1. LA EMILIA EN SUS 123 ANIVERSARIO (2015)
Por Ricardo Darío Primo
ricardodarioprimo@hotmail.com
El 2 de Octubre de 1892 comenzaba a funcionar en las viejas instalaciones de un molino
harinero que había sido propiedad de Bartlomé Sívori, una incipiente industria textil que se
llamaría “La Emilia- Fábrica de Tejidos de lana de Córdova Hnos & Cía”. Los fundadores eran
inmigrantes españoles, el matrimonio formado por Emilia Benito y Leodegario Córdova, junto a
Quintín, hermano de éste último.
Con rudimentarias máquinas, comenzó una producción de boinas, fajas, mantas y al
lugar llegaron numerosos inmigrantes principalmente españoles, que informados de la
existencia de este establecimiento fundado por sus connacionales, vinieron a buscar trabajo y
afincarse en la zona.
La fábrica textil, comenzó a construir en sus tierras y bajo su costo, primeramente
habitaciones para solteros y más tarde viviendas para familias cuyos miembros comenzarían a
constituir la planta obrera. Con el tiempo pasaron a suministrarle otros tipos de servicios en
forma gratuita, como luz, agua, y recolección de residuos.
Pocos años después para esparcimiento en sus ratos libres, la familia Córdova construyó
un Club el que se llamó Club Atlético “La Emilia” donde los parroquianos jugaban al dominó,
cartas y otros juegos de la época, además de disfrutar de proyecciones de cine. Ese edificio aún
se conserva y es la sede de la Escuela de Educación Media N° 8 de La Emilia.
Frente a este Club, se construyó una cancha de futbol donde esos primeros obreros y
más tarde sus hijos, comenzarían a constituir un plantel que cosecharía numerosos triunfos. En
las cercanías, canchas de bochas y pelota vasca.
La localidad está radicada junto al Arroyo del Medio y esto además de beneficiar a la
planta textil para suministrarle energía hidráulica, le ocasionó con sus frecuentes inundaciones
numerosos perjuicios que influirían más tarde en su desarrollo y prosperidad.
La fábrica textil de La Emilia tuvo sus épocas de esplendor durante y posteriormente a
las dos guerras mundiales. En sus talleres se construían los repuestos que usaban la maquinaria
importada que por las guerras o crisis económicas no llegaban. El ejido urbano fue
extendiéndose y se decidió más tarde, vender terrenos en la zona adjunta a la propiedad privada
para que sus obreros construyan sus propias casas.
El cincuentenario (1942) encuentra a La Emilia y a su localidad, con una prosperidad
económica envidiable por muchas localidades. Se inaugura una Obra Social gratuita para todos
los obreros con canchas de tenis, pelota a paleta, Cine Teatro para 1500 personas, bowling,
gimnasio con piso de parquet, pileta de natación olímpica, restaurant, peluquerías, biblioteca,
etc. También se organizó un importante sistema de salud que instituyó con el tiempo hasta una
Clínica Privada para los obreros textiles.
Numerosas familias poblaron estas tierras. La inauguración de un nuevo camino
pavimentado a mitad de la década del 40´, daría nacimiento a barrios que se ubicarían a la vera
del mismo (Villa Campi, Villa Riccio y Villa Canto). El antiguo camino que unía La Emilia con San
2. Nicolás, sobre la cual estaba el barrio de la antigua fábrica de papel (La Papelera) y que luego se
llamaría Villa Hermosa, dejaba de ser confiable por las inundaciones y por ser de tierra.
La comunidad además comenzó a contar con servicio telefónico gratuito dentro de la
misma mediante una central que ofrecía la fábrica textil. Durante sus etapas más florecientes,
llegaron numerosas orquestas de tango con artistas famosos del mundo del espectáculo y se
contó con un circuito automovilístico mucho antes que San Nicolás y un balneario público
cercado por un hermoso monte de eucaliptos.
Las inundaciones, crisis económicas, la creciente competencia con productos
extranjeros que llegaban al país a precios irrisorios; la industria textil sin protección o incentivo
alguno, ocasionaron una debacle que finalizó en 1981 con una convocatoria a acreedores y
quiebra y la venta en 1985. Desde entonces el poblado careció del paternalismo fabril y
económico que le posibilitó vivir décadas inolvidables.
Como consecuencia, surgieron instituciones que irían supliendo el antiguo rol rector de
la fábrica textil, se organizaron comisiones vecinales, cooperativas, entidades de bien público,
ONG. La gente de La Emilia se negó a vivir en un pueblo fantasma y los que se quedaron en la
localidad (ya que muchos emigraron por las inundaciones y falta de trabajo) se pusieron a
trabajar para organizar mejor sus vidas y salvar esos malos momentos.
La localidad de La Emilia, es la actualidad es un pueblo que se niega a quedarse como
tal. Si bien fue declarado ciudad en 1987, no posee las atribuciones políticas respectivas por sus
dimensiones. No obstante lucha por ir consiguiendo de a poco, las condiciones propicias que
puede ofrecer a sus visitantes, seguridad, salud y prosperidad y que hace recordar a sus
habitantes ese hermoso pasado que se niega quedar atrás.