1. LA HORA NEGRA
Tres a.m. con quince minutos, marcaba el reloj que estaba al lado de la
lámpara sobre el buró junto a mi cama. No sé si sea cierto, pero he
escuchado a varias personas que a esta hora le llaman “La hora negra” . Volví
mi cabeza a la almohada y retiré la sábana que cubría mi cuerpo.
La oscuridad dominaba el dormitorio, ni la luz de la luna se asomaba por la
ventana
frente
a
mí;
sólo
éramos
la
noche
y
yo.
Cerré mis ojos y comencé a caer en sueño de nuevo; ya casi estaba dormido
cuando pude sentir esa extraña sensación de que algo miraba fijamente.
Mi corazón comenzó a latir a mil por hora – nunca había sentido esto en toda
mi vida – mi cuerpo comenzó a temblar y a ponerse muy frío – ya que soy
muy nervioso – cuando de repente una voz en mi oído dijo: “Hola, ya sabes
quién
soy”.
Tan pronto dijo esto, mi corazón casi salió disparado de mi pecho; los nervios
invadían mi cuerpo y la piel la tenía como de “gallina”. Nunca antes había
escuchado
una
voz
TAN
áspera
como
esta.
“¿Quién es?” – pensé – nadie pudo haber entrado por la puerta, siempre la
dejo con seguro cada noche; estoy alucinando.
Pero en cuestión de segundos, sentí un gran peso encima de mí, sentía como
si me asfixiaran, pero no podía mover ni un solo dedo de mi cuerpo, estaba
inmóvil completamente; quería mover mis brazos y gritar; estaba luchando,
pero…
¿con
quién?
Sólo en mi mente gritaba: ¡Auxilio! ¡Auxilio! Y ahí quedaban… estoy en
desesperación total… ¡Quítate de encima! – gritaba hacia mi interior - ¡Señor,
ayúdame! ¡Por favor!...
Abrí mis ojos. Todo el cuarto estaba normal, todo en orden; sólo mi cuerpo
frío recostado en la cama y alguien con vestimenta negra que me dijo:
“Vámonos, es hora de irnos”.