1) El mito de Perseo cuenta la historia de cómo el héroe griego Perseo mató a la gorgona Medusa gracias a la ayuda de los dioses Hermes y Atenea.
2) Perseo usó la cabeza de Medusa para convertir en piedra al rey Polidectes y así rescatar a su madre de su tiranía.
3) Más tarde, Perseo rescató a Andrómeda de un monstruo marino y se casó con ella.
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1. El mito de Perseo
Acrisio, rey de Argos, tuvo una hija llamada Dánae. Un oráculo advirtió a
Acrisio que un hijo de su propia hija le mataría. El rey, sin atreverse a
matarla, la encerró en una torre de bronce, cuyo techo se abría al cielo para
que el aire pudiera penetrar. Un día, sin embargo, algo sobrenatural ocurrió:
una lluvia de oro cayó de cielo y Dánae quedó embarazada. El padre era el
dios Zeus, que al convertirse en lluvia dorada evitó ser descubierto por Hera,
su celosa esposa. El niño fue llamado Perseo. Con el tiempo, el niño nacido de
Dánae fue descubierto, y Acrisio sin atreverse nuevamente a matarlo, arrojó a
madre y niño al mar dentro de un cofre. Ambos fueron salvados por un
pescador que, junto a su esposa, los acogió en su humilde casa de una isla
mediterránea. Pero la belleza de Dánae causó nuevos problemas: Polidectes,
rey de la isla donde vivían, se enamoró de ella. Y con el tiempo pretendió
casarse con ella enviando a la muerte a su molesto hijo, Perseo, ya adulto por
entonces. Para ello y mediante engaños, convenció a Perseo para que le
trajera la cabeza de una de las tres monstruosas gorgonas, la única de ellas
mortal: Medusa. Las gorgonas tenían el poder de convertir en piedra a quien
las mirara, por lo que la misión a la que fue enviado Perseo era poco menos
que una muerte segura... si no hubiera sucedido algo que Polidectes no
esperaba: los dioses Hermes y Atenea estaban con Perseo. El primero le ayudó
a conseguir la espada capaz de matar a la Gorgona. Atenea le prestó su
escudo, la superficie del cual permitiría a Perseo ver el reflejo de Medusa sin
quedar petrificado. Con esto podía Perseo introducirse en la cueva de las
gorgonas mientras dormían, cortar la cabeza a Medusa y guardarla sin mirar
en una alforja y escapar. Pero algo ocurrió en el momento de decapitar a
Medusa: del cuello cortado surgiría un chorro de sangre del que nació un
hermoso caballo alado, Pegaso. A lomos de este caballo huyó Perseo volando
por los aires.
En el camino de regreso, en las costas de Etiopía, encontró Perseo una escena
terrible: un monstruo marino se disponía a devorar a una joven encadenada a
Antigua representación de una
gorgona y Perseo con su la
cabeza de Medusa
2. las rocas. Ella era Andrómeda, la hija del rey de Etiopía, Cefeo. Se encontraba
en esa situación por culpa de su madre y reina Casiopea, que creyéndose la
mujer más hermosa del mundo se proclamó más bella que las nereidas, hijas
de Poseidón, dios de los mares. Como castigo envió Poseidón un monstruo
marino a destruir Etiopía, cosa que no haría si a cambio le era entregada en
sacrificio Andrómeda, hija de la presumida Casiopea.
Perseo, enamorado en el acto de Andrómeda, no podía permitir aquello:
descendiendo a lomos de Pegaso, mató al monstruo y devolvió a Andrómeda a
sus padres, a los que pidió su mano, que éstos concedieron.
