SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 230
Descargar para leer sin conexión
BIBLIOTECA CLÁSICA GREDa S, 61 PLATÓN
DIÁLOGOS
1I
GORGl AS, MENI:XENO, ElITlD EMO, MENÓN, CRÁTILO
TJ.AOUCOONES, INn.OOUCCIONlS y NOTAS
PO,
l· CALONGE RUIZ, E. ACOSTA Mí NDEZ, f. l. OllVIERI,
J. L CALVO
EDITORIAL GREDOS
I
Asesor para la sección griega: CA nos O All.cfA OUAL.
Según las normas de la B. C. O., las traduccícnes de este volumen han
sido revisadas por Jos é LUIs NAVARRO y CARLOS O ARei A O UAL.
© EDITORIA l. GRt;UOS. S. A.
Sánchez Pacheco, SI. Madrid. Espai'ia.
P l llllEll A ~D ICIÓS. rnl YO de 19S3.
l. " reimprni6n, enero de 1987.
Las traducciones, inlrod ucciones y notas ha n sido llevadas a cabo pOI'":
J. Calonge (Gor,itu), E. Acosla (MrlliulIo). F. J. 0 1ivieri (Eutidemo y
Menón) y J. L. Calvo (Crátilo).
Depósito Legal: M. 627·1987.
ISBN 84-249·0887-2.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráfl (as Có ndor, S. A.• Sánchez Pacheco , 81, Mad rid , 1987. - 6ll30.
GORG IAS
I •
INTRODUCCION
El Gorgias es un diá logo considerablemente más lar-
go que los que le preceden en la serie cronológica. Dentro
de toda la obra platónica es el cuarto en extensión. Su es-
tructura es distinta de la que presentan los diálogos an-
teriores y también los poste riores, con la excepción del
libro 1de la República, por el hecho de que no es un ínte r-
locutor principal el que conve rsa con Sócrates desde el
principio hasta el fin . En este diálogo intervienen sucesi-
vamente Gorgias, Polo y CaJicles y, durante la interven-
.ci ón de cada uno de ellos, los otros son personajes mu-
dos, aunque continúan sin re tirarse escuchando a los de-
más. La sucesión de interlocutores se fu nda en que quien
toma la palabra admite que el anterior ha cometido un
error. Si él no rect ifica el desarrollo de la conversación
desde el punto en que se ha cometido el error, hay que
acepta r una co nclusión contra ria a su pensamiento. Las
contradicc iones en que caen sucesivamente Gorgia s y Polo
son de tipo moral, a l aceptar opiniones admitidas por la
mayor parte de la gente , La distinta personalidad de los
interlocutores presta nuevos matices a la conversación.
No s610 por esta estructura forma l es el Gorgias un diá-
logo que llama la atención. Ha sido siem pre de stacado el
hecho de que está escrito apasionadamente, En él pesa mu-
cho más el vigor de las afirmacione s profundamente sen-
tidas que el rigor lógico deseable. Las obras inmediatas
11
lO
•
DIÁLOGOS GORGIAS 11
i
a la m uerte de Sócrates o que se relacionan con su proce-
so y juicio, sin que oculten la in dignación , ofrecen opinio-
nes más tranquilas y suaves, diríamos resignadas, ante el
do lor por la inj usticia cometida con el maestro. Podría-
mos deci r que en esas o bras te nemos clar amente ex pre-
sa da la actitud entr istecida de l discípulo ante la m uerte
de Sócrates. El a pasionamiento manifestado en el Gorg ías
parece que procede de a iro motivo diferente del de la
muerte de Sócrates o de cualquier otro hecho con ella
relacionado '. Hay qu e bu scar una razón distinta. Proba-
blem ente se tra ta de una crisis personal. A la edad de cua-
renta años, a su regreso de Sicilia, Plat ón tiene acumula-
da una expe rie ncia enorme. aunque poco agradable. Na-
ció tres año s después de empezar la guerra del Pelopone-
so. A la edad de cat orce años tuvo que recibir con estu-
por la información, que llegaba, del desastre de la expe-
dición a Sicllia y las sucesivas noticias desagradables so-
bre el curso adverso de la gue rra. Tampoco son buenas
las noticias en politica in terior, la revolución de los Cua-
trocient os. e l regreso de Alcíbtades. etc. La ruina de Ate-
nas en 404, el gob ierno de los Treinta, del que formaban
pa rte sus parientes próximos Critias y C érmídes. el res-
tablecimiento de la democracia manchada. para él. po r la
injust a mue rt e de Sóc rates y, especialmente. la dura ex-
periencia del viaje a Sicilia. empre nd ido con tantas espe-
ra nzas, so n las secuencias s iempre agitadas que le han
acampanado ha sta sus 40 años. No e ra posible en un a pó-
lis griega a par tarse de la vida política en la medida en que
le es po sible hacerlo a un ho mbre de nuestros días. El es-
piritu re flexivo de Pla tón pudo ejerc itarse a mpliamente
pen sando en el hecho m ismo de la organización política.
Para su ment e, tenia valor, so bre todo, el establecim ien-
I No me es posible hoy mantener la idea e:o;puest a en 1951 de que
el esc rito contra Sócrates del retórico Poltc ra tes fuera la causa de l ca-
rácter apasionado de este diálogo.
to de una sociedad justa en la ciudad. El poder qu e esta
última pudiera alcanzar no merecía estimación positiva,
si ese poder no era justo.
Esta es la causa central de la cris is perso na l de Plató n
que se manifiesta en el Gorgias. Ya desd e la Antigüedad
lleva este diál ogo el subtítulo de «Sobre la ret orica - qu e
se deduce obviamente de la discusión con Gorgias. Si a l
terminar esta conversación hubiera terminado el di álogo,
éste no dife r iría de otros de la primera época ni en el de-
sa rrollo ni tampoco en el ta maño. Pero esta primera pa r-
te q ueda eng lobada en la tota lidad del diá logo qu e mano
tiene un a unidad indudable.
La discusión sobre si este di álogo trata realme nte so-
bre retórica o sobre moral se mantiene aun en nuestros
dias , pero ya procede de la Antigüe dad. Olimpiadaro es-
cribe: «a lgunos dicen que su objeto es t ra tar sobre la re -
tórica. ot ros que es un a conversación sobre lo justo y lo
injust o- oParece que la unid ad de que queremos habla r
no es la de una integración de dos elementos diferen tes
que se potencian a medida qu e se tratan uno y otro
suces ivamente l.
La retórica, en la vida ateniense, e ra prácticamente la
única vía de la actividad política. Nadie qu e no estuvie ra
capacitado para hablar en público podía dedicarse a la po-
lítica . Hasta pa ra act ua r ante los tribunales, co mo acusa-
do o co mo acusador, era necesario dirigirse persona lmen-
te a los juec es, aunque la defensa o la ac usación qu e se
exponía hubiera sido escr ita po r profesio nales dedicados
1 v éase. en este sentido. la op inión d e E. R. n occs. P/a/o. Gorgia$,
Dxford. 1959, pág. 3. El mismo DODD~, ibid. , pág. 1, que hace la cita en
griego, no la utiliza pa ra deli mitar el objeto del Gorgil15, sino para de-
mostrar que ya en la Antigü edad no se considera ba acertado afirma r que
la cuestión trat ada en el Gorgia$ era la retórica. Guthrie considera que
la deftnlc ién de OJim piodoro, qu e darno s en pág. 13, es . dirlcl lmcnle
meju rable«.
12 DIÁLOGOS GO RGIA S 13
! I
I
'1
a esta función. En una ciudad como Atenas, el conocimien-
to y dominio de la re tórica no era simplem ente el adies-
tramiento en un bello eje rcicio, sino una as piración muy
viva y generalizada, y una neces idad para todos los que
tuvieran el proyecto de ejercer la polí tica. El pueblo de-
cidía, pero decidía lo que el orador más persuas ivo había
propuesto. Un orador hábil era, en consecuenc ia, un polí -
tico poderoso; 0, dic ho de otro modo. el único medio de
llegar a ser un ciudadano influyente lo proporcionaba, casi
con exclusividad, la retórica. No era difícil confundir ora-
toria y política. En efecto, el término griego rhetor sirve
lo mismo para indicar orador qu e político. No debe, pues,
extrañarnos qu e Platón haya atacado conjuntamente a la
retórica y a la política ateniense; con más precisión, que
haya atacado a la po lítica a través de la retórica.
De este instrument o de la acción política se trata en
el Gorgias. Lo que deja fu era de com bate a Gorgias en la
conversación es, precisamente, haber admitido que el ora-
dor conoce lo justo y lo injusto. Porque no podemos olvi-
dar en qué plano coloca Platón la actividad po lít ica. Para
él, no se puede realizar más qu e dentro del ámbito de la
mora l. Cuando Tucídides (11 100) nos ha bl a de Arquelao,
dice qu e hizo por Macedoni a más qu e los ocho reyes que
le precedie ron. El juicio pragmático de es te historiador
no tiene en cuenta m ás que las realizaciones po líticas de
Arquelao. Pa ra Tucidides, no cuenta nada la moral en la
política. En cambio, el juicio que Platón hace de Arque-
lao (repetidame nte, en 470d y ss., 479d y 525d) es la otra
cara de la moneda. Para él, es el hombre más perverso y
será, en el Hades, un tí pico ejem plo de las alm as incura-
bles a causa de la magnitud monstruosa de los delito s co-
metidos. La razón es qu e, para Platón, la política es una
parte de la moral. Cabe decir aún m ás: es la única vía efec-
tiva de ejerce r una moral social. No sólo social sino tam-
bién individual, porque Platón piensa qu e la moral del in-
dividuo está en relación co n la moral de la sociedad.
Por las razones que se han ido exponiendo resulta bas-
tante claro que en este di álogo no se tratan dos cuestio-
nes, ni hay interrelación de una co n la otra. De principio
a fin hay un so lo objeto perfectamente defin ido ya po r
Olimpiodoro: «discutir sobre los principios morales qu e
nos conducen al bien es tar político» . Podríamos pregun-
tarnos por qué Plat ón no ha colocado a un político como
interlocutor de Sócrates des de el com ienzo. Supongamos
que ha querido dejar claro, en boca del más prestigioso
maes tro, que la oratoria, el instrum ento por antonoma-
sia de la act ividad política, es ajena al conocimiento de
lo justo y lo injusto. Gorgias tiene que retirarse de la con-
versación más bien po r e rror de concepto qu e por una to-
ma de postura moral. Por el contra rio, Polo empieza afi r-
mando qu e el hombre injus to es feliz, lo que explica que
la discusión tome un to no más vivo. Pe ro las afi rmacio-
nes de Polo no tienen otro alcance qu e el de la expresión
de un estado de cosas evidente para un análisis superfi -
cial. Muy distinta es la posición de Calicles, que pret ende
sentar racionalmente la necesidad de la injusticia. Sólo
los esclavos y los débiles - dice- pueden alabar la justi-
cia, pero el hombre fuerte no puede po r me nos de se r in-
justo. Más aún, sostiene la paradoja de que lo verdadera-
mente justo para el fuerte es cometer injust icia.
En cuant o a la fecha de composición, la opinión más
admitida actualmente es la de que la obra fue escrita des-
pu és del viaj e a Sicii¡a. Hay numerosos datos en el Gor-
gias qu e incl inan a pensar en el efe cto todavía vivo del re-
cie nte viaje. Como se obse rvará en la lectura del diá logo,
hay frecuentes a lu siones a Italia y Sicilia y a desarrollos
de ideas allí nacidas, de las que no es presumible que se
tuviera adecuada información desde Atenas. Además, to-
das esas a lusiones llevan la co nnotación de algo adqui ri-
do di rectamente más que a través de otras personas lle-
ga das a Atenas o de escri tos. Tanto Dodds como Guthrie,
14 DIÁLOGOS GORGI ....S 15
por cita r auto res recientes. admiten sin mayor discusión
una fec ha inmedi atamente po ste rior al prime r viaje a
Sicilia.
• EI Gorgias es el diálogo más moderno de los diálogos
de Pla t ón » J. Esta afirmación es fácil mente comproba ble
por la propia lectura del diálogo. Los problemas en él n-a-
tad os son los mi smos que preocup an al hom bre de hoy.
Además, están expuestos con gran belleza literaria. La ten-
sión emocional del a utor se transmite aún íntegramente
al lector. Por otra parte, es un diá logo que se puede se.
guir de principio a fin sin una pre pa ración filosófica pre-
via. Las conclusiones precipitad as o las faltas de lógica
que el lector puede encontrar, que requerirían mayor ex-
plicación. no entor pecen la secuencia de las ideas y tie-
nen el contrapeso literario de l a pasionamiento en la ex-
posición. En es tos datos podemos resumir la ernodern i-
dad.. del Gorgias.
Las fec has lim ites dentro de las que puede s itua rse la
acción de este di álogo son los a ños 427 y 405. En la prt-
mera de ellas, Gorgias fue por primea vez a Atena s como
jefe de la embaj ad a que envia ron los leontinos para pedi r
ayuda contra Siracusa. En favor de es ta fecha habla tam-
bién la referencia a la reciente muerte de Pericles (S03c),
acaecida en el año 429. Otros datos, sin embargo, nos aparo
ta n muc ho de esta po sibilidad. Se habla de Arquelao co-
mo tirano de Macedonia (470d), situación que no alcanzó
hasta el año 413. Hay una evidente alusión al proceso con-
tra los gene rales vencedores en el combate na val de las
Arginusas (473c), hecho que nos lleva hasta el año 406. Por
tanto, la acción pudo tener lugar en una fecha indetermi-
na da . entre los añ os 427 y 40S.
Pe ro hay que te ner en cuenta que los diá logo s pla tó ni-
cos no son el fiel relat o de conve rsaciones realmente man-
tenidas por los personajes que en ellos intervienen. Se tra-
l pocos. ¡bid .• pllS. 387.
ta de ob ras literarias en las que no sólo los pensamlen-
tos, sino también los escenarios y las fec has son produc-
to de la imaginación del autor. Si Platón hace interveni r
junto s a personajes qu e quizá jamás se reun ieron en el mis-
mo lugar, o s i se permite algún dislate cronológico que
puede extraña r al gusto minucioso y detallist a de los mo-
dernos, téngase en cuenta que sus contempo ráneos, más
incl inados a lo a bstracto, no fijaban su a tención en estos
puntos. Para ellos escribió sus ob ras; no debemos, por ta n-
to, aplica r nuest ras ideas a lo que no fue escrito pa ra
nosotros.
La acci ón del diálogo se desa rrolla as!. A un luga r irn-
preciso, que lo mismo pudiera ser un gimnas io o cualquier
otro recinto, llega Sócrates acompa ñado de Querefon te,
en el momento en que Gorgi as ha te rmina do una de esas
disertaciones a que tan aficiona dos eran los sofi st as. Da
princi pio el diálogo con un a breve conversación entre Que-
refonte y Polo sobre el a rte de Gorgias. A partir de 449a,
Sócrates mantiene la conve rs ación a lo la rgo de todo el
diál ogo, primero con Go rgias, luego con Polo, posterior-
men te con Calicles y, por último, cua ndo és te a bandona
la discu sión, continúa soto hasta el fin.
Manifiest a Sócrates que, pu esto que Gorgias es orador
y maestro de ret órica, debe estar en condiciones de deci r
cuál es el objeto del arte que profesa (449d). En op inión
de Gorgias, la retórica es el a rte que tra ta de los discur-
sos. Pero tam bién otras muchas a rtes e-objet a Sócra tes-
versan sobre d iscursos; la medicina. por ejemplo, so bre
los que se refieren a la curación de los enfermos. Gorgias
añade qu e en las demás a rtes intervienen operaciones ma-
nuales. Pero esto no sucede -dice Sócrates- con la arito
menea y la geometría, a las que , ev idente mente, Gorgias
no desearía llama r re tórica. En vista de la objeción, afir-
ma éste que los discursos de los que se ocupa su a rte se
refieren al mayor bien para el hombre, es to es . prod ucir
la persuasión por medio de la pa labra. Y ¿sobre qué pe ro
16 DIÁL OGOS GORGIA S 17
suade la retórica ? Segú n Go rg ías. sobre lo justo y lo in-
justo ante los tribunales y las asambleas. Pero, en este ca-
so, hay que distinguir entre ciencia y creencia; puede ha-
be r una creencia fa lsa y otra verdadera. pero no sucede
lo mismo con la ciencia. ¿ De qué persuasión es a rtífice
la retórica, de la que da lugar a la creencia o a la ciencia?
Es evi dente -dice Gorgias- que sólo de la que prod uce
la c reencia (454e), pero su poder e s maravilloso. Son los
oradores, no los expertos en la guer ra, los que aconsejan
en las asambleas cua ndo se trata de elegir generales, y lo
mismo sucede respecto a otros técnicos. Más aún, el ora-
dor persuade a un enfe rmo con más facilidad que el pro-
pio médi co y. ante la multitud. hace prevalecer su opinión
sobre la de cualquier otra persona. Ahora bien, si un ora-
dar hace uso injusto del gran poder que le proporciona
su arte, no se debe culpar de ello a la retórica ni a los maes-
tro s que la enseñan.
Gorgia s trata de poner fin a la d iscusión con un fú til
pretexto, pero ante e l deseo de los oyentes se ve forzado
a proseguir (458d). Asl pues, al re anudarse el diálogo, Só-
crates insiste sobre algunas afirmaciones hechas por Gor-
gias. Ante la multitud el orador es más persuasivo q ue el
médico y, por lo tant o, el que no sabe, más que el que sa-
be; también respecto a las demás a rte s, aun sin conocer-
las, puede a pa recer más sabio que los que rea lmente sa-
ben. ¿Y respecto a lo justo y lo injusto ? ¿ Es suficiente q ue
pase por tener estos conocimientos, o es preciso que los
ten ga realmente ? (459d). Gorgias a dm ite lo segundo. Só-
erates concluye que quien conoce lo justo es justo y q ue
el justo jamás puede obrar injustamente. Por tanto, ~có­
mo es posib le decir que no se debe acusar a la retó rica,
s i un orado r obra injustament e ?
En este momento empieza la in tervención de Polo
(46 1-481). En su opinión, el error de Gorgia s ha consisti·
do en decir que e l o ra dor debe conocer lo justo. Manifies-
ta Sócrates que, a su entender, la retó rica no e s más que
una práctica y una r utina, del m ismo modo que el ar te cu-
lin aria; un a y otra son formas de la ad ulación que trata n
de sustituir a l conocimiento razonado de las verdaderas
a r tes. Se produce un a sutil d iscusión sobre si el que hace
lo que quiere es poderoso, suponiendo que el poder es un
bien para quien lo posee .
A contin uación nos encontramos con uno de los te mas
más importantes del diá logo: el mayor mal es cometer in-
justicia (469b). Es ta afirmación resulta inadmisible para
Polo, y a fin de probar su fa lsedad, cita el caso de Arque.
lao, quien, a pesa r de sus numerosos e infames crlmenes,
es feliz. puesto que reina en Macedonia. Pero -alega
Sócrates- la discusión exi ge pruebas, no testigos; pues
el ún ico testigo válido es el interloc uto r. El injusto jamás
puede ser fe liz, pues si j-ecibe castigo será muy desgra-
ciado, y si no lo r ecibe lo será aún m ás (472e). Cometer
injusticia es más feo que sufrirla y, por tanto, más perju-
d icial. Puesto que la injusticia afecta a l a lma, es el mayor
de los ma les y, en consecuencia, sera un bien librarse de
ell a por medio del castigo, mientras que no sufrir éste es
perman ec er en la mayo r desgracia (479a). Si lo mejo r pa-
ra el injusto es pagar su pena, ¿cuál es la utilidad de la
retórica ? En todo cas opodrta se rvir para acus a rnos a
nosotros m ismos y, así , qued a r cuanto antes libres de la
injusticia.
Las conclusiones anteriores han sacado de quicio a Ca-
licles , fiero defe nsor del derecho de l m ás fuerte. Asom-
brado por las insó lit as afirmaciones q ue acaba de oír, só-
lo puede suponer que Sócrates ha hablado en bro ma. En
su intervención (481·523), Calicles expone su famosa te o-
ría, procl amada también "por otros sofis tas y que tanta re-
sona nci a ha tenido en e l pensamiento moderno. Segun él,
hay que d istinguir entre naturaleza y ley; por naturaleza
es más feo sufrir inj usticia; por ley, en cambio, cometer-
la. Las leyes están establecidas por los débiles a fin de con-
tener y atem ori zar a los fue rtes; por tanto, éstos deben
61. _ 2
18 DIÁLOGOS GORGIAS 19
1 :
despreci arlas Y pisotearlas. En su op inión. Sócr~tes ~o.
dría compre nde rlo fácilmente, si abandonara la h lo.soha.
que, si bien es admisib le para la juvent~~, resulta mclu-
so nociva pa ra un hombre maduro. ValJendose de pasa-
jes de los poetas, que le sirven al .m.ism~ tiem~ pa ra ha-
ce r gala de e rudición, zahie re y rjdicuhza a Sócrat es con
el pre tex to de aconsejarle (486d). . '
Al examinar lo ex pue sto por su ínterlocu to r, S ócra tes
cree necesa rio aclara r el sentido que da Calides al con-
ce pto de e más fue rte-oResponde que el hombre más Fuer-
le es el ca paz de alimentar las mayores y más nume~osa.s
pa siones (49 Ie). Dos bellas al~~orías. de.p~edencla pi-
tagórica, esta blecen una 50lUCI0 0 de eontlfiUldad en la su-
cesión de preguntas y respuestas, pero no convencen a Ca-
Iieles de que la vid a moderada es mejor que la disoluta .
Asl pues, an te la persistencia de su interlocutor. Sócra-
tes entabla una discusión encaminada a demostrar que el
placer y el bien no son la misma cosa, hasta llegar a la
conclus ión de qu e unos placeres son buenos y otros ma-
los (499b).
En opinión de Sócrates, la cuestión que s~ debate es
de máx ima importancia; se tra ta de saber de que modo hay
que vivir. ' Se debe elegir la politica, como aconseja Cali-
eles o la f¡losoCia? Puede haber un a ora toria política que
tienda al bien de I~s ciudadanos; pero, según Sócrates, no
ha exist ido en Arenas más que la que trata de adula rlos
(S03b).. In tentaban los fa mosos políticos que no mbra Ca-, ? ,
Iieles mejorar a los gobernados po r ellos . Esta cuestl.on
conduce a dete rmina r previamente en qué consiste el bien
del alma. Para Sócrates, en el orden, la moderación y la
justicia; el castigo y la reprensión s~n, sin du? a. mejores
que el desenfreno qu e Calicl es habla defen~ld~.
Al llegar aqul, Calicles, que ya antes habla mten.t~do
aba ndonar la disc usión, se niega a continuarla. A petición
de Gorgias, que exp resa el de seo de los demás oyentes, Só-
cra tes establece las conclus iones qu e se deducen de la con-
versact ón: el hombre moderado es justo, y el jus to, feliz;
por ta nto, hay que huir del desenfreno y practica r la jus-
ticia. Un hombre jus to pu ede sufr ir infinitos daño s y ul-
trajes, pero es mayor el perjuicio para quien se los ca usa
(508e). Ouizá el justo no pueda defenderse a nte la ínjus tl-
ele. pe.ro el injusto no pu ede libra rse de ella más que por
el castigo de sus culpas. Los medios que colocan a un hom-
bre en sit uación de no padecer injust icia le conducen, sin
embargo, casi fatalmente a cometerl a, y es to, según ha
queda do demostrado, es el mayor de los males (51Ia).
Cua nto más la rga sea la vida del injusto, mayor es su des.
gracia; en consecue ncia , no se debe procura r conservar
la vida a toda costa, sino vivir lo mejor posible. Sócrates
censura a Tem ístocles, Cimón, Milciades y Pericles. Aun.
que fueron buenos servidores del pu eblo, no buscaron si.
no sacia rle en sus apetitos, y no se ocuparon de moderar
y reprimir sus pasiones, única misión del buen ciudada.
no (517c). Tan absurdo es que los políticos se quejen de
ser tratados injustamente por sus gobernados, como que
los sofistas, que aseguran enseñar la virtud , digan qu e sus
discípulos ob ran injustamente con ellos (5 19c). La verde-
de re pol ítica, según Sócrates, es la que el ejercita; pero
como no trata de ag rada r, sino de procura r e! mayor bien
a los ci udadanos, le sería mu y difícil defenderse s i su vi.
da corrie ra peligro. Pero la m uerte se pu ede sopo rta r fá-
cilmente, cuando no se ha dicho ni hecho nada injusto con-
1ra los dioses ni cont ra los hom bres.
Termina el diálogo con el bellísimo mito sobre el jui-
cio de los mue rtos y el destino final de las almas '. Sin
que el relat o pierda unidad, se intercalan en él ideas que
sirven pa ra el evar a un plano ético sublime las conclusio-
Bes conseguidas. Así, la opinión corriente, aplicada aquí
a la vida ultrat errena, sobre los efec tos del castigo. Sólo
• Comparar este milo con los de otros diálogos de Platón (Fed. I07c
y SS., Rep. 614b y ss.). el. c. GA~cfA GUAL, MilOS, vi IJies, héroes. Madrid.
1'1111, págs. 45-61.
,
20 DIÁLOGOS
GORGIAS 2 1
es provechoso para los que han cometido delitos repara-
bles: sirven en ca mbio. únicame nte de ejemplo para los
demás hom bres los terribles sufrimientos de aque llos cu-
yos delitos son irrepa rab les; entre estos últimos estará,
sin duda. Arquelac, a quien sus injusticias habrían hecho
feliz. según Polo. Si bien es cierto que Sócrates seria in-
capa z de defenderse de una acusación ante un tribunal.
¿que ha rá Calicles an te el juez que ha de decidir su de stt-
no después de la muerte? la conclus ión final es que el me-
jor géne ro de vida consiste en vivir y morir practicando
la just icia y todas las demás virtudes.
NOTA SOBRE EL TE XTO
Ante la evidencia de qu e el texto de J. BURNET, PlalOnis Opera, yo L lll,
Oxfurd , 1903 (reimpresión 1963) es más aseq uible al lector qu e la rneguí-
hce edición de E. R. üooos. Plato. Gurgias, Oxford, 1959 , hemos seguidO
el texto de Burnet deja ndo constancia de las 1Iariantes má s destacada s
qu e no coinciden siempre con las propuestas por Dodds . Sólo figuran 185
que, de algún modo, implican una d istinta interprelación de text o que
puede influir en la traducción .
lineas
476e
482b
482 d
488 .
488 e
"9,
""493 b
494 ,
491.
503d
505e
506 d
508b
514a
519 c
u clura d~ Bumet
Tl llvu Tl
a va PlLOOTó v TE
li:OITaye).a v
M IloIC;
~).Ttooc; 1WM
4>OO1V . O ~T a
..0 1 Gc; y E
ele fv , TO
ll 4pOÓ1lTo
I Il'llpoo8Ev. 15 TI I X(,lV
).r¡pdc;] {vo
Tí XVr¡ Tle; etr¡ TOloOTOV
6:v6 p<x TOÓT(,lV nvó:
[YEYOvt 1l0 ¡] 00 11: [ X(,l
l y (,ly e 'lti:ic, e Iwco ,
KA/ , A H ' lCxv . ..
d1lo ~ W TColc, . d ll lvTOl
1l011'l<T°la v
01> T~ Etli:ñ l!t d A).l oTO ]
01 6:9).10 1. 1'1
4>i:iIJCV OÜT~
.:n' oÓT~e; T~e;
Varia"t~s preferidas
Tt ll VEl n e;
dvaPl'-oo'IEi v TI;
I(anyt ).o
).all:ou;
~T {OOI; 1'100
two l1l 15:'1'101 .
..al '::>v YE
E(O(V. (otlvd C;) T~
lIAEpoUV
l ¡.tllpoogev . KAA. TI l xwv ).'1-
pEic;.; zn. ~ I va
TtXVT] TIC; . o tu TOIOÜTOV é v-
6 po tOÓT(,lV TlVo: Yl:yo vt ·
VOlI ; KAfI . Oúli: EX(,l [ YWYI:
1l(;ic;. Efo!lt:<l . I C . •A),).' !et v..
elvcn. oór rcol f!t n o 1l0 l~O<:.)·
eH
oó x OÜTc..x; d li:fJ Kd AAlOTCl:
0 1 á 9A l01 (49AlOl). i'¡
9&¡.tEV OÓTo:.>c,
U1l' OUTí1e; T® TT]C; "~C;
U"~as Edición de Bur m!/
456e de).).' ooTOI
452 d TOÜ IDJ,.(,lV
454d ápo: «ú
456• . Tl e; 1Io"tE t¡
I I 457e 1;111 6u~.0 (00
"9' 'lIpac; ).6)'00
461 . ÓTI ov
"'. 6}...).0c; f¡
..., TOOTO Ooo¡JoIOTl1l,i
469 c
471 e
T~ A6y~ t'll().O:~ü
TOÜ n ecs t........oc
Variantes preferidas
tiu.: oú Tl
TOO T¡;'V 6:k ).(,lV
ápo: ó n oú
fin e; 'lCod. t¡
hf l 6 1....a(liI
..¡>be; M yov
Ó'l l lla).lv o ;:;
exx' f¡
Too r o 6l¡Io1toH....i llp~e; (o tfu o
...."v·ll a ).).O'V 6t ~6e . ó n ó'
....ol-'ll(,lH Kll 'ltpOc; y~1I tIOTl o
li:~v . TooTO oo4' lo r l1l:il
[ r~ ).6y~1 t ,n).,*,ü
[rov ] ntpot....KOO
NOTA SOBRE LA TRADUCCiÓN
Difere ntes.rnouvos han influ ido para que la traducc jón que aqui pre-
sen to no sea Idtnllca a la que publiqu t en el año 1951. Es una alegría
liada desdeñab le la de volver sobre un tra bajo realizado hace mas de trem-
la añ~'.En ~ri mer lugar, he revisado el tex to griego que pu bliq u éen aqu e-
lIa .edlClón junto co n l. trad ucción . Este trabajo realizado CO II tiempo y
t¡ulUi con mayo r gust o po r los tema s te ~ t ua lesq o e entonces. ha sido ta l
v~z más labo rioso y ag radable que efec tivo a la hora de produ cir varia-
cienes en la traducción. 5011 ot ras las razon es q ue me han movido a re-
dac tarla de nuevo . Tre int a años SO/l qu izá de masiados para que un texto
eseril.o, 50brel odo de una traducción, 110 mue. tre aspectos poco acl ua·
les. SI el propio au tor encue ntra en ese texto vocablos, expresiones e, in·
22 DIÁLOGO S
duw. relaciono:ssinU,clicas que no son ya In hab ituales en él, el lec tor
de hoy con una dinámica p"'n¡onal de la lengua mb ágil y lógicamente
meno~'tradiciona l, podria recibir la impresión de que no se le ofrece el
Uso de la lengua que él esp era hallar en un lib ro recilm publica do. Como
tampoco es fácil establecer los grados en los que pa rec e conveniente In-
rer vemr y qué otros pueden mantener Su anrerjor redacción, ht llnado
;lo cabo una rev isión tolal. Esta revisión 00 ha imped ido. sin I;mbargo que
quede n ina lte rados muc hos trozos de la versión anl..rior. He bu scado sólo
que és ta de 1983 esté ce rca de lo que considero d uso normal del caste-
llano escrno de hoy.
BIBLl OGRAf iA
La bibliografía ,I,Obre el Gorgías es muy am plia para poderla cít..r aquí.
Referencias bibliográficas abundantes has ta entonces se hallan en mi edi-
ción an terio r: Pl"tón. WTt:ÚU, trad. de J uuo CUO!'<CE,Mad rid , 1951. La
edicjón citada de Dooos rPlato. Go'l'ias, OxIord, 1959). págs. 392 si¡s., otre.
ce rko mal erial, sobre lod o en lo releTenle allrxlo y l.-ad uo;:ciones. La
Intruduo;:ción y las no tas de dicha ob ra present an un copiuso y, diríamos,
ex hau Uivo arsena l de citas, ensayos. est udios y todo répo de referencia s
so bre nle diálogo. Vn con ocimiento detallado de todo Jo relerenle al Wr.
t:i"s no es pos ible sin el al/ ..ilio impresci nd ible del libro de OOOds. Un
exce lente es tud io con abund ante bibliugrafía en las notas es el de W . K.
C. G UTHRIE, A History o/ (jreek I'hilosopny, ~o l. IV: PI"lo. The "'"'' <lnd
his DlIl lot:ues. E"Tlier PeriodoCamb rid ge. I97S, pá gs. 284-312. Aunq ue la
bibliografia inc1u ida en las ob ras o;:itad¡u es a bunda nllsima, puede ram-
bien consu ltarse: T F.kENC E IR ~lN, Ptato, Corgías, Oxford, 1979, pá gs. 251·59.
Es la tradu cción más reciente al inglés, al·onsejable por su fidelidad al
rex¡o gr iego; sus notas uenen int ención hlosófica, no lilológk a.
GORGIAS
CAlICLES, SÓC RATES, QUERE fONTE, GORGIAS, PO LO I
C AUCLES . - Asl dicen qu e conviene llegar a la guerra 447a
y al combate ', Sócrates.
, Calic1es no s es conoc ido sólo a través de este d ialogo. Ni Platón
lo nombra en o tro dialogo ni tampoco lo ene ningún otro ilutor, Se ha
supuesto que se ria un pe rsonaje imaginado po r Platón. Tan bien trazado
esU el tipo humano, qu e pa rece d ificil pensar que no se lrale de un a pe r-
sona real. Se le asigna un dt Tl1o, lo que no sería necesa rio: se citan am i.
gos SU)'OS bien ca racterizados. Desprec ia a los sofistas (S21R1) y aparece
con vocación IOla lmente polltica, Es muy digna ue len.,r en cue nta la opi_
nión de E. R. Donos (PIUlo. Gorgias. Oxfcrd, 1959, p ág. 13) de que pue de
tratarse de un jo~en ~aJioso cuyas as piraciones y, Quizá, la ~ida se mal o-
gra ron en los años próximos al fin de la gu erra de l Pelopon eso.L,
Querefome, de l deTl10 de Esfeto, era amigo y adm irado r de Sócrates. a l
qu e aco mpañ aba con frecue ncia. Perte necta a los demócratas y se exilió
du rante el gob ierno de los Treinta . Htzo la pregun ta al oráculo de Delfos
de s; ha bla alguien más ¡abio Que SócralC'$ (Apol 21 al. En las Nuks, Aris-
tófanes conjunta su nombre con el de Sócrates en el . PensalO r io. , Mu.
rió an les del proceso de Sócra tes. - Gargias de Leonnnos. Aunque la tra-
dición lo incluye entre los sofis tas, no debla de ser ésa la opinión de Pla.
Ión , que lo cons ide ra maestro. si bien d is tingu ido, de retór ica y orador.
S! entonces Se lo hubiera considerado sofis ta no serian ex plicables las
frases de CalicJes en 520a. AlcanZó gran lon gevidad, pues debia de ser
un os diez anos mayor qu e Sócrates y mu rió bas tantes ar'IOS des pu~s que
él. Es un personaje mu y interesante en muo;:ho s otros aspectos, pero, so.
bre lod o lo es po r la influencia de ~u est tlo en la re tórjca y en la prosa
a rt ística . Su di Ripu lo más caracterizado fue Iséc rates. Su primera es.
tancia en Alen as fue en el an o 427. Pr oba blemente mu rió en Tesalia. _
Pulu de Acragante es disd pu lo de Gorgias. Se le conoce sólo po r el Cor.
gias y po r un pas aje del Fedro (267<:), En 462b. Sócrates dice haber leido
un libro suyo sobre retóric a .
1 Fr ase con que se recibla al Que llegaba tarde a un eSjl<:cláculo in.
24 DIÁLOGOS CORCJAS 25
S ÓCRATE S. - ¿Quizá nos hemos retrasado y, como suele
decirse, hemos llegado de spués de la fies ta?
CAL. - Y por cierto después de una m agnífica fiesta,
pues hace un momento Gorgias ha disertado J magistral-
mente sobre muchas y bellas cuestiones.
SÓc. - Aquí tienes, Calicles, al responsable de nu es-
tro retraso, Qu erefonte, que nos ha obligado a detenernos
en el ágora.
b QUEREFONTE. - No impo r ta, Sóc ra tes, pues yo lo r eme-
diaré; Gor gias es amigo mío y r epetirá su exposición ante
nosotros, si te parece aho ra 0 , si quieres, en otra oca sión.
CAL. - ¿Qué dices, Querefonte? ¿Desea Sócra tes oír a
Gorgias ?
QUER. - Precisamente para eso hemos ven ido.
CAL. - Pues entonces venid a mi casa cuando queráis;
Gorgias se aloja en ella y disertará ante vosot ros.
SOco- Muy bien, Calicles; pero ¿estaria dispuesto Gor-
