diferentes (no podían ser menos), «de todas mis máscaras y por el afán de despertarme escogí la verde, y solo ésta, ¡que hastío!; debí organizarlas anoche a modo de no olvidar cual debía ponerme. Olvidar ¿qué palabra es esa?.». En la sala de lecturas estaba ella, que lo observaba detenidamente mientras él
  • 25. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 25 caminaba quieto y sin moverse, manoteando al viento, como peleando con un ser imaginario que lo obligaba a hacer algo que ciertamente no quería, como un león que ruge para si mismo, como un perro que duerme y ladra sin darse cuenta de lo que hace; por un largo instante de tiempo lo pensó hasta que por fin se decidió a hablarle. -Y, ¿cómo te fue hoy? - dijo ella. -No quiero hablar de mi día, – dijo él encontrando por fin el interruptor - estuvo verde, sabés que no me gusta cuando el día es verde, tal vez me di cuenta un poco tarde, cuando no había más por hacer, cual de las máscaras había escogido para este día. Es hermoso saber que aún te preocupa mi día. - Solo me extrañé al verte jugando tenis sin raqueta y con el viento. - ¿Lo hice otra vez? - preguntó envuelto en carcajadas.
  • 26. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 26 - Sí, y no sé por qué te extrañas cuando te pregunto por tu día – decía ella mientras cerraba el gran libro de unicornios que había sacado de la biblioteca - sabes que aún me gustan tus historias. Sacando un libro de su maleta comprendió la absoluta verdad, aun sabiendo que las verdades no son nunca absolutas, que no sé qué noes y que yoes, que a sabiendas de verdades siempre relativas pensamos en la absolutez como parte del circo psicodélico que supone el tener éstos y no otros ojos, el tener ésta y no otra mente solitaria hablando de quien sabe que silencios mundanos con uno mismo, percatarse de la sarcástica verdad que tiene una mujer desnuda en el último rincón de la memoria caminando de la sala a la cocina, volando desde el comedor hasta el trabajo, cocinando los sueños que luego serán pesadillas por no
  • 27. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 27 poder cumplirlos sabiamente. Que verdad nos acercaría al amor, sabíamos de los recovecos y remeditaciones y reputaciones y restricciones, pero aun sabiendo cuanto nos queda por saber, saber que o como nacen los patos. Nos encontrábamos cada noche, desnudos en muchas ocasiones, sin tocarnos ni un pelo ni una pieza recubierta por la piel, yo la conocía desde sus cabellos riachuelos hasta sus dedos no menos besables, pasando por sus montañosos pechos y navegando por sus labios que se entreabrían para abarcarme en un abrazo dulce y húmedo; no hacíamos el amor, hacer el amor era más complicado, solo teníamos sexo que es algo que se da mucho más fácil, de igual manera nos entregábamos sin discutir en los detalles, sin pensar en las heridas de los crueles pasados, amándonos (eso creo) con fervorosa pasión,
  • 28. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 28 sacábamos todas las armas, los dientes, las ideas, y las plantábamos en una hoja de papel imaginaria para no olvidar ningún detalle. En aquella ocasión, me recuerdo sacándole uno a uno los botones de su blusa algo acabada y de profundo azul, con mis dedos, un poco tímidos, seguía el río que lentamente conduce a su espalda y besando cada una de sus casas interplanetarias me adentré en su bosque. Ella, un poco más desnuda que él, dejaba su ser al viento, el de él, que andaba frío por esos años, como bailando sobre las cumbres montañosas de la selva; eterna majestuosidad natural de plantas y colores vivos, él preparaba su arsenal de sentimientos para ahondar, es decir, adentrarse en la inmensidad de su selva, la de ella, que adolorida por tantos soles y desnuda espalda gemía dulce y azul mientras
  • 29. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 29 él ni siquiera se percataba, o mejor expresado, no notaba su papel sobre ese sortilegio. Giro de posibilidades, nimias momias espeluznantes y críos de tántalo y azares cotidianos, azar que no mucho antes habían usado para encontrarse en el mundo después de largos caminares por oscuros senderos, aunque no caminaban solos, caminaban acompañados por sus dudas y sus miedos, por sus pensamientos y sus tristezas, por sus alegrías y sus pesares, con sus colibríes y sus perros, caminaban sin buscarse, caminaban queriendo encontrarse, caminaban en un mundo lleno de soles, y de soledades, hasta que el destino, o bien sea dios, logró hacer verde la esperanza, a vos te hace falta un poco de mi soledad le dijo en medio del tropezón que los unió, cuando de pronto sobrevino un silencio, como se sabe en estos casos es difícil decir algo que realmente no sobre, silencio que las
