1. Casa de la marquesa
La Casa de la Marquesa es una mansión ubicada en el centro de la Ciudad de
Querétaro, perteneciente a la época del barroco mexicano. Fue construida para
doña Paula Guerrero y Dávila, Marquesa de la Villa del Villar del Águila, pero
realmente para Don Antonio Alday. Está en la esquina de las calles de Madero
y Allende, contra esquina de la Fuente Neptuno.
Edificada en el siglo XVII, se concluyó en 1756. Se construyó para que la
marquesa viviera ahí separada de su marido el marqués, don Juan Antonio de
Urrutia y Arana, que vivía a dos cuadras de distancia hacia el norte, por
razones que han quedado en el misterio. Como todas las casas de los nobles,
tenía el escudo del marqués, pero fue raspado por decreto del 2 de mayo de
1826.
Es una construcción típica del barroco, la casa contiene arcos en que se
mezclan elementos moriscos en sus tallados, cuyos arcos son prolongados y
de bello conjunto. La obra es notable por su cantera labrada, sus enrejados, los
detalles moriscos, su estancia y capilla, siendo todo de una delicada y original
belleza. La casa se ha restaurado varias veces cuidadosamente, descubriendo
las pinturas originales decorativas de sus muros.
Se pueden albergar de 14 a 19 personas El remate sobre la puerta es
mixtilíneo con molduras de cantera que rodean un pequeño ventanal; a los
costados de la entrada se abren puertas y balcones, estos últimos con
excelentes barandales de hierro forjado. El patio interior es muy bello y su
arquería acusa cierta influencia del estilo mudéjar.
La Casa de la Marquesa (s. XVIII), se encuentra en el corazón del Centro
Histórico de la ciudad de Santiago de Querétaro (fundada en 1531). Ciudad
declarada patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO al igual que el
hotel.
Casa de laMarquesa casa del Faldón
2. LA CASA DEL FALDÓN.
En la segunda mitad del siglo XVIII residía en Querétaro Don Pablo de Tapia,
descendiente directo del fundador de Querétaro de origen indio, Don Fernando
de Tapia. Don Pablo ocupaba entonces el cargo de Alcalde de la ciudad. Por
aquel entonces también residía aquí un acaudalado personaje de origen
español de nombre Fadrique de Cázares y Puente que ocupaba el cargo de
Regidor del Ayuntamiento, que desde luego era de menor rango que el de
Tapia.
Cuenta la leyenda que en una elegante procesión bajo palio de Corpus Christie
de aquella época, concurrieron los más importantes miembros del Clero, del
Ayuntamiento, de la nobleza y personas muy distinguidas de la ciudad. Entre
ellos ocupaban un lugar preponderante Don Fadrique el regidor español y Don
Pablo el alcalde de origen indio, ambos a cual más elegantemente vestidos.
Ambos personajes, como personas notables, tenían encomendado portar dos
de los bastones de soporte del palio utilizado para cubrir el Cuerpo de Cristo
que daba motivo a la procesión. Don Fadrique procedió a tomar uno de los
bastones y enseguida Don Pablo, que tenía mayor rango, se adelantó y tomo el
siguiente. Esta acción le molestó al orgulloso regidor Don Fadrique que
enfurecido le dio un tirón a uno de los faldones de la casaca de seda que
portaba Don Pablo. El jalón fue tan fuerte que Don Fadrique se quedó con el
faldón en su mano, causando tremenda confusión y enojo entre la
concurrencia, estando a punto de suspenderse tan notable acontecimiento.
Tras del evento Don Pablo se sintió muy ofendido y emprendió un juicio legal
en contra del regidor Don Fadrique, mismo que transcurrió durante varios
meses. Cuando la Real Audiencia dictó sentencia concluyó que Don Fadrique
debería ser desterrado de la ciudad de Querétaro y además pagar el daño
causado en la casaca de Don Pablo y las costas del juicio.
Ante tal situación, Don Fadrique se vio obligado a construir una nueva
residencia que quedara localizada fuera de los linderos de la ciudad. Como en
aquellos días el Río Querétaro (hoy Av. Universidad) determinaba los límites de
la ciudad, Don Fadrique construyó su nueva casa en lo que se conocía como
"la otra banda", es decir en los terrenos que quedaban del otro lado del río. La
construcción, que aún existe frente al Templo de San Sebastián y la calle de
Primavera, destacaba entre el conjunto de caseríos ubicados entonces en la
zona, por sus rasgos de alta nobleza.
En la esquina de la casa de tres niveles, tiene en lo alto una terraza que le
servía a Don Fadrique de mirador, para poder al menos, disfrutar de la vista de
las cúpulas de las iglesias y hermosas huertas arboladas, así como de los
espléndidos atardeceres primaverales de la ciudad queretana. Don Fadrique
vivió en esa casa hasta su muerte, misma que en la actualidad, una vez que
fue remodelada, se utiliza para albergar un centro cultural, siendo un espacio
ideal para las manifestaciones artísticas. En sus espacios se imparten
disciplinas relacionadas con las bellas artes y manualidades.