e gias a dialoga r con nosotros? Porque yo deseo preguntar-
le cuál es el poder de su arte y qué es lo que proclama y
enseña. Que deje el resto de su exposición pa ra ot ra vez,
como tú dices.
CAL. - Lo mejor es preguntarle a él mismo, Sócrates,
pues precisamente er a éste uno de los puntos de su expo-
sición; nos invitaba ' ahora mismo a que cada uno de los
que aquí estamos le preguntara lo qu e quisiera y asegu-
raba que contestaría a todo.
SOco- Dices bien, Querefonte, pregúntale.
OUER. - ¿Qué debo preguntarle?
tcresante e ag radable. corno lo es para ( ali des la exp os ició n hech a por
Gorgias.
J Con el verbo epideik nys/hui y el sustantivo epídeiksis, se expresan.
fr ecuent emente, Jos a lardes de elocuencia y erudición de <j ue hacían ga-
la los sofista s y que tanto atraían a la juventud ateniense. Véanse' Pro -
lág. 310b Y ss., Hip. Muy. 282c .
4 Parece que fue Gor gias el que inició la costumbre, seguida por too
Jos los sofistas. de ped ir a su auditerie que le prop usiera las más dife·
rentes cues tiones. C ICE RÓN, De f'inib . 11 1.
SOco- Oué es . d
OUER. - ¿Qué quie res decir?
S óc. - Por ejemplo, si hiciera calzado respondería, sin
duda , que es lapatero; ¿no comprendes lo que digo?
OUER. - Te comprendo y voy a interrogarle. Dime, Gor-
gias, ¿cs verdad lo que dice Callcles. que te ofreces volun-
ta riamente a contestar a lo que se te pregunte ?
GORGIAS. - Es verdad, Que refonte; así lo he proclama- 448a
do hace un momento y sostengo que du rante muchos años
nadie me ha presentado una cuestión nueva para mí.
OUER. - Entonces responde rás con fa cilida d, Gorg ias.
GOR. - Puedes hacer una prueba de ello, Querefon te.
POLO. - Por Zeus, Ouerefonte, si qu ieres haz la prue-
ba conmigo. Me parece qu e Gorgias est á fat igado porque,
hace poco, ha tratado sobre muchas cosas.
OUER. - ¿Qué dices. Polo ? ¿Crees que tú contestas me-
jor que Gorgias?
POLo- ¿Qué impo rta, si respondo suficientemente a b
tus preguntas?
OUER. - No importa nada, pero, ya qu e es tu deseo,
contesta.
POLo- Pregunta.
QUER. - És ta es mi pregunta. Si Gorgias fuera cono-
cedor del mismo arte que su hermano Her ódico  ¿qué
nombre apropiado le daríamos ? ¿N o le daríamos el mis-
mo que a aquél?
POL. - Sin duda.
OUER. - Así pues, nos expresaríamos con propiedad
lla mándole médico.
POL. - Si.
QUER. - Y si fuera experto en el mismo arte en qu e lo
es Aristofonte', hijo de Aglaofonte, o que el hermano de
l Respecto a la forma de la pregunta, d . Pro/ág. 31l e. No debe con-
fundi rse a este Heródico, hermano de Gorgías, con Heródico de Mégara
o de Sclimbria, del qu e habla Platón en Pro/ág. 316e y Fedro 227d .
6 Aristofonte y Aglaofo nte fueren pintores fame sos. citados po r pJi.
níc e l Viejo; el he rmano de Aristefonte fu e el célebre Polignoto.
26 DIÁLOGOS GO RG IAS 27
Ari stofonte, ¿qué nombre le daríamos para llamarle con
propiedad?
e POL. - Es evidente que pintor.
QUER. - Pue s, en es te caso, ¿de qué a rte es conocedor
y qué le llam aríamos para expresarnos rectamente?
POL. - Existen ent re los ho mbres, Ou erefonte. mu-
chas artes elaboradas hábilment e partien do de la ex-
pe riencia 1, En efecto, la ex peri encia hace que n uestra
vida av ance con arreglo a una norm a; en cambio, la inex-
periencia la conduce al azar. De entre es tas artes unos ejer-
cen unas y otro s otras de modo distinto, y los mejores
practican las más elevadas. En tre es tos últimos se encuen-
tra Gorgias , que culti va la más bella de las ar tes.
d So c. - Parece, Gorgias, que Polo es tá bien preparado
para pronunciar discursos, pero no cumple lo que prome-
tió a Querefonte.
CORo- ¿Qué dices exacta mente, Sócrat es?
Soc. _ Me parece que no contesta plenamente a lo que
se le pregu nta.
CORo- Pues in terróga le tú, si quie res.
Soc. _ No; me gustaría más preguntarte a ti, si es tás
disp uesto a contestar. Pues, por lo que ha dicho, es para
mí evidente que Polo se ha ejercitado más en la llamada
retó rica que en dialogar.
e POL. - ¿ Por qué, Sócrates?
Sóc. _ Porque al preguntarte Quere fonte qué arte pro-
fesa Gorgias, tú alabas este a rte como si alguien lo ataca-
ra, pero no respon des cuál es .
POL. - ¿Pues no he cont estado que era la más bella?
Soc. _ Sin d uda; pero no se te preguntaba cómo es el
arte de Gc rgias, sino cuál es y qué se deb e llamar a Gor-
gias. Del mi smo modo que antes re spondiste con exacti-
7 Según los escolios, parec e ser que esta frase está tomada de una
ob ra de Polo, quizá la qu e se cita en 462c; pe ro e>posible que Platón ha-
ya imitado solamente su estilo ridiculizándo lo, La tradu cción no puede
~ecoger la asociac ión de elementos exp resivos de la frase.
tud y brevedad a los ejemplos que te propuso Qu erefon-
te, dime también ahora cuál es el arte de Gorgias y qué 449a
nombre debem os dar a és te. Pero, mejor aún, Corgtas,
dinos tú m ismo qué debemos llamarte, en razón de que
eres hábil en qué arte.
........ GOR. - En la retó rica, Sócrates.
So c. - Así pues, hay que llamarte orador.
Goa. - Y buen ora dor, Só crates, si quieres llamarme
lo que me ufano de ser», como decía Homero.
SÓc. - Sí quiero.
GOR. - Pues llámame a sí.
Soc. - ¿Debe mos decir también que eres capaz de ha- b
cer o radores Va otros?
GOR. - Proclamo esto no sólo aquí, sino también en
otras parte s.
Sóc. - ¿Estarlas dispue sto, Gorgias, a continuar dia-
logando como ahora lo es tamos haciendo, preguntando
unas veces y resp ond iendo otras, ya dejar para ot r a oca-
sión eso s largos di scursos de los q ue Polo ha em pezado
a darnos una muestra ? No dejes de cumplir lo que pro-
met es y dispónte a contestar con breved ad a las preguntas.
GOR. - Ciertamente, Sóc rates , algunas contestaciones
requieren mayor amplitud; no obstante, intentaré re spon-
der con la máxima brevedad. Precisamente es ésta tam- e
bién una de las cosas que afirmo: que nadie sería ca pa z
de decir las m ismas cosas en meno s palabras que yo.
SÚe. - Eso es lo que hace falta. Gorgias; hazme una
demostración de esto m ismo, de la brevedad, y deja los
largos d iscursos para ot ra vez.
GOR. - Así lo haré y tendrás que decir que no has oído
a nadie expresarse con mayor conc isión.
Soc. - Veamos. Puesto que dices que conoces el a rt e
de la retórica y que podrías hacer oradores a otros, dime d
Véase Odisea I 180.
En griego rMt{}r significa a 1" ve>. orador y maestro de retórica.
28 Di ÁLOGOS
GORGIAS 29
de qué se ocupa la retórica. Por ejemplo. el a r te de tejer
se ocupa de la fa bricación de los vestidos; ¿no es así?
CORo- Sí.
SOCo- ¿y la m úsica de la com pos ición de melodías ?
CORo- Sí.
SOC. - Por He ra !o , Corgtas. que me admiran tus res-
puestas, pues contestas con increlble brevedad.
CORo - Creo, en efec to. Sócra tes, que lo hago mu y
acertada mente.
SOCo- Tienes razón. Veamos; cont és tame ta mbién así
res pecto a la retórica; ¿c uál es el ob jeto de su conoci-
miento?
- CORo - Los discursos.
e Soc. - ¿Qué discursos, Go rgias ? ¿Acaso los qu e indi-
ca n a los enfe rmos con qu é rég imen po drían sanar ?
GOR. -No.
- SOco- En tonces la retórica no se refiere a todos los
discursos.
CORo- Desde luego que no.
__ SOCo- Pero, sin emb a rgo.icapaclta a los hombres pa·
ra habla r.
GOR. -Sí.
_ Soc. - ¿Les capacita ta mbién pa ra pe nsar sobre las
cuestiones de las que ha blan ?
GOR. - Pu es ¿cómo no ?
45O.:l Soc. - ¿No es verdad que la medicina, qu e acabamos
de nombrar, hace a los hombres capaces de pensar y ha-
bla r sobre la curación de los enfermos ?
GOR. - Necesariamente.
Soc. - Luego ta mbién la medicina, según pa rece, se
ocupa de los discursos.
GOR. - Sí.
Iv Parece que era una costumbre pe rsonal de Sóc rates jurar po r He-
ril; aunque habitua l, esle jura mente era propio de mujeres. Es 1.. diosa
hija de e ra no y esposa de z eus.
Soc. - Por lo menos de los que se refieren a las
enfermedades.
G OR . - Exa cta mente.
Soc. - ¿y la gimnasia no se ocupa ta mb ién de los dis-
cursos que se refieren al buen o mal estado de los cuerpos?
C ORo - Desde luego.
Scc. - Y, po r cierto, también las demás artes, Gorgias,
están en la mism a situación; cada una de ella s se ocupa b
de los disc ursos que se refieren a s u obje to.
G OR. - Eso pa rece.
Soc. - ¿Por qué, entonces, no lla mas retóricas a las
demás artes, ya que también se refieren a discursos, si lla-
mas retó ric a a la que se ocupa de los discurs os?
GOR. - Porque se podría decir que todo el conocimien-
_ to de las demás ar tes se refiere a ope raciones manuales
y a otras ocupaciones de es ta clase; pe ro ninguna de es-
tas ob ras manuales es propia de la retórica, sino que en
ella toda la activida d y eficacia se producen por medio de
la palabra. Por est a causa yo estimo que el arte de la retó- e
rica se refiere a los discursos. y tengo razón, según afirmo .
Soc. - No sé si entiendo bien qué cualidad quieres
atribuirle. Pron to vaya sa berlo con más clarida d. Cantes-
tame: existen a rtes, ¿no es verdad?
GOR. - Si.
Soc. - Entre todas las artes, según mi opinión, ha y
unas en las que la act ividad man ual constituye la pa rt e
principal y neces itan poco de la palabra, algunas de ellas
no la necesitan en absoluto. sino que podrtan llevar a ca-
bo su fu nción en silenc io, como la pintura, la escultura
y otras muchas. Me parece que dices qu e es con estas con d
las que no tiene relación la retórica. ¿ No es asl?
GOR. - Sí. Sócrates; lo compre ndes muy bien.
SOC. - Existe n ot ras que ejercen toda su función por
medio de la palabra y, por así decirlo. prescinden de la
acción total o casi totalmente; po r ejemplo, la a r-itm ética,
el cálculo, la geome tría, las com binaciones en los juegos
30 DlALOGOS GO RGIA S 31
I I
de azar y otras muchas artes, en algunas de las cuales la
palabra y la acción son ca si iguales; pero en la mayoría
es la pa labra la que predomina e, incluso, solamente por
e medio de ella se lleva a cabo su realización y eficacia. Me
parece que dices que una de éstas es la retórica.
GOR. - Así es.
Soc. - Sin embargo, no cre o que quieras dar a ningu-
na de ellas el nombre de retórica, si bien literalmente has
dicho qu e la retórica es la que alcanza su eficacia por me-
dio de la palabra, y se podría argüir, si se quisiera sutili-
zar, «¿Luego dices que la aritmética es retórica, Gc rgias?»
Pero yo no creo que tú llames retórica ni a la:aritmética
ni a la geometría.
451a GOR. - Crees bien, Sócrates, y comprendes exactamen-
te mi pen samiento.
Sóc. - Ea, completa ahora tu r espuesta a mi Pre-
gunta 11. Puesto que la retórica es una de las a rtes que
se sirven preferentemente de la palabra pero hay también
otras en estas condiciones, procura decir sobre qué obje-
to ejerce su eficacia la retórica por medio del lenguaje.
Por ejemplo, si sobre alguna de las artes de que ahora ha-
blaba, alguien me preguntara: "Sócrates , ¿qué es la arit-
b m étíca?». le conte staría, como tú ahora, que es una de las
artes que produce su eficacia por medio de la palabra. Si.
continuando la pregunta, me dijera: «¿Sobre qué objeto?»,
le contestaría que sobre Jo par y lo impar y la cantidad
de cada uno. Si nuevamente me preguntara: «¿Qué es el
cálculo?», le díría que también es una de las artes que tie-
ne n toda su eficacia en la palabra, y si insistiera: «Sobre
qué objeto?", le respondería, como los que redactan las
propuestas en la a samblea, que en cuanto a lo demás es
e igual 1I la aritmética que el cálculo, se refieren a lo mis-
It Véase 449d .
1I Cuando en la asamhlell Se proced la a la lectura de una proposi_
ción de ley o de un dec reto. se citaba primero el nombre de su autor, la
filiación y el dento al que pertenecía. Si después se daba lectura a otra
mo. a lo par y a lo impar; se dif erencian solamente en que
el cálculo examina las relaciones de cantidad de Jo par y
lo impar respect o a sí mismos y a unos con otros. Y si se
me interrogara por la astronomía y, al decir yo que tam-
bién ésta eje r ce toda su eficacia por medio de la palabra,
se me preguntara:«¿Sobre qué obj eto se aplica el leng ua-
je de la astronomía , Sócrates ?", diría que sobre el curso
de los astros, del sol y de la luna y sobre la r elación de
velocidades de unos con otros.
GOR. - Tu contestación sería acertada. Sócrates.
SOco- Púes dala tú también, Gorgias. La retórica es d
un a de las a rtes que re alizan toda su obra y son eficaces
por medio de la palabra; ¿es cierto ?
GOR. - Así es.
SOC o- Di sobre qué objeto; ¿c uál es, entre todas la s
cosas, aquella de la que tratan es tos discursos de que se
sirve la ret órica ?
- GOR. - Los más importantes y excelente s de los asun-
tos humanos.
SOc o- Pero, Gorgias, también esa respuesta es discu-
tible y ca rece aún de precisión. Supongo que habrá s oído e
cantar en los banquetes ese escolio 13 en el que, al enume-
rar los bienes humanos, se dice qu e lo mejor es tener sa-
lud; lo segundo, ser hernioso, y lo tercero, como dice el
poeta del es colio, adquirir riquezas sin fraude.
CORo - Sí, lo he oí do; pero ¿ por qué lo citas ahora?
Soc. - Porque si, por eje mplo, estuv ieran delante de 452a
ti los que profesan las artes que al abó el autor del esco-
lio: el médico, el m aestro de gimna sia y el banquero, y,
en primer lu gar, dijera el mé dico: «Sócrates, Corgias te
engaña; no es su arte el que procura el mayor bien a los
ho mbres, sino el mío ", y yo le pregu ntara : «¿Qué eres tu,
proposi ción de la misma persona, para evita r la repe tición oe decía sim-
p leme nte : .10 demás conforme a esto mismo» (Iá nten áiía ka/á lá l/u /á).
l3 El escolio era una canción, genera lmente de as unto moral. que se
can taba alfinal de los ban qu etes,
32 DIÁL OGOS GORGiAS 33
para expresarte así», contestaría probablemente que mé-
dico. «¿Qué dices? ¿El producto de tu arte es el mayor
bien?» «¿Cómo no, S ócrates Z, diría quizá. ¿Hay algún bie n
b mayor pa ra el hombre que la sa lud?» Si despué s de éste,
el maestro de gimnasia dijera: «También a mí me eausa-
ria sorpresa, Sócrates, que Gorgias pudiera demostrarte
que su arte produce un bien mayor que el mío» ; igualmen-
te preguntaría yo a éste: «¿Qué eres, amigo, y qué obra
realizas?» «Maestro de gimnasia, diría, y mi obra consis-
te en dar a los cuerpos fuerza y belleza.» Después del maes-
tro de gimnasia, el banquero, con gran de sprecio para to-
e dos los demás. según yo creo, diría: «Examina, Sócrates,
si encuent ras en Gorgias o en cualquier ot ro un bien ma-
yorque la rlqueaa.» Le diríamos: «Es que tú eres el artífi-
ce de la r iqueza ?» Contestaría afirmativamente.«¿Qué
ercs ?» «Banquero.» «¿Crees que el mayor bien para los
hom bres es la r-iqueza ?» «¿Cómo no?», respondería. Nos-
otros le diríamos: «Pues aquí tienes a Gorgias que afir-
ma, contra lo que tú dices, que su arte es causa de un bien
mayor que el tuyo.» Es evidente que después de tal afir-
d mación él preguntaría: «¿Qué bien es ése? Que conteste
Gc rgias ». Pu es bien, Gorgias, piensa que ellos y yo te ha -
cemos esta pregunta y con t éstanos: ¿Cuál es ese bien qu e,
según dices, es el mayor para los hombres y del que tú
eres artífice?
...- GOR. - El que, en realidad, Sócrates, es el mayor bien;
y les procura la libertad y, a la vez pe rmite a cada uno
dominar a los demás en su propia ciudad.
Soc. - ¿Qué quieres decir?
e GOR. _ Ser capaz de persuadir, po r medio de la pa la-
bra, a los jueces en el tribuna l, a los cons ejeros en el Con-
sej o, al pueblo en la Asamblea y en toda otra reunión en
qu e se trate de asuntos públicos 14. En efecto, en virtud
" Desp ués de much as vacilacion"s, Gorgia s define la retórica c()mo
el arte de la pe rsu asión; pero en sus pa labras se manifiesta la tend"ncia
de la pu ra ut ilidad para el orador y s" deja ver qu e una oratoria com-
de este poder, serán tus esclavos el médico y el maestro
de gimnasia, y en cuanto a ese ban qu ero, se verá que no
ha adquirido la riqueza pa ra sí mismo, sino pa ra ot ro, pa-
ra ti, que eres cap az de hablar y persuadir a la multi tud.
SÓC. - Me parece, Gorgias, que ahora has expuesto ca- 453a
si con exactitud lo que, según tú, es la retórica; y si te he
entendido bien, dices que es artífice de la persuasión y que
toda su activ idad y el coronamiento de su obra acaban en
esto. ¿Puedes decir que su potencia se extiende a más qu e
a producir la persuasión en el áni mo de los oyentes?
GOR. - A nada más, Sócrates; me parece que la has de-
finido suficientemente; és te es, en efecto, su objeto
fu nda mental.
Soc. - Escucha, pues, Gorgias. Es preciso, sin duda,
que se pas que si hay alguien que al dialogar quiera cono- b
cer exactamente el ob jet o sobre el que se discute, yo es-
toy pe rsuadido de que soy un o de ellos. Creo que tú tam-
bién eres así.
GOR. - ¿Po r qué lo dices, Sócrates?
Soc. - Voy a explicar telo. Debo advertirte que yo no
sé claramente cuál es, en realidad, la persuasión que, se-
gún tú, produce la retórica, ni sobre qué objetos, aunque
s?specho a qué persuasión te refieres y sobre qué. No obs-
tante, vaya preguntarte qué clase de persua sión produ-
ce, a tu juicio, la retórica y sobre qu é cosas. ¿Por qué, su- e
poniéndolo, te interrogo en lugar de decirl o yo mismo?
No es por ti, sino por nuestra conversación, para que avan-
ce de modo que nos aclare todo lo posible el objeto sobre
el qu e discutimos. Examin a si te parece jus to mi mo do
de interrogar; por ejemplo: si te hubiera preguntado qué
pintor es Zeuxis 15 y me hubieras conte stado qu e es pin-
prendida de este modo eslá al ma rgen de la jus ticia. Por un há bil force-
jeo dialectico, Sóc rat es le lleva a decir qu e la per suasión qu e produce
la retór ica es. precisa mente, sobre lo ju sto y lo injusto.
" zecxrs, ptmor que gozó de gran celebridad, citado por nu mero-
sos testimonios. Su periodo de act ividad se coloca entre 435 y 390.
M. -3
34 DIÁLOGOS GORG I¡ S 3S
,
ter de a nimales , ¿no tendría razón en volver a pregun·
tar qu é clase de a nimales pin ta y de qu é modo?
C ORo - Sin duda .
d Soc. - ¿Acaso porque también hay otros pinto res que
pintan otras mu chas especies de animales ?
COk. - Sí.
SÓc. - Pero si só lo z eux¡s los pinta ra. ¿no hu biera si-
do perfecta tu contes tación?
CORo - Evidentemente.
Soc. - Pu es d i ta m bién, respecto a la retór ica , si tú
crees que sólo ella produce la pe rsuasión o también la pro-
du cen otras a rtes. Qu iero decir que si el que enseña c ual-
quier cosa consigue convencer de lo que enseña o no.
GOR. - Sí que convence, Sócrates, y más que nadie.
Soc. - Volvamos de nuevo a las mismas artes de que
aho ra ha blábamos l.; ¿no nos enseñan la aritmética y el
maestro de ella todo lo que tiene rel ación con el nú mero ?
GOR. - Desde luego.
SOco- ¿No nos conve ncen también ?
GOR. - SI.
_ SOco- Así pues, tam bi én la a ru m ética es a rtífice de
la persuasión.
GOR. - Eso pa rece.
Soc. - y si se nos pregunta de qué persuasión y so-
bre qué objeto, respondere mos probablemente que de un a
pe rsuasión didá ct ica respec to a los número s par e impar
454Q y a su cantidad. También podre mos demostrar que tod as
las demás a rtes de que a hora hablá bamos son a rtífices de
la persua sión e indi ca r de qu é persuasión y el objeto a que
ésta se refie re; ¿no es así?
GOR. - Si.
.-- SOco- Entonces la retórica no es el único artífice de
la persuasión.
GOR. - Es cierto.
" Véase 45111.
Soc. - Puesto que no es la única que produce este efec-
1IJ, sino que también ot ras lo prod ucen, es ta ría just ifica-
do, como en el caso del pintor, que al llegar a este punto
sigui éra mos preguntando a nu estro interlocutor: _¿Qué
pers uasión produce la retórica y sobre qué obje to?» ¿No b
le parece justificada esta nu eva pregunta?
GOR. - Sí me lo pa rece.
SOco- Pues cont éstala, Gorgias, ya qu e también a ti
le parece así.
GOR. - Yo me refiero, Sóc rates, a la persuas ión que
se produce en los trib unales y en otras asambleas, según
decía hace un momento, sobre lo que es jus to e injusto.
SOco- Ya suponía yo que era ésta y sobre esto la pe ro
suaslón de que tú querías hablar, Gorgias; pe ro te he in-
te rrogado a [in de que no te cause extrañeza aunque a con-
tinuación te pregunte algo que pa rece evidente y. sin em-
burgo, insist a yo sobre ello. Repito que lo hago as! no por e
ti, sino pa ra que la discusión llegue a su termino ordena-
da me nte y no nos acostumbremos a anticipa r, por meras
conje turas. los pensamientos del otro, y, asi mismo-para
que puedas desarrollar hasta el fin tu pensamiento como
quieras. con arreglo a tus propias ideas.
GOR. - Me pa rece m uy bien tu procedimiento,
Sócrates.
SOe. - Continuemos; va mos a examina r lo sig uiente:
¿ Existe algo a lo que tú llames sa ber?
GOR. - SI.
SOco- ¿ Y algo a lo qu e llames cr-eer?
GaR. - Ta mb ién.
Soc. -¿ Te parece qu e sabe r y creer son lo mi smo o d
que son algo dist into el con ocimiento y la c reencia ?
GOR. - Creo qu e son alg o distinto, Sócrates.
soc.- AsI es; lo comprobarás por lo siguiente. Si te
preguntaran: «¿Hay una creencia falsa y otra verd adera,
Gorgias ?.., contesta rías afi rmativamente, creo yo.
GOR. - Si.
I
36 DIÁLOGOS GORGIAS 37
Sóc. - Pero ¿existe una ciencia fal sa y otra verdadera?
CORo - En modo alguno.
56c. - Luego es ev idente que no son lo mism o.
CORo - Es cierto.
e SOCo- Sin em ba rgo, los que han adq uirido un cono-
cimiento y los que tienen una c reencia están igualmente
persuad idos.
COk. - Así es.
SOCo- Si te pa rece, es ta blezca mos. pues, dos clases de
pe rsuasión: una que produce la creencia sin el sa ber: otra
que origina la cíenc ta.
GOR. - De ac uerdo.
SOCo- ¿Cuál es, e ntonces, la persuasión a que da lu-
gar la retórica en los tribun ales y en las otras asambleas
respecto a lo justo y lo injusto? ¿Aquella de la que nace
la creencia sin el sabe r o la que produce el saber?
C ORo- Es evidente. Sócrates, que aquella de la que na-
ce la creencia.
4550. Soc. - luego la retórica, según parece, es artífice de
la persuasión qu e da lugar a la creencia. pero no a la en-
señanza sobre lo justo y lo injusto. ,
GOR. - S i.
Soc. - Luego tampoco el orador es instruct or de los
tribunal es y de las demás asam bleas sobre lo justo y lo
injusto. sino que ún icamente les pe rsuade. En efecto, no
podrla instruir en poco tiempo a ta nta mult itud sobre
c uestiones de tan gra n importancia.
COR, - Cla ro que no.
Soc. - Veamos, pues, lo que realmente esta mos dícíen-
b do respecto a la retórica, porque ni yo mismo puedo ha-
ce rme una idea cla ra de lo qu e digo. Cuando en la ciudad
se celebra una asamblea para elegir médicos o construc-
tores de na ves o cualquier otra clase de a rt esanos, ¿no es
cierto qu e, en esa ocasión, el orado r no deberá dar su opi o
nión ? Porqu e es evidente que en cada elección se debe pre-
ferir al más hábil en su oficio, Tampoco dará su consejo
cuando se t rat e de la cons tru cción de mu rallas o del es ta-
blccimiento de puer tos o arsenales. porque entonces lo da-
rón los arqui tec tos. Menos aún cuando se delibere sobre
la elección de gene rales, sobre el orden de batalla contra
los enemigos o sobre la captura de algú n puesto; en este e
caso serán los expert os en la guerra los que darán su con-
scjo, y no los oradores, ¿Qué dices a esto, Corgia s? Pues-
111 que afirmas que t ú. eres orador y ca paz de hacer ora-
llores a otros, conviene con oce r de ti lo concern iente a tu
une. Piensa qu e ahora yo me preocupo por tus intereses,
pues quizá al gunos de los presentes desea ser tu disctpu-
lo - supongo que incl uso son muchos- , pero tal vez no
!>c atreven a interroga rte. Así pues, conside ra, al se r pre-
guntadc por mi, que son también ellos los que te pregun- d
tun: _¿Qué provecho obtendremos, Gorgtas. si seguimos
tus lecciones? ¿Sobre qué asun tos seremos capaces de
aconsejar a la ciudad? ¿Sólo sobre lo justo y lo inj us to o
tnmbi én sobre lo que ahora decía Sócrates?« Así pues, pro-
l ura darles una contes tación.
GoJ!.. - Pues bien. vay a intentar. Sócrates, descubr-ir-
h' con cla ridad toda la potencia de la retóri ca; tú mismo
lile has indicado el camino perfectamente. Sa bes, según
t reo , que est os arsenales, es tas murallas de Atenas y la e
t oustruccíón de los puertos proceden, en parte, de los con-
eejos de Temts tocles 17, en pa rte, de los de Per tcles. pero
nu de los expe rtos en estas obras.
soc. - Eso es, Gorgias, lo qu e se dice respecto a Te-
uu stocles: en cua nto a Pericles, yo mi smo le he 01..10 cuan-
du 1I0 S aconsejaba la construcción de la mu rall a inter-
nrcd ¡a ".
11 Dt'$pul's de las Guerras Médicas los atenienses, por consejo de Te-
lI11 slucle5, fort ifica ron su d udad y el puerto d..! Pirro, t ras lad ando 8
".t,· lu, arsenales del Palero, el otro puerto de Atena s,
.0 Dos murall as iban de la d udad has ta..! Pirco, otra tercera iba ..1
1,¡J" m , El mu ro de que aquí habla Platón se llamaba mu ro del Sur o In·
nuor. pues que da ba entre el del Norte o Ex terio r y el que con duela ..1
hol.·w ,
, r
38 DIÁLOGOS GORG1AS 39
456/ol GOR. - Y observarás. Sócrates, que, cuando se trata
de elegir a las personas de que hablabas a hora. son los
oradores los que dan su conse jo y hacen prevalecer su opio
nión so bre estos asuntos.
Soc . - Por la admiración que ello me produce. Gor-
gias. hace tiempo que vengo preguntándote cuál es, en rea-
Iidad, el pode r de la retóri ca. Al cons iderarlo así, me pa-
rece de una grandeza maravillosa.
CORo_ Si lo supieras tod o. Sócrates, verlas que , po r
asl de cirlo, a braza y tiene bajo su dominio la potencia de
b rod as las a r tes. Voy a da rt e una prue ba convincente. Me
ha sucedido ya muchas veces que, acompaña ndo a mi her-
mano y a ot ros médicos a casa de uno de esos enfermos
qu e no qu ieren tomar la medicina o confia rse al médico
para una operación o cauteri zación, cuando el médico no
podía conven cerl e, yo lo conseguí sin otro auxilio qu e el
de la retórica. Si un médico y un orador van a cualquier
ciudad y se entabla un debate en la asamblea o en al guna
ot ra reunión sobre cuál-de los do s ha de se r elegido como
e médico, yo te aseguro que no se ha rá ningun caso del mé-
d ico, y que , si él lo qu ie re, será elegido el orador. Del mis-
mo modo, frente a otro artesano cualquiera, el orador con-
seguid a qu e se le eligiera con preferencia a ot ro, pu es no
hay mate ria sob re la qu e no pueda habla r a nte la multi-
tud con más pe rsua sión que otro al guno, cualquiera que
se a la profesión de és te.
Tal es la potencia de la retórica y hasta tal punto al-
canza; no obstante, Sócrates, es preciso utilizar la retóri-
d ca del mismo modo que los demás medios de combate. Por
el hecho de haberlos apre ndido, no se deben usa r cont ra
todo el mundo indistinta mente; el habe r practicado el pu-
gila to, la lucha o la esgrima, de modo que se pueda ven-
cc r a a migos y enemigos, no a utoriza a golpear, herir o
matar a los amigos. Pero tam poco, por Zeus, si alguno que
ha frecuent ado la palestra y ha conseguido robustez y ha-
bil idad en el pugilato golpea a su padre, a su madre o a
alguno de sus pa rientes o amigos, no se debe por ello od iar e
ni desterra r a los maestros de gimnasia y de esg rima. Es-
tos les han enseñado sus artes con intención de que las
emplea ran justamente contra los enemigos l' y los malhe.
chores. en defensa propia , sin inicia r el a taque; pe ro los
discípulos, tergiversando este propósito, usan mal de la 457a
superiori dad que les procura el a rte. En es te caso los
maestros no son malvados, ni su a rte es por ello culpable
ni perversa, sino, en mi opinión, lo son los que no se sir-
ven de ella rectamente.
El mismo razonamiento se a plica ta mbién a la re t órt -
ca. En efecto, el orador es capaz de hablar contra toda cla-
se de personas y sobre todas las cue stiones, hasta el pun-
lo de producir en la multitud mayor persuasión que sus
adversarios sobre lo que él quiera; pero esta ven taja no b
le au toriza a privar de su reputación a los médicos ni a
los de ot ras profesiones, solamente por el hecho de ser ca-
paz de ha cerlo, sino que la retórica, como los demás me-
dios de lucha, se debe emplear también con justicia. Se-
gún creo yo, si alguien adquiere habilidad en la oratoria
y, aprovechando la potencia de este a rte, obra Inj ustamen-
te, no por ello se debe odia r ni desterrar al que le instru-
yó: éste tran smitió su arte para un em pleo justo, y el dis- e
cipulo lo utiliza con el fin contrario. Asl pues, es de justi-
cia od ia r, de sterrar o condenar a muer te a l que hace mal
uso, pero no al maestro .
SOC. - Supongo, Ocrgtas. qu e tú también tienes la ex-
periencia de numerosas discusiones y qu e has observado
en ellas que di fícilmente cons iguen los interlocutores pre-
cisa r el objeto sobre el que intentan dialoga r y, de este
modo, pone r fin a la re unión después de haber recogido
,. GOr(¡;ia s expo ne aqui la moral de su época, que co nsiste en ha cer
bien a l amigo y mal al e nemigo. Platón se opo ne a ella afirmando que
l·n ningún caso se debe hacer mal a nad ie. Véase Rep. 33S-36; en /ó" 49b-
c. Pero a veces, en pura dialéctic a, pon e en boca de Sócrates estas mis-
lilas idea •. Véa se 480e, 481 b.
,'
40 DIÁLOGOS GORGIAS 4 1
d Yexpresado recípro camente sus pe nsamientos. Por el con-
trarío, si hay diferencia de op iniones y uno de ellos afir-
ma qu e el otro no habla con exactitud o claridad, se ir ri-
tan y se imaginan que se les contradice con mala in ten-
ció n, y así disputan por amor propio sin examinar el ob-
jeto propuesto en la discusión. Alguno s terminan por se-
pararse de manera vergonzosa, después de injuriarse y ha-
ber dicho y oído tanta s ofensas que hasta los asistentes
se indignan consigo m ismos por haberse prestado a escu-
e c har a ta les persona s. ¿Por qué digo esto? Porque ahora
me pa rece que tus pa labras no son con secuentes ni están
de acuerdo con las que dijiste al principio sobre la ret óri-
ca. Sin embargo, no me decido a refutarle temiendo que
supongas que hablo por rivalidad contra ti y no por el de-
seo de esclarecer el objeto de nuestra discusión. Por tan-
458a too si tú eres de l mismo tipo de hombre qu e yo soy. te in-
te rrogaré con gus to; si no. lo deja ré. ¿Qué clase de hom-
bre soy yo? Soy de aquello s que aceptan gustosamente que
se les refute, si no dicen la verdad. y de los que refutan
con gus to a su interl ocutor, si yerra; pero que prefieren
ser refutados a refutar a otro, pues pienso que lo prime-
ro es un bien mayor, po r cuanto vale más libra rse del peor
de los males que librar a otro; porque creo que no existe
mal ta n grave como una op inión errónea sobre el tema que
b ahora discutimos 1". Por [o tanto, si dices que también tú
eres así, continuemos; pero si crees que conviene dejar la
conversación, dejémosla ya y pongámosle fin .
GOR. - Te aseguro, Sócrates, que también soy de la
mi sma manera de ser que tú indicas; sin embargo. quizá
conviniera tener en cuenta el interés de los que aquí es-
tá n, po rque ya antes de llegar vosotros había yo diserta-
do amp liamente, y si ahora continuamos la conversación,
1"' En la discu sión, Sócrates repite a sus interlocutores esta frase
frecuentemente y en variadas formas (472e, SOOe). En ella vemos qut' Un
mal tan gra ve no puede ser una opi nión errónea sob re la retÓrica corno
simp le ar te.
quizá nos exten damos demasiado. Así pues, es preciso con- e
sultarles. no sea que re tengamos a alguien que quiera aten-
der a otra cosa.
QUER. _ Ya oís, Gorgias y Sócrates, el clamor de tod os
és tos, que desean oíros si continuáis; en cuanto a mí, oja-
lá no se me presente una ocupación tan imperiosa que me
obligue a a bando nar conversaciones de tanta importan-
cia y llevadas de tal modo pa ra dar preferencia a otro
asunto.
C AL. - Por los dioses, Querefonte, también yo me he
encontrado en muchas discusiones y no sé si alguna vez
he sentido ta nto placer como ahora; por consiguiente, me
da réis gran satisfacción, aunque estéi s dispuestos a con-
versar duran te todo el día.
S Oco- Por mi pa rte, Calícles. no hay inconveniente, si
Gorgias consiente en ello.
G OR. - En esta situación, Sócrates, res ulta ya vergon-
