1. ¿Es que Jesús no ha
venido?
LUPA PROTESTANTE - ESCRITO POR ALFONSO
PÉREZ RANCHAL · 04/02/2013
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Llevo unos días repasando el relato del diluvio
en el Génesis. En especial me estoy centrando en
los argumentos a favor y en contra de que fuera
local o universal. También de si se trata de un
relato mítico, que no ficticio, de una terrible
inundación que tuvo lugar en la zona del Mar
Negro y que llegó incluso a Mesopotamia. Pero
lo que me ha hecho decidirme a escribir esta
reflexión ha sido el volver a leer lo que dos de
los tres comentaristas que consultaba decían
sobre Génesis 9:6.
Los primeros diecisiete versículos de este
capítulo tratan de la alianza que Dios hizo con
Noé. En realidad, se argumenta, se trata de un
2. pacto con toda la humanidad de la que Noé era
el representante. Dios, entre otras cosas, se
comprometía con la raza humana a que no iba a
volver a castigarla por medio de un diluvio de
tales dimensiones y así el arco iris sería un
recordatorio para Él mismo de tal pacto. Pero
antes, en el versículo 6 decía el Creador:
“Si alguien derrama la sangre de un ser humano,
otro ser humano derramará la suya, porque Dios
creó al ser humano a su propia imagen”.
La conclusión de los dos aludidos comentaristas
era la misma: Dios había establecido la pena de
muerte para cualquier asesino. Esto era algo que
debía ser llevado a efecto por el estado, por la
justicia establecida de un país.
Esto me hizo traer a la memoria un almuerzo
que tuve en casa con un pastor hará cosa de más
de un año. No recuerdo exactamente el tema
central de la conversación pero lo que sí tengo
registrado en mi memoria fue cuando en un
momento dado le dije que aunque pareciera
increíble había muchos creyentes que sostenían
la pena capital. Me miró y me dijo que él era
3. uno de ellos. El texto para demostrar su postura
fue precisamente este versículo del Génesis.
Según él esto había sido un mandato dado a la
humanidad, no se trataba de una ley sólo para el
futuro pueblo de Israel, por tanto no había
dejado de tener efecto ni lo dejaría hasta la
segunda venida.
En un artículo digital de El País de fecha del 23
de agosto del 2007 titulado Inocentes en el
‘corredor de la muerte’ se decía que desde que
se volvió a reinstaurar la pena capital en los
Estados Unidos, a mediados de la década de los
setenta, 124 personas condenadas habían
demostrado su inocencia. Según la
organización Death Penalty
Information Project estas personas habían
pasado una media de una década esperando su
ejecución en el corredor.
Estas condenas injustas se habían producido por
diversos motivos. En unos casos por terribles
errores en el sistema judicial, por testimonios
falsos, por confusiones en las identificaciones
además de por abogados defensores totalmente
incompetentes. Había casos en los que la
4. persona había pasado más de veinte años en el
corredor para después demostrarse su inocencia.
Esta organización, en ese año, estaba luchando a
favor de cincuenta condenados. Éstos estaban en
el corredor esperando que se demostrara su
inocencia si es que antes no les llegaba el
momento de ser ejecutados.
Para los que lograban su liberación el infierno
no acababa allí. Además de todos los años
perdidos la experiencia llegaba a ser tan
traumática como cuando se es torturado o se está
en una guerra. Salían con la urgente necesidad
de tratamiento psicológico profesional.
Cuando al pastor con el que hablaba le planteé la
cuestión de los inocentes a los que se les
arruinaba la vida por el trauma vivido, o los que
son finalmente ejecutados, admitió lo terrible de
la situación, pero la Biblia decía lo que decía. Lo
siguiente fue el preguntarle si él sería capaz de
llevar a cabo una ejecución o que si sólo se
limitaría a señalar el mandato y que fueran otros
los que mataran. Admitió que él no sería capaz,
que no podría llevar a cabo semejante acto, pero
5. la Biblia decía lo que decía, volvió a decirme, y
por ello había que obedecerla.
Lo que no pocos comentaristas bíblicos y
creyentes de a pie mantienen es que lo
importante no es que puedan morir, de hecho
mueren, inocentes sino que se obedezca un
determinado texto bíblico. Pero aquí surge un
tremendo problema moral ¿se puede justificar el
asesinato porque en un texto sagrado se indique
así? Si los inocentes mueren, ¿es este Dios un
Dios bueno? Si no es bueno ¿merece la pena
seguirlo?
El dolor sufrido por estas personas es
difícilmente evaluable. Madres, esposas e hijos
quedan sin sus seres queridos por una condena
injusta. No podemos olvidar además la presión
social soportada por tener un familiar acusado de
asesinato. Mientras, el condenado pasa por años
de profunda tensión, de ansiedad, de depresión,
esperando día a día el que uno de ellos sea el
último. Pero claro, es que hay un versículo que
dice…
6. Me pregunto para cuántos cristianos es como si
Jesús no hubiera venido. En un artículo anterior
titulado Fuego del cielo puse de manifiesto
cómo el Maestro había reinterpretado, cumplido
y anulado partes muy significativas del Antiguo
Testamento. Argumentaba que, si el Galileo se
había manifestado muy claramente en relación a
ciertos temas ¿cómo era posible que todavía se
sostuvieran posturas que negaban sus propias
declaraciones? Si el Salvador era la revelación
más perfecta del Padre ¿por qué no tomarla
como punto de partida, como clave para
entender toda la revelación? De lo contrario,
podríamos estar contradiciendo al mismo Hijo
de Dios y a la par tratando a las personas como
carne de cañón de tal o cual supuesta
interpretación bíblica.