  • 30. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 30 golondrinas y los ángeles llaman asombro, silencio que en la canción que sonaba era necesario. - ¿Por qué estás tan callado? - preguntó ella como esperando que él le contentara con una de sus historias del día. - No es nada querida, solo que los zapatos me están presionando mucho el ojo. ¿Quieres una copa? - preguntó mientras se dirigía a la cocina donde guardaba un poco de vino para ocasiones importantes, aunque ésta no era una de esas. Un encuentro con la muerte, tan cercano y solo eso. Sirvió una copa de un Merlot exquisito, de esos que saben a ciruelas, encendió un cigarrillo, puso un disco de su colección de Jazz y se sentó a disfrutar. El silencio de la canción que suena, que es tan necesario en el ritmo. Ese silencio de
  • 31. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 31 almas que supone las frases pronunciadas por él al momento en que se dio la simple oportunidad, ella aún asombrada y contemplaba al árbol, que era él, y lo miraba dulce, con una calma apacible como con deseo ineludible de ser mutua a tal proposición; le sonaba mucho la idea que seguía rondando por su cabeza, la de ella, dos soledades unirse en un eterno abrazo que sobrepase las fronteras internubilares y cósmicas con su nave dorada de propulsores subatómicos y sus intrincados circuitos reforzados imaginariamente, dos soledades que no son más que una soledad mayor acompañando un camino indivisible, parecido a la luz o tal vez a un camión o al caer de la lluvia que no toma las prevenciones necesarias para no mojar al momento de continuar su trayecto vertical, dos hermosisimas soledades tomadas de las manos (solas) y plantadas, es decir, unidas
  • 32. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 32 por palabras, por placeres, que caminan, que toman el té a las seis de la tarde, que se sientan a mirar las viejas fotografías de su álbum de recuerdos, dos soledades que comen juntas y aun así se consienten solas, que toman un baño al iniciar el día, que se visten y se van al trabajo por distintos rumbos pero sabiendo que una soledad los espera al caer la tarde, que se maquillan las verdades (y con razón) para no herir la soledad ajena, circunstancia de encontrarse solo o sin compañía. Pero él, que caminaba por la calle de Pethit-Chene antes de cruzarse con ella, no hablaba solamente de unir soledades, soledades que se unen y se entregan, es decir, se funden, se acompañan, se franquean, se besan, se miran durante horas y segundos sin siquiera mencionar sus más oscuras mentiras y sonríen al son de un café en el restaurante, que se descuidan y se preguntan por qué la ausencia de la
  • 33. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 33 camiseta, que se dan de comer una hamburguesa deliciosísima, que se centran en el balcón de la casa y se fuman un habano sin prevenciones, que se desnudan... Así comenzó todo, luego de sacarle la blusa por completo y quitar uno a uno cada uno de los que parecieron cuatro mil ochocientos sesenta y siete botones, se aparecía un nuevo silencio, esta vez de movimientos y él, queriendo besar su espalda, saltó desde el borde de la cama cuan hormiga con alas o rinocerontaguila hasta llegar a la divina espalda desnuda que patrocinaba ella, descendiendo a besos y versos por sus montañosas nalgas y dejándose fluir por su caudaloso río de deseo, el que conducía siempre a sus omóplatos.
  • 34. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 34 No lo niego No lo niego, en algún momento creí que podría existir un dios que me acercara a vos un dios alto, magnífico, veloz, experto en temas de amor y creyente de una unión de dos; uno que me regalara el placer de mantener tu aroma en mi olfato como consecuencia de nuestro encuentro semanal; de hacer que tu rostro no estuviera solamente en mi corteza cerebral; de tocar tus labios, enfriados por la noche serena, con los míos; de acariciar tus manos, tan tuyas como mías; de hablarte con mis ojos cuando
  • 35. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 35 los tuyos buscan respuestas; de observar tus cabellos después de sucumbir a tu cálido abrazo. Pero estoy igual, tu aroma, en mi memoria; tu rostro, en mi recuerdo; tus labios, en mi frío; tus manos, solo tuyas; tus ojos, sin preguntas; tus cabellos, en tu abrazo, sin mis brazos.