zoso qu e no acepte; tanto más cuanto qu e yo mismo me
he ofrecido espontáneamente a que cada uno me pregun-
te lo que quiera. Así pues, sí les parece bien a los presen- e
tes, continúa la conve rsación e Interroga lo que desees.
SOc o- Escucha, Gorgias, lo que me caus a-ex tr añeza
en tus palabras; quizá has hablado rectamente, pero yo
no te comprendo bien. ¿Afirmas que eres capaz de ense-
ña r la retórica al que qu iera ser tu discípulo?
GOR. - Si.
soc. - ¿De manera que sobre todos los objetos produz-
ca convicción en la m ultitud, persuadíéndola sin ins-
trui rl a?
GOR. - Exactamente.
S Oco _ Decías hace un momento 21 que incluso sobre 459a
la salud el orador será más persuasivo que el médico.
GOR. - Sí que lo decía, pero sólo ante la multitud.
SOe. - Deci r ante la multitud, ¿no es decir an te los ig-
1] Véas e 4S6b .
42 DlALOGOS GORG IAS 43
norantes ? Pues, sin duda. an te los que saben no puede ser
el orado r más persuasivo que el médico.
CORo - Es verdad.
Soc. - y si es más persuasivo q ue el médico resulta
más persuasivo qu e el que sabe.
Gme - Así es.
b 56c. - Sin ser médico, ¿no es ciert o ?
GOR. -Sí.
56c. - El qu e no es médico es ignora nte. y el médico
sabe.
GOR. - Es evidente.
s oc. - Luego ante ignorantes el que no sa be se rá más
pe rsuas ivo que el que sabe. puesto que el orador a venta-
ja a l médico . ¿Resulta es to o no?
GOR. - En este caso, al menos, si resulta.
56c. - Y respecto de todas las otras ar tes, se encuen-
tra en la mi sma situación el orador y la re tórica. No ne-
cesita conocer Jos objet os en sí mi smos, sino haber inven-
e tado cierto procedimie nto de pe rsua sión que, ante los ig-
norantes, le haga parecer más sa bio qu e los qu e realmen-
te saben.
GOR. - ¿ y no es un a gran comodidad, Sócrates, que,
s in aprender las demás a rtes, con ésta sola el orador no
resulte inferior a los que las profesan ?
Soc. - Si el orador, po r ser así, ave ntaja o no a los de
otras profesiones, lo examinaremos en seguida 11, si en
algo int eresa a nuestra discusión; pero ahora debemos exa-
mina r en primer lugar lo siguien te. ¿Respecto a lo justo
d y lo injusto, lo bello y lo feo, lo bu eno y lo malo, el cono-
cedor de la re tórica se e ncuentra e n la misma situación
que respecto a la sal ud y a los objetos de las otras artes,
y, desconociendo en ellas qué es bueno o malo, qu é es be-
lio o feo y qué es jus to o injusto, se ha procurado sobre
estas cuestiones un medio de persuasión que le pe rmite
21 v éase 466 a.
aparecer ante los ignorantes como más sabio qu e el que
realmente sabe, a unque él no sepa? ¿O bien es necesario e
que quien tiene el pro pósito de apre nder la retórica pa-
sea estos conocimientos y los haya adquirido a ntes de di-
rigirse a ti? Y en caso contrario, tú, que eres maest ro de
retórica, ¿prescindirás de enseñar a tu discípulo es to, Por-
que no es función tuya, y harás que ante la multitud pa-
rezca que lo sa be, cuando lo ignora, y que pase por bueno
sin serlo? ¿O te será completa mente imposible ense ña rl e
la re tórica, si previamente no conoce la verdad sobre es-
las materias? ¿Cómo es esto, Gorgias? Por Zeus, como ha s
dicho antes, descubrenos el poder de la retórica y e xplt- 460a
canos en qué consiste.
GOR. - Yo creo, Sócrates, que, si acaso las descono-
ce, las apre nderá también de mi.
Soc. - No sigas; tu contes tación 'es suficiente. Si ha s
de hacer orador a alguien, es preciso que conozca lo jus-
to y lo inj usto, bien lo sepa a ntes de recibir tus lecciones
o bien lo aprenda contigo.
GOR. - Exacta mente.
Soco- ¿Pero qu é? El que ha aprendido la construcción b
es constructor, ¿no es así?
GOR. - Sí.
Soc. -¿El qu e ha a prendido la m úsica es músico?
CORo- Sí, lo es.
S6c. - ¿y el que ha aprendido medicina es médico?
¿y en la misma relación, las dem ás artes, de modo que
el que a prende un a de és tas adquiere la cua lida d que le
proporciona su conocimiento?
CORo- Sin duda.
Soc.- Sig uiendo el mismo razonamiento, el que co-
noce lo justo. ¿no es justo?
GOR. - Ind udablemente.
Soc. - y el justo obra jus tamente.
GOR. - Si.
44 DIÁLOGOS GORGIAS 45
e
46 la
Sóc. - Por consiguiente, ¿oo es preciso que el orador
sea justo y que el just o desee obra r con justicia?
CORo - Así parece.
Séc. - Luego jamás querrá el orador obrar injusta-
mente.
C OR o - Parece qu e no.
Soc. - ¿Te acuerdas de que hace poco decías lJ que
d no se debe acusar ni des terrar a los maestros de gimna-
sia en el caso de que un púgil se sirva injustamente de su
arte, y que, del mism o modo, si un orador se sirve de la
retórica para un fin inj us to, tampoco se de be ac usar ni
expulsar de la ciudad a su maestro, sino al que ob ra in-
justamente y hace un uso in de bido de este a rte? ¿Dijiste
esto o no ?
CORo- Sí, lo dije.
Soc. - Pero ahora resulta que este mi smo orador ja-
más obraría injustam en te. ¿No es verdad ?
C ORo - Así parece.
Soc. - Al comenza r es ta conversación l" se dijo que la
retó rica no trataba de los discursos sobre el n úmero par
y el impar, sino de los referente s a lo justo y lo injusto:
¿es así ?
G OR. - Así es.
Soc. - Al oírte decir esto co ncebí la idea de que la re-
tórica no podía ser n unca algo inj usto, puesto que sus dis-
cursos tratan siempre sobre la justicia; cuando poco des-
pués dijiste que el orador podía también emplear su ar te
injustamente, entonces, sorprendido y considerando que
no había concorda ncia en tus pa labras. dije aquello de que,
si tú estabas de acuerdo conmigo en que es provech oso
ser refutado. era conveniente seguir la co nversación; en
el caso contrario, abandonarla. Después, al examinar la
cuestión, tú m ismo ves que de nu evo nos resulta im posi-
1J Véase 456d .
l . Véase 454b.
ble que el orador haga uso injusto de la retórica y que quie-
ra obrar injustam en te. Por el perro. Gorgias, no es cosa
de una breve conversación el aclarar suficientemente có- b
mo es esto en realidad.
POL. - ¿Qué dices. Sócrates? ¿Tu opinión sobre la re-
tórica es la que acabas de expresar? ¿Crees que puedes
sustentarla porque Gorgias haya se ntido vergüenza en
concederte que el orador no conoce lo justo, lo bell o y lo
bu.epo, y haya añadido a continuación que enseñaría es to
al discípulo que se le presentara sin conocer esto? Y qui-
zá a consecuencia de esta concesión, se ha producido cier-
ta corrtr'adicción; esto es lo que te deleita, y tú mismo con-
duces la d iscusión a semejantes argucias...; pero " e
¿q uién se rá capaz de negar que conoce la justicia y que
puede enseñarla a los dem ás ? Llevar la conversación a ta-
les extremos es una gran rusticidad.
Sóc. - Encantador Polo. precisamente te nemos ami-
gos e hijos para que, cuando nos hacemos viejos y damos
algún paso en fal so, vosotros los jóvenes, es tando a nues-
tro lado, rectifiquéis nuestra vida en las acciones y en las
palabras. Así ahora, si Gorgia s y yo hemos cometido al- d
gú n error en la discusión, re ct ifícalo tú que estás aquí; es
tu obligación; por m i par te. estoy d ispuesto a plantear de
nuevo lo que tú quieras, si crees que algo de lo que hemos
convenido no está bien, con ta l de que cumplas una sola
condición.
POI.. - ¿y qué es ell o?
Soc. - Reprimir, Polo, el afán de pronu nciar largos
discursos, co mo intentaste hacer al principio de esta
conversación.
POL.- ¿Pe ro qué? ¿No se me permitirá de cir todo lo
que quiera?
as Polo entra en la d iscusión con un Irnpetu y una vehemencia que
se manifiest an en la forma de la fr ase. Esta se hall a. en efecto, llena de
anacolutos y cortes que la traducción trata de reflejar en lo posible.
oÍ i
46 DIÁLOGOS GORGIAS 47
e Soco- Sufrirías un gran daño, excelente Polo, si ha-
biendo venido a Atenas, el lugar de Grecia donde hay ma-
yor libertad para hablar, sólo tú aquí fueras privado de
ella. Pe ro considera el caso contrario: si tú pronuncias lar-
gos discur sos sin querer responder a lo que te pregunte,
¿no sufriré yo un gran daño si no se me permite marchar-
462a me y dejar de escucharte? Si tienes Interés en la cuestión
que hemos tratado y quieres rectificarla, pon de nuevo a
discusión, como acabo de decir, lo que te parezca; pregun-
ta y conte sta alternativamente, como Gorg ia s y yo; refú-
tame y permite que te refute. Tú afirmas, sin duda, que
sabes tanto como Gorgias, ¿no es asl?
POL.- SI.
SÓC. - AsI pues, ¿ta mbién tú invitas a que cada uno
te pregunte lo que quier a porque es tás seguro de que sa-
bes contestar?
POL. - Desd e luego.
b Soc o- Pues haz lo que pre fie ras; pregunta o responde.
POL. - Eso vaya hacer. Contesta, Só crates, qué es la
retórica en tu opinión, puesto que 'crees que Gorgia s tie-
ne dificultad para definirla.
Soc. - ¿Me preguntas qué a rte es, a mi juicio?
POL. - Exactamente.
Soc. - Ning una, Polo, si he de decirte la verdad.
POL. - ¿Pues qué es la retórica según tú?
Soc. - Algo que tú afirmas haber hecho arte en un es -
e cri to que he leído hace poco 2",
POL. - ¿Qué es , entonces ?
SÓc. - Una especie de práctica.
POLo- ¿Según tú, la retórica es una práctica?
SÓc. - Eso pienso, a no ser que tú digas otra cosa .
POLo- Una práctica ¿d e qué?
Soc. - De producir cierto agrado y placer.
POL. - Así pues, ¿crees que la retór ica es al go_bello,
puesto que es capaz de ag ra dar a los hombres?
l. Véase nota en 448c.
SOl.:. - Pero, Polo, ¿te has informado ya por mis pa la- d
hras de lo que yo digo que es la retó rica como para se-
guirme preguntando si me parece bella?
P OLo - Pero ¿no sé~ que has dicho que es un a especie
de práctica ?
Soco - Puesto que estimas el causa r agrado, ¿quieres
procurarme uno, aunque sea pequeño?
POL. - Sí quiero.
SÓc. - Pregúntame, entonce s, qué arte es la culinaria,
en m i opinión.
POL. - Te lo pregunto, ¿qué arte es la culinaria ?
SÓc. - N.!!1guna, Polo.
POL. - Pues ¿qué es? Dilo.
SÓc. - Una especie de práctica.
POL. - ¿De qué? Habla.
Soc: - Vay a decír telo: una práctica de producir agra- e
do y placer, Polo.
POL. - Luego, ¿ son lo mi smo la culinaria y la re tórica ?
Soc. - De ningún modo, pero son parte de la misma
actividad.
POLo - ¿A qué actividad te refie res?
SÓc. - Temo que sea un poco n ido decir la verdad; no
lile decldc-ehacerlo por Gorgias, no sea que piense que
yo ridicul.izo s ll.frofesión. Yo no sé si es ésta la retórica 463a
que practica Gorgias, pues de la discusión anterior no se
puede deducir cla~amente lo que él piensa; lo que yo lla-
mo retórica es una par te de algo que no tiene nada de
helio.
GOR. - ¿De qué, Sócrates? Dilo y no ten gas reparo por
mí.
Sóc. - Me parece, Gorgi as, que existe cierta ocupación
que no tiene nada de a rt e, pero que ex ige un espíritu sa-
guz. decidido y apto por natura leza para la s relaciones hu-
manas: llamo adulación a lo fundamental de ella. Hay, se- b
gún yo creo, otras m uchas partes.de ésta; un a, la cocina,
que parece arte, pero que no lo es, en mi opinión, sino una
48 DIÁl.OGOS GORGIAS 49
e
práctica y una rutina. También llamo parte de la ad ula-
ción a la re tó r ica, la cosmética y la sofística, cuatro par-
tes que se aplican a cuatro objetos. Por tanto, si Polo quie-
e re interrogarme. que lo haga. pues aún no ha llegado a sa-
ber que parte de la adulación es , a m i juicio, la ret órica;
no ha advert ido que aún no he co ntestado y, sin embargo,
sigue preguntándome si no creo que es a lgo bello. No pien-
so responderle si considero bella o fea la retórica hasta
qu e no le haya contestado previamente qu é es. No sería
conveniente, Polo; pero. si q uieres informarle. pregunta.
me qu é parte de la adulación es, a mi juicio, la ret órica.
POL. - Te lo pregunto; responde qué pa rte es .
d Soc. - ¿Vas a entender mi contestación ? Es. según yo
creo, un simulacro de una parte de la po lític a.
POL. - ¿Pe ro q ué ? ¿Dice s que es bella O fea?
Soc. - Fea, pues llamo feo a lo malo, pue sto que es pre·
cisc contestart e como si ya supieras lo que pienso.
GOR. - Por Zeus, Sócrates, tampoco yo entiendo lo que
dice s.
Soc. - Es na tu ral. Go rgias. Aún no he ex presado cla-
rament e mi pensamiento, pero este Polo es joven e im-
paciente.
CORo- No te oc upes de é l; d ime qu é qu ieres deci r a l
afirmar que la retórica es el simulacro de una pa rte de
la po lítica.
Soc. - Vay a intenta r explicar lo q ue me parec e la re-
tó rica; si no es co mo yo pienso, aquí es tá Pol o que me re-
464a ru tará. ¿Existe algo a lo qu e llamas cuerpo y a lgo a lo q ue
llamas a lma?
CORo- ¿Cómo no ?
SÓe. - ¿Crees qu e hay para cada uno de ellos un esta-
do saludable?
CORo- Sí.
Soc. - ¿ y no es po sible un esta do sa luda ble a parente
sin que sea verdadero ? Por ejemplo, hay muchos que pa-
rece qu e tienen sus cuerpos en buena condición y dt ñc tl-
mente alguien qu e no sea médico o m aestro de gimnasia
pu ede percibir qu e no es buena.
GOR. - Tienes razón.
SOCo- Dígo que esta falsa aparíencia se encuentra en
el cuerpo y en el alma, y hace que un o y otra produzcan
la impresión de un est ado saludable que en realidad no b
tienen.
GOR. - Así es.
Soc. - Veamos, pues; vay a aclararte, si puedo, lo que
pienso con una exposición seguida. Digo que, puesto qu e
son dos los obj et os, hay do s artes, qu e corresponde n un a
al cuerpo y otra al alma; llamo polít ica a la qu e se refiere
al a lma, pero no puedo definir con un solo nombre la que
se refiere al cuerpo, y aunque el cuidado del cuerpo es uno,
lo divido en dos partes: la gimnasia y la medi ci na; en la
política, corresponden la legislación a la gimnasia, y Ia jus-
ticia a la medicina. Tienen puntos en co mún en tre st, pues- e
to q ue su objeto es el mismo, la medicina con la gimnasia
y la justicia con la legislación; sin embargo, ha y entre ellas
algun a di ferencia. Siendo estas cuatro artes las qu e pro-
curan siem pre el mejo r estado, del cuerpo las unas y del
alma las otras, la adulación, percibiéndol o as í, sin cono-
cimiento razonado, sino por conjetura. se di vide a sí mis-
ma en cuatro partes e introduce cada una de estas partes
en el arte correspondiente, fingiendo se r el a rt e e n e l que
se introduce; no se ocupa del bien, sino qu e, ca ptándose d
a.la insensatez por medio de lo m ás agradable en cada oca-
sión, produce engaño, hasta el punto de parecer di gna de
gran valor. Así pu es, la culinaria se introduce en la medio
cina y finge conocer los a liment os m ás convenient es pa-
ra el c uer po, de manera que si, a nte niños u hom bres tan
ins-ensatos como niños, un cocin ero y un médico tuvieran e
qu e poner en juicio quién de los do s co noce mej or los a li.
mentas beneficiosos y noci vos, el médico marin a de ham-
bre. A esto lo llamo adulación y afirmo q ue es feo, Polo
- pues es a ti a q uien me dirijo-,., porque pone su pu nto
~ 1. _ 4
50 DIÁLOGOS GO RG IAS 51
4650 de mira en el placer sin el bien; digo que no es a rte, sino
práct ica. porque no tiene ningún fund amento por el que
ofrecer las cosas que ella ofrece ni sabe cuál es la natura-
leza de ellas, de mudo que no puede decir la causa de ca-
da una. Yo no Hamo arte a lo que es ir racional; si tienes
algo qu e ob jeta r sobre lo que he dicho, estoy dispues to
a explicárte lo.
b Así pues, según digo. la culinaria. com~ parte de la ad~-
laci ón se oculta bajo la medicina; del mismo modo. bejo
la gim'nástica se oculta la cosmética. que es pe rjudicial,
falsa, innoble, servil, que engaña con apariencias, colores,
puliment os y vestidos , hasta el punto de.hacer que los que
se procuran esta bel1eza prestada descuiden la belleza ~a­
rural que produ ce la gimnást ica. Para no extende rme ~laS,
vaya ha bla rte como los gecmetras. pues tal vez asr me
comprendas: la cosmética es a la gimnástica lo que la ~u.
e lina ria es a la medicina: o, mejor. la cosmética es a la gtm-
nástica lo qu e la sofist ica a la legislación. y la culinaria
es a la medicina lo qu e la retórica es a la just icia. Como
di go, son distintas po r naturaleza, pero, como están muy
pró ximas, se confunden, en el mi smo c~mpo Y ~obre los
mism os objetos. sofistas y oradores, y ni ellos mismos sao
ben cuál es su propia fun ción ni los demás hombres có-
mo se rvirse de ellos. En efec to. si el al ma no gobe rnara
d al cuerpo, sino que és te se ri giera a si mi smo, y s.i ~lIa n?
inspecciona ra Ydistingu iera la cocina de la medicina, 5 1'
no que el cue rpo por 51 mismo juzgara, conjeturando por
sus propios placeres, se vería muy cumplida la frase de
Anaxágoras 11 que tú conoces bien, que ri do Polo, «todas
11 Ana~a.goras de Claaóme nes nadó en los pri me ros años ~e1 s. v y
mu rió en el 428. Duranle mu<:ho tiempo vivió en AtenilSen el Circulo de
Periclu. Aconsecuencia de una acusación de imp iedad ma rchó illámp-
SilCO. donde murió. Fue uno de los más destacildos ent~ los ~ lamados
•Iilósofos de la naturillu lu . La nO'ledad mb notab le en Anaxag,:,ras es
que el proceso de mezcla y «paradón de los elementos no ~s na pu ra:
mente mecánico ni casual. En el fondo de todo el proceso est a un espln -
tu que lo domina todo : el ,,0115. La frase citada es: plÍnla ch rt mala i n ha·
las cosas juntas» es ta ría n mezcladas en una sola, qu edan-
do sin distinguir las que pertenecen a la medicina, a la hi-
giene y a la culina ri a. Asl pu es, ya ha s oído lo que es para
mí la retórica: es respect o al alm a lo equivalen te de lo que e
es la culina ria respect o al cuerpo. Qu izá he obrado de mo-
do inconsecuente prohibiéndote los la rgos disc ursos y ha-
biendo alargado el mio demasiado. Sin embargo, tengo
una disculpa, pues cuando hablaba brevemente no me
comprendí as ni eras ca paz de sacar provecho de mis res-
puestas, sino que necesitabas explicación. Por ta nto. si
tampoco yo puedo servirme de las tuyas, alarga tu s dis- 466a
cursos; pero, en caso contrario, déjame utilizarlas , pu es
es justo. Ahora, si pu ede s se rvirte en algo de m i con testa-
ción. sí rvete.
POL. -¿Qué dices ? ¿Te pa rece qu e la retórica es
adulación?
Soc. - He dicho una pa rte de la adulación; pero ¿no
tienes memoria a tu edad. Polo? ¿Qué va a ser después ?
POL. - ¿Acaso piensas que los buenos oradores son
mal con siderados en las ci ud ades porque se les cree
ad uladores?
Soc. - ¿Me haces una pregunta o empiezas un b
discurso?
POLo- Pregunto.
Soc. - Me parece que no se les considera en absoluto.
Pot.. - ¿Cómo qu e no se les conside ra? ¿No son los
más poderosos en las ciudades?
Soc. - No, si dices que el pod er es un bien para qu ien
lo posee 11.
POL. - En efecto, eso di go.
"' 0.. lira Ilol1J ~ 11 "¿' Il Qutol di~kóJm eu (todas las cesas estaban rnezela-
tlas. despu és vino . el espin illo 'J las ordenó) (Fr. B I DK).
1II Sob re eSla idea de si cI poder es un b ien pa ra el que lo posee se
ms tste en S2Se y es., don de Se indica la sit uación de los pode rosos res.
pecto a la justid a y se aclara qu e algunos poderosos pueden ser juslos.
52 DIÁLOGOS CORGt A S 53
SÓc. _ Ent onces c reo que los oradore s l'I son los ciu-
dadanos menos poderosos.
POL. _ Pero gqué dices ? ¿No pueden, como los tiranos,
e co ndena r a muerte a l que quieran y despoja r de sus bte-
nes y desterrar de las ciudades a quien les pa rezca?
Soc . _ Por el perro, Polo, que dudo respecto a cada C~
S8 que dices si haces una afirmación y expones un pensa-
miento o si me estás inter rogando.
POL. - Te interrogo.
56c. _ Está bien, amigo. ¿Entonce s me haces al m is-
mo tiempo do s preguntas?
POL. - ¿Cómo dos?
56c. _ ¿No acabas de de ci r a lgo así como qu e los ora-
d dores condenan a muerte a los que qu ieren. del mismo mo-
do que lo s tiranos, y despoja n de sus biene s y destierran
de las ciudades al que les parece?
POL. - S í.
Soc. _ Entonces insisto en que son dos pregu nta s y voy
a responde r a las dos . Sostengo, Polo, que los o rado res
y los tiranos tienen muy poco poder en las ci udades. co-
mo he dich o hace un momen to; en efecto. por así deci rlo,
e no hacen nad a de lo q ue qu ieren, aunque hacen lo que les
parece mejor.
POI.. _ ¿ No es esto ten er u n gran poder?
Soc. - No. al menos según dice Polo.
POL -¿ Digo yo que no? Al contrario, lo afirmo.
Soc. _ Por el.c.,no lo af irmas, pu est o que dice s que te-
ne r un gran poder es un b ien para qu ien lo posee.
POLo- Y lo manteng o.
Soc. _ ¿Crees, en efecto, que es un bien para u na pero
sa na privada de razón hacer lo que le parece mejor? ¿L1a·
mas a esto te ne r un gra n pode r?
POL - No .
10 La pa labra o rador tiene ta mbién en gricgo la a(cp(iún de poli-
neo (véa se Apol. 32b). t;:ste es el ~e n t ido que loma Irecuentemente en es-
le diá logo.
Soc. - Entonces refútame y d emuestra q ue lo s orado-
les son hombres cuerdos y que la retórica es arte y no adu- 467a
lac tón. Pero si no me refuta s, los orado res, que hacen en
1.. ci udad lo que les pa rece, e igualm ente los tira nos. no
po seen n ingún bi en co n esto, pues el pod er. co mo tú di-
ces. es un bien, pe ro tú m is mo reconoces que ha cer lo que
II u no le parece, cuando está pri vado de razón, es un mal.
(.No es así ?
POLo - Sí.
Soc. - En to nce s, ¿cómo es pos ible que los o ra dore s
ti los tira nos te nga n gra n poder en las ci udades, s i Polo
uo convence a Sócrates d e q ue h acen lo que quieren ?
POL - Este hombre... b
Soc. - Afirmo que no hacen lo que quiere n; refút ame.
POL - ¿N o acabas de reconocer que hacen lo que les
parece mejor ?
Sóc. - y sigo reconoc iéndolo.
POL - Entonces, ¿no hacen lo que quieren ?
SOC. - Digo que no.
POL. - ¿Al hacer lo que le s parece b ien ?
soc. - Eso .
POL - Dice s cos as sorpren dentes y a bsurdas, Só-
erutes.
SÓe. - Oh excelent e Polo ", para dirigirme a ti según
tu modo de hablar. no me acuses; si puedes int errogar-
me. d emuéstrame que estoy eq uivocado; en caso contra- e
río. re sponde a mis preguntas.
POlo- Prefiero con testa r, para saber lo q ue quieres
deci r .
Soc. - ¿Piensas qu e los hombres qu ieren lo que en ca-
da ocasión hacen o q uieren aq ue llo por lo que 10 hace n ?
t'or ejemplo, los que toman una med ic ina adm inis trada
JO secre tes. imita el mudo de liabla r de Polo. No es po sible conser-
'ó,r en la t raducción la s írnetrta cualll ilat iva y acentual del griego ni la
alileracióIl.
54 DIÁLOGOS GORGIA S ss
e
por el medico, ¿crees que quiere n 10 qu e hacen: beberla
y sufrir la mo lestia, o aquello por lo que la beben: reco-
brar la salud?
POL. - Es evidente que recobrar la sa lud.
d Seico- Así pues, tam bién los na vegantes y los que tra-
fican en ot ros negocios no quie ren lo que hacen en cada
ocasión, pues ¿quién quiere navegar, cor rer pe ligros y su-
frir mo les tias? Lo qu e quieren, según yo creo, es el fin por
el que navegan: enriquecerse; en efecto, navegan buscan-
do la riqueza.
POL. - Así es.
56c. _ ¿No es así ta mbién respecto a tod o lo demás?
¿No es verdad que, cua ndo se hace una cosa en razón de
a lgo, no se quiere lo que se hace, sino aquello po r lo que
se hace?
POL - Sí.
e Soc. - ¿Existe algo que no sea bueno. malo o interme-
dio e ntre lo bueno y lo malo?
POL. - Por fue rza ha de ser algo de eso.
S óc. - ¿Llamas buenas a la sabiduría, la salud, la ri-
queza y a otras cosas semejantes, y malas a sus contrari as?
POL. - Sí.
SOCo-¿Y dices que ni son buenas ni ma las las qu e
un as veces pa rtici pan de lo bueno, otras de lo malo. otras
468a ni de lo uno ni de 10otro. como estar sentado, andar. co-
rrer y navegar y también las piedras, la madera y ot ros
cuerpos semejantes? ¿N o es así? ¿O es algo dist into a lo
que tú llamas ni bueno ni malo?
POL. - No. es a es to.
Soc. - ¿Acaso se hacen es tas cosas in termedias. cua n-
do se hacen, busc ando las bue nas, o se hacen las buenas
buscando las int ermedias ?
POL. - Sin duda. las intermedias pa ra alcanza r las
buena s.
b SOC. - Luego, c uando a ndamo s lo hacemos buscando
el bien, creyendo que ello es mejor, y, al contrario, c ua n-
do estamos parados lo hacemo s, asimismo, po r el bien.
¿No es cierto?
POL. - Sí.
Soc. - Luego, cuando matamo s a alguien, si lo mata-
mos, o lo des te rramos o le privamos de sus bienes, ¿no
In hacemos c reyendo que es mejor para nosotros hacer es-
to que no hacerlo?
POL. - Desde luego.
Soc. - Luego los que hacen todo esto lo hacen bu sca n-
do el bien.
POLo- Así es.
Sóc. - Pues bien, habíamos con venido en que no es
precisamente lo que hacemos en razón de algo lo que qu e-
rvmos. sino aque llo po r lo que lo hacemos.
POLo- Exactame nte.
Soc. - Por ta nto. no de seamos simplemente matar.
desterrar de las ciudades ni quitar los bienes; deseamos
hacer todas estas cosas cua ndo son provechosas. y cua n-
do son pe rjudiciales, no las qu eremos. En efecto, qu erc -
1110S. como tú dices, lo bueno, y no qu eremos lo que no
es ni bueno ni malo, ni tampoco lo malo. ¿No es asJ?
¿Crees que digo verdad. Polo. o no ? ¿Po r qué no res-
pe ndes ?
POLo- Es verdad.
50c. - Luego si estamos de acuerdo en esto. en el ca- d
so de que alguien. sea tirano u orador. ma te. destierre de
la ciudad o quite los bienes a alg uno. en la c ree ncia de que
esto es lo mejor para él, cuando en realidad es lo peor,
és te tal hace, sin du da, lo que le parece. ¿No es asl?
POL - Sí.
Soc. - i: Y hace ta mbíén lo que quiere cua ndo lo que
hace es. en reali dad. un mal para él? ¿ Por qué no
contestas?
POL - Creo que no hace lo que qu ie re.
Soc. -¿ Es posi ble que tal hom bre ten ga gran pode r
56 DIÁLOGOS GORGIAS 57
e en la ciudad, si te ner gran pode r es un bien. según tú
admites?
POI..'- No es posi ble.
Soc. - Entonces tenía yo razón al decir que es posi-
ble qu e un hombre haga en la ciudad lo que le parezca
bien. sin que esto signifique qu e tiene un gran poder y que
hace lo que quiere.
POlo- Como si tú, Sócra tes, no prefirieras tener fa-
cultad de hacer en la ci udad lo que te parezca a no tener-
la. y no sintieras envidia al ver que uno conde na a muerte
al que le parece bien , le despoja de sus bienes o lo en-
carcela ''.
Soc. - ¿Te refieres a cuando obra just a o injusta-
mente?
4b9a POL. - Como quie ra que obre, ¿no es, en ambos casos,
un hom bre envidiable? JI .
SÓC. - Refrena tus palabras. Polo.
POL - ¿Por qu é?
SOCo- Porque no se debe envidia r a los que no son en-
vid iables ni a los desgraciados, sino compa decerlos.
POLo - ¿Oué dices ? ¿Crees que es és ta la situación de
los hombres de que yo hablo?
Soc. - ¿ Pues cómo no?
POLo- Luego el que condena a muerte a quien le pa-
rece bien y lo hace con justicia. ¿es en tu opinión desgra-
ci ado y di gno de compasión?
SOC. - No; pero ta mpoco envidia ble.
POl . -¿ No acabas de decir que es desgraciado ?
b Soc. - Me refiero al que condena a muerte injustamen-
JI Estas salidas son frecue ntes en Polo. Cua ndo un r azonamiento le
deja convicto. recu rre a los proced imientos de persuas ió n prop ios de la
retórica. tale. co rno los sen tim ientos pe rso nales, el juicio de la mayo ría,
la exag eración de las op iniones del co ntrario, ele. A pa rtir de aquí ha sta
473e, Polo ofrece bu ena muest ra de todos ellos.
II Para esla op inión de Polo, puede verse un pa ralelo en lo que di-
ce Tra simaco en Rep. I 348b y as.
le, am igo. y además es digno de com pasión; el que lo hace
justamente tampoco es env idiable.
POl o- Sin duda, el qu e mu ere injustamen te es digno
dc compasión y desgraciado.
Soc. - Menos que el que le ma ta, Polo, y menos que
el que mue re hab iéndolo merecido.
POL -¿Cómo es posible, Sócrates ?
SOC. - Porqu e el mayor mal es come ter injust icia.
POl. - ¿Es te es el mayor mal? ¿N o es mayor reci birla ?
S(Jc. - De ningún modo.
POL - Entonces, ¿tú prefe rirías recibir la injusticia
a come terla?
Soc. - No quisiera ni lo uno ni lo otro; pe ro si fuera e
necesario cometerla o sufrirla, preferirí a sufr irla a
com ete rla.
POLo - ¿Luego tú no aceptarí as ejercer la tiranía ?
Soc. - No, si da s a esta palabra el mismo sentido qu e
yo.
POl. - Entiendo por ello, como decía hace un momen-
lo, la fac ultad de hacer en la ciudad lo que a uno le pa re-
ce bien: mata r, deste rrar y ob rar en tod o con arreglo al
propio ar bit rio.
Soc. - Afortunado Polo, d éja me ha bla r y despu és ob-
j éta me. Si cua ndo la plaza está llena de gente, llevando d
yo un puñal oculto bajo el brazo, te dijera; «Polo. acabo
de adquiri r un pode r y una tiranía maravillosos; en efec-
lo, si me pa rece que uno de los hombres que estás viendo
debe morir, a l momento morirá; si me parece que alguno
de ellos debe tener la ca beza rota, la te ndrá al instante;
si me parece que alguien tenga su manto desgarrado, qu e-
da rá desga rrado; tan grande es mi po der en es ta ciudad.•
Si, al no darme crédito, te most rara el puñal, quizá me e
dijeras al verlo; • Sócra tes, así todos se rían poderosos, ya
que, por el mismo procedimiento, podrías incendiar la ca-
sa que te pareciera, los arsenales y las tri rremes de Alc-
nas y todas las naves, lo mi smo públicas qu e pa rticpla-
58 DIÁLOGOS GORGIAS 59
res.» Luego, tener un gran poder no es hacer lo que a uno
le parece. ¿P iensas tú que sí?
POL. _ No lo es, a l menos en estas condiciones.
470a Soc. _ ¿Puedes decirme por qué censuras esta clase
de poder?
POLo - Sí.
SÚe. - ¿Por qué ? Dilo .
POL. - Porque necesariamente el que obra así es
ca stigado.
Soc. - Ser castigado, ¿no es un mal?
POLo - Sin duda.
SÓe. _ Por consiguiente, admirable Polo, de nuevo ves
que si, al hacer lo que a uno le parece, le sigue una utili-
dad, esto es el bien y, según parece, esto es tener gran po-
der; en caso contrario, es un mal y un poder mínimo. Exa-
b mi nemos lo siguiente: ¿No hemos acordado que algunas
veces es mejor hacer lo que decíamos, co ndenar a muer-
te , desterrar y privar de los bienes, y que otras veces no
lo es?
POL. - Ciertamente.
Sóc. - Según parece, en este punto estamos los dos de
acuerdo.
POL. - Sí.
Soc. - Entonces, ¿cuándo es mejor hacer esto? Di cuál
es el lími te que pones.
POL.- Respond e tú m ismo a esa pregunta, Sócrates.
e Soc. _ Si prefieres que hable yo, Polo, digo que es me-
jor cuando se obra justame nte y peor cuando se obra
in justamente.
POL. - Por cierto que es difícil re futarte, Sócrates; ¿no
te probaría incluso un niño que no dices la verdad?
Soc. - Mucho le agradecería a ese niño e, igualmen-
te, te agradeceré a ti que me refutes y me libres de mi ton-
tería. No te canses de hacer bien a un amigo; convénceme
de mi error.
POL. - Ciertamente, Sócrates, no hay necesidad de re-
fu tarte con ejemplos antiguos; los de ayer, los recientes d
son bastante para refutarte y demostrarte que muchos
hombres injustos son felices.
Soc. - ¿Qué ejemplos son ésos?
POL. - ¿No ves a Arquelao Jl, hijo de Perdicas, reinan-
do en Macedonia?
Soc. - Si no lo veo, al menos o igo hablar de él.
POL. - En tu opinión, ¿es feliz o desgraciado?
soc. - No lo sé; aún no he te ni do relación con él.
POL. - Pero ¿qué dices? ¿Si lo trataras, podrías saber- e
lo, y desde aquí no tienes otro medio de co nocer que es
feliz?
Soc. - No , por Zeus.
POL. - Seguramente, Sócrates, que ni siquiera del rey
de Persta dirás que sabes que es feliz.
Soc. - y diré la verdad, porque no sé en qué grado es tá
de instrucción y justicia.
POLo - Pero ¿qué dices? ¿En eso está toda la felicidad ?
Soc. - En mi opinión sí, Polo, pues sostengo que el que
es bueno y honrado, sea hombre o mujer, es feliz, y que
el malvado e injusto es desgraciado.
POL. - Entonces, según tú piensas. ¿es desgraciado es- 47 1'1
te Arquelao?
Scc. - Si, amigo , si es injusto.
POL. - Pues ¿cómo no ha de serlo? No tenía ningún de -
recho al reino que ocupa, ya que es hijo de una esclava
de Alcetas, el hermano de Perdicas, y con arreglo a l dere-
cho sería esclavo de Aketas, y si h'ubiera querido obrar
JJ Arqcelec, hijo de Pcrd tcas ü , rey de Macedonia desde 413 a 399.
supe hacer de Su corte un cen tro de atracción de los más famosos poetas
y puso los cimientos del poderlo macedonio. TucíDJDl!s{1I100. 2) dice que
dio más i m pul ~ o a la po tencia militar de su pueblo que los ocho reyes
que le preced ieron . Platón no juzga aq ui más que la ru indad moral de
sus acciones. Véase 525d. Su padre, Perdicas 11, reinó desde 450 a 413
en con tactos alternativamen te amigab les y hostiles con Atenas.
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr
Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

