El documento describe cómo los sensores son fundamentales para el Internet de las Cosas, permitiendo que los dispositivos interactúen con el mundo real. En la última década, los sensores se han vuelto más abundantes y poderosos debido a la ley de Moore. A medida que más y más sensores se conecten en red, crearán un sistema nervioso electrónico global. Uno de los mayores retos es integrar este sistema de sensores omnisciente y en evolución constante con la percepción humana.