  • 36. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 36 Se vive… Poema doce Se nace, se aprende, se escucha, se habla, se lee, se escribe, se palpa, se siente, se relee, se edita, se embarca, se explora, se conoce, se aturde, se acude, se obsesiona, se complementa, se juega, en enjuaga, se aliviana, se come, se bebe, se suelda, se acuchilla, se desviste, se cepilla, se peina, se atortola, se acurruca, se llora, se disculpa, se ametralla, se termina, se exclama, se ama, se seca, se fuma, se acribilla, se aminora, se explota, se duerme, se vive, se vuela, se atraganta, se ahorca, se humedece, se revive, se quema, se ampolla, se chuza, se sucumbe, se proclama, se declama, se siembra, se enamora, se recuerda, se acobarda, se emborracha, se llueve, se confiesa, se mira, huele, se aparca, se olvida, se estremece, se agranda, se deja, se sale, se sexa, se extrae,
  • 37. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 37 se apaga, se bota, se cierra, se limpia, se barre... Se muere.
  • 38. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 38 Amanochecer Rabiando rememorables replanteos tísicos cansado de obnubiluxaciones repentinas y repetidas en las noches que en coche y descorche repensé o no noto tantos tontos orcos y no cojos de esgualamidumias acciones y opciones, nociones que envilecen, recrecen y reverberecen el ser ensorsimismado en pensamientos miento y en mi entro. Y de lo par ido, y lo reparido, y de lo imparido, y lo impar ido y de las angustosesiones recesionadas y no reflexionadas y de las recontratristadas pedradas pasadas. Paso a paso paso y pasa y pienso
  • 39. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 39 paro reprofundísimos, y reconfundidísimos, y redificilícimos repensamientísimos y reconculcórneas córneas corneas repensando repasadas pensadas y no pesadas mientras la no noche no me nota, ni anota, sin mente, sin memoria, sin mendigas muchedumbres nimiedad edad mental y astral adquiero encandorbienungido por buenos repensamientos y remeditaciones mentales inmentables mentalizaciones metalingüísticas pensando ando dando tanto hago de noche, que es tan noche como no día y piensa.
  • 40. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 40 Parto del hecho… Parto del hecho de que no me creés sos el verso que me da vida cada día al despertar y solo me amás, cuando nos vemos, es cierto, como amar un cuerpo que no ves, que no tocás, que no olés. Yo te amo, en mi recuerdo, en tu presencia, en tu voz por mi teléfono, y esa pasión que inspira y delira y suspira, esa pasión que inserto en cada texto, para que lo leas
  • 41. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 41 o lo escuches y luego cantes o bailes o vueles. Apareciste un día de agosto y mi vida volteaste, y mi canto afinaste y mi poema puntuaste, y fui un idiota y me aguantaste y fui un perdido y me guiaste y fui un cobarde y me dejaste. Luego volviste con mi cambio al hombro hoy te siento, hoy te aclamo, hoy te abrazo, hoy te agradezco esa comprensión. Gracias por habitar
  • 42. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 42 en mi memoria y mi cama. Gracias por dormir conmigo en nuestra casa gris. Gracias por cuidar de mí. Y te agradezco porque en mi mundo, la luna sale a caminar siguiendo tus pupilas, y el sol apresura a ocultarse detrás de una nube porque tu pintas el paisaje mejor que él, y los lobos aúllan, cuan ángeles tocando trompetas, al sentir tu presencia. Y te agradezco por la felicidad que me haces sentir.
  • 43. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 43 Y te agradezco por el amor que me haces entregar sin intentar sacarlo a la fuerza Parto del hecho de que te amo.
  • 44. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 44 Intelecto (Léase con un dedo en la nariz) Son los codos otros del cómodo orco y el ozono tosco fofo y coco; el ahonde, la palpitada en pecho hecho sentimiento estrecho trecho sin techo; la acertada y no cercada de mi sin voz, sin vos, sin tos; y de mi recoveco intelecto.
  • 45. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 45 A la hora de comer Cantar comiendo, dormir comiendo, caminar comiendo, beber comiendo, abrir la boca del estómago, ° y dejar comiendo ° ° ° los dientes de los ojos, ° hablar comiendo, amar comiendo, vivir comiendo, pero sobre todo… Comer comiendo.
  • 46. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 46 Semana Soy yo, aquí sentado, escribiendo lo que de mi interior emerge. Anhelando desde el domingo, un sábado eterno, que, como el lunes sea principio, hermoso sea como un viernes; intrínseco, como éste y todos los jueves; sofisticado como el martes, y que de miércoles, posea esa paciencia, tan propia como ajena, tan oscura como clara, tan sutil como brusca, tan abundante en mí, como la hermosura en vos. Anhelando un sábado, tan sagrado como hoy, tan fiestero como ayer, tan alegre como antier, tan trabajador como mañana, un sábado a tu lado. Preparando mis futuros pasos, en el presente, con experiencias pasadas; por ahora cerraré mis ojos, dejaré fluir la locura
  • 47. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 47 que, únicamente, abarca mi corazón, que advierte un hermoso principio, en un sábado, al final de la semana.