El tio petros y la conjetura de goldbach apostolos doxiadis
El tio petros y la conjetura de goldbach   apostolos doxiadisEl tio petros y la conjetura de goldbach   apostolos doxiadis
El tio petros y la conjetura de goldbach apostolos doxiadisAmilkar Tobon Castaño
 
Las troyanas, de Eurípides
Las troyanas, de EurípidesLas troyanas, de Eurípides
Las troyanas, de EurípidesPaco Gracia
 
El banquete – diálogos de platón
El banquete – diálogos de platónEl banquete – diálogos de platón
El banquete – diálogos de platónarlenc
 
Tema 1º Filosofía Griega Platón
Tema 1º Filosofía Griega PlatónTema 1º Filosofía Griega Platón
Tema 1º Filosofía Griega PlatónFilomatic
 

La actualidad más candente (9)

El tio petros y la conjetura de goldbach apostolos doxiadis
El tio petros y la conjetura de goldbach   apostolos doxiadisEl tio petros y la conjetura de goldbach   apostolos doxiadis
El tio petros y la conjetura de goldbach apostolos doxiadis
 
Las troyanas, de Eurípides
Las troyanas, de EurípidesLas troyanas, de Eurípides
Las troyanas, de Eurípides
 
Sócrates
Sócrates Sócrates
Sócrates
 
Analizando argumentaciones
Analizando argumentacionesAnalizando argumentaciones
Analizando argumentaciones
 
El banquete – diálogos de platón
El banquete – diálogos de platónEl banquete – diálogos de platón
El banquete – diálogos de platón
 
El banquete
El banqueteEl banquete
El banquete
 
Socrates y los Sofistas
Socrates y los SofistasSocrates y los Sofistas
Socrates y los Sofistas
 
Socrates
SocratesSocrates
Socrates
 
Tema 1º Filosofía Griega Platón
Tema 1º Filosofía Griega PlatónTema 1º Filosofía Griega Platón
Tema 1º Filosofía Griega Platón
 

Similar a Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr

IVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdf
IVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdfIVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdf
IVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdfJuan Lore
 
Definiciones sofistica y platonismo
Definiciones sofistica y platonismoDefiniciones sofistica y platonismo
Definiciones sofistica y platonismoGONNIC
 
01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...
01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...
01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...orsonrene
 
Periodo antropológicoy sistemático sesión 3
Periodo antropológicoy sistemático sesión 3Periodo antropológicoy sistemático sesión 3
Periodo antropológicoy sistemático sesión 3Carmen Grados
 
Platon la republica
Platon   la republicaPlaton   la republica
Platon la republicaElena Tapias
 
Platón República
Platón RepúblicaPlatón República
Platón RepúblicaFilomatic
 
El por que de la historia
El por que de la  historiaEl por que de la  historia
El por que de la historiaBrayan Morales
 

Similar a Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr (20)

IVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdf
IVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdfIVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdf
IVºMEDIOS_FILOSOFÍA_-LIBRO-Apologia-Socrates-Editorial-Universitaria.pdf
 
Apologia-Socrates.pdf
Apologia-Socrates.pdfApologia-Socrates.pdf
Apologia-Socrates.pdf
 
La ética según protágoras
La ética según protágorasLa ética según protágoras
La ética según protágoras
 
Los dialogos platonicos
Los dialogos platonicosLos dialogos platonicos
Los dialogos platonicos
 
Gorgias
GorgiasGorgias
Gorgias
 
Definiciones sofistica y platonismo
Definiciones sofistica y platonismoDefiniciones sofistica y platonismo
Definiciones sofistica y platonismo
 
01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...
01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...
01. james g. colbert, jr., boston state college, el intelectualismo ético de ...
 
