Narración ecológica que cuenta la historia de un afloramiento de agua subterránea llamado Puquio en algún lugar de los Andes. El drama acontece cuando el hombre asume una posición no saludable respecto a la naturaleza, a la cual pertenece.
1. EL VIEJO PUQUIO
Autor: Jorge Luis Peralta Rojas
Profesor de Ciencia y Tecnología- Nivel Secundaria.
E-mail: maestrojorgeluis@gmail.com
TARMA - PERÚ
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2. PRESENTACIÓN
Esta es la historia de un afloramiento de
agua subterránea con identidad propia
llamado “Puquio”. La historia ocurre en
algún lugar de los Andes.
La narración tiene proyección ambiental y
trata acerca de cómo los intereses del
hombre moderno colisionan con la vida,
entendiéndose esta en su mayor amplitud
posible.
Al final, es inevitable recordar la
responsabilidad absoluta que tiene la
humanidad frente a los destinos del
planeta Tierra, y por lo mismo resulta
imperativo repensar nuestra visión del
mundo y de nuestras relaciones con cada
elemento de la naturaleza donde nos
originamos como organismos vivos y de la
cual dependemos.
EL AUTOR
3. lo vieron y vivieron con él ¡uuff! los
abuelos de mis abuelos y seguro lo verán
los nietos de tus nietos.
Por necesidad, la gente se reunía a su
alrededor mientras llenaban de agua sus
porongos –antiguamente de barro
horneado y metal- y de hace poco en
baldes de plástico, para los
imprescindibles quehaceres de la casa…
por necesidad…
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Todos lo conocen, sí
pues; el viejo Puquio o
más bien el Auquish
Puquio ha estado ahí
desde hace mucho…
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Imagen 2
4. - “¡Ese sacristán Encarnación ya vino; seguro se
viene a borrachear…!”
- “esto no le vayas a contar ah! es para ti nomás,
y…”
Y cosas así… quizá por eso el viejo Puquio era y se
hizo aún más sabio a punta de oír y pensar tantos
rumores, confidencias e infidencias … ah, pero él no
era chismoso, no. Cada noticia, cada conversación
quedaba sellada en sus labios de manera hasta más
profesional que el cura, quien –todos sabían- con
tan solo una reveladora mirada era capaz de
obtener ciertas donaciones para la capilla de barro
–aún en construcción- Por eso, si estabas frente al
Puquio, podías confiar y hablar nomás.
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- “Hola mama Tiucha, ¿sabías que ya
se sanó el Rumi?...”
- “…mañana dice va a llegar a Tarma
nueva semilla de alverja…”
- “Ya pe Maachi, tú sabes que te
quiero…”
5. Un día, don Jonás el gobernador del
pueblo anunció nuevas obras, pistas por
acá; el nuevo local comunal por allá, y
hasta campo deportivo harían en el
patio del colegio.
Y de la noche a la mañana aparecieron
una retroexcavadora grande y un
camión volquete volteando el suelo,
trayendo tierra de las faldas del cerro y
destruyeron esa especie de jardín que el
viejo Puquio había construido para
dejar descansar totorales, pajarillos y
venados en sus largas barbas... todo de
la noche a la mañana se había cubierto
de polvo. 4
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6. A los niños, que contemplábamos atónitos esta
insana tarea, en medio de la polvareda podíamos
sentir la mirada del Puquio que nos decía:
– “¡ME AHOGO!, ¡Hagan algo, me están espantando
la vida!...”
Y así era: pudimos ver actos heroicos de varias
huachhuas que se inmolaron incubando en sus
nidos o acompañando a sus polluelos en medio de
las totoras; donde ranas y pecesitos chalwa
perecieron. Revoloteando sobre la indiferente
maquinaria uno que otro Yana-vico de esta manera
defendió su espacio ante tal devastación. Pese a sus
esfuerzos los que quedaban fueron ahuyentados por
el capataz de la obra, que era ni más ni menos que
el Juan “chico”… hijo de la portera de la escuela;
quien olvidó de manera intencionalmente humana
que siendo bebé y afectado por causa de un mal
aire había sido socorrido con las aguas del viejo
Puquio en un ritual de bautizo, curación realizada
más por las bendiciones de Puquio que por la
alicaída fe del alcoholizado curandero …
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Y así pasaron
varios días…
nosotros, que no
teníamos voz ni
voto, ni
organización, ni
fuerzas, ni nada:
nada podíamos
hacer.
7. Vimos dibujarse de a pocos en nuestro paisaje la
única pista de acceso al pueblo, imponente y
ancha, por donde de pronto comenzaron a
deslizarse los carros de Don Jonás y de vez en
cuando aterrizar una que otra avioneta.
El patio de la escuela dejó de ser de kikuyo
(grama natural) para cubrirse de áspera loza de
cemento, con enrejado y mallas… sí, una escuela
en medio del esplendoroso campo tan lleno de
árboles y arbustos absurdamente separando
niños y pichuizas*; es que a veces el hombre
piensa en exclusividad para ubicarse encima y lo
que logra es una vana fantasía, una existencia
artificial … sin vida.
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* “pichones de gorrión” en quechua
8. Al fin de ese año, antes de partir del pueblo, algo
llegué a ver del nuevo flamante local comunal,
un disonante bloque de cemento de tono gris,
sobre lo que antes fue la zona del viejo Puquio. Y
partí con esa imagen en mi mente, una pena
siempre presente en el fondo de mi alma … de
eso hace años ya. ¿cuántos…? Sí pues; algo de
veinte.
Bueno, después de veinte años ayer volví:
extrañé a las libélulas y a los yana vicos, no están
los sauces, los kiswars ni los sapitos que ellos
cobijaban… sólo Dios en su dualidad sabe a
dónde habrán ido los huachaparas (aves
nocturnas) y las aves migratorias que aquí solían
tomar agua del Puquio y comer las delicadas
raíces de los totorales enanos que antes revivían
esta parte del valle… y se mantienen vivos en
esta parte de mi alma.
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9. En el silencio del pueblo ya no susurra la
naturaleza, vi unos niños descansando sobre las
esporádicas matas de pasto al costado del patio
de la escuela…
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¡Él solo! emergiendo con sus propias fuerzas,
agrietando los bloques de cemento, a la espera de
este su segundo aire como tomando impulso para
retroceder el tiempo y dar de beber a la vida…
conocí al nieto de la
mama Tiucha, es el
actual gobernador, y
dice que pronto
tumbarán el local
comunal pues había
sido mal diseñado: paredes caídas por exceso de
humedad, ladrillos desmoronándose y una tímida
salida de agua justo al centro de la construcción;
eran la prueba de que el viejo Auquish Puquio no se
había rendido; y ahí estaba, mucho más débil que
antes, sin sus aliados totorales, ni sapitos, ni sus
impasibles pueblerinos ni pueblerinas…
10. El nieto de la mama Tiucha ya anunció
que harán un parque en cuyo centro quizá luzca mejor
una pileta para el Auquish Puquio.
… Hoy al atardecer; llegaron otros extraños, una
retroexcavadora grande y un camión volquete…
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