1. 3.1. El racionalismo
El racionalismo agrupa las más fuertes personalidades de la arquitectura de este siglo.
Su obra y su teoría son profundamente individuales, pero tienen el denominador común:
1. Simplicidad de las formas. La arquitectura racionalista huye de la complejidad y
reivindica las figuras básicas en sus volúmenes. Cubos, cilindros o esferas serán la
geometría predominante.
2. El muro no es soporte, quedando reducido a una ligera membrana de
cerramiento con gran número de ventanas que proporciona a los interiores luz y aire.
Los soportes son pilares de diferente sección de acero y hormigón. Las cubiertas en
general son adinteladas apoyando en los soportes con los que forman el esqueleto,
consiguiendo un efecto ligero e ingrávido de gran audacia constructiva.
3. Los elementos decorativos desaparecen a favor de la forma recta y desnuda. Se
reivindica la utilidad de la obra y, por ello, la decoración pasa a un segundo plano, (lo
que funciona bien es bello). Se usa el color y el detalle constructivo, pero sin decoración
superpuesta.
La posguerra y la nueva realidad social impulsaron una nueva inquietud en la que la
rapidez de las construcciones y el abaratamiento de los costes priman por encima de
cualquier otra consideración.
4. Empleo de materiales industriales. Siguiendo la lógica de la racionalización de la
obra, se usarán materiales como el acero, el hormigón o el vidrio para agilizar y
economizar la construcción. Especialmente el hormigón armado que es un material
barato, adaptable, incombustible, anticorrosivo y que permite la construcción en
esqueleto dejando la planta libre. Además permite la prefabricación en serie. Se destaca
la belleza del sistema constructivo.
5. Dinamismo constructivo. Los edificios no son concebidos como espacios estáticos,
sino que se les dota de un dinamismo que permite crear diferentes espacios adaptados a
necesidades eventuales. Predominan las plantas diáfanas. Hay una gran preocupación
por la proporción, la simplicidad y la asimetría. En los exteriores los voladizos, los
bajos libres y las terrazas en horizontal definen la nueva imagen.
Resumiendo
Simplicidad de formas, del retorno a los volúmenes elementales (cubo, cilindro,
cono y esfera) y de la lógica constructiva antes que la evasión ornamental.
El gran período racionalista que corresponde a la época de entreguerras, tiene sus
prolegómenos en las múltiples experiencias que vienen haciéndose en América del
Norte y en Europa, en las cuáles la función y la razón priman sobre la ornamentación y
la sensación.
Los más destacados arquitectos de este momento son: Le Corbusier, Mies van der Rohe
y Walter Gropius. El estudio de estos arquitectos nos puede dar una más amplia visión
de este movimiento.
La Bahaus fue una escuela de diseño y arquitectura, creada por Walter Gropius en
Weimar, en 1919. En 1925 se trasladó a Dessau, donde su fundador construyó el
edificio más emblemático, convirtiéndose en la definición formal de esta nueva
arquitectura, y fue clausurada por los nazis en 1933, que acusaron a toda la vanguardia
alemana de ser un arte degenerado.
El edificio de la Bauhaus (1925-26) en Dessau se caracteriza por el uso de estructuras
metálicas finas, una exquisita simplicidad de formas con fachadas lisas y líneas
definidas, sin adornos superfluos; grandes superficies acristaladas, cubiertas planas y
2. formas ortogonales, se despliega en varios volúmenes, independientes según su función,
el central elevado, como si careciera de peso, respondiendo a la idea de circulación en
distintos niveles, con amplios cerramientos de cristal. Walter Gropius optó por una
estética cúbica y acristalada en la que desaparecían gran parte de los valores
constructivos tradicionales, plantea la Bauhaus para ofrecer infinidad de puntos de vista,
coincidiendo así con el espíritu cubista picasiano. La transparencia de sus grandes
ventanales pone a la vista la estructura interna y las fachadas posteriores dando así una
imagen simultánea de las diversas partes del edificio, que responde al mejor espíritu
cubista.
Catorce años bastaron, entre 1919 y 1933, para que la Bauhaus se convirtiera en la más
mítica e importante escuela de diseño de todo el siglo XX. Muchos de los objetos
cotidianos que hoy nos rodean (lámparas, alfombras, teteras, sillones de tubo de acero,
mesas plegables y un larguísimo etcétera) tienen su origen en esta institución en la que
impartieron docencia nombres imprescindibles del arte de vanguardia: Gropius,
Kandinsky, Paul Klee, Mies van der Rohe…
Aunque la Bauhaus pasó por varias fases, con distintas orientaciones en su programa
docente, su principal preocupación fue promover la unión de arte y técnica a la hora de
concebir un diseño racional de objetos bellos y útiles. Para ello, tuvieron en cuenta, ante
3. todo, la función como condicionante esencial de la forma (funcionalismo) y el estudio
de los materiales, en particular, de sus posibilidades para adaptarse a la producción
industrial. Es decir, la tendencia Expresionista y la Racionalista pugnaron por su
dominio estético del mismo modo que lo hacían en el conjunto del mundo artístico.
En arquitectura, ese sentido práctico se asocia a volúmenes ortogonales, en los que se ha
suprimido lo innecesario.