87602107
8760210787602107
87602107
 
La Historia en el Perú - Rubén Vargas Ugarte S. J..
La Historia en el Perú - Rubén Vargas Ugarte S. J..La Historia en el Perú - Rubén Vargas Ugarte S. J..
La Historia en el Perú - Rubén Vargas Ugarte S. J..
 
Periodo antropológicoy sistemático sesión 3
Periodo antropológicoy sistemático sesión 3Periodo antropológicoy sistemático sesión 3
Periodo antropológicoy sistemático sesión 3
 
La ley en platon
La ley en platonLa ley en platon
La ley en platon
 
Platon escritos porliticos
Platon   escritos porliticosPlaton   escritos porliticos
Platon escritos porliticos
 
Plat¢n la rep£blica
Plat¢n   la rep£blicaPlat¢n   la rep£blica
Plat¢n la rep£blica
 
La República
La RepúblicaLa República
La República
 
Platon la republica
Platon   la republicaPlaton   la republica
Platon la republica
 
República, la
República, laRepública, la
República, la
 
Platón República
Platón RepúblicaPlatón República
Platón República
 
Entrar en razón
Entrar en razónEntrar en razón
Entrar en razón
 
Socrates
SocratesSocrates
Socrates
 
El por que de la historia
El por que de la  historiaEl por que de la  historia
El por que de la historia
 

Más de Marcela Tornier

Eric hobsbawm naciones y nacionalismo desde 1780[1]
Eric hobsbawm   naciones y nacionalismo desde 1780[1]Eric hobsbawm   naciones y nacionalismo desde 1780[1]
Eric hobsbawm naciones y nacionalismo desde 1780[1]Marcela Tornier
 
Anderson benedict -comunidades_imaginadas
Anderson benedict -comunidades_imaginadasAnderson benedict -comunidades_imaginadas
Anderson benedict -comunidades_imaginadasMarcela Tornier
 
Introduccion a la linguistica coseriu
Introduccion a la linguistica coseriuIntroduccion a la linguistica coseriu
Introduccion a la linguistica coseriuMarcela Tornier
 
Calsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls las cosas del decir
Calsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls   las cosas del decirCalsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls   las cosas del decir
Calsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls las cosas del decirMarcela Tornier
 
Tzvetan todorov diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje
Tzvetan todorov   diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguajeTzvetan todorov   diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje
Tzvetan todorov diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguajeMarcela Tornier
 
119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas
119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas
119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimasMarcela Tornier
 
Sampieri metodologia-de-la-investigacion
Sampieri metodologia-de-la-investigacionSampieri metodologia-de-la-investigacion
Sampieri metodologia-de-la-investigacionMarcela Tornier
 
Estetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtin
Estetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtinEstetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtin
Estetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtinMarcela Tornier
 
Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1
Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1
Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1Marcela Tornier
 

Más de Marcela Tornier (14)

Gellner nacionalismos
Gellner  nacionalismosGellner  nacionalismos
Gellner nacionalismos
 
Eric hobsbawm naciones y nacionalismo desde 1780[1]
Eric hobsbawm   naciones y nacionalismo desde 1780[1]Eric hobsbawm   naciones y nacionalismo desde 1780[1]
Eric hobsbawm naciones y nacionalismo desde 1780[1]
 
Anderson benedict -comunidades_imaginadas
Anderson benedict -comunidades_imaginadasAnderson benedict -comunidades_imaginadas
Anderson benedict -comunidades_imaginadas
 
Introduccion a la linguistica coseriu
Introduccion a la linguistica coseriuIntroduccion a la linguistica coseriu
Introduccion a la linguistica coseriu
 
Eagleton
EagletonEagleton
Eagleton
 
Ricardo rojas lrn
Ricardo rojas lrnRicardo rojas lrn
Ricardo rojas lrn
 
Cratilo
CratiloCratilo
Cratilo
 
Calsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls las cosas del decir
Calsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls   las cosas del decirCalsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls   las cosas del decir
Calsamiglia blancafort helena et amparo tulson valls las cosas del decir
 
Tzvetan todorov diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje
Tzvetan todorov   diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguajeTzvetan todorov   diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje
Tzvetan todorov diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje
 
119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas
119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas
119881809 semiotica-y-ciencias-sociales-a-j-greimas
 
Sampieri metodologia-de-la-investigacion
Sampieri metodologia-de-la-investigacionSampieri metodologia-de-la-investigacion
Sampieri metodologia-de-la-investigacion
 
Estetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtin
Estetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtinEstetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtin
Estetica de-la-creacic3b3n-verbal bajtin
 
Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1
Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1
Bourdieu pierre-que-significa-hablar-scan1
 
Ensayo futbol
Ensayo futbolEnsayo futbol
Ensayo futbol
 

Último

Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Carlos Muñoz
 
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.amayarogel
 
Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamica
Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamicaFactores ecosistemas: interacciones, energia y dinamica
Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamicaFlor Idalia Espinoza Ortega
 
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.DaluiMonasterio
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxjosetrinidadchavez
 
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...JAVIER SOLIS NOYOLA
 
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSTEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSjlorentemartos
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIACarlos Campaña Montenegro
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxAna Fernandez
 
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.José Luis Palma
 
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleIntroducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleJonathanCovena1
 
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptxPPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptxOscarEduardoSanchezC
 
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdfManual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdfMaryRotonda1
 
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docxGLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docxAleParedes11
 
CALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDAD
CALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDADCALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDAD
CALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDADauxsoporte
 
codigos HTML para blogs y paginas web Karina
codigos HTML para blogs y paginas web Karinacodigos HTML para blogs y paginas web Karina
codigos HTML para blogs y paginas web Karinavergarakarina022
 
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxLINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxdanalikcruz2000
 

Último (20)

Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
 
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
 
Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamica
Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamicaFactores ecosistemas: interacciones, energia y dinamica
Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamica
 
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
 
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
 
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
 
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSTEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docx
 
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
 
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleIntroducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
 
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptxPPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
 
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdfManual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
 
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docxGLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
 
CALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDAD
CALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDADCALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDAD
CALENDARIZACION DE MAYO / RESPONSABILIDAD
 
codigos HTML para blogs y paginas web Karina
codigos HTML para blogs y paginas web Karinacodigos HTML para blogs y paginas web Karina
codigos HTML para blogs y paginas web Karina
 
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxLINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
 
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDIUnidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
 
Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020
Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020
Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020
 

