El documento describe cómo los blogs y redes sociales digitales podrían utilizarse para formar comunidades de lectores y escritores universitarios. Se argumenta que estas herramientas motivan a los estudiantes, desarrollan habilidades necesarias para el futuro y fomentan la colaboración. Ejemplos de usos educativos incluyen bibliotecas digitales personales, diarios de pensamiento crítico y cuadernos de escritura.
1. III SEMINARIO INTERNACIONAL
DE LECTURA
EN LA UNIVERSIDAD
Título: Blogs y redes sociales digitales para la formación de comunidades de lectores
y escritores universitarios
Autor: Sergio Reyes Angona
Eje temático III
2. Blogs y redes sociales digitales para la formación de comunidades de lectores y
escritores universitarios
Resumen:
Las redes sociales y los blogs son recursos de la Web 2.0 que podrían utilizarse en la
formación de habilidades de primera lengua. Esta ponencia, a partir de experiencias
didácticas personales en universidades privadas de Puebla, apunta algunos de usos
didácticos. Se argumenta en defensa del capital comunicativo en la red de la actual
generación de universitarios, de cómo la escritura digital está cambiando la forma de
leer y escribir y de los beneficios educativos que podrían obtenerse del uso colaborativo
de internet. Se llega a la conclusión de que esos recursos tecnológicos inspiran prácticas
educativas innovadoras y, por lo tanto, más allá de ser útiles instrumentos
metodológicos suponen la exploración de una nueva pedagogía.
Palabras clave: redes sociales digitales, blogs, conectivismo, web 2.0, alfabetización
digital, comunidad de práctica
3. La comunidad académica está escandalizada. Los resultados de PISA en 2009
confirman la frustración de los profesores en el aula: los alumnos no saben ni escribir ni
leer bien. El puntaje medio sitúa a México en el puesto 48 de los 66 países de la OCDE
evaluados. Y el país avanza, parece, como los cangrejos, pues la comparación de las
pruebas de 2000 y 2009 revela un retroceso en habilidades claves como la reflexión y
evaluación de la lectura, donde el porcentaje de jóvenes con problemas aumentó del 63
al 70%. Por otro lado, se murmura, los hábitos de lectura del país tampoco ayudan. La
Encuesta Nacional de Lectura del 2006 reportó que un índice de lectura de menos de
tres libros al año por lector. En fin, a este escenario sombrío se suma la amenaza de la
tecnología digital. Muchos docentes ven en ella un canto de sirenas que embauca a los
jóvenes y los aleja de su gusto por la lectura y la cultura, ya de por sí escaso. Y no están
solos en la batalla. Respetados estudiosos del cerebro e internet, como Nicholas Carr,
argumentan el impacto negativo que tiene la actividad digital en la concentración
intelectual. Dice Carr: “precisamente porque su esencia son los micro mensajes
lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme” (El País, 29 de enero
2011)". Para Carr, de seguir a este ritmo de tecnologización digital, vamos a volvernos
cada vez más superficiales, con mentes más informadas pero menos críticas, cerebros
sobre-estimulados y distraídos (El País, 1 de febrero 2011). Así que el panorama no
tiene buena pinta, puede pensarse desde el fatalismo.
Pero lo cierto es que puede verse de otra manera. Para empezar, los datos de la
Encuesta Nacional de Lectura también indican que quien más lee en todo el país son los
jóvenes de 18 a 22 años. El dato es valioso y no invita precisamente al pesimismo. Y
eso que en la encuesta se está entendiendo “leer” como “leer a la antigüita”, es decir,
libros impresos, en gran parte de contenido académico, lo que presumiblemente puede
relacionarse con su formación universitaria. Pero opaca una realidad incuestionable:
4. cada vez más jóvenes, además de libros, leen y escriben en todo tipo de dispositivos
digitales. Y lo hacen a todas horas. De una forma que ninguna sociedad había conocido
antes de la aparición de la internet y sus cachivaches electrónicos. Es decir, su
alfabetización académica corre al mismo tiempo que su alfabetización digital.