  • 48. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 48 Cada vez sos más noche que tarde; convertite en noche, tarde.
  • 49. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 49 Al cangrejo A ese ser perfecto, a dios hecho mujer, a la encarnación del amor, a la música de la vida, a la excelencia del amanecer, a ese despertar con un café, al cantar de su escoba, a la bendición de su almuerzo. Mujer sensata y mujer dispuesta, mujer calmada y mujer canela, mujer sola y mujer pujante, mujer ansiosa y de siestas, mujer antigua y modernizada; caminante, adolorida, amada, mujer sonriente y mujer tranquila. De marcados rasgos y majestuoso semblante
  • 50. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 50 de mente abierta y voz en mi, de las mejores, la mejor; de las comidas, la chef; de los chistes, la carcajada; de la lluvia, el agua. ¡Oh, sublime mujer! ¡Oh, astro brillante y azul! ¡Oh, calma de los impacientes!. Mujer irreductible, mujer rebosante, mujer descolorida, mujer de luz, mujer profunda, mujer actriz, mujer televisora, mujer recoloreada, mujer adentro, mujer madre. Madre roja con tintes de color vida, madre verde con sazón a esperanza, madre azul con conocimiento de océano, madre negra, y madre monte.
  • 51. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 51 El café A veces, no tengo una idea clara de lo que quiero escribir, miento, nunca tengo idea. Me subo en un barco de madera con grandes velas y dejo fluir todo lo que el sentir deja escapar. Una cuchara, una servilleta, el tinto, un pitillo, una mujer. Instrucciones para hacer un café instantáneo: Ella (la mujer) mezcla los ingredientes en un pocillo de agua caliente y con la cuchara revuelve. No entiendo por qué pero jamás me queda igual, debe ser el dulce y armónico movimiento de sus dedos al agarrar (y no coger) la cuchara, ese tin tin musical que emite sonidos apagados mientras se va mezclando las partículas de café con las del agua, el microcosmos de sus delicados dedos que con pulgar e índice hacen ir y venir el elemento que, no logro comprender cómo, emite un reflejo inverso de mí; deben
  • 52. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 52 ser sus ojos que me miran, las burbujas de colores en el límite del líquido, la servilleta, el pitillo, el café, un sorbo, ¡ah! Delicioso.
  • 53. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 53 Emerges Desde palabras épicas con tinte azul, con la cribada mitoforma del abducido pensamiento hambriento, y la sesgada arqueada mellada hada hasta las recónditas métricas cavidades míticas y de los cansancios nimios del tú tan tú y con la espera a cuesta que llevarla cuesta desde el sueño insomne y la hermosa musa que acusa con la no muda pluma cruda y el sentido tacto tanto o menos cauto y del resentimiento con sentimiento y del consentimiento sin sentimiento hasta el sintagma semántico y sin o con sentido y los marcados inusados y críticamente
  • 54. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 54 concentrados con toda la mente demente y de mente en mente y el gesto hundido como ido y traído y la calcinada forma armada de la nada y aclamada y mejorada pero calmada. Desde el desdén mismo de inicuos escritos y plasmados caracteres en crueles papeles con el entero esfero en dedos y el mero empeño hasta el cantado movimiento de tibias ideas frescas con plenas imágenes plenamente imaginables y sos vos emergente.
  • 55. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 55 El esfero del joven poeta La guitarra del joven soldado. El esfero del joven poeta solo escribe pasadas las diez, es algo tímido, en ocasiones: duerme por días, en otras: muere exhausto por sus noches de sueño insomne.