Platon dialogos-2-gorgias-menexeno-eutidemo-menon-cratilo-gredos-ocr

  • 1. BIBLIOTECA CLÁSICA GREDa S, 61 PLATÓN DIÁLOGOS 1I GORGl AS, MENI:XENO, ElITlD EMO, MENÓN, CRÁTILO TJ.AOUCOONES, INn.OOUCCIONlS y NOTAS PO, l· CALONGE RUIZ, E. ACOSTA Mí NDEZ, f. l. OllVIERI, J. L CALVO EDITORIAL GREDOS
  • 2. I Asesor para la sección griega: CA nos O All.cfA OUAL. Según las normas de la B. C. O., las traduccícnes de este volumen han sido revisadas por Jos é LUIs NAVARRO y CARLOS O ARei A O UAL. © EDITORIA l. GRt;UOS. S. A. Sánchez Pacheco, SI. Madrid. Espai'ia. P l llllEll A ~D ICIÓS. rnl YO de 19S3. l. " reimprni6n, enero de 1987. Las traducciones, inlrod ucciones y notas ha n sido llevadas a cabo pOI'": J. Calonge (Gor,itu), E. Acosla (MrlliulIo). F. J. 0 1ivieri (Eutidemo y Menón) y J. L. Calvo (Crátilo). Depósito Legal: M. 627·1987. ISBN 84-249·0887-2. Impreso en España. Printed in Spain. Gráfl (as Có ndor, S. A.• Sánchez Pacheco , 81, Mad rid , 1987. - 6ll30. GORG IAS
  • 3. I • INTRODUCCION El Gorgias es un diá logo considerablemente más lar- go que los que le preceden en la serie cronológica. Dentro de toda la obra platónica es el cuarto en extensión. Su es- tructura es distinta de la que presentan los diálogos an- teriores y también los poste riores, con la excepción del libro 1de la República, por el hecho de que no es un ínte r- locutor principal el que conve rsa con Sócrates desde el principio hasta el fin . En este diálogo intervienen sucesi- vamente Gorgias, Polo y CaJicles y, durante la interven- .ci ón de cada uno de ellos, los otros son personajes mu- dos, aunque continúan sin re tirarse escuchando a los de- más. La sucesión de interlocutores se fu nda en que quien toma la palabra admite que el anterior ha cometido un error. Si él no rect ifica el desarrollo de la conversación desde el punto en que se ha cometido el error, hay que acepta r una co nclusión contra ria a su pensamiento. Las contradicc iones en que caen sucesivamente Gorgia s y Polo son de tipo moral, a l aceptar opiniones admitidas por la mayor parte de la gente , La distinta personalidad de los interlocutores presta nuevos matices a la conversación. No s610 por esta estructura forma l es el Gorgias un diá- logo que llama la atención. Ha sido siem pre de stacado el hecho de que está escrito apasionadamente, En él pesa mu- cho más el vigor de las afirmacione s profundamente sen- tidas que el rigor lógico deseable. Las obras inmediatas
  • 4. 11 lO • DIÁLOGOS GORGIAS 11 i a la m uerte de Sócrates o que se relacionan con su proce- so y juicio, sin que oculten la in dignación , ofrecen opinio- nes más tranquilas y suaves, diríamos resignadas, ante el do lor por la inj usticia cometida con el maestro. Podría- mos deci r que en esas o bras te nemos clar amente ex pre- sa da la actitud entr istecida de l discípulo ante la m uerte de Sócrates. El a pasionamiento manifestado en el Gorg ías parece que procede de a iro motivo diferente del de la muerte de Sócrates o de cualquier otro hecho con ella relacionado '. Hay qu e bu scar una razón distinta. Proba- blem ente se tra ta de una crisis personal. A la edad de cua- renta años, a su regreso de Sicilia, Plat ón tiene acumula- da una expe rie ncia enorme. aunque poco agradable. Na- ció tres año s después de empezar la guerra del Pelopone- so. A la edad de cat orce años tuvo que recibir con estu- por la información, que llegaba, del desastre de la expe- dición a Sicllia y las sucesivas noticias desagradables so- bre el curso adverso de la gue rra. Tampoco son buenas las noticias en politica in terior, la revolución de los Cua- trocient os. e l regreso de Alcíbtades. etc. La ruina de Ate- nas en 404, el gob ierno de los Treinta, del que formaban pa rte sus parientes próximos Critias y C érmídes. el res- tablecimiento de la democracia manchada. para él. po r la injust a mue rt e de Sóc rates y, especialmente. la dura ex- periencia del viaje a Sicilia. empre nd ido con tantas espe- ra nzas, so n las secuencias s iempre agitadas que le han acampanado ha sta sus 40 años. No e ra posible en un a pó- lis griega a par tarse de la vida política en la medida en que le es po sible hacerlo a un ho mbre de nuestros días. El es- piritu re flexivo de Pla tón pudo ejerc itarse a mpliamente pen sando en el hecho m ismo de la organización política. Para su ment e, tenia valor, so bre todo, el establecim ien- I No me es posible hoy mantener la idea e:o;puest a en 1951 de que el esc rito contra Sócrates del retórico Poltc ra tes fuera la causa de l ca- rácter apasionado de este diálogo. to de una sociedad justa en la ciudad. El poder qu e esta última pudiera alcanzar no merecía estimación positiva, si ese poder no era justo. Esta es la causa central de la cris is perso na l de Plató n que se manifiesta en el Gorgias. Ya desd e la Antigüedad lleva este diál ogo el subtítulo de «Sobre la ret orica - qu e se deduce obviamente de la discusión con Gorgias. Si a l terminar esta conversación hubiera terminado el di álogo, éste no dife r iría de otros de la primera época ni en el de- sa rrollo ni tampoco en el ta maño. Pero esta primera pa r- te q ueda eng lobada en la tota lidad del diá logo qu e mano tiene un a unidad indudable. La discusión sobre si este di álogo trata realme nte so- bre retórica o sobre moral se mantiene aun en nuestros dias , pero ya procede de la Antigüe dad. Olimpiadaro es- cribe: «a lgunos dicen que su objeto es t ra tar sobre la re - tórica. ot ros que es un a conversación sobre lo justo y lo injust o- oParece que la unid ad de que queremos habla r no es la de una integración de dos elementos diferen tes que se potencian a medida qu e se tratan uno y otro suces ivamente l. La retórica, en la vida ateniense, e ra prácticamente la única vía de la actividad política. Nadie qu e no estuvie ra capacitado para hablar en público podía dedicarse a la po- lítica . Hasta pa ra act ua r ante los tribunales, co mo acusa- do o co mo acusador, era necesario dirigirse persona lmen- te a los juec es, aunque la defensa o la ac usación qu e se exponía hubiera sido escr ita po r profesio nales dedicados 1 v éase. en este sentido. la op inión d e E. R. n occs. P/a/o. Gorgia$, Dxford. 1959, pág. 3. El mismo DODD~, ibid. , pág. 1, que hace la cita en griego, no la utiliza pa ra deli mitar el objeto del Gorgil15, sino para de- mostrar que ya en la Antigü edad no se considera ba acertado afirma r que la cuestión trat ada en el Gorgia$ era la retórica. Guthrie considera que la deftnlc ién de OJim piodoro, qu e darno s en pág. 13, es . dirlcl lmcnle meju rable«.
  • 5. 12 DIÁLOGOS GO RGIA S 13 ! I I '1 a esta función. En una ciudad como Atenas, el conocimien- to y dominio de la re tórica no era simplem ente el adies- tramiento en un bello eje rcicio, sino una as piración muy viva y generalizada, y una neces idad para todos los que tuvieran el proyecto de ejercer la polí tica. El pueblo de- cidía, pero decidía lo que el orador más persuas ivo había propuesto. Un orador hábil era, en consecuenc ia, un polí - tico poderoso; 0, dic ho de otro modo. el único medio de llegar a ser un ciudadano influyente lo proporcionaba, casi con exclusividad, la retórica. No era difícil confundir ora- toria y política. En efecto, el término griego rhetor sirve lo mismo para indicar orador qu e político. No debe, pues, extrañarnos qu e Platón haya atacado conjuntamente a la retórica y a la política ateniense; con más precisión, que haya atacado a la po lítica a través de la retórica. De este instrument o de la acción política se trata en el Gorgias. Lo que deja fu era de com bate a Gorgias en la conversación es, precisamente, haber admitido que el ora- dor conoce lo justo y lo injusto. Porque no podemos olvi- dar en qué plano coloca Platón la actividad po lít ica. Para él, no se puede realizar más qu e dentro del ámbito de la mora l. Cuando Tucídides (11 100) nos ha bl a de Arquelao, dice qu e hizo por Macedoni a más qu e los ocho reyes que le precedie ron. El juicio pragmático de es te historiador no tiene en cuenta m ás que las realizaciones po líticas de Arquelao. Pa ra Tucidides, no cuenta nada la moral en la política. En cambio, el juicio que Platón hace de Arque- lao (repetidame nte, en 470d y ss., 479d y 525d) es la otra cara de la moneda. Para él, es el hombre más perverso y será, en el Hades, un tí pico ejem plo de las alm as incura- bles a causa de la magnitud monstruosa de los delito s co- metidos. La razón es qu e, para Platón, la política es una parte de la moral. Cabe decir aún m ás: es la única vía efec- tiva de ejerce r una moral social. No sólo social sino tam- bién individual, porque Platón piensa qu e la moral del in- dividuo está en relación co n la moral de la sociedad. Por las razones que se han ido exponiendo resulta bas- tante claro que en este di álogo no se tratan dos cuestio- nes, ni hay interrelación de una co n la otra. De principio a fin hay un so lo objeto perfectamente defin ido ya po r Olimpiodoro: «discutir sobre los principios morales qu e nos conducen al bien es tar político» . Podríamos pregun- tarnos por qué Plat ón no ha colocado a un político como interlocutor de Sócrates des de el com ienzo. Supongamos que ha querido dejar claro, en boca del más prestigioso maes tro, que la oratoria, el instrum ento por antonoma- sia de la act ividad política, es ajena al conocimiento de lo justo y lo injusto. Gorgias tiene que retirarse de la con- versación más bien po r e rror de concepto qu e por una to- ma de postura moral. Por el contra rio, Polo empieza afi r- mando qu e el hombre injus to es feliz, lo que explica que la discusión tome un to no más vivo. Pe ro las afi rmacio- nes de Polo no tienen otro alcance qu e el de la expresión de un estado de cosas evidente para un análisis superfi - cial. Muy distinta es la posición de Calicles, que pret ende sentar racionalmente la necesidad de la injusticia. Sólo los esclavos y los débiles - dice- pueden alabar la justi- cia, pero el hombre fuerte no puede po r me nos de se r in- justo. Más aún, sostiene la paradoja de que lo verdadera- mente justo para el fuerte es cometer injust icia. En cuant o a la fecha de composición, la opinión más admitida actualmente es la de que la obra fue escrita des- pu és del viaj e a Sicii¡a. Hay numerosos datos en el Gor- gias qu e incl inan a pensar en el efe cto todavía vivo del re- cie nte viaje. Como se obse rvará en la lectura del diá logo, hay frecuentes a lu siones a Italia y Sicilia y a desarrollos de ideas allí nacidas, de las que no es presumible que se tuviera adecuada información desde Atenas. Además, to- das esas a lusiones llevan la co nnotación de algo adqui ri- do di rectamente más que a través de otras personas lle- ga das a Atenas o de escri tos. Tanto Dodds como Guthrie,
  • 6. 14 DIÁLOGOS GORGI ....S 15 por cita r auto res recientes. admiten sin mayor discusión una fec ha inmedi atamente po ste rior al prime r viaje a Sicilia. • EI Gorgias es el diálogo más moderno de los diálogos de Pla t ón » J. Esta afirmación es fácil mente comproba ble por la propia lectura del diálogo. Los problemas en él n-a- tad os son los mi smos que preocup an al hom bre de hoy. Además, están expuestos con gran belleza literaria. La ten- sión emocional del a utor se transmite aún íntegramente al lector. Por otra parte, es un diá logo que se puede se. guir de principio a fin sin una pre pa ración filosófica pre- via. Las conclusiones precipitad as o las faltas de lógica que el lector puede encontrar, que requerirían mayor ex- plicación. no entor pecen la secuencia de las ideas y tie- nen el contrapeso literario de l a pasionamiento en la ex- posición. En es tos datos podemos resumir la ernodern i- dad.. del Gorgias. Las fec has lim ites dentro de las que puede s itua rse la acción de este di álogo son los a ños 427 y 405. En la prt- mera de ellas, Gorgias fue por primea vez a Atena s como jefe de la embaj ad a que envia ron los leontinos para pedi r ayuda contra Siracusa. En favor de es ta fecha habla tam- bién la referencia a la reciente muerte de Pericles (S03c), acaecida en el año 429. Otros datos, sin embargo, nos aparo ta n muc ho de esta po sibilidad. Se habla de Arquelao co- mo tirano de Macedonia (470d), situación que no alcanzó hasta el año 413. Hay una evidente alusión al proceso con- tra los gene rales vencedores en el combate na val de las Arginusas (473c), hecho que nos lleva hasta el año 406. Por tanto, la acción pudo tener lugar en una fecha indetermi- na da . entre los añ os 427 y 40S. Pe ro hay que te ner en cuenta que los diá logo s pla tó ni- cos no son el fiel relat o de conve rsaciones realmente man- tenidas por los personajes que en ellos intervienen. Se tra- l pocos. ¡bid .• pllS. 387. ta de ob ras literarias en las que no sólo los pensamlen- tos, sino también los escenarios y las fec has son produc- to de la imaginación del autor. Si Platón hace interveni r junto s a personajes qu e quizá jamás se reun ieron en el mis- mo lugar, o s i se permite algún dislate cronológico que puede extraña r al gusto minucioso y detallist a de los mo- dernos, téngase en cuenta que sus contempo ráneos, más incl inados a lo a bstracto, no fijaban su a tención en estos puntos. Para ellos escribió sus ob ras; no debemos, por ta n- to, aplica r nuest ras ideas a lo que no fue escrito pa ra nosotros. La acci ón del diálogo se desa rrolla as!. A un luga r irn- preciso, que lo mismo pudiera ser un gimnas io o cualquier otro recinto, llega Sócrates acompa ñado de Querefon te, en el momento en que Gorgi as ha te rmina do una de esas disertaciones a que tan aficiona dos eran los sofi st as. Da princi pio el diálogo con un a breve conversación entre Que- refonte y Polo sobre el a rte de Gorgias. A partir de 449a, Sócrates mantiene la conve rs ación a lo la rgo de todo el diál ogo, primero con Go rgias, luego con Polo, posterior- men te con Calicles y, por último, cua ndo és te a bandona la discu sión, continúa soto hasta el fin. Manifiest a Sócrates que, pu esto que Gorgias es orador y maestro de ret órica, debe estar en condiciones de deci r cuál es el objeto del arte que profesa (449d). En op inión de Gorgias, la retórica es el a rte que tra ta de los discur- sos. Pero tam bién otras muchas a rtes e-objet a Sócra tes- versan sobre d iscursos; la medicina. por ejemplo, so bre los que se refieren a la curación de los enfermos. Gorgias añade qu e en las demás a rtes intervienen operaciones ma- nuales. Pero esto no sucede -dice Sócrates- con la arito menea y la geometría, a las que , ev idente mente, Gorgias no desearía llama r re tórica. En vista de la objeción, afir- ma éste que los discursos de los que se ocupa su a rte se refieren al mayor bien para el hombre, es to es . prod ucir la persuasión por medio de la pa labra. Y ¿sobre qué pe ro
  • 7. 16 DIÁL OGOS GORGIA S 17 suade la retórica ? Segú n Go rg ías. sobre lo justo y lo in- justo ante los tribunales y las asambleas. Pero, en este ca- so, hay que distinguir entre ciencia y creencia; puede ha- be r una creencia fa lsa y otra verdadera. pero no sucede lo mismo con la ciencia. ¿ De qué persuasión es a rtífice la retórica, de la que da lugar a la creencia o a la ciencia? Es evi dente -dice Gorgias- que sólo de la que prod uce la c reencia (454e), pero su poder e s maravilloso. Son los oradores, no los expertos en la guer ra, los que aconsejan en las asambleas cua ndo se trata de elegir generales, y lo mismo sucede respecto a otros técnicos. Más aún, el ora- dor persuade a un enfe rmo con más facilidad que el pro- pio médi co y. ante la multitud. hace prevalecer su opinión sobre la de cualquier otra persona. Ahora bien, si un ora- dar hace uso injusto del gran poder que le proporciona su arte, no se debe culpar de ello a la retórica ni a los maes- tro s que la enseñan. Gorgia s trata de poner fin a la d iscusión con un fú til pretexto, pero ante e l deseo de los oyentes se ve forzado a proseguir (458d). Asl pues, al re anudarse el diálogo, Só- crates insiste sobre algunas afirmaciones hechas por Gor- gias. Ante la multitud el orador es más persuasivo q ue el médico y, por lo tant o, el que no sabe, más que el que sa- be; también respecto a las demás a rte s, aun sin conocer- las, puede a pa recer más sabio que los que rea lmente sa- ben. ¿Y respecto a lo justo y lo injusto ? ¿ Es suficiente q ue pase por tener estos conocimientos, o es preciso que los ten ga realmente ? (459d). Gorgias a dm ite lo segundo. Só- erates concluye que quien conoce lo justo es justo y q ue el justo jamás puede obrar injustamente. Por tanto, ~có­ mo es posib le decir que no se debe acusar a la retó rica, s i un orado r obra injustament e ? En este momento empieza la in tervención de Polo (46 1-481). En su opinión, el error de Gorgia s ha consisti· do en decir que e l o ra dor debe conocer lo justo. Manifies- ta Sócrates que, a su entender, la retó rica no e s más que una práctica y una r utina, del m ismo modo que el ar te cu- lin aria; un a y otra son formas de la ad ulación que trata n de sustituir a l conocimiento razonado de las verdaderas a r tes. Se produce un a sutil d iscusión sobre si el que hace lo que quiere es poderoso, suponiendo que el poder es un bien para quien lo posee . A contin uación nos encontramos con uno de los te mas más importantes del diá logo: el mayor mal es cometer in- justicia (469b). Es ta afirmación resulta inadmisible para Polo, y a fin de probar su fa lsedad, cita el caso de Arque. lao, quien, a pesa r de sus numerosos e infames crlmenes, es feliz. puesto que reina en Macedonia. Pero -alega Sócrates- la discusión exi ge pruebas, no testigos; pues el ún ico testigo válido es el interloc uto r. El injusto jamás puede ser fe liz, pues si j-ecibe castigo será muy desgra- ciado, y si no lo r ecibe lo será aún m ás (472e). Cometer injusticia es más feo que sufrirla y, por tanto, más perju- d icial. Puesto que la injusticia afecta a l a lma, es el mayor de los ma les y, en consecuencia, sera un bien librarse de ell a por medio del castigo, mientras que no sufrir éste es perman ec er en la mayo r desgracia (479a). Si lo mejo r pa- ra el injusto es pagar su pena, ¿cuál es la utilidad de la retórica ? En todo cas opodrta se rvir para acus a rnos a nosotros m ismos y, así , qued a r cuanto antes libres de la injusticia. Las conclusiones anteriores han sacado de quicio a Ca- licles , fiero defe nsor del derecho de l m ás fuerte. Asom- brado por las insó lit as afirmaciones q ue acaba de oír, só- lo puede suponer que Sócrates ha hablado en bro ma. En su intervención (481·523), Calicles expone su famosa te o- ría, procl amada también "por otros sofis tas y que tanta re- sona nci a ha tenido en e l pensamiento moderno. Segun él, hay que d istinguir entre naturaleza y ley; por naturaleza es más feo sufrir inj usticia; por ley, en cambio, cometer- la. Las leyes están establecidas por los débiles a fin de con- tener y atem ori zar a los fue rtes; por tanto, éstos deben 61. _ 2
  • 8. 18 DIÁLOGOS GORGIAS 19 1 : despreci arlas Y pisotearlas. En su op inión. Sócr~tes ~o. dría compre nde rlo fácilmente, si abandonara la h lo.soha. que, si bien es admisib le para la juvent~~, resulta mclu- so nociva pa ra un hombre maduro. ValJendose de pasa- jes de los poetas, que le sirven al .m.ism~ tiem~ pa ra ha- ce r gala de e rudición, zahie re y rjdicuhza a Sócrat es con el pre tex to de aconsejarle (486d). . ' Al examinar lo ex pue sto por su ínterlocu to r, S ócra tes cree necesa rio aclara r el sentido que da Calides al con- ce pto de e más fue rte-oResponde que el hombre más Fuer- le es el ca paz de alimentar las mayores y más nume~osa.s pa siones (49 Ie). Dos bellas al~~orías. de.p~edencla pi- tagórica, esta blecen una 50lUCI0 0 de eontlfiUldad en la su- cesión de preguntas y respuestas, pero no convencen a Ca- Iieles de que la vid a moderada es mejor que la disoluta . Asl pues, an te la persistencia de su interlocutor. Sócra- tes entabla una discusión encaminada a demostrar que el placer y el bien no son la misma cosa, hasta llegar a la conclus ión de qu e unos placeres son buenos y otros ma- los (499b). En opinión de Sócrates, la cuestión que s~ debate es de máx ima importancia; se tra ta de saber de que modo hay que vivir. ' Se debe elegir la politica, como aconseja Cali- eles o la f¡losoCia? Puede haber un a ora toria política que tienda al bien de I~s ciudadanos; pero, según Sócrates, no ha exist ido en Arenas más que la que trata de adula rlos (S03b).. In tentaban los fa mosos políticos que no mbra Ca-, ? , Iieles mejorar a los gobernados po r ellos . Esta cuestl.on conduce a dete rmina r previamente en qué consiste el bien del alma. Para Sócrates, en el orden, la moderación y la justicia; el castigo y la reprensión s~n, sin du? a. mejores que el desenfreno qu e Calicl es habla defen~ld~. Al llegar aqul, Calicles, que ya antes habla mten.t~do aba ndonar la disc usión, se niega a continuarla. A petición de Gorgias, que exp resa el de seo de los demás oyentes, Só- cra tes establece las conclus iones qu e se deducen de la con- versact ón: el hombre moderado es justo, y el jus to, feliz; por ta nto, hay que huir del desenfreno y practica r la jus- ticia. Un hombre jus to pu ede sufr ir infinitos daño s y ul- trajes, pero es mayor el perjuicio para quien se los ca usa (508e). Ouizá el justo no pueda defenderse a nte la ínjus tl- ele. pe.ro el injusto no pu ede libra rse de ella más que por el castigo de sus culpas. Los medios que colocan a un hom- bre en sit uación de no padecer injust icia le conducen, sin embargo, casi fatalmente a cometerl a, y es to, según ha queda do demostrado, es el mayor de los males (51Ia). Cua nto más la rga sea la vida del injusto, mayor es su des. gracia; en consecue ncia , no se debe procura r conservar la vida a toda costa, sino vivir lo mejor posible. Sócrates censura a Tem ístocles, Cimón, Milciades y Pericles. Aun. que fueron buenos servidores del pu eblo, no buscaron si. no sacia rle en sus apetitos, y no se ocuparon de moderar y reprimir sus pasiones, única misión del buen ciudada. no (517c). Tan absurdo es que los políticos se quejen de ser tratados injustamente por sus gobernados, como que los sofistas, que aseguran enseñar la virtud , digan qu e sus discípulos ob ran injustamente con ellos (5 19c). La verde- de re pol ítica, según Sócrates, es la que el ejercita; pero como no trata de ag rada r, sino de procura r e! mayor bien a los ci udadanos, le sería mu y difícil defenderse s i su vi. da corrie ra peligro. Pero la m uerte se pu ede sopo rta r fá- cilmente, cuando no se ha dicho ni hecho nada injusto con- 1ra los dioses ni cont ra los hom bres. Termina el diálogo con el bellísimo mito sobre el jui- cio de los mue rtos y el destino final de las almas '. Sin que el relat o pierda unidad, se intercalan en él ideas que sirven pa ra el evar a un plano ético sublime las conclusio- Bes conseguidas. Así, la opinión corriente, aplicada aquí a la vida ultrat errena, sobre los efec tos del castigo. Sólo • Comparar este milo con los de otros diálogos de Platón (Fed. I07c y SS., Rep. 614b y ss.). el. c. GA~cfA GUAL, MilOS, vi IJies, héroes. Madrid. 1'1111, págs. 45-61.
  • 9. , 20 DIÁLOGOS GORGIAS 2 1 es provechoso para los que han cometido delitos repara- bles: sirven en ca mbio. únicame nte de ejemplo para los demás hom bres los terribles sufrimientos de aque llos cu- yos delitos son irrepa rab les; entre estos últimos estará, sin duda. Arquelac, a quien sus injusticias habrían hecho feliz. según Polo. Si bien es cierto que Sócrates seria in- capa z de defenderse de una acusación ante un tribunal. ¿que ha rá Calicles an te el juez que ha de decidir su de stt- no después de la muerte? la conclus ión final es que el me- jor géne ro de vida consiste en vivir y morir practicando la just icia y todas las demás virtudes. NOTA SOBRE EL TE XTO Ante la evidencia de qu e el texto de J. BURNET, PlalOnis Opera, yo L lll, Oxfurd , 1903 (reimpresión 1963) es más aseq uible al lector qu e la rneguí- hce edición de E. R. üooos. Plato. Gurgias, Oxford, 1959 , hemos seguidO el texto de Burnet deja ndo constancia de las 1Iariantes má s destacada s qu e no coinciden siempre con las propuestas por Dodds . Sólo figuran 185 que, de algún modo, implican una d istinta interprelación de text o que puede influir en la traducción . lineas 476e 482b 482 d 488 . 488 e "9, ""493 b 494 , 491. 503d 505e 506 d 508b 514a 519 c u clura d~ Bumet Tl llvu Tl a va PlLOOTó v TE li:OITaye).a v M IloIC; ~).Ttooc; 1WM 4>OO1V . O ~T a ..0 1 Gc; y E ele fv , TO ll 4pOÓ1lTo I Il'llpoo8Ev. 15 TI I X(,lV ).r¡pdc;] {vo Tí XVr¡ Tle; etr¡ TOloOTOV 6:v6 p<x TOÓT(,lV nvó: [YEYOvt 1l0 ¡] 00 11: [ X(,l l y (,ly e 'lti:ic, e Iwco , KA/ , A H ' lCxv . .. d1lo ~ W TColc, . d ll lvTOl 1l011'l<T°la v 01> T~ Etli:ñ l!t d A).l oTO ] 01 6:9).10 1. 1'1 4>i:iIJCV OÜT~ .:n' oÓT~e; T~e; Varia"t~s preferidas Tt ll VEl n e; dvaPl'-oo'IEi v TI; I(anyt ).o ).all:ou; ~T {OOI; 1'100 two l1l 15:'1'101 . ..al '::>v YE E(O(V. (otlvd C;) T~ lIAEpoUV l ¡.tllpoogev . KAA. TI l xwv ).'1- pEic;.; zn. ~ I va TtXVT] TIC; . o tu TOIOÜTOV é v- 6 po tOÓT(,lV TlVo: Yl:yo vt · VOlI ; KAfI . Oúli: EX(,l [ YWYI: 1l(;ic;. Efo!lt:<l . I C . •A),).' !et v.. elvcn. oór rcol f!t n o 1l0 l~O<:.)· eH oó x OÜTc..x; d li:fJ Kd AAlOTCl: 0 1 á 9A l01 (49AlOl). i'¡ 9&¡.tEV OÓTo:.>c, U1l' OUTí1e; T® TT]C; "~C; U"~as Edición de Bur m!/ 456e de).).' ooTOI 452 d TOÜ IDJ,.(,lV 454d ápo: «ú 456• . Tl e; 1Io"tE t¡ I I 457e 1;111 6u~.0 (00 "9' 'lIpac; ).6)'00 461 . ÓTI ov "'. 6}...).0c; f¡ ..., TOOTO Ooo¡JoIOTl1l,i 469 c 471 e T~ A6y~ t'll().O:~ü TOÜ n ecs t........oc Variantes preferidas tiu.: oú Tl TOO T¡;'V 6:k ).(,lV ápo: ó n oú fin e; 'lCod. t¡ hf l 6 1....a(liI ..¡>be; M yov Ó'l l lla).lv o ;:; exx' f¡ Too r o 6l¡Io1toH....i llp~e; (o tfu o ...."v·ll a ).).O'V 6t ~6e . ó n ó' ....ol-'ll(,lH Kll 'ltpOc; y~1I tIOTl o li:~v . TooTO oo4' lo r l1l:il [ r~ ).6y~1 t ,n).,*,ü [rov ] ntpot....KOO NOTA SOBRE LA TRADUCCiÓN Difere ntes.rnouvos han influ ido para que la traducc jón que aqui pre- sen to no sea Idtnllca a la que publiqu t en el año 1951. Es una alegría liada desdeñab le la de volver sobre un tra bajo realizado hace mas de trem- la añ~'.En ~ri mer lugar, he revisado el tex to griego que pu bliq u éen aqu e- lIa .edlClón junto co n l. trad ucción . Este trabajo realizado CO II tiempo y t¡ulUi con mayo r gust o po r los tema s te ~ t ua lesq o e entonces. ha sido ta l v~z más labo rioso y ag radable que efec tivo a la hora de produ cir varia- cienes en la traducción. 5011 ot ras las razon es q ue me han movido a re- dac tarla de nuevo . Tre int a años SO/l qu izá de masiados para que un texto eseril.o, 50brel odo de una traducción, 110 mue. tre aspectos poco acl ua· les. SI el propio au tor encue ntra en ese texto vocablos, expresiones e, in·
  • 10. 22 DIÁLOGO S duw. relaciono:ssinU,clicas que no son ya In hab ituales en él, el lec tor de hoy con una dinámica p"'n¡onal de la lengua mb ágil y lógicamente meno~'tradiciona l, podria recibir la impresión de que no se le ofrece el Uso de la lengua que él esp era hallar en un lib ro recilm publica do. Como tampoco es fácil establecer los grados en los que pa rec e conveniente In- rer vemr y qué otros pueden mantener Su anrerjor redacción, ht llnado ;lo cabo una rev isión tolal. Esta revisión 00 ha imped ido. sin I;mbargo que quede n ina lte rados muc hos trozos de la versión anl..rior. He bu scado sólo que és ta de 1983 esté ce rca de lo que considero d uso normal del caste- llano escrno de hoy. BIBLl OGRAf iA La bibliografía ,I,Obre el Gorgías es muy am plia para poderla cít..r aquí. Referencias bibliográficas abundantes has ta entonces se hallan en mi edi- ción an terio r: Pl"tón. WTt:ÚU, trad. de J uuo CUO!'<CE,Mad rid , 1951. La edicjón citada de Dooos rPlato. Go'l'ias, OxIord, 1959). págs. 392 si¡s., otre. ce rko mal erial, sobre lod o en lo releTenle allrxlo y l.-ad uo;:ciones. La Intruduo;:ción y las no tas de dicha ob ra present an un copiuso y, diríamos, ex hau Uivo arsena l de citas, ensayos. est udios y todo répo de referencia s so bre nle diálogo. Vn con ocimiento detallado de todo Jo relerenle al Wr. t:i"s no es pos ible sin el al/ ..ilio impresci nd ible del libro de OOOds. Un exce lente es tud io con abund ante bibliugrafía en las notas es el de W . K. C. G UTHRIE, A History o/ (jreek I'hilosopny, ~o l. IV: PI"lo. The "'"'' <lnd his DlIl lot:ues. E"Tlier PeriodoCamb rid ge. I97S, pá gs. 284-312. Aunq ue la bibliografia inc1u ida en las ob ras o;:itad¡u es a bunda nllsima, puede ram- bien consu ltarse: T F.kENC E IR ~lN, Ptato, Corgías, Oxford, 1979, pá gs. 251·59. Es la tradu cción más reciente al inglés, al·onsejable por su fidelidad al rex¡o gr iego; sus notas uenen int ención hlosófica, no lilológk a. GORGIAS CAlICLES, SÓC RATES, QUERE fONTE, GORGIAS, PO LO I C AUCLES . - Asl dicen qu e conviene llegar a la guerra 447a y al combate ', Sócrates. , Calic1es no s es conoc ido sólo a través de este d ialogo. Ni Platón lo nombra en o tro dialogo ni tampoco lo ene ningún otro ilutor, Se ha supuesto que se ria un pe rsonaje imaginado po r Platón. Tan bien trazado esU el tipo humano, qu e pa rece d ificil pensar que no se lrale de un a pe r- sona real. Se le asigna un dt Tl1o, lo que no sería necesa rio: se citan am i. gos SU)'OS bien ca racterizados. Desprec ia a los sofistas (S21R1) y aparece con vocación IOla lmente polltica, Es muy digna ue len.,r en cue nta la opi_ nión de E. R. Donos (PIUlo. Gorgias. Oxfcrd, 1959, p ág. 13) de que pue de tratarse de un jo~en ~aJioso cuyas as piraciones y, Quizá, la ~ida se mal o- gra ron en los años próximos al fin de la gu erra de l Pelopon eso.L, Querefome, de l deTl10 de Esfeto, era amigo y adm irado r de Sócrates. a l qu e aco mpañ aba con frecue ncia. Perte necta a los demócratas y se exilió du rante el gob ierno de los Treinta . Htzo la pregun ta al oráculo de Delfos de s; ha bla alguien más ¡abio Que SócralC'$ (Apol 21 al. En las Nuks, Aris- tófanes conjunta su nombre con el de Sócrates en el . PensalO r io. , Mu. rió an les del proceso de Sócra tes. - Gargias de Leonnnos. Aunque la tra- dición lo incluye entre los sofis tas, no debla de ser ésa la opinión de Pla. Ión , que lo cons ide ra maestro. si bien d is tingu ido, de retór ica y orador. S! entonces Se lo hubiera considerado sofis ta no serian ex plicables las frases de CalicJes en 520a. AlcanZó gran lon gevidad, pues debia de ser un os diez anos mayor qu e Sócrates y mu rió bas tantes ar'IOS des pu~s que él. Es un personaje mu y interesante en muo;:ho s otros aspectos, pero, so. bre lod o lo es po r la influencia de ~u est tlo en la re tórjca y en la prosa a rt ística . Su di Ripu lo más caracterizado fue Iséc rates. Su primera es. tancia en Alen as fue en el an o 427. Pr oba blemente mu rió en Tesalia. _ Pulu de Acragante es disd pu lo de Gorgias. Se le conoce sólo po r el Cor. gias y po r un pas aje del Fedro (267<:), En 462b. Sócrates dice haber leido un libro suyo sobre retóric a . 1 Fr ase con que se recibla al Que llegaba tarde a un eSjl<:cláculo in.