Perseo regresó a su isla para casarse con Andrómeda y se encontró con una
desagradable situación: su madre, que no quería casarse con el rey
Polidectes, estaba escondida en un templo que le servía como refugio,
escapando del violento Polidectes. Dispuesto a acabar con todo esto, Perseo
se dirigió al palacio del rey y una vez allí, extrajo de su zurrón la cabeza de
Medusa, convirtiendo al rey y toda su corte en estatuas de piedra. Las gentes
de la isla, contentas con la muerte del tirano, quisieron hacer de Perseo su
nuevo rey, pero éste entregó la corona a aquel pescador que le había salvado
y dado refugio junto a su madre. Y hecho esto y tras casarse con Andrómeda,
regresó a su Grecia natal con su madre y su esposa.
Llegado a Grecia, Perseo disputó una competición de atletismo. En el
lanzamiento de disco el proyectil se desvió y cayó entre el público, matando a
un hombre. Y resultó que aquél era Acrisio, su propio abuelo: el destino del
rey se había cumplido.Tras este percance, Perseo y Andrómeda vivieron
felices durante mucho tiempo. Tuvieron hijos, uno de los cuales sería abuelo
de Hércules
Representación
de rescate de
Andrómeda.
3. El mito de Heracles
Hijo de Zeus y Alcmena, la vida de Heracles está repleta de aventuras y
peligros, ya desde su nacimiento. Hera, la esposa de Zeus, ultrajada por un
engaño más de su marido, envió una serpiente con la intención de matar a
Hércules al nacer. El recién nacido la mató con sus propias manos.
Heracles y sus armas
predilectas: el arco
y la porra.
Heracles recibió la mejor educación, aunque pronto se manifestó su mal
carácter cuando partió la cabeza de su profesor de música con un laúd.
Hércules se arrepintió de corazón por aquello: él nunca pretendió matar a su
maestro. Así era su carácter: tras una explosión de ira seguía el más sincero
arrepentimiento... situación que se repitió a menudo en su vida.
Realizó muchas hazañas y le fue concedida Mégera en matrimonio, con la que
tuvo tres hijos. Pero algo terrible estaba por ocurrirle al héroe: Hera, la peor
enemiga de Hércules, le envió desde los cielos un ataque de locura. Al
recobrarse de él, Heracles vio sus manos cubiertas de sangre y a su esposa y
tres hijos muertos a sus pies. Tan sólo su amigo Teseo pudo impedir que
Hércules se suicidara. Consultaron al Oráculo de Delfos la forma de purgar su
culpa y éste ordenó a Hércules dirigirse a Euristeo, rey de Micenas, y
someterse a las órdenes que él le diera. Euristeo, inspirado por Hera, le
encomendó doce trabajos, en apariencia imposibles pero que Heracles
concluyó con éxito.
El primero de los trabajos consistió en matar al león de Nemea, fiera que
ninguna arma podía herir y con la que Heracles acabó estrangulándola. El
segundo trabajo consistía en matar a la Hidra, monstruo de siete cabezas. Si
se cortaba cualquiera de seis de ellas, dos la remplazaban... y la séptima era
inmortal. Heracles solucionó esto cortando las seis mortales y cauterizando el
corte inmediatamente con una llama. La cabeza inmortal fue enterrada bajo
una roca. El tercer trabajo consistía en capturar vivo a un ciervo sagrado de
Artemisa... cosa que le ocupó un año entero. El cuarto trabajo consistía en
atrapar con vida un jabalí que moraba en el monte Erimanto. En el quinto,
debía limpiar en un día los establos del rey Augias, que poseía mil bueyes... lo
que consiguió desviando el curso de un río. El sexto trataba de eliminar los
pájaros del lago Estinfalo, a los que exterminó con sus flechas.
4. Heracles matando a
la Hidra, su segundo
trabajo.
En el séptimo trabajo, Hércules domó al toro salvaje de Poseidón, en Minos.
