1. Generación dormida
México, bello país, culturalmente joya invaluable. Muchos afirman que “Como México no hay
dos”. Y pues todos los países de este mundo, son distintos en algo, y muchos en mucho.
Otros ya han descrito al mexicano como: alegre, alburero, pachanguero y optimista ante la
vida (o al menos, cuando inicia un nuevo año), se llena de propósitos que va abandonando en
el camino, esperando que venga el otro año para ahora si, en verdad cumplir sus metas
propuestas, cuando en realidad, es un efecto cíclico. Y dice un viejo dicho: “No hay más
ciego, que el que no quiere ver”.
Pero existe una nueva generación de mexicanos, no tan grandes, pero tampoco tan jóvenes,
que les ha tocado el cambio del siglo XX al XXI, una transición muy interesante donde los
avances tecnológicos han marcado su ritmo, que a dos generaciones atrás, es decir; a
nuestros abuelos y bisabuelos, hubiera asustado. Esta generación es: distante, enajenada,
resignada, conformista y apática.
La tecnología, juega un papel importante. Las noticias que antes tardaban horas, incluso días
en llegar a un destinatario, hoy, basta con dar click, enter o simplemente poner el dedo en la
pantalla, para tener acceso a un mundo de información. Cuando estamos conectados a
internet o alguna red social, circulan muchas noticias. Si alguna nos parece relevante, abrimos
el link. Una vez dado este paso, iniciamos la lectura, y para cuando la concluimos y estamos
maquilando algo en nuestras mentes (juicios o hipótesis) de esa información, ya estamos
recibiendo otra noticia, de igual o mayor relevancia. Y es aquí donde reside el punto más
2. interesante. Debido a la gran masa de información que recibimos en un día, prácticamente no
da tiempo para comprender la realidad. Esto es vivir en una enajenación digital informativa.
Dejando atrás el aspecto tecnológico, la desigualdad social de la primera década del siglo
pasado, al día de hoy, no ha cambiado en demasía. Muchos de esta generación de transición,
viven en una constante improvisación ante la vida diaria, ante los retos del mundo actual y
ante los cambios sociales, económicos, culturales y políticos de nuestro país.
Un gran número de población económicamente activa, vive feliz con un buen celular y un
televisor, donde poder “entretenerse” con telenovelas, internet, futbol y programas de santos y
concursos. Qué más puede pedir un mexicano promedio, que más puede exigir a su país y a
sus gobernantes. Si somos mexicanos.
Ese mexicano, ese ser descrito al inicio, es parte de las estadísticas; números que no sienten,
pero si cuentan. Ese monigote, vive en dos mundos que solo existen en su mente. Estos dos
mundos, parecieran cada quien, tener sus propios espacios y sus propios horarios.
El primero es agresivo y crudo. Es el más real de los dos. El kilo de tortilla subió, el pasaje
también, y si la tortilla subió y hoy no tengo para mí boleto ¿qué comerán mañana mis hijos?
Este mundo es implacable y desesperante, como una voz en nuestro subconsciente que nos
despierta cuando dormimos despiertos.
3. El segundo mundo, es uno delicado, bello, relajador y consolador, donde generalmente
vivimos aislados, herméticos, ausentes y a la vez apáticos, estamos contentos conectados a
internet, en una red social y donde esperamos con ansia la tarde, para ver novelas o
programas de concursos, y mejor aún, el fin de semana, para hablarle al compadre, porque
hoy juega nuestro equipo preferido, que si gana el campeonato, saldremos con la palomilla a
las calles de la ciudad, porque “ganamos”. Pero si un viejo conocido; un ex compañero de la
secundaria (al que el compadre y el, catalogan y siguen catalogando de grillero), nos invita a
una marcha o a un movimiento social; eso sí que no, porque nos tacharan de revoltosos.
Y pues, todo está bien, así es ese mexicano, porque no somos alemanes, y porque sabemos
que si llegamos al mundial de futbol, perderemos con Alemania. Solo sale el instinto de
superioridad, ante algún indígena o quizá un migrante, que paradoja, México es un país de
indígenas y de migrantes.
Muchos han afirmado que el deporte, en especial el futbol, es parte de la cultura mexicana, y
es verdad. El detalle es, que no solo es visto bajo el contexto deportivo, sino que ha mutado
para llegar a ser un fructífero negocio. El futbol mueve grandes masas, y resulta ser un
vehículo perfecto para transmitir publicidad y una idiosincrasia deseada a esos millones de
mexicanos que asisten a los estadios o están frente a sus televisores. Algunos aficionados se
toman tan enserio su papel, que pueden llegar incluso a los golpes; esto para defender a su
equipo, el cual, desconoce la existencia de ese "gran aficionado". Ese mexicano, algunas
veces conoce mejor la tabla de posiciones del campeonato, que las propias reformas a la
constitución, su constitución.
4. Otro punto es la indiferencia. En la actualidad vivimos una violencia descontrolada, con miles
de muertos y desaparecidos a los que el gobierno llama: “daños colaterales” y les asigna un
frio número de expediente, que se ahogara lentamente en las turbias aguas de la impunidad.
Poco a poco, una parte de la sociedad, se va volviendo más insensible. En el internet,
cualquier adolescente, o incluso niño, puede encontrar imágenes y videos, con un alto nivel de
violencia. Esto hace unos años, existía, sin embargo, no era tan fácil, tener acceso a este tipo
de materiales. Cada vez es más común, observar noticias atroces en los periódicos. Aquí, el
primer mundo, no concibe la idea, de como un ser humano, puede infligir tanto dolor a otro ser
humano, este a la vez, nos impulsa a tomar cartas, a decir ya basta, a, sin embargo; el
segundo mundo, apapacha al primero, y lo lleva a un estado de olvido y resignación social.
Bueno, al fin y al cabo, ni lo conocía.
Las generaciones constantemente evolucionan, es la naturaleza del hombre. Esa generación,
está dormida, esos muchos mexicanos y esos dos mundos que coexisten en su mente: el
primero (el real) y el segundo (el ficticio), son tan diferentes, y ambos parecieran librar una
épica batalla, cada uno con sus argumentos y consuelos, cada uno con sus armas y elíxires,
sin embargo, ese mexicano quiere seguir viviendo entre despierto y dormido, conformándose
con el primer mundo y reconfortándose con el segundo.