1. La Edad Media: Ciudades, mercaderes y artesanos
La Edad Media: Ciudades, mercaderes y artesanos. DocumaniaTv.Este documental al diferencia de otros
no nos cuenta un suceso en concreto sino que hace un recorrido por el concepto de ciudad en la
Edad media y su forma de vida entrando de lleno en dos de las clases sociales más importantes de la
época; mercaderes clse emergente y artesanos.Eldocumental nos narra el nacimiento de la figura
del mercader,que surge juntos con la ebullición económica que viven las ciudades en los sigles del
IX-XI. Estas ciudades habían vivido anteriormente una época de declive con la invasión de bárbaros
que destruyen toda ciudad romana.También se retrata la vida cotidiana de la ciudad en la que
entraban de lleno los artesano. Especialmención se hace en este documental a la muralla de la
ciudad no tanto por su función, sino por un carácter simbólico.Por otro lado al final del documental
encontramos las preparación cultural que se va a dar en la ciudad, que posteriormente acabará con
el nacimiento de las universidades.Para finalizar decir que este documental si que da una visión de
las ciudades en la Edad Media pero podría haber profundizado más en otros temas de la
organización social, o otras clases sociales para dar una idea más global. Durante las invasiones
bárbaras se produjo la destrucción de las ciudades romanas y comenzó un periodo de declive. Hay
que esperar hasta los siglos IX y XI para que la ciudad vuelva a contar con un sistema económico y
administrativo central. El dinero empieza a circular en la ciudad y es en ella donde emerge la figura
del mercader. En los siglos siguientes, la ciudad es esencial para el desarrollo de la cultura, ya que
es aquí donde florecen las universidades.
Como consecuencia de la introducción del comercio como actividad lucrativa y del mercader como
promotor del progreso y la prosperidad, la plena Edad Media asistió a la configuración de una
nueva forma deciudad, la ciudad-estado de los mercaderes y los negocios, que tuvo en Italia y norte
de Europa su mayor auge; si bien en el resto del continente hubo asimismo manifestaciones
similares en versión reducida según las circunstancias. Pero dicho fenómeno hizo que las ciudades
surgidas en Europa con una motivación o un respaldo comercial presentaran una fisonomía muy
diferente a la que hasta entonces ofrecieron las precedentes delmundo antiguo o de la transición,
incluida la Europa carolingia. En muchos casos,estas ciudades mantuvieron un importante
contenido nobiliar, de forma que en algunas fue la nobleza la que se introdujo en los negocios y en
otras fueron los mercaderes los que acabaron ennobleciéndose. Pero cabe recordar aquícómo fue
desde el siglo X cuando comenzaron a surgir los prototipos de ciudades-república italianas con
fundamento mercantil, y de que manera a lo largo de los siglos XI y XII las "comunas urbanas"
dominaron todo el espacio comprendido entre la cordillera alpina y el espacio romano, actuando
con independencia jurídica y comercial desde muy temprano, aunque el reconocimiento oficial de
dicha independencia no les llegara hasta el siglo XIII en algunos casos. Posiblemente el éxito del
autogobierno de estas ciudades fue parejo con el triunfo mercantil de la hegemonía italiana en el
Mediterráneo y en buena parte de Europa, rivalizando con otras ciudades del norte que, como
Colonia o Lübeck lograron asimismo independencia política y predicamento comercial. En medio
Flandes y al este los principados mercantiles de origen varego-eslavo constituyeron los extremos de
la cruz espada del gran comercio continental que tuvo además en Inglaterra y en España otras
localizaciones, con especial incidencia en esta última cuando en el siglo XIII se ocuparon Valencia
2. y Baleares por Aragón y Andalucía y Murcia por Castilla.
Estos centros urbanos mercantiles rivalizaron, no obstante, con las grandes ciudades políticas y
administrativas, como París, Londres, etc. Sin embargo, estas últimas generaron igualmente un
potencial comercial que hizo de las mismas un conjunto armónico de ciudad protegida por la
realeza y a su vez abierta a la actividad lucrativa de la artesanía desarrollada y del comercio
regional. Situación que se reprodujo, también a menor escala,en otras ciudades que mantuvieron un
potente soporte financiero-mercantil suficiente pare eludir la estricta dependencia del realengo o del
señorío, ejercido estrechamente en muchas poblaciones de gran rango político pero de escasa
capacidad de maniobra (Toledo, Burgos, etc.). En conjunto, incluso en las pequeñas ciudades
preservadas por derechos especiales que las diferenciaban de las simples aldeas, la presencia de
mercaderes,tiendas y reducidos negocios de artesanía e intercambio alimentaron un comercio y
hasta algún mercado periódico de acuerdo con el entorno y las condiciones propias de dicha ciudad.
De ahí la gran diversidad que presenta el fenómeno urbano-comercial en el panorama de una época
indefinida todavía en cuanto a fronteras políticas pero interrelacionada por la producción, la
distribución y el consumo de bienes y servicios. En buena parte de las ciudades europeas era
frecuente encontrar lo necesario pare el consumo cotidiano del entorno, y salvo los artículos de lujo,
el resto era producido in situ. La mayor o menor disponibilidad de medios fue mejorando el nivel y
la calidad de vida de las gentes de ciudad, y el mercader sustituyó en buena medida al noble en
cuanto al reconocimiento de su actividad como beneficiosa y protectora, pues proporcionaba desde
medicinas hasta alimentos variados que mejoraban y enriquecían la dieta habitualmente monótona.
En resumen, la democratización del consumo en la ciudad era posible por el estímulo provocado por
los mercaderes en la producción de calidad y adecuación a un bienestar al que no se había podido
aspirar hasta entonces. Si las grandes ciudades se hacían eco de los resultados y ventajas del gran
comercio internacional, el resto empezaron a contar con manufacturas propias que satisfacían el
consumo interior y rivalizaban con algunos productos que ofrecían como genuinamente
representativos del lugar. Es el caso, por ejemplo, del fustán (tejido de lana y algodón) de Cremona,
los brocados de seda de Lucca,los paños de lana de muchas localidades flamencas, inglesas,
italianas o españolas. Asimismo, la demanda de materia prima privilegiaba la lana británica o la
seda oriental que se exportaba desde países musulmanes, bizantinos y extremo-orientales. La
demanda de colorantes y mordientes pare fijar los tonos completaba el panorama de lo que
empezaba a constituir lo que podríamos denominar como la industria pesada de la Baja Edad
Media: los textiles en las grandes áreas de concentración económica y los modestos paños en
cualquiera de los telares de los múltiples puntos de producción del viejo continente.
De igual forma el comercio de alimentos como el trigo, el pescado o el vino, junto con el de los
minerales utilizados para diversos fabricados, completan el amplio espectro de productos que las
ciudades y los mercaderes traficaban continuamente, generando una actividad inusitada hasta
entonces y descontrolada por el poder feudal.
La ciudad-mercado fue, por tanto, la gran novedad de estos siglos, ya fuera el caso desarrollado de
ciudad-estado italiano o alemán, ya fuera el ejemplo de ciudad-burguesa de Francia o de Castilla y
Aragón. La regulación foral o la propiamente mercantil se convirtió, además,en el instrumento
protector del intercambio y de quienes vivían profesionalmente de ello.