El documento describe las condiciones de vida en los conventillos a los que solían mudarse los inmigrantes luego de dejar el Hotel de Inmigrantes en Buenos Aires. Los conventillos eran casas de inquilinato con malas condiciones sanitarias donde vivían varias familias apiñadas en pocos cuartos. A mediados de 1907 estalló una huelga de inquilinos debido a los altos alquileres y malas condiciones, la cual fue liderada principalmente por mujeres dado que los hombres trabajaban.
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Guerra de escobas en el conventillo
1. ¿Qué pasaba después de los cinco
días en el hotel de inmigrantes?
• Algunos se quedaron en la ciudad de Bs. As. y solían
habitar en conventillos luego de que el período en el
Hotel de inmigrantes se les terminaba.
• A la salida del Hotel estaban los "promotores" de los
conventillos, subidos a carros que trasladaban a los
inmigrantes hacia su nuevo destino.
• No había contratos de alquiler; el primer recibo de
pago se lo daban al inquilino a los tres meses, para
poder desalojarlo por falta de pago cuando el encargado
o el propietario lo dispusiese.
2. ¿Qué es un conventillo?
• Aquellas casas de inquilinato habían comenzado a surgir a
comienzos de 1871, cuando las tropas argentinas regresaron de la
guerra del Paraguay y trajeron, entre otras cosas, la epidemia de
fiebre amarilla. El foco infeccioso se concentró en algunos de los
barrios porteños, lugares tradicionales de residencia de familias
que decidieron abandonar sus enormes mansiones para trasladarse
a otro lugar.
• En un principio se las llamó "casas de alquiler" o "inquilinatos",
hasta que el ingenio popular las bautizó como conventillos, un
diminutivo de convento.
• Se consideraba conventillo o casa de inquilinato a aquellas que en
las que vivan a más de cinco familias o personas independientes,
incluido un encargado, cuya unidad de locación sea una pieza, y
que tienen en común los servicios de baños, lavatorios, letrinas y
lavadero.
3. ¿Cómo era un conventillo?
• Hasta mediados de 1880 no hubo agua potable en la ciudad. Los
conventillos eran abastecidos por carros de aguateros, situación que se
volvía intolerable en los meses de verano. El uso del piletón común
originaba conflictos.
No había luz eléctrica, sólo lámparas de querosén o de aceite.
Los baños no había cloacas. Tanto el retrete como el lavabo eran
comunes. Había, en los barrios de Once y La Boca, un servicio cada diez
cuartos aproximadamente, según las estadísticas de 1919. Esta situación
provocaba epidemias como el cólera, la fiebre amarilla, el paludismo, los
parásitos y las infecciones.
En algunos casos había cocinas comunes, pero lo más frecuente era que
se cocinara en los cuartos. También se destinaban a la cocina los rincones
del patio. Cada familia cocinaba según sus propios gustos: los piamonteses
y genoveses comían legumbres crudas, queso y pan -los asturianos y
gallegos comían tocino y pan- y los criollos comían puchero.
En cada cuarto había un calentador a alcohol o aceite que se colocaba en
la puerta para que los olores fueran al patio. Si la pieza estaba en la galería
superior, se lo ubicaba en el pasillo, lo cual generaba grandes discusiones
por obstruir el paso.
4. Cada familia subsistía en una o dos habitaciones de cuatro por cuatro,
sin ventilación, con baños, cocinas y braseros en común. Los padres
salían muy temprano para ganarse el jornal, mientras las mujeres
realizaban tareas de costureras o lavanderas para afuera, y cocinaban;
los chicos jugaban y correteaban en los patios. En el aire, a mediodía,
se mezclaban los aromas: el locro criollo, el churrasco porteño, la
pasta italiana, el azafrán y el pimentón español, el perfume del café
con borra de los árabes y turcos.
6. • El alto precio de los alquileres fue convirtiendo a los
conventillos porteños en focos de conflicto. Los cobradores
debían pasar a cobrar custodiados por la Policía.
El inquilino moroso era desalojado por la fuerza pública. Los
muebles se subían al carro municipal para trasportarlos a un
depósito. En el trance se observaba la solidaridad de los
iguales; y el episodio solía terminar en batallas campales.
• La situación explotó a mediados de 1907 cuando se produjo una novedosa
huelga de inquilinos. Los habitantes de los conventillos de Buenos Aires, Rosario,
La Plata y Bahía Blanca decidieron no pagar sus alquileres frente a las pésimas
condiciones de vida en los inquilinato y al aumento desmedido aplicado por los
propietarios.
7. • …"Hasta los muchachos toman participación activa en la
guerra al alquiler. Desfilaron cerca de trescientos niños
y niñas de todas las edades, que recorrían las calles en
manifestación, levantando escobas “para barrer a los
caseros”.
• La huelga de los inquilinos fue protagonizada por las
mujeres en su mayoría ya que los hombres se
encontraban trabajando. Todos los valores se habían
invertido, las escobas eran fusiles, las bombas eran
globos de sal. La mujer, personaje irrelevante en política
se vuelve protagonista.