1. La Tierra funciona como un sistema
La Tierra se caracteriza por su dinamismo. Aunque a veces no lo percibas, siempre algo se está moviendo,
está cambiando, si bien en distintas escalas de tiempo. Estos cambios se producen gracias a la energía. La
energía, en cualquiera de sus formas, es la fuerza que permite que los elementos de la naturaleza (las rocas,
el agua, el aire, los seres vivos, etc.) experimenten cambios y, relacionándose unos con otros, empiecen a
moverse en cadena. El planeta es como una gran máquina en la que penetra de manera continua la energía
y donde todos sus elementos, hasta los más pequeños, cumplen un papel para mantenerla en funcionamiento
creando las condiciones que permiten el desarrollo de la vida. Por eso se afirma que la Tierra funciona como
un sistema, que denominamos geosistema.
En todos los paisajes encontramos que los diversos elementos naturales se encuentran conectados por una
amplia red de relaciones en que cada uno aporta al movimiento y transformación del otro. Algunos elementos
son abióticos o inorgánicos, como el aire, el agua y la tierra, y otros son bióticos u orgánicos, como los
vegetales y los animales. Ellos conforman 4 subsistemas: atmósfera, hidrosfera, litosfera y subsistema vegetal-
animal
La atmósfera es una mezcla de gases (aire) que envuelve a la Tierra desde el nivel del mar hasta unos 1.000
km de altitud.
La litosfera es una capa sólida compuesta de rocas formadas por minerales.
Comprende el manto superior y la corteza terrestre. Esta última conforma los continentes y los fondos
oceánicos.
La hidrosfera es el conjunto de las aguas del planeta. Estas se encuentran en el aire, en los continentes y en
mares y océanos, ya sea en estado líquido, sólido o gaseoso.
Podemos identificar, además, un subsistema humano. Los seres humanos formamos parte del geosistema y
participamos en él de una forma singular, interviniendo el medio natural y modificándolo –a veces
radicalmente– para adaptarlo a nuestras necesidades. La intervención humana en el paisaje es resultado de
nuestra cultura.
La dinámica de la Atmósfera
La capa de aire que envuelve nuestro planeta es fundamental para la
vida de plantas, animales y de los seres humanos.
Si no estuvieras en contacto permanente con la atmósfera, tu vida no
sería posible. Te proporciona el oxígeno para respirar, difunde la luz
para ver y posibilita la transmisión de ondas sonoras para escuchar. La
atmósfera también filtra –a través del gas ozono de la estratosfera– la
radiación ultravioleta contenida en los rayos del sol que, si llegara con
toda su intensidad a la Tierra, no habría vida en el planeta. Por otra
parte, los componentes del aire regulan la temperatura de nuestro
planeta: sin la atmósfera la temperatura en el día podría alcanzar más
de 100 °C y en la noche llegar
a menos 200 °C.
Las características del aire varían a diferentes altitudes y por ello se
reconocen diferentes capas de la atmósfera. La capa más cercana a la
superficie terrestre, en la cual vivimos sumergidos, es la troposfera.
En ella se concentra más del 80% del aire atmosférico. Los gases que
componen la troposfera tienen una gran importancia para la vida.
El aire de la tropósfera
Nitrógeno (N): Disuelve el oxígeno y lo hace respirable. Enriquece el suelo al combinarse con otras
sustancias.
Oxígeno (O): Permite la respiración de los animales y de los demás seres vivos. Contribuye a fragmentar las
rocas para formar el suelo
Dióxido de carbono (CO2): Es la materia prima con que los vegetales realizan la fotosíntesis. Retiene el calor
en el aire.
Vapor de agua: Retiene calor en el aire y puede liberarlo mediante los procesos de condensación y
precipitación.
La dinámica de la hidrosfera
Si pudiéramos observar nuestro planeta desde el espacio nos parecería una gota de agua suspendida en el
universo, un gran océano que gira alrededor del Sol. Bien podríamos llamar a la Tierra “planeta del agua”, ya
que los océanos cubren casi 3/4 de su superficie y existe además agua en los continentes y en la atmósfera.
El agua es un elemento vital y aunque es abundante, más del 90% corresponde a agua salada de océanos y
mares, la cual no puede ser aprovechada directamente por los organismos vivos terrestres. El agua dulce,
fundamental para la vida, es muy escasa y se consume en grandes cantidades.
Además, la cantidad de agua de nuestro planeta es constante, es decir, es siempre la misma. ¿Cómo es posible
que no se agote? La respuesta se encuentra en el ciclo del agua o ciclo hidrológico.
2. El ciclo del agua es un complejo y maravilloso mecanismo a través del cual la naturaleza pone en movimiento
al agua y la hace circular en forma permanente a través de diferentes procesos, permitiendo además que el
agua salada se transforme en agua dulce.
En los continentes encontramos
agua contenida en lagos y
lagunas, agua que fluye por ríos
y esteros, agua subterránea,
humedad en el suelo y agua en
estado sólido en los glaciares y
en algunas montañas. Parte del
agua de los continentes circula,
al escurrir en forma superficial y
subterránea
hacia el mar, y también hay una
parte que circula hacia el aire,
debido a que el calor generado
por la energía solar, la evapora.
En los océanos y mares se
encuentra gran cantidad de
agua salada, parte de la cual se
evapora con el calor, de modo
que pierde la sal y se convierte
en vapor de agua que llega al aire.
En el aire hay agua en estado gaseoso, que procede de la evaporación de las aguas oceánicas y continentales,
así como de la transpiración de plantas y animales. También la hay en estado líquido, en las nubes, que se
forman cuando el vapor de agua se condensa. De allí proviene el agua que se precipita a la superficie de
continentes y océanos, en forma de lluvia, granizo o nieve.
A través de las precipitaciones, los continentes y océanos reciben aportes de agua dulce. Los océanos también
reciben las aguas que llegan desde los ríos del continente, aguas que contienen sales minerales que van
acumulando en su recorrido.
Las aguas continentales y oceánicas siguen evaporándose por la acción de la energía solar, y así continúa el
ciclo sin detenerse.
La dinámica de la litosfera
La litosfera es una capa sólida, compuesta de rocas, cuyo sector externo, sobre el cual vivimos, recibe el
nombre de corteza terrestre.
La litosfera comprende
tanto la corteza terrestre
como el sector superior
del manto. Bajo la
litosfera se encuentra el
manto inferior, un sector
donde las rocas se
encuentran fundidas
(derretidas y en estado
viscoso), debido a las
mayores temperaturas,
conformando lo que
llamamos magma.
Una característica muy
especial de la litosfera es
que no constituye una
capa continua, sino que
está fragmentada en
porciones irregulares
llamadas placas. Son
como piezas de un
gigantesco rompecabezas que encajan entre sí, pero con la peculiaridad de que flotan sobre el magma del
manto como enormes calugas sobre una cubierta de chocolate derretido.