El octavo consistía en robar las yeguas antropófagas del rey Diómedes, al cual
mató. En el noveno robó el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas. El
décimo consistía en robar los bueyes de Gerión, monstruo que vivía más allá
del Mediterráneo; para hacerse paso, separó Europa de África dando origen a
las Columnas de Hércules. En el undécimo trabajo debía apoderarse de las
Manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides, custodiadas por un terrible
dragón. Y por fin, en el duodécimo y más difícil de sus trabajos, Heracles
debía llevar a Micenas a Cerbero, el monstruoso perro guardián de las puertas
del Hades; una vez fue llevado a esta ciudad, Euristeo se lo hizo devolver (con
gran sentido común) donde lo encontró.
Heracles
capturando
a Cerbero.
Una vez recibido el perdón a través de la penitencia, Heracles vivió muchas
otras aventuras. Fue en busca del Vellocino de Oro junto a Jasón y los
Argonautas, aunque no concluyó el viaje por ayudar a su escudero, el joven
Hilas. De viaje por el Cáucaso encontró a Prometeo encadenado a una roca;
un águila le devoraba el hígado y Hércules la mató con sus flechas. Hércules
liberó a Prometeo (según algunos mitos), quien llevaba muchos años castigado
por Zeus al entregar el fuego a la Humanidad.
El final de la vida de Heracles es triste: su nueva mujer, Deyanira, fue
engañada por Hera y ofreció a Heracles un filtro de amor, que en realidad era
un poderoso veneno. Al darse cuenta de lo ocurrido, Deyanira se suicidó. El
veneno hacía que Heracles experimentara terribles dolores, pero no podía
acabar con su enorme fuerza: tuvo que suicidarse. Al llegar al Olimpo, una vez
5. muerto, se dice que acabó reconciliándose con Hera, y que se casó con una de
sus hijas, Hebe.
El mito del Vellocino de Oro
Este mito, muy popular desde tiempos remotos, se refiere a la expedición que
descubriera para los griegos las regiones costeras del Mar Negro. Es una suerte
de prólogo a la Guerra de Troya, el conflicto que habría de enfrentar a griegos
y asiáticos por el control de las rutas comerciales que traían cereales desde
los ricos campos de las costas meridionales del Mar Negro. La conquista del
vellocino de Oro se refiere a hechos y personajes que preceden en una
generación a los involucrados en la Guerra de Troya, envolviendo en la trama
a gran cantidad de célebres guerreros y héroes: los gemelos Cástor y Pólux,
Hércules, Peleo (padre de Aquiles), el músico Orfeo,...
La trama de este mito se inicia con un rey griego, Atamante, que repudió a su
esposa Nefele (con la que tenía dos hijos, Frixo y Hele) para casarse con la
princesa Ino. Era Ino una mujer malvada, y al casarse con Atamante planeó la
muerte de sus herederos para que fueran sus propios hijos los que aspiraran al
trono. Para llevar a cabo su plan, se apoderó de todo el grano reservado para
ser utilizado para simiente del reino de Atamante y lo tostó, con lo que
obviamente ese año ninguna cosecha fue obtenida. Espantados, los
campesinos acudieron al rey, que consultó con el oráculo del reino,
previamente seducido por la maquiavélica Ino, quien sentenció que ninguna
cosecha germinaría a menos que los hijos de Nefele fueran asesinados.
Nefele, horrorizada frente al altar del sacrificio, imploró ayuda a los dioses,
que respondieron enviando un carnero mágico, con el pelaje de oro y la
capacidad de volar. Los niños escaparon a lomos del animal, que los condujo
por los aires fuera de los territorios griegos. Al cruzar el estrecho que separa
la Grecia continental del Asia Menor, la hija de Nefele, Hele, cayó al mar y se
ahogó: desde entonces, aquel estrecho es denominado Helesponto o Mar de
Hele. El carnero llevó al afligido Frixo hasta el país de la Cólquida, situado al
sur del Mar Negro, donde sus habitantes acogieron al niño, que en señal de
agradecimiento, sacrificó al carnero y les entregó su dorado vellocino.
