La felicidad según el Papa Benedicto XVI se logra viviendo cerca de Dios y siguiendo a Jesús a pesar de las dificultades. El sentido de la vida es ser feliz, aunque la felicidad es subjetiva. La fe cristiana enseña que el sufrimiento temporal lleva a la felicidad eterna al acercarnos a Dios a través de la caridad y el amor al prójimo.
2. La Felicidad según el Papa
Benedicto XVI
La infelicidad es vivir lejos de Dios, dice el Papa en el día de todos
los santos
Por eso, felicidad y santidad se convierten en sinónimos.
«Ser santo significa vivir en la cercanía de Dios, vivir en su
familia, y esta es la vocación de todos nosotros».
«Para ser santos no es necesario realizar acciones y obras
extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales, es necesario
ante todo escuchar a Jesús y después seguirle, sin desalentarse
ante las dificultades».
«La única causa de tristeza y de infelicidad para el hombre se debe
al hecho de vivir lejos de Dios. Con Él lo imposible se hace
posible».
3. El Sentido de la Vida
Nacemos, crecemos, nos reproducimos y
morimos, después de morir, rendimos
cuentas.
Si siempre es lo mismo ¿cual es el
sentido que seguimos?
Sentido de la vida es SER FELIZ.
Y como la felicidad es personal, cada quien
puede tener su propio concepto de
felicidad.
4. Opiniones
• El SENTIDO DE LA VIDA es servir
siempre fiel y obedientemente a Dios y
no buscar la Verdad en donde sólo hay
mentiras.
• Quizás tú sientes que el dinero, el
poder, o encontrar a tu pareja puede ser
el sentido de tu vida. O quizás buscas el
sentido de tu vida en las opiniones y en
la búsqueda de aprobación de tus
amigos, tus padres, etc., pero siempre
acabas sintiéndote igual: con una
sensación interior de desesperanza y
vacío.
El sentido de tu vida lo sientes, cuando
sufres un gran estremecimiento
emocional o está en peligro tu vida.
Es, en esos momentos, cuando todo
aparece tan claro como si, después de
una tarde con neblina, esta se disipara
y apareciera el sol, reluciente, ante tus
sorprendidos ojos.
5. La felicidad en la fe cristiana y
el mensaje de Jesús
La época que nos ha tocado vivir tiene una obsesión por el bienestar y el placer, que a veces son
confundidos con la felicidad. Podemos caer fácilmente en la trampa de buscar la felicidad por medio
de los bienes materiales, o por el reconocimiento social.
Si creemos que está en nosotros mismos la solución para la felicidad, estamos equivocados, la
felicidad no es algo que se encuentra en nosotros mismos es algo que sentimos en nuestro interior
que sentimos con la pequeñas cosas de la vida al lado de nuestros seres queridos, que son
insignificantes esas cosas pero profundas a la vez que nos hace sentir, rodeándonos con la gente
que nos quiere y queremos.
Al tema de la felicidad, siempre está el concepto del sufrimiento. Jesús, es bueno recordarlo, era
verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Nuestro Señor Jesucristo conoció el hambre, la sed,
el cansancio. A Dios no le es ajeno nuestro sufrimiento. Sin embargo no olvidemos que para los
católicos, el sufrimiento y la prueba tienen un sentido, que forjarán el camino hacia la felicidad, que se
encuentra en la fe cristiana.
Cada vez que experimentamos contradicciones, tristezas, traiciones, son momentos de gran valor en
nuestras vidas, pues en esos momentos podemos sentir los dolores y tristezas que sintió Jesús en
este mundo.
Si vemos el mundo con ojos humanos, terminaremos sin entender el porqué del sufrimiento. Pero si
impregnamos nuestra vida de Dios, comenzaremos a ver las cosas de un modo distinto. El
sufrimiento es uno de los caminos para llegar a la felicidad en la fe cristiana.
6. Dios espera que seamos cristianamente felices, y eso lo podemos lograr en nuestra vida ordinaria.
Acercarse a Dios es encontrar la felicidad, y a Él se le puede encontrar en todos los momentos de
nuestras vidas: en el taller, en la oficina, en la escuela, en la casa. Si nos vamos haciendo conscientes
de la intervención permanente de Dios en nuestras vidas, iremos conociéndolo. Conocer a Dios es
amarlo, y no hay un medio más seguro para la felicidad que amar a Dios, que cumplir Su voluntad.
¿Cuántas veces hemos visto el sufrimiento de nuestra vida en el pasado para finalmente entender que
era necesario para obtener un bien mayor?
La llave de la felicidad está sintetizada en los dos mandamientos fundamentales: Amar a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
Cuando toda nuestra atención está volcada hacia nosotros mismos, encontramos abundantes motivos
de tristeza y contradicción. Quien es egoísta y solo piensa en sí mismo, va haciendo su vida solitaria y
deja de encontrar sentido en la vida y en esas pequeñas cosas de la vida que son profundas, y así no
encuentra la felicidad. En cambio, quien vuelca su vida en los demás estará pendiente de auxiliar, de
solidarizarse con el dolor ajeno. Y, extraordinariamente, al dejar de vernos solo a nosotros mismos para
mirar hacia fuera, amar y volcarnos a los demás, nuestros propios problemas y sufrimientos se vuelven
menos importantes. El gran antídoto contra el egoísmo es la caridad. Y la caridad es un camino a la
felicidad en la que vamos de la mano como hermanos con quienes nos rodean.
7. Si queremos felicidad “instantánea” terminaremos llenos de frustración. La
felicidad “de aspirina” no existe. En conclusión el mensaje de Jesús es pasar
esos ratos de sufrimientos que nos llevarán más adelante al sentido de
nuestra vida y a la vez nos daremos cuenta que son esas pequeñas cosas
profundas que hay en nuestro interior, como los recuerdos de personas a las
que queremos y nos quieren, las que hacen esa felicidad del día al día. Así
demostraremos que no somos egoístas, solo pensando en nosotros mismos,
sino ayudando a los demás, que esto nos hará sentirnos felices con nosotros
mismos, que en esto también se basa la fe cristiana.