Aunque no al mismo ritmo. El crecimiento de la actividad digital se ha
multiplicado en los últimos años hasta llegar alcanzar México casi el 20% del número
total de usuarios de internet en Latinoamérica. Y en el 2010 ya podían contarse más de
34.9 millones de usuarios de la red en el país (AMIPCI 2011), y el 37% de ellos eran
menores de edad. Lo que demuestran esos datos es que la juventud en México es una
lectora y escritora digital cuanto menos prolífica. Si a eso se suma el aumento de la
población universitaria resulta que tenemos en nuestras aulas, por distraídos y apáticos
que se muestren, a la generación de mexicanos probablemente más lectoescritora de la
historia. Tanto en materiales impresos como en los nuevos textos digitales.
¿Qué podemos entender por lectoescritura? Algo semejante a los “nuevos
alfabetismos” (New Literacy Studies) de Lankshare y Knobel (2008). No se trata sólo
de que cambie la sustancia “técnica” (el papel por la pantalla, la palabra por el caracter
digital) sino la sustancia “espiritual” (el individuo por la red, la producción por la
conexión). Cambian, por tanto, las mismas prácticas sociales y el sentido mismo de lo
que significa leer y escribir. La Tabla 1 representa esta colisión de mentalidades:
Tabla 1. Choque de las mentalidades (adaptado de Lankshare y Knobel, 2008, p.
50)
Mentalidad 1 Mentalidad 2
El mundo es igual que antes aunque más El mundo es muy diferente a consecuencia
5. tecnologizado de las tecnologías digitales
Visión “industrial” de la producción: Visión “posindustrial” de la producción:
productos como artefactos productos como activación de
materiales servicios
interés por la infraestructura y las interés por la influencia y la
unidades de producción participación no finita
herramientas para producir herramientas para relacionar
Atención a la inteligencia individual Atención a la inteligencia colectiva
Pericia y autoridad “ubicadas” en Pericia y autoridad distribuidas y
individuos e instituciones colectivas
Espacio cerrado y especializado Espacio abierto, continuo y fluido
Orden textual estable y jerarquizado Textos dinámicos y socializados
Nuestros alumnos más aventajados en el uso de esas tecnologías podrían, por
tanto, estar aprendiendo un nuevo modo de pensar el mundo, las relaciones sociales y el
conocimiento y un nuevo modo, además, de leer y escribir. Pero si la política, la
economía y los medios han reaccionado y se están adaptando a esos nuevos escenarios
de comunicación la escuela, de momento, parece resistente al contagio digital
(Richardson, 2009). Aunque no hay forma de evitar que lo digital se filtre cada vez más
en las aulas.
Desde una perspectiva educativa el interés por explorar la utilización de estos
recursos digitales cuenta por poderosos argumentos a favor. El primero de todos es
motivacional. En su famoso artículo, Prensky (2001) distinguía dos tipos de usuarios de
la red: los “nativos”, cuyas vidas se habían desarrollado en la era de internet y los
6. “migrantes” digitales, que habían crecido y socializado sin la necesidad de esas
tecnologías. En el contexto escolar se daba la paradoja de que los alumnos eran nativos
y sus profesores solían ser migrantes, con lo que la brecha de las mentalidades (ver
Tabla 1) es un problema difícil de superar. Lo anterior podría explicar, en parte, la
creciente falta de interés y capacidad de atención de los alumnos en unas clases
universitarias pensadas desde la cultura de los migrantes, no de los nativos. En ese
contexto, el uso de prácticas de enseñanza más afines a los lenguajes digitales puede ser
un recurso motivacional para las nuevas generaciones. Un puente en la brecha.