  • 11. 24 DIÁLOGOS CORCJAS 25 S ÓCRATE S. - ¿Quizá nos hemos retrasado y, como suele decirse, hemos llegado de spués de la fies ta? CAL. - Y por cierto después de una m agnífica fiesta, pues hace un momento Gorgias ha disertado J magistral- mente sobre muchas y bellas cuestiones. SÓc. - Aquí tienes, Calicles, al responsable de nu es- tro retraso, Qu erefonte, que nos ha obligado a detenernos en el ágora. b QUEREFONTE. - No impo r ta, Sóc ra tes, pues yo lo r eme- diaré; Gor gias es amigo mío y r epetirá su exposición ante nosotros, si te parece aho ra 0 , si quieres, en otra oca sión. CAL. - ¿Qué dices, Querefonte? ¿Desea Sócra tes oír a Gorgias ? QUER. - Precisamente para eso hemos ven ido. CAL. - Pues entonces venid a mi casa cuando queráis; Gorgias se aloja en ella y disertará ante vosot ros. SOco- Muy bien, Calicles; pero ¿estaria dispuesto Gor- e gias a dialoga r con nosotros? Porque yo deseo preguntar- le cuál es el poder de su arte y qué es lo que proclama y enseña. Que deje el resto de su exposición pa ra ot ra vez, como tú dices. CAL. - Lo mejor es preguntarle a él mismo, Sócrates, pues precisamente er a éste uno de los puntos de su expo- sición; nos invitaba ' ahora mismo a que cada uno de los que aquí estamos le preguntara lo qu e quisiera y asegu- raba que contestaría a todo. SOco- Dices bien, Querefonte, pregúntale. OUER. - ¿Qué debo preguntarle? tcresante e ag radable. corno lo es para ( ali des la exp os ició n hech a por Gorgias. J Con el verbo epideik nys/hui y el sustantivo epídeiksis, se expresan. fr ecuent emente, Jos a lardes de elocuencia y erudición de <j ue hacían ga- la los sofista s y que tanto atraían a la juventud ateniense. Véanse' Pro - lág. 310b Y ss., Hip. Muy. 282c . 4 Parece que fue Gor gias el que inició la costumbre, seguida por too Jos los sofistas. de ped ir a su auditerie que le prop usiera las más dife· rentes cues tiones. C ICE RÓN, De f'inib . 11 1. SOco- Oué es . d OUER. - ¿Qué quie res decir? S óc. - Por ejemplo, si hiciera calzado respondería, sin duda , que es lapatero; ¿no comprendes lo que digo? OUER. - Te comprendo y voy a interrogarle. Dime, Gor- gias, ¿cs verdad lo que dice Callcles. que te ofreces volun- ta riamente a contestar a lo que se te pregunte ? GORGIAS. - Es verdad, Que refonte; así lo he proclama- 448a do hace un momento y sostengo que du rante muchos años nadie me ha presentado una cuestión nueva para mí. OUER. - Entonces responde rás con fa cilida d, Gorg ias. GOR. - Puedes hacer una prueba de ello, Querefon te. POLO. - Por Zeus, Ouerefonte, si qu ieres haz la prue- ba conmigo. Me parece qu e Gorgias est á fat igado porque, hace poco, ha tratado sobre muchas cosas. OUER. - ¿Qué dices. Polo ? ¿Crees que tú contestas me- jor que Gorgias? POLo- ¿Qué impo rta, si respondo suficientemente a b tus preguntas? OUER. - No importa nada, pero, ya qu e es tu deseo, contesta. POLo- Pregunta. QUER. - És ta es mi pregunta. Si Gorgias fuera cono- cedor del mismo arte que su hermano Her ódico ¿qué nombre apropiado le daríamos ? ¿N o le daríamos el mis- mo que a aquél? POL. - Sin duda. OUER. - Así pues, nos expresaríamos con propiedad lla mándole médico. POL. - Si. QUER. - Y si fuera experto en el mismo arte en qu e lo es Aristofonte', hijo de Aglaofonte, o que el hermano de l Respecto a la forma de la pregunta, d . Pro/ág. 31l e. No debe con- fundi rse a este Heródico, hermano de Gorgías, con Heródico de Mégara o de Sclimbria, del qu e habla Platón en Pro/ág. 316e y Fedro 227d . 6 Aristofonte y Aglaofo nte fueren pintores fame sos. citados po r pJi. níc e l Viejo; el he rmano de Aristefonte fu e el célebre Polignoto.
  • 12. 26 DIÁLOGOS GO RG IAS 27 Ari stofonte, ¿qué nombre le daríamos para llamarle con propiedad? e POL. - Es evidente que pintor. QUER. - Pue s, en es te caso, ¿de qué a rte es conocedor y qué le llam aríamos para expresarnos rectamente? POL. - Existen ent re los ho mbres, Ou erefonte. mu- chas artes elaboradas hábilment e partien do de la ex- pe riencia 1, En efecto, la ex peri encia hace que n uestra vida av ance con arreglo a una norm a; en cambio, la inex- periencia la conduce al azar. De entre es tas artes unos ejer- cen unas y otro s otras de modo distinto, y los mejores practican las más elevadas. En tre es tos últimos se encuen- tra Gorgias , que culti va la más bella de las ar tes. d So c. - Parece, Gorgias, que Polo es tá bien preparado para pronunciar discursos, pero no cumple lo que prome- tió a Querefonte. CORo- ¿Qué dices exacta mente, Sócrat es? Soc. _ Me parece que no contesta plenamente a lo que se le pregu nta. CORo- Pues in terróga le tú, si quie res. Soc. _ No; me gustaría más preguntarte a ti, si es tás disp uesto a contestar. Pues, por lo que ha dicho, es para mí evidente que Polo se ha ejercitado más en la llamada retó rica que en dialogar. e POL. - ¿ Por qué, Sócrates? Sóc. _ Porque al preguntarte Quere fonte qué arte pro- fesa Gorgias, tú alabas este a rte como si alguien lo ataca- ra, pero no respon des cuál es . POL. - ¿Pues no he cont estado que era la más bella? Soc. _ Sin d uda; pero no se te preguntaba cómo es el arte de Gc rgias, sino cuál es y qué se deb e llamar a Gor- gias. Del mi smo modo que antes re spondiste con exacti- 7 Según los escolios, parec e ser que esta frase está tomada de una ob ra de Polo, quizá la qu e se cita en 462c; pe ro e>posible que Platón ha- ya imitado solamente su estilo ridiculizándo lo, La tradu cción no puede ~ecoger la asociac ión de elementos exp resivos de la frase. tud y brevedad a los ejemplos que te propuso Qu erefon- te, dime también ahora cuál es el arte de Gorgias y qué 449a nombre debem os dar a és te. Pero, mejor aún, Corgtas, dinos tú m ismo qué debemos llamarte, en razón de que eres hábil en qué arte. ........ GOR. - En la retó rica, Sócrates. So c. - Así pues, hay que llamarte orador. Goa. - Y buen ora dor, Só crates, si quieres llamarme lo que me ufano de ser», como decía Homero. SÓc. - Sí quiero. GOR. - Pues llámame a sí. Soc. - ¿Debe mos decir también que eres capaz de ha- b cer o radores Va otros? GOR. - Proclamo esto no sólo aquí, sino también en otras parte s. Sóc. - ¿Estarlas dispue sto, Gorgias, a continuar dia- logando como ahora lo es tamos haciendo, preguntando unas veces y resp ond iendo otras, ya dejar para ot r a oca- sión eso s largos di scursos de los q ue Polo ha em pezado a darnos una muestra ? No dejes de cumplir lo que pro- met es y dispónte a contestar con breved ad a las preguntas. GOR. - Ciertamente, Sóc rates , algunas contestaciones requieren mayor amplitud; no obstante, intentaré re spon- der con la máxima brevedad. Precisamente es ésta tam- e bién una de las cosas que afirmo: que nadie sería ca pa z de decir las m ismas cosas en meno s palabras que yo. SÚe. - Eso es lo que hace falta. Gorgias; hazme una demostración de esto m ismo, de la brevedad, y deja los largos d iscursos para ot ra vez. GOR. - Así lo haré y tendrás que decir que no has oído a nadie expresarse con mayor conc isión. Soc. - Veamos. Puesto que dices que conoces el a rt e de la retórica y que podrías hacer oradores a otros, dime d Véase Odisea I 180. En griego rMt{}r significa a 1" ve>. orador y maestro de retórica.
  • 13. 28 Di ÁLOGOS GORGIAS 29 de qué se ocupa la retórica. Por ejemplo. el a r te de tejer se ocupa de la fa bricación de los vestidos; ¿no es así? CORo- Sí. SOCo- ¿y la m úsica de la com pos ición de melodías ? CORo- Sí. SOC. - Por He ra !o , Corgtas. que me admiran tus res- puestas, pues contestas con increlble brevedad. CORo - Creo, en efec to. Sócra tes, que lo hago mu y acertada mente. SOCo- Tienes razón. Veamos; cont és tame ta mbién así res pecto a la retórica; ¿c uál es el ob jeto de su conoci- miento? - CORo - Los discursos. e Soc. - ¿Qué discursos, Go rgias ? ¿Acaso los qu e indi- ca n a los enfe rmos con qu é rég imen po drían sanar ? GOR. -No. - SOco- En tonces la retórica no se refiere a todos los discursos. CORo- Desde luego que no. __ SOCo- Pero, sin emb a rgo.icapaclta a los hombres pa· ra habla r. GOR. -Sí. _ Soc. - ¿Les capacita ta mbién pa ra pe nsar sobre las cuestiones de las que ha blan ? GOR. - Pu es ¿cómo no ? 45O.:l Soc. - ¿No es verdad que la medicina, qu e acabamos de nombrar, hace a los hombres capaces de pensar y ha- bla r sobre la curación de los enfermos ? GOR. - Necesariamente. Soc. - Luego ta mbién la medicina, según pa rece, se ocupa de los discursos. GOR. - Sí. Iv Parece que era una costumbre pe rsonal de Sóc rates jurar po r He- ril; aunque habitua l, esle jura mente era propio de mujeres. Es 1.. diosa hija de e ra no y esposa de z eus. Soc. - Por lo menos de los que se refieren a las enfermedades. G OR . - Exa cta mente. Soc. - ¿y la gimnasia no se ocupa ta mb ién de los dis- cursos que se refieren al buen o mal estado de los cuerpos? C ORo - Desde luego. Scc. - Y, po r cierto, también las demás artes, Gorgias, están en la mism a situación; cada una de ella s se ocupa b de los disc ursos que se refieren a s u obje to. G OR. - Eso pa rece. Soc. - ¿Por qué, entonces, no lla mas retóricas a las demás artes, ya que también se refieren a discursos, si lla- mas retó ric a a la que se ocupa de los discurs os? GOR. - Porque se podría decir que todo el conocimien- _ to de las demás ar tes se refiere a ope raciones manuales y a otras ocupaciones de es ta clase; pe ro ninguna de es- tas ob ras manuales es propia de la retórica, sino que en ella toda la activida d y eficacia se producen por medio de la palabra. Por est a causa yo estimo que el arte de la retó- e rica se refiere a los discursos. y tengo razón, según afirmo . Soc. - No sé si entiendo bien qué cualidad quieres atribuirle. Pron to vaya sa berlo con más clarida d. Cantes- tame: existen a rtes, ¿no es verdad? GOR. - Si. Soc. - Entre todas las artes, según mi opinión, ha y unas en las que la act ividad man ual constituye la pa rt e principal y neces itan poco de la palabra, algunas de ellas no la necesitan en absoluto. sino que podrtan llevar a ca- bo su fu nción en silenc io, como la pintura, la escultura y otras muchas. Me parece que dices qu e es con estas con d las que no tiene relación la retórica. ¿ No es asl? GOR. - Sí. Sócrates; lo compre ndes muy bien. SOC. - Existe n ot ras que ejercen toda su función por medio de la palabra y, por así decirlo. prescinden de la acción total o casi totalmente; po r ejemplo, la a r-itm ética, el cálculo, la geome tría, las com binaciones en los juegos
  • 14. 30 DlALOGOS GO RGIA S 31 I I de azar y otras muchas artes, en algunas de las cuales la palabra y la acción son ca si iguales; pero en la mayoría es la pa labra la que predomina e, incluso, solamente por e medio de ella se lleva a cabo su realización y eficacia. Me parece que dices que una de éstas es la retórica. GOR. - Así es. Soc. - Sin embargo, no cre o que quieras dar a ningu- na de ellas el nombre de retórica, si bien literalmente has dicho qu e la retórica es la que alcanza su eficacia por me- dio de la palabra, y se podría argüir, si se quisiera sutili- zar, «¿Luego dices que la aritmética es retórica, Gc rgias?» Pero yo no creo que tú llames retórica ni a la:aritmética ni a la geometría. 451a GOR. - Crees bien, Sócrates, y comprendes exactamen- te mi pen samiento. Sóc. - Ea, completa ahora tu r espuesta a mi Pre- gunta 11. Puesto que la retórica es una de las a rtes que se sirven preferentemente de la palabra pero hay también otras en estas condiciones, procura decir sobre qué obje- to ejerce su eficacia la retórica por medio del lenguaje. Por ejemplo, si sobre alguna de las artes de que ahora ha- blaba, alguien me preguntara: "Sócrates , ¿qué es la arit- b m étíca?». le conte staría, como tú ahora, que es una de las artes que produce su eficacia por medio de la palabra. Si. continuando la pregunta, me dijera: «¿Sobre qué objeto?», le contestaría que sobre Jo par y lo impar y la cantidad de cada uno. Si nuevamente me preguntara: «¿Qué es el cálculo?», le díría que también es una de las artes que tie- ne n toda su eficacia en la palabra, y si insistiera: «Sobre qué objeto?", le respondería, como los que redactan las propuestas en la a samblea, que en cuanto a lo demás es e igual 1I la aritmética que el cálculo, se refieren a lo mis- It Véase 449d . 1I Cuando en la asamhlell Se proced la a la lectura de una proposi_ ción de ley o de un dec reto. se citaba primero el nombre de su autor, la filiación y el dento al que pertenecía. Si después se daba lectura a otra mo. a lo par y a lo impar; se dif erencian solamente en que el cálculo examina las relaciones de cantidad de Jo par y lo impar respect o a sí mismos y a unos con otros. Y si se me interrogara por la astronomía y, al decir yo que tam- bién ésta eje r ce toda su eficacia por medio de la palabra, se me preguntara:«¿Sobre qué obj eto se aplica el leng ua- je de la astronomía , Sócrates ?", diría que sobre el curso de los astros, del sol y de la luna y sobre la r elación de velocidades de unos con otros. GOR. - Tu contestación sería acertada. Sócrates. SOco- Púes dala tú también, Gorgias. La retórica es d un a de las a rtes que re alizan toda su obra y son eficaces por medio de la palabra; ¿es cierto ? GOR. - Así es. SOC o- Di sobre qué objeto; ¿c uál es, entre todas la s cosas, aquella de la que tratan es tos discursos de que se sirve la ret órica ? - GOR. - Los más importantes y excelente s de los asun- tos humanos. SOc o- Pero, Gorgias, también esa respuesta es discu- tible y ca rece aún de precisión. Supongo que habrá s oído e cantar en los banquetes ese escolio 13 en el que, al enume- rar los bienes humanos, se dice qu e lo mejor es tener sa- lud; lo segundo, ser hernioso, y lo tercero, como dice el poeta del es colio, adquirir riquezas sin fraude. CORo - Sí, lo he oí do; pero ¿ por qué lo citas ahora? Soc. - Porque si, por eje mplo, estuv ieran delante de 452a ti los que profesan las artes que al abó el autor del esco- lio: el médico, el m aestro de gimna sia y el banquero, y, en primer lu gar, dijera el mé dico: «Sócrates, Corgias te engaña; no es su arte el que procura el mayor bien a los ho mbres, sino el mío ", y yo le pregu ntara : «¿Qué eres tu, proposi ción de la misma persona, para evita r la repe tición oe decía sim- p leme nte : .10 demás conforme a esto mismo» (Iá nten áiía ka/á lá l/u /á). l3 El escolio era una canción, genera lmente de as unto moral. que se can taba alfinal de los ban qu etes,
  • 15. 32 DIÁL OGOS GORGiAS 33 para expresarte así», contestaría probablemente que mé- dico. «¿Qué dices? ¿El producto de tu arte es el mayor bien?» «¿Cómo no, S ócrates Z, diría quizá. ¿Hay algún bie n b mayor pa ra el hombre que la sa lud?» Si despué s de éste, el maestro de gimnasia dijera: «También a mí me eausa- ria sorpresa, Sócrates, que Gorgias pudiera demostrarte que su arte produce un bien mayor que el mío» ; igualmen- te preguntaría yo a éste: «¿Qué eres, amigo, y qué obra realizas?» «Maestro de gimnasia, diría, y mi obra consis- te en dar a los cuerpos fuerza y belleza.» Después del maes- tro de gimnasia, el banquero, con gran de sprecio para to- e dos los demás. según yo creo, diría: «Examina, Sócrates, si encuent ras en Gorgias o en cualquier ot ro un bien ma- yorque la rlqueaa.» Le diríamos: «Es que tú eres el artífi- ce de la r iqueza ?» Contestaría afirmativamente.«¿Qué ercs ?» «Banquero.» «¿Crees que el mayor bien para los hom bres es la r-iqueza ?» «¿Cómo no?», respondería. Nos- otros le diríamos: «Pues aquí tienes a Gorgias que afir- ma, contra lo que tú dices, que su arte es causa de un bien mayor que el tuyo.» Es evidente que después de tal afir- d mación él preguntaría: «¿Qué bien es ése? Que conteste Gc rgias ». Pu es bien, Gorgias, piensa que ellos y yo te ha - cemos esta pregunta y con t éstanos: ¿Cuál es ese bien qu e, según dices, es el mayor para los hombres y del que tú eres artífice? ...- GOR. - El que, en realidad, Sócrates, es el mayor bien; y les procura la libertad y, a la vez pe rmite a cada uno dominar a los demás en su propia ciudad. Soc. - ¿Qué quieres decir? e GOR. _ Ser capaz de persuadir, po r medio de la pa la- bra, a los jueces en el tribuna l, a los cons ejeros en el Con- sej o, al pueblo en la Asamblea y en toda otra reunión en qu e se trate de asuntos públicos 14. En efecto, en virtud " Desp ués de much as vacilacion"s, Gorgia s define la retórica c()mo el arte de la pe rsu asión; pero en sus pa labras se manifiesta la tend"ncia de la pu ra ut ilidad para el orador y s" deja ver qu e una oratoria com- de este poder, serán tus esclavos el médico y el maestro de gimnasia, y en cuanto a ese ban qu ero, se verá que no ha adquirido la riqueza pa ra sí mismo, sino pa ra ot ro, pa- ra ti, que eres cap az de hablar y persuadir a la multi tud. SÓC. - Me parece, Gorgias, que ahora has expuesto ca- 453a si con exactitud lo que, según tú, es la retórica; y si te he entendido bien, dices que es artífice de la persuasión y que toda su activ idad y el coronamiento de su obra acaban en esto. ¿Puedes decir que su potencia se extiende a más qu e a producir la persuasión en el áni mo de los oyentes? GOR. - A nada más, Sócrates; me parece que la has de- finido suficientemente; és te es, en efecto, su objeto fu nda mental. Soc. - Escucha, pues, Gorgias. Es preciso, sin duda, que se pas que si hay alguien que al dialogar quiera cono- b cer exactamente el ob jet o sobre el que se discute, yo es- toy pe rsuadido de que soy un o de ellos. Creo que tú tam- bién eres así. GOR. - ¿Po r qué lo dices, Sócrates? Soc. - Voy a explicar telo. Debo advertirte que yo no sé claramente cuál es, en realidad, la persuasión que, se- gún tú, produce la retórica, ni sobre qué objetos, aunque s?specho a qué persuasión te refieres y sobre qué. No obs- tante, vaya preguntarte qué clase de persua sión produ- ce, a tu juicio, la retórica y sobre qu é cosas. ¿Por qué, su- e poniéndolo, te interrogo en lugar de decirl o yo mismo? No es por ti, sino por nuestra conversación, para que avan- ce de modo que nos aclare todo lo posible el objeto sobre el qu e discutimos. Examin a si te parece jus to mi mo do de interrogar; por ejemplo: si te hubiera preguntado qué pintor es Zeuxis 15 y me hubieras conte stado qu e es pin- prendida de este modo eslá al ma rgen de la jus ticia. Por un há bil force- jeo dialectico, Sóc rat es le lleva a decir qu e la per suasión qu e produce la retór ica es. precisa mente, sobre lo ju sto y lo injusto. " zecxrs, ptmor que gozó de gran celebridad, citado por nu mero- sos testimonios. Su periodo de act ividad se coloca entre 435 y 390. M. -3
  • 16. 34 DIÁLOGOS GORG I¡ S 3S , ter de a nimales , ¿no tendría razón en volver a pregun· tar qu é clase de a nimales pin ta y de qu é modo? C ORo - Sin duda . d Soc. - ¿Acaso porque también hay otros pinto res que pintan otras mu chas especies de animales ? COk. - Sí. SÓc. - Pero si só lo z eux¡s los pinta ra. ¿no hu biera si- do perfecta tu contes tación? CORo - Evidentemente. Soc. - Pu es d i ta m bién, respecto a la retór ica , si tú crees que sólo ella produce la pe rsuasión o también la pro- du cen otras a rtes. Qu iero decir que si el que enseña c ual- quier cosa consigue convencer de lo que enseña o no. GOR. - Sí que convence, Sócrates, y más que nadie. Soc. - Volvamos de nuevo a las mismas artes de que aho ra ha blábamos l.; ¿no nos enseñan la aritmética y el maestro de ella todo lo que tiene rel ación con el nú mero ? GOR. - Desde luego. SOco- ¿No nos conve ncen también ? GOR. - SI. _ SOco- Así pues, tam bi én la a ru m ética es a rtífice de la persuasión. GOR. - Eso pa rece. Soc. - y si se nos pregunta de qué persuasión y so- bre qué objeto, respondere mos probablemente que de un a pe rsuasión didá ct ica respec to a los número s par e impar 454Q y a su cantidad. También podre mos demostrar que tod as las demás a rtes de que a hora hablá bamos son a rtífices de la persua sión e indi ca r de qu é persuasión y el objeto a que ésta se refie re; ¿no es así? GOR. - Si. .-- SOco- Entonces la retórica no es el único artífice de la persuasión. GOR. - Es cierto. " Véase 45111. Soc. - Puesto que no es la única que produce este efec- 1IJ, sino que también ot ras lo prod ucen, es ta ría just ifica- do, como en el caso del pintor, que al llegar a este punto sigui éra mos preguntando a nu estro interlocutor: _¿Qué pers uasión produce la retórica y sobre qué obje to?» ¿No b le parece justificada esta nu eva pregunta? GOR. - Sí me lo pa rece. SOco- Pues cont éstala, Gorgias, ya qu e también a ti le parece así. GOR. - Yo me refiero, Sóc rates, a la persuas ión que se produce en los trib unales y en otras asambleas, según decía hace un momento, sobre lo que es jus to e injusto. SOco- Ya suponía yo que era ésta y sobre esto la pe ro suaslón de que tú querías hablar, Gorgias; pe ro te he in- te rrogado a [in de que no te cause extrañeza aunque a con- tinuación te pregunte algo que pa rece evidente y. sin em- burgo, insist a yo sobre ello. Repito que lo hago as! no por e ti, sino pa ra que la discusión llegue a su termino ordena- da me nte y no nos acostumbremos a anticipa r, por meras conje turas. los pensamientos del otro, y, asi mismo-para que puedas desarrollar hasta el fin tu pensamiento como quieras. con arreglo a tus propias ideas. GOR. - Me pa rece m uy bien tu procedimiento, Sócrates. SOe. - Continuemos; va mos a examina r lo sig uiente: ¿ Existe algo a lo que tú llames sa ber? GOR. - SI. SOco- ¿ Y algo a lo qu e llames cr-eer? GaR. - Ta mb ién. Soc. -¿ Te parece qu e sabe r y creer son lo mi smo o d que son algo dist into el con ocimiento y la c reencia ? GOR. - Creo qu e son alg o distinto, Sócrates. soc.- AsI es; lo comprobarás por lo siguiente. Si te preguntaran: «¿Hay una creencia falsa y otra verd adera, Gorgias ?.., contesta rías afi rmativamente, creo yo. GOR. - Si.
  • 17. I 36 DIÁLOGOS GORGIAS 37 Sóc. - Pero ¿existe una ciencia fal sa y otra verdadera? CORo - En modo alguno. 56c. - Luego es ev idente que no son lo mism o. CORo - Es cierto. e SOCo- Sin em ba rgo, los que han adq uirido un cono- cimiento y los que tienen una c reencia están igualmente persuad idos. COk. - Así es. SOCo- Si te pa rece, es ta blezca mos. pues, dos clases de pe rsuasión: una que produce la creencia sin el sa ber: otra que origina la cíenc ta. GOR. - De ac uerdo. SOCo- ¿Cuál es, e ntonces, la persuasión a que da lu- gar la retórica en los tribun ales y en las otras asambleas respecto a lo justo y lo injusto? ¿Aquella de la que nace la creencia sin el sabe r o la que produce el saber? C ORo- Es evidente. Sócrates, que aquella de la que na- ce la creencia. 4550. Soc. - luego la retórica, según parece, es artífice de la persuasión qu e da lugar a la creencia. pero no a la en- señanza sobre lo justo y lo injusto. , GOR. - S i. Soc. - Luego tampoco el orador es instruct or de los tribunal es y de las demás asam bleas sobre lo justo y lo injusto. sino que ún icamente les pe rsuade. En efecto, no podrla instruir en poco tiempo a ta nta mult itud sobre c uestiones de tan gra n importancia. COR, - Cla ro que no. Soc. - Veamos, pues, lo que realmente esta mos dícíen- b do respecto a la retórica, porque ni yo mismo puedo ha- ce rme una idea cla ra de lo qu e digo. Cuando en la ciudad se celebra una asamblea para elegir médicos o construc- tores de na ves o cualquier otra clase de a rt esanos, ¿no es cierto qu e, en esa ocasión, el orado r no deberá dar su opi o nión ? Porqu e es evidente que en cada elección se debe pre- ferir al más hábil en su oficio, Tampoco dará su consejo cuando se t rat e de la cons tru cción de mu rallas o del es ta- blccimiento de puer tos o arsenales. porque entonces lo da- rón los arqui tec tos. Menos aún cuando se delibere sobre la elección de gene rales, sobre el orden de batalla contra los enemigos o sobre la captura de algú n puesto; en este e caso serán los expert os en la guerra los que darán su con- scjo, y no los oradores, ¿Qué dices a esto, Corgia s? Pues- 111 que afirmas que t ú. eres orador y ca paz de hacer ora- llores a otros, conviene con oce r de ti lo concern iente a tu une. Piensa qu e ahora yo me preocupo por tus intereses, pues quizá al gunos de los presentes desea ser tu disctpu- lo - supongo que incl uso son muchos- , pero tal vez no !>c atreven a interroga rte. Así pues, conside ra, al se r pre- guntadc por mi, que son también ellos los que te pregun- d tun: _¿Qué provecho obtendremos, Gorgtas. si seguimos tus lecciones? ¿Sobre qué asun tos seremos capaces de aconsejar a la ciudad? ¿Sólo sobre lo justo y lo inj us to o tnmbi én sobre lo que ahora decía Sócrates?« Así pues, pro- l ura darles una contes tación. GoJ!.. - Pues bien. vay a intentar. Sócrates, descubr-ir- h' con cla ridad toda la potencia de la retóri ca; tú mismo lile has indicado el camino perfectamente. Sa bes, según t reo , que est os arsenales, es tas murallas de Atenas y la e t oustruccíón de los puertos proceden, en parte, de los con- eejos de Temts tocles 17, en pa rte, de los de Per tcles. pero nu de los expe rtos en estas obras. soc. - Eso es, Gorgias, lo qu e se dice respecto a Te- uu stocles: en cua nto a Pericles, yo mi smo le he 01..10 cuan- du 1I0 S aconsejaba la construcción de la mu rall a inter- nrcd ¡a ". 11 Dt'$pul's de las Guerras Médicas los atenienses, por consejo de Te- lI11 slucle5, fort ifica ron su d udad y el puerto d..! Pirro, t ras lad ando 8 ".t,· lu, arsenales del Palero, el otro puerto de Atena s, .0 Dos murall as iban de la d udad has ta..! Pirco, otra tercera iba ..1 1,¡J" m , El mu ro de que aquí habla Platón se llamaba mu ro del Sur o In· nuor. pues que da ba entre el del Norte o Ex terio r y el que con duela ..1 hol.·w ,
  • 18. , r 38 DIÁLOGOS GORG1AS 39 456/ol GOR. - Y observarás. Sócrates, que, cuando se trata de elegir a las personas de que hablabas a hora. son los oradores los que dan su conse jo y hacen prevalecer su opio nión so bre estos asuntos. Soc . - Por la admiración que ello me produce. Gor- gias. hace tiempo que vengo preguntándote cuál es, en rea- Iidad, el pode r de la retóri ca. Al cons iderarlo así, me pa- rece de una grandeza maravillosa. CORo_ Si lo supieras tod o. Sócrates, verlas que , po r asl de cirlo, a braza y tiene bajo su dominio la potencia de b rod as las a r tes. Voy a da rt e una prue ba convincente. Me ha sucedido ya muchas veces que, acompaña ndo a mi her- mano y a ot ros médicos a casa de uno de esos enfermos qu e no qu ieren tomar la medicina o confia rse al médico para una operación o cauteri zación, cuando el médico no podía conven cerl e, yo lo conseguí sin otro auxilio qu e el de la retórica. Si un médico y un orador van a cualquier ciudad y se entabla un debate en la asamblea o en al guna ot ra reunión sobre cuál-de los do s ha de se r elegido como e médico, yo te aseguro que no se ha rá ningun caso del mé- d ico, y que , si él lo qu ie re, será elegido el orador. Del mis- mo modo, frente a otro artesano cualquiera, el orador con- seguid a qu e se le eligiera con preferencia a ot ro, pu es no hay mate ria sob re la qu e no pueda habla r a nte la multi- tud con más pe rsua sión que otro al guno, cualquiera que se a la profesión de és te. Tal es la potencia de la retórica y hasta tal punto al- canza; no obstante, Sócrates, es preciso utilizar la retóri- d ca del mismo modo que los demás medios de combate. Por el hecho de haberlos apre ndido, no se deben usa r cont ra todo el mundo indistinta mente; el habe r practicado el pu- gila to, la lucha o la esgrima, de modo que se pueda ven- cc r a a migos y enemigos, no a utoriza a golpear, herir o matar a los amigos. Pero tam poco, por Zeus, si alguno que ha frecuent ado la palestra y ha conseguido robustez y ha- bil idad en el pugilato golpea a su padre, a su madre o a alguno de sus pa rientes o amigos, no se debe por ello od iar e ni desterra r a los maestros de gimnasia y de esg rima. Es- tos les han enseñado sus artes con intención de que las emplea ran justamente contra los enemigos l' y los malhe. chores. en defensa propia , sin inicia r el a taque; pe ro los discípulos, tergiversando este propósito, usan mal de la 457a superiori dad que les procura el a rte. En es te caso los maestros no son malvados, ni su a rte es por ello culpable ni perversa, sino, en mi opinión, lo son los que no se sir- ven de ella rectamente. El mismo razonamiento se a plica ta mbién a la re t órt - ca. En efecto, el orador es capaz de hablar contra toda cla- se de personas y sobre todas las cue stiones, hasta el pun- lo de producir en la multitud mayor persuasión que sus adversarios sobre lo que él quiera; pero esta ven taja no b le au toriza a privar de su reputación a los médicos ni a los de ot ras profesiones, solamente por el hecho de ser ca- paz de ha cerlo, sino que la retórica, como los demás me- dios de lucha, se debe emplear también con justicia. Se- gún creo yo, si alguien adquiere habilidad en la oratoria y, aprovechando la potencia de este a rte, obra Inj ustamen- te, no por ello se debe odia r ni desterrar al que le instru- yó: éste tran smitió su arte para un em pleo justo, y el dis- e cipulo lo utiliza con el fin contrario. Asl pues, es de justi- cia od ia r, de sterrar o condenar a muer te a l que hace mal uso, pero no al maestro . SOC. - Supongo, Ocrgtas. qu e tú también tienes la ex- periencia de numerosas discusiones y qu e has observado en ellas que di fícilmente cons iguen los interlocutores pre- cisa r el objeto sobre el que intentan dialoga r y, de este modo, pone r fin a la re unión después de haber recogido ,. GOr(¡;ia s expo ne aqui la moral de su época, que co nsiste en ha cer bien a l amigo y mal al e nemigo. Platón se opo ne a ella afirmando que l·n ningún caso se debe hacer mal a nad ie. Véase Rep. 33S-36; en /ó" 49b- c. Pero a veces, en pura dialéctic a, pon e en boca de Sócrates estas mis- lilas idea •. Véa se 480e, 481 b.
  • 19. ,' 40 DIÁLOGOS GORGIAS 4 1 d Yexpresado recípro camente sus pe nsamientos. Por el con- trarío, si hay diferencia de op iniones y uno de ellos afir- ma qu e el otro no habla con exactitud o claridad, se ir ri- tan y se imaginan que se les contradice con mala in ten- ció n, y así disputan por amor propio sin examinar el ob- jeto propuesto en la discusión. Alguno s terminan por se- pararse de manera vergonzosa, después de injuriarse y ha- ber dicho y oído tanta s ofensas que hasta los asistentes se indignan consigo m ismos por haberse prestado a escu- e c har a ta les persona s. ¿Por qué digo esto? Porque ahora me pa rece que tus pa labras no son con secuentes ni están de acuerdo con las que dijiste al principio sobre la ret óri- ca. Sin embargo, no me decido a refutarle temiendo que supongas que hablo por rivalidad contra ti y no por el de- seo de esclarecer el objeto de nuestra discusión. Por tan- 458a too si tú eres de l mismo tipo de hombre qu e yo soy. te in- te rrogaré con gus to; si no. lo deja ré. ¿Qué clase de hom- bre soy yo? Soy de aquello s que aceptan gustosamente que se les refute, si no dicen la verdad. y de los que refutan con gus to a su interl ocutor, si yerra; pero que prefieren ser refutados a refutar a otro, pues pienso que lo prime- ro es un bien mayor, po r cuanto vale más libra rse del peor de los males que librar a otro; porque creo que no existe mal ta n grave como una op inión errónea sobre el tema que b ahora discutimos 1". Por [o tanto, si dices que también tú eres así, continuemos; pero si crees que conviene dejar la conversación, dejémosla ya y pongámosle fin . GOR. - Te aseguro, Sócrates, que también soy de la mi sma manera de ser que tú indicas; sin embargo. quizá conviniera tener en cuenta el interés de los que aquí es- tá n, po rque ya antes de llegar vosotros había yo diserta- do amp liamente, y si ahora continuamos la conversación, 1"' En la discu sión, Sócrates repite a sus interlocutores esta frase frecuentemente y en variadas formas (472e, SOOe). En ella vemos qut' Un mal tan gra ve no puede ser una opi nión errónea sob re la retÓrica corno simp le ar te. quizá nos exten damos demasiado. Así pues, es preciso con- e sultarles. no sea que re tengamos a alguien que quiera aten- der a otra cosa. QUER. _ Ya oís, Gorgias y Sócrates, el clamor de tod os és tos, que desean oíros si continuáis; en cuanto a mí, oja- lá no se me presente una ocupación tan imperiosa que me obligue a a bando nar conversaciones de tanta importan- cia y llevadas de tal modo pa ra dar preferencia a otro asunto. C AL. - Por los dioses, Querefonte, también yo me he encontrado en muchas discusiones y no sé si alguna vez he sentido ta nto placer como ahora; por consiguiente, me da réis gran satisfacción, aunque estéi s dispuestos a con- versar duran te todo el día. S Oco- Por mi pa rte, Calícles. no hay inconveniente, si Gorgias consiente en ello. G OR. - En esta situación, Sócrates, res ulta ya vergon- zoso qu e no acepte; tanto más cuanto qu e yo mismo me he ofrecido espontáneamente a que cada uno me pregun- te lo que quiera. Así pues, sí les parece bien a los presen- e tes, continúa la conve rsación e Interroga lo que desees. SOc o- Escucha, Gorgias, lo que me caus a-ex tr añeza en tus palabras; quizá has hablado rectamente, pero yo no te comprendo bien. ¿Afirmas que eres capaz de ense- ña r la retórica al que qu iera ser tu discípulo? GOR. - Si. soc. - ¿De manera que sobre todos los objetos produz- ca convicción en la m ultitud, persuadíéndola sin ins- trui rl a? GOR. - Exactamente. S Oco _ Decías hace un momento 21 que incluso sobre 459a la salud el orador será más persuasivo que el médico. GOR. - Sí que lo decía, pero sólo ante la multitud. SOe. - Deci r ante la multitud, ¿no es decir an te los ig- 1] Véas e 4S6b .