  • 56. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 56 A propósito del octavo aniversario de Evaristo. Cómo has podido sobrevivir a los cambiantes tiempos que te acompañan; cómo, a las injustas palabras que te propina tu mente; cómo, a las verdes melancolías de corazones atados; cómo, a las dulces caricias de tu néctar favorito. Si yo tuviera de ser yo, quizá no estaría en tu lugar, quizá la vida en tus azules jardines tiznaría de violeta o naranja; yo que soy tan vos sin dejar de serte. Cómo has podido recordar que no tenés recuerdos; cómo, en tu día, rosado por cierto, has logrado extraer de tu memoria palabras olvidadas; cómo dejaste este esfero; cómo caíste en vanos pensamientos; cómo hieres sin pensarte un poco; y lo dijo hacia
  • 57. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 57 las doce, porque no lo hago yo, lo haces tú, yo. Como has cambiado mi mundo. Como has cambiado. Como haz. Cómo? Respondeme, por favor, sos vos y no tú, porque yo quiero ser usted y dejar de serme. Pero como has cambiado la forma de mirarnos, como la hemos modificado, somos uno, uno loco, uno y solo uno. ¿Qué te pasa? Contame tus penas, nuestras penas, sabés que nos pertenecen y aun así seguís ahí sin decirme nada. Soy tuyo y soy mío, soy de todos los que quieran tomarme, nadie nos toma, ¿será por vos? O ¿quizá por mí?. Cuéntame de ella que es tuya y también mía, cuéntame de sus besos y sus caricias…
  • 58. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 58 Ahora no me digás nada, sé que escribo solo, y no sabemos cómo hemos sobrevivido a esto… Ayer éramos niños, ayer y que importa, ¿cómo sobrevivimos sin esas golosinas? Sí, lo sé, ocho años no se cumplen todos los días, es por eso que aún se recuerdan cosas como balas punteando una J o como coger un lapicero y no escribir, eso se recuerda, pero cuéntame de tus olvidos… A veces te queda el sentimiento de que una sola vida es poco, mil vidas cada una con su respectiva muerte. Tal vez es coincidencia, 8031, 192721, 11563203, 693792003, 21, 09, todos impares, pero vos, vos no estás solo, me tenés a mí y la tenemos a ella con su universo morado de azul.
  • 59. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 59 Y tu tos y tu rodilla y tu adicción a comer uña, y tu desvio cambiante, y tu batería de frases, y tu color pálido centelleante… ¿Qué sería de tu vida sin mí?. Con mucha rabia. Juanez y yo. Sábado, 21 de septiembre de 2013, 23:31:57 Medellín – Colombia.
  • 60. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 60 Tanto De tanta lectura leída por ojos lelos de tanto escrito escrito por rebelde mano de tanta vista vista de tanto tacto tactado y palpado de tanto tonto pensamiento tocado de tanto beso besado de tanto abrazo abrazado por brazos de tanto canto cantado por voces cautas de tanto sexo sexado de tanto vos y yo poetizado y de repente apareces y no sé qué decir.
  • 61. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 61 A mi fiel compañera Ayerteveíashermosa,contuvestidorojo,tucabellosueltoytussombras,alvertemedijiste“tengohambre”,sinpensarlosaquédemibolsillounpedazorasgadodepapelqueconservabaparavos.Loleísteyloguardaste.Lanocheestabaoscura,¿lorecordás?,habíacomotrecenubes,yunatrasunalesbuscamosformas,unoso,unacasa,unanube, esatieneformadenube,tereíste.Fuelaprimeravezquetevisonreirdeverdad.Teofrecíuncafé,sinazúcardijiste;sietenubesmástardenosentramos,vistemidesordenquenoeramásqueunordenestocástico,unrompecabezasaunsinterminar,unapiladelibros,laropa(mal)acomodadasobrelasilla.Agarrasteunlibrodemibiblioteca(siesquepuedellamarseasí)ymeleísteeltítulo,recuerdoquenoteprestémuchaatenciónpuesestabarecordando,esdecir,repitiendotudelicadocaminarporelcorredor,tumovimientodecintura,espaldarecta,tuvestidorojoeneseiryvenirdelosvient
  • 62. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 62 oscruzados.Meincorporé,abríellibroenunapáginaalazar,teleíelcapítuloyvosestabasdibujandounacasa,construyéndola,ladrilloaladrillo,uniendolaconlascenizasdelaspalabrasquesalíandemiboca.Luegotebesé,besétutiempo,besétuslabiosdecerezaconsaboracafé,besétudulceytranquilocaminarporelcorredor.Afueraempezabaallover,igualqueadentro,laúnicadiferenciaeralatemperatura.Tomélapalabra,yunsorbodesaliva. Lalluviaesgrisymojalospocossentidosqueaunsonconservados,elcielodenimionegroanaranjadoseagolpadenubesescarlataylecrecenramas,dosniñosaprovechanparavercaertalespectáculobajolaproteccióndelcristalquenoesmásqueseisdíassindormirouncigarroalasclarasaguasdeunmarapenasabierto.Entróunélynisiquieranotóunodelosarreglosrepartidossobrelaalfombraverde,queaesaalturanoestabatanverde;unbuhodecristaltraslúcidodeunaodoslibras,engalanadoconunaplumadeavestruzycolocadosobre
  • 63. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 63 unrecortefínamentepulidodemaderadepinocanadiense,queyacíasobreuntapeteverde,colocadofírmementesobreelsuelo,gris.Acadaladouncenicero,unolleno,otrorelucientedelimpiezaypolvoqueseacumulabaycreabacapasqueenocasionesyousabaparaescribiralgúnrecuerdoolvidado.Yrecorremoslanadaenesetododeaniquilarpensamientosenlasbohardillas,esdecir,lasacerasdeloscafetinesconsussalsasysusgranosperfectamentecortadosyesosdiminutosfrutoscrudosysecos.Taleslanecesidaddeencontrarnosciegosytiradossobreloscolchonesdelascamas, borrachosydesgualamidosaciertascientascosas,saberseignoradoporcienes,omiles,ounos;alfineltiemponosagrupa,nosreune,ynosdejavisualizarloinvisible,quenoesmásqueelnoquererver,nonotarlonotadoporotros,loquevos,graciasaldestino,notaste. “Estoytriste”dije“aunnosécomoestarsoloenmicabeza,nomehepodido,esdecir,nohelogradoacostumbrarmeaestarsoloaquímetido,encerrad
  • 64. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 64 o,enmicabeza”,Metoquélacaracomosimepicara,“haceratoquieroverte,contarteloquemepasa”,yempecé…Peroporrazoneslejanasamirealidadnolasescribiréhoy.