Un segundo argumento es la misión formativa de la universidad, pues una de sus
principales funciones es, o debería ser, el desarrollo de las competencias necesarias para
ser un buen profesional y ciudadano en el futuro próximo. El problema es que el mundo
y el conocimiento evolucionan a una velocidad tal que es imposible predecir cómo serán
esas sociedades incluso en el corto plazo y, por tanto, saber de antemano qué caudal de
habilidades y conocimientos requiere un universitario actual (TED, 2006). Lo que sí es
esperable, en cambio, es la importancia que esas tecnologías van a cobrar en nuestras
sociedades. Así que a las universidades les urge incorporar la enseñanza de
competencias comunicativas claves en esos escenarios tecnológicos, como la búsqueda,
evaluación y aplicación de la información o la lectura y escritura digital. En una
sociedad de la información la universidad debe formar a sus jóvenes en las prácticas
letradas digitales contemporáneas (Cassany, 2008).
Una última razón es de naturaleza ética y política. A diferencia de la Web 1.0,
caracterizada por plataformas cerradas y el uso individualista de la información, la Web
2.0 (blogs, redes sociales, wikis, etc) tiende a la colectivización y la colaboración (Tim
O’Reilly, 2005), dos principios claves en una sociedad democrática. Las interacciones
en la red responden a un proceso de “inteligencia colectiva”, como lo denomina Pierre
7. Levy (2004) o de “intercreatividad”. En palabras de Tim Bernes-Lee (2000), el inventor
de internet: “deberíamos no sólo poder interactuar con otras personas, sino crear con
otras personas. La intercreatividad es el proceso de hacer cosas o resolver problemas
juntos” (p.156). El mejor ejemplo de ello es el éxito de Wikipedia. Sus artículos “son
redactados por cualquier persona que desea aportar sus conocimientos e ideas y
corregidos por cualquier otra que puede crea que puede mejorarlo. En otras palabras, es
una enciclopedia creada mediante la participación” (Lankshare y Knobel, 2008, p.57).
Yo añadiría que estamos ante la enciclopedia más democráticamente concebida. En
definitiva, si la universidad quiere cumplir algún tipo de función ética en la formación
de esta nueva generación de ciudadanos debe capitalizar ese potencial colaborativo de la
Web 2.0 y debe fomentar usos responsables, solidarios y constructivos de la red.
Queda, pues, fundamentada la urgencia de usar esos recursos en nuestras aulas.
Pero el problema es la falta de orientación a la hora de hacerlo. Las próximas líneas son
el esbozo de algunas pistas, aunque las incertidumbres superan con creces todavía a las
certezas. Como el caudal de posibles recursos y dinámicas de aprendizaje 2.0 rebasa los
límites de esta ponencia me concentraré en dos tecnologías específicas que he utilizado
en mis cursos universitarios de habilidades de primera lengua: los blogs y las redes
sociales digitales.
Blogs
Para simplificar, un blog es una página web que permite al usuario publicar
textos breves (entradas) de carácter multimedia (palabras, imágenes, videos, ligas) que
se presentan en la página en orden de publicación, de los más recientes a los más
antiguos. Además cada entrada puede ser comentada por cualquier lector de la red,
generando un diálogo entre lectores y autor del blog. Para Mortensen “tiene sus raíces,
8. a la vez, en la revista de investigación, el cuaderno de bitácora, el diario privado y los
periódicos […]. No es un estrambótico purasangre, sino un hijo bastardo de toda
escritura personal, que se reproduce de forma silvestre cuando se encuentra en línea con
otros de su clase” (cit. en Lankshare y Knobel, 2008, 143). Así que el blog nos ofrece,
en pocas palabras, una escritura paradójica, nacida de la perspectiva personal pero tejida
en la interacción con otros, privada y pública, individual y colectiva a un tiempo. A
diferencia de las tareas escritas tradicionales las publicaciones en el blog superan las
barreras de una comunicación intramuros y se ofrecen gratuitamente a cualquier usuario
de la red. Su escritura, además, no está pensada como un producto definitivo, sino como
un proceso al que puede volverse una y otra vez, pues el blog permite editar cualquier
texto anterior sin dejar huella de pecados de escritura originales.
