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1. Hamada revolución del siglo XII y que se precipitó con la crisis del siglo XIV, cuando se abre la
transición del feudalismo al capitalismo que no se cerrará hasta el siglo XIX.
El papel de la burguesía
Los burgueses, nombre que se dio en la edad media europea a los babitantes de los burgos (los
barrios nuevos de las ciudades en expansión), tienen una posición ambigua en la Edad Moderna.
Una visión lineal, que tome como punto de llegada la Revolución Burguesa, les buscará
emplazándose a sí mismos fuera del sistema feudal, como hombres libres que, en Europa, se
hicieron poderosos gracias a la creación de redes comerciales que la abarcaban de norte a sur.
Ciudades que habían conseguido una existencia libre entre el imperio y el papado, como Venecia
y Genova, crearon verdaderos imperios comerciales. Por su parte, la Hansa dominó la vida
económica del Mar Báltico hasta el siglo XVIII. Las ciudades eran islas en el océano feudal, pero
el que la burguesía fuera realmente un disolvente del feudahsmo, o más bien un testimonio de su
dinamismo, al crecer con el excedente que los señores extraen en sus feudos, es un tema que ha
discutido extensamente la historiografía.El mismo papel de la ciudad europea durante la Edad
Moderna puede considerarse un proceso de larga duración dentro del milenario proceso de
urbanización: la creación de ima red urbana, preparación necesaria para el cumplimiento de las
fimciones sociales del mundo industrial moderno. A la línea de meta llegaion con ventaja
metrópohs como Londres y París en el siglo XVIII; por el camino quedaron rezagadas, sin
capacidad de articular mía economía nacional de dimensiones suficientes para el despegue
industrial, ciudades relegadas a la condición de semiperiféricas: Lisboa, Sevilla, Madrid,
Ñapóles, Roma o Viena; o, con otras características funcionales, independientemente de su
tamaño, las de la periferia euro-mediterránea; Moscú o San Petersbiu-go, Estambul, Alejandría o
El Cairo; y las de la arena exterior, tanto en espacios ajenos a la colonización europea (Pekín)
como las ciudades coloniales.'^
El poder de los reyes
En Europa Occidental, desde finales de la Edad Media algunas monarquías tienden a la
formación de lo que a finales de la Edad Moderna podrá identificarse como estados nacionales,
en espacios geográficamente definidos y con mercados unificados de una dimensión adecuada
para la modernización económica. Sin llegar a los extremos del nacionalismo del siglo XIX y
XX, la idenüficación de algunas monarquías con un carácter nacional se hace evidente, y se
buscan y exageran esos rasgos, que pueden ser las leyes y costumbres tradicionales, la religión o
la lengua. En ese sentido van la reivindicación de la lengua vernácula para la corte de Inglaterra
(que durante toda la Edad Media hablaba el francés) o la argumentación de Nebrija a los Reyes
Católicos en su Gramática Castellana de que, deben imitar a Roma y al latín porque la lengua va
con el imperio (originándose una serie de orgullosas defensas del español en actos diplomáticos).
La religión
Como probaban las herejías urbanas medievales reprimidas por la Inquisición y la Orden
Dominicana, la Iglesia Cátóhca se encuentra en conflicto con la nueva vida urbana, y había
mirado sus transformaciones con reticencia, aunque también demostró una gran capacidad de
asimilación de los elementos disolventes (Orden Franciscana y devotio moderna de Tomás de