Tiempo después, en la ciudad griega de Tesalia, reinaba Pelias, hombre cruel
que había usurpado el reino a su legítimo propietario, Esón. Un oráculo
predijo a Pelias que moriría a manos de un hombre calzado con una sola
sandalia. El hijo de Esón se llamaba Jasón, y desde el exilio se dirigió a
Tesalia para recuperar su reino. Fue llevado ante Pelias, que al verlo entrar
en el salón del trono no pudo reprimir su miedo al comprobar que tan sólo
estaba calzado con una sandalia. Las intenciones de Jasón, a pesar de todo,
no eran matar a Pelias: le dio que podía conservar todos los bienes
malversados durante su reinado, los ganados, el oro... todo excepto el trono,
6. que debía ser devuelto inmediatamente al linaje de Esón. Pelias accedió, pero
imponiendo una condición: Jasón debía traer a Tesalia la piel del Carnero de
Oro, el vellocino de aquel mítico animal que se hallaba en la Cólquida. Y es
que Pelias sabía muy bien que aquella era una empresa imposible, y que
mandaba a Jasón a una muerte segura. Pero ante los ojos espantados de los
súbditos del reino, Jasón aceptó el encargo, ordenando a los mensajeros de
Pelias que difundieran la noticia de una gran expedición por mar a la
desconocida Cólquida, en busca del Vellocino de Oro. Al mensaje
respondieron los más grandes héroes griegos: el poderoso Hércules, hijo de
Zeus, Orfeo el músico, capaz de encantar a las bestias con su lira, los gemelos
Cástor y Pólux, hijos también de Zeus y grandes guerreros, Peleo, que llegaría
a ser rey de Egina y padre de Aquiles... todos ansiaban embarcarse en el
Argos, el buque destinado a llevarlos a través del Mediterráneo hasta alcanzar
el Mar Negro, conocido entonces como el Mar Enemigo.
Zarparon de las costas griegas, y el primer escollo que encontraron fue al
repostar en una pequeña isla: el escudero de Hércules, un joven llamado
Hilas, fue raptado por una ninfa, que lo sumergió en las aguas de un estanque
del que ya no saldría. Hércules emprendió una búsqueda desesperada de su
amigo, pidiendo a los Argonautas que zarparan sin él.
Poco después, desembarcaron en otra isla donde un anciano llamado Fineo era
perseguido por la jauría de Zeus: las Harpía, pájaros enormes que habían sido
mandados por el dios para castigar a Fineo por sus enormes dotes de oráculo
(facultad que siempre había desagradado profundamente a Zeus). El anciano
había tenido la revelación de que tan sólo podían salvarle dos de los
argonautas, los hijos de Bóreas, el Viento del Norte, que con su inigualable
rapidez serían capaces de alcanzar y dar muerte a las harpías. Los dos
hermanos se comprometieron en ayudarle, y habrían dado muerte a todos los
monstruos de no ser por la intervención de Iris, la mensajera de Zeus, que
prometió liberar a Fineo de su castigo si los Bóridas detenían su cacería. En
agradecimiento por tal ayuda, el anciano vidente les explicó que si deseaban
El
mítico
buque
de
Jasón y
las
Harpías
7. llegar al Mar Negro por mar, debían atravesar las Simplégades, grandes
piedras que hacían las veces de frontera de dicho mar, una a cada lado de un
angosto estrecho; estas piedras entrechocaban al pasar entre ellas cualquier
embarcación, destruyéndola. Fineo les explicó que la única forma de
trasponer este obstáculo era liberando poco antes de alcanzarlas a una
paloma blanca desde la proa del barco. Al día siguiente, los Argonautas
dejaron la isla de Fineo y se enfrentaron a las temibles Simplégades. Como el
anciano les había advertido, dejaron libre a una paloma blanca desde la proa
de su barco; el animal se puso a volar frente a ellos, guiándolos a través de
las Simplégades sanos y salvos. Justo cuando el barco se encontraba a salvo,
las piedras se cerraron una contra otra, con un terrible estruendo, volvieron a
separarse, y nunca más se movieron de su sitio, dejando desde entonces un
paso para los navegantes.
