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LA SEÑORA DE LA REJA
Por
RICARDO DARÍO PRIMO
ricardodarioprimo@hotmail.com
Publicado en el Diario El Norte de San Nicolás, el 18 de Octubre de 1990
Este jueves, en Apuntes de Historia Argentina, vamos a narrar la historia de un
persona casi desconocido por todos y que, por sus buenas acciones y patriotismo,
merece ser destacada;
“Jerónima San Martín era hija de españoles y dos veces viuda. Nació en Baradero
en 1758 y cuando la revolución de Mayo, figuraba ya hacía años entre las "damas
mayores" de buen caudal y grata presencia. Su hija Dominga se casó con Antonio
González-Balcarce, de limpia foja de servicios, el vencedor de Suipacha, segundo
luego en el Ejército de Los Andes.
Doña Jerónima pasaba por ser una de las más decididas revolucionarias y su
entusiasmo contagioso desbordó cuando se supo en Buenos Aires que las tropas
preparadas en Mendoza partían al mando de San Martín para cruzar la cordillera y
dar nueva libertad a los chilenos.
Ella figuraba en todas las listas de suscripción que se abrieran para contribuir a los
gastos de una guerra que se llevó acabo casi sin recursos monetarios. Bastaba
decir "Es para la Libertad” - doña Jerónima daba cuanto podía. '
Llegó un día en que perdió su apellido entre el tumulto callejero y le dieron un
apelativo que se hizo prontamente popular.
Las primeras noticias de la gente libertadora comenzaron a despenar en ella el
deseo de señalar, de alguna manera, los triunfos de los amigos lejanos. Eran ya
varios los que tenían escritos nombres y fechas en las paredes de sus casas. La
inclinación a grabar recuerdos en piedras y ladrillos parece ser antigua como éstos.
Todos los pueblos de la antigüedad conservaban el rastro de sus momentos de
entusiasmo popular a través de letras, signos marcas estampados en los muros, al
pie de los monumentos sobre los frisos de mármol. Buenos Aires no los tenía, pero
sobre los humildes adobes de sus tapias veíanse los rasgos toscos que señalaban
la atención del transeúnte, los nombres de quienes daban con sus triunfos
guerreros nuevas esperanzas a aquellos otros que tenían todo jugado a la gran
aventura de la patria naciente.
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Pero a Doña Jerónima parecióle perecedera la letra y pronto borrada la cal con que
podían dejarse sobre una pared el nombre de un héroe, el título de una hazaña, la
fecha de un alzamiento.
Dentro del tamaño que ella asignaba a aquellos hechos era excesivamente poco lo
que se hacía, y en ello estaba cavilando cuando se supo aquí la nueva del primer
triunfo grande de la expedición de Los Andes en la cuesta de Chacabuco. Entonces
se decidió; contrató con un maestro herrero una reja para la ventana principal de su
casa que daba a la calle ahora conocida por Córdoba entre las de Florida y San
Martín.
En cuanto a la reja estuvo lista fue colocada y cubierta con banderas, cintas y
flores. Invitó luego la dueña de casa a un gran baile en celebración del triunfo
obtenido por los libertadores en tierra chilena.
La casa se colmó de invitados; fue necesario habilitar todas las habitaciones para
cumplimentarlos. En la sala, el pianoforte más un arpa y un violín de refuerzo,
improvisaron una orquesta con la que se escucharon marchas patrióticas, aires
nacionales, tonadas de la tierra. Alguna niña cantó. Luego de un intervalo, mientras
se esperaba la llegada de los morenos de la orquesta contratada para el baile, doña
Jerónima entre los aplausos del gentío que llenaba la calle, descubrió, quitando
cintas y guirnaldas, el centro de la nueva reja, en la que podía leerse en el hierro
historiado
VIVA LA PATRIA
1817
Los gritos y los aplausos se escucharon durante mucho rato. Nuevas flores vinieron
en seguída a dar a la reja más encanto; entre ellas aparecieron guías de rosas
entretejidas con laurel.
Al instante, se oyeron los compases entusiasmados de La Canción, como se
llamaba, por antonomasia, el Himno de López y Planes.
La reja allí se estuvo a través de los años, hasta fines de 1879 en que "un
propietario profano" demolió la casa vieja y dejó que la reja histórica desapareciera,
conforme a la versión dejada por don Adolfo P. Carranza quien lamentaba aquella
pérdida, pues la reja, aparte de su valor pintoresco, daba clara prueba del
entusiasmo de las mujeres porteñas por todo lo relacionado con la Independencia
Americana”
Era el progreso; que todo transformaba y nada perdonaba. Cuántos hechos
similares habrán ocurrido en su nombre y por dichos motivos la historia carece de
grandes documentos que testimonien el espíritu verdaderamente imperante en esa
época.
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Doña Jerónima San Martín, viuda de Buchardo primero, de Herrera después,
suegra de González Balcarce, abuela del marido de la hija del general San Martín,
su homónimo sin parentesco anterior, pasó a la historia menuda de la ciudad o
mejor, de su barrio, como "La señora de la reja”
Una lágrima por ella y una vuelta de página a nuestra historia.
Bibliografía Consultada:
GONZALEZ ARRILLI, Bernardo, HISTORIA ARGENTINA