1. Con T de TIPNIS<br />Jorge Albuixech es Ph.D. en Ciencias Agrarias y del Medio Natural<br />jjalbuixech@gmail.com<br />La lucha contra el desaforado desarrollismo occidental se extiende por todo el planeta, lastimosamente en esta encarnizada lucha casi siempre pierde la madre tierra. En nombre del ansiado progreso se han cometido y se siguen cometiendo agresiones ambientales que ponen en entredicho nuestra tan ostentada racionalidad. En este sentido, uno de los peores legados que el colonialismo ha dejado en America del Sur es su visión desarrollista del progreso.<br />El proceso descolonizador se inició en Bolivia con la elección en 2005 de Evo Morales, el primer presidente indígena. La nueva Constitución Boliviana, ratificada mayoritariamente por el pueblo en 2009, parece desmarcarse de esta visión desarrollista del progreso cuando proclama la economía plural y comunitaria. De hecho, muchos de los neo-revolucionarios surgidos de las movilizaciones del 15M en el Estado Español situarían a esta Constitución en sus más altas aspiraciones reformistas. <br />El pueblo boliviano cuenta con una buena herramienta para influir en sus políticos de turno y es muy conciente de su capacidad, todo ello acerca a este país a la tan ansiada, por algunos, democracia directa. Sin embargo, el “vivir bien” no siempre se lleva a la práctica y la verdadera descolonización pasa inexorablemente por un cambio substancial de algunos proyectos del gobierno boliviano.<br />La carretera del TIPNIS y la licitación minera del Mutún evidencian la deriva neoliberal de un Gobierno que nació con aspiraciones de cambio. Reconducir el proceso es, además de posible, necesario. El pueblo ya ha salido a la calle manifestándose en contra de unas políticas que conducirán a Bolivia a la misma crisis que se inició en EEUU y ya alcanza Europa. “La carretera no es progreso” rezaban las pancartas de la manifestación paceña. La brecha que abrirá la carretera en la selva será pronto ocupada y las 64 comunidades originarias divididas y colonizadas. <br />Colonizadas por el progreso que viene dictaminado por los antiguos colonizadores. Los nuevos colonos del siglo XXI que amenazan el “vivir bien” de las comunidades originarias en TIPNIS serán las madereras y los sindicatos cocaleros.<br />La prensa extranjera ya se ha hecho eco del conflicto. El País, un afamado periódico español, hablaba de los 5,000,000 árboles que serán talados por la construcción de la carretera menguando así la capacidad de este ecosistema para fijar carbono. Si solo fueron árboles. Si solo fueran medio millón de árboles. La carretera solo será la primera dentellada en el TIPNIS, una herida que se extenderá con celeridad. 170 kilómetros de nuevas vías, cuando hay tantos kilómetros de vías estatales que requieren un mantenimiento. Esta carretera en un espació aun virgen, como es el TIPNIS, probablemente no implicará un cambio en el ecosistema y en el clima de toda la región, como apunta el rotativo español. Sin embargo, está asegurada la perdida progresiva de biodiversidad y un cambio en el ecosistema a largo plazo. <br />El patrimonio natural es una de las mayores riquezas de este país y empieza a estar amenazado. Su conservación es cosa de todos, no solo del gobierno, y en este sentido, de su correcta gestión dependerá el patrimonio que heredaran las generaciones venideras. El petróleo, el gas y la minería tienen los días contados. Sin embargo, el patrimonio natural boliviano, donde el TIPNIS ocupa un puesto privilegiado como reconocido “refugio del pleistoceno”, podría llegar a convertirse en el principal activo del país.<br />El empoderamiento de los pueblos indígenas ya es una realidad en Bolivia y en el TIPNIS la lucha contra la petrolera Repsol YPF sentó precedente. En la presente lucha las comunidades indígenas cuentan con una nueva prerrogativa, el poder consultivo que les otorgó la nueva constitución y que el gobierno debería de haber respetado. Evo Morales, en unas desafortunadas declaraciones habló de enamorar a las mujeres indígenas para vencer la resistencia de sus pueblos a la construcción de la carretera. Debió de haber mencionado lo enamorado que está su pueblo de esa tierra apodada TIPNIS. ¿Será ahora el propio gobierno que se autoproclama indigenista el que les arrebate a los pobladores originarios sus modos de vida tradicionales? La erosión de la cultura ancestral de estos pueblos ha sido enorme pero ellos siguen resistiendo.<br />La democracia no es tal en tanto en cuanto no escucha al pueblo y a las minorías. El pueblo boliviano se está haciendo oír y el deber del gobierno es escucharlo. Bolivia es considerada por muchos un país en vías de desarrollo. La propia nomenclatura occidental nos conduce a políticas desarrollistas pero, ¿el progreso se mide por las autovías y las infraestructuras obsoletas o por la educación, la salud y, en definitiva, el “vivir bien”? El progreso no tiene porque seguir la estela marcada por el G-20, más aun cuando ya se adivina que no es el camino adecuado.<br />Parafraseando a mis compañeros valencianos de R de Renegà “la destrucción no s’ature però nosaltres tampoc!” (¡la destrucción no para pero nosotros tampoco!). Las luchas son distintas pero el fin es el mismo, que nuestros hijos puedan disfrutar de un entorno natural bien conservado.<br />