Tras alguna otra aventura, ya en el Mar Negro, los Argonautas desembarcaron
por fin en el país de la Cólquida, final de su expedición.
El valor que hasta el momento habían demostrado los Argonautas había
complacido mucho a la esposa de Zeus, Hera, que se decidió a ayudarlos en su
misión. Se reunió con Afrodita y tejieron el plan siguiente: ordenarían a
Cupido que lanzara sus flechas sobre Medea, hija del rey de la Cólquida, y
hechicera de grandes poderes. Con esto, Medea caería enamorada de Jasón, y
representaría una ayuda inestimable para su misión.
Los Argonautas se presentaron un día ante las puertas del rey de la Cólquida,
Eetes, pidiéndole que les entregara el Vellocino de Oro a cambio de cualquier
servicio que éste les quisiera encomendar. Eetes no podía permitir que
aquella valiosa posesión cayese en manos de aquellos extranjeros, por lo que
impuso una tarea imposible a Jasón: debía uncir a un arado a dos toros
mágicos, que expelían fuego por la boca, labrar un campo y sembrarlo con los
dientes de un dragón, de los que brotaría un ejército de hombres armados a
los que él, sin ayuda de arma alguna, debía vencer. Aceptó Jasón la
disparatada empresa y se retiró con sus hombres al Argos para descansar.
Las
Simplégades
8. Durante la noche, un mensajero de Medea les entregó un ungüento mágico
que haría invencible a Jasón, y les comunicó además que si éste arrojaba una
piedra en medio del ejército nacido de los dientes del dragón, éste se
aniquilaría a sí mismo.
Al día siguiente, Jasón se dirigió a cumplir su misión: unció a los toros en el
arado, sembró los dientes y al nacer un ejército de ellos, arrojó una piedra
entre ellos, sorprendido al comprobar cómo se mataban los unos a los otros.
El rey Eetes se enojó terriblemente, jurando que jamás obtendrían el
Vellocino de Oro, encerrándose en su ciudad. Estaban los Argonautas
apesadumbrados cuando recibieron la visita de Medea. La princesa prometió
ayudarlos a robar el vellocino, a lo que Jasón respondió declarándole su amor
y sus intenciones de casarse con ella al regresar a Grecia. Se dirigieron Jasón
y Medea a un bosque, en cuyo centro una monstruosa serpiente custodiaba el
Vellocino. Mediante un conjuro, durmió Medea a la serpiente, momento que
aprovechó Jasón para apoderarse del Vellocino de Oro y huir con la princesa
en el Argos.
Tras los Argonautas zarpó un numeroso ejército capitaneado por Apsirto,
hermano de Medea. Cuando todo parecía perdido, Medea mató a su propio
hermano, despedazándolo y arrojando sus fragmentos al mar. Mientras el
ejército de la Cólquida se entretenía en recoger los restos de su príncipe, los
Argonautas pudieron huir y dejar atrás para siempre la Cólquida. Una vez
llegados a Grecia, Medea ayudaría a Jasón a recuperar el trono de Tesalia,
matar al tirano Pelias (que en la ausencia de Jasón había dado muerte a sus
padres, los reyes legítimos). Medea realizó los actos más repulsivos para
ayudar a Jasón en todo lo que fue necesario. Pero Jasón, que en lo profundo
de su alma era un ser despreciable, traicionó a Medea casándose con la
princesa de Corinto, y disponiendo su destierro de la propia Medea y de los
dos hijos que había tenido con ella. Sin ayuda ni dinero, aquello era una
condena a muerte para Medea y sus hijos. La venganza de Medea fue terrible:
usó la magia para asesinar a la nueva esposa de Jasón y, acto seguido, mató a
Medea
9. sus propios hijos. Jasón, fue en su búsqueda para matarla, pero tan sólo
encontró los cadáveres de sus hijos y a Medea huyendo en un carro tirado por
dos dragones. A Jasón ya sólo le esperaba una vida de remordimientos y
locura. A Medea, nadie la volvería a ver en Tesalia.