El episodio de la mujer pillada en adulterio es
uno de los más conocidos de los evangelios. Allí
estaban una serie de judíos en torno a una mujer
a la que deseaban lapidar. El texto está en Juan
8.
La escena se abre con Jesús enseñando en el
Templo. Sabiéndolo una serie de fariseos y
7. maestros de la Ley se acercan al Maestro
llevando a una mujer sorprendida en adulterio.
Éstos conocían a Jesús y sabían el corazón lleno
de compasión que poseía, por tanto la ocasión
era perfecta para ellos. Colocan a la mujer en
medio y le plantean la cuestión: la ley de Moisés
manda que apedreemos a este tipo de personas,
¿qué dices tú?
Lo que siempre me ha asombrado cuando he
escuchado hablar de este texto es que se resalta
la dureza, la hipocresía de estos judíos y sin más
se pasa a considerar la respuesta de Jesús. Pero,
aunque esto es cierto no lo es menos que
legalmente, y en base a las Escrituras estos
escribas y fariseos tenían razón. No se habían
sacado de la manga un texto bíblico, no era una
ley de algunos de sus maestros la que decían
querer cumplir, era un mandamiento dado por
Dios. El Soberano mandaba matar a pedradas a
estas personas en textos como Levítico 20:10 o
Deuteronomio 22:22-24 y esto no tenía relación
con la dureza o no de los acusadores. Se trataba
únicamente de un procedimiento legal, la
aplicación de la pena capital.
8. El dilema colocado frente a Jesús era claro:
obedecerá a Dios o irá en su contra.
Pero todo el cuadro se complica aún más
precisamente porque Jesús decía venir en
nombre del Padre celestial.
La ocasión era perfecta para demostrar que era
una falsedad que Jesús fuera el enviado del
Padre. Lo contrario significaba que aquella
mujer tenía que morir, con lo que su mensaje de
compasión divina acabaría tumbado. Dijera lo
que dijera, pensaron aquellos hipócritas, ya lo
tenemos.
¿Qué hace Jesús?, anula este mandato. “El que
de vosotros esté sin pecado que tire la primera
piedra” tronó el Maestro. La pena de muerte fue
abolida. De nuevo, lo que anteriormente se dijo
ya no servía, pues ahora alguien más que Moisés
estaba allí presente.
¿Es que no ha venido Jesús? ¿Cómo es posible
que todavía se mate y ejecute en nombre del
Dios bíblico? ¿No nos damos cuenta de este
cambio que se produjo con la venida del
Mesías? En Mateo 5:38-39a dijo el Galileo:
9. “Sabéis que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente. Pero yo os digo: No recurráis a la
violencia contra el que os haga daño.”
Cuidado, no estoy diciendo con todo esto que el
criminal tenga que cumplir en prisión una serie
de años y volver a la calle, para esto está la
cadena perpetua que, en la práctica protege al
ciudadano del verdadero criminal y a la par
provee esperanza para el inocente condenado de
forma injusta. Lo que quiero significar es cómo
se mantiene vigente un mandado de hace
milenios y que posibilita que inocentes sean
ejecutados cuando ya el Maestro habló en otro
sentido.
Fue esto mismo lo que le dije a mi invitado el
pastor. Se quedó pensando.
Por último le argumenté que, por si eso no fuera
suficiente, el mismo Jesús fue ejecutado siendo
inocente. En los evangelios su condena se
muestra como resultado de dos sistemas
judiciales corruptos, el judío y el romano, en
donde testigos falsos aparecieron, en dónde no
hubo defensa posible y, por último, un acto de
10. cobardía llevó al Inocente a ser ejecutado. No
imagino un alegato más contundente en contra
de la pena de muerte.
Me doy cuenta de que, en la medida en que lo
que dijo e hizo el Maestro se pone de lado, más
se yerra y más barbaridades comete el pueblo
que dice seguirlo. Si no procuramos traer su
mensaje y colocarlo en el centro de nuestras
vidas y de la interpretación bíblica, los excesos y
los despropósitos pueden ser descomunales,
incluso asesinar en su nombre como la historia
ya ha demostrado. Los creyentes parecen
infalibles en sus interpretaciones ya que es
frecuente que vayan a cualquier parte de la
Escrituras, extraigan un texto y finalicen
diciendo que así dice la Biblia. Todo puede ser
justificado con esta forma de proceder.
Ante estos actos de temeridad me vuelvo a
preguntar si es que Jesús no ha venido.
“Dios habló en otro tiempo a nuestros
antepasados por medio de los profetas, y lo hizo
en distintas ocasiones y de múltiples maneras.
11. Ahora, llegada la etapa final, nos ha hablado por
medio del Hijo…” (Hebreos 1:1-2a).
Alfonso Pérez Ranchal
Alfonso Ranchal es Diplomadoen Teología (Ceibi).
Miembro de la Iglesia Betesda (Córdoba, España)