La investigación empírica en torno al uso educativo de los blogs (Ellison y
Yuehua, 2008) es consistente respecto a los beneficios que trae consigo, tanto en el
engagement de los alumnos como en el learning, según el famoso lema clasicista
“prodesse et delectare”, enseñar divirtiendo. Pero la misma literatura no oculta varios
problemas que pueden suscitarse. Tal vez el más repetido sea la dificultad para conjugar
el aprendizaje en el blog con los requisitos disciplinarios del currículum universitario y,
en especial, con un programa de contenidos de enseñanza e instrumentos de evaluación
ligados a la cultura impresa. Las competencias más intrínsecamente ligadas a los blogs,
como el pensamiento crítico, la creatividad, la personalización de los mensajes o el
aprendizaje entre pares, requieren una reformulación del diseño de las actividades de
aprendizaje.
Al respecto, mi experiencia personal en universidades privadas de Puebla
(UDLAP e ITESM-Puebla) me ha permitido explorar algunos usos educativos de los
blogs relacionados con habilidades de primera lengua:
9. - Como biblioteca digital personalizada, para mejorar las habilidades de búsqueda
de información e investigación documental de alumnos universitarios. En mi caso, les
animo a usar las herramientas blogueras que enlazan información digital (artículos
digitalizados, websites, diccionarios electrónicos, blogs, videos educativos, podcasts,
etc), de manera que al final del proceso el alumno disponga de una colección de
contenidos digitales relevantes para sus intereses formativos.
- Diario para el desarrollo del pensamiento crítico. El alumno hace anotaciones,
reflexiones, discute en sus entradas del blog la información que va obteniendo, como si
fuera un diario de campo de su investigación. Ese pensamiento crítico se acentúa en la
interacción de su blog con otros blogs relacionados con el tema y con los lectores de sus
entradas (compañeros de clase, pero también conocidos o incluso navegantes de la red
anónimos).
- Cuaderno de escritura: al ser el blog un espacio de publicaciones periódicas
resulta una herramienta útil para fomentar el hábito de la redacción, pues al alumno no
se le pide un producto de escritura al final del curso, sino un proceso constante de
redacción. Ese ejercicio, además, resulta mucho más “customizable”, es decir, el
alumno puede explorar una escritura más personal, creativa e interactiva, que revitalice
su motivación por las tareas de escritura y lectura en un entorno escolar. El hecho de
poder combinar la construcción verbal con la edición de imágenes, ligas y videos hace,
además, mucho más dinámico el proceso de escritura y más cercano a los hábitos
comunicativos digitales de las nuevas generaciones.
Ese uso multidimensional del blog puede ser una buena estrategia para formar
habilidades de alfabetización académica (lectura, escritura e investigación). Por
ejemplo, en mi caso el desarrollo de los blogs durante el semestre culmina en la
escritura de un ensayo académico. Pero a esa guerra mando al alumno después de
10. haberle animado, a través del blog, a documentarse sobre un tema, a descubrir su propia
posición intelectual (en confrontación con otros puntos de vista) y a echar a andar sus
reflexiones y escritura de una manera más personal y relajada.
Redes sociales digitales
Como demuestran Christakis y Fowler (2010) las redes sociales condicionan
aspectos centrales de nuestra vida, como las enfermedades que padecemos, el trabajo
que tenemos o la persona que elegimos como pareja. En la era digital plataformas
sociales como Facebook o Twitter nos permiten tejer redes sociales con personas de
todo el mundo en cualquier momento y desde cualquier lugar. Cambian, incluso,
nuestro proceso de socialización, pues “en lugar de mantener vínculos personales con
un número pequeño de personas ahora tenemos vínculos más tenues con centenares o
millares” (Christakis y Fowler, 2010, p.266). A pesar de su relevancia creciente en
nuestras vidas, en el ámbito académico sigue estando muy extendido el prejuicio de que
redes sociales como Facebook, por ejemplo, tienen poco que ver con las actividades
escolares. Es más, suelen considerarse una distracción fatal para nuestros estudiantes.