  • 20. 42 DlALOGOS GORG IAS 43 norantes ? Pues, sin duda. an te los que saben no puede ser el orado r más persuasivo que el médico. CORo - Es verdad. Soc. - y si es más persuasivo q ue el médico resulta más persuasivo qu e el que sabe. Gme - Así es. b 56c. - Sin ser médico, ¿no es ciert o ? GOR. -Sí. 56c. - El qu e no es médico es ignora nte. y el médico sabe. GOR. - Es evidente. s oc. - Luego ante ignorantes el que no sa be se rá más pe rsuas ivo que el que sabe. puesto que el orador a venta- ja a l médico . ¿Resulta es to o no? GOR. - En este caso, al menos, si resulta. 56c. - Y respecto de todas las otras ar tes, se encuen- tra en la mi sma situación el orador y la re tórica. No ne- cesita conocer Jos objet os en sí mi smos, sino haber inven- e tado cierto procedimie nto de pe rsua sión que, ante los ig- norantes, le haga parecer más sa bio qu e los qu e realmen- te saben. GOR. - ¿ y no es un a gran comodidad, Sócrates, que, s in aprender las demás a rtes, con ésta sola el orador no resulte inferior a los que las profesan ? Soc. - Si el orador, po r ser así, ave ntaja o no a los de otras profesiones, lo examinaremos en seguida 11, si en algo int eresa a nuestra discusión; pero ahora debemos exa- mina r en primer lugar lo siguien te. ¿Respecto a lo justo d y lo injusto, lo bello y lo feo, lo bu eno y lo malo, el cono- cedor de la re tórica se e ncuentra e n la misma situación que respecto a la sal ud y a los objetos de las otras artes, y, desconociendo en ellas qué es bueno o malo, qu é es be- lio o feo y qué es jus to o injusto, se ha procurado sobre estas cuestiones un medio de persuasión que le pe rmite 21 v éase 466 a. aparecer ante los ignorantes como más sabio qu e el que realmente sabe, a unque él no sepa? ¿O bien es necesario e que quien tiene el pro pósito de apre nder la retórica pa- sea estos conocimientos y los haya adquirido a ntes de di- rigirse a ti? Y en caso contrario, tú, que eres maest ro de retórica, ¿prescindirás de enseñar a tu discípulo es to, Por- que no es función tuya, y harás que ante la multitud pa- rezca que lo sa be, cuando lo ignora, y que pase por bueno sin serlo? ¿O te será completa mente imposible ense ña rl e la re tórica, si previamente no conoce la verdad sobre es- las materias? ¿Cómo es esto, Gorgias? Por Zeus, como ha s dicho antes, descubrenos el poder de la retórica y e xplt- 460a canos en qué consiste. GOR. - Yo creo, Sócrates, que, si acaso las descono- ce, las apre nderá también de mi. Soc. - No sigas; tu contes tación 'es suficiente. Si ha s de hacer orador a alguien, es preciso que conozca lo jus- to y lo inj usto, bien lo sepa a ntes de recibir tus lecciones o bien lo aprenda contigo. GOR. - Exacta mente. Soco- ¿Pero qu é? El que ha aprendido la construcción b es constructor, ¿no es así? GOR. - Sí. Soc. -¿El qu e ha a prendido la m úsica es músico? CORo- Sí, lo es. S6c. - ¿y el que ha aprendido medicina es médico? ¿y en la misma relación, las dem ás artes, de modo que el que a prende un a de és tas adquiere la cua lida d que le proporciona su conocimiento? CORo- Sin duda. Soc.- Sig uiendo el mismo razonamiento, el que co- noce lo justo. ¿no es justo? GOR. - Ind udablemente. Soc. - y el justo obra jus tamente. GOR. - Si.
  • 21. 44 DIÁLOGOS GORGIAS 45 e 46 la Sóc. - Por consiguiente, ¿oo es preciso que el orador sea justo y que el just o desee obra r con justicia? CORo - Así parece. Séc. - Luego jamás querrá el orador obrar injusta- mente. C OR o - Parece qu e no. Soc. - ¿Te acuerdas de que hace poco decías lJ que d no se debe acusar ni des terrar a los maestros de gimna- sia en el caso de que un púgil se sirva injustamente de su arte, y que, del mism o modo, si un orador se sirve de la retórica para un fin inj us to, tampoco se de be ac usar ni expulsar de la ciudad a su maestro, sino al que ob ra in- justamente y hace un uso in de bido de este a rte? ¿Dijiste esto o no ? CORo- Sí, lo dije. Soc. - Pero ahora resulta que este mi smo orador ja- más obraría injustam en te. ¿No es verdad ? C ORo - Así parece. Soc. - Al comenza r es ta conversación l" se dijo que la retó rica no trataba de los discursos sobre el n úmero par y el impar, sino de los referente s a lo justo y lo injusto: ¿es así ? G OR. - Así es. Soc. - Al oírte decir esto co ncebí la idea de que la re- tórica no podía ser n unca algo inj usto, puesto que sus dis- cursos tratan siempre sobre la justicia; cuando poco des- pués dijiste que el orador podía también emplear su ar te injustamente, entonces, sorprendido y considerando que no había concorda ncia en tus pa labras. dije aquello de que, si tú estabas de acuerdo conmigo en que es provech oso ser refutado. era conveniente seguir la co nversación; en el caso contrario, abandonarla. Después, al examinar la cuestión, tú m ismo ves que de nu evo nos resulta im posi- 1J Véase 456d . l . Véase 454b. ble que el orador haga uso injusto de la retórica y que quie- ra obrar injustam en te. Por el perro. Gorgias, no es cosa de una breve conversación el aclarar suficientemente có- b mo es esto en realidad. POL. - ¿Qué dices. Sócrates? ¿Tu opinión sobre la re- tórica es la que acabas de expresar? ¿Crees que puedes sustentarla porque Gorgias haya se ntido vergüenza en concederte que el orador no conoce lo justo, lo bell o y lo bu.epo, y haya añadido a continuación que enseñaría es to al discípulo que se le presentara sin conocer esto? Y qui- zá a consecuencia de esta concesión, se ha producido cier- ta corrtr'adicción; esto es lo que te deleita, y tú mismo con- duces la d iscusión a semejantes argucias...; pero " e ¿q uién se rá capaz de negar que conoce la justicia y que puede enseñarla a los dem ás ? Llevar la conversación a ta- les extremos es una gran rusticidad. Sóc. - Encantador Polo. precisamente te nemos ami- gos e hijos para que, cuando nos hacemos viejos y damos algún paso en fal so, vosotros los jóvenes, es tando a nues- tro lado, rectifiquéis nuestra vida en las acciones y en las palabras. Así ahora, si Gorgia s y yo hemos cometido al- d gú n error en la discusión, re ct ifícalo tú que estás aquí; es tu obligación; por m i par te. estoy d ispuesto a plantear de nuevo lo que tú quieras, si crees que algo de lo que hemos convenido no está bien, con ta l de que cumplas una sola condición. POI.. - ¿y qué es ell o? Soc. - Reprimir, Polo, el afán de pronu nciar largos discursos, co mo intentaste hacer al principio de esta conversación. POL.- ¿Pe ro qué? ¿No se me permitirá de cir todo lo que quiera? as Polo entra en la d iscusión con un Irnpetu y una vehemencia que se manifiest an en la forma de la fr ase. Esta se hall a. en efecto, llena de anacolutos y cortes que la traducción trata de reflejar en lo posible.
  • 22. oÍ i 46 DIÁLOGOS GORGIAS 47 e Soco- Sufrirías un gran daño, excelente Polo, si ha- biendo venido a Atenas, el lugar de Grecia donde hay ma- yor libertad para hablar, sólo tú aquí fueras privado de ella. Pe ro considera el caso contrario: si tú pronuncias lar- gos discur sos sin querer responder a lo que te pregunte, ¿no sufriré yo un gran daño si no se me permite marchar- 462a me y dejar de escucharte? Si tienes Interés en la cuestión que hemos tratado y quieres rectificarla, pon de nuevo a discusión, como acabo de decir, lo que te parezca; pregun- ta y conte sta alternativamente, como Gorg ia s y yo; refú- tame y permite que te refute. Tú afirmas, sin duda, que sabes tanto como Gorgias, ¿no es asl? POL.- SI. SÓC. - AsI pues, ¿ta mbién tú invitas a que cada uno te pregunte lo que quier a porque es tás seguro de que sa- bes contestar? POL. - Desd e luego. b Soc o- Pues haz lo que pre fie ras; pregunta o responde. POL. - Eso vaya hacer. Contesta, Só crates, qué es la retórica en tu opinión, puesto que 'crees que Gorgia s tie- ne dificultad para definirla. Soc. - ¿Me preguntas qué a rte es, a mi juicio? POL. - Exactamente. Soc. - Ning una, Polo, si he de decirte la verdad. POL. - ¿Pues qué es la retórica según tú? Soc. - Algo que tú afirmas haber hecho arte en un es - e cri to que he leído hace poco 2", POL. - ¿Qué es , entonces ? SÓc. - Una especie de práctica. POLo- ¿Según tú, la retórica es una práctica? SÓc. - Eso pienso, a no ser que tú digas otra cosa . POLo- Una práctica ¿d e qué? Soc. - De producir cierto agrado y placer. POL. - Así pues, ¿crees que la retór ica es al go_bello, puesto que es capaz de ag ra dar a los hombres? l. Véase nota en 448c. SOl.:. - Pero, Polo, ¿te has informado ya por mis pa la- d hras de lo que yo digo que es la retó rica como para se- guirme preguntando si me parece bella? P OLo - Pero ¿no sé~ que has dicho que es un a especie de práctica ? Soco - Puesto que estimas el causa r agrado, ¿quieres procurarme uno, aunque sea pequeño? POL. - Sí quiero. SÓc. - Pregúntame, entonce s, qué arte es la culinaria, en m i opinión. POL. - Te lo pregunto, ¿qué arte es la culinaria ? SÓc. - N.!!1guna, Polo. POL. - Pues ¿qué es? Dilo. SÓc. - Una especie de práctica. POL. - ¿De qué? Habla. Soc: - Vay a decír telo: una práctica de producir agra- e do y placer, Polo. POL. - Luego, ¿ son lo mi smo la culinaria y la re tórica ? Soc. - De ningún modo, pero son parte de la misma actividad. POLo - ¿A qué actividad te refie res? SÓc. - Temo que sea un poco n ido decir la verdad; no lile decldc-ehacerlo por Gorgias, no sea que piense que yo ridicul.izo s ll.frofesión. Yo no sé si es ésta la retórica 463a que practica Gorgias, pues de la discusión anterior no se puede deducir cla~amente lo que él piensa; lo que yo lla- mo retórica es una par te de algo que no tiene nada de helio. GOR. - ¿De qué, Sócrates? Dilo y no ten gas reparo por mí. Sóc. - Me parece, Gorgi as, que existe cierta ocupación que no tiene nada de a rt e, pero que ex ige un espíritu sa- guz. decidido y apto por natura leza para la s relaciones hu- manas: llamo adulación a lo fundamental de ella. Hay, se- b gún yo creo, otras m uchas partes.de ésta; un a, la cocina, que parece arte, pero que no lo es, en mi opinión, sino una
  • 23. 48 DIÁl.OGOS GORGIAS 49 e práctica y una rutina. También llamo parte de la ad ula- ción a la re tó r ica, la cosmética y la sofística, cuatro par- tes que se aplican a cuatro objetos. Por tanto, si Polo quie- e re interrogarme. que lo haga. pues aún no ha llegado a sa- ber que parte de la adulación es , a m i juicio, la ret órica; no ha advert ido que aún no he co ntestado y, sin embargo, sigue preguntándome si no creo que es a lgo bello. No pien- so responderle si considero bella o fea la retórica hasta qu e no le haya contestado previamente qu é es. No sería conveniente, Polo; pero. si q uieres informarle. pregunta. me qu é parte de la adulación es, a mi juicio, la ret órica. POL. - Te lo pregunto; responde qué pa rte es . d Soc. - ¿Vas a entender mi contestación ? Es. según yo creo, un simulacro de una parte de la po lític a. POL. - ¿Pe ro q ué ? ¿Dice s que es bella O fea? Soc. - Fea, pues llamo feo a lo malo, pue sto que es pre· cisc contestart e como si ya supieras lo que pienso. GOR. - Por Zeus, Sócrates, tampoco yo entiendo lo que dice s. Soc. - Es na tu ral. Go rgias. Aún no he ex presado cla- rament e mi pensamiento, pero este Polo es joven e im- paciente. CORo- No te oc upes de é l; d ime qu é qu ieres deci r a l afirmar que la retórica es el simulacro de una pa rte de la po lítica. Soc. - Vay a intenta r explicar lo q ue me parec e la re- tó rica; si no es co mo yo pienso, aquí es tá Pol o que me re- 464a ru tará. ¿Existe algo a lo qu e llamas cuerpo y a lgo a lo q ue llamas a lma? CORo- ¿Cómo no ? SÓe. - ¿Crees qu e hay para cada uno de ellos un esta- do saludable? CORo- Sí. Soc. - ¿ y no es po sible un esta do sa luda ble a parente sin que sea verdadero ? Por ejemplo, hay muchos que pa- rece qu e tienen sus cuerpos en buena condición y dt ñc tl- mente alguien qu e no sea médico o m aestro de gimnasia pu ede percibir qu e no es buena. GOR. - Tienes razón. SOCo- Dígo que esta falsa aparíencia se encuentra en el cuerpo y en el alma, y hace que un o y otra produzcan la impresión de un est ado saludable que en realidad no b tienen. GOR. - Así es. Soc. - Veamos, pues; vay a aclararte, si puedo, lo que pienso con una exposición seguida. Digo que, puesto qu e son dos los obj et os, hay do s artes, qu e corresponde n un a al cuerpo y otra al alma; llamo polít ica a la qu e se refiere al a lma, pero no puedo definir con un solo nombre la que se refiere al cuerpo, y aunque el cuidado del cuerpo es uno, lo divido en dos partes: la gimnasia y la medi ci na; en la política, corresponden la legislación a la gimnasia, y Ia jus- ticia a la medicina. Tienen puntos en co mún en tre st, pues- e to q ue su objeto es el mismo, la medicina con la gimnasia y la justicia con la legislación; sin embargo, ha y entre ellas algun a di ferencia. Siendo estas cuatro artes las qu e pro- curan siem pre el mejo r estado, del cuerpo las unas y del alma las otras, la adulación, percibiéndol o as í, sin cono- cimiento razonado, sino por conjetura. se di vide a sí mis- ma en cuatro partes e introduce cada una de estas partes en el arte correspondiente, fingiendo se r el a rt e e n e l que se introduce; no se ocupa del bien, sino qu e, ca ptándose d a.la insensatez por medio de lo m ás agradable en cada oca- sión, produce engaño, hasta el punto de parecer di gna de gran valor. Así pu es, la culinaria se introduce en la medio cina y finge conocer los a liment os m ás convenient es pa- ra el c uer po, de manera que si, a nte niños u hom bres tan ins-ensatos como niños, un cocin ero y un médico tuvieran e qu e poner en juicio quién de los do s co noce mej or los a li. mentas beneficiosos y noci vos, el médico marin a de ham- bre. A esto lo llamo adulación y afirmo q ue es feo, Polo - pues es a ti a q uien me dirijo-,., porque pone su pu nto ~ 1. _ 4
  • 24. 50 DIÁLOGOS GO RG IAS 51 4650 de mira en el placer sin el bien; digo que no es a rte, sino práct ica. porque no tiene ningún fund amento por el que ofrecer las cosas que ella ofrece ni sabe cuál es la natura- leza de ellas, de mudo que no puede decir la causa de ca- da una. Yo no Hamo arte a lo que es ir racional; si tienes algo qu e ob jeta r sobre lo que he dicho, estoy dispues to a explicárte lo. b Así pues, según digo. la culinaria. com~ parte de la ad~- laci ón se oculta bajo la medicina; del mismo modo. bejo la gim'nástica se oculta la cosmética. que es pe rjudicial, falsa, innoble, servil, que engaña con apariencias, colores, puliment os y vestidos , hasta el punto de.hacer que los que se procuran esta bel1eza prestada descuiden la belleza ~a­ rural que produ ce la gimnást ica. Para no extende rme ~laS, vaya ha bla rte como los gecmetras. pues tal vez asr me comprendas: la cosmética es a la gimnástica lo que la ~u. e lina ria es a la medicina: o, mejor. la cosmética es a la gtm- nástica lo qu e la sofist ica a la legislación. y la culinaria es a la medicina lo qu e la retórica es a la just icia. Como di go, son distintas po r naturaleza, pero, como están muy pró ximas, se confunden, en el mi smo c~mpo Y ~obre los mism os objetos. sofistas y oradores, y ni ellos mismos sao ben cuál es su propia fun ción ni los demás hombres có- mo se rvirse de ellos. En efec to. si el al ma no gobe rnara d al cuerpo, sino que és te se ri giera a si mi smo, y s.i ~lIa n? inspecciona ra Ydistingu iera la cocina de la medicina, 5 1' no que el cue rpo por 51 mismo juzgara, conjeturando por sus propios placeres, se vería muy cumplida la frase de Anaxágoras 11 que tú conoces bien, que ri do Polo, «todas 11 Ana~a.goras de Claaóme nes nadó en los pri me ros años ~e1 s. v y mu rió en el 428. Duranle mu<:ho tiempo vivió en AtenilSen el Circulo de Periclu. Aconsecuencia de una acusación de imp iedad ma rchó illámp- SilCO. donde murió. Fue uno de los más destacildos ent~ los ~ lamados •Iilósofos de la naturillu lu . La nO'ledad mb notab le en Anaxag,:,ras es que el proceso de mezcla y «paradón de los elementos no ~s na pu ra: mente mecánico ni casual. En el fondo de todo el proceso est a un espln - tu que lo domina todo : el ,,0115. La frase citada es: plÍnla ch rt mala i n ha· las cosas juntas» es ta ría n mezcladas en una sola, qu edan- do sin distinguir las que pertenecen a la medicina, a la hi- giene y a la culina ri a. Asl pu es, ya ha s oído lo que es para mí la retórica: es respect o al alm a lo equivalen te de lo que e es la culina ria respect o al cuerpo. Qu izá he obrado de mo- do inconsecuente prohibiéndote los la rgos disc ursos y ha- biendo alargado el mio demasiado. Sin embargo, tengo una disculpa, pues cuando hablaba brevemente no me comprendí as ni eras ca paz de sacar provecho de mis res- puestas, sino que necesitabas explicación. Por ta nto. si tampoco yo puedo servirme de las tuyas, alarga tu s dis- 466a cursos; pero, en caso contrario, déjame utilizarlas , pu es es justo. Ahora, si pu ede s se rvirte en algo de m i con testa- ción. sí rvete. POL. -¿Qué dices ? ¿Te pa rece qu e la retórica es adulación? Soc. - He dicho una pa rte de la adulación; pero ¿no tienes memoria a tu edad. Polo? ¿Qué va a ser después ? POL. - ¿Acaso piensas que los buenos oradores son mal con siderados en las ci ud ades porque se les cree ad uladores? Soc. - ¿Me haces una pregunta o empiezas un b discurso? POLo- Pregunto. Soc. - Me parece que no se les considera en absoluto. Pot.. - ¿Cómo qu e no se les conside ra? ¿No son los más poderosos en las ciudades? Soc. - No, si dices que el pod er es un bien para qu ien lo posee 11. POL. - En efecto, eso di go. "' 0.. lira Ilol1J ~ 11 "¿' Il Qutol di~kóJm eu (todas las cesas estaban rnezela- tlas. despu és vino . el espin illo 'J las ordenó) (Fr. B I DK). 1II Sob re eSla idea de si cI poder es un b ien pa ra el que lo posee se ms tste en S2Se y es., don de Se indica la sit uación de los pode rosos res. pecto a la justid a y se aclara qu e algunos poderosos pueden ser juslos.
  • 25. 52 DIÁLOGOS CORGt A S 53 SÓc. _ Ent onces c reo que los oradore s l'I son los ciu- dadanos menos poderosos. POL. _ Pero gqué dices ? ¿No pueden, como los tiranos, e co ndena r a muerte a l que quieran y despoja r de sus bte- nes y desterrar de las ciudades a quien les pa rezca? Soc . _ Por el perro, Polo, que dudo respecto a cada C~ S8 que dices si haces una afirmación y expones un pensa- miento o si me estás inter rogando. POL. - Te interrogo. 56c. _ Está bien, amigo. ¿Entonce s me haces al m is- mo tiempo do s preguntas? POL. - ¿Cómo dos? 56c. _ ¿No acabas de de ci r a lgo así como qu e los ora- d dores condenan a muerte a los que qu ieren. del mismo mo- do que lo s tiranos, y despoja n de sus biene s y destierran de las ciudades al que les parece? POL. - S í. Soc. _ Entonces insisto en que son dos pregu nta s y voy a responde r a las dos . Sostengo, Polo, que los o rado res y los tiranos tienen muy poco poder en las ci udades. co- mo he dich o hace un momen to; en efecto. por así deci rlo, e no hacen nad a de lo q ue qu ieren, aunque hacen lo que les parece mejor. POI.. _ ¿ No es esto ten er u n gran poder? Soc. - No. al menos según dice Polo. POL -¿ Digo yo que no? Al contrario, lo afirmo. Soc. _ Por el.c.,no lo af irmas, pu est o que dice s que te- ne r un gran poder es un b ien para qu ien lo posee. POLo- Y lo manteng o. Soc. _ ¿Crees, en efecto, que es un bien para u na pero sa na privada de razón hacer lo que le parece mejor? ¿L1a· mas a esto te ne r un gra n pode r? POL - No . 10 La pa labra o rador tiene ta mbién en gricgo la a(cp(iún de poli- neo (véa se Apol. 32b). t;:ste es el ~e n t ido que loma Irecuentemente en es- le diá logo. Soc. - Entonces refútame y d emuestra q ue lo s orado- les son hombres cuerdos y que la retórica es arte y no adu- 467a lac tón. Pero si no me refuta s, los orado res, que hacen en 1.. ci udad lo que les pa rece, e igualm ente los tira nos. no po seen n ingún bi en co n esto, pues el pod er. co mo tú di- ces. es un bien, pe ro tú m is mo reconoces que ha cer lo que II u no le parece, cuando está pri vado de razón, es un mal. (.No es así ? POLo - Sí. Soc. - En to nce s, ¿cómo es pos ible que los o ra dore s ti los tira nos te nga n gra n poder en las ci udades, s i Polo uo convence a Sócrates d e q ue h acen lo que quieren ? POL - Este hombre... b Soc. - Afirmo que no hacen lo que quiere n; refút ame. POL - ¿N o acabas de reconocer que hacen lo que les parece mejor ? Sóc. - y sigo reconoc iéndolo. POL - Entonces, ¿no hacen lo que quieren ? SOC. - Digo que no. POL. - ¿Al hacer lo que le s parece b ien ? soc. - Eso . POL - Dice s cos as sorpren dentes y a bsurdas, Só- erutes. SÓe. - Oh excelent e Polo ", para dirigirme a ti según tu modo de hablar. no me acuses; si puedes int errogar- me. d emuéstrame que estoy eq uivocado; en caso contra- e río. re sponde a mis preguntas. POlo- Prefiero con testa r, para saber lo q ue quieres deci r . Soc. - ¿Piensas qu e los hombres qu ieren lo que en ca- da ocasión hacen o q uieren aq ue llo por lo que 10 hace n ? t'or ejemplo, los que toman una med ic ina adm inis trada JO secre tes. imita el mudo de liabla r de Polo. No es po sible conser- 'ó,r en la t raducción la s írnetrta cualll ilat iva y acentual del griego ni la alileracióIl.
  • 26. 54 DIÁLOGOS GORGIA S ss e por el medico, ¿crees que quiere n 10 qu e hacen: beberla y sufrir la mo lestia, o aquello por lo que la beben: reco- brar la salud? POL. - Es evidente que recobrar la sa lud. d Seico- Así pues, tam bién los na vegantes y los que tra- fican en ot ros negocios no quie ren lo que hacen en cada ocasión, pues ¿quién quiere navegar, cor rer pe ligros y su- frir mo les tias? Lo qu e quieren, según yo creo, es el fin por el que navegan: enriquecerse; en efecto, navegan buscan- do la riqueza. POL. - Así es. 56c. _ ¿No es así ta mbién respecto a tod o lo demás? ¿No es verdad que, cua ndo se hace una cosa en razón de a lgo, no se quiere lo que se hace, sino aquello po r lo que se hace? POL - Sí. e Soc. - ¿Existe algo que no sea bueno. malo o interme- dio e ntre lo bueno y lo malo? POL. - Por fue rza ha de ser algo de eso. S óc. - ¿Llamas buenas a la sabiduría, la salud, la ri- queza y a otras cosas semejantes, y malas a sus contrari as? POL. - Sí. SOCo-¿Y dices que ni son buenas ni ma las las qu e un as veces pa rtici pan de lo bueno, otras de lo malo. otras 468a ni de lo uno ni de 10otro. como estar sentado, andar. co- rrer y navegar y también las piedras, la madera y ot ros cuerpos semejantes? ¿N o es así? ¿O es algo dist into a lo que tú llamas ni bueno ni malo? POL. - No. es a es to. Soc. - ¿Acaso se hacen es tas cosas in termedias. cua n- do se hacen, busc ando las bue nas, o se hacen las buenas buscando las int ermedias ? POL. - Sin duda. las intermedias pa ra alcanza r las buena s. b SOC. - Luego, c uando a ndamo s lo hacemos buscando el bien, creyendo que ello es mejor, y, al contrario, c ua n- do estamos parados lo hacemo s, asimismo, po r el bien. ¿No es cierto? POL. - Sí. Soc. - Luego, cuando matamo s a alguien, si lo mata- mos, o lo des te rramos o le privamos de sus bienes, ¿no In hacemos c reyendo que es mejor para nosotros hacer es- to que no hacerlo? POL. - Desde luego. Soc. - Luego los que hacen todo esto lo hacen bu sca n- do el bien. POLo- Así es. Sóc. - Pues bien, habíamos con venido en que no es precisamente lo que hacemos en razón de algo lo que qu e- rvmos. sino aque llo po r lo que lo hacemos. POLo- Exactame nte. Soc. - Por ta nto. no de seamos simplemente matar. desterrar de las ciudades ni quitar los bienes; deseamos hacer todas estas cosas cua ndo son provechosas. y cua n- do son pe rjudiciales, no las qu eremos. En efecto, qu erc - 1110S. como tú dices, lo bueno, y no qu eremos lo que no es ni bueno ni malo, ni tampoco lo malo. ¿No es asJ? ¿Crees que digo verdad. Polo. o no ? ¿Po r qué no res- pe ndes ? POLo- Es verdad. 50c. - Luego si estamos de acuerdo en esto. en el ca- d so de que alguien. sea tirano u orador. ma te. destierre de la ciudad o quite los bienes a alg uno. en la c ree ncia de que esto es lo mejor para él, cuando en realidad es lo peor, és te tal hace, sin du da, lo que le parece. ¿No es asl? POL - Sí. Soc. - i: Y hace ta mbíén lo que quiere cua ndo lo que hace es. en reali dad. un mal para él? ¿ Por qué no contestas? POL - Creo que no hace lo que qu ie re. Soc. -¿ Es posi ble que tal hom bre ten ga gran pode r
  • 27. 56 DIÁLOGOS GORGIAS 57 e en la ciudad, si te ner gran pode r es un bien. según tú admites? POI..'- No es posi ble. Soc. - Entonces tenía yo razón al decir que es posi- ble qu e un hombre haga en la ciudad lo que le parezca bien. sin que esto signifique qu e tiene un gran poder y que hace lo que quiere. POlo- Como si tú, Sócra tes, no prefirieras tener fa- cultad de hacer en la ci udad lo que te parezca a no tener- la. y no sintieras envidia al ver que uno conde na a muerte al que le parece bien , le despoja de sus bienes o lo en- carcela ''. Soc. - ¿Te refieres a cuando obra just a o injusta- mente? 4b9a POL. - Como quie ra que obre, ¿no es, en ambos casos, un hom bre envidiable? JI . SÓC. - Refrena tus palabras. Polo. POL - ¿Por qu é? SOCo- Porque no se debe envidia r a los que no son en- vid iables ni a los desgraciados, sino compa decerlos. POLo - ¿Oué dices ? ¿Crees que es és ta la situación de los hombres de que yo hablo? Soc. - ¿ Pues cómo no? POLo- Luego el que condena a muerte a quien le pa- rece bien y lo hace con justicia. ¿es en tu opinión desgra- ci ado y di gno de compasión? SOC. - No; pero ta mpoco envidia ble. POl . -¿ No acabas de decir que es desgraciado ? b Soc. - Me refiero al que condena a muerte injustamen- JI Estas salidas son frecue ntes en Polo. Cua ndo un r azonamiento le deja convicto. recu rre a los proced imientos de persuas ió n prop ios de la retórica. tale. co rno los sen tim ientos pe rso nales, el juicio de la mayo ría, la exag eración de las op iniones del co ntrario, ele. A pa rtir de aquí ha sta 473e, Polo ofrece bu ena muest ra de todos ellos. II Para esla op inión de Polo, puede verse un pa ralelo en lo que di- ce Tra simaco en Rep. I 348b y as. le, am igo. y además es digno de com pasión; el que lo hace justamente tampoco es env idiable. POl o- Sin duda, el qu e mu ere injustamen te es digno dc compasión y desgraciado. Soc. - Menos que el que le ma ta, Polo, y menos que el que mue re hab iéndolo merecido. POL -¿Cómo es posible, Sócrates ? SOC. - Porqu e el mayor mal es come ter injust icia. POl. - ¿Es te es el mayor mal? ¿N o es mayor reci birla ? S(Jc. - De ningún modo. POL - Entonces, ¿tú prefe rirías recibir la injusticia a come terla? Soc. - No quisiera ni lo uno ni lo otro; pe ro si fuera e necesario cometerla o sufrirla, preferirí a sufr irla a com ete rla. POLo - ¿Luego tú no aceptarí as ejercer la tiranía ? Soc. - No, si da s a esta palabra el mismo sentido qu e yo. POl. - Entiendo por ello, como decía hace un momen- lo, la fac ultad de hacer en la ciudad lo que a uno le pa re- ce bien: mata r, deste rrar y ob rar en tod o con arreglo al propio ar bit rio. Soc. - Afortunado Polo, d éja me ha bla r y despu és ob- j éta me. Si cua ndo la plaza está llena de gente, llevando d yo un puñal oculto bajo el brazo, te dijera; «Polo. acabo de adquiri r un pode r y una tiranía maravillosos; en efec- lo, si me pa rece que uno de los hombres que estás viendo debe morir, a l momento morirá; si me parece que alguno de ellos debe tener la ca beza rota, la te ndrá al instante; si me parece que alguien tenga su manto desgarrado, qu e- da rá desga rrado; tan grande es mi po der en es ta ciudad.• Si, al no darme crédito, te most rara el puñal, quizá me e dijeras al verlo; • Sócra tes, así todos se rían poderosos, ya que, por el mismo procedimiento, podrías incendiar la ca- sa que te pareciera, los arsenales y las tri rremes de Alc- nas y todas las naves, lo mi smo públicas qu e pa rticpla-
  • 28. 58 DIÁLOGOS GORGIAS 59 res.» Luego, tener un gran poder no es hacer lo que a uno le parece. ¿P iensas tú que sí? POL. _ No lo es, a l menos en estas condiciones. 470a Soc. _ ¿Puedes decirme por qué censuras esta clase de poder? POLo - Sí. SÚe. - ¿Por qué ? Dilo . POL. - Porque necesariamente el que obra así es ca stigado. Soc. - Ser castigado, ¿no es un mal? POLo - Sin duda. SÓe. _ Por consiguiente, admirable Polo, de nuevo ves que si, al hacer lo que a uno le parece, le sigue una utili- dad, esto es el bien y, según parece, esto es tener gran po- der; en caso contrario, es un mal y un poder mínimo. Exa- b mi nemos lo siguiente: ¿No hemos acordado que algunas veces es mejor hacer lo que decíamos, co ndenar a muer- te , desterrar y privar de los bienes, y que otras veces no lo es? POL. - Ciertamente. Sóc. - Según parece, en este punto estamos los dos de acuerdo. POL. - Sí. Soc. - Entonces, ¿cuándo es mejor hacer esto? Di cuál es el lími te que pones. POL.- Respond e tú m ismo a esa pregunta, Sócrates. e Soc. _ Si prefieres que hable yo, Polo, digo que es me- jor cuando se obra justame nte y peor cuando se obra in justamente. POL. - Por cierto que es difícil re futarte, Sócrates; ¿no te probaría incluso un niño que no dices la verdad? Soc. - Mucho le agradecería a ese niño e, igualmen- te, te agradeceré a ti que me refutes y me libres de mi ton- tería. No te canses de hacer bien a un amigo; convénceme de mi error. POL. - Ciertamente, Sócrates, no hay necesidad de re- fu tarte con ejemplos antiguos; los de ayer, los recientes d son bastante para refutarte y demostrarte que muchos hombres injustos son felices. Soc. - ¿Qué ejemplos son ésos? POL. - ¿No ves a Arquelao Jl, hijo de Perdicas, reinan- do en Macedonia? Soc. - Si no lo veo, al menos o igo hablar de él. POL. - En tu opinión, ¿es feliz o desgraciado? soc. - No lo sé; aún no he te ni do relación con él. POL. - Pero ¿qué dices? ¿Si lo trataras, podrías saber- e lo, y desde aquí no tienes otro medio de co nocer que es feliz? Soc. - No , por Zeus. POL. - Seguramente, Sócrates, que ni siquiera del rey de Persta dirás que sabes que es feliz. Soc. - y diré la verdad, porque no sé en qué grado es tá de instrucción y justicia. POLo - Pero ¿qué dices? ¿En eso está toda la felicidad ? Soc. - En mi opinión sí, Polo, pues sostengo que el que es bueno y honrado, sea hombre o mujer, es feliz, y que el malvado e injusto es desgraciado. POL. - Entonces, según tú piensas. ¿es desgraciado es- 47 1'1 te Arquelao? Scc. - Si, amigo , si es injusto. POL. - Pues ¿cómo no ha de serlo? No tenía ningún de - recho al reino que ocupa, ya que es hijo de una esclava de Alcetas, el hermano de Perdicas, y con arreglo a l dere- cho sería esclavo de Aketas, y si h'ubiera querido obrar JJ Arqcelec, hijo de Pcrd tcas ü , rey de Macedonia desde 413 a 399. supe hacer de Su corte un cen tro de atracción de los más famosos poetas y puso los cimientos del poderlo macedonio. TucíDJDl!s{1I100. 2) dice que dio más i m pul ~ o a la po tencia militar de su pueblo que los ocho reyes que le preced ieron . Platón no juzga aq ui más que la ru indad moral de sus acciones. Véase 525d. Su padre, Perdicas 11, reinó desde 450 a 413 en con tactos alternativamen te amigab les y hostiles con Atenas.