Un líquido toma la forma del recipiente que lo contiene, y su capacidad de fluir depende de su viscosidad o resistencia al cambio de forma. La viscosidad de un líquido puede medirse dejando caer una esfera en el líquido y midiendo el tiempo que tarda en desplazarse entre dos marcas, luego usando esa medición en una fórmula que incluye parámetros como la densidad del líquido, el diámetro de la esfera y la distancia recorrida. Como ejemplo, se midió la viscosidad del agua de