¿Es posible usarlas para fines educativos? Para descubrirlo decidí aplicarlas a
mis materias de primera lengua con alumnos universitarios. Abrí grupos en Facebook
(de carácter privado) e invité a mis alumnos a participar en ellos. Esos grupos nos
permitieron, entre otras cosas (ver Figura 1), las siguientes:
-compartir información digital valiosa (videos, blogs, documentos)
- tener discusiones sobre conceptos o experiencias de clase
- enviar mensajes de recordatorios e instrucciones de tarea
11. - vincular los contenidos educativos de la clase con eventos extra muros (como
Congresos, grupos de acción solidaria, actividades culturales)
- crear conciencia lingüística sobre ciertas palabras, estructuras sintácticas o
errores ortográficos
12. Figura 1. Tipos de interacción educativa de Facebook
Para un profesor de lectura y escritura, lo más emocionante de esas interacciones
es que suceden por escrito (en pantallas digitales, claro, pero en códigos escritos) y
13. generan una densa actividad de lectoescrituras que pueden aprovecharse de muchas
maneras para la formación de habilidades de primera lengua. Pueden propiciarse
debates, resolverse dudas ortográficas, generarse cápsulas explicativas (de algún
concepto, de reglas lingüística, de patrones discursivos), compartirse enlaces relevantes
para el aprendizaje de la lengua (diccionarios, textos literarios, mapas conceptuales,
ejercicios de lengua autocorregibles, wikis, blogs), desarrollarse ejercicios de escritura
creativa, entre otros muchos usos posibles. En mi caso, además, descubrí una nueva
concepción de la lengua, el lenguaje digital, mucho más dinámico que la lengua
impresa (Figura 2):
Figura 2. Dimensiones del lenguaje digital en Facebook
No obstante, lo más valioso para mí fue el cambio que se produjo en mi forma
de entender la pedagogía. Para empezar, hubo un cambio en la relación de poder
profesor-alumno, pues mi participación en Facebook fue abriéndome progresivamente a
una relación más horizontal y colaborativa con los alumnos. Me fue muy útil, por
14. ejemplo, ser testigo de sus gustos musicales, su lenguaje generacional o su escritura
digital, en un contexto más informal que el aula y que empodera su voz. Mi intención
no fue tomar las riendas del grupo sino actuar, en lo posible, como un participante de
esa comunidad. Un participante especial, claro, percibido por todos (yo incluido) como
el profesor, pero que suena también como una voz más en el coro. En su tesis doctoral
sobre las redes y su impacto educativo, Gabriel Valerio (2009) llega a la misma
conclusión sobre el rol del profesor: “tendrá que ceder el protagonismo en la generación
de conocimiento, al igual que en un concierto sinfónico el director de orquesta da la
espalda al público, y permite que los miembros de su orquesta entreguen su música”
(p.164). ¿Se pierde autoridad? Por supuesto. Pero perderla es simplemente ceder espacio
para que otras cosas puedan suceder y, en este caso, para que la clase pueda devenir en
una “comunidad de práctica” (Wenger, 2001) orientada al aprendizaje. Así que las redes
sociales digitales pueden llegar a inspirar ese proceso comunitario de aprendizaje si las
prácticas académicas se reformulan y adaptan a un modelo de relaciones más
colaborativas. Ese cambio sería congruente con el nuevo paradigma epistemológico de
la era digital, el conectivismo (Siemens, 2004), según el cual el aprendizaje y el
conocimiento residen en la diversidad de opiniones. “La conexión” en una era digital se
vuelve tan importante o más que la “información”, pues nos permite seguir aprendiendo
de los otros y actualizar nuestros conocimientos y necesidades de aprendizaje.
Ésa es mi moraleja sobre el uso educativo de recursos digitales 2.0: blogs y redes
sociales digitales son valiosos recursos de aprendizaje pero inspiran y exigen un
rediseño de muchas prácticas académicas y un cambio radical en la visión educativa de
la tecnología, entendida ya no como la aplicación de un instrumento metodológico sino
como piedra clave en la construcción de una nueva pedagogía. Porque si no, como
15. decían Lankshare y Knobel (2008), podemos seguir avanzando en el callejón sin salida
de estar ofreciendo vino viejo en botellas nuevas.
Referencias:
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