  • 65. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 65 Corazón dulce Si la vida te arrancó el dulce y cauto placer de la vida fue por tu deseo compartido verdes y eternos jardines. No lo niego la falta a veces golpea, extrañar no es fácil, llorar tampoco lo es y menos para mi. Cinco años ya han pasado, tantos recuerdos tantas calmas postergadas tantas risas rotas. Hoy te escribo porque sé que lees mi llanto alegre y tristeza de tu partida audaz. Diez dioses que planean. Nueve charcos que te aclaman.
  • 66. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 66 Ocho dudas de miradas. Siete días a la semana. Seis recuerdos que me atan. Cinco dardos que me matan. Cuatro amores compartidos. Tres dioses te reclaman. Dos, tu pieza no está sola. Uno, recordame en la mañana.
  • 67. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 67 Leer con precaución Solo por si acaso, ellos se encuentran en El joven está sentado en una roca frente al Cada mañana, uno amanecía tan cerca del medio de sus desnudeces y sus curvas de lago que consume hojitas que los árboles le otro que daba cierto miedo. Cada mañana piel y lunares. Él desnudo, ella desnuda, arrojan; durante diez minutos se queda ahí con un nuevo sol, ambos se desperezaban, se ellos mirándose en un gravitar del alma, sentado, gritando silenciosamente sus quitaban las tristezas, se ponían las máscaras eternos y etéreos. Él es el primero en romper recuerdos al filo de lago, hablando con el y se sentaban a discutir su sueño de esa el silencio, que no es más que un estado lago, sin percatarse de que el lago no es noche. Y no es para más, contar tu sueño
  • 68. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 68 inercial, anida sus manos, es decir las capaz de prestarle la atención que él implica quitarse una que otra tristeza que ahueca, y las dirige a sus pechos, los de ella, requiere, el lago, el joven, la roca, las aprovecha la noche para subir por los dedos que al primer contacto se iluminan, se hojitas, los árboles, esos árboles, altos, de los pies y encontrarse en la mañana estremecen; los acaricia con índice y pulgar joviales, aunque a veces lúgubres, esos acostada a tu lado, abrazándote; por ello es mientras por su mente rondan diferentes árboles que tampoco regalan un poco de su preciso sacarla de la cama de una patada, pensamientos que nacen y se chocan unos tiempo para escuchar al joven con sus envolverla en una bolsa de papel de esas en contra otros y forman supernovas cerebrales historias. Pero el joven ni siquiera se percata las que nos venden los panes en las
  • 69. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 69 de pensamientos muertos (aunque algunos de su soledad, ni siquiera ha notado que panaderías, asfixiarla por dos o tres minutos sobreviven a tal hecatombe). Se escucha el nadie lo escucha, y sigue contando sus y clavarle una estaca en el corazón para que sonar de una canción que proviene del historias. En realidad, recuerda consigo muera por lo menos en ese instante. mismo cuarto de donde proviene el calor y mismo, habla solo, ignorando que el lago o Se consigue armarse de valor para agarrar donde habita el cielo nocturno, y él decía, o el árbol o las hojitas o la roca son de una una máscara de la mesa de noche, que por mejor dicho, se decía, es decir pensaba: “El indiferencia insoportable, son tumbas del esos días estaba fría. Azul, verde, amarillo, paraíso, si existe debe ser éste, este tiempo, son la muerte en el más puro estado. negro, blanco, la violeta no, rojo, tal vez;
  • 70. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 70 momento es el paraíso. Vaya uno a saber En ese instante el joven se levanta y ve a la hasta que quizá por un azar místico del cómo he sobrevivido tantos días sin subir al muchacha. destino se consigue arrancar de la inercia la cielo y sentarme en una nube a observar La lejanía, en términos de la juventud, era máscara café, y colocarla deprisa a modo de desde arriba el mundo girar. Vaya uno a corta. La muchacha caminaba por la orilla no perder ni un segundo para poder hablar saber cómo me las arreglo para vivir sin del mismo lago, de los mismos árboles, tan de sus sueños. “Mi sueño fue algo sombrío” estos momentos de gloria, de extensa cerca y tan lejos todo este tiempo. El joven – decía ella con la cabeza reposada sobre el felicidad, de goce descontrolado, de amor.” se queda observándola como si le faltara el pecho de él, que se encontraba recostado