El mito de Teseo y el Minotauro
El héroe ateniense por excelencia, hijo del propio rey de Atenas, Egeo, realizó
tantas grandes empresas que acabó siendo idolatrado en su ciudad. Pero el
hecho por el que sería más conocido en la posteridad es por librar a los
atenienses del yugo impuesto por Minos, rey de la entonces poderosa Creta.
La historia se remonta años atrás, cuando el dios del mar Poseidón regaló un
hermoso toro a Minos para que fuese sacrificado en su honor. El avaricioso rey
no hizo tal cosa, si no que se decidió conservar a tan magnífico animal en lo
más oculto de su castillo. La venganza de Poseidón fue terrible, pues dispuso
que la propia esposa de Minos, Pasifae, cayera enamorada del toro, e incluso
engendrara de él a un horrible monstruo, en Minotauro, con cuerpo de gigante
y cabeza de toro. Minos, al ver aquel engendro, mandó a su arquitecto,
Dédalo, construir un formidable laberinto, encerrando en él al Minotauro.
Además, el rey cretense dispuso, en venganza por viejas afrentas, que cada
año la ciudad de Atenas debía proporcionar a siete jóvenes y siete doncellas
con los que alimentar al Minotauro.
Atenas, amenazada con la destrucción por parte del poderoso Minos, no podía
hacer otra cosa que pagar el despreciable tributo hasta que intercedió Teseo:
él mismo se ofreció a ser una de las catorce víctimas de aquel año. Antes de
partir, Teseo dijo a su afligido padre, Egeo, que si conseguía vencer al
Minotauro y regresar a Atenas, izaría una vela blanca en substitución de la
vela negra que portaba el buque encargado de llevar a los jóvenes a Creta.
Una vez en Creta, los jóvenes fueron conducidos en presencia del rey Minos.
Allí estaba Ariadna, hija de Minos, y al ver a Teseo se enamoró de él. En el
camino hacia el laberinto, Ariadna se acercó a Teseo y le ofreció su ayuda a
cambio de que la llevara con él a Atenas. Teseo, que a su vez también se
sentía atraído por la princesa cretense, aceptó inmediatamente. A lo que
Ariadna correspondió entregándole una madeja de hilo. Con ella, le explicó
El
laberinto
de
Dédalo
10. Ariadna, hallará la salida del laberinto si ataba el extremo a su entrada y la
iba desenrollando a medida que avanzaba.
Una vez dentro del laberinto, Teseo ató un extremo de hilo a la entrada y
pidió a los trece jóvenes que le acompañaban que esperasen junto a ella. Se
introdujo en el laberinto, encontró al Minotauro y lo estranguló. Impresionado
por el valor del joven, Minos liberó a los atenienses y dejó partir a su propia
hija, Ariadna, junto a ellos.
De camino a Atenas, Ariadna se separó para siempre de Teseo. Diversas
versiones explican este hecho: una de ellas dice que Teseo no estaba
enamorado de ella y la abandonó, otra cuenta que Ariadna murió a causa de
unas fiebres,... sea como fuere, Teseo llegó muy apenado a las costas de
Atenas... tanto que olvidó izar la vela blanca que como había prometido a su
padre si volvía sano y salvo. Al ver aproximarse el barco con su vela negra, el
rey Egeo, presa de la desesperación, se clavó su propia espada, muriendo sin
conocer la hazaña de su hijo. Desde entonces, al mar que baña las costas
orientales de Grecia se le conoce con el nombre de este rey.
Pasados los funerales por la muerte del querido rey, todos los atenienses
pidieron a Teseo que fuera su rey, aceptando éste y dando paso a la época de
mayor esplendor de Atenas. La leyenda cuenta que fue el propio Teseo quien
renunciara al trono para dar inicio a la democracia en Atenas.
Teseo en
el
laberinto