1. La ilustración me parece muy interesante pero no creo que sus predicciones vayan a
cumplirse de ninguna manera. No creo que vaya a haber paquetes de contenidos en
Internet en el futuro. Internet es una herramienta que se ha convertido en algo muy
importante para la mayoría de la gente, pero si cada cual tiene que pagar por todos los
contenidos que visita Internet, éste puede dejar de ser un negocio, al menos en España.
Algunos medios de comunicación, por ejemplo, han pretendido ser de pago. Pero sin
éxito, pues el dinero que ingresan por publicidad difícilmente puede verse compensado
por el pago de las visitas a esa web. Si yo fuese empresaria me lo pensaría dos veces
antes de invertir en publicidad en un medio que tiene el acceso restringido. Así pues,
paquetes de contenidos por precio, no creo que pueda haber. Habrá páginas de pago,
como ya sucede, pero la mayor parte de los contenidos estarán abiertos. Incluso podría
suceder que los contenidos de pago sólo puedan tener éxito si prometen al cliente estar
libres de publicidad, como ya ocurre en la televisión.
En la viñeta número tres se muestra a dos jóvenes emprendedores que tratan de dar a
conocer su producto, y, efectivamente, se encuentran que hay que pagar por anunciarlo.
Eso sucede y sucederá. Y no es para menos. Nadie crearía un portal o una página web
para no ganar nada. Y los ingresos están en la publicidad. Cuanta mayor “audiencia”
tengan esas páginas y portales, más cara será la publicidad. Como ya sucede en la
televisión, los anuncios más caros se encuentran en las horas de máxima audiencia. La
publicidad más cara se encuentra y se encontrará en las páginas más visitadas. En ese
sentido sí se reproducirá el modelo televisivo. Cualquier empresario que cree una web o
un portal querrá obtener el máximo beneficio. Y sólo las empresas más pudientes
podrán anunciarse en esos lugares. En ese sentido Internet sí será una nueva televisión.
En cuanto a la viñeta que muestra ciudadanos navegando por la red libremente hay que
decir que, a pesar de que intenta reflejar una sociedad libre y comunicada, lo que refleja
es una realidad que ya está formando parte de nuestra vida diaria: somos dependientes
de la red. Tal imagen de un mundo en teoría feliz me parece en realidad bastante
siniestra. Ya lo vemos diariamente: compañeros de trabajo que se reúnen para tomar un
café y en vez de hablar están centrados en sus teléfonos móviles, una sociedad
atomizada que se comunica con sus semejantes más virtualmente que cara a cara.
Personalmente pienso que un acceso de pago, y además caro, podría tener su lado bueno
ya que nos centraríamos más en las personas que nos rodean de verdad en vez de estar
pendientes todo el tiempo de una pantalla táctil. Para muchos podría ser una liberación.
Internet nos puede comunicar con personas reales en el otro extremo del globo, pero
precisamente por esa circunstancia, esas relaciones serán virtuales, mientras
descuidamos las potencialmente reales. Actuamos ante la relación con el desconocido
como cuando en tiempos pasados, cuando se leían novelas, un lector podía desarrollar
sentimientos de empatía hacia los personajes de ficción cuyas aventuras seguían hasta el
punto de percibirlos como reales. Hemos sustituido a las figuras de La historia
interminable por otros personajes que puede que en realidad sí existan, pero con quienes
tenemos una relación similar a la que podríamos entablar con un personaje literario; con
el agravante de que ahora la gente lee mucho menos. Así pues Internet no será una
2. nueva televisión alienante. Será algo mucho peor: penetrará más, personalizará la
publicidad, seremos más vulnerables, le dedicaremos más tiempo que a ella, ya que el
televisor no nos lo podíamos llevar a pasear por el campo, pero sí nos podemos llevar el
tablet, ignorando el paisaje a nuestro alrededor mientras expresamos con un “me gusta”
que nuestro contacto de un país remoto declara que se está echando la siesta. Nos
robará, como ya nos está robando, mucho más tiempo. Y no. Ninguna empresa
renunciará a tal tesoro en publicidad creando paquetes de contenidos clasistas. Cuantos
más consumidores, mejor, incluyendo a los menos pudientes que puede que sean menos
interesantes desde el punto de vista comercial de forma individual, pero que todos
juntos suponen una masa considerable a la que venderle lo poco que puedan pagar.
Conclusión:
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Habrá internet libre, para poder vender publicidad.
Las reglas de quién coloca su publicidad las determinará el mercado. Y el
mercado favorece al poderoso.
Las autoridades no restringirán sitios con contenido crítico hacia el sistema,
salvo los que supongan una amenaza real, como grupos terroristas. La red más
bien servirá de desahogo y canalización de frustraciones, algo muy necesario
para que las protestas no se trasladen a la calle. Además, los internautas
“antisistema” serán también un objeto de merchandising que venda todo tipo de
productos orientados a este tipo de consumidor. Tal mercado no se restringirá
salvo en ocasiones en las que al poder le sea conveniente un titular de prensa.
Los ciudadanos no parecen querer un internet y una sociedad armónica como en
la viñeta inferior. Prefieren mayoritariamente la atonía y la separación en grupos
sociales. De hecho el voto neocon arrasa por todo occidente. La competitividad
y la envidia configuran la nueva ideología-religión que tan bien ha calado en las
clases medias europeas y que tan propicia resulta para el crecimiento económico,
anhelo máximo del colectivo humano. La viñeta superior parece más acorde con
lo que en realidad desean los ciudadanos, ya que, insisto, votan por ellos y así se
comportan. Además, ellos mismos trabajan en las empresas.