  • 71. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 71 Con su boca, la de ella, va besando sus aire, una gota de agua o una hojita en el sobre una sábana roja – “París, una estatua, labios, los de él, que aún sabían al café que lago. A modo de saber si ella lo observaba, saliste corriendo por una calle, estabas con habían tomado en la tarde. Besaba el decide hacer una seña, mover la mano menos ropa que ahora, todo París te dulcemente cada rincón de esa boca tan como saludando, para su sorpresa la observaba, incluso yo, no sé por qué estaba varonil y reseca, con la lengua lograba sentir muchacha responde con el mismo gesto y en ese lugar. Yo vestía un traje rojo tenía los cada uno de los pliegues que sus labios, los una sonrisa. Una paloma aprovecha para tacones, esos que te gusta, luego me viste y de él, poseían. Sus manos que estaban libres, asomarse por las rendijas de los tallos de los dejaste de correr, te acercaste y me ofreciste
  • 72. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 72 acariciaron la espalda masculina, rozándola, árboles, una hojita cae del árbol más alto. El un café, como no tenía sueño acepté. tentándola, estremeciéndola, invadiéndola. joven abre los brazos como si estuviera Entramos en el café Au Chien qui Fume, y A esa altura, su cabeza, la de ella, estaba en exigiendo un abrazo, la muchacha camina y tomamos pedimos algo mientras me una de las lunas de júpiter, sus pies, sobre la se acerca a él, o tal vez es él quien se acerca contabas por qué estabas así por las calles de tierra y sus alas intentaban llevarla por el a ella, o tal vez ambos se acercan esta ciudad. No entendí mucho de lo que aire, convertirla en aire. “No sé por qué” – mutuamente. decías porque estaba tratando de recordar pensaba – “pero mi futuro es un futuro que Ya los separaban dos o tres pasos, cuando de cuantos bocadillos me empacaba mi madre
  • 73. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 73 pende de una diminuta línea de hilo, mi pronto la muchacha advirtió una sonrisa en en la lonchera del colegio”. futuro está lleno de ausencias, de compañías, el rostro del joven. ¿Hace mucho estás aquí? Y él siguió: “En cambio el mío fue algo más de amenazas, de calmas, de inseguridades. – preguntó ella mientras su mano se posaba raro. Estaba sentado en la acera de una vieja En cambio, mi instante es algo más perfecto, en su hombro, el hombro que era izquierdo y casa, estaba cayendo la tarde, en mi mano vos te agarrás a este, mi instante, y lográs de él. No – respondió él aun con la sonrisa y había un tornillo y yo lo contemplaba, ganarte un pedacito de mi futuro; mi instante tratando de armarse de valor para poner su centrado en él, olvidaba el mundo solo es un prólogo de otro instante, y a eso es a lo mano derecha sobre el hombro izquierdo de porque había un tornillo en mi mano, parecía
  • 74. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 74 que llamamos futuro, y por esto, cualquier ella y así corresponderle el saludo – ¿Vienes una especie de dios, dios tornillo, san cosa, sea lo que sea, puede dañar un instante mucho por estos lados?. A esta altura ella tornillo, era un tornillo que podía gobernar y con eso, un pedacito de futuro. Mi futuro notó en el rostro de él un sonrojamiento y el mundo o eso parecía, yo le hablaba al pende de un hilo, pero no es suicida.” también se sonrojó – Sí, cuando estoy de tornillo y él no me respondía nada, no Su boca, que es la de él, se acerca y opta por vacaciones por esta ciudad me vengo al lago modulaba palabra alguna; lo miraba y creo detenerse súbitamente, suavemente, sobre la para darle maíz a las palomas. que la gente me miraba extrañada, la gente oreja de ella, y susurra: “Tu oreja no Al fin sobrevino un silencio, como se sabe que pasaba al frente del jardín verde me
  • 75. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 75 siempre está desnuda, tu oreja se ve más en estos casos es bravo, el joven probó: miraba contemplar un tornillo, pero ellos no hermosa cuando está desnuda, y eso solo se “Tengo una casa en aquel árbol, ¿quieres entendían, dios tornillo; cuando anocheció lo da cuando tu cuerpo la acompaña venir?, podemos hacer café”. Ella, ya sin el guardé en una cajita de madera diseñada desnudándose, tu cuerpo se desnuda y tu sonrojo, asintió. Caminaron cogidos de la para el tornillo, no podía esperarse menos, oreja también, me gusta desnudar tu oreja. mano hasta la casa sin pronunciar una un tornillo con ataúd propio debe ser un Beso tu oreja como si nunca hubiera besado palabra. Cruzaron el lago, los árboles, las dios”. alguna oreja, sabes que el amor no es palomas, los granos de maíz, hasta que Es increíble, saberse recostado uno tan cerca
  • 76. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 76 repetido, uno ama diferente cada vez que llegaron casi sin notar la caminata del otro, los cabellos enredados, las cabezas ama. Uno no siempre ama de la misma silenciosa. Ya acomodados en la casa, uno al tocándose, ambos bajo la misma cobija, con manera, el amor es amor y ya.”. En ese frente del otro, con sus miradas perdidas en las piernas entrelazadas, con los labios cerca instante la oreja mojada se estremeció: el otro; ella, habiendo terminado su café le (mucho), compartiendo el mismo sudor, el “Tenés razón, el punto G no se encuentra en preguntaba: “¿Cómo estás?”; “Bien, mi mismo aire, la misma habitación, el mismo donde muchos hombres creen; se encuentra mundo duele menos si te miro” decía él. colchón, tan cercanos, tan unidos. Pero no, aquí, en tu oreja.” Observaban por la ventana de la casa sin dos seres pueden convivir en la misma
  • 77. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 77 Ella mueve su cabeza, agita su cabello, muebles el paisaje de la ciudad, las habitación, respirar el mismo aire, tomar del suelto; sus labios rozan los de él y ella, bien montañas que ocultaban el sol con soberana mismo lado del pocillo un sorbo de café, sea como una fábula o un augurio, dice: autoridad; contaban las estrellas, comer con el mismo tenedor el mismo plato “Ves que tengo razón, solo te quiero cuando encontraban figuras a las nubes y se miraban de spaguetti, compartir saliva, fluidos, nos vemos; no me gusta tu recuerdo, aunque fanáticamente a los ojos. Ella mordía su sexos; pueden pensar ambos en la misma me gusta recordar tu piel pero me gusta más labio, él la miraba seguro a los ojos. “¿Por historia, en la misma enredadera, mirar el que tu piel me recuerde tu piel, que tus qué no lo haces? – le preguntó. Ella lo hizo. mismo árbol, seguir el camino de vuelta a
  • 78. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 78 labios me recuerden tus labios. Y tus labios, Y ambos se perdieron en ese beso eterno y casa, ver el mismo documental acerca de los son esa perfección a la que aspiro, y tu piel, etéreo. años nazi; pueden leer el mismo libro, abrir vos mismo te encontrás en el surco curvo de la misma puerta con la misma mano al mis labios, de mis pensamientos, de mí. Me mismo tiempo y tocándose los dedos, gustan tus labios, la forma como me besan, pueden reconocer como víctima la misma las palabras que tocan mi punto G, como lo cascara de plátano que acaban de botar, llamás vos”. Su mano con un movimiento juntos. Pueden ser felices al mismo tiempo, inocente, ya que la mano no lo era, tocó; y pero no, nunca tendrán el mismo sueño, ella preguntó: “¿Qué tienes ahí?. Él nunca se sentarán una mañana a contarse su consiguió cierto sonrojo que ella no notó. Él
  • 79. Crónicas de garage Juanez Evaristo García Cardona 79 sueño y dirán: “Sabes, eso mismo soñé se enderezó para unirse a ella, es decir, para anoche”, y de pronto advierten similitud, que sus manos, y de vez en cuando sus pero es cierto, similar no es igual. Y así, el labios, pudieran besar y acariciar los esperará paciente cada mañana que ella le caminos, las colinas, los ríos, las llanuras y cuente el sueño que él tuvo la noche rincones. Mientras su boca, la de ella se anterior. entreabre, sus ojos, se van cerrando; la piel se eriza o se